Santa Rosa de Lima nació en Lima, Perú en 1586. Se dedicó a una vida religiosa de servicio a los pobres y enfermos. Fue canonizada en 1671 y declarada patrona de América y Filipinas. En 1989 fue designada patrona de la Policía Nacional del Perú debido a sus virtudes como humildad y amor al prójimo. Cada 30 de agosto se celebra el Día de Santa Rosa de Lima y de la Virtud Policial en su honor.
1. Santa Rosa de Lima
(Isabel Flores de Oliva; Lima, 1586 - 1617) Religiosa peruana de la
orden de los dominicos que fue la primera santa de América. Tras haber
dado signos de una intensa precocidad espiritual, a los veinte años tomó
el hábito de terciaria dominica, y consagró su vida a la atención de los
enfermos y niños y a las prácticas ascéticas, extendiéndose pronto la
fama de su santidad. Venerada ya en vida por sus visiones místicas y
por los milagros que se le atribuyeron, en poco más de medio siglo fue
canonizada por la Iglesia católica, que la declaró patrona de Lima y Perú,
y poco después de América, Filipinas e Indias Orientales.
Biografía
Santa Rosa de Lima nació el 30 de abril de 1586 en la vecindad del
hospital del Espíritu Santo de la ciudad de Lima, entonces capital del
virreinato del Perú. Era hija de Gaspar Flores (un arcabucero de la
guardia virreinal natural de San Juan de Puerto Rico) y de la limeña
María de Oliva, que en el curso de su matrimonio dio a su marido otros
doce hijos. Recibió bautismo en la parroquia de San Sebastián de Lima,
siendo sus padrinos Hernando de Valdés y María Orozco.
Santa Rosa de Lima (óleo de Murillo)
2. En compañía de sus numerosos hermanos, la niña Rosa se trasladó al
pueblo serrano de Quives (localidad andina de la cuenca del Chillón,
cercana a Lima) cuando su padre asumió el empleo de administrador de
un obraje donde se refinaba mineral de plata. Las biografías de Santa
Rosa de Lima han retenido vivamente el hecho de que en Quives, que
era doctrina de frailes mercedarios, la futura santa recibió en 1597 el
sacramento de la confirmación de manos del arzobispo de Lima, Santo
Toribio Alfonso de Mogrovejo, quien efectuaba una visita pastoral en la
jurisdicción.
Aunque había sido bautizada como Isabel Flores de Oliva, en la
confirmación recibió el nombre de Rosa, apelativo que sus familiares
empleaban prácticamente desde su nacimiento por su belleza y por una
visión que tuvo su madre, en la que el rostro de la niña se convirtió en
una rosa. Santa Rosa asumiría definitivamente tal nombre más tarde,
cuando entendió que era "rosa del jardín de Cristo" y adoptó la
denominación religiosa de Rosa de Santa María.
Ocupándose de la "etapa oscura" en la biografía de Santa Rosa de Lima,
que corresponde precisamente a sus años de infancia y primera
adolescencia en Quives, Luis Millones ha procurado arrojar nueva luz
mediante la interpretación de algunos sueños que recogen los biógrafos
de la santa. Opina Millones que ésa pudo ser la etapa más importante
para la formación de su personalidad, no obstante el hecho de que los
autores han preferido hacer abstracción del entorno económico y de las
experiencias culturales que condicionaron la vida de la familia Flores-
Oliva en la sierra, en un asiento minero vinculado al meollo de la
producción colonial. Probablemente esa vivencia (la visión cotidiana de
los sufrimientos que padecían los trabajadores indios) pudo ser la que
dio a Rosa la preocupación por remediar las enfermedades y miserias de
quienes creerían luego en su virtud.
En Lima
Ya desde su infancia se había manifestado en la futura santa su vocación
religiosa y una singular elevación espiritual. Había aprendido música,
canto y poesía de la mano de su madre, que se dedicaba a instruir a las
hijas de la nobleza. Se afirma que estaba bien dotada para las labores
de costura, con las cuales ayudaría a sostener el presupuesto familiar.
Con el regreso de la familia a la capital peruana, pronto destacaría por
su abnegada entrega a los demás y por sus extraordinarios dones
místicos.
Por aquel entonces, Lima vivía un ambiente de efervescencia religiosa al
que no fue ajeno Santa Rosa: era una época en que abundaban las
3. atribuciones de milagros, curaciones y todo tipo de maravillas por parte
de una población que ponía gran énfasis en las virtudes y el ideal de vida
cristiano. Alrededor de sesenta personas fallecieron en "olor de santidad"
en la capital peruana entre finales del siglo XVI y mediados del XVIII.
Ello originó una larga serie de biografías de santos, beatos y siervos de
Dios, obras muy parecidas en su contenido, regidas por las mismas
estructuras formales y por análogas categorías de pensamiento.
En la adolescencia, Santa Rosa se sintió atraída con singular fuerza por
el modelo de la dominica Santa Catalina de Siena (mística toscana del
siglo XIV); siguiendo su ejemplo, se despojó de su atractiva cabellera e
hizo voto de castidad perpetua, contrariando los planes de su padres,
cuya idea era casarla. Tras mucha insistencia, los padres desistieron de
sus propósitos y le permitieron seguir su vida espiritual. Quiso ingresar
en la orden dominica, pero al no haber ningún convento de la orden en
la ciudad, en 1606 tomó el hábito de terciaria dominica en la iglesia
limeña de Santo Domingo.
Santa Rosa de Lima (detalle
de un óleo de Claudio Coello)
Nunca llegaría a recluirse en un convento; Rosa siguió viviendo con sus
familiares, ayudando en las tareas de la casa y preocupándose por las
personas necesitadas. Bien pronto tuvo gran fama por sus virtudes, que
explayó a lo largo de una vida dedicada a la educación cristiana de los
niños y al cuidado de los enfermos; llegó a instalar cerca de su casa un
hospital para poder asistirlos mejor. En estos menesteres ayudó al
parecer a un fraile mulato que, como ella, estaba destinado a ser
elevado a los altares: San Martín de Porres.
4. Fueron muy contadas las personas con quienes Rosa llegó a tener
alguna intimidad. En su círculo más estrecho se hallaban mujeres
virtuosas como doña Luisa Melgarejo y su grupo de "beatas", junto con
amigos de la casa paterna y allegados al hogar del contador Gonzalo de
la Maza. Los confesores de Santa Rosa de Lima fueron mayormente
sacerdotes de la congregación dominica. También tuvo trato espiritual
con religiosos de la Compañía de Jesús. Es asimismo importante el
contacto que desarrolló con el doctor Juan del Castillo, médico
extremeño muy versado en asuntos de espiritualidad, con quien
compartió las más secretas minucias de su relación con Dios. Dichos
consejeros espirituales ejercieron profunda influencia sobre Rosa.
No sorprende desde luego que su madre, María de Oliva, abominase de
la cohorte de sacerdotes que rodeaban a su piadosa hija, porque estaba
segura de que los rigores ascéticos que ella misma se imponía eran "por
ser de este parecer, ignorante credulidad y juicio de algunos
confesores", según recuerda un contemporáneo. La conducta
estereotipada de Santa Rosa de Lima se hace más evidente aún cuando
se repara en que, por orden de sus confesores, anotó las diversas
mercedes que había recibido del Cielo, componiendo así el panel titulado
Escala espiritual. No se conoce mucho acerca de las lecturas de Santa
Rosa, aunque es sabido que encontró inspiración en las obras teológicas
de Fray Luis de Granada.
Últimos años
Hacia 1615, y con la ayuda de su hermano favorito, Hernando Flores de
Herrera, construyó una pequeña celda o ermita en el jardín de la casa de
sus padres. Allí, en un espacio de poco más de dos metros cuadrados
(que todavía hoy es posible apreciar), Santa Rosa de Lima se recogía
con fruición a orar y a hacer penitencia, practicando un severísimo
ascetismo, con corona de espinas bajo el velo, cabellos clavados a la
pared para no quedarse dormida, hiel como bebida, ayunos rigurosos y
disciplinas constantes.
Sus biógrafos cuentan que sus experiencias místicas y estados de
éxtasis eran muy frecuentes. Según parece, semanalmente
experimentaba un éxtasis parecido al de Santa Catalina de Ricci, su
coetánea y hermana de hábito; se dice que cada jueves por la mañana
se encerraba en su oratorio y no volvía en sí hasta el sábado por la
mañana. Se le atribuyeron asimismo varios dones, como el de la
profecía (según la tradición, profetizó su muerte un año antes); la
leyenda sostiene que incluso salvó a la capital peruana de una incursión
de piratas.
5. Santa Rosa de Lima sufrió en ese tiempo la incomprensión de familiares
y amigos y padeció etapas de hondo vacío, pero todo ello fructificó en
una intensa experiencia espiritual, llena de éxtasis y prodigios, como la
comunicación con plantas y animales, sin perder jamás la alegría de su
espíritu (aficionado a componer canciones de amor con simbolismo
místico) y la belleza de su rostro. Llegó así a alcanzar el grado más alto
de la escala mística, el matrimonio espiritual: la tradición cuenta que, en
la iglesia de Santo Domingo, vio a Jesús, y éste le pidió que fuera su
esposa. El 26 de marzo de 1617 se celebró en la iglesia de Santo
Domingo de Lima su místico desposorio con Cristo, siendo Fray Alonso
Velásquez (uno de sus confesores) quien puso en sus dedos el anillo
simbólico en señal de unión perpetua.
Con todo acierto, Rosa había predicho que su vida terminaría en la casa
de su bienhechor y confidente Gonzalo de la Maza (contador del tribunal
de la Santa Cruzada), en la que residió en estos últimos años. Pocos
meses después de aquel místico desposorio, Santa Rosa de Lima cayó
gravemente enferma y quedó afectada por una aguda hemiplejía. Doña
María de Uzátegui, la madrileña esposa del contador, la admiraba; antes
de morir, Santa Rosa solicitó que fuese ella quien la amortajase. En
torno a su lecho de agonía se hallaba el matrimonio de la Maza-Uzátegui
con sus dos hijas, doña Micaela y doña Andrea, y una de sus discípulas
más próximas, Luisa Daza, a quien Santa Rosa de Lima pidió que
entonase una canción con acompañamiento de vihuela. La virgen limeña
entregó así su alma a Dios, el 24 de agosto de 1617, en las primeras
horas de la madrugada; tenía sólo 31 años.
El mismo día de su muerte, por la tarde, se efectuó el traslado del
cadáver de Santa Rosa al convento grande de los dominicos, llamado de
Nuestra Señora del Rosario. Sus exequias fueron imponentes por su
resonancia entre la población capitalina. Una abigarrada muchedumbre
colmó las calzadas, balcones y azoteas en las nueve cuadras que
separaban la calle del Capón (donde se encontraba la residencia de
Gonzalo de la Maza) de dicho templo. Al día siguiente, 25 de agosto,
hubo una misa de cuerpo presente oficiada por don Pedro de Valencia,
obispo electo de La Paz, y luego se procedió sigilosamente a enterrar los
restos de la santa en una sala del convento, sin toque de campanas ni
ceremonia alguna, para evitar la aglomeración de fieles y curiosos.
El proceso que condujo a la beatificación y canonización de Rosa de Lima
empezó casi de inmediato, con la información de testigos promovida en
1617-1618 por el arzobispo de Lima, Bartolomé Lobo Guerrero. Tras
cinco décadas de procedimiento, el papa Clemente IX la beatificó en
1668 y un año después la declaró patrona de Lima y de Perú. Su
sucesor, Clemente X, la canonizó en 1671; un año antes la había
6. declarado además patrona principal de América, Filipinas y las Indias
Orientales. La festividad de Santa Rosa de Lima se celebra el 30 de
agosto en la mayor parte de los países, pese a que el Concilio Vaticano
II la trasladó al 23 de agosto.
FIESTA DE SANTA ROSA PATRONA DE LA POLICIA
NACIONAL DEL PERU
PiuraWeb Noticias
agosto, martes 30, 2011
En Lima, la ciudad Jardín, el 20 de abril de 1586 nació una hermosa niña de extraordinaria belleza, que por sus
extraordinarios dones de humildad y amor al prójimo, demostrados a lo largo de su corta existencia alcanzó la
cima de la gloria celestial, convirtiéndose en el manto protector y ejemplo de miles de efectivos que integran la
gloriosa Policía Nacional del Perú.
7. En reconocimiento a sus grandes virtudes, fue canonizada y proclamada como Santa, el 12 de abril de 1671 en
la Capilla Sixtiana del Vaticano, por obra del Papa Clemente X, previamente, un año antes, Santa Rosa de Lima
fue reconocida como Patrona de Toda América, Filipinas e Indias Occidentales.
Considerada con justicia como símbolo permanente de la conducta moral de los efectivos policiales, dadas sus
excelentes virtudes fue designada Patrona de la Policía Nacional del Perú, mediante decreto Supremo N° 27-89,
publicado en el diario Oficial El Peruano, el 18 de septiembre de 1989.
Posteriormente en 1995, la imagen de la Santa Limeña fue condecorada con la Orden al Mérito de la Policía
Nacional del Perú, en el grado de Gran Cruz, también se le ha otorgado la Banda Honorífica como Generala de la
Policía Nacional, en su calidad de Patrona del Instituto.
Del mismo modo se incluyó en el Calendario Anual de festividades Institucionales, la celebración del "Día de
Santa Rosa de Lima y de la Virtud Policial", el 30 de Agosto de cada año, conforme lo estipulan el D.S. N° 0027-
89-IN del 18SET89 y la R.D. N° 355092 de 06AGO92, respectivamente. Desde entonces, recibe los honores
correspondientes en homenajes tributados por nuestra Institución policial a nivel nacional
El homenaje que tributa la Policía Nacional del Perú, a la Santa Limeña, se inicia el 29 de agosto de cada año
con la salida en procesión de la venerada imagen del Convento Santo Domingo que luego ingresa a la Catedral
de Lima, en donde el 30 de agosto de cada año se oficia en una misa concelebrada, culminado el acto litúrgico
se procede a la tradicional procesión de la Santa por las principales calles de Lima, acompañada de la Escolta de
la Policía Nacional, al compás de la Banda de Música PNP
A esta dulce criatura inicialmente se le bautizó con el nombre de Isabel, en homenaje a su abuela materna,
pero, posteriormente, a solicitud de su madre, se le cambió por el de Rosa, debido a la extraordinaria belleza
que reflejaba su rostro.
Desde niña, su acendrado amor a Dios la condujo por el camino de la religión católica, ingresando a la Tercera
8. Orden de Santo Domingo, donde tomó a Santa Catalina de Siena como modelo de amor a Cristo y de servicio a
los más necesitados.
Era tanta la bondad de la Santa que al primer mendigo que encontraba lo invitaba a su casa, donde le lavaba los
pies y de alguna manera le aliviaba su hambre, sed o enfermedad.
Durante los últimos tres meses de su vida fue hospedada en la casa de la familia del contador Gonzalo de la
Maza, retirada en la casa de su bienhechora María de Uzátegui, falleció en la madrugada del 24 de agosto de
1617, a los 31 años.