Rebeca, una vaquita, solía tomar leche de su madre, pero un día su madre le dijo que ya había crecido y debía tomar leche sola. Su padre le compró un biberón, el cual Rebeca usó felizmente. Cuando cumplió 2 años, Rebeca fue a la escuela y sacó su biberón para el refrigerio, a diferencia de sus amigos que usaban tazas de colores. Rebeca decidió que ya era lo suficientemente grande como para usar una taza en lugar de un biberón.