La cerveza se fabrica a partir de granos de cebada u otros cereales fermentados con levadura y lúpulo. El lúpulo le da a la cerveza su sabor amargo característico y ayuda a preservarla. Sin el uso de lúpulo, la bebida resultante sería más parecida a un vino hecho de malta que a una cerveza. El lúpulo se empezó a usar en la Baja Edad Media en Alemania para aromatizar la cerveza y reemplazar otros ingredientes.