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Poesía * Narrativa * Opinión * Fotografía * Moda
El Mal Menor
N°8 - Marzo 2017
En este número:
José Valdivia, El Chalala:
“Con la pasta la mente se me
abre y ando atento a todo”
El existencialismo de una
luminaria antidelincuencia
La rebelión de los chichas
Y mucho más...
Proyecto Financiado por Fondo Nacional
de Fomento del Libro y la Lectura
Convocatoria 2016
Iluminaciones
Educación
Vocacional
S.Sarmiento
Editorial
El Mal Menor N°8 - Marzo de 2017 - Batuco - Chile - Correo electrónico: revistaelmalmenor@gmail.com
Editores: Sergio Sarmiento - Emilio Serey - Melody Valenzuela
Colaboran en este número: Jaime Núñez - Héctor Figueroa
Diseño gráfico: Sergio Sarmiento - Fotogra a: Emilio Serey
Normalmente los escritores nos quejamos respecto de las condiciones en que debemos
realizar nuestro trabajo. Básicamente hablamos del problema de la falta de lectores,
fenómeno que ligamos de manera causal con el triunfo de lo audiovisual y las redes
sociales, con el exitoso trabajo de imbecilización colec va realizado por la dictadura, así
como con su retoño, el sistema neoliberal, que transformó la educación chilena en una
lucra vafactoríadeanalfabetosfuncionales.Algunos-enloqueyaesunclásicodeltema-
agregan a esta lista otra joyita instaurada por la dictadura de Pinochet: la aplicación del
IVA al libro. Dicho esto, los literatos nacionales promedio, es decir, aquellos que no somos
millonarios gracias al marke ng editorial como Isabel Allende, o funcionarios de Piñera
como Roberto Ampuero, o profetas de la concertación como Raúl Zurita, hablamos de la
imposibilidad que tenemos para desplegar nuestro supuesto talento, dado que debemos
gastar el empo en pegas que nos alejan de este arte que Franz Ka a calificó "como una
expedición a la verdad". O simplemente vivir en la pobreza, en la carencia y la dependen-
cia,loquenoresultaparanadaatrac vo,especialmenteenunaépocaenqueloshéroesy
los santos nos parecen cada vez más tontos. En resumen, no hay plata para libros y los
únicos ingresos que recibimos provienende esa ins tución dedicada a la prevención de la
locura, me refiero al Fondo Nacional del Libro, que anualmente sortea dinero entre los
afectados por esta extraña enfermedad, la literatura, que el español Enrique Vila Matas
describe de buena forma en su interesante novela "El mal de Montano". Otro escritor, el
argen no Macedonio Fernández, en su loca novela "Papeles de Recienvenido", escribió
algunavez,conimpecableironía,quelaliteraturaeselartedelaqueja.Suidea,porcierto,
es bastante acertada, pues la queja constante y al sonante de la literatura -basta ver esta
misma editorial- se torna fú l cuando quienes escribimos nos encontramos cara a cara
con los marginales de verdad, aquellos que carecen de lo básico: una cama, una mesa, un
baño,untechoydebenhacerdelacallesuhogar.Nosreferimosalosindigentes,losviejos
ylasviejaschichas,loslocos ylaslocas, pos quepeleancontrasus propios monstruos sin
siquiera saber en qué ring se encuentran, ciudadanos abandonados y sin voz, exiliados de
su propio país y de sus propias vidas, abundantes como los duraznos o los limoneros y
cuyavoznadieescucha.Paraellosestenúmero.Paraellosesteartedelaqueja.
2
El existencialismo de una
luminaria antidelincuencia
Batuco. Una luminaria
que no quiso iden ficar-
se nos llamó para contar
su compleja historia.
Hace algunos años, dijo,
nos instalaron como una
gran promesa: “Lumina-
rias An delincuencia en
Batuco”, sumándonos al
alumbrado público, con el que formaría-
mos un cuerpo policial parado en la
primera línea de combate. En esa época,
Ortúzar nos promocionó como una gran
estrategia para comba r el delito y yo me
lo creí, estaba orgullosa y contenta por
servir a la sociedad, aportando luz más
clara para que los batucanos pudieran
circular por la noche o la madrugada sin
sufrir flagelo alguno. Con el paso del
empo comprendí que mi existencia era
parte de una fábula del poder, pues la
delincuencia no paraba. Una noche,
con nuó contando, desde la radio de un
auto que se estacionó a mi lado (dentro de
él unos pos ofrecían pasta base y cocaína
a unos jóvenes que iban por la calle),
escuché a un po hablar: “La vida es un
proyecto estúpido y sin
ningún po de sen do. La
única manera de sobrevivir
es contarse men ras”. La
frase era de un tal Woody
Allen, a quien no conozco,
pero que llenó mi mente con
sus palabras. Proyecto
e s t ú p i d o, f ra c a s a d o,
hundido, inservible, frustrado, eso soy.
Para sobrevivir me digo que soy una buena
inversión, que valgo el sobreprecio que se
me adjudicó, que vale la pena el esfuerzo
de estar aquí, que Batuco es ahora un lugar
seguro. De esa forma soporto estar
plantada en este pueblo seco, sin poder
soñar con una vida diferente, cerca del
refrescante mar o bordeando alguna
carretera, compar endo la vida del ser
errante: ejecu vos, extremistas, arribistas,
hippies, metaleros, descerebrados. Hoy
solo me queda esperar que aparezca
alguien que piense con la cabeza, no con la
cuenta bancaria secreta, y me des ne a
una función ú l, algo que valga la pena en
esta vida llena de sinsen do, terminó
diciendo.MV.
Noticias de la nada
Para sobrevivir me digo que soy una buena inversión, que valgo el sobreprecio
que se me adjudicó, que vale la pena el esfuerzo de estar aquí, que mi ser
cumple una labor importante, que Batuco es ahora un lugar seguro.
3
Noticias de la nada
Lo Pinto. Una retroex-
cavadora que par ci-
pa en los trabajos que
se están realizando en
la Panamericana, vía
donde se instalarán
infinitos tags, habló
con nuestro medio
para pedir perdón por
los daños causados. Con la pala baja y
visiblemente conmovida, indicó que los
actuales tacos y el futuro cobro por
concepto de TAG no son de su responsabi-
lidad. A nosotros el alto mando empresa-
rial nos compra en el exterior, como si
fuésemos esclavos. Luego somos obliga-
dos a trabajar en sus innúmeros proyectos
de invasión. En terreno nos manejan unos
pos irracionales, fabricados por
Hollywood, las teleseries turcas y algún
centro de formación técnica. Se trata de
individuos sin discernimiento propio,
capaces de hacer cualquier cosa por un
sueldo. Un sueldito, dicen ellos. Con estos
antecedentes, usted entenderá, el
ambiente laboral es muy rígido. Si nos
negamos a obedecer nos mandan a la
desarmaduría y luego
nos convierten en
tenedores o alicates
chinos,señaló la
retroexcavadora,
mientras un montón
de lágrimas asoma-
ban desde sus focos,
irritados tanto por la
emoción del momento como por el polvo
que corre en la intervenida carretera.
Hemos seguido la misma suerte que los
reclutas del setenta y tres, que recién
salidos de la instrucción militar tuvieron
que acribillar a la gente para cumplir los
planes de ocupación del alto mando
empresarial de ese empo. Quiero pedir
perdón a la comunidad, dijo finalmente,
por los enormes daños causados, por los
tacos eternos, por la mayor barrera
económica que los separará de sus
trabajos y sus parientes san aguinos. Me
gustaría que en endan que soy solo un
instrumento, un simple medio, no la
cabezadeesteplandes nado aincorporar
un nuevo trozo de Chile al control del
círculofinancierointernacional.SS.
Me gustaría que en endan que soy solo un instrumento, un simple
medio, no la cabeza de este plan des nado a incorporar un nuevo
trozo de Chile al control del círculo financiero internacional.
Retroexcavadora pide perdón por
su participación en los TAGS
4
Busto de Manuel
Rodríguez se confiesa
Noticias de la nada
Til Til. Concurrimos a la Cancha del Gato,
lugar donde se yergue el busto de Manuel
Rodríguez,graciasalllamadodeuno delos
aseadores peruanos del lugar, quien nos
indicó que días antes, mientras sacaba el
polvo de su dura cabeza y de sus charrete-
ras inmunes al viento, el pétreo héroe le
había solicitado hablar con nuestro medio,
el más respetable de la zona, según dijo. Y
a la brevedad. Nos demoramos apenas
cuarenta y ocho horas en llegar. Esa es
nuestra máxima eficacia. Al arribar nos
acercamos de inmediato al monumento. Y
sin que hubiese presentaciones previas ni
nada parecido, el busto comenzó a hablar.
Y a hablar. Y a hablar. Al poco rato nos
dimos cuenta que se trataba, en realidad,
de una especie de discurso contenido
durante siglos, una erupción que este
l lano pronunció sin tomarnos en
cuenta. Yo, que fui un gran rebelde,
comenzó diciendo, un guerrillero escurri-
dizo, veloz y plás co, soy ahora solo un
rostro de piedra, ante el cual desfilan
escolares, bomberos, milicos varios,
huasos de rodeo, señoronas de la cruz roja
y clubes de ancianos. Gobernadores,
diputados, alcaldes, concejales y otros
acróbatas sociales, se instalan bajo mi
busto y con sonrisas socarronas observan
pasar a los incautos, que marchan como
zombis, hormigas o soldados. Van sonrien-
do, creen en la dulce patria, en la banderi-
ta, en los goles de Alexis Sánchez, en la
empanada de pino, en el puro Chile es tu
cielo azulado. Son ovejitas exhibiéndose
anteunamanadadelobos.Alverlossiento
una tremenda pena de piedra. Quisiera
que un meteorito o un misil me pulverice.
Quisiera ser un puñado de arena. No me
interesa ser capital polí co para nadie. El
estado de Chile, manejado por momios de
izquierda y derecha, me emplea para
mantener el rebaño apretujado en torno a
su idea de nación establo. Hasta el mismí-
simo Pablo Neruda, poeta laureado en
todaslasgalaxias,meu lizócomosímbolo
del par do Comunista, que es lo menos
comunista que hay. No, yo no me inscribí
jamás en el par do de la hoz y el mar llo.
No solo aquí en Til Til, sino en muchas ciudades y pueblos de
Chile me instalaron. Hay gente que se me acerca y me pide
favores. Si pudiera hablar les diría que no me confundan con
una animita. Yo no hago favores, yo no hago milagros, yo no
curo el cáncer, yo no ayudo a ganar el Loto.
5
Noticias de la nada
En mi época no exis a ni siquiera el
inteligen simo Karl Marx, intelectual del
que Guillermo Tellier, ese gordito burgués
que conduce el PC, se encuentra a años
luz. Yo fui comunista a mi manera. Yo fui
demócrata a mi manera. Yo fui dictador a
mi manera. Y no por ser un hijo del pueblo.
No, yo no fui un hijo del pueblo, yo fui un
aristócrata que estudió en el cuico
Convictorio Carolino de San ago, que se
tulódederechoenlaRealUniversidadde
San Felipe. Si alguna vez luché por la
independencia fue por otros mo vos. Tal
vez por ambición, tal vez por rebeldía
ciega, tal vez por un afrancesamiento
temprano, tal vez por no querer un país
dirigido por el cabrón de O´higgins. No
tengoidea,loúnicoqueséesqueelhijode
Ambrosio me mandó matar, que sen
fuego en la espalda, que caí mirando el
cielo, que desperté, después, conver do
en piedra. No solo aquí en Til Til, sino en
muchas lugares de Chile me instalaron.
Hay gente que se me acerca y me pide
favores. Si pudiera hablar les diría que no
me confundan con una animita. Yo no
hago favores, yo no hago milagros, yo no
curo el cáncer, yo no ayudo a ganar el Loto.
No soy Manuel Rodríguez, soy solo una
copia entre muchas, un trozo de piedra
que alguien esculpió sin lograr darle vida.
El original ya no existe. Seguro que se halla
en el cielo de los aristócratas, jugando golf,
tomando mar nis, leyendo a Ashbery,
enamorando a herederas de magnates,
escuchando acid jazz, hablando de
democracia. Por mi parte, despierto
cubierto de ofrendas florales cada cierto
empo, y pienso que me están velando,
que por fin he muerto, que por fin soy un
puñado de arena, pero no, despojado de
mis extremidades, no tengo estómago ni
piernas, no tengo tes culos, me doy
cuenta que no soy más que un eunuco
usado para embaucar al mismo pueblo
sencillo que según los agobiantes discur-
sos de las autoridades pareciera que
Manuel Rodríguez, el verdadero, alguna
vez quiso liberar, fallando de lleno en su
intento.SS.
6
Zona de Resistencia
Caminando compungida y fértil, viviendo
momentos del ciclo ovulatorio en cúspide
reventón hormonal, cansada y desnutrida
de tanto desconsuelo en este canasto
incendiado llamado Batuco, busco una
salida, un escape, un filtro al desconsuelo,
y me arranco ciento cincuenta kilómetros
al norte,a otros cerros en llamas,tal como
si la sombra batucana me persiguiera con
una antorcha silenciosa tras la espalda.
Reviso mis víveres en el bolso y me
encuentro con Incendios de Richard Ford,
busco consuelo desalojada de mi ser y me
sumerjo en sus mundos, que son un
retrato del nuestro, soltando una a una las
balas de la revolución. Aparece tan
pronto, entre sus hojas papel ahuesado,
una fina lluvia de cenizas que nubla las
imágenes y desata fatalidades cargadas
de realismo puro y simplicidad: quemadu-
ras en los bosques de Great Falls, tal como
en nuestros cerros, cenicientos. En la
televisión se muestran las imágenes
narradasenlanovela.
La historia transcurre en solo un par de
días transformados en una larga y caluro-
sa temporada, la que desenvuelve de las
Incendios
Por Aylín Jiménez
Recuerdo las especies de
nuestra aldea, polvorienta,
amarga, seca, amarillenta
y con cerros sufrientes,
donde crece el fuego y
humean pas zales: liebres,
arañas pollito, yacas,
pájaros y muchas otras
sinfonías agónicas que
yacen hoy carbonizadas
en la oscuridad del
fuego ex nguido.
7
Zona de Resistencia
mantasdesedaaunpardeseresborrosos
y solitarios, aislados totalmente el uno del
otro,nostálgicos con sabor a eterno vacío,
necesitados de cariño y compañía,
totalmente desconocidos y ajenos entre
sí. Estos personajes, tras beber un par de
vasos de vino, tras ejecutar un baile,
mueven sus existencias paso a paso,
arrastrandolacargaylamenteausentede
la infidelidad. Azotan sus cuerpos bajo la
atenta mirada de un niño adolescente (el
protagonista), quien mudo se enfrenta a
personas miserables (su madre junto a un
deforme empresario), mientras el padre
impera en su pecho, como un fantasma
que lo mantiene a merced del viento,
viviendo un presente eterno lleno de
inseguridad.
En esta historia americana alejada de
aquel sueño, iluso, entonando historias
de miradas profundamente perdidas,
cargada por los crudos sonidos del fuego
latente, un incendio voraz, pero en
segundo plano, oculto, arde en enormes
bocanadas traspasándose a la historia
familiar, que cruje y explota en llamas
metafóricas, cuando por buscar el anhelo
estable del dinero (es el boom petrolero
de 1960), Jerry (el padre) pierde más que
a su familia, más que el amor de su mujer,
más que la inocencia de su hijo, pierde la
perplejidad que genera lo cotidiano y
rompe la mixtura de la sanidad mental (o
equilibrio) descarrilando en su regreso el
tren del día a día, desabotonando perso-
nas normales, abriendo un mar de
espacios en la nada. Todo observado
desde los cristalinos de un adolescente (el
hijo).
Hago una pausa, la televisión muestra un
fuego desatado, aparecen personas
sacadas de otra época dando sus testimo-
nios, pueblos completos calcinados, la
antorcha batucana se salió de control.
Regreso a la novela, el hijo habla desde su
propio ser, lleno de confusos actos que le
hacen chocar y golpear su estabilidad de
momento en momento, debiendo hacer
silencio frente a las incoherentes conduc-
tas y mudas expresiones de los adultos,
muestras latentes de lo que significa ser
humano hoy por hoy. Ultima hoja, página
en blanco. Desenfrenadas todas las
antorchas persecutoras, recuerdo las
especies de nuestra aldea, polvorienta,
amarga, seca, amarillenta y con cerros
sufrientes, donde crece el fuego y
humean pastizales: liebres, arañas pollito,
yacas, pájaros y muchas otras sinfonías
agónicas que yacen hoy carbonizadas en
la oscuridad del fuego extinguido,
arrasadas como en Great Falls, dejando
además marcas, cicatrices, en esqueletos
llenosdevidayfuria,contradictorios.
8
Con la pasta la mente
se me abre y ando
atento a todo
José Valdivia, El Chalala
Entrevista: Sergio Sarmiento - Transcripción: Melody Valenzuela - Fotogra a: Emilio Serey
Entrevista
Todos los días lo vemos en el cruce entre la
vía férrea y la avenida España, junto a lo
que queda de la estación ferroviaria de
Batuco, avisando a los automovilistas si
viene o no viene el tren, para luego pedir
unas monedas solidarias que pronto
gastará en pasta base. Trabaja y vive en
plena calle, en pésimas condiciones,
formando parte del paisaje no solo de
Batuco o de la abandonada provincia de
Chacabuco, sino de todo nuestro país,
nación que se jura solidaria, pero que deja
al margen a muchos de sus habitantes,
especialmente a aquellos con poca plata,
escasaeducaciónyaltasdosisdefragilidad
emocional, condenándolos a vivir en
perpetuocas go,enpenitenciaconstante,
usándolos muchas veces como los símbo-
los que la maniquea sociedad chilena
requiere para sen rse buena, cuerda,
prósperayexitosa.
Su nombre es José Valdivia, su apodo es El
Chalala y a comienzos de año, por medio
de uno de nuestros colaboradores, nos
hizo saber que tenía algo que contarnos,
una persecución que sufría. Decidimos
entrevistarlo no por las revelaciones que
se supone que haría, no nos interesan las
revelaciones, no somos un programa
auspiciado por una fábrica de falsos
tallarines italianos animado por alguna
loca oficial, sino por conocer su forma de
vida,suhistoria,susopiniones.
Nos juntamos un sábado por la tarde en
una plaza que se encuentra junto al cruce
donde trabaja. Allí un grupo de personas
Hay una presión en la atmósfera, antes yo no sen a esto,
yo llevo viviendo un año y medio aquí, en la caleta, o dos
años, y ahora cuando se oscurece se escuchan cosas, se
ven luces, yo pienso que aquí hay una trama, que hay
gente que ene plata que me quiere hacer algo.
9
Entrevista
Serey
Entrevista
10
preocupadas por sus músculos prac ca-
ban gimnasia. Otros bebían subrep cia-
mente en las bancas del área verde,
escondiendolasbotellasenhojasdediario
o en bolsas negras de plás co. Más allá, en
la calzada, diversos vehículos iban y
venían,cruzandoellímiteentreelviejoyel
nuevo Batuco. El Chalala, moviendo los
brazos, dio el pase a un camión cargado de
ladrillos cuyo chofer -un copia de Mario
Bros- ni siquiera lo miró. Después abando-
nóellugarysereunióconnosotros.
Caminando nos llevó hasta su caleta, un
si o eriazo, lleno de maleza y espinos,
colindante con un basural ilegal, donde
pasa algunas noches en condiciones
infrahumanas (otras lo hace en un auto-
móvil en mal estado). No solo El Chalala,
como pudimos constatar, pernocta en la
caleta, sino también otros indigentes,
pos al límite, drogadictos, ex convictos,
alcohólicos, depresivos, cesantes, la
mayoría todo en uno, conformando un
grupo excluido que no vemos o no quere-
mosver,yquenosfacilitaademáslascosas
nodejándosever,escondiéndosesinhacer
el ruido que otros grupos excluidos, con
mayor conciencia de sus derechos,
constantemente realizan.
Ya en la caleta, nos ubicamos en una
especie de canal seco donde El Chalala,
previo consumo de un papelillo de pasta
base,sededicónosoloacontestar-aveces
de forma certera, a veces con cierta
carencia de lógica- las interrogantes que le
planteamos, así como a contarnos las
rudas experiencias que le ha tocado vivir
en sus treinta y seis años de vida, como su
paso de cuatro años por la cárcel debido a
un robo bastante menor, de carácter
domés co, cuyo valor es miles de veces
menor a lo que afanan muchos de nues-
tros empresarios y polí cos. Denunció
también, con insistencia, un complot en su
contra, que tendría detrás a la policía y
personasdeplatanoespecificadas.
Infancia
¿Cuándo niño con qué soñabas? ¿Qué
queríassercuandogrande?
No sé, siempre miraba la vida culiá así,
comonada.
¿Cómo te trataban tus papás cuando
chico?
Ellos bien, ellos me dieron todo lo que yo
tenía. Mi papi era alcohólico, pero no le
echo la culpa a ellos, porque a uno no le
enseñaron nomás, el culpable es uno. La
familiano enelaculpa.
¿Tecas gaban?¿Tepegaban?
Uh, me sacaban la chucha, pero como a
cualquieranomás.
Peronoatodoslespegan...
No,amímesacabanlachucha.
¿Qué pensabas cuándo eras niño y te
sacabanlachucha?
11
Entrevista
Serey
Nada, uno se quedaba ahí. Te teníai que
quedarnomáspo.
¿Quiéntepegaba?¿Tupapáotumamá?
Mi papi, mi papi me pegaba. Y ahí te ponís
rebelde, ¿te cachai?, y vai creando
siempreunaraízdeamarguraporlascosas
que van pasando en la vida, porque ¿a
quién le vai a contarle?, no te vai a poner a
llorar po. Aunque de repente, solo, he
llorado, y me he preguntado por qué estoy
aquíenestascircunstancias.
¿Hace cuánto empo te echaron de la
casa?
Llevocuatroaños.
¿Y cómo lo haces para bañarte, para la
ropa y todas las cosas que la gente común
necesita?
Ustedes me han visto como he andado, de
repente uno se deja estar y tú te denigrai y
tehacísunacagácomopersona.
¿Cómolohacesparalavarte?
Yo voy para la casa, pero en la casa como
quenomequierenmucho,medanlacortá
y yo les digo: me voy a bañar nomás. Y
chao.Era.
¿Ylaropa?
La ropa me la regalaban. Así que me la
cambiaba nomás. El otro día me di cuenta
quenohaypantalón,nohaypolera,nohay
short, no hay ni una huevá. Voy a ir para la
casa,parecequealláestánlascosas.
¿Nopiensasqueconestaformadevidate
estás cas gando a mismo? ¿Que estás
con nuando con lo que hacía tu papá
con go?
Yo creo que esto hay que vivirlo para
después contarlo. A lo mejor después otra
persona va a estar igual que uno y uno no
le va a decirle: "yo también estuve así",
uno ene que vivir la vida. Tengo treinta y
seis años y a mí han venido hasta grupos a
matarme. Yo he estado lidiando siempre
conestavida.
¿Hassen domiedo?
Yo creo que hay que sen r miedo por otras
cosas.
Mi papi era alcohólico, pero
no le echo la culpa a ellos,
porque a uno no le enseñaron
nomás, el culpable es uno. La
familia no ene la culpa.
12
Entrevista
Amorytraición
¿Quieresaalguien?
Oye, sabes que en este momento no me
quiero ni a mí mismo, así que ni me hablís
dequereraalguien.
¿Hasqueridoaalguien?
Sí,alamamádemihija.
¿Hacecuánto empopasóeso?
Hace unos diez años, aunque de repente
igual lloro por ella; cuando escuchaba la
canción de Juan Gabriel, esa: "Abrázame
muy fuerte, amor", lloraba como cabro
chico.
¿Porquéterminólarelación?
Yo estaba preso y ella se me ó con otro
hueón. Es una traición que una mujer te
haga eso. Cuando pasó tenía ganas de
mataralhueóndeunbalazoyaelladejarla
ensilladeruedas.
Fueungolpeduro...
Al salir ella se había casado y había tenido
unhijo,meme aladrogaporunamujer.
¿Conladrogasolucionaríaselproblema?
Yo pienso que esto me ene dominado, yo
me levanto y dependo de esto, me siento
lacio, sin fuerzas y me fumo un pito de
pasta base y camino todo el día, trabajo
todoeldía.
Lacárcelyeltrabajo
¿Porquétefuistepreso?
Un día nos juntamos con unos amigos y fui
a comprar un pito, este se me cayó, lo
perdí, y por seguir a los demás, por vivir la
adrenalina, nos agilamos, había plata pero
iguallohicimos,nosrobamosunabicicleta
del año cincuenta, con parrilla, y una
televisión.
¿Cuánto empoestuvistepreso?
Estuvecuatroañosconcuatromeses.
¿Ycómofuelaexperiencia?
Me hizo bien, yo era un po sin respeto,
andabapeleando.
¿Te parece justo caer preso por tan poco,
cuando hay empresarios y polí cos que
roban grandes sumas de dinero y jamás
pasanporlacárcel?
Creo que en este país todos roban, desde
la gente que está en la cabeza del país,
desde la presidenta y el senado. Los
pobres se sacan la cresta todo el mes, se
encalillan en una cachá de cosas y para
llegar a fin de mes y recibir algo de plata,
después de que trabajaste todo el mes
para el empresario, hay que pagar la
micro, el pan en la casa y el cigarrito, unas
sopaipillas, pagas las cuentas y las perso-
nassequedansinplata.
¿Todoslosautomovilistastedandinero?
Decienautosamímesalvandiez.Perohay
gente que si pudieran bajarse del vehículo
yescupirmeenlacaraloharía.
Aparte de estar en la línea, ¿de qué otra
formajuntasplata?
La gente me llama, me encarga pegas y a
veces se aprovechan, pero la hacen una
pura vez, yo no trabajo por pasta, trabajo
por el sueldo que vale realmente una
13
pega, yo no necesito de ellos, ellos necesi-
tandemí.
¿Dóndetealojas?
Estoy viviendo en un auto y ahí me cuido.
Yo no duermo, llegue para el dieciocho y
desdeesemomentonoestoytranquilo.
¿Estáscontentocontuvida?
No, porque en este momento me enen
con una presión psicológica, como que los
hueonesmequierenvolverloco.
¿Cómotegustaríaquefueratuvida?
De otra manera, yo trabajo, gano plata,
más de veinte lucas diarias, si estuviera
todo el día en la línea sería más, la gente
igual me ene buena, yo tengo tercero
mediode contabilidadytengo é ca,aplico
la psicología. Aquí han llegado locos con
intenciones de ir a buscarme a El Huille
(restaurante próximo al cruce ferroviario
de Batuco) para matarme o secuestrarme
igualqueamihermano.
¿Quélepasóatuhermano?
Casi lo mataron, le pegaron, estaban
cobrando y los pacos se prestaron todos
para eso. Habían balazos, se armó una tole
tole,loteníanin midado.
Lapersecución
¿Crees que aquí los pacos se prestan para
cosasturbias?
El otro día hicieron una competencia de
quien se llevaba más hueones presos y se
llevaron a puros drogadictos, choferes y
chichas ¿Cuáles son los presos? Después
me llegaron a buscar, yo soy adicto a la
pasta pero no tomo porque tuve un
principio de cirrosis. Igual me llevaron por
chicha.
¿Tesientesperseguido?
Es que hay una presión en la atmósfera,
antes yo no sen a esto, yo llevo viviendo
un año y medio aquí, en la caleta, o dos
años, y ahora cuando se oscurece se
escuchan cosas, se ven luces, yo pienso
queaquíhayunatrama,quehaygenteque
Entrevista
Los hueones (ra s) me miran
por la cámara, pero ellos son tontos
porque saben que yo sé que ellos
están siempre ahí y que yo sé toda
la hueva que pasa, ¿cachai o no?
14
eneplataquemequierehaceralgo.
¿Por qué crees tú que hay gente que ene
plataquequerríahacertealgo?
Porque yo aquí he caminado desde los
quinceañosenlacalle,yomelassétodasy
creo que sé algo que ya no quieren que se
sepa.
¿Qué sabes tú que pueda perjudicar a
algunapersonadeplata?
Son cosas que yo no en endo, soy una
persona humilde y no sé, me enen mala
por mi forma de ser. Yo antes trabajaba,
andaba bien ves do, no tenía millones
peroandabaconmonedas.
¿Quiénessonlosquetesiguen?
Mi hermano se juntó con una mina de
Quilicura y ella estuvo viviendo un empo
aquí, cuando se fue los hueones van y se
zumban para acá, tenían un grupo aquí al
frente, cuando yo me volaba los miraba a
través de una sábana, vi cuatro hueones
sentados que siempre estaban ahí, un día
measomoylosví:losra s.
¿Quétehanhecholosra s?
Meobservan.
¿No se tratará de un delirio de persecu-
cióntuyo?
Sin men rte, ellos llevan cuatro años
persiguiéndome en la calle. La policía me
sigue y me observa, quieren encontrar a
lostraficantes.
¿Yporquétesiguena ?
Ellospiensanqueyosoyelquelallevo.
¿Porquécreenesto?
Yo me fumo una bolsa diaria, en plata son
sesenta lucas, entre todos los sueltos que
voy comprando, de tres, de dos, de cinco,
de tres, de dos, de una, y ellos me las
cuentan po, entonces yo voy y llego aquí a
fumar y los hueones me miran por la
cámara, pero ellos son tontos porque
saben que yo sé que ellos están siempre
ahí y que yo sé toda la hueva que pasa,
¿cachai o no?, pero aquí los hueones
quieren llegar a alguien y los hueones me
quierenu lizaramíyellospiensanquesoy
yo.
Imaginan que eres el traficante porque
comprasmucho...
Claro.
¿Estásconformecontuvida?
No, porque la gente me ene mala, la
gente me pela, la gente habla, la gente se
ríe,peroestoesloquemetocapasar.
Lagentetecri ca.
Sí, pero son hueones que son incapaces de
pescar una botella o juntar una lata o
recoger un palo e ir a venderlo, esos
hueones no son nada, tu para fumar tenís
que moverte todo el día, meterte las
manosalosbolsillos.
¿Por qué te has vuelto tan dependiente
deladroga?
Ella me controla, yo me puedo levantar y
aguantar un rato, pero el cerebro manda el
puronombrenomásyelcuerposufre.
Hace poco dijiste que te hiciste drogadic-
toporloquetehizotuexmujer.¿Esasí?
No, en realidad yo siempre he sido un
drogadicto, un alcohólico, yo ganaba plata
Entrevista
15
y la he botado. Me compraba jabas de
cerveza, andaba trayendo a los hueones
jalando conmigo, comprando papeles
culiaos toda la noche, gastando cien lucas,
yendo, trayendo, comprando, yendo para
allá, yendo para acá, yo desde los catorce
años que andaba por acá, los conozco a
todos.
¿Cómotesientesconlapasta?
Con la pasta la mente se me abre y ando
atento a todo, ya que corro peligro. Si la
vendo cago, yo estoy me do en el mundo
de la droga y no quiero salir, ya estoy
cagao.
¿No piensas que estas desperdiciando tu
vida?
Yo no sé lo que pasa en este momento, yo
siempre he fumado y siempre he estado
aquí, en Batuco, nos juntábamos con los
cabros y comprábamos cincuenta o
cuarentapitos.
¿Piensastenerunaparejaalgúndía?
No pienso en una polola porque como
fumo y llevo esta vida, las hueonas no se
allegan al lado de uno, ¿cachai o no?, pero
no quiero tener a nadie a quien contarle la
vida.
¿Quélediríasalagentefrentealadroga?
Que ellos enen que comprender a los
drogadictos.
¿En la comuna te han ofrecido ayuda
comoparasalirdeladroga?
Yo fui a un centro de rehabilitación, pero a
mí no me gusta que me manden, a mí
nadie me dice: "sabís que anda a acostar-
te, hace esto", yo vivo mi mundo, yo la vivo
soloyamínomemandanadie
¿Qué te parece nuestra comuna, nuestra
alcaldesa?
Aquí esto está botado, esta hueá es una
ciudaddedios,todosbuscanplata.
¿TegustaBatuco?
Batuco es piola, pero aquí ya está todo
vendío, aquí pasa cualquier hueá y buscan
al más hueón y era, los hueones después
selavanlasmanos.
Entrevista
Yo fui a un centro de rehabilitación,
pero a mí no me gusta que me
manden, a mí nadie me dice: "sabís
que anda a acostarte, hace esto", yo
vivo mi mundo, yo la vivo solo y a mí
no me manda nadie.
16
Taberna
Adicciones
Por Héctor Figueroa M.
I
Dejémonos de moralina, hablemos a
calzoncillo quitao: ¿ustedes creen que
Jorge Teillier Sandoval sería el poeta
mágico que todos los amantes de la poesía
chilena han disfrutado si no hubiese sido
por el alcohol? Tal vez piensen que sí, que
el poeta lárico amaba la realidad y, por
ende, la co dianidad, pero no es el caso,
inclusolorefrendóenmásdeunaentrevis-
ta: “tomo porque la gente me da lata”. El
alcoholismo en la poé ca del lautarino es
fundamental. La droga básica de Chile:
vino, cerveza o pisco es importan sima.
Como en Irlanda la cerveza negra o en
Inglaterra el whisky o la ginebra, como en
Rusia el vodka, etcétera. En esencia, el
creadordeMuertesyMaravillasnoseríaél
sino hubiese sido por el nto chileno o la
cerveza bebida en su juventud, así como
Carver o Bukowski no serían los talentosos
narradores y buenos poetas (que fueron
sólo a veces) sino hubiese sido por el vino
de Los Ángeles, California, en el caso del
segundo. ¿Hubieran sido de la misma
intensidad aquellos párrafos inspirados de
Marcel Proust si no hubiera sido por ese
vaso milagroso de cerveza fría o helada
(refrescantesegúnsuspalabras)quebebía
a sorbos en su cama los úl mos años de
una vida que en general fue llevada o la
arrastró de manera anodina? Por no
mencionar y aburrir con una larga lista,
premios Nobel entremedio –galardones
que le interesan tanto a los palcos de
plateacomoalagalería-,yquecomenzaría
en casos como los de Faulkner, Sco
Fitzgerald, Hemingway, Poe, etc. Ahora
bien, de que el alcohol daña los órganos y
la mente de algunas personas excesivas
por supuesto que es así, no hay que
padecer de un delirium tremens, pagar
una consulta médica o que terminen
ex rpándote un riñón para saberlo. Por lo
mismo, en defensa de los borrachitos
Recuerdo cuando pasé una década completa sin importarme si
escribía o no, un período de seca bajo momentos culposos, pero en su
mayoría bajo momentos de plena indiferencia, en cambio ahora, a los
cuarenta y seis años, al despertar o finalizar el día padezco de una
sensación rayana en la angus a si no me entrego a la tarea
inmediata de escribir algo, cualquier cosa
17
Taberna
levantaremos una sentencia del machete-
ro Dylan Thomas que le cae de cajón a
algunos reprochadores de cultura católica
(que suele ser perversa, represiva y
funcional, como dice mi amigo Sergio
Sarmiento en una carta). He aquí la cita del
galés: "Un alcohólico es alguien que no te
gusta,porquebebetantocomotú”
II
Como todos saben, la cerveza es la bebida
del diablo, motor de múl ples asesinatos,
precursora y causa de abandono en el
hombre, tanto por su esposa, mujer o
pareja como de sí mismo. La cerveza es
una maravilla potente en la sexualidad del
joven, pero cuando este envejece -la ley
dice que todo joven envejecerá- la cerve-
za, en muchas ocasiones, no hace más que
dejar aún más fláccido el miembro viril,
experimentándoselomáscaroy/oterrible
que le puede suceder a un espécimen
masculino, como es la impotencia, un caso
de “iñi piñi”, esa maldita crónica de una
muerteanunciada.
III
“El subcontrato en este país ha sido el
mecanismo de vulneración de derechos
másbrutal”.
Palabras en CNN de Carol Kariola, argu-
mento de una linda diputada comunista
con el que quien escribe está completa-
Jorge Tellier a la entrada del Bar Unión
18
Taberna
mentedeacuerdo,masnoensucondición
de lecturas neomarxistas, sino simple-
mente desde el pragma smo de haber
sido explotado durante años por tal
sistema, por ejemplo cuando trabajó
cinco años como lector de medidores en
“Alcia Ltda. Adimark” que le prestaba
servicios a Chilectra, o en el Ins tuto
nacional de Estadís cas (INE), como
encuestador para unos empresarios
árabes.
Recuerdo cuando pasé una década
completa sin importarme si escribía o no,
un período de seca bajo momentos
culposos, pero en su mayoría bajo
momentos de plena indiferencia, en
cambioahora,aloscuarentayseisaños,al
despertar o finalizar el día padezco de una
sensación rayana en la angus a si no me
entrego a la tarea inmediata de escribir
algo, cualquier cosa. Y pienso esto porque
acabo de leer esta mañana unas palabras
subrayadas por mí mismo de un libro que
se encontraba todo lleno de polvo y
humedad adherido a la biblioteca de la
casa de los muertos, oraciones que dicen
así: "Si no escribiese todos los días, uno
acumularía veneno y empezaría a morir, o
desquiciarse, o las dos cosas. Uno ene
que mantenerse borracho de escritura
para que la realidad no lo destruya." Cuán
sabias encuentra estas palabras de Ray
Bradbury, escritas para su libro "Zen en el
arte de escribir" (página 11, edicionesHemingway bebiendo.
19
Taberna
Minotauro, 1995), y más sabias aún
luego que anoche mi ex pareja, los dos
ahora en la cama reincidentes, precisa-
mente me dijera que estoy des lando
purovenenoalhablar,contramimismo,
contra mi familia, el mundo y Chile
entero. Y sí, es cierto, anoche discu -
mos por mi pura y sola neurosis, por
sen rme, a 3 de enero de 2017,
nervioso, nervioso y desdichado por
estar perdiendo el empo (y no estar
escribiendo, o leyendo) mientras hacía
zapping en el TV cable ante películas ya
vistas y revistas precisamente junto a mi
ex novia, pero ahora que estuve
releyendo, en esta mañana inolvidable,
alautordecienciaficciónnorteamerica-
no me he sen do bastante o mucho
mejor de ánimo, sobre todo al recordar
el placer que me produjera alguna vez la
lectura y la relectura de esa obra
maravillosa tulada "Crónicas
marcianas".
IV
El cocainómano, como el ludópata, no
sabe re rarse a empo. Siempre quiere
más, no se conforma, vamos por el
úl mo saque, por la úl ma raya o línea,
ahora sí, esta es la úl ma se dice a sí
mismo,puesyanomequedancigarrosy
no ene gracia hacerle a la cues ón sin
cigarros y sin copete. “Sun” trago, sol
Jack Daniels. Invierno o verano en las
rocas.
Corre la adrenalina cuando la bolita se
mueveenlaruleta,TODOAROJO,TODO
a NEGRO, cuando el jacket, el as o el
tragaperras, o cuando el farrero pide la
cuenta en el restorán o en esos tugurios
con la música a todo full, donde las
mujeres se van sacando la ropa de a
poco, mujeres a veces lindas, pero de
bajamoral,mujeresnoafortunadas.
-En el casino de Calama hay como
vein cinco cajeros automá cos -me
dice la Antonia-, vai perdiendo plata
aquí, vai sacando o re rando billetes
es raditosporacá.
Víc ma pero mantenedor de un
alcoholismo atávico, y a pesar que no
bebo ni una gota de alcohol desde hace
dos semanas, sospecho que las peque-
ñas moles as o en ocasiones dolores
sicos que me aquejan (intensísimos en
la zona baja del estómago y en toda la
parte posterior de la cintura), son
anuncios inequívocos de una visita non
grata, de una visita que vi alojada en
viejos decadentes (estómagos abulta-
dos de la noche a la mañana) cuando
niñoenmibarrio.Merefieroalallegada
a casa defini va de “La Rosita”, o en
términosformales,delaCirrosis,queno
eslomismoquedecircirrosenelcielo.
20
Suehiro Maruo
La sonrisa del vampiro
Corona Mortuoria
Por Swamp Thing
Maruo Suehiro es un ilustrador y pintor
japonés. Su obra está marcada por la
polémica, dado que sus trabajos reiteran
sus obsesiones por lo grotesco, además
de exhibir una sexualidad desencarnada,
representando incluso prác cas
sadomasoquistas. Sus mangas son
editadosenlarevistaGaro,publicaciónde
corte underground, alterna vo y
experimental. En su nutrida obra desta-
can: Midori: La niña de las Camelias
(extrañamente circula por internet una
versión animada de los años 80), además
de El Monstruo de Color de Rosa, Gichi
Gichi Kid, La oruga y La sonrisa del
vampiro.
Es en La sonrisa del vampiro, obra que
comentaré en esta sección, donde Maruo
Suehiro despliega todas sus obsesiones
de creación (la violencia, la trasgresión
sexual, el gore y el sadomasoquismo). La
primera viñeta evoca una escena reitera-
da del horror reciente japonés. Situada en
1945, muestra el infierno desatado por el
lanzamiento de la bomba, generando
ruinas y luego el horror, que evidencia un
país desecho, donde la podredumbre
avanza sin límites. Los cuerpos mu lados,
esparcidos por finos trazos que muestran
un paisaje descompuesto, dan fiel cuenta
deello.
La historia se centra en una mujer anciana
jorobada que sobrevive gracias a los
mu lados cuerpos del desastre, todo en
un color rojizo, como si el lente que
observa estas viñetas estuviera machado
desangre.
En el presente, el manga se enfoca en la
vida de un joven Konosuke Mori, un niño
casi carente de expresiones, que es
seducido por la anciana vampira ham-
El manga está centrado en la vida de un
joven Konosuke Mori, un niño casi carente de
expresiones, que es seducido por la anciana
vampira hambrienta de carroña, siendo trocado
en su lacayo del horror.
21
Corona Mortuoria
brienta de carroña, siendo trocado en su
lacayo del horror. Por medio de escupir
sangre en su boca, el joven estudiante es
arrastrado hacia una vida de servidum-
bre. Su misión principal es la muerte, que
ejecuta como una obra de arte. A este
respecto se puede recordar a Quincey
(1785 – 1859), escritor que consideraba el
asesinato como una de las más bellas
artes, pues su finalidad: "es precisamente
la misma que Aristóteles asigna a la
tragedia, es decir, ´purificar el corazón
mediantelacompasiónyeltemor´”.
Bajo arresto, Mori conoce a Miyawaki una
niña que ob ene dinero siendo some da
sexualmente por ancianos. Tras obtener
una exper cia desgarradora con un
anciano que abusa de ella violentamente,
su vida entra en una espiral de desgracia y
se vuelve drogadicta. El protagonista
inicia a la perturbada joven en el arte del
asesinato, convir éndose ambos en
lacayos de la vieja jorobada, la cual
necesita sangre joven para sobrevivir. Así,
los dos niños se convierten en secuestra-
dores de recién nacidos, sa sfaciendo el
infinito deseo de destrucción de la
anciana, cuyo único anhelo es desgarrar
vidas jóvenes. Los protagonistas, de esta
forma, son arrastrados hacia la violencia
comoobligadaformadedesarrollo.
Finalmente, se puede establecer que la
sonrisa del vampiro es una buena obra
para iniciarse en Maruo Suehiro, un autor
di cil pues su obra ronda elementos
oscuros, incluyendo referencias al cine de
los años veinte mezcladas con prác cas
masoquistas, exponiendo la violencia
extrema en personajes vacíos, carentes
de emocionalidades, que solo ob enen
placer por medio de la aniquilación del
otro.
22
Shaira
Por Melody Valenzuela
Recorro el sendero floreado con muestras de basuras y escombros,
inmensos terrenos de sembradío se abren, los ojos se me quedan al
costado del camino en tu silueta alta y bordeada de curvas, sonrisa
ancha, caderas perfectas, el pelo escondido entre mantas, cuerpo
en exilio, cobijado de la hambruna. Termina tu acalorada jornada
laboral recogiendo tomates. ¿Ha sido una mejor opción Chile? ¿Ha
valido la pena el traslado, el esfuerzo, los sueldos bajos, la precarie-
dad,ladistancia?Aquíesperan,atentosportuestabilidadeconómi-
ca, los cazadores fur vos y hambrientos, que acuñan tu nombre en
tarjetas MasterCard, Visa, La Polar o Falabella, filas de cabezas
rapadasllamandoparadarteofertascredi cias,lasqueteayudarán
a elegir tus sueños, cumplir tus proyectos, facilitar tus compras, con
pequeñas condenas aplazadas por años. Nuestro país envejecido,
que te necesita y acoge ahora, ofrece para tus hijos inmejorables
oportunidades de educación sin enseñanza; puestos de trabajo que
succionarán tu energía vital; una salud de primera línea llena de
enfermeras locas, con trámites en largos corredores, atestados de
mbres y filas, frente a limpias ventanillas de espera; compras de
belleza ajena por catálogos, compras de productos para el hogar
que separan a la familia; compras de productos para tus relaciones
sexuales que arrebatan la sensualidad natural. Ya no tendrás que
vivir más el desamparo de ser una niña trokosis, en nuestro país los
sacerdotes son sombras que se esconden en las capillas, aquí el
sistema es el reino de los cielos, estamos todos hacinados, coopera-
mos con cada respiro y vendemos nuestra existencia. Aquí nuestros
trabajos nos enferman y el dinero que esperamos tener es el único
que vemos. Tú, que desenvuelves tus anhelos en este territorio
ahumado, pronto serás una más, caminante de Santa Carolina,
mujer negra que trasladas una bolsa de nylon en la cabeza, con tres
kilos de tomates tan rojos como tus encías, y una sonrisa dibujada
enloslabios.
Retratos
23
Retratos
24
La rebelión de los chichas
Por Enrique Atenas
Narrativa
Lo primero que sucedió fue que compró
un pack de cervezas y le salieron dos latas
malas. El líquido espumante amarillo, al
que tenía derecho en la tardecita, pues se
había sacado la chucha trabajando todo el
día, estaba en mal estado. Olía como baba
de perro muerto. Como orina de zombi.
Más encima se tomó un trago y se encon-
tró con un sabor agrio, medio ácido, que
mal emulaba al lúpulo de la cerveza. Sin ó
rabia. Sin ó desconexión. Estaba
disfrutando del reposo diario, momento
que le permi a relajar el cuerpo, calmar
los pensamientos, sen rse como si vivir
fuesemásquemantenersefuncionando.Y
pasó lo que pasó. Quería sen rse bien, no
era más que eso. La compañía cervecera,
sin embargo, le echó a perder ese momen-
to y se sin ó denigrado. Había un evidente
abuso de poder, una falta de respeto hacia
una persona que solitaria en la plaza de
Batuco intentaba beber su pack pacífica-
mente. Una persona que no delinquía ni
protestaba, que no destruía semáforos ni
bancos, que no iba a las marchas ni
quemaba Cristos apolillados; que se
quejaba, sí, como todos, eso había que
reconocerlo, contra el estado, contra las
empresas, contra la existencia misma,
pero que llevaba una vida serena, sin
aspavientos,dondelaresignaciónlimitaba
con la sabiduría. Y con el alcohol, que
actuaba como mediador entre lo exaspe-
ranteysuser.
Se levantaba a las seis cada mañana. Casi
siempre con el hachazo. Tras ducharse,
tomaba el atestado bus ma nal y se dirigía
hasta el parque industrial. Una vez allí
caminaba hasta Glam, fábrica de ropa
industrial, donde realizaba labores
administra vas de bajo rango hasta las
cinco de la tarde. Después regresaba a
Batuco, pueblo rural donde vivía desde la
infancia y que a diario lo esperaba con las
puertas de sus bo llerías abiertas,
amables, afectuosas, cada cual como una
virgen bondadosa que extendiendo los
brazos le ofrecía contención y calma. Tal
era su ru na y le resultaba más convincen-
te que entrar en una guerra social sin
pronós co de éxito, una guerra inú l que
sus padres habían perdido en los empos
del Gran Gorila, terminando torturados en
Tejas Verdes por sembrar cebollas y otras
hortalizasdeformacolec va.
A las nueve volvió a su casa. Antes había
pasado por la bo llería de la señora Anita,
una mujer de edad avanzada, pelo lila y
volublecarácter,dondecambiólaslatasen
mal estado por relucientes latas nuevas.
25
Narrativa
Una vez en casa, encendió las luces y miró
por un rato la foto de sus padres, que se
hallaba en un marco plás co -imitación
mármol gris- sobre el mueble donde
antaño sus viejos guardaban la loza.
Ambos sonreían. Él mismo había tomado
esa foto. Fue para su cumpleaños número
treinta, pocos años antes de que Don
Arturo y la señora Amira muriesen, con
una diferencia de once días, a causa de lo
que el médico del Hospital General para
Excluidos llamase “falla sistémica”.
Levantó después la vista y se encontró,
como ocurría desde su infancia, con la
añosa fotogra a del compañero
Marmaduque Grove, gran comodoro del
aire, que colgaba de la pared que daba a la
calle. Grove le hablaba a la mul tud a
travésdeunmicrófonoan guo,parecidoa
los que usaba Elvis en su primera época. La
mul tud, eso sí, no se veía. La mul tud
había que imaginarla. El ar fice de la
primera república socialista chilena se
hallaba ves do con uniforme de campaña.
Llevaba, además, un coscacho que lo hacía
parecersealDuce.Eraun pollama vo.Su
madre conservaba esa fotogra a pues su
abuela Lisandra, bisabuela que Rolando
nunca conoció, había recibido una máqui-
na de coser durante los doce días que duró
la república de 1932, instrumento que le
permi ó dedicarse al oficio de modista y
así ayudar a su esposo, que parece que
trabajaba en ferrocarriles del estado, o en
la caja de crédito prendario, o en la
dirección de aduanas, no se acordaba
bien, en la di cil tarea de mantener a una
familiaconnuevehijos.
Fue al dormitorio, encendió la tele y se
recostó en su cama. Su madre de pronto
estuvo a su lado. ¿Sigues bebiendo, hijo?,
preguntó la mujer. Rolando hizo un gesto
de fas dio y después dio unas fuertes
palmadas hacia los cuatro puntos centra-
les de la habitación. La señora Amira
entonces desapareció. Se esfumó desde
arriba hacia abajo, siendo sus pies san-
grantes lo úl mo que Rolando pudo ver. Al
instante destapó una lata de cerveza. En la
tele, en el canal de Luksic hablaba Luksic.
Alguien lo había tratado de hijo de puta.
No puede ser, las putas no paren millona-
rios,pensóRolando.Ydejólateleenmute.
En ese momento bebió un sorbo de
cerveza: se hallaba en mal estado. Maldijo
y abrió una segunda lata: también se
hallaba en mal estado. ¿O paren millona-
rios?Talvezsí,secontestó,peroentalcaso
se trataría de otro po de pros tución. No
de un negocio de noches sueltas, de
mamadas a mil pesos para la pasta base
como ocurría en el pueblo, sino de perío-
dos más largos. De existencias enteras
incluso. Abrió una tercera lata pensando
admira vamente en la heroicidad de
pros tutas de tan largo aliento. Y para su
pesar, y para su creciente rabia, esta
también se hallaba agria. Suerte para ,
hijo, que la cerveza salió mala, dijo
Narrativa
26
entonces su madre, que emergió desde la
nada. Mira cómo estás, mira cómo vives.
Estando lúcido podrías hacer tantas cosas.
Nosotros, en nuestro empo, nos unimos
con los vecinos y sembramos juntos, para
producir más y ganar algo de plata.
Después vinieron los milicos, tú sabes, y
nos cortaron las alas. Lo sé, respondió
Rolando. Estoy escuchando esa mierda de
historia hace cuarenta años. Sembramos
zapallitos italianos, zanahorias, acelgas,
tomates, lechugas, dijo su madre, ignoran-
do el reclamo de su hijo. Y mientras ella
seguía enumerando hortalizas, berenje-
nas, ajíes, repollos, choclos, ajos, Rolando,
su Rolito, se levantó y fue por una de pisco.
Necesitabaalgo fuerteparadormir.
Al día siguiente llegó a Batuco a las siete de
la tarde y se dirigió de inmediato a la
bo llería de la señora Anita, que en ese
momento expulsaba a un viejo chicha de
pelo apelmazado, Juan Chinoclo, quien
intentaba cambiar una cerveza en mal
estado. Sinvergüenza, descarado, seguro
que le echaste orina a una lata vacía,
gritaba la mujer, al empo que esparcía
espray aroma jazmín en el local. Ante la
llegada de Rolando, la mujer se calmó un
poco y Juan Chinoclo aprovechó de salir.
No es truco, patroncita, dijo el indigente
desde la puerta, donde se quedó parado
con la lata en la mano. Rolando apoyó al
viejochicha.Ustedsabe,señoraAnita,que
hace empo las cervezas están saliendo
agrias. Usted a mí me ha cambiado un
montón, y este fin de semana le traeré
varias que he acumulado en la casa. Creo
que esa también tendría que cambiarla,
dijo después, apuntando a la lata que Juan
Chinoclo sostenía en la mano. No, dijo la
mujer, que ves a un delantal repleto de
cabecitas azules de conejo, estos vagos
son todos delincuentes y no les creo. A
usted sí, porque es un hombre de trabajo
igual que yo. ¿Qué va a llevar?, preguntó
después, dando por terminado el tema.
Buscando prevenir el problema de las
cervezas malas, Rolando pidió un pack de
otra marca. Cambiar de marca, mijo, le
informó la señora Anita, no sirve de
mucho, ¿no ve que el 99% de las cervezas
las vende la misma empresa? Son lotes de
producción, ¿sabe? A veces salen par das
malas.Perosoncosasdemomento,nohay
malquedurecienaños.Además,ustedme
las cambia a mí y yo se las cambio a la
cervecera, por lo que al final ni usted ni yo
perdemos. Hay que tener un poco de
paciencia nomás. Con paciencia se llega al
cielo. Atendiendo las razones de la mujer,
Rolando dejó la cerveza que había tomado
yseagencióunpackdeladesiempre.
En la plaza se sentó bajo un pimiento. Le
gustaba estar allí, en paz, lejos de su
difunta madre, que le hacía pasar malos
ratos. La anciana cri caba su incapacidad
para relacionarse con las mujeres y darle
nietos, su afición a la bebida y su falta de
Narrativa
27
compromiso social. Rolando la escuchaba
cada vez con menor paciencia. Cuando la
mujer apareció por primera vez, esa noche
que andaba borracho y le sacaron la cresta
en el cruce ferroviario para robarle la
billetera, se había alegrado. Doña Amira
llevaba más de diez años bajo erra y su
consuelolehizobien.Empezóal ro,esosí,
con las crí cas. Rolando se molestó, pues
noleimportabatenerunamujerestableni
luchar por causas sociales. Su amor se
concentraba en el trago, sin el trago no era
nada, el trago le hacía la r el corazón, el
trago era la luz que alumbraba su vida. Con
el empo, el acoso materno llegó a tal
punto que Rolando, como se hace con los
fantasmas, intentó expulsar a su madre
echándole garabatos de grueso calibre:
¡ándate de aquí perra de mierda!, gritaba
en la soledad de su vivienda, pero el
conjuronoresultaba.
Saliendo de la bo llería, Rolando fue a la
plazaybuscóunescaño.Allíabrióensegui-
da una lata. Y le salió buena, y se sin ó
contento, y experimentó júbilo. La señora
Anita no men a, podría emborracharse
tranquilamente. Quedar medio medio e
irse a casa y dormir en paz, ignorando a su
madre que lo esperaba, día a día, con la
comida sanita que un hombre hecho y
derecho necesita. Te preparé porotos
granados, hijo, con ensaladita a la chilena,
señalaba. Y Rolando miraba hacia la mesa
y la encontraba vacía, llena de polvo.
Después venía la historia social. Desde el
compañero Marmaduque Grove, que era
como un Moisés, hasta el compañero
Allende, que había dado la vida por el
pueblo, pero cuya fotogra a no se colgaba
en casa, pues era peligroso, no como la del
comodoro, puesto que los milicos de hoy
ya no lo conocen. Además, como usa
uniforme hasta piensen que somos
nacionalistas y no nos vuelvan a maltratar,
no nos vuelvan a poner corriente en la
vagina o en el pene, no nos vuelvan a
violar, hijo, que duele mucho y es muy
denigrante. En eso pensaba cuando pasó
Juan Chinoclo y en un espontáneo acto de
solidaridad alcohólica -él, en el fondo,
también era un viejo chicha- lo invitó a
beber. La lata de Juan Chinoclo también
salió buena. Era la par da la fallada, se
dijo, mientras Juan Chinoclo, que olía a
perro muerto, lo miraba con preocupa-
Cuando la mujer apareció por primera vez, esa noche
que andaba borracho y le sacaron la cresta en el
cruce ferroviario para robarle la billetera, se
había alegrado. Doña Amira llevaba más de
diez años bajo erra y su consuelo le hizo bien.
Narrativa
28
ción. Hermanito, señaló, le veo la cara
mala. Usted no está contento. Le veo pinta
de fusilado. Sin saber por qué -apenas
conocíaasuinterlocutor-Rolandolecontó
lo de su madre. Los recuerdos, dijo el
chicha, cuando se quedan pegados se
borran con una ramita de espino. Eso es
secreto an guo. La pone adentro de la
casa, sobre la puerta de entrada, y listo.
Por eso al señor le pusieron una corona de
espinos en la cabeza, para que no recorda-
ralomalodelhombre.
Se despidió de Juan Chinoclo y emprendió
la marcha. Atardecía. Las calles se habían
vuelto amarillas. Al poco rato llegó a la
esquina de una calle con nombre de país
europeo. Al interior de una casa vio un
espino. Lucía un verde esplendoroso.
Recordó cuando su padre taló el espino
que había en el pa o. Le costó entender la
decisión paterna. Le gustaba jugar con las
quirincas y con las flores amarillas, como
pimpollos, que florecían en primavera.
También llegaban allí las orugas, dando
paso luego a mariposas naranjas con
pintas negras. A tu mamita no le gustan las
espinas, le explicó su padre. Pensó que esa
no era razón suficiente para cortar el
espino y quiso reclamar, el espino era su
amigo, pero se quedó callado cuando su
padre, en voz baja, le dijo que su madre
había sufrido mucho cuando los milicos se
los llevaron. Las espinas le hacen recordar
cosas feas que pasaron allá, agregó en un
hilodevoz.
Miraba el espino esplendoroso y, al mismo
empo veía el viejo espino de su casa caer,
derrumbarse como un boxeador noquea-
do, como un chileno Benedicto Villablanca
cayendo en el primer asalto ante el gringo
Roger Mayweather, pelea que vio en su
temprana infancia, o como un Salvador
Allende noqueado en el tercer round por
el también gringo Kissinger. Una sensación
de tristeza lo invadió. Respiró hondo. Y
tratando de superar el momento, se dijo
que no tenía ninguna fe en lo que le había
dicho Juan Chinoclo. Son leseras, no hay
duda, pero nada le costaba probar, todo
con tal de que su madre se fuera. Llamó a
la puerta. Tras un rato una mujer joven, de
cabello negro, rostro armonioso y ojos
color caoba, abrió la puerta. Rolando le
pidióunaramadeespino.
Esa noche su madre no apareció. Las
cervezas, eso sí, volvieron a fallar, por lo
que debió hacer uso de una caja de vino de
litro y medio que tenía a modo de reserva.
Puso música de los Rolling Stones, que a su
madre no le gustaba, y bailó solo, y se
creyó Mick Jagger, y puteó contra la
cervecera, y pensó en la mujer de ojos
caoba. Más tarde, aquietados los efectos
del alcohol, se quedó dormido en el sillón.
Esa noche soñó con los viejos chichas:
estaban tristes, desamparados. Iban en un
tren a la horca. Claro, porque su única
alegría veraniega, su cervecita salvadora -
que conseguían recolectando fierros
29
Narrativa
viejos, cartones, botellas y otros dese-
chos- estaba saliendo mala. Y no tenían
derecho a recambio. Estaban condenados
a la lucidez, a vivir la fea realidad que les
había tocado. Si al pueblo le quitan los
sueños, que por lo menos le dejen las
borracheras, discurseó en ese momento
Marmaduque Grove, usando el viejo
micrófono po Elvis. Estaba parado sobre
la mesa del comedor. La mul tud lo
aclamaba.
Al día siguiente despertó pensando
realizar una protesta ante la cervecera. La
idea, que al comienzo le pareció ridícula,
fue tomando cuerpo durante varios días,
empo en que su madre no apareció. La
rama de espino había hecho efecto.
Rechazó, al principio, lo social de la
inicia va.Eracomovolveralos emposde
la siembra colec va, que tanto dolor había
causado. Después pensó que en realidad
eldolorlohabíancausadolosmilicos,nola
siembra colec va. Sí, haría una manifesta-
ción que diera a conocer, ante la opinión
pública,eldramadelosviejoschichas.Con
eso, además, se reivindicaría ante la
historia familiar. Esa misma semana habló
con Juan Chinoclo y con su ayuda pudo
conocer a algunos de los borrachos
callejerosdeBatuco.Lamayoríapululaban
entre la plaza y los restos de la an gua
estación de trenes, lugares de encuentro,
conversación y borrachera. Le llamó la
atención que cerca de la mitad no fuesen
realmente viejos, sino de mediana edad,
habiendo algunos bastante jóvenes, como
el Menguado, el Caca Seca y el Chipote
Chillón, que no superaban los vein cinco
años. La ropa raída, el desaseo, la mala
alimentación, los hacían ver mayores.
Durante una semana, tras llegar de la pega
se dedicó a esta labor, logrando contactar
a catorce chichas. Planificó, después,
cuidadosamente la manifestación y un
martes, que pidió a cuenta de sus vacacio-
nes, premunido de un coscacho po
Marmaduque Grove y una chaqueta
militar, adminículos que compró en la ropa
usada, a las doce am llevó en bus a los
viejos chichas a la cervecera, pagando
personalmente cada pasaje. Les había
ofrecido cerveza gra s a la vuelta, fue el
mejor es mulo, ya que nunca entendieron
las razones de la protesta. Para ellos la
discriminación era normal, ¿no ve que
somos más feos que la chucha? ¿no ve que
andamos cochinos? Había hecho carteles
de cartón: "No + cerveza en mal estado",
“Dignidadparaloschichas".
Estuvieron todo el día allí, bajo el sol duro
de enero, y no pasó nada. Por respuesta
tuvieron solo las risas de los camioneros
que pasaban por la Panamericana, donde
se encontraba la cervecera, así como de
los encargados de mantención de sus
jardines y uno que otro ejecu vo que
entraba o salía de la planta. La gente que
pasaba por el lugar arriscaba la nariz en
30
Narrativa
señal de asco. No llegó la prensa, como
Rolando había imaginado y para lo cual
había preparado un breve discurso donde
conminaba a la sociedad chilena a prote-
ger el derecho a emborracharse aquí y
ahora. Uno quiere sen rse vivo ahora, no
mañana. Contribuyó al fracaso de la
manifestación el hecho de que los viejos
chichas acudieron a la cita ocultando cajas
de vino, que no necesita estar heladito
para ser rico, y a las tres, cuando llegó la
policía, estaban curados y los echaron sin
resistencia. Rolando tuvo que rogar para
que no se los llevaran presos por ofensas a
la moral, ya que además de beber meaban
y cagaban ahí mismo. El Chipote Chillón,
además, sacó su enorme instrumento -
que explicaba instantáneamente su
apodo- y estando muy borracho comenzó
a masturbarse en la calle, acción que Juan
Chinoclo, ayudado por otro viejo chicha de
nombre Titán, cortaron a combos y
puntapiés justo antes de que llegase la
fuerzapública.
EsedíaRolandollegóaBatucodesilusiona-
do. En el camino a casa, tras dejar a los
viejos chichas bebiendo las cervezas
prome das, se encontró con la chica que
le había regalado la rama de espino. Se
saludaron. ¿Y esa cara?, preguntó ella.
Rolando le dijo lo que todos dicen, que era
la única que tenía. Ella rio forzadamente y
le dijo que su chiste era muy malo. Más
malo, respondió Rolando, es lo que me
pasó hoy. Y le contó lo de la cervecera. Ella
se rio. Por eso entonces lo del coscacho,
dijo enseguida. La boina del Che ha
quedado obsoleta, bromeó él. Hablaron
hasta tarde. Ella se interesó por su historia
familiar, mostrándose dolida por la tortura
que habían sufrido los padres de Rolando.
Discordaba, eso sí, con las razones de la
protesta, preguntando si no sería más
lógico luchar en contra del alcoholismo,
que a fin de cuentas era el problema
principal de los viejos chichas. ¿Evangéli-
ca?, preguntó Rolando. No, respondió
Teresa, pero no me gusta el trago, tampo-
co la gente que bebe, si pudiera quemaría
las bo llerías y las cerveceras y las viñas,
agregó la chica. Rolando, que se había
entusiasmado con Teresa, se desencantó
al instante. Necesitaba beber. Beber lo
hacía sen r un hombre verdadero, beber
le había permi do, desde la pubertad,
sobrevivir en medio de un ambiente
oscuro y tenso, ambiente dictatorial que
atemorizaba a sus padres y que para ellos
no cambió tras la democracia. Vivían
asustados, temblaban ante cualquier
vehículo militar o policial que pasara ante
lacasa,presagiabanfuturosapocalíp cos.
Dejó a Teresa y llegando a casa puso un par
de cajas de vino sobre la mesa de centro.
Se había aburrido de la cerveza agria. Se
imaginó cambiando las latas hasta la
ancianidad. Y no le gustó la idea. Tampoco
quería seguir protestando. Las condicio-
nes no se daban. Los viejos chichas no
31
Narrativa
tenían voluntad ni capacidad de organiza-
ción como él, que pese a beber a diario era
capaz de levantarse temprano y acudir a
Glam. Y cumplir cabeza gacha. Bebió un
sorbo de vino. Cada célula de su cuerpo se
lo agradeció. Por la calle pasó una pareja
joven con su hijo, que pedaleaba en un
triciclo con forma de ratón celeste. Puso la
tele. Las no cias informaban acerca de los
incendios forestales en el sur. En ese
instante se cortó la luz. El silencio se
impuso. Un silencio monumental, del
tamaño de un iceberg, que congeló hasta
sus la dos. Buscando calor tomó un
segundo trago. Y un tercero. Y un cuarto.
No había podido solucionar el problema
de los viejos chichas. Lo social, estaba
claro, no era lo suyo. No tenía inteligencia
para eso. No era un Marmaduque Grove.
Lo único que le quedaba era el trago. El
trago era su sociedad del futuro. Miró la
caja de vino y le guiñó un ojo, como si se
tratase de una mina. Recordó a Teresa. Era
una mujer hermosa que incluso le provo-
caba deseos sexuales. Sin embargo era
unaminafome,unaabstemiaquenosabía
disfrutar de la vida. Siguió bebiendo. La
pareja joven pasó de regreso. Habían ido
por el pan. El niño pedaleaba. Con esfuer-
zoavanzabahaciaelfuturomontadoenun
ratón celeste. Quiso contarles lo que le
estaba pasando. Pero sería ridículo. Se dio
cuenta que estaba solo. No tenía amista-
des entre los viejos chichas ni entre sus
compañeros de pega. Había hecho un
esfuerzo por conectarse con los otros,
pero no había resultado. Había repe do la
experiencia familiar, ahorrándose, eso sí,
las torturas. Sin ó frío y tomó un nuevo
sorbo de vino. Después pensó que había
más de treinta grados. ¿De dónde venía el
hielo? Enseguida se levantó y cerró las
ventanas, dirigiéndose luego a la puerta
de entrada, donde se encontraba la rama
de espino. Entonces la sacó y la arrojó al
pa o. ¿Mamá?, preguntó enseguida,
¿mamá, dónde estás? La señora Amira
apareció al instante. Venía de la cocina.
Lindo coscacho, te pareces al compañero
Grove, dijo la mujer, que dejaba un rastro
de sangre a su paso. Después miró la caja
de vino y moviendo nega vamente la
cabeza, lo mandó a lavarse las manos. El
almuerzo está listo, hay pastel de choclo,
en cinco minutos sirvo, anunció la mujer, y
seperdióotravezenlacocina.
Narrativa
Esa noche soñó con los viejos chichas: estaban tristes,
desamparados. Iban en un tren a la horca. Claro, porque
su única alegría veraniega, su cervecita salvadora -que
conseguían recolectando fierros viejos, cartones, botellas
y otros desechos- estaba saliendo mala.
32
Fotografía
Por Emilio Serey Cas llo
Personas en situación de calle es el rotulo que
recibenloshombresylasmujeresquepordiferentes
razones abrazan ser aquellos errantes callejeros que
-con algo de rebeldía- se niegan a ser uno más de los
corderos que requiere el sistema; hombres y
mujeres que conocí en el caminar suburbial de una
tarde seca y calurosa de enero, cuando me decidí a ir
en busca de la verdad marginal que se halla en las
caletas donde viven los bastardos de la vida. Ese día
conocí a Paola, quien me pidió un cigarrillo argu-
mentando que era un autén co placebo para
comba r la callejera soledad, que solo con esas
fumadas podría sen rse mejor. Ya en confianza me
contó que hace algunos años tuvo un sueño premo-
nitorio. Se veía durmiendo en una cama adentro de
una habitación, con todo el abrigo y confort que
requiere una casa bien cons tuida, y que al querer
darsevueltasin ócaersuhumanidaddesdeelcatre.
Aldespertarpudoverquesuhabitaciónyanoeratal,
que su reducto ahora era un si o eriazo lleno de
ratas y perros vagos, lleno de televisores en desuso,
de lavadoras que ya no lavan, refrigeradores que ya
no congelan, de colchones, de mierda, de escom-
bros. Desde ese día no volvió a ver sus riquezas no
comprendidas: sus tres hijos, su marido, su familia,
volviéndoseunamásenesatribudeladesgraciaque
vive en las ignoradas caletas de la provincia, hom-
bres y mujeres cuya existencia queda ahora consig-
nadaenestaspáginas.
Situación de calle
33
Fotografía
34
Fotografía
35
Fotografía
36
Un modelo clásico
Por Monona Fontecilla
Moda
Hola, hola, fachosos lectores de El Mal
Menor. En este número de la revista más
top de estos días, y pensando en el futuro
de aquellas autoridades provinciales que
han incurrido en uno que otro acto cuya
hones dad la jus cia ha puesto en duda, y
más específicamente en el alcalde de la
comuna de Colina, Mario Olavarría, sujeto
UDI imputado por el caso de la basura, he
diseñado un traje inspirado en lo clásico,
ves mentaidealparaluciralinteriordelos
recintos penales, marcando la diferencia
con respecto a los reos comunes y silves-
tres, pos vulgares que caen por robar un
balón de gas o una tele y no sumas que
servirían para instalar una distribuidora de
gas a nivel nacional o una cadena de
endasdear culoselectrónicos.
El traje que propongo está confeccionado
en fina seda china -fabricada por las
mismas orugas emprendedoras que
devoraron el cuerpo de Mao- y consta de
dos piezas holgadas y livianas, ideales para
sen rse en libertad estando en cau verio,
además de una elegante bola de acero
inoxidable con incrustaciones de oro y
tanio (si no se puede estar en la mansión,
gastando el producto de los manotazos en
importar delfines para la piscina o ciervos
canadienses para que se coman la chépica
alemana, qué mejor que inver r en
glamour). La bola de acero, además, viene
acondicionada con un compar miento
secreto que servirá para guardar esos
dinerillos tan ú les para sobornar a
nuestros esforzados y nobles gendarmes,
hallándose adosada al tobillo por metales
reforzados, usados en naves espaciales
rusas, a fin de evitar la fuga del preso y
también el robo de la bola de acero por
parte de delincuentes vulgares, sin es lo,
eternamentehambreados.
Lacalificaciónde“clásico”quehepuestoal
traje de rayas, por otra parte, no es
gratuita, pues esta prenda se comenzó a
usar el siglo XVIII en las cárceles del país de
Donald Trump, conservándose aún
vigente en el estado de Maryland. En sus
comienzos, el traje que en nuestra
La noamérica alguna vez vis era el líder
de Sendero Luminoso, Abigael Guzmán,
curiosamente tuvo un significado
El traje que propongo está confeccionado en fina seda china -
fabricada por las mismas orugas emprendedoras que devoraron el
cuerpo de Mao- y consta de dos piezas holgadas y livianas, ideales
para sen rse en libertad estando en cau verio
37
Moda
religioso, representando la capa chamuscada
que el profeta Elías arrojó desde el ovni que lo
llevó al cosmos. En la Edad Media, monjes
mendicantes pertenecientes a la orden de los
Carmelitos comenzaron a usar una capa rayada
en homenaje al antecesor de Yuri Gagarin, pero
como en la época la prenda se asociaba a
pros tutas, verdugos, traidores, mujeres
adúlteras, ladrones y sirvientes codiciosos
(personal con espíritu emprendedor se diría
hoy), el papa Alejandro IV, perteneciente a la
cuiquísima familia de los condes de Segni,
hombrón que lideró la transnacional católica
entre 1254 y 1261, prohibió su empleo a los
monjes, dejando las puertas abiertas para su
usotradicional:ves ralosindeseablessociales,
como señala Michael Pastoreau en su ensayo
“Laropadeldiablo”.
La historia de esta ves menta es mucho más
amplia de lo esbozado en estas líneas, pero lo
escrito, mis faná cos y faná cas del buen ves r,
permite formarse una idea de la profunda
raigambre que ene esta prenda en la historia
de la humanidad, convir éndola en un clásico
de clásicos. Por úl mo una excusa: el modelo
contratado para lucir el traje a rayas que con
amor diseñé para nuestro querido Mario
Olavarría, po ejemplar que ha hecho tanto por
Colina, sorpresivamente faltó a la sesión
fotográfica programada, por lo que un
chimpancésúperbuenaonda quepasaba porel
lugar posó en su lugar. Cosas que pasan. Para
ustedes, queridos lectores y lectoras, todos
fachosos, todos la raja, un gran abrazo apreta-
do.Medespidoahoramismo.Chao,chao.
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El Mal Menor
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  • 1. Poesía * Narrativa * Opinión * Fotografía * Moda El Mal Menor N°8 - Marzo 2017 En este número: José Valdivia, El Chalala: “Con la pasta la mente se me abre y ando atento a todo” El existencialismo de una luminaria antidelincuencia La rebelión de los chichas Y mucho más... Proyecto Financiado por Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura Convocatoria 2016
  • 3. Editorial El Mal Menor N°8 - Marzo de 2017 - Batuco - Chile - Correo electrónico: revistaelmalmenor@gmail.com Editores: Sergio Sarmiento - Emilio Serey - Melody Valenzuela Colaboran en este número: Jaime Núñez - Héctor Figueroa Diseño gráfico: Sergio Sarmiento - Fotogra a: Emilio Serey Normalmente los escritores nos quejamos respecto de las condiciones en que debemos realizar nuestro trabajo. Básicamente hablamos del problema de la falta de lectores, fenómeno que ligamos de manera causal con el triunfo de lo audiovisual y las redes sociales, con el exitoso trabajo de imbecilización colec va realizado por la dictadura, así como con su retoño, el sistema neoliberal, que transformó la educación chilena en una lucra vafactoríadeanalfabetosfuncionales.Algunos-enloqueyaesunclásicodeltema- agregan a esta lista otra joyita instaurada por la dictadura de Pinochet: la aplicación del IVA al libro. Dicho esto, los literatos nacionales promedio, es decir, aquellos que no somos millonarios gracias al marke ng editorial como Isabel Allende, o funcionarios de Piñera como Roberto Ampuero, o profetas de la concertación como Raúl Zurita, hablamos de la imposibilidad que tenemos para desplegar nuestro supuesto talento, dado que debemos gastar el empo en pegas que nos alejan de este arte que Franz Ka a calificó "como una expedición a la verdad". O simplemente vivir en la pobreza, en la carencia y la dependen- cia,loquenoresultaparanadaatrac vo,especialmenteenunaépocaenqueloshéroesy los santos nos parecen cada vez más tontos. En resumen, no hay plata para libros y los únicos ingresos que recibimos provienende esa ins tución dedicada a la prevención de la locura, me refiero al Fondo Nacional del Libro, que anualmente sortea dinero entre los afectados por esta extraña enfermedad, la literatura, que el español Enrique Vila Matas describe de buena forma en su interesante novela "El mal de Montano". Otro escritor, el argen no Macedonio Fernández, en su loca novela "Papeles de Recienvenido", escribió algunavez,conimpecableironía,quelaliteraturaeselartedelaqueja.Suidea,porcierto, es bastante acertada, pues la queja constante y al sonante de la literatura -basta ver esta misma editorial- se torna fú l cuando quienes escribimos nos encontramos cara a cara con los marginales de verdad, aquellos que carecen de lo básico: una cama, una mesa, un baño,untechoydebenhacerdelacallesuhogar.Nosreferimosalosindigentes,losviejos ylasviejaschichas,loslocos ylaslocas, pos quepeleancontrasus propios monstruos sin siquiera saber en qué ring se encuentran, ciudadanos abandonados y sin voz, exiliados de su propio país y de sus propias vidas, abundantes como los duraznos o los limoneros y cuyavoznadieescucha.Paraellosestenúmero.Paraellosesteartedelaqueja.
  • 4. 2 El existencialismo de una luminaria antidelincuencia Batuco. Una luminaria que no quiso iden ficar- se nos llamó para contar su compleja historia. Hace algunos años, dijo, nos instalaron como una gran promesa: “Lumina- rias An delincuencia en Batuco”, sumándonos al alumbrado público, con el que formaría- mos un cuerpo policial parado en la primera línea de combate. En esa época, Ortúzar nos promocionó como una gran estrategia para comba r el delito y yo me lo creí, estaba orgullosa y contenta por servir a la sociedad, aportando luz más clara para que los batucanos pudieran circular por la noche o la madrugada sin sufrir flagelo alguno. Con el paso del empo comprendí que mi existencia era parte de una fábula del poder, pues la delincuencia no paraba. Una noche, con nuó contando, desde la radio de un auto que se estacionó a mi lado (dentro de él unos pos ofrecían pasta base y cocaína a unos jóvenes que iban por la calle), escuché a un po hablar: “La vida es un proyecto estúpido y sin ningún po de sen do. La única manera de sobrevivir es contarse men ras”. La frase era de un tal Woody Allen, a quien no conozco, pero que llenó mi mente con sus palabras. Proyecto e s t ú p i d o, f ra c a s a d o, hundido, inservible, frustrado, eso soy. Para sobrevivir me digo que soy una buena inversión, que valgo el sobreprecio que se me adjudicó, que vale la pena el esfuerzo de estar aquí, que Batuco es ahora un lugar seguro. De esa forma soporto estar plantada en este pueblo seco, sin poder soñar con una vida diferente, cerca del refrescante mar o bordeando alguna carretera, compar endo la vida del ser errante: ejecu vos, extremistas, arribistas, hippies, metaleros, descerebrados. Hoy solo me queda esperar que aparezca alguien que piense con la cabeza, no con la cuenta bancaria secreta, y me des ne a una función ú l, algo que valga la pena en esta vida llena de sinsen do, terminó diciendo.MV. Noticias de la nada Para sobrevivir me digo que soy una buena inversión, que valgo el sobreprecio que se me adjudicó, que vale la pena el esfuerzo de estar aquí, que mi ser cumple una labor importante, que Batuco es ahora un lugar seguro.
  • 5. 3 Noticias de la nada Lo Pinto. Una retroex- cavadora que par ci- pa en los trabajos que se están realizando en la Panamericana, vía donde se instalarán infinitos tags, habló con nuestro medio para pedir perdón por los daños causados. Con la pala baja y visiblemente conmovida, indicó que los actuales tacos y el futuro cobro por concepto de TAG no son de su responsabi- lidad. A nosotros el alto mando empresa- rial nos compra en el exterior, como si fuésemos esclavos. Luego somos obliga- dos a trabajar en sus innúmeros proyectos de invasión. En terreno nos manejan unos pos irracionales, fabricados por Hollywood, las teleseries turcas y algún centro de formación técnica. Se trata de individuos sin discernimiento propio, capaces de hacer cualquier cosa por un sueldo. Un sueldito, dicen ellos. Con estos antecedentes, usted entenderá, el ambiente laboral es muy rígido. Si nos negamos a obedecer nos mandan a la desarmaduría y luego nos convierten en tenedores o alicates chinos,señaló la retroexcavadora, mientras un montón de lágrimas asoma- ban desde sus focos, irritados tanto por la emoción del momento como por el polvo que corre en la intervenida carretera. Hemos seguido la misma suerte que los reclutas del setenta y tres, que recién salidos de la instrucción militar tuvieron que acribillar a la gente para cumplir los planes de ocupación del alto mando empresarial de ese empo. Quiero pedir perdón a la comunidad, dijo finalmente, por los enormes daños causados, por los tacos eternos, por la mayor barrera económica que los separará de sus trabajos y sus parientes san aguinos. Me gustaría que en endan que soy solo un instrumento, un simple medio, no la cabezadeesteplandes nado aincorporar un nuevo trozo de Chile al control del círculofinancierointernacional.SS. Me gustaría que en endan que soy solo un instrumento, un simple medio, no la cabeza de este plan des nado a incorporar un nuevo trozo de Chile al control del círculo financiero internacional. Retroexcavadora pide perdón por su participación en los TAGS
  • 6. 4 Busto de Manuel Rodríguez se confiesa Noticias de la nada Til Til. Concurrimos a la Cancha del Gato, lugar donde se yergue el busto de Manuel Rodríguez,graciasalllamadodeuno delos aseadores peruanos del lugar, quien nos indicó que días antes, mientras sacaba el polvo de su dura cabeza y de sus charrete- ras inmunes al viento, el pétreo héroe le había solicitado hablar con nuestro medio, el más respetable de la zona, según dijo. Y a la brevedad. Nos demoramos apenas cuarenta y ocho horas en llegar. Esa es nuestra máxima eficacia. Al arribar nos acercamos de inmediato al monumento. Y sin que hubiese presentaciones previas ni nada parecido, el busto comenzó a hablar. Y a hablar. Y a hablar. Al poco rato nos dimos cuenta que se trataba, en realidad, de una especie de discurso contenido durante siglos, una erupción que este l lano pronunció sin tomarnos en cuenta. Yo, que fui un gran rebelde, comenzó diciendo, un guerrillero escurri- dizo, veloz y plás co, soy ahora solo un rostro de piedra, ante el cual desfilan escolares, bomberos, milicos varios, huasos de rodeo, señoronas de la cruz roja y clubes de ancianos. Gobernadores, diputados, alcaldes, concejales y otros acróbatas sociales, se instalan bajo mi busto y con sonrisas socarronas observan pasar a los incautos, que marchan como zombis, hormigas o soldados. Van sonrien- do, creen en la dulce patria, en la banderi- ta, en los goles de Alexis Sánchez, en la empanada de pino, en el puro Chile es tu cielo azulado. Son ovejitas exhibiéndose anteunamanadadelobos.Alverlossiento una tremenda pena de piedra. Quisiera que un meteorito o un misil me pulverice. Quisiera ser un puñado de arena. No me interesa ser capital polí co para nadie. El estado de Chile, manejado por momios de izquierda y derecha, me emplea para mantener el rebaño apretujado en torno a su idea de nación establo. Hasta el mismí- simo Pablo Neruda, poeta laureado en todaslasgalaxias,meu lizócomosímbolo del par do Comunista, que es lo menos comunista que hay. No, yo no me inscribí jamás en el par do de la hoz y el mar llo. No solo aquí en Til Til, sino en muchas ciudades y pueblos de Chile me instalaron. Hay gente que se me acerca y me pide favores. Si pudiera hablar les diría que no me confundan con una animita. Yo no hago favores, yo no hago milagros, yo no curo el cáncer, yo no ayudo a ganar el Loto.
  • 7. 5 Noticias de la nada En mi época no exis a ni siquiera el inteligen simo Karl Marx, intelectual del que Guillermo Tellier, ese gordito burgués que conduce el PC, se encuentra a años luz. Yo fui comunista a mi manera. Yo fui demócrata a mi manera. Yo fui dictador a mi manera. Y no por ser un hijo del pueblo. No, yo no fui un hijo del pueblo, yo fui un aristócrata que estudió en el cuico Convictorio Carolino de San ago, que se tulódederechoenlaRealUniversidadde San Felipe. Si alguna vez luché por la independencia fue por otros mo vos. Tal vez por ambición, tal vez por rebeldía ciega, tal vez por un afrancesamiento temprano, tal vez por no querer un país dirigido por el cabrón de O´higgins. No tengoidea,loúnicoqueséesqueelhijode Ambrosio me mandó matar, que sen fuego en la espalda, que caí mirando el cielo, que desperté, después, conver do en piedra. No solo aquí en Til Til, sino en muchas lugares de Chile me instalaron. Hay gente que se me acerca y me pide favores. Si pudiera hablar les diría que no me confundan con una animita. Yo no hago favores, yo no hago milagros, yo no curo el cáncer, yo no ayudo a ganar el Loto. No soy Manuel Rodríguez, soy solo una copia entre muchas, un trozo de piedra que alguien esculpió sin lograr darle vida. El original ya no existe. Seguro que se halla en el cielo de los aristócratas, jugando golf, tomando mar nis, leyendo a Ashbery, enamorando a herederas de magnates, escuchando acid jazz, hablando de democracia. Por mi parte, despierto cubierto de ofrendas florales cada cierto empo, y pienso que me están velando, que por fin he muerto, que por fin soy un puñado de arena, pero no, despojado de mis extremidades, no tengo estómago ni piernas, no tengo tes culos, me doy cuenta que no soy más que un eunuco usado para embaucar al mismo pueblo sencillo que según los agobiantes discur- sos de las autoridades pareciera que Manuel Rodríguez, el verdadero, alguna vez quiso liberar, fallando de lleno en su intento.SS.
  • 8. 6 Zona de Resistencia Caminando compungida y fértil, viviendo momentos del ciclo ovulatorio en cúspide reventón hormonal, cansada y desnutrida de tanto desconsuelo en este canasto incendiado llamado Batuco, busco una salida, un escape, un filtro al desconsuelo, y me arranco ciento cincuenta kilómetros al norte,a otros cerros en llamas,tal como si la sombra batucana me persiguiera con una antorcha silenciosa tras la espalda. Reviso mis víveres en el bolso y me encuentro con Incendios de Richard Ford, busco consuelo desalojada de mi ser y me sumerjo en sus mundos, que son un retrato del nuestro, soltando una a una las balas de la revolución. Aparece tan pronto, entre sus hojas papel ahuesado, una fina lluvia de cenizas que nubla las imágenes y desata fatalidades cargadas de realismo puro y simplicidad: quemadu- ras en los bosques de Great Falls, tal como en nuestros cerros, cenicientos. En la televisión se muestran las imágenes narradasenlanovela. La historia transcurre en solo un par de días transformados en una larga y caluro- sa temporada, la que desenvuelve de las Incendios Por Aylín Jiménez Recuerdo las especies de nuestra aldea, polvorienta, amarga, seca, amarillenta y con cerros sufrientes, donde crece el fuego y humean pas zales: liebres, arañas pollito, yacas, pájaros y muchas otras sinfonías agónicas que yacen hoy carbonizadas en la oscuridad del fuego ex nguido.
  • 9. 7 Zona de Resistencia mantasdesedaaunpardeseresborrosos y solitarios, aislados totalmente el uno del otro,nostálgicos con sabor a eterno vacío, necesitados de cariño y compañía, totalmente desconocidos y ajenos entre sí. Estos personajes, tras beber un par de vasos de vino, tras ejecutar un baile, mueven sus existencias paso a paso, arrastrandolacargaylamenteausentede la infidelidad. Azotan sus cuerpos bajo la atenta mirada de un niño adolescente (el protagonista), quien mudo se enfrenta a personas miserables (su madre junto a un deforme empresario), mientras el padre impera en su pecho, como un fantasma que lo mantiene a merced del viento, viviendo un presente eterno lleno de inseguridad. En esta historia americana alejada de aquel sueño, iluso, entonando historias de miradas profundamente perdidas, cargada por los crudos sonidos del fuego latente, un incendio voraz, pero en segundo plano, oculto, arde en enormes bocanadas traspasándose a la historia familiar, que cruje y explota en llamas metafóricas, cuando por buscar el anhelo estable del dinero (es el boom petrolero de 1960), Jerry (el padre) pierde más que a su familia, más que el amor de su mujer, más que la inocencia de su hijo, pierde la perplejidad que genera lo cotidiano y rompe la mixtura de la sanidad mental (o equilibrio) descarrilando en su regreso el tren del día a día, desabotonando perso- nas normales, abriendo un mar de espacios en la nada. Todo observado desde los cristalinos de un adolescente (el hijo). Hago una pausa, la televisión muestra un fuego desatado, aparecen personas sacadas de otra época dando sus testimo- nios, pueblos completos calcinados, la antorcha batucana se salió de control. Regreso a la novela, el hijo habla desde su propio ser, lleno de confusos actos que le hacen chocar y golpear su estabilidad de momento en momento, debiendo hacer silencio frente a las incoherentes conduc- tas y mudas expresiones de los adultos, muestras latentes de lo que significa ser humano hoy por hoy. Ultima hoja, página en blanco. Desenfrenadas todas las antorchas persecutoras, recuerdo las especies de nuestra aldea, polvorienta, amarga, seca, amarillenta y con cerros sufrientes, donde crece el fuego y humean pastizales: liebres, arañas pollito, yacas, pájaros y muchas otras sinfonías agónicas que yacen hoy carbonizadas en la oscuridad del fuego extinguido, arrasadas como en Great Falls, dejando además marcas, cicatrices, en esqueletos llenosdevidayfuria,contradictorios.
  • 10. 8 Con la pasta la mente se me abre y ando atento a todo José Valdivia, El Chalala Entrevista: Sergio Sarmiento - Transcripción: Melody Valenzuela - Fotogra a: Emilio Serey Entrevista Todos los días lo vemos en el cruce entre la vía férrea y la avenida España, junto a lo que queda de la estación ferroviaria de Batuco, avisando a los automovilistas si viene o no viene el tren, para luego pedir unas monedas solidarias que pronto gastará en pasta base. Trabaja y vive en plena calle, en pésimas condiciones, formando parte del paisaje no solo de Batuco o de la abandonada provincia de Chacabuco, sino de todo nuestro país, nación que se jura solidaria, pero que deja al margen a muchos de sus habitantes, especialmente a aquellos con poca plata, escasaeducaciónyaltasdosisdefragilidad emocional, condenándolos a vivir en perpetuocas go,enpenitenciaconstante, usándolos muchas veces como los símbo- los que la maniquea sociedad chilena requiere para sen rse buena, cuerda, prósperayexitosa. Su nombre es José Valdivia, su apodo es El Chalala y a comienzos de año, por medio de uno de nuestros colaboradores, nos hizo saber que tenía algo que contarnos, una persecución que sufría. Decidimos entrevistarlo no por las revelaciones que se supone que haría, no nos interesan las revelaciones, no somos un programa auspiciado por una fábrica de falsos tallarines italianos animado por alguna loca oficial, sino por conocer su forma de vida,suhistoria,susopiniones. Nos juntamos un sábado por la tarde en una plaza que se encuentra junto al cruce donde trabaja. Allí un grupo de personas Hay una presión en la atmósfera, antes yo no sen a esto, yo llevo viviendo un año y medio aquí, en la caleta, o dos años, y ahora cuando se oscurece se escuchan cosas, se ven luces, yo pienso que aquí hay una trama, que hay gente que ene plata que me quiere hacer algo.
  • 12. Entrevista 10 preocupadas por sus músculos prac ca- ban gimnasia. Otros bebían subrep cia- mente en las bancas del área verde, escondiendolasbotellasenhojasdediario o en bolsas negras de plás co. Más allá, en la calzada, diversos vehículos iban y venían,cruzandoellímiteentreelviejoyel nuevo Batuco. El Chalala, moviendo los brazos, dio el pase a un camión cargado de ladrillos cuyo chofer -un copia de Mario Bros- ni siquiera lo miró. Después abando- nóellugarysereunióconnosotros. Caminando nos llevó hasta su caleta, un si o eriazo, lleno de maleza y espinos, colindante con un basural ilegal, donde pasa algunas noches en condiciones infrahumanas (otras lo hace en un auto- móvil en mal estado). No solo El Chalala, como pudimos constatar, pernocta en la caleta, sino también otros indigentes, pos al límite, drogadictos, ex convictos, alcohólicos, depresivos, cesantes, la mayoría todo en uno, conformando un grupo excluido que no vemos o no quere- mosver,yquenosfacilitaademáslascosas nodejándosever,escondiéndosesinhacer el ruido que otros grupos excluidos, con mayor conciencia de sus derechos, constantemente realizan. Ya en la caleta, nos ubicamos en una especie de canal seco donde El Chalala, previo consumo de un papelillo de pasta base,sededicónosoloacontestar-aveces de forma certera, a veces con cierta carencia de lógica- las interrogantes que le planteamos, así como a contarnos las rudas experiencias que le ha tocado vivir en sus treinta y seis años de vida, como su paso de cuatro años por la cárcel debido a un robo bastante menor, de carácter domés co, cuyo valor es miles de veces menor a lo que afanan muchos de nues- tros empresarios y polí cos. Denunció también, con insistencia, un complot en su contra, que tendría detrás a la policía y personasdeplatanoespecificadas. Infancia ¿Cuándo niño con qué soñabas? ¿Qué queríassercuandogrande? No sé, siempre miraba la vida culiá así, comonada. ¿Cómo te trataban tus papás cuando chico? Ellos bien, ellos me dieron todo lo que yo tenía. Mi papi era alcohólico, pero no le echo la culpa a ellos, porque a uno no le enseñaron nomás, el culpable es uno. La familiano enelaculpa. ¿Tecas gaban?¿Tepegaban? Uh, me sacaban la chucha, pero como a cualquieranomás. Peronoatodoslespegan... No,amímesacabanlachucha. ¿Qué pensabas cuándo eras niño y te sacabanlachucha?
  • 13. 11 Entrevista Serey Nada, uno se quedaba ahí. Te teníai que quedarnomáspo. ¿Quiéntepegaba?¿Tupapáotumamá? Mi papi, mi papi me pegaba. Y ahí te ponís rebelde, ¿te cachai?, y vai creando siempreunaraízdeamarguraporlascosas que van pasando en la vida, porque ¿a quién le vai a contarle?, no te vai a poner a llorar po. Aunque de repente, solo, he llorado, y me he preguntado por qué estoy aquíenestascircunstancias. ¿Hace cuánto empo te echaron de la casa? Llevocuatroaños. ¿Y cómo lo haces para bañarte, para la ropa y todas las cosas que la gente común necesita? Ustedes me han visto como he andado, de repente uno se deja estar y tú te denigrai y tehacísunacagácomopersona. ¿Cómolohacesparalavarte? Yo voy para la casa, pero en la casa como quenomequierenmucho,medanlacortá y yo les digo: me voy a bañar nomás. Y chao.Era. ¿Ylaropa? La ropa me la regalaban. Así que me la cambiaba nomás. El otro día me di cuenta quenohaypantalón,nohaypolera,nohay short, no hay ni una huevá. Voy a ir para la casa,parecequealláestánlascosas. ¿Nopiensasqueconestaformadevidate estás cas gando a mismo? ¿Que estás con nuando con lo que hacía tu papá con go? Yo creo que esto hay que vivirlo para después contarlo. A lo mejor después otra persona va a estar igual que uno y uno no le va a decirle: "yo también estuve así", uno ene que vivir la vida. Tengo treinta y seis años y a mí han venido hasta grupos a matarme. Yo he estado lidiando siempre conestavida. ¿Hassen domiedo? Yo creo que hay que sen r miedo por otras cosas. Mi papi era alcohólico, pero no le echo la culpa a ellos, porque a uno no le enseñaron nomás, el culpable es uno. La familia no ene la culpa.
  • 14. 12 Entrevista Amorytraición ¿Quieresaalguien? Oye, sabes que en este momento no me quiero ni a mí mismo, así que ni me hablís dequereraalguien. ¿Hasqueridoaalguien? Sí,alamamádemihija. ¿Hacecuánto empopasóeso? Hace unos diez años, aunque de repente igual lloro por ella; cuando escuchaba la canción de Juan Gabriel, esa: "Abrázame muy fuerte, amor", lloraba como cabro chico. ¿Porquéterminólarelación? Yo estaba preso y ella se me ó con otro hueón. Es una traición que una mujer te haga eso. Cuando pasó tenía ganas de mataralhueóndeunbalazoyaelladejarla ensilladeruedas. Fueungolpeduro... Al salir ella se había casado y había tenido unhijo,meme aladrogaporunamujer. ¿Conladrogasolucionaríaselproblema? Yo pienso que esto me ene dominado, yo me levanto y dependo de esto, me siento lacio, sin fuerzas y me fumo un pito de pasta base y camino todo el día, trabajo todoeldía. Lacárcelyeltrabajo ¿Porquétefuistepreso? Un día nos juntamos con unos amigos y fui a comprar un pito, este se me cayó, lo perdí, y por seguir a los demás, por vivir la adrenalina, nos agilamos, había plata pero iguallohicimos,nosrobamosunabicicleta del año cincuenta, con parrilla, y una televisión. ¿Cuánto empoestuvistepreso? Estuvecuatroañosconcuatromeses. ¿Ycómofuelaexperiencia? Me hizo bien, yo era un po sin respeto, andabapeleando. ¿Te parece justo caer preso por tan poco, cuando hay empresarios y polí cos que roban grandes sumas de dinero y jamás pasanporlacárcel? Creo que en este país todos roban, desde la gente que está en la cabeza del país, desde la presidenta y el senado. Los pobres se sacan la cresta todo el mes, se encalillan en una cachá de cosas y para llegar a fin de mes y recibir algo de plata, después de que trabajaste todo el mes para el empresario, hay que pagar la micro, el pan en la casa y el cigarrito, unas sopaipillas, pagas las cuentas y las perso- nassequedansinplata. ¿Todoslosautomovilistastedandinero? Decienautosamímesalvandiez.Perohay gente que si pudieran bajarse del vehículo yescupirmeenlacaraloharía. Aparte de estar en la línea, ¿de qué otra formajuntasplata? La gente me llama, me encarga pegas y a veces se aprovechan, pero la hacen una pura vez, yo no trabajo por pasta, trabajo por el sueldo que vale realmente una
  • 15. 13 pega, yo no necesito de ellos, ellos necesi- tandemí. ¿Dóndetealojas? Estoy viviendo en un auto y ahí me cuido. Yo no duermo, llegue para el dieciocho y desdeesemomentonoestoytranquilo. ¿Estáscontentocontuvida? No, porque en este momento me enen con una presión psicológica, como que los hueonesmequierenvolverloco. ¿Cómotegustaríaquefueratuvida? De otra manera, yo trabajo, gano plata, más de veinte lucas diarias, si estuviera todo el día en la línea sería más, la gente igual me ene buena, yo tengo tercero mediode contabilidadytengo é ca,aplico la psicología. Aquí han llegado locos con intenciones de ir a buscarme a El Huille (restaurante próximo al cruce ferroviario de Batuco) para matarme o secuestrarme igualqueamihermano. ¿Quélepasóatuhermano? Casi lo mataron, le pegaron, estaban cobrando y los pacos se prestaron todos para eso. Habían balazos, se armó una tole tole,loteníanin midado. Lapersecución ¿Crees que aquí los pacos se prestan para cosasturbias? El otro día hicieron una competencia de quien se llevaba más hueones presos y se llevaron a puros drogadictos, choferes y chichas ¿Cuáles son los presos? Después me llegaron a buscar, yo soy adicto a la pasta pero no tomo porque tuve un principio de cirrosis. Igual me llevaron por chicha. ¿Tesientesperseguido? Es que hay una presión en la atmósfera, antes yo no sen a esto, yo llevo viviendo un año y medio aquí, en la caleta, o dos años, y ahora cuando se oscurece se escuchan cosas, se ven luces, yo pienso queaquíhayunatrama,quehaygenteque Entrevista Los hueones (ra s) me miran por la cámara, pero ellos son tontos porque saben que yo sé que ellos están siempre ahí y que yo sé toda la hueva que pasa, ¿cachai o no?
  • 16. 14 eneplataquemequierehaceralgo. ¿Por qué crees tú que hay gente que ene plataquequerríahacertealgo? Porque yo aquí he caminado desde los quinceañosenlacalle,yomelassétodasy creo que sé algo que ya no quieren que se sepa. ¿Qué sabes tú que pueda perjudicar a algunapersonadeplata? Son cosas que yo no en endo, soy una persona humilde y no sé, me enen mala por mi forma de ser. Yo antes trabajaba, andaba bien ves do, no tenía millones peroandabaconmonedas. ¿Quiénessonlosquetesiguen? Mi hermano se juntó con una mina de Quilicura y ella estuvo viviendo un empo aquí, cuando se fue los hueones van y se zumban para acá, tenían un grupo aquí al frente, cuando yo me volaba los miraba a través de una sábana, vi cuatro hueones sentados que siempre estaban ahí, un día measomoylosví:losra s. ¿Quétehanhecholosra s? Meobservan. ¿No se tratará de un delirio de persecu- cióntuyo? Sin men rte, ellos llevan cuatro años persiguiéndome en la calle. La policía me sigue y me observa, quieren encontrar a lostraficantes. ¿Yporquétesiguena ? Ellospiensanqueyosoyelquelallevo. ¿Porquécreenesto? Yo me fumo una bolsa diaria, en plata son sesenta lucas, entre todos los sueltos que voy comprando, de tres, de dos, de cinco, de tres, de dos, de una, y ellos me las cuentan po, entonces yo voy y llego aquí a fumar y los hueones me miran por la cámara, pero ellos son tontos porque saben que yo sé que ellos están siempre ahí y que yo sé toda la hueva que pasa, ¿cachai o no?, pero aquí los hueones quieren llegar a alguien y los hueones me quierenu lizaramíyellospiensanquesoy yo. Imaginan que eres el traficante porque comprasmucho... Claro. ¿Estásconformecontuvida? No, porque la gente me ene mala, la gente me pela, la gente habla, la gente se ríe,peroestoesloquemetocapasar. Lagentetecri ca. Sí, pero son hueones que son incapaces de pescar una botella o juntar una lata o recoger un palo e ir a venderlo, esos hueones no son nada, tu para fumar tenís que moverte todo el día, meterte las manosalosbolsillos. ¿Por qué te has vuelto tan dependiente deladroga? Ella me controla, yo me puedo levantar y aguantar un rato, pero el cerebro manda el puronombrenomásyelcuerposufre. Hace poco dijiste que te hiciste drogadic- toporloquetehizotuexmujer.¿Esasí? No, en realidad yo siempre he sido un drogadicto, un alcohólico, yo ganaba plata Entrevista
  • 17. 15 y la he botado. Me compraba jabas de cerveza, andaba trayendo a los hueones jalando conmigo, comprando papeles culiaos toda la noche, gastando cien lucas, yendo, trayendo, comprando, yendo para allá, yendo para acá, yo desde los catorce años que andaba por acá, los conozco a todos. ¿Cómotesientesconlapasta? Con la pasta la mente se me abre y ando atento a todo, ya que corro peligro. Si la vendo cago, yo estoy me do en el mundo de la droga y no quiero salir, ya estoy cagao. ¿No piensas que estas desperdiciando tu vida? Yo no sé lo que pasa en este momento, yo siempre he fumado y siempre he estado aquí, en Batuco, nos juntábamos con los cabros y comprábamos cincuenta o cuarentapitos. ¿Piensastenerunaparejaalgúndía? No pienso en una polola porque como fumo y llevo esta vida, las hueonas no se allegan al lado de uno, ¿cachai o no?, pero no quiero tener a nadie a quien contarle la vida. ¿Quélediríasalagentefrentealadroga? Que ellos enen que comprender a los drogadictos. ¿En la comuna te han ofrecido ayuda comoparasalirdeladroga? Yo fui a un centro de rehabilitación, pero a mí no me gusta que me manden, a mí nadie me dice: "sabís que anda a acostar- te, hace esto", yo vivo mi mundo, yo la vivo soloyamínomemandanadie ¿Qué te parece nuestra comuna, nuestra alcaldesa? Aquí esto está botado, esta hueá es una ciudaddedios,todosbuscanplata. ¿TegustaBatuco? Batuco es piola, pero aquí ya está todo vendío, aquí pasa cualquier hueá y buscan al más hueón y era, los hueones después selavanlasmanos. Entrevista Yo fui a un centro de rehabilitación, pero a mí no me gusta que me manden, a mí nadie me dice: "sabís que anda a acostarte, hace esto", yo vivo mi mundo, yo la vivo solo y a mí no me manda nadie.
  • 18. 16 Taberna Adicciones Por Héctor Figueroa M. I Dejémonos de moralina, hablemos a calzoncillo quitao: ¿ustedes creen que Jorge Teillier Sandoval sería el poeta mágico que todos los amantes de la poesía chilena han disfrutado si no hubiese sido por el alcohol? Tal vez piensen que sí, que el poeta lárico amaba la realidad y, por ende, la co dianidad, pero no es el caso, inclusolorefrendóenmásdeunaentrevis- ta: “tomo porque la gente me da lata”. El alcoholismo en la poé ca del lautarino es fundamental. La droga básica de Chile: vino, cerveza o pisco es importan sima. Como en Irlanda la cerveza negra o en Inglaterra el whisky o la ginebra, como en Rusia el vodka, etcétera. En esencia, el creadordeMuertesyMaravillasnoseríaél sino hubiese sido por el nto chileno o la cerveza bebida en su juventud, así como Carver o Bukowski no serían los talentosos narradores y buenos poetas (que fueron sólo a veces) sino hubiese sido por el vino de Los Ángeles, California, en el caso del segundo. ¿Hubieran sido de la misma intensidad aquellos párrafos inspirados de Marcel Proust si no hubiera sido por ese vaso milagroso de cerveza fría o helada (refrescantesegúnsuspalabras)quebebía a sorbos en su cama los úl mos años de una vida que en general fue llevada o la arrastró de manera anodina? Por no mencionar y aburrir con una larga lista, premios Nobel entremedio –galardones que le interesan tanto a los palcos de plateacomoalagalería-,yquecomenzaría en casos como los de Faulkner, Sco Fitzgerald, Hemingway, Poe, etc. Ahora bien, de que el alcohol daña los órganos y la mente de algunas personas excesivas por supuesto que es así, no hay que padecer de un delirium tremens, pagar una consulta médica o que terminen ex rpándote un riñón para saberlo. Por lo mismo, en defensa de los borrachitos Recuerdo cuando pasé una década completa sin importarme si escribía o no, un período de seca bajo momentos culposos, pero en su mayoría bajo momentos de plena indiferencia, en cambio ahora, a los cuarenta y seis años, al despertar o finalizar el día padezco de una sensación rayana en la angus a si no me entrego a la tarea inmediata de escribir algo, cualquier cosa
  • 19. 17 Taberna levantaremos una sentencia del machete- ro Dylan Thomas que le cae de cajón a algunos reprochadores de cultura católica (que suele ser perversa, represiva y funcional, como dice mi amigo Sergio Sarmiento en una carta). He aquí la cita del galés: "Un alcohólico es alguien que no te gusta,porquebebetantocomotú” II Como todos saben, la cerveza es la bebida del diablo, motor de múl ples asesinatos, precursora y causa de abandono en el hombre, tanto por su esposa, mujer o pareja como de sí mismo. La cerveza es una maravilla potente en la sexualidad del joven, pero cuando este envejece -la ley dice que todo joven envejecerá- la cerve- za, en muchas ocasiones, no hace más que dejar aún más fláccido el miembro viril, experimentándoselomáscaroy/oterrible que le puede suceder a un espécimen masculino, como es la impotencia, un caso de “iñi piñi”, esa maldita crónica de una muerteanunciada. III “El subcontrato en este país ha sido el mecanismo de vulneración de derechos másbrutal”. Palabras en CNN de Carol Kariola, argu- mento de una linda diputada comunista con el que quien escribe está completa- Jorge Tellier a la entrada del Bar Unión
  • 20. 18 Taberna mentedeacuerdo,masnoensucondición de lecturas neomarxistas, sino simple- mente desde el pragma smo de haber sido explotado durante años por tal sistema, por ejemplo cuando trabajó cinco años como lector de medidores en “Alcia Ltda. Adimark” que le prestaba servicios a Chilectra, o en el Ins tuto nacional de Estadís cas (INE), como encuestador para unos empresarios árabes. Recuerdo cuando pasé una década completa sin importarme si escribía o no, un período de seca bajo momentos culposos, pero en su mayoría bajo momentos de plena indiferencia, en cambioahora,aloscuarentayseisaños,al despertar o finalizar el día padezco de una sensación rayana en la angus a si no me entrego a la tarea inmediata de escribir algo, cualquier cosa. Y pienso esto porque acabo de leer esta mañana unas palabras subrayadas por mí mismo de un libro que se encontraba todo lleno de polvo y humedad adherido a la biblioteca de la casa de los muertos, oraciones que dicen así: "Si no escribiese todos los días, uno acumularía veneno y empezaría a morir, o desquiciarse, o las dos cosas. Uno ene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya." Cuán sabias encuentra estas palabras de Ray Bradbury, escritas para su libro "Zen en el arte de escribir" (página 11, edicionesHemingway bebiendo.
  • 21. 19 Taberna Minotauro, 1995), y más sabias aún luego que anoche mi ex pareja, los dos ahora en la cama reincidentes, precisa- mente me dijera que estoy des lando purovenenoalhablar,contramimismo, contra mi familia, el mundo y Chile entero. Y sí, es cierto, anoche discu - mos por mi pura y sola neurosis, por sen rme, a 3 de enero de 2017, nervioso, nervioso y desdichado por estar perdiendo el empo (y no estar escribiendo, o leyendo) mientras hacía zapping en el TV cable ante películas ya vistas y revistas precisamente junto a mi ex novia, pero ahora que estuve releyendo, en esta mañana inolvidable, alautordecienciaficciónnorteamerica- no me he sen do bastante o mucho mejor de ánimo, sobre todo al recordar el placer que me produjera alguna vez la lectura y la relectura de esa obra maravillosa tulada "Crónicas marcianas". IV El cocainómano, como el ludópata, no sabe re rarse a empo. Siempre quiere más, no se conforma, vamos por el úl mo saque, por la úl ma raya o línea, ahora sí, esta es la úl ma se dice a sí mismo,puesyanomequedancigarrosy no ene gracia hacerle a la cues ón sin cigarros y sin copete. “Sun” trago, sol Jack Daniels. Invierno o verano en las rocas. Corre la adrenalina cuando la bolita se mueveenlaruleta,TODOAROJO,TODO a NEGRO, cuando el jacket, el as o el tragaperras, o cuando el farrero pide la cuenta en el restorán o en esos tugurios con la música a todo full, donde las mujeres se van sacando la ropa de a poco, mujeres a veces lindas, pero de bajamoral,mujeresnoafortunadas. -En el casino de Calama hay como vein cinco cajeros automá cos -me dice la Antonia-, vai perdiendo plata aquí, vai sacando o re rando billetes es raditosporacá. Víc ma pero mantenedor de un alcoholismo atávico, y a pesar que no bebo ni una gota de alcohol desde hace dos semanas, sospecho que las peque- ñas moles as o en ocasiones dolores sicos que me aquejan (intensísimos en la zona baja del estómago y en toda la parte posterior de la cintura), son anuncios inequívocos de una visita non grata, de una visita que vi alojada en viejos decadentes (estómagos abulta- dos de la noche a la mañana) cuando niñoenmibarrio.Merefieroalallegada a casa defini va de “La Rosita”, o en términosformales,delaCirrosis,queno eslomismoquedecircirrosenelcielo.
  • 22. 20 Suehiro Maruo La sonrisa del vampiro Corona Mortuoria Por Swamp Thing Maruo Suehiro es un ilustrador y pintor japonés. Su obra está marcada por la polémica, dado que sus trabajos reiteran sus obsesiones por lo grotesco, además de exhibir una sexualidad desencarnada, representando incluso prác cas sadomasoquistas. Sus mangas son editadosenlarevistaGaro,publicaciónde corte underground, alterna vo y experimental. En su nutrida obra desta- can: Midori: La niña de las Camelias (extrañamente circula por internet una versión animada de los años 80), además de El Monstruo de Color de Rosa, Gichi Gichi Kid, La oruga y La sonrisa del vampiro. Es en La sonrisa del vampiro, obra que comentaré en esta sección, donde Maruo Suehiro despliega todas sus obsesiones de creación (la violencia, la trasgresión sexual, el gore y el sadomasoquismo). La primera viñeta evoca una escena reitera- da del horror reciente japonés. Situada en 1945, muestra el infierno desatado por el lanzamiento de la bomba, generando ruinas y luego el horror, que evidencia un país desecho, donde la podredumbre avanza sin límites. Los cuerpos mu lados, esparcidos por finos trazos que muestran un paisaje descompuesto, dan fiel cuenta deello. La historia se centra en una mujer anciana jorobada que sobrevive gracias a los mu lados cuerpos del desastre, todo en un color rojizo, como si el lente que observa estas viñetas estuviera machado desangre. En el presente, el manga se enfoca en la vida de un joven Konosuke Mori, un niño casi carente de expresiones, que es seducido por la anciana vampira ham- El manga está centrado en la vida de un joven Konosuke Mori, un niño casi carente de expresiones, que es seducido por la anciana vampira hambrienta de carroña, siendo trocado en su lacayo del horror.
  • 23. 21 Corona Mortuoria brienta de carroña, siendo trocado en su lacayo del horror. Por medio de escupir sangre en su boca, el joven estudiante es arrastrado hacia una vida de servidum- bre. Su misión principal es la muerte, que ejecuta como una obra de arte. A este respecto se puede recordar a Quincey (1785 – 1859), escritor que consideraba el asesinato como una de las más bellas artes, pues su finalidad: "es precisamente la misma que Aristóteles asigna a la tragedia, es decir, ´purificar el corazón mediantelacompasiónyeltemor´”. Bajo arresto, Mori conoce a Miyawaki una niña que ob ene dinero siendo some da sexualmente por ancianos. Tras obtener una exper cia desgarradora con un anciano que abusa de ella violentamente, su vida entra en una espiral de desgracia y se vuelve drogadicta. El protagonista inicia a la perturbada joven en el arte del asesinato, convir éndose ambos en lacayos de la vieja jorobada, la cual necesita sangre joven para sobrevivir. Así, los dos niños se convierten en secuestra- dores de recién nacidos, sa sfaciendo el infinito deseo de destrucción de la anciana, cuyo único anhelo es desgarrar vidas jóvenes. Los protagonistas, de esta forma, son arrastrados hacia la violencia comoobligadaformadedesarrollo. Finalmente, se puede establecer que la sonrisa del vampiro es una buena obra para iniciarse en Maruo Suehiro, un autor di cil pues su obra ronda elementos oscuros, incluyendo referencias al cine de los años veinte mezcladas con prác cas masoquistas, exponiendo la violencia extrema en personajes vacíos, carentes de emocionalidades, que solo ob enen placer por medio de la aniquilación del otro.
  • 24. 22 Shaira Por Melody Valenzuela Recorro el sendero floreado con muestras de basuras y escombros, inmensos terrenos de sembradío se abren, los ojos se me quedan al costado del camino en tu silueta alta y bordeada de curvas, sonrisa ancha, caderas perfectas, el pelo escondido entre mantas, cuerpo en exilio, cobijado de la hambruna. Termina tu acalorada jornada laboral recogiendo tomates. ¿Ha sido una mejor opción Chile? ¿Ha valido la pena el traslado, el esfuerzo, los sueldos bajos, la precarie- dad,ladistancia?Aquíesperan,atentosportuestabilidadeconómi- ca, los cazadores fur vos y hambrientos, que acuñan tu nombre en tarjetas MasterCard, Visa, La Polar o Falabella, filas de cabezas rapadasllamandoparadarteofertascredi cias,lasqueteayudarán a elegir tus sueños, cumplir tus proyectos, facilitar tus compras, con pequeñas condenas aplazadas por años. Nuestro país envejecido, que te necesita y acoge ahora, ofrece para tus hijos inmejorables oportunidades de educación sin enseñanza; puestos de trabajo que succionarán tu energía vital; una salud de primera línea llena de enfermeras locas, con trámites en largos corredores, atestados de mbres y filas, frente a limpias ventanillas de espera; compras de belleza ajena por catálogos, compras de productos para el hogar que separan a la familia; compras de productos para tus relaciones sexuales que arrebatan la sensualidad natural. Ya no tendrás que vivir más el desamparo de ser una niña trokosis, en nuestro país los sacerdotes son sombras que se esconden en las capillas, aquí el sistema es el reino de los cielos, estamos todos hacinados, coopera- mos con cada respiro y vendemos nuestra existencia. Aquí nuestros trabajos nos enferman y el dinero que esperamos tener es el único que vemos. Tú, que desenvuelves tus anhelos en este territorio ahumado, pronto serás una más, caminante de Santa Carolina, mujer negra que trasladas una bolsa de nylon en la cabeza, con tres kilos de tomates tan rojos como tus encías, y una sonrisa dibujada enloslabios. Retratos
  • 26. 24 La rebelión de los chichas Por Enrique Atenas Narrativa Lo primero que sucedió fue que compró un pack de cervezas y le salieron dos latas malas. El líquido espumante amarillo, al que tenía derecho en la tardecita, pues se había sacado la chucha trabajando todo el día, estaba en mal estado. Olía como baba de perro muerto. Como orina de zombi. Más encima se tomó un trago y se encon- tró con un sabor agrio, medio ácido, que mal emulaba al lúpulo de la cerveza. Sin ó rabia. Sin ó desconexión. Estaba disfrutando del reposo diario, momento que le permi a relajar el cuerpo, calmar los pensamientos, sen rse como si vivir fuesemásquemantenersefuncionando.Y pasó lo que pasó. Quería sen rse bien, no era más que eso. La compañía cervecera, sin embargo, le echó a perder ese momen- to y se sin ó denigrado. Había un evidente abuso de poder, una falta de respeto hacia una persona que solitaria en la plaza de Batuco intentaba beber su pack pacífica- mente. Una persona que no delinquía ni protestaba, que no destruía semáforos ni bancos, que no iba a las marchas ni quemaba Cristos apolillados; que se quejaba, sí, como todos, eso había que reconocerlo, contra el estado, contra las empresas, contra la existencia misma, pero que llevaba una vida serena, sin aspavientos,dondelaresignaciónlimitaba con la sabiduría. Y con el alcohol, que actuaba como mediador entre lo exaspe- ranteysuser. Se levantaba a las seis cada mañana. Casi siempre con el hachazo. Tras ducharse, tomaba el atestado bus ma nal y se dirigía hasta el parque industrial. Una vez allí caminaba hasta Glam, fábrica de ropa industrial, donde realizaba labores administra vas de bajo rango hasta las cinco de la tarde. Después regresaba a Batuco, pueblo rural donde vivía desde la infancia y que a diario lo esperaba con las puertas de sus bo llerías abiertas, amables, afectuosas, cada cual como una virgen bondadosa que extendiendo los brazos le ofrecía contención y calma. Tal era su ru na y le resultaba más convincen- te que entrar en una guerra social sin pronós co de éxito, una guerra inú l que sus padres habían perdido en los empos del Gran Gorila, terminando torturados en Tejas Verdes por sembrar cebollas y otras hortalizasdeformacolec va. A las nueve volvió a su casa. Antes había pasado por la bo llería de la señora Anita, una mujer de edad avanzada, pelo lila y volublecarácter,dondecambiólaslatasen mal estado por relucientes latas nuevas.
  • 27. 25 Narrativa Una vez en casa, encendió las luces y miró por un rato la foto de sus padres, que se hallaba en un marco plás co -imitación mármol gris- sobre el mueble donde antaño sus viejos guardaban la loza. Ambos sonreían. Él mismo había tomado esa foto. Fue para su cumpleaños número treinta, pocos años antes de que Don Arturo y la señora Amira muriesen, con una diferencia de once días, a causa de lo que el médico del Hospital General para Excluidos llamase “falla sistémica”. Levantó después la vista y se encontró, como ocurría desde su infancia, con la añosa fotogra a del compañero Marmaduque Grove, gran comodoro del aire, que colgaba de la pared que daba a la calle. Grove le hablaba a la mul tud a travésdeunmicrófonoan guo,parecidoa los que usaba Elvis en su primera época. La mul tud, eso sí, no se veía. La mul tud había que imaginarla. El ar fice de la primera república socialista chilena se hallaba ves do con uniforme de campaña. Llevaba, además, un coscacho que lo hacía parecersealDuce.Eraun pollama vo.Su madre conservaba esa fotogra a pues su abuela Lisandra, bisabuela que Rolando nunca conoció, había recibido una máqui- na de coser durante los doce días que duró la república de 1932, instrumento que le permi ó dedicarse al oficio de modista y así ayudar a su esposo, que parece que trabajaba en ferrocarriles del estado, o en la caja de crédito prendario, o en la dirección de aduanas, no se acordaba bien, en la di cil tarea de mantener a una familiaconnuevehijos. Fue al dormitorio, encendió la tele y se recostó en su cama. Su madre de pronto estuvo a su lado. ¿Sigues bebiendo, hijo?, preguntó la mujer. Rolando hizo un gesto de fas dio y después dio unas fuertes palmadas hacia los cuatro puntos centra- les de la habitación. La señora Amira entonces desapareció. Se esfumó desde arriba hacia abajo, siendo sus pies san- grantes lo úl mo que Rolando pudo ver. Al instante destapó una lata de cerveza. En la tele, en el canal de Luksic hablaba Luksic. Alguien lo había tratado de hijo de puta. No puede ser, las putas no paren millona- rios,pensóRolando.Ydejólateleenmute. En ese momento bebió un sorbo de cerveza: se hallaba en mal estado. Maldijo y abrió una segunda lata: también se hallaba en mal estado. ¿O paren millona- rios?Talvezsí,secontestó,peroentalcaso se trataría de otro po de pros tución. No de un negocio de noches sueltas, de mamadas a mil pesos para la pasta base como ocurría en el pueblo, sino de perío- dos más largos. De existencias enteras incluso. Abrió una tercera lata pensando admira vamente en la heroicidad de pros tutas de tan largo aliento. Y para su pesar, y para su creciente rabia, esta también se hallaba agria. Suerte para , hijo, que la cerveza salió mala, dijo
  • 28. Narrativa 26 entonces su madre, que emergió desde la nada. Mira cómo estás, mira cómo vives. Estando lúcido podrías hacer tantas cosas. Nosotros, en nuestro empo, nos unimos con los vecinos y sembramos juntos, para producir más y ganar algo de plata. Después vinieron los milicos, tú sabes, y nos cortaron las alas. Lo sé, respondió Rolando. Estoy escuchando esa mierda de historia hace cuarenta años. Sembramos zapallitos italianos, zanahorias, acelgas, tomates, lechugas, dijo su madre, ignoran- do el reclamo de su hijo. Y mientras ella seguía enumerando hortalizas, berenje- nas, ajíes, repollos, choclos, ajos, Rolando, su Rolito, se levantó y fue por una de pisco. Necesitabaalgo fuerteparadormir. Al día siguiente llegó a Batuco a las siete de la tarde y se dirigió de inmediato a la bo llería de la señora Anita, que en ese momento expulsaba a un viejo chicha de pelo apelmazado, Juan Chinoclo, quien intentaba cambiar una cerveza en mal estado. Sinvergüenza, descarado, seguro que le echaste orina a una lata vacía, gritaba la mujer, al empo que esparcía espray aroma jazmín en el local. Ante la llegada de Rolando, la mujer se calmó un poco y Juan Chinoclo aprovechó de salir. No es truco, patroncita, dijo el indigente desde la puerta, donde se quedó parado con la lata en la mano. Rolando apoyó al viejochicha.Ustedsabe,señoraAnita,que hace empo las cervezas están saliendo agrias. Usted a mí me ha cambiado un montón, y este fin de semana le traeré varias que he acumulado en la casa. Creo que esa también tendría que cambiarla, dijo después, apuntando a la lata que Juan Chinoclo sostenía en la mano. No, dijo la mujer, que ves a un delantal repleto de cabecitas azules de conejo, estos vagos son todos delincuentes y no les creo. A usted sí, porque es un hombre de trabajo igual que yo. ¿Qué va a llevar?, preguntó después, dando por terminado el tema. Buscando prevenir el problema de las cervezas malas, Rolando pidió un pack de otra marca. Cambiar de marca, mijo, le informó la señora Anita, no sirve de mucho, ¿no ve que el 99% de las cervezas las vende la misma empresa? Son lotes de producción, ¿sabe? A veces salen par das malas.Perosoncosasdemomento,nohay malquedurecienaños.Además,ustedme las cambia a mí y yo se las cambio a la cervecera, por lo que al final ni usted ni yo perdemos. Hay que tener un poco de paciencia nomás. Con paciencia se llega al cielo. Atendiendo las razones de la mujer, Rolando dejó la cerveza que había tomado yseagencióunpackdeladesiempre. En la plaza se sentó bajo un pimiento. Le gustaba estar allí, en paz, lejos de su difunta madre, que le hacía pasar malos ratos. La anciana cri caba su incapacidad para relacionarse con las mujeres y darle nietos, su afición a la bebida y su falta de
  • 29. Narrativa 27 compromiso social. Rolando la escuchaba cada vez con menor paciencia. Cuando la mujer apareció por primera vez, esa noche que andaba borracho y le sacaron la cresta en el cruce ferroviario para robarle la billetera, se había alegrado. Doña Amira llevaba más de diez años bajo erra y su consuelolehizobien.Empezóal ro,esosí, con las crí cas. Rolando se molestó, pues noleimportabatenerunamujerestableni luchar por causas sociales. Su amor se concentraba en el trago, sin el trago no era nada, el trago le hacía la r el corazón, el trago era la luz que alumbraba su vida. Con el empo, el acoso materno llegó a tal punto que Rolando, como se hace con los fantasmas, intentó expulsar a su madre echándole garabatos de grueso calibre: ¡ándate de aquí perra de mierda!, gritaba en la soledad de su vivienda, pero el conjuronoresultaba. Saliendo de la bo llería, Rolando fue a la plazaybuscóunescaño.Allíabrióensegui- da una lata. Y le salió buena, y se sin ó contento, y experimentó júbilo. La señora Anita no men a, podría emborracharse tranquilamente. Quedar medio medio e irse a casa y dormir en paz, ignorando a su madre que lo esperaba, día a día, con la comida sanita que un hombre hecho y derecho necesita. Te preparé porotos granados, hijo, con ensaladita a la chilena, señalaba. Y Rolando miraba hacia la mesa y la encontraba vacía, llena de polvo. Después venía la historia social. Desde el compañero Marmaduque Grove, que era como un Moisés, hasta el compañero Allende, que había dado la vida por el pueblo, pero cuya fotogra a no se colgaba en casa, pues era peligroso, no como la del comodoro, puesto que los milicos de hoy ya no lo conocen. Además, como usa uniforme hasta piensen que somos nacionalistas y no nos vuelvan a maltratar, no nos vuelvan a poner corriente en la vagina o en el pene, no nos vuelvan a violar, hijo, que duele mucho y es muy denigrante. En eso pensaba cuando pasó Juan Chinoclo y en un espontáneo acto de solidaridad alcohólica -él, en el fondo, también era un viejo chicha- lo invitó a beber. La lata de Juan Chinoclo también salió buena. Era la par da la fallada, se dijo, mientras Juan Chinoclo, que olía a perro muerto, lo miraba con preocupa- Cuando la mujer apareció por primera vez, esa noche que andaba borracho y le sacaron la cresta en el cruce ferroviario para robarle la billetera, se había alegrado. Doña Amira llevaba más de diez años bajo erra y su consuelo le hizo bien.
  • 30. Narrativa 28 ción. Hermanito, señaló, le veo la cara mala. Usted no está contento. Le veo pinta de fusilado. Sin saber por qué -apenas conocíaasuinterlocutor-Rolandolecontó lo de su madre. Los recuerdos, dijo el chicha, cuando se quedan pegados se borran con una ramita de espino. Eso es secreto an guo. La pone adentro de la casa, sobre la puerta de entrada, y listo. Por eso al señor le pusieron una corona de espinos en la cabeza, para que no recorda- ralomalodelhombre. Se despidió de Juan Chinoclo y emprendió la marcha. Atardecía. Las calles se habían vuelto amarillas. Al poco rato llegó a la esquina de una calle con nombre de país europeo. Al interior de una casa vio un espino. Lucía un verde esplendoroso. Recordó cuando su padre taló el espino que había en el pa o. Le costó entender la decisión paterna. Le gustaba jugar con las quirincas y con las flores amarillas, como pimpollos, que florecían en primavera. También llegaban allí las orugas, dando paso luego a mariposas naranjas con pintas negras. A tu mamita no le gustan las espinas, le explicó su padre. Pensó que esa no era razón suficiente para cortar el espino y quiso reclamar, el espino era su amigo, pero se quedó callado cuando su padre, en voz baja, le dijo que su madre había sufrido mucho cuando los milicos se los llevaron. Las espinas le hacen recordar cosas feas que pasaron allá, agregó en un hilodevoz. Miraba el espino esplendoroso y, al mismo empo veía el viejo espino de su casa caer, derrumbarse como un boxeador noquea- do, como un chileno Benedicto Villablanca cayendo en el primer asalto ante el gringo Roger Mayweather, pelea que vio en su temprana infancia, o como un Salvador Allende noqueado en el tercer round por el también gringo Kissinger. Una sensación de tristeza lo invadió. Respiró hondo. Y tratando de superar el momento, se dijo que no tenía ninguna fe en lo que le había dicho Juan Chinoclo. Son leseras, no hay duda, pero nada le costaba probar, todo con tal de que su madre se fuera. Llamó a la puerta. Tras un rato una mujer joven, de cabello negro, rostro armonioso y ojos color caoba, abrió la puerta. Rolando le pidióunaramadeespino. Esa noche su madre no apareció. Las cervezas, eso sí, volvieron a fallar, por lo que debió hacer uso de una caja de vino de litro y medio que tenía a modo de reserva. Puso música de los Rolling Stones, que a su madre no le gustaba, y bailó solo, y se creyó Mick Jagger, y puteó contra la cervecera, y pensó en la mujer de ojos caoba. Más tarde, aquietados los efectos del alcohol, se quedó dormido en el sillón. Esa noche soñó con los viejos chichas: estaban tristes, desamparados. Iban en un tren a la horca. Claro, porque su única alegría veraniega, su cervecita salvadora - que conseguían recolectando fierros
  • 31. 29 Narrativa viejos, cartones, botellas y otros dese- chos- estaba saliendo mala. Y no tenían derecho a recambio. Estaban condenados a la lucidez, a vivir la fea realidad que les había tocado. Si al pueblo le quitan los sueños, que por lo menos le dejen las borracheras, discurseó en ese momento Marmaduque Grove, usando el viejo micrófono po Elvis. Estaba parado sobre la mesa del comedor. La mul tud lo aclamaba. Al día siguiente despertó pensando realizar una protesta ante la cervecera. La idea, que al comienzo le pareció ridícula, fue tomando cuerpo durante varios días, empo en que su madre no apareció. La rama de espino había hecho efecto. Rechazó, al principio, lo social de la inicia va.Eracomovolveralos emposde la siembra colec va, que tanto dolor había causado. Después pensó que en realidad eldolorlohabíancausadolosmilicos,nola siembra colec va. Sí, haría una manifesta- ción que diera a conocer, ante la opinión pública,eldramadelosviejoschichas.Con eso, además, se reivindicaría ante la historia familiar. Esa misma semana habló con Juan Chinoclo y con su ayuda pudo conocer a algunos de los borrachos callejerosdeBatuco.Lamayoríapululaban entre la plaza y los restos de la an gua estación de trenes, lugares de encuentro, conversación y borrachera. Le llamó la atención que cerca de la mitad no fuesen realmente viejos, sino de mediana edad, habiendo algunos bastante jóvenes, como el Menguado, el Caca Seca y el Chipote Chillón, que no superaban los vein cinco años. La ropa raída, el desaseo, la mala alimentación, los hacían ver mayores. Durante una semana, tras llegar de la pega se dedicó a esta labor, logrando contactar a catorce chichas. Planificó, después, cuidadosamente la manifestación y un martes, que pidió a cuenta de sus vacacio- nes, premunido de un coscacho po Marmaduque Grove y una chaqueta militar, adminículos que compró en la ropa usada, a las doce am llevó en bus a los viejos chichas a la cervecera, pagando personalmente cada pasaje. Les había ofrecido cerveza gra s a la vuelta, fue el mejor es mulo, ya que nunca entendieron las razones de la protesta. Para ellos la discriminación era normal, ¿no ve que somos más feos que la chucha? ¿no ve que andamos cochinos? Había hecho carteles de cartón: "No + cerveza en mal estado", “Dignidadparaloschichas". Estuvieron todo el día allí, bajo el sol duro de enero, y no pasó nada. Por respuesta tuvieron solo las risas de los camioneros que pasaban por la Panamericana, donde se encontraba la cervecera, así como de los encargados de mantención de sus jardines y uno que otro ejecu vo que entraba o salía de la planta. La gente que pasaba por el lugar arriscaba la nariz en
  • 32. 30 Narrativa señal de asco. No llegó la prensa, como Rolando había imaginado y para lo cual había preparado un breve discurso donde conminaba a la sociedad chilena a prote- ger el derecho a emborracharse aquí y ahora. Uno quiere sen rse vivo ahora, no mañana. Contribuyó al fracaso de la manifestación el hecho de que los viejos chichas acudieron a la cita ocultando cajas de vino, que no necesita estar heladito para ser rico, y a las tres, cuando llegó la policía, estaban curados y los echaron sin resistencia. Rolando tuvo que rogar para que no se los llevaran presos por ofensas a la moral, ya que además de beber meaban y cagaban ahí mismo. El Chipote Chillón, además, sacó su enorme instrumento - que explicaba instantáneamente su apodo- y estando muy borracho comenzó a masturbarse en la calle, acción que Juan Chinoclo, ayudado por otro viejo chicha de nombre Titán, cortaron a combos y puntapiés justo antes de que llegase la fuerzapública. EsedíaRolandollegóaBatucodesilusiona- do. En el camino a casa, tras dejar a los viejos chichas bebiendo las cervezas prome das, se encontró con la chica que le había regalado la rama de espino. Se saludaron. ¿Y esa cara?, preguntó ella. Rolando le dijo lo que todos dicen, que era la única que tenía. Ella rio forzadamente y le dijo que su chiste era muy malo. Más malo, respondió Rolando, es lo que me pasó hoy. Y le contó lo de la cervecera. Ella se rio. Por eso entonces lo del coscacho, dijo enseguida. La boina del Che ha quedado obsoleta, bromeó él. Hablaron hasta tarde. Ella se interesó por su historia familiar, mostrándose dolida por la tortura que habían sufrido los padres de Rolando. Discordaba, eso sí, con las razones de la protesta, preguntando si no sería más lógico luchar en contra del alcoholismo, que a fin de cuentas era el problema principal de los viejos chichas. ¿Evangéli- ca?, preguntó Rolando. No, respondió Teresa, pero no me gusta el trago, tampo- co la gente que bebe, si pudiera quemaría las bo llerías y las cerveceras y las viñas, agregó la chica. Rolando, que se había entusiasmado con Teresa, se desencantó al instante. Necesitaba beber. Beber lo hacía sen r un hombre verdadero, beber le había permi do, desde la pubertad, sobrevivir en medio de un ambiente oscuro y tenso, ambiente dictatorial que atemorizaba a sus padres y que para ellos no cambió tras la democracia. Vivían asustados, temblaban ante cualquier vehículo militar o policial que pasara ante lacasa,presagiabanfuturosapocalíp cos. Dejó a Teresa y llegando a casa puso un par de cajas de vino sobre la mesa de centro. Se había aburrido de la cerveza agria. Se imaginó cambiando las latas hasta la ancianidad. Y no le gustó la idea. Tampoco quería seguir protestando. Las condicio- nes no se daban. Los viejos chichas no
  • 33. 31 Narrativa tenían voluntad ni capacidad de organiza- ción como él, que pese a beber a diario era capaz de levantarse temprano y acudir a Glam. Y cumplir cabeza gacha. Bebió un sorbo de vino. Cada célula de su cuerpo se lo agradeció. Por la calle pasó una pareja joven con su hijo, que pedaleaba en un triciclo con forma de ratón celeste. Puso la tele. Las no cias informaban acerca de los incendios forestales en el sur. En ese instante se cortó la luz. El silencio se impuso. Un silencio monumental, del tamaño de un iceberg, que congeló hasta sus la dos. Buscando calor tomó un segundo trago. Y un tercero. Y un cuarto. No había podido solucionar el problema de los viejos chichas. Lo social, estaba claro, no era lo suyo. No tenía inteligencia para eso. No era un Marmaduque Grove. Lo único que le quedaba era el trago. El trago era su sociedad del futuro. Miró la caja de vino y le guiñó un ojo, como si se tratase de una mina. Recordó a Teresa. Era una mujer hermosa que incluso le provo- caba deseos sexuales. Sin embargo era unaminafome,unaabstemiaquenosabía disfrutar de la vida. Siguió bebiendo. La pareja joven pasó de regreso. Habían ido por el pan. El niño pedaleaba. Con esfuer- zoavanzabahaciaelfuturomontadoenun ratón celeste. Quiso contarles lo que le estaba pasando. Pero sería ridículo. Se dio cuenta que estaba solo. No tenía amista- des entre los viejos chichas ni entre sus compañeros de pega. Había hecho un esfuerzo por conectarse con los otros, pero no había resultado. Había repe do la experiencia familiar, ahorrándose, eso sí, las torturas. Sin ó frío y tomó un nuevo sorbo de vino. Después pensó que había más de treinta grados. ¿De dónde venía el hielo? Enseguida se levantó y cerró las ventanas, dirigiéndose luego a la puerta de entrada, donde se encontraba la rama de espino. Entonces la sacó y la arrojó al pa o. ¿Mamá?, preguntó enseguida, ¿mamá, dónde estás? La señora Amira apareció al instante. Venía de la cocina. Lindo coscacho, te pareces al compañero Grove, dijo la mujer, que dejaba un rastro de sangre a su paso. Después miró la caja de vino y moviendo nega vamente la cabeza, lo mandó a lavarse las manos. El almuerzo está listo, hay pastel de choclo, en cinco minutos sirvo, anunció la mujer, y seperdióotravezenlacocina. Narrativa Esa noche soñó con los viejos chichas: estaban tristes, desamparados. Iban en un tren a la horca. Claro, porque su única alegría veraniega, su cervecita salvadora -que conseguían recolectando fierros viejos, cartones, botellas y otros desechos- estaba saliendo mala.
  • 34. 32 Fotografía Por Emilio Serey Cas llo Personas en situación de calle es el rotulo que recibenloshombresylasmujeresquepordiferentes razones abrazan ser aquellos errantes callejeros que -con algo de rebeldía- se niegan a ser uno más de los corderos que requiere el sistema; hombres y mujeres que conocí en el caminar suburbial de una tarde seca y calurosa de enero, cuando me decidí a ir en busca de la verdad marginal que se halla en las caletas donde viven los bastardos de la vida. Ese día conocí a Paola, quien me pidió un cigarrillo argu- mentando que era un autén co placebo para comba r la callejera soledad, que solo con esas fumadas podría sen rse mejor. Ya en confianza me contó que hace algunos años tuvo un sueño premo- nitorio. Se veía durmiendo en una cama adentro de una habitación, con todo el abrigo y confort que requiere una casa bien cons tuida, y que al querer darsevueltasin ócaersuhumanidaddesdeelcatre. Aldespertarpudoverquesuhabitaciónyanoeratal, que su reducto ahora era un si o eriazo lleno de ratas y perros vagos, lleno de televisores en desuso, de lavadoras que ya no lavan, refrigeradores que ya no congelan, de colchones, de mierda, de escom- bros. Desde ese día no volvió a ver sus riquezas no comprendidas: sus tres hijos, su marido, su familia, volviéndoseunamásenesatribudeladesgraciaque vive en las ignoradas caletas de la provincia, hom- bres y mujeres cuya existencia queda ahora consig- nadaenestaspáginas. Situación de calle
  • 38. 36 Un modelo clásico Por Monona Fontecilla Moda Hola, hola, fachosos lectores de El Mal Menor. En este número de la revista más top de estos días, y pensando en el futuro de aquellas autoridades provinciales que han incurrido en uno que otro acto cuya hones dad la jus cia ha puesto en duda, y más específicamente en el alcalde de la comuna de Colina, Mario Olavarría, sujeto UDI imputado por el caso de la basura, he diseñado un traje inspirado en lo clásico, ves mentaidealparaluciralinteriordelos recintos penales, marcando la diferencia con respecto a los reos comunes y silves- tres, pos vulgares que caen por robar un balón de gas o una tele y no sumas que servirían para instalar una distribuidora de gas a nivel nacional o una cadena de endasdear culoselectrónicos. El traje que propongo está confeccionado en fina seda china -fabricada por las mismas orugas emprendedoras que devoraron el cuerpo de Mao- y consta de dos piezas holgadas y livianas, ideales para sen rse en libertad estando en cau verio, además de una elegante bola de acero inoxidable con incrustaciones de oro y tanio (si no se puede estar en la mansión, gastando el producto de los manotazos en importar delfines para la piscina o ciervos canadienses para que se coman la chépica alemana, qué mejor que inver r en glamour). La bola de acero, además, viene acondicionada con un compar miento secreto que servirá para guardar esos dinerillos tan ú les para sobornar a nuestros esforzados y nobles gendarmes, hallándose adosada al tobillo por metales reforzados, usados en naves espaciales rusas, a fin de evitar la fuga del preso y también el robo de la bola de acero por parte de delincuentes vulgares, sin es lo, eternamentehambreados. Lacalificaciónde“clásico”quehepuestoal traje de rayas, por otra parte, no es gratuita, pues esta prenda se comenzó a usar el siglo XVIII en las cárceles del país de Donald Trump, conservándose aún vigente en el estado de Maryland. En sus comienzos, el traje que en nuestra La noamérica alguna vez vis era el líder de Sendero Luminoso, Abigael Guzmán, curiosamente tuvo un significado El traje que propongo está confeccionado en fina seda china - fabricada por las mismas orugas emprendedoras que devoraron el cuerpo de Mao- y consta de dos piezas holgadas y livianas, ideales para sen rse en libertad estando en cau verio
  • 39. 37 Moda religioso, representando la capa chamuscada que el profeta Elías arrojó desde el ovni que lo llevó al cosmos. En la Edad Media, monjes mendicantes pertenecientes a la orden de los Carmelitos comenzaron a usar una capa rayada en homenaje al antecesor de Yuri Gagarin, pero como en la época la prenda se asociaba a pros tutas, verdugos, traidores, mujeres adúlteras, ladrones y sirvientes codiciosos (personal con espíritu emprendedor se diría hoy), el papa Alejandro IV, perteneciente a la cuiquísima familia de los condes de Segni, hombrón que lideró la transnacional católica entre 1254 y 1261, prohibió su empleo a los monjes, dejando las puertas abiertas para su usotradicional:ves ralosindeseablessociales, como señala Michael Pastoreau en su ensayo “Laropadeldiablo”. La historia de esta ves menta es mucho más amplia de lo esbozado en estas líneas, pero lo escrito, mis faná cos y faná cas del buen ves r, permite formarse una idea de la profunda raigambre que ene esta prenda en la historia de la humanidad, convir éndola en un clásico de clásicos. Por úl mo una excusa: el modelo contratado para lucir el traje a rayas que con amor diseñé para nuestro querido Mario Olavarría, po ejemplar que ha hecho tanto por Colina, sorpresivamente faltó a la sesión fotográfica programada, por lo que un chimpancésúperbuenaonda quepasaba porel lugar posó en su lugar. Cosas que pasan. Para ustedes, queridos lectores y lectoras, todos fachosos, todos la raja, un gran abrazo apreta- do.Medespidoahoramismo.Chao,chao.
  • 40. Descarga nuestra versión digital en slideshare El Mal Menor Serey