El sistema europeo se caracteriza por permitir la libertad de establecimiento y operación transfronteriza de empresas a través de la figura de la Sociedad Anónima (SA). El sistema ecuatoriano se centra en las corporaciones civiles y compañías, requiriendo que las compañías extranjeras tengan un representante en Ecuador. Ambos sistemas requieren al menos dos fundadores para constituir una empresa, pero difieren en aspectos como los impuestos y el control de legalidad de fusiones.