El documento invita a los lectores a "rasgar los corazones, no los vestidos" durante la Cuaresma. Esto significa examinar profundamente el interior para reconocer los propios pecados y necesidad de conversión, en lugar de practicar una penitencia superficial. Solo un corazón "rasgado y abierto" puede recibir el amor misericordioso de Dios y llevar a una verdadera reconciliación.