Los regímenes totalitarios que surgieron entre las guerras mundiales se caracterizaron por la dependencia en un líder carismático, el control estatal de todos los aspectos de la sociedad, y la pérdida de la voluntad individual a través del adoctrinamiento y la propaganda. Estos regímenes se aprovecharon de condiciones previas como la sensación de pérdida generalizada, la debilidad de los sistemas democráticos, y la incapacidad del Estado para resolver crisis como la Gran Depresión.