1. Queremos El Alto pero también el mundo
Una cosa son los discursos ideologizados de los líderes políticos y sociales y otra
es la realidad del día a día, es la afirmación que escuché entre decenas de alteños
y alteñas a propósito del coloquio “Bolivia desde El Alto”. La ideología política (ya
sea de derecha o izquierda, aunque mucho más esta última) se aferra a mostrar a
un alteño renegado, frustrado, patriotero y radical. La realidad es que alteños y
alteñas son un pueblo en busca de oportunidades que lo saquen de la postración
rural de la cual vienen y que no quieren repetir en la ciudad. Al alteño solo le importa
dejar la pobreza atrás.
Son los ciudadanos, a pesar de las malas condiciones del internet, más globales del
departamento de La Paz y quien sabe de Bolivia. La avidez por la modernidad sin
que ello signifique dejar sus raíces, los lleva explorar mundos que otros no se
atreven. “En general, El Alto Sur, con su centro Ciudad Satélite, es la región de los
empleados, consultores y empleados públicos. El Alto Norte, con su centro en Villa
16 de julio, es la región de los que generan empleo” me dice Marco Quispe. Cada
una tiene sus cinturones de pobreza. Los de la sur hacia la carretera a Oruro y los
de norte hacia la carretera al algo.
“Por aquí, usted en la noche no puede transitar sin temor -me dice una persona que
vive por la zona de Senkata- Esta es una zona roja: asaltos, asesinatos, producción
de droga, contrabando, establecen un toque de queda de hecho aceptado en
silencio.” La falta de oportunidades en estas zonas, lleva a que jóvenes migren hacia
Santa Cruz o incursionen en actividades delictivas, prostitución o drogas. Son las
zonas más explosivas de El Alto.
Sin embargo, en El Alto, se nota una sed de superación que no está debidamente
canalizada ni incentivada. “Los medios de comunicación de alcance nacional, se
aferran a mostrar el alto ideologizado. Nos falta un medio alteño, que llegue al país
para mostrar su propia identidad”. Cual?, le pregunto a Marco Quispe: “Esa, la del
alteño que ama su terruño, pero que quiere conquistar el mundo. Ese mundo que lo
visitan por internet o en los miles de viajes de negocios que salen desde El Alto”.
Marco Quispe, es un comunicador alteño que, entre sus más variadas actividades
tiene un programa de radio, impulsa una red de mujeres futboleras, un equipo de
jóvenes innovadores (esos que están underground, me dice) llamados los Jachas,
equipo de diálogos e investigación en diversos temas, asesora variados grupos
folclóricos y participa como miembro o animador en miles de eventos sociales,
económicos y culturales que se dan en El Alto.
“Los profesionales de El Alto, somos como son nuestras madres. Estamos en
muchas cosas como estrategia de sobrevivencia, pero también como estrategia de
copamiento de los distintos de poder”- afirma Quispe- “Nuestras madres nos han
sacado de la pobreza levantadose a las 04 para alistar la comida de la familia, para
a las 06 salir a vender el café, para luego a las 10 vender sandwichs, a las doce el
almuerzo, a las 16 el té y en la noche ají de fideo o tripitas. Imagínate si solo
vendieran café”
2. Uno de los iconos de emprendedurismo y referente para los jóvenes alteños es don
Freddy Mamani: “exalbañil boliviano convertido luego en ingeniero y constructor, es
el impulsor de la nueva arquitectura andina, la cual ha recibido las denominaciones
de “cholet” “choletito” o “cohetillo”, apelativos con los que no está de acuerdo su
creador. El impulsor de este concepto nació en una pequeña comunidad aimara
llamada Catavi, partió trabajando hace veinte años como asistente de albañil, pero
sus sueños lo empujaron a estudiar en la Facultad Tecnológica de Construcciones
Civiles en la Universidad Mayor de San Andrés y posteriormente cursar la carrera
de Ingeniería Civil” (El Diario de Argentina, 10/08/16)
El 3 de septiembre de este año, en uno de los principales Cholets que construyó
Fredy Mamani, se realizó un evento pionero. Martin Saravia, un intelectual distinto,
publico en su Face Book una interesante interpretación sobre aquel evento que
congregó a más de dos mil jóvenes de La Paz y El Alto. “Electro-preste!”, Saravia,
en partes salientes, señala: “Se podría llamar intrusión por su significado, afluencia
o infiltración de una masa magmática entre dos estratos sólidos, o a través de ellos
sin alcanzar la superficie terrestre. Eso es lo que paso el día sábado 3 de septiembre
en el edificio la Gran Emperatriz conocido como Cholet situado en el Alto” donde se
“aglutinaron” o reunieron dos realidades distintas: “una masa de gente en una
mayoría chicos y chicas de la zona sur de La Paz, jailones, que se infiltraron, se
puede decir, en un contexto muy lejano a esta realidad, aunque cada día más cerca
ya que esta forma de pensamiento, llamada por algunos Neo-Andina que va
surgiendo gracias a comerciantes en su mayoría, han empoderado una burguesía
Chola, quienes van hacia una afluencia económica que posiblemente sobrepasa los
niveles de prosperidad, económicamente hablando, de cualquier persona
perteneciente a la zona sur o el centro de la Ciudad de La Paz.”
Según Saravia el evento de música tecno sirvió para que mediante “la banda
musical, los trajes con sus colores y, por supuesto, la cerveza que es el medio
socializador”, los jailones y los alteños puedan experimentar a personas
pertenecientes a una realidad diferente y comprobar que “lo andino pervive y cada
día se transforma sin límites hacia una interculturalidad.”
Ivan Arias Duran
Ciudadano de la Republica Plurinacional de Bolivia