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PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
CAPÍTULO 5
EL SISTEMA TOTAL DE SALUD-ENFERMEDAD:
COMPONENTES, DINÁMICAS, RESPONSABILI-
DADES, RIESGOS Y ALTERNATIVAS
Enrique Saforcada
INTRODUCCIÓN
Quienes quieren llegar a conocer o atisbar las razones por las cuales una
población se encuentra en una determinada situación de salud habitualmente
recurren a indagar u observar, desde un enfoque tradicional de Salud Púbica,
los sistemas de servicios de salud de los ámbitos municipales, provinciales o de
todo el país. Haciendo este recorte del escenario de la salud, indefectiblemente
llegarán a conclusiones erradas o, por lo menos, marcadamente distorsionadas
dado que, frecuentemente, por este camino no se llega a visualizar las causas
de las causas.
En los fenómenos humanos de naturaleza sociopolítica, habitualmente,
las causas de las causas están siempre lejos, muy lejos, de la manifestación del
fenómeno observado. La comprensión de los problemas de salud se puede
alcanzar estando u observando simplemente el sistema de servicios de salud de
un país o región; ahora, explicar el por qué de la presencia de tal o cual pro-
blema o condición de salud de la población o qué hizo realmente, como causa
madre, que tal problema o condición se haga presente ya exige alejarse mucho
del mencionado sistema para poder observar todo el escenario y encontrar
desde el inicio el encausamiento de los procesos que llevan al fenómeno o
situación observada. Esas causas madres se ocultan en las sombras de la vida
de los países y del mundo porque son hábil y frecuentemente enveladas –con
la intención de proteger a los responsables directos, o por ignorancia– por los
responsables indirectos de la salud de las poblaciones que son, sin dudas, las
Saforcada, E. (2015). El Sistema Total de Salud-Enfermedad: componentes,
dinámicas, responsabilidades, riesgos y alternativas. En: M. de Lellis (Comp.).
Perspectivas en salud pública y salud mental. Buenos Aires: Nuevos Tiempos
(Capítulo 5, pp. 121-164).
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PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
universidades y los profesionales de la salud pero, especialmente, los responsa-
bles decisivos: legisladores, jueces y funcionarios gubernamentales, muy espe-
cialmente los ministros y secretarios de salud de las diferentes jurisdicciones.
Entonces, para poder ver develando las apariencias que encubren o des-
dibujan la realidad, una alternativa es involucrar, en el recorte del escenario
que se lleve a cabo, la mayor cantidad posible de campos de fuerzas específicas1
y espacios de poder.
A esto se lo debe anteceder con la aceptación de una evidencia tangible: la
existencia de enfermedad pública, cuya presencia se puede constatar en la in-
formación publicada cotidianamente en los medios masivos de comunicación,
en revistas científicas y en información epidemiológica, que ponen a la vista
daños a la salud evitables.
A partir de esta toma de conciencia, es necesario comenzar a hablar y pen-
sar en términos del concepto de Salud y Enfermedad Públicas. Este concepto
puede ser representado gráficamente y, hasta cierto punto, conceptualmente,
a través del xiantian taijitu, el símbolo chino de los primeros tiempos, que re-
presenta la vinculación del yin y el yang, las fuerzas contrapuestas del taoísmo
y el confusionismo. Por supuesto que el uso de taijitu en ese escrito es estric-
tamente metafórico. Gráficamente se lo representa con el siguiente diagrama:
Una posibilidad, para usar explicativamente esta figura en su representa-
ción del sistema de salud-enfermedad públicas, es acordar que la parte blanca
1 La expresión campo de fuerzas específicas denomina en este capítulo a los espacios
organizacionales o virtuales de interacción humana ―claramente identificables dentro de
las instituciones, la sociedad y la cultura― en los cuales se pone en juego, a veces más
allá de las voluntades individuales, el bien común contrapuesto a intereses sectoriales o la
hegemonización de una línea de concepciones y prácticas que, sin evidencias terminantes,
se impone a otras posibles. En estos campos se activa la dominación de un subconjunto
sobre otro u otros por vías de poderes fácticos (la capacidad de corromper a un decisor o
doblegar su voluntad a través de la amenaza de daño) o de poderes imaginarios que apelan
o manipulan temores humanos universales (el miedo a la enfermedad y a la muerte, y el
miedo al castigo sobrenatural en el más allá, conjunto de temores que otorgan un poder casi
ilimitado a las religiones y a la medicina). Dando solo un ejemplo, la educación formal es uno
de estos campos de fuerzas específicas a través del cual se puede, por omisión, contribuir
al subdesarrollo salubrista de una comunidad o sociedad nacional siendo por el contrario,
potencialmente, la fuente principal del desarrollo salubrista y de la autodeterminación sobre
su salud por parte de una sociedad o comunidad.
representa la salud positiva y la parte negra la negativa, podría ser a la inversa,
es indistinto. Lo fundamental es visualizar comprensivamente que, por una se-
rie de complejos procesos y cuestiones vinculadas con relaciones de poder del
ámbito económico-político y psicosociocultural, también de manipulación de
la sociedad, la superficie de un sector y del otro pueden cambiar de proporción
pero, inevitablemente, ambas son interdependientes en una relación inversa:
si una aumenta la otra disminuye y viceversa porque no pueden aumentar ni
disminuir a expensas de algo externo al círculo que natural e inevitablemente
los delimita: el círculo representa a la totalidad de la sociedad de que se trate,
si disminuye la enfermedad pública o carga de morbilidad, aumentará la salud
pública o carga de salubridad.
En términos económico políticos, hay una covarianza negativa entre la
inversión política y económica que se lleve a cabo para controlar los factores
y procesos que generan enfermedad pública (legislación y control judicial con
relación a cuestiones bromatológicas, contaminantes ambientales, radiacio-
nes, vehículos, tránsito, construcciones urbanas y no urbanas, drogas supues-
tamente terapéuticas para la especie humana, etcétera), por un lado, y, por
otro, la carga de morbilidad que deba soportar un país sumada a la inversión
de recursos (económicos, humanos, edilicios, etcétera) en atención de la mor-
bilidad.
Para continuar abordando esta cuestión es conveniente desarrollarla en for-
ma temática, tomando en cuenta aspectos parciales que convergen hacia su
visión integral: la salud de la sociedad o de componentes parciales de la misma
subdividida en función de las jurisdicciones gubernamentales (Nación, Pro-
vincia, Municipio) depende del Sistema Total de Salud-Enfermedad (STS-E).
El primer tema se refiere al núcleo duro del STS-E, luego se considerará la
cuestión fundamental de la enfermedad pública para luego volver a tratar más
pormenorizadamente este sistema total desarrollando los otros componentes
que lo integran, finalizando con una serie de reflexiones de naturaleza política,
ética y de sentido común.
El núcleo duro del STS-E
Este núcleo está constituido por seis componentes, los tres primeros im-
plican poderes de iure y los tres últimos involucran poderes fácticos de gran
envergadura:
a) el Poder Ejecutivo;
b) el Poder Legislativo;
c) el Poder Judicial;
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
124 125
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
d) el Complejo industrial productor de insumos diagnósticos, terapéuticos y
preventivos;
e) el Complejo industrial - financiero especulativo;
f) el Complejo comunicacional global.
En primer lugar es pertinente resaltar que, como se observa, no aparecen
dos componentes importantísimos pero que no integran este núcleo duro por
la carencia de poder que tienen para modificar la situación: 1) el Sistema de
Servicios de Salud; 2) la subcultura salubrista y sanitaria de la población.
En segundo lugar se debe señalar que los tres primeros integran, junto a
toda la sociedad de la que emana la legitimidad de los dos primeros, el Esta-
do2
. Dentro del Estado, el poder político queda en manos del Poder Ejecutivo,
que desempeña la función de Gobierno a través de la Presidencia de la Nación
y del conjunto de los ministerios Su accionar implica gestionar cotidiana-
mente la sociedad dentro del marco de la legislación vigente y cargar con la
responsabilidad de velar por el cumplimiento de las leyes.
En términos muy generales, el Poder Legislativo, como su denominación
indica, es el responsable de sancionar las leyes, elaboradas o presentadas por
el Poder Ejecutivo. En Argentina, la ciudadanía también puede presentar un
proyecto de ley, pero la Constitución exige que esta presentación esté avalada
por el 1,5 % del padrón electoral empleado en la última elección de diputados.
Para que las leyes sancionadas tengan vigencia y carácter de obligatorie-
dad deben ser promulgadas por el Poder Ejecutivo y publicadas en el Boletín
Oficial. No obstante, las leyes son normas amplias y de la mayor jerarquía
jurídica que, frecuentemente, requieren de una reglamentación a fin de faci-
litar su aplicabilidad y precisar más los objetivos y medios para la puesta en
práctica de dicha norma como, por ejemplo, puede ser el caso de determinar
las fuentes de financiamiento que la ley demanda para poder ser aplicada. En
este aspecto, la elaboración de las reglamentaciones de las leyes es atribución
del Poder Ejecutivo.
Sancionadas y reglamentadas las leyes, es al Poder Judicial a quien le corres-
ponde interpretarlas para hacer justicia y sancionar las violaciones de las mis-
mas. De nada vale una ley vigente si una vez que es violada quien la transgre-
dió no es sancionado. El Poder Judicial es un poder coercitivo que, finalmente,
transforma a las leyes en verdaderos instrumentos eficaces del ordenamiento y
regulación de la sociedad, como así también de sus dinámicas en términos de
valores, equidad y respeto de los derechos humanos.
2 En el caso del Estado Plurinacional de Bolivia también el Poder Judicial es legitimado por
toda la sociedad a través del voto popular.
Esto es en teoría, en la práctica se pierde transparencia enturbiándose la
independencia de los tres poderes y la ética ciudadana de quienes se hacen
cargo de sus funcionamientos. No obstante, desde el siglo XVII-XVIII esta
estructura es la única con la que hoy cuenta una sociedad democrática para un
funcionamiento aceptablemente equilibrado y socialmente justo en términos
de los planteos socio jurídicos, universalmente aceptados en Occidente, de
figuras tales como Charles Louis de Secondat -Barón de Montesquieu-, la
escuela anglosajona (John Locke, Edmund Burke, Jeremy Bentham, Thomas
Jefferson, etcétera) y la Declaración de Derechos de 1689 (Bill of Rights) del
Parlamento inglés.
Faltan tratar los tres últimos componentes de este núcleo duro, que son de
naturaleza muy diferente a los tres anteriores. Estos complejos usan estrate-
gias, procedimientos y grupos de presión o lobby para influir en las decisiones
de los poderes del Estado y manipulan la opinión pública a través del sexto
componente: el Complejo comunicacional neoliberal (televisión, radio, prensa
escrita y en línea -online-).
Gran parte de las empresas y corporaciones que integran hoy el complejo
industrial productor de insumos diagnósticos, terapéuticos y preventivos son las
mismas que integraban el complejo militar-industrial que el Gral. Dwight Eis-
enhower denunció en su discurso de despedida del cargo de Presidente de los
EE.UU. el 17 de enero de 1961:
Esta conjunción de una estructura militar inmensa y de una gran
industria de armas es nueva en la experiencia Americana. La ascen-
dente influencia -económica, política, incluso espiritual- se siente
en cada ciudad, cada casa de gobierno Estadual, cada oficina del
gobierno Federal. Reconocemos la necesidad imprescindible de este
desarrollo. Sin embargo, no debemos caer en la incomprensión de
sus graves implicaciones (Public Papers…, 1961: 1038).
El concepto de complejo industrial-militar lo acuñó en 1936 el historiador
francés Daniel Guérin (1979) quien señalaba a este complejo como una cons-
trucción inherente al fascismo y al imperialismo. La idea central del concepto
está basada en que, sobre la base de una ideología que prescinde de los valores
humanos y del ser humano en tanto sujeto de derechos, se estructura un en-
tramado de empresas con ilimitada voracidad lucrativa, estrategias de marke-
ting predadoras, generadoras de productos, estrategias y técnicas productivas
y extractivas totalmente lesivas para los procesos de la vida y el equilibrio de
sus ecosistemas.
Este entramado se vincula estrechamente con otros componentes u actores
sociales como el poder político, los servicios de inteligencia, las fuerzas armadas
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
126 127
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
y las de seguridad a fin de dominar en ámbitos nacionales e internacionales.
De este modo, no tiene límites en las tácticas y estrategias usadas, incluyendo
las del Terrorismo de Estado nacional e internacional y los experimentos, pa-
togénicos y mortales, con seres humanos inconsultos. La armazón entre estos
distintos componentes se realiza con base en la corrupción (los sobornos son
parte conspicua de ella) y la idiocia moral de la que habla Bilbeny (1995) que
más tarde lo lleva a plantear la necesidad de un mínimo común moral (1997).
Es necesario alcanzar aunque sea una somera idea, si bien parcial, de la
conformación institucional de este complejo a la vez que contar con algunos
indicadores que dan cuenta del perfil ético y del irrespeto a cuestiones elemen-
tales de justicia y moral que lo caracterizan. En el desarrollo que se efectúa
a continuación se engloba a los dos complejos enlistados anteriormente: el
complejo industrial productor de insumos diagnósticos, terapéuticos y preventivos y
el complejo industrial - económico financiero. En la realidad, las industrias im-
plicadas en ambos complejos integran una única estructura industrial, pero en
varias de las empresas implicadas se diferencian distintos tipos de producción
en función de lo cual generan diferentes imágenes en la sociedad apareciendo
algunas de ellas preponderantemente como fabricantes de productos vincula-
dos a la enfermedad (prevención primaria, secundaria o terciaria) no obstante
ser también productoras, por ejemplo, de armas letales con fines bélicos (ar-
mas químicas, biológicas y nucleares). Es pertinente señalar acá que, como se
verá más adelante, toda esta gran estructura industrial implicada en estos dos
complejos, son actores centrales en la generación de enfermedad pública.
Para entrar en un análisis somero de la conformación y dinámica de estos
dos complejos industriales basta con mencionar que cuando se desató la gue-
rra de Vietnam (1961-1971) trabajaron para las fuerzas armadas de EE.UU.
las siguientes empresas: Down Chemical, Uniroyal, Hercules, Diamond Sha-
mrock, Thompson Chemical, TH y Monsanto que, entre otros suministros,
proveyeron los productos químicos cuyo espectro se identificó con colores:
Agente Naranja, Azul, Rosa y Blanco. Algunas de ellas, como Monsanto y
Down Chemical, produjeron el denominado Agente Naranja que fue usado
masivamente por parte de Estados Unidos en esta contienda. Este compuesto
químico contiene dioxina (2,3,7,8-Tetrachlorodibenzo-p-dioxin; su sigla es
TCDD), uno de los venenos sintéticos más poderosos que se han fabricado.
Según información de la Cruz Roja (2005) la lista de enfermedades graves que
genera la dioxina en los seres humanos es muy larga, a la que se suma las que
afectan a la descendencia hasta la tercera y cuarta generación. La Dra. Jeanne
Mager Stellman y su equipo, de la Universidad de Columbia, han realizado
múltiples estudios en años recientes dando cuenta de estos graves daños a la
salud de millones de personas entre vietnamitas, militares norteamericanos y
militares de otras nacionalidades que intervinieron en esa guerra (Stellman,
Stellman, Stellman, Weber, Tomasallo & Christian, 2003, 2002; Stellman,
Stellman, Koenen & Sommer, 2000a, 2000b).
Retrocediendo en el tiempo y tomando en cuenta lo señalado por Guérin
(1979), durante el gobierno de Hitler en Alemania, tuvieron una participa-
ción directa en la actividad bélica y en el exterminio de personas en los campos
de concentración las siguientes empresas químicas, químico farmacéuticas y
de otros rubros: Bayer, Hoechst, BASF, AEG, Siemens, Daimler Benz, BMW
y otras agrupadas en 1925 en el conglomerado empresario llamado IG-Far-
ben. Este holding fue el que desarrolló y fabricó el gas venenoso “Zyklon-B”,
elaborado en su planta de Degesch y usado en las cámaras de Auschwitz, entre
otros campos de exterminio. Demás está señalar que varias de estas compañías
son hoy las mismas que intervienen en el mercado de la enfermedad y que
forman parte de este complejo industrial productor de insumos diagnósticos, tera-
péuticos y preventivos que sostiene y promueve este mercado.
No hace falta entrar a analizar en detalle las situaciones en que se hace
evidente la presencia del mismo y su accionar, alcanza con leer los diarios de
Argentina y de otros países de la región. Por dar un ejemplo, las actividades de
la mencionada Monsanto y sus productos: herbicida Roundup -su principio
activo principal es el glifosato-, soja transgénica, la hormona sintética soma-
totropina bovina o rGHB recombinante (prohibida en Canadá y la Unión
Europea), entre otros, y los riesgos que implican para la salud humana y la
vida de múltiples especies (Robin, 2008; Ho, 2005; Kaczewer 2002).
Al irrumpir el neoliberalismo en el escenario mundial, las empresas inte-
grantes de este complejo industrial se articularon con las que integran el otro
complejo, el financiero-especulativo (bancos, fondos de inversión, fondos de
pensión y empresas de producción de materias primas en crudo y comerciali-
zación especulativa como, por ejemplo, Cargill Worldwide o GlencoreXstra-
ta). Esta articulación de ambos complejos explica, por otra parte, la disminu-
ción de la incidencia de los salarios en el Producto Bruto Interno de casi todos
los países de Occidente, la disminución del empleo y la no inversión de las
empresas de producto en sus propios desarrollos, por haber sido penetrada su
ideología y cultura empresaria por los criterios y aspiraciones del lucro especu-
lativo financiero desregulado y la financiarización de las economías nacionales.
Esta es una de las principales razones por las cuales el derrumbe en 2008 de
la estructura especulativo-financiera de EE.UU. arrastró a un número impor-
tante de grandes empresas industriales: tenían gran parte de su capital inver-
tido en la especulación. La racionalidad última del mundo de la especulación
financiera está en multiplicar la riqueza ilimitadamente, lo cual deteriora aún
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
128 129
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
más los frenos éticos o morales de quienes conducen las empresas industriales
o a que las empresas seleccionen para sus cargos de conducción a personas con
perfiles psicopáticos o, directamente, a idiotas morales.
Finalmente, es necesario adquirir lucidez y colaborar para lograr su desa-
rrollo en las comunidades con las que se trabaja y en la sociedad en general
con respecto al sexto componente del núcleo duro del escenario de la salud y
enfermedad públicas, el complejo comunicacional global. Es interesante tomar
en cuenta lo que señala Manolo Monereo Pérez, profesional de la abogacía y
las ciencias políticas, cuando analiza el problema denominado erróneamente
globalizaición:
Si algo queda claro de los “papeles de Wikileaks” o del “asunto Snow-
den” es que el “complejo integrado” comunicacional es un arma de
guerra que engarza sólidamente a los poderes políticos, económicos,
servicios secretos, los medios en versión completa, y los pone a dis-
posición de las opciones estratégicas de las grandes potencias. Los
EE.UU. han llegado a tal sofisticación, a tal capacidad de actuar en
diversos planos y espacios, que convierten al mencionado complejo
en un instrumento de poder solo comparable con el dispositivo po-
lítico-militar. (Monereo Pérez, 2014).
Este complejo está integrado por conglomerados mediáticos locales y ex-
tranjeros, de gran poder fáctico y económico, que intermediados por distintas
estructuras asociativas (Sociedad Interamericana de Prensa –SIP–, etc.), vin-
culaciones empresarias o instituciones no visibilizadas (servicios de inteligen-
cia civiles y de fuerzas armadas o de departamentos o ministerios de defensa,
etc.) actúan en red y replican las noticias que tienen por objeto defender sus
conglomerados, incrementar la sensación de inseguridad, desestabilizar go-
biernos y, fundamentalmente, manipular la opinión púbica tratando de po-
nerla a favor de los designios y necesidades de las concepciones, prácticas y
designios del neoliberalismo y los poderes neocoloniales.
En el caso del ámbito de la salud, este complejo no solo da protección a
los otros dos complejos, el industrial y el financiero especulativo, sino que
influye a través de acciones comunicacionales de un verdadero marketing -a
través de noticias, suplementos y programas de TV- que tiene por objetivo el
incremento de la hipocondría en la población a la vez que la profundización y
expansión del sometimiento irrestricto al poder médico, que también se irradia
a las otras profesiones de la salud (odontología, psicología, etc.) y que pone a
la sociedad en el altísimo riesgo de someterse a las modas médicas, odontoló-
gicas y psicológicas que, sin la menor evidencia científica ni fundamento de
sentido común, se imponen a las poblaciones.
Se podría dar un sinnúmero de ejemplos de este poder si se tomara en
cuenta la historia de la medicina y la odontología, pero basta con usar la me-
moria para personas que hayan nacido en las décadas del 30 y 40 del siglo
pasado en Argentina para recordar el sometimiento a la amigdalectomía a los
niños en la edad del comienzo de la escuela primaria a la segunda o tercera
angina hasta que la pediatría observó que traía problemas secundarios más
importantes que el mismo problema que se buscaba resolver.
Gran parte del conocimiento que los profesionales de la salud emplean en
sus prácticas diarias es de naturaleza empírica, o sea, el que se adquiere por
ensayo y error, también el que se establece por vía de la imitación o replica-
ción (la difusión del conocimiento por modas o costumbres profesionales en
boga por un tiempo). Esto lleva a establecer un lapso de alto riesgo para la
población, que es el que va desde el ensayo hasta que se hace evidente el error;
este espacio de tiempo puede implicar meses o años, lo que lleva a que toda
la población atendida durante el lapso del ensayo corra el riesgo de las conse-
cuencias del error.
Este período de ensayo se ve agravado por las características del conoci-
miento preponderante en el campo de las ciencias de la salud en cuanto a los
niveles y perspectivas desde las cuales se actúa. Por lo general no va más allá del
nivel molecular y de los límites de lo parcial. La teoría general de los sistemas
no ha entrado aún en las carreras universitarias de ciencias de la salud, el atraso
es de no menos de ochenta años. Los conocimientos parciales prescinden de
los efectos colaterales o secundarios de sus aplicaciones concretas.
Al respecto hay que tener en cuenta que, en Occidente, el avance científico
y técnico en general, pero particularmente en el campo de la biología, se ha
llevado y se lleva a cabo por el camino de la dureza, de la violencia, de tecno-
logía injuriosa para los procesos de la vida y sus requerimientos ecosistémicos
y orgánicos, como bien queda planteado en el libro editado por Ashis Nandy
(1988) titulado Science, hegemony and violence, particularmente en el capítulo
5 escrito por Manu L. Kothari y Lopa A. Mehta, “Violence in modern medi-
cine”.
El método del ensayo y error usado con seres humanos y tecnologías de
alto riesgo, inmediato o a mediano y largo plazo, destinadas al campo de la
salud humana es una cuestión que explica en gran parte el incremento de la
enfermedad pública generada por los sistemas de servicios de salud que, a su
vez, plantea un problema moral enorme, moralidad que es avasallada con el
artificio del consentimiento informado empleado para la investigación por el
método de ensayo y error empleado para la investigación humana con pobla-
ciones pobres de muy baja escolaridad.
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
130 131
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
A pesar de estos significativos riesgos, las poblaciones se someten mansa-
mente, acríticamente, a las decisiones del poder médico y de las otras profe-
siones de la salud. Esta actitud y comportamientos de sometimiento de las
sociedades a estos poderes es también producto del accionar del complejo
comunicacional global.
En la dinámica de las relaciones de poder dentro del núcleo duro del es-
cenario de la salud y enfermedad públicas reside la posibilidad concreta, por
parte de un país, de solo sobrellevar una carga de morbilidad natural (la en-
fermedad inevitable con los recursos de los que dispone ese país) o, por el
contrario, tener que soportar una carga de morbilidad sobredimensionada en
función de la enfermedad pública.
De todo los expresado en este escrito se desprende que la enfermedad pú-
blica y su génesis están intrínsecamente vinculadas al encubrimiento llevado a
cabo por los grupos de poder implicados y al desconocimiento por parte de la
sociedad acerca de su existencia y sus procesos de desencadenamiento.
Una misión éticamente ineludible para las ciencias de la salud es develar
esta realidad trabajando con las comunidades. También a través de la actividad
académica para quien la tenga y por medio de la interacción con la sociedad
para quienes, teniendo acceso a medios de comunicación de masas, puedan
poner en evidencia pública estos procesos de acumulación de riqueza a costa
de la salud de la población.
1. El concepto de enfermedad pública
Alrededor de 1848, en Europa, durante los levantamientos liberal-burgue-
ses de la época, un grupo de jóvenes médicos de diversos países denunciaron a
la medicina tradicional y a los gobiernos como cómplices en el mantenimiento
de las malas condiciones de salud de sus sociedades. En Alemania, como parte
de este proceso, se inició el movimiento de la Reforma Médica y la edición de
un periódico nombrado con esta denominación, La Reforma Médica, del cual
se imprimieron pocos números pero que fue muy fértil en sus contenidos.
Entre las figuras principales de este movimiento, editorialistas en el periódi-
co mencionado, figuran Solomon Neumann (1819-1908), Rudolf Virchow
(1821-1902) y Rudolf Leubuscher (1822-1861). Neumann decía que:
(…) la mayor parte de las enfermedades que impiden el disfrute
completo de la vida o matan a un considerable número de personas
prematuramente, no se debe a causas naturales sino más bien a con-
diciones sociales producidas artificialmente. (Neumann, 1847 ápud
Rosen, 1985: 82).
Habiendo afirmado antes que:
(…) la ciencia médica es intrínseca y esencialmente una ciencia so-
cial, y mientras esto no se reconozca en la práctica no seremos capa-
ces de disfrutar sus beneficios y nos tendremos que conformar con
una concha vacía y una simulación. (Neumann, 1847 ápud Rosen,
1985: 80).
Por la misma época, Virchow afirmó que la política no era más que la me-
dicina en gran escala. Este eminente médico y científico afirmaba que había
epidemias naturales y epidemias artificiales, marcando que eran mucho más
prevalentes estas últimas. Para él, las epidemias artificiales eran consecuencia
de las dañosas políticas públicas implementadas por los gobiernos y la falta
de ciertas disposiciones que regularan cuestiones que ya había señalado en el
siglo anterior y comienzos del XIX Johan Peter Frank en sus esfuerzos por de-
sarrollar una perspectiva higienista moderna que diera orientación a la puesta
en práctica de la responsabilidad de los gobiernos con respecto a la salud de
sus pueblos.
Todos estos señalamientos de la primera mitad del siglo XIX no hacen más
que hablar de problemas vinculados directamente con lo que en este escrito se
denomina enfermedad pública. Es un problema que ha sido visualizado hace
más de ciento cincuenta años pero que, con posterioridad a los pioneros de
la medicina social, no se ha tomado en cuenta a pesar de que la enfermedad
pública ha aumentado su prevalencia en forma exponencial desde el inicio del
siglo XX. El incremento acompañó al desarrollo del capitalismo como conse-
cuencia de sus múltiples estrategias y tecnologías de generación y acumulación
de riqueza; sobre todo, las generadas a partir de mediados del siglo XVIII hasta
hoy.
El concepto de enfermedad pública involucra a toda la morbilidad humana
que los poderes del Estado podrían evitar poniendo en juego los recursos (eco-
nómicos, tecnológicos, de conocimientos, humanos, etc.) de que disponen en
el momento o período histórico de que se trate pero que, no obstante, no im-
piden o se desentienden de hacerlo por negligencia o ignorancia o por razones
espurias (corrupción, brindar protección a quienes o quien la genera, etc.).
Esta situación de permisividad ante la enfermedad evitable es curiosa o
preocupante, depende de la perspectiva ciudadana desde la cual se la observe o
se la piense. Asimismo, es un componente importante de las configuraciones
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
132 133
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
ideológicas de los ciudadanos en general y, en particular, de los políticos y de
los estamentos dirigenciales de las universidades públicas donde se forman los
profesionales y técnicos que, preponderantemente, serán los futuros decisores
en el ámbito de los tres poderes del Estado.
1.1. La insidiosa etiología de la enfermedad pública
La desmesura del incremento de la enfermedad pública ha sido provocada
por la convergencia de múltiples y muy diversos factores. A modo de síntesis,
se pueden efectuar dos grandes agrupamientos de los mismos a fin de ofrecer
una primera base o camino de comprensión del proceso:
a) los desarrollos tecnológicos y productivos basados en el uso de diver-
sos tipos de radiaciones electromagnéticas, ionizantes y no-ionizantes,
usadas en infinidad de aplicaciones prácticas (algunas de uso masivo
por la población como los celulares, ciertos tipos de pantallas de TV y
monitores de PC, etc.); la fabricación de sustancias químicas y mate-
riales sintéticos o extracción de minerales profusamente utilizados para
la manufactura de infinidad de productos (remedios, conservantes, co-
lorantes, aislantes de temperatura, envases alimentarios, materiales u
implementos para la construcción, etc.), muchos de ellos con un gran
poder nocivo para la especie humana, condición que el común de la
gente ignora, las empresas ocultan y los gobiernos no legislan para pro-
teger la salud humana.
b) la eficaz y profunda dominación de los gobiernos por parte de los com-
plejos industriales y financieros especulativos (más adelante se ahonda
la caracterización y reflexión sobre los mismos) que los han puesto al
servicio de sus insaciables intereses lucrativos obligándolos, por vía de
la corrupción y/o la amenaza de desestabilización, a entregar a sus res-
pectivos pueblos como objetos de mercado de estas estructuras empre-
sariales, generalmente transnacionales.
Si los gobiernos en los distintos países y jurisdicciones nacionales hacen
grandes esfuerzos para resolver el problema que plantea la demanda por en-
fermedad que la población cotidianamente activa y, a su vez, hacen también
esfuerzos (si bien hay que reconocer que mucho menores) para prevenir la
enfermedad por los medios tradicionales (fundamentalmente las vacunas, que
hay que reconocer que también son un negocio industrial y una actividad de
mercado, lo cual distorsiona su utilización), cabe la siguiente pregunta: ¿Por
qué estos gobiernos se preocupan tanto por resolver los problemas cuya gran
mayoría, por omisión y por acción, ellos mismos permiten que se generen? ¿O
será que parte esencial para la avidez de los usufructuadores nacionales e inter-
nacionales del mercado de la enfermedad es que el Estado les entregue no sólo
la sociedad atada de pies y manos sino también los dineros públicos que salen
de los bolsillos de esa misma sociedad que el Estado permite que enfermen los
buscadores de lucro de otros muchos mercados (alimentos, telecomunicación,
transporte, industrias contaminantes, producción agropecuaria, etc.)? Cuesta
aceptarlo, porque resulta de una enorme perversidad, pero es así.
Señalado esto, es necesario pasar a pormenorizar, a grandes rasgos, las vías
a través de las cuales se genera la enfermedad pública, lo que determina su
naturaleza y los ámbitos en donde se la fomenta de modo directo e indirecto.
Lo que sigue no se apoya en investigación científica (con la cual sería pri-
mordial contar para cualquier voluntad política de cuidar el bienestar de los
ciudadanos, ciudadanas y sus familias; también para la voluntad de alcanzar
un desarrollo nacional pleno) sino en la pura observación y el sentido común,
esencial fuente de conocimiento que, entre otras cuestiones, posibilita la vida
cotidiana de los seres humanos. Es oportuno tener en cuenta que el contenido
de este escrito implica solo un ensayo que se escribe a fin de dar pie al desarro-
llo de una posterior reflexión apoyada en investigaciones dirigidas a los puntos
clave de la temática y de los problemas que acá se plantean.
La mayor parte de las condiciones de salud en las sociedades occidentales
depende de once grandes dimensiones, interrelacionadas y sinérgicas, en tér-
minos de las cuales interactúan quienes la conforman (personas y sus distin-
tos tipos de agrupamiento, instituciones, los poderes del Estado y quienes lo
detentan): Educación, Cultura, Justicia, Alimentación, Vivienda, Medioam-
biente, Trabajo, Ocio, Movilidad, Seguridad y Salud. El orden en que han
sido anotadas no responde rigurosamente a una jerarquización en términos de
su poder de determinación de las condiciones de salud de la población, pero
casi. No cabe duda que la más determinante es la educación y entre las menos
determinantes está la salud (que hasta hoy, en la práctica no en la retórica, es
poco más o menos pura enfermedad).
Es importante tener presente que estas dimensiones también están im-
plicadas en los procesos de génesis de la enfermedad pública. No obstante, si
se lo analiza desde esta perspectiva el proceso en cuestión se vuelve un tanto
difuso. Por lo tanto, es importante entrar en su examen más cerca de planos
concretos.
En tal sentido, una primera observación es que la enfermedad pública es
medible y evaluable desde el punto de vista epidemiológico, de su costo eco-
nómico, de lo que implica como obstáculo para el desarrollo nacional, del
sufrimiento humano que involucra y de lo que envuelve en cuanto a violación
de los derechos humanos.
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
134 135
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
Una segunda cuestión es comenzar a dar algunos primeros pasos en el
camino reflexivo que lleve a una visualización más clara del problema. En
tal sentido se propone tomar en cuenta catorce grandes agrupamientos que
involucran las muy diversas vías por las cuales se genera enfermedad pública en
la cotidianidad3
:
1.- El espacio de la salud (los sistemas de servicios de salud, suplementos y
programas de salud de los medios de comunicación de masas -escritos, radiales y
televisivos-, las instituciones académicas de formación, investigación y extensión de
los profesionales y técnicos de las ciencias de la salud, etc.).
[La enfermedad pública se viabiliza a través, por ejemplo, de la generación
de información epidemiológica negativa y control de vectores con ausencia de
epidemiología positiva y promoción de fortalecedores; del incremento de la
hipocondría en la población con la finalidad de incrementar la demanda de
atención y la vulnerabilidad de la población ante el poder médico y psicológi-
co, a través del miedo al sufrimiento y la muerte. También inciden la autori-
zación de drogas y especialidades medicinales prohibidas en los países donde
residen las casas matrices de las empresas productoras, sumado a la permisivi-
dad para el incumplimiento de la obligatoriedad de la presentación de rece-
ta médica para su venta en farmacias; los relevantes desarrollos tecnológicos
diagnósticos -generalmente injuriosos- por sobre los desarrollos terapéuticos
realmente eficaces; la carencia de estudios sistemáticos, amplios y diversifica-
dos sobre la iatrogenia negativa del funcionamiento cotidiano del conjunto de
sistemas de servicios de salud de cada país; etcétera.
Como afirman los Dres. Bárbara Starfield y Juan Gérvas (2009):
La prevención cuaternaria (el evitar los daños que causa la activi-
dad médica) se convierte en central, tanto en el campo curativo,
diagnóstico y terapéutico, como (irónicamente) en el propio de la
prevención. Lamentablemente, muchos médicos y la mayoría de la
población creen que vale la pena casi todas las novedades tecnológi-
cas en el campo de la curación y de la prevención y las aplican, o las
piden, convencidos de que son beneficiosas, o de que al menos no
hacen daño. En la práctica se llegan a ignorar los daños inherentes
a toda actividad sanitaria, curativa o preventiva, como si existieran
algunas actividades “mágicas” plenas de beneficios y carentes de per-
juicios. (Starfield & Gérvas, 2009: 36).
3 Para cada agrupamiento se señala: a) su denominación; b) cuando es pertinente, entre
paréntesis, se señalan sus componentes o algún elemento que aclara el concepto; c) entre
corchetes se desarrollan ciertas características, algunos ejemplos o se describen ciertos pro-
cesos que potencial o realmente implican la generación de enfermedad pública, pero estas
observaciones no agotan en lo más mínimo las problemáticas que el agrupamiento engloba.
Es importante leer los trabajos de Starfield, miembro del Department of
Health Policy and Management, Johns Hopkins School of Hygiene and Pu-
blic Health -hoy llamada Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health-,
como el publicado en el año 2000 (Starfield, 2000) en el que informa que las
prácticas médicas son la tercer causa de muerte en EE.UU., sobre todo por las
consecuencias adversas de los remedios. Téngase en cuenta que Starfield solo
toma en cuenta la mortalidad, no la morbilidad o el agravamiento de morbili-
dades; sumándole estos dos tipos de consecuencias adversas seguramente que
la cuantificación del daño sería mucho más sorprendente.
Otra de las vías de desarrollo de enfermedad pública en el ámbito de la
salud es la experimentación de drogas en poblaciones hospitalarias del sector
público, generalmente personas pobres y de poca escolarización, con lo cual
el consentimiento informado queda desvirtuado y se transforma en un simple
engaño que permite graves violaciones de los derechos humanos. Las leyes
que regulan estas investigaciones clínicas deberían prohibirlas para empresas
extranjeras y para las nacionales deberían exigir que la investigación solo se
autorice si se la lleva a cabo con personas con escolaridad universitaria com-
pleta, de modo que sea un poco más veraz lo del consentimiento informado,
dado que implica la comprensión de la farmacodinamia de la droga que se
administrará y los consecuentes riesgos potenciales.
Como casos extremos, pero no infrecuentes sino solo que ocultados por
mucho tiempo, se pueden mencionar experimentos humanos llevados a cabo
con poblaciones privadas del poder de decisión (niños de orfanatos, internos
de leproserías, soldados, pacientes de hospicios, trabajadores rurales analfabe-
tos, etc.). Estos experimentos implicaron en muchos casos dejar evolucionar,
hasta la muerte, la enfermedad inducida para poder observar el proceso com-
pleto de su evolución.
Tales fueron, por ejemplo, los estudios que dirigió el médico John Charles
Cutler en su función de miembro del Departamento de Salud y Servicios Hu-
manos (HHS-US Departament of Health & Human Services) de EE.UU.,
con la anuencia de la Oficina Sanitaria Panamericana, de la cual llegó a ser
Director Adjunto en 1962. Estas experimentaciones se desarrollaron en Gua-
temala inmediatamente finalizada la segunda guerra mundial, con relación a
enfermedades venéreas, especialmente sífilis y gonorrea. El 3 de octubre de
2010 fueron puestas a la luz por Susan Reverby, historiadora que ejerce la do-
cencia en el Wellesley College de EE.UU. En este experimento fueron inocula-
das o contagiadas 1.308 personas, entre ellas “soldados, prisioneros, enfermos
mentales y sexoservidoras” así como “niños huérfanos del Hospicio nacional
y niños escolares en el Puerto de San José” (Comisión Presidencial…, 2011:
06). Del total de personas contagiadas, solo 700 fueron sometidas a trata-
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
136 137
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
mientos médicos y por lo menos en 600 se dejó evolucionar las enfermedades
libremente llevando a la muerte a 83 de ellas (Ibídem; Presidential Commis-
sion…, 2011).
También Francia (Lichfield, 2010) y EE.UU. (Carmona, 2004) experi-
mentó sobre los efectos de la radiación en los seres humanos y/o con armas
bacteriológicas, por supuesto que sin conocimiento por parte de los sujetos
de estas experimentaciones. Dentro de estos ensayos humanos tienen especial
relieve los desarrollados en Puerto Rico, con el patrocinio de la Fundación
Rockefeller, bajo la dirección del médico norteamericano Cornelius P. Rhoads
(Carmona, 2004).].
2.- El espacio de la pobreza y sus muy distintas formas de manifestación o ca-
racterísticas constitutivas (actores sociales que participan en la generación de la po-
breza y los procesos de exclusión junto a las sistémicamente inseparables estrategias
y formas de supervivencia desarrolladas por las personas, familias y comunidades
llevadas a la pobreza por acción o por omisión).
[Entre las distintas formas de pobreza, resulta de gran importancia la de-
nominada pobreza estructural o miseria, ya señalada por Johann Peter Frank
(1790) como el principal origen de las enfermedades. Es una problemática
que va más allá de la carencia económica; se trata de una entidad polimórfica
con progresivo agravamiento en tanto sufrimiento y abundancia de daños a
nivel biológico y neuropsicológico, psicosocial, psicocomunitario, ambiental
y cultural. Se desarrolla en el seno de la dinámica familiar y la interacción de
la familia con el ambiente donde reside, generando un particular estilo de vida
que obstaculiza el desarrollo pleno del potencial humano genético y espiritual.
Asimismo, su naturaleza procesual intergeneracional y sindrómica se debe
a que los procesos que la generan y perpetúan son inherentes al trazado y
mantenimiento de los lineamientos económico políticos propios del liberalis-
mo conservador, ahondados por el neoliberalismo, que generan pobreza como
consecuencia inevitable de las acciones, tecnologías y estrategias empleadas
para la acumulación de riquezas por parte de determinados estamentos de la
sociedad.
También sus causas están en la misma dinámica cotidiana de la sociedad
que, una vez que se integran estas comunidades de pobres, por sus mismas
características, se les imposibilita el ejercer sus derechos ciudadanos u orga-
nizarse políticamente para reclamar por sus daños y sus derechos humanos
o para configurar estrategias de acceso al poder. Sobre todo, se les coartan las
posibilidades de alcanzar un desarrollo humano integral cercenando aspectos
fundamentales que hacen a la calidad de vida y el bienestar (Saforcada, de
Lellis & Mozobancyk, 2010).].
3.- El espacio de la ingesta e inhalación de productos (alimentos, bebidas y
sustancias adictivas legales).
[La enfermedad pública es viabilizada por su naturaleza, producción,
transporte y comercialización; condiciones de higiene y conservación; carac-
terísticas de los procesos e ingredientes usados en su industrialización tales
como conservantes, colorantes, etc., todos ellos tóxicos; ausencia o presencia
y características de la legislación bromatológica vigente; el material de los en-
vases, como los elaborados a partir del policloruro de vinilo, más conocido
como PVC -en inglés: polyvinyl chloride-, el cual contiene componentes can-
cerígenos y que dañan el sistema inmunológico, entre otros efectos patógenos;
la publicidad para incentivar consumos desaprensivos; etcétera].
4.- El espacio de los ambientes habitacionales y sus servicios públicos (en
síntesis, y en forma más global, el hábitat familiar humano).
[La relación entre este espacio y el desarrollo de la enfermedad pública
ocurre, entre otros procesos o factores, a través de la contaminación del am-
biente del hogar o del hábitat familiar (suelos contaminados, instalaciones de
gas no autorizadas, pinturas tóxicas, etc.); de la carencia de suministro de agua
potable, cloacas y luz; del alto riesgo instalado del hogar permitido por dispo-
siciones gubernamentales o por omisión de ellas, sumado a la falta de percep-
ción del riesgo por parte de los adultos y la carencia de acciones educativas al
respecto, etcétera. Un dato significativo es que, por ejemplo, en las guardias
pediátricas en Argentina aproximadamente el 50 % de las prestaciones implica
niños y niñas accidentados en el hogar (electrocuciones, quemaduras, trauma-
tismos, etcétera).].
5.- El espacio de los ambientes urbanos y peri-urbanos, generales y barriales.
[En estos ambientes, la enfermedad pública es favorecida por la presencia
de tecnologías y estrategias de manejo de los residuos que resultan contami-
nantes y que están permitidas -por acción y omisión- o risiblemente penali-
zadas; la falta de pre-visión; el asentamiento o desplazamiento de personas,
voluntario o involuntario, en zonas contaminadas; el Riesgo instalado en los
espacios públicos -eléctrico, de potenciales traumatismos-; etcétera.].
6.- El espacio de la movilidad humana (el tránsito peatonal y el vehicular
estándar y de transporte de pasajeros, animales y cargas).
[Las normas de tránsito, los sistema y exigencias para la entrega de las
autorizaciones para conducir, los sistemas de penalidades por violaciones a las
normas de tránsito, entre otros, son problemas que se reflejan en las tasas de
mortalidad, que adquieren mayor relieve cuando son calculadas en función de
años de vida útil perdidos, y en las tasas de discapacidad.].
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
138 139
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
7.- El espacio de la seguridad frente al delito y la protesta social.
[La morbilidad evitable por el poder del Estado se relaciona, en este espa-
cio, con la inadecuación de los reglamentos, la capacitación y los modos de
proceder del personal de las instituciones encargadas de la seguridad, así como
a través de una evaluación psicológica ineficaz de los postulantes al ingreso en
estas instituciones, no evitando la incorporación de personas con personali-
dades psicopáticas. El mismo problema se plantea con las instituciones peni-
tenciarias con respeto a la salud de los internos y, al ser externados, los daños
a la salud de otros miembros de la sociedad por no haber cumplido con su
finalidad esencial: resocializar, generar instancias y recursos de prosocialidad y
no de antisocialidad. Etcétera.].
8.- El espacio de la seguridad vinculada con la soberanía nacional.
[El desempeño de este tipo de seguridad afecta a la génesis de la enferme-
dad pública a partir de sus instituciones y las leyes y políticas que regulan y
marcan sus objetivos, alcances y límites del accionar de las Fuerzas Amadas.
También en este caso son esenciales los procedimientos de evaluación psi-
cológica de los postulantes al ingreso en las correspondientes instituciones
militares, en tanto deberían evitar el ingreso de sujetos con personalidades
psicopáticas para que, entre otras cuestiones, no obren a modo de los huevos
de la serpiente que eclosionaron en las dictaduras genocidas de nuestra región
en las décadas del 60 y 70.
Otro aspecto relacionado a la seguridad nacional con graves implicaciones
de la enfermedad pública es la permisividad o no permisividad con respecto
a la industria, actividades bélicas (preventivas o activas) y el accionar de los
servicios de inteligencia y sus formas civiles encubiertas, como así también
las estrategias, acciones y avances encubiertos del imperialismo de la OTAN
(Organización del Atlántico Norte) en la región de la CELAC (Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños). El tema es muy amplio, siquiera
para esbozarlo en este escrito, pero una extensa y documentada exposición
del mismo se encuentra disponible para aquél que quiera profundizarlo en los
libros de Luzzani (2012), Calloni (2005 y 2012) y Harvey (2007).
El problema abarca desde las permanentes acciones de desestabilización
de los gobiernos progresistas -como la que está ocurriendo en Venezuela en
este momento, febrero de 2014- con un saldo de muertes y gran cantidad de
personas heridas y maltratadas, además de un incremento generalizado del
estrés poblacional.].
9.- El espacio de las actividades laborales (de servicios, producción industrial,
etc.).
[El ámbito laboral influencia directamente en la corrosión de la salud a
partir de la inadecuación ergonómica de los ambientes, objetos y dispositivos
de trabajo; de la inseguridad y desprotección física, moral, económica, psico-
social y emocional de las personas; de los ritmos laborales; de la carencia de
condiciones salubristas en los ambientes de trabajo y de la legislación inade-
cuada sobre salud laboral.].
10.- El espacio del empleo del tiempo de ocio (ámbitos e instituciones de es-
parcimiento como lugares de baile, clubes nocturnos, clubes y campos de deportes,
pistas de esquí, etc.).
[Los espacios dedicados al ocio pueden tener efectos adversos a la salud
a partir de las condiciones de seguridad y salubridad, o falta de ellas, en los
lugares o establecimientos de esparcimiento; de la legislación y características
de las instituciones legales de juegos de envite o de azar; de las actividades de
alto riesgo presentadas como deportes y fomentadas por los medios de comu-
nicación masiva; etcétera.
Un ejemplo interesante correspondiente a este espacio, que carece de vi-
sibilidad al menos en Argentina, a pesar de ser un problema relevante, es el
volumen con el cual se emite la música en los lugares de baile y con el que
se la escucha a través de los reproductores portátiles (iPod, MP3, etc.). Esta
situación está generando epidemias de sordera en muchos centros urbanos
como es el caso del conurbano de la Capital Federal, donde se observa que
es la primera causa de rechazo en los intentos de ingreso a la vida laboral por
parte de jóvenes.].
11.- El espacio del desarrollo tecnológico-industrial y la producción de insu-
mos para la fabricación de productos.
[El desarrollo y la producción tecnológico-industrial de un modo salu-
tógeno o patógeno dependen de las condiciones de producción local e im-
portación; de la previsión y control por parte de organismos públicos, en el
caso de Argentina el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) del
Ministerio de Industria de la Nación; del empleo, transporte, tratamiento y
destino final de las sustancias tóxicas y radioactivas, etcétera.
En Argentina, en los ámbitos urbanos de la salud, el destino final de los de-
sechos radioactivos de las sustancias empleadas para diagnóstico y tratamiento
es el sistema cloacal que, en muchos casos, lleva a que terminen depositados
en las fuentes de agua de las cuales se provee para generar el agua potable que
se suministra a la población, debiéndose tener en cuenta que la potabilización
solo implica la supresión o transformación de microorganismos patógenos,
ciertos minerales y partículas en suspensión.].
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
140 141
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
12.- El espacio de la actividad mercadotécnica (publicidad por medios de co-
municación masiva, material de POP, etc.)
[Estas actividades son fuentes generadoras de orientaciones y patrones de
consumo, estilos de vida, subjetividades y comportamientos de los que de-
penden significativamente la buena o mala salud de las personas, las familias
y las comunidades. También son vehículo de fuerte influencia en la opinión
pública. Por lo anterior, el Estado debe regular su funcionamiento y a través
de estas normas o la falta de las mismas la actividad mercadotécnica será o no
fuente de enfermedad pública.].
13.- El espacio de los desastres artificiales (como las epidemias artificiales de
las que hablaba Virchow, son aquellos generados o incrementados en sus efectos
dañinos por el comportamiento humano).
[La responsabilidad del daño recae sobre la esfera pública una vez que fe-
nómenos tales como inundaciones, incendios, explosiones, etc., son genera-
dos o agravados por el comportamiento humano, la falta de previsión y la
carencia de legislación adecuada a la necesaria protección de los conglome-
rados humanos y de los ecosistemas a los cuales pertenecen. Un ejemplo es
el problema de la tala de bosques naturales y las posteriores inundaciones o
aludes cenagosos.].
14.- El espacio gubernamental de vinculación o no vinculación de las áreas de
salud, educación, desarrollo social y cultura.
[Frecuentemente, los ministerios y secretarias de los gobiernos de las dis-
tintas jurisdicciones se comportan como compartimentos estancos o con muy
escasa interacción o integración intersectorial. Por ejemplo, la más completa,
sistemática y duradera promoción de la salud es la que se desarrolla en los
espacios de la educación formal, sobre todo, cuando comienza en el jardín
maternal y se mantiene a lo largo de los otros estadios hasta la universidad
inclusive. Mantener estas cuatro áreas de gobierno separadas o con marcadas
falencias en cuanto a su comunicación y su accionar mancomunado y bien
coordinado implica generar daño o posibilitar, por omisión, el surgimiento de
enfermedades o carencias en el desarrollo humano integral o la adopción de
estilos de vida malsanos.].
Habiendo finalizado esta enumeración de espacios potencialmente gene-
radores de enfermedad pública, cabe hacer dos breves señalamientos antes de
comenzar a desenvolver el análisis final del Sistema Total de Salud-Enferme-
dad.
Las actividades, y/o sus productos o consecuencias, implicadas en cada
uno de estos catorce espacios de posible génesis de enfermedad pública están
sujetas, en acto o en potencia, al orden jurídico del país; dicho de otro modo, al
conjunto de normas emanadas en buena parte del Poder Legislativo que regu-
lan el funcionamiento social involucrando, por lo tanto, la Constitución, los
tratados internacionales, las leyes, los decretos reglamentarios, otras normas
emanadas de autoridad competente, las decisiones judiciales y administrativas
de entidades autárquicas, las resoluciones ministeriales y las ordenanzas mu-
nicipales. Hay que tener en cuenta que, cuando se trata de Estados Federales,
el orden jurídico se expande para incluir también las constituciones y leyes
provinciales o estaduales y los tratados interprovinciales o interestaduales.
Este cúmulo de elementos normativos es el que regula la dinámica de la
sociedad en función del principio de permisión, que dice que lo que las leyes no
prohíben está permitido, a cuyas expensas emerge aquello de que los poderes
del Estado facilitan o impiden comportamientos o acciones por acción o por
omisión.
2. El Sistema Total de Salud-Enfermedad (STS-E) en su
integralidad
En primer lugar es necesario tomar todos los componentes que se especi-
ficaron al comienzo de este capítulo y que fue denominado núcleo duro del
STS-E. A fin de tenerlos al alcance, se transcriben a continuación:
a) el Poder Ejecutivo;
b) el Poder Legislativo;
c) el Poder Judicial;
d) el Complejo industrial productor de insumos diagnósticos, terapéuticos y
preventivos;
e) el Complejo industrial - financiero especulativo;
f) el Complejo comunicacional global.
No se volverán a trabajar los componentes que ya fueron descriptos y ana-
lizados en el apartado en que se trató este núcleo duro, solo se señalarán as-
pectos que no fueron tratados antes y algunos componentes importantes que
integran el STS-E que no fueron incluidos en el mencionado apartado.
En tal sentido es necesario señalar que el cuarto componente que figura
en este listado es un complejo que integra el subcomponente industrial con
el profesional corporativo de las profesiones de la salud, sobre todo medicina
y odontología, que agrupa a los facultativos en una perspectiva gremial o de
cámaras empresarias (Federación de Clínicas de Buenos Aires -FECLIBA-,
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
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PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
Federación Médica de la Provincia de Buenos Aires -FEMEBA-, Confedera-
ción Médica de la República Argentina -COMRA-, Asociación Odontológica
Argentina, Federación Médica de la Provincia de Córdoba, etc.).
En definitiva, el cuarto componente se debe denominar complejo industrial
- profesional corporativo y es fundamental tener en cuenta que el subcompo-
nente profesional corporativo es el intermediario fundamental entre el com-
plejo industrial que usufructúa el mercado de la enfermedad y la sociedad. Este
subcomponente es permanentemente manipulado por el industrial logrando
que gran cantidad de sus miembros se transforme en factores activadores del
consumo de sus productos por parte de la sociedad sin reparos en cuanto a los
daños que este consumo puede ocasionar. Esto explica los hallazgos de Star-
field mencionados anteriormente en cuanto a que las prácticas médicas son la
tercera causa de muerte en EE.UU.
Esta situación lleva a pensar en dos cuestiones que no se desarrollarán en
este escrito, solo se las enuncia a fin de motivar la reflexión sobre las mis-
mas: ¿Cómo forman las universidades a estos profesionales para que puedan
desempeñarse así y llegar a estas consecuencias que violentan la confianza que
la sociedad deposita en ellos? ¿Por qué hay tal descontrol por parte del Estado
tanto sobre estos ámbitos académicos de formación como sobre la manipula-
ción de que es objeto el conglomerado profesional por parte del subcompo-
nente industrial?
Es necesario destacar la importancia y la responsabilidad que tiene la Uni-
versidad Pública con relación a la situación de salud de su sociedad que es la
que la mantiene económicamente y la que le entrega sus hijos e hijas para que
los forme en beneficio de ella misma y no para que la traicionen y ayuden a
poner en manos del amoral complejo industrial a fin de que la exprima con
fines puramente lucrativos y haciendo caso omiso con respecto a las secuelas
graves y gravísimas que deja siempre todo tipo de explotación.
Por esta razón puede afirmarse que, en países como Argentina, la Universi-
dad Pública es cómplice de la estructura industrial por los profesionales corpo-
rizados que le entrega y por el silencio que desde sus instituciones académicas
se guarda con respecto a la enfermedad pública que generan los dos complejos
industriales, tanto aquel al que se le acopla el componente profesional corpo-
rativo como al que lo hace el componente financiero especulativo.
2.1. El quinto componente del STS-E
El quinto componente del STS-E implica a toda la sociedad y su nivel de
desarrollo salubrista y sanitarista, entendiendo que salubrista refiere a la salud
positiva y sanitarista a la acción de sanar, o sea que hace mención a la enferme-
dad y sus manifestaciones. Estos conocimientos y prácticas de la población con
respecto a la salud y la enfermedad integran una subcultura específica que ha
sido estudiada por autores tales como Luc Boltanski (1975; 1977), entre otros.
Teniendo en cuenta esta subcultura se puede lograr que una sociedad o una
comunidad incrementen o no su desarrollo salubrista y sanitarista, dado que
tanto en términos culturales como en términos económicos los conglomera-
dos humanos pueden desarrollarse o subdesarrollarse o verse obstaculizados en
sus posibilidades de desarrollo. Es así que una comunidad puede construir un
conjunto de conocimientos y destrezas destinados a promover su salud como
así también a prevenir (evitarlas, curarlas y tratar de solucionar las secuelas)
las enfermedades.
Este tipo de desarrollo puede ser una política de Estado o puede surgir en
las sociedades por las complejas vías y procesos por los que va construyendo
su cultura general. Lógicamente que es responsabilidad del Estado diseñar
una política específica que tenga por objetivo incrementar el desarrollo salu-
brista y sanitarista de su sociedad por dos razones fundamentales: a) respetar
el derecho humano a no enfermar de enfermedades evitables; b) no gastar en
enfermedad total o parcialmente evitable. La evitabilidad de las dolencias evi-
tables depende absolutamente del grado de desarrollo salubrista y sanitarista
de la sociedad nacional.
Este es un tema esencial para cualquier país y da para extensas reflexiones
y señalamientos que no es el caso hacerlos acá. No obstante cabe señalar que
la primer manifestación tangible de voluntad política por parte del Estado
en cuanto a reducir significativamente la carga de morbilidad del país, por la
única vía realmente eficaz que es promover el desarrollo salubrista y sanitarista
de la población, depende de la estrecha vinculación administrativa y operativa
de los ministerios de Salud Pública, Educación y Desarrollo Social. La razón
de esta afirmación estriba en que las acciones necesarias, eficaces y eficientes
para lograr el desarrollo salubrista y sanitarista de una sociedad comienzan en
el ámbito de la familia y de los jardines maternales, continuando luego en la
educación formal primaria, terciaria y universitaria, expandiéndose luego a
todos los ámbitos de la sociedad, incluidos los medios de comunicación de
masas en sus vertientes comunicacionales y de canalización de las acciones de
marqueting de las empresas de productos y servicios.
Hace catorce años (hoy la situación ha empeorado) el profesor Hidalgo
Tuñón (2000), especializado en historia de la filosofía y sociología del co-
nocimiento señalaba en un artículo, con respecto a la idea de desarrollo, lo
siguiente:
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
144 145
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
En Marzo de 1995 se celebró en Copenhague, auspiciada por la
ONU, la cumbre mundial sobre la pobreza. Entre otros datos se
expusieron los siguientes:
a) El número de pobres aumenta casi medio millón por semana.
b) 1.300 millones de personas viven con un dólar diario.
c) 14 millones de niños mueren cada año por enfermedades evitables.
d) El 70 % de la población que vive en la pobreza son mujeres.
e) Aproximadamente el 15 % de EE.UU. y Europa Occidental viven
por debajo del umbral de la pobreza.
Ante tal situación, los cánones de desarrollo en el 2000 deberán
afrontar una serie de circunstancias cada vez más heterogéneas. Esa
es la razón por la que ninguno de ellos goza de una superioridad in-
equívoca sobre los demás. Todos ellos, sin embargo, deben plantearse
el problema de que el desarrollo tecnológico entra en colisión frontal
o en contradicción con la equidad que exige el desarrollo humano,
porque, si es la causa principal del crecimiento económico del primer
mundo, su extensión parece estar provocando la aparición de una
economía mundial desarticulada y de una sociedad abruptamente
dividida en la que unos pocos privilegiados coexisten, mediante una
tregua insegura, con una mayoría de desposeídos (Hidalgo Tuñón,
2000).
También, refiriéndose a su significado y citando al Diccionario de la Real
Academia Española (RAE), anotaba que este vocablo significaba, en dos de sus
acepciones, lo siguiente: 2. Acrecentar, dar incremento a algo de orden físico,
intelectual o moral; 3. Dicho de una comunidad humana: Progresar, crecer
económica, social, cultural o políticamente; y apuntaba a continuación:
Aún ciñéndonos a estos dos sentidos, que recortan a la escala hu-
mana (circular) las ideas más generales de progreso y crecimiento,
basta añadir una especificación adjetiva al concepto de desarrollo
para que surjan mundos enteros de teorías y bibliografía. Hay, en
efecto, desarrollo científico y tecnológico, desarrollo moral, desa-
rrollo económico, desarrollo político, social, desarrollo comunitario
y, en fin, desarrollo humano, personal, cultural o espiritual, por no
mencionar las disciplinas especializadas que toman un determinado
desarrollo (de la inteligencia, del campo, de las emociones o de las
poblaciones) por objeto. Se habla, en este sentido, de psicología del
desarrollo, de desarrollo embrionario o celular, de geografía del de-
sarrollo, de sociología del desarrollo, etc. (Hidalgo Tuñón, op. cit.).
En la señalada obra de la RAE, cuando se vincula el significado de desarro-
llo a la economía, especifica que es la “Evolución progresiva de una economía
hacia mejores niveles de vida”.
Indudablemente, esta definición es absolutamente imprecisa y engañosa
como casi todo lo que se ha escrito o verbalizado sobre economía desde posi-
ciones liberales, capitalistas o conservadoras. A tal punto es falaz que lo que se
observa en el mundo, en los hechos, es que se considera que una sociedad está
más desarrollada económicamente que otra cuando en la primera hay unas
pocas familias que poseen una enorme riqueza material (dinero, valores co-
mercializables y propiedades) superior a la que poseen en la segunda sociedad
las pocas familias ricas que la constituyen. En ambas es también inevitable la
enorme cantidad de familias pobres4
, pero esto último, en el discurso liberal
o de los economistas del capitalismo o de los gobernantes conservadores, no
está vinculado para nada con el concepto de desarrollo económico si bien
fácticamente está siempre íntimamente unido, directa o indirectamente, al
proceso de acumulación de riqueza por parte de esas pocas familias ricas antes
mencionadas.
Lógicamente, una vez puestas las cosas sobre la mesa con esta crudeza, se
hace muy visible lo equívoco del concepto de nivel de vida. ¿A qué se refiere?,
¿a la suntuosidad de las viviendas (cuadros, alfombras, esculturas, etc.)?, ¿al
monto de gastos en una unidad de tiempo (día, semana, mes, año, etc.)?, ¿a la
cantidad de bienes materiales (autos, embarcaciones, aviones, aparatos de TV
en el hogar) que se poseen? Surgen luego preguntas obvias: ¿tiene relación el
nivel de vida así entendido con la calidad de vida?, ¿lo tiene con la felicidad?,
¿hay relación entre el nivel de vida y el haberle encontrado un sentido a la vida
o entre este nivel y el sentido de coherencia que conceptualizó Aaron Anto-
novsky (1987, 1990; Becker, Glascoff & Felts 2009)?, ¿el concepto de nivel
de vida implica alguna respuesta al interrogante que plantea el dolor de haber
nacido sabiendo que tenemos que morir?, ¿un alto nivel de vida, entendido
como producto de la riqueza económica, es una respuesta al interrogante de
por qué vivimos?
Llegados a este punto es fructífero acercarse al pensamiento de Isaíah Ber-
lin (1996) y de Amartya Sen (Sen 1997a; 1997b; 1999). El primero de estos
autores, a mediados del siglo pasado, trabajó sobre dos concepciones impor-
tantes de la libertad: la negativa y la positiva. Para Berlin, prototipo del liberal,
4 El concepto de pobreza es polémico; no obstante, si se apela a la honestidad intelectual y
la objetividad, se deben rechazar las caracterizaciones basadas en lo monetario y en la sub-
jetividad, tomándose como válidos los enfoques basados en las condiciones de vida. Tal vez
el más objetivo sea el elaborado por el sociólogo inglés Peter Townsend (1970, 1984, 1985,
1988; Wagle, 2002) y sus doce categorías que caracterizan lo que él entiende por pobreza en
tanto carencia en: alimentación, vestido, calefacción, electricidad, equipamiento del hogar,
condiciones de la vivienda, condiciones de trabajo, salud, educación, entorno, actividades
familiares, ocio y relaciones sociales.
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
146 147
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
era esencial que la política se centrara en la libertad negativa, entendiendo por
tal lo que a su juicio era el sustrato de la misma: la ausencia de restricciones,
el que todo ser humano debe estar exento de toda posibilidad de que otro
ser humano le imposibilite hacer aquello que pudiera desear, más allá de que
este último esté en condiciones o no de lograrlo, tenga o no lo necesario para
realizarlo.
El propio Berlin hace explícito en sus escritos que la libertad política es
un juicio negativo en tanto implica que a los seres humanos no se les prohíba
hacer lo que deseen o aspiren realizar, independientemente de que sean capa-
ces o estén en condiciones de alcanzar ese deseo o concretar esa esperanza; da
ejemplos: esta libertad como juicio negativo implica que una persona lisiada
está en libertad de caminar erguido, si bien no puede hacerlo por su impedi-
mento físico.
Este razonamiento y tipo de ejemplo es falaz porque considerándolo verda-
dero en el campo de la filosofía política extensivamente se lo pretende válido
para el ámbito de la economía política. En este terreno los pobres no son po-
bres por efecto de procesos de la naturaleza o por propia decisión, los pobres
son pobres porque es el resultado lógico de los procesos económico políticos
por los que un grupo muy reducido de personas, agrupadas en familias, dentro
de cada sociedad han podido acumular riquezas haciendo que una gran mayo-
ría de ciudadanos se quede sumergida en su pobreza original. Hace casi ciento
cincuenta años Marx (1971) explicó este proceso con meridiana claridad.
Este enriquecimiento, de modo burdo o brutal, se inició en los orígenes
del capitalismo, hace aproximadamente cinco siglos, a través de una imposi-
ción prepotente de desposeimiento de lo que esas personas, futuros pobres
inmediatos, poseían (sobre todo, tierras). Luego acaeció todo el largo proceso
de evolución del capitalismo a través primero del imperialismo (otro extenso
conjunto de episodios de desposeimiento inhumano a través de repetidos y
sostenidos genocidios) para luego entrar en la etapa del desarrollo industrial
que, sobrepasada la mitad del siglo XX, comenzó a entrar en crisis como fuen-
te de multiplicación de la riqueza (sobre todo, de recuperación de la acumu-
lación perdida con la gran crisis que abatió a Occidente desde 1929 hasta
fines de la década de 1940) para desembocar, a fines del siglo XX (tres últimas
décadas), en el actual capitalismo delictual que volvió a su grosera estrategia
inicial: enriquecimiento por desposesión, pero en este caso las acciones llevadas a
cabo, que con contumacia pretenden continuar, no se han abatido sobre indi-
viduos sino sobre sociedades enteras de países (en un pasado cercano: México,
Chile, Perú, Brasil, Ecuador, Colombia, Venezuela, Argentina y varios países
silenciosos de Europa Central; en el presente: Grecia, España, Portugal; en
un futuro no lejano: Italia y Bélgica; un poco más allá Inglaterra y un largo
etcétera)5
.
A partir de todas estas reflexiones y señalamientos surge como algo valioso
lo que para Berlin está en el terreno del gran error: la libertad positiva, la li-
bertad de los derechos humanos, la que está en todas las constituciones de los
países que se reconocen libres y soberanos, empezando por Estados Unidos. El
concepto de libertad positiva se vincula indisolublemente con la posesión de las
capacidades humanas básicas (inteligencia, salud, desenvolvimiento cultural)
necesarias para lograr una vida plena y poder aportar al bienestar social o co-
munitario. Es acá que surge con toda su potencia la idea y el principio moral
de respetar, ahora sí irrestrictamente, el derecho de los seres humanos a su de-
sarrollo integral y a estar sanos; también, el derecho a que sus sociedades gene-
ren riqueza colectiva por ser una de las fuentes principales del bienestar social.
No es casual, tampoco tal vez intencional, que en la pormenorizada enu-
meración que hace Hidalgo Tuñón con relación a la aplicación del concepto
de desarrollo a distintas áreas o vertientes (científico, tecnológico, moral, eco-
nómico, político, social, comunitario, humano, personal, cultural, espiritual,
de la inteligencia, del campo6
, de las emociones o de las poblaciones) falte la
salud. En esta enumeración, si bien seguramente no exhaustiva en la intención
del autor, falta aquel derecho y atributo que está más conectado con la vida
y las capacidades humanas, aquel que en su extensión es hoy el más dañado
universalmente a partir de los desequilibrios ecosistémicos y procesos de con-
taminación de la atmósfera, del agua, del mundo vegetal y animal (incluida
nuestra propia especie) con la única finalidad de incrementar las inconmen-
surables riquezas de un grupo muy pequeño de familias o personas (solo el 10
% del total de la humanidad posee el 85 % de la riqueza total del mundo).
Es innegable la importancia y urgencia de vincular el concepto de salud
con el de desarrollo, desarrollo salubrista, que puede ser definido como la evo-
lución progresiva de una cultura (conocimientos, valores, creencias, hábitos, acti-
tudes, comportamientos) hacia mejores condiciones de salud.
5 Antes de continuar es importante hacer una digresión con el fin de remarcar algo signifi-
cativo: en la moderna desposesión no son naciones que desposeen de sus riquezas a las
personas que constituyen las sociedades de otros países, sino personas ricas (banqueros,
grandes accionistas, inversores, dueños de fondos de inversión, etc.), frecuentemente repre-
sentadas o intermediadas por gerentes también ricos pero no tanto como sus patrones, que
desposeen de sus riquezas colectivas (empresas estatales) a esos ciudadanos y ciudadanas
de las naciones desposeídas y estas acciones las llevan a cabo, con frecuencia también, con
la ayuda de los gobernantes de turno de ambas partes. Esto resulta revelador en vinculación
con las reflexiones de Berlin con respecto al concepto de libertad negativa (que ningún ser
humano pueda ser impedido u obstaculizado por otro ser humano etc.).
6 Hace referencia a las teorías del campo presentes en la psicología.
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
148 149
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
El proceso de salud humana es un fenómeno ecosistémico, por lo tanto de
naturaleza social, por esta razón la salud de cada persona (directa o indirecta-
mente) depende, constituye, determina y condiciona la salud de los integrantes
de los conglomerados sociales en que reside, trabaja, emplea su tiempo de ocio
y descansa. Esto impide que ocurra lo que con la riqueza: no puede haber una
sociedad donde un pequeño conjunto de personas o familias tenga una muy
buena salud y un conjunto muchísimo mayor tenga muy malas condiciones
de salud porque los factores y procesos que la determinan (microorganismos,
factores y procesos que impactan psicoinmunoneuro-endocrinológicamente,
la conciencia moral -que se estructura a temprana edad-, los contaminantes
del ambiente, las sustancias tóxicas que se ingieren con los alimentos indus-
trializados, la falta de conocimientos pertinentes, los hábitos patogénicos, etc.)
no reconocen ni respetan clases sociales o niveles socioeconómicos.
Sería excesivamente extenso e impropio del fin de este escrito fundamentar
científicamente (desde la epidemiología y la investigación básica) o plausible-
mente lo expresado en el párrafo anterior, pero es abundante la investigación
y la observación que lo corrobora, además del sentido común.
Indudablemente que ocuparse del desarrollo salubristas de un conglome-
rado social o de una comunidad determinada beneficia a otras personas que
no pertenecen a este conjunto, por la señalada naturaleza social del mismo.
Esto permite ver el valor de todo proyecto comunitario porque con el paso
del tiempo y el agregado de nuevos emprendimientos de este tipo, toda la
sociedad de una región de un país, luego el país entero y luego las sociedades
nacionales de países de la región, si mantienen un progresivo incremento de
proyectos comunitarios de desarrollo salubrista, irán progresivamente alcan-
zando mejores condiciones de salud.
Es la misma racionalidad que orientó la lucha contra la enfermedad. Pri-
mero fueron programas locales, luego fueron incrementando su expansión
territorial nacional hasta que, a comienzos del siglo pasado, se hizo evidente la
idea de que el descenso de la morbilidad en cada país dependía del descenso
en las naciones de la región y se creó la Oficina Panamericana de la Salud (si
se hablara con rigor, la Oficina Panamericana de la Enfermedad, porque ocu-
parse de la salud no es ocuparse de la enfermedad, del mismo modo que salud
no es ausencia de enfermedad).
Es innegable que el incremento del nivel de vida entendido solo como
desarrollo económico no necesariamente se correlaciona positivamente con el
mejoramiento de la salud comunitaria, del mismo modo que si una comuni-
dad cuenta con las condiciones económico sociales tan solo suficientes para
la sustentabilidad de la vida humana en sociedad (adecuada alimentación,
vestimenta y calzado; vivienda digna y sin hacinamiento; buenas condiciones
y recursos para la higiene -personal, del hábitat y barrial-, servicios públicos
de educación, salud e higiene) es dable alcanzar óptimas condiciones de sa-
lud si los estilos de vida (subjetividades y comportamientos) son saludables.
Esto quiere decir que el desarrollo salubrista puede alcanzarse con marcada
independencia de la evolución económica de una sociedad o comunidad. Ex-
presado en términos más cercanos a las ideas de Antonovsky, el desarrollo
salubrista implica los cambios necesarios para que una comunidad se dirija
hacia la constitución de un escenario o ambiente humano salutógeno, aún
cuando el PBI per cápita sea muy modesto pero distribuido con equidad o,
expresado en otros términos, tenga un coeficiente Gini muy bajo y un elevado
grado de sostenibilidad.
Por ejemplo, está probado en múltiples estudios que ya solo el nivel de
educación de las madres se asocia positivamente con las condiciones de salud
de las hijas e hijos y también del núcleo familiar; a mayor nivel de escolaridad
mejores condiciones de salud.
La escolarización de las madres es un aporte no específico al mejoramiento
de las condiciones de salud de una comunidad, pero también se puede avan-
zar mucho más si esa construcción de conocimientos y destrezas generales
para la vida (que esto es lo implicado en el tránsito por la educación formal)
se incrementa con conocimientos y destrezas específicamente vinculados con
el proceso de salud y del bienestar y sus concomitancias. Sobre todo cuando
también estos conocimientos se dirigen a deconstruir todo el marketing del
mercado de la enfermedad: incremento de la hipocondría y el miedo a enfer-
mar, fomento de la autoprescripción de fármacos y la permisividad para la
producción de fármacos de venta libre, incremento de gran número de con-
sultas a los facultativos sin motivación lógica o sensata, inducción y expansión
de la idea de que cuidar de la salud es ocuparse del cuidado de las enferme-
dades y prepararse para cuando uno enferme (saturación vacunatoria, seguros
médicos, afiliación a prepagas, etc.), entre muchas otras estrategias.
Surge una pregunta importante: ¿por qué incide el nivel de escolaridad de
las madres en las condiciones de salud de los hijos, de las hijas y del núcleo
familiar? En los hijos porque su cuidado depende directamente de ella cuando
son muy pequeños; luego influirá a través del desarrollo de hábitos (alimen-
tarios, de uso del tiempo, de pre-visión y prevención de riesgos, de higiene
personal, etc.) y la construcción de conocimientos relacionados con el fomen-
to y el cuidado de la salud que ellas generarán en sus hijos e hijas como así
también por lograr que no adquieran hábitos patogénicos (fumar, uso o abuso
de sustancias tóxicas, desarrollo de pautas agresivas de comportamiento, falta
de higiene especialmente de las manos etc.).
Con respecto a la familia es sabido que, prácticamente en todas las cultu-
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
150 151
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
ras, su agente natural de salud es la madre o el ama de casa. Tal vez esto surja
del hecho de ser ella quien inevitablemente se hace cargo de la gestación y la
alimentación natural del recién nacido, lo que se expande a la alimentación del
grupo familiar y el cuidado de sus miembros enfermos (preparación de dietas,
administración de remedios, etc.).
De estas consideraciones y otras muchas se desprende que la educación de
las madres es un factor fundamental para el desarrollo salubrista. No obstante,
se puede lograr mucho más desarrollo de este tipo cuando el nivel de escola-
ridad de toda la población aumenta (no sólo las niñas, sino los varones y los
adultos en general si no la tuvieron de niños) y más aún cuando a esta vía de
construcción de conocimientos y destrezas no tan específicos se la complemen-
ta con construcciones específicas de conocimientos sobre el proceso de salud.
En situaciones de grandes obstáculos para la buena salud, como es el caso
de las comunidades en situación de pobreza estructural, se debe recurrir a
programas de promoción de la salud y prevención primaria de la enferme-
dad, bien planificados desde perspectivas participativas. Para que esta tarea
sea eficaz y eficiente se deben establecer dispositivos de transferencia, a miem-
bros de la comunidad, de los conocimientos científicos y las correspondien-
tes destrezas técnico-profesionales de reconocimiento y resolución, de baja
complejidad. En el proceso de salud (como en el de la vida, en el que siempre
la posibilidad de muerte emerge solo de la condición de estar con vida) la
posibilidad de emerger la enfermedad parte de la condición de estar sano,
condición cuyo mantenimiento depende de cuestiones muy sencillas como
son los hábitos higiénicos; la buena alimentación; la adecuada alternancia del
trabajo, ocio, descanso y activación del espíritu7
; la no violencia y la paz; entre
tantas otras cuestiones que hacen a la vida humana. La cuestiones de las que la
salud depende son sencillas, lo que no es sencillo y no hace falta conocer para
ocuparse de ellas, son los procesos psicosociobiológicos por los cuales estas
cuestiones generan, aumentan y conservan la salud. Pero de esto también la
ciencia es poco lo que sabe, muy poco. Empírica y epidemiológicamente sí se
conocen sus efectos.
En párrafos anteriores, al aludir a los desarrollos conceptuales de Isaíah
Berlin, también se mencionó al economista Amartya Sen quien en estos últi-
7 Considerando que lo espiritual es lo que surge en el ámbito humano por el contacto entre el
psiquismo, la cultura y el interrogante ¿por qué vivimos? Novalis (Georg von Hardenberg) de-
cía que el espíritu reside allí donde el mundo interior y el mundo exterior entran en contacto.
Lo que se genera en el ámbito del espíritu y la actividad misma implicada (el arte ―en tanto
manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y
desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos de expresión corporal, lingüís-
tica, sonora, pictórica, etc.―, la solidaridad, el compromiso con el bien común, la creatividad,
el filosofar, etc.) es, al menos, protectivo de la condición de salud, cuando no promocional.
mos años fue el primer economista que se ocupó con rigor del problema de la
pobreza, no en vano es el más filósofo de los economistas, con formación aca-
démica en la materia durante cuatro años en el Trinity College, Cambridge.
Por supuesto que, como liberal que es no se ocupa críticamente de la riqueza
ni del por qué y cómo se genera la pobreza en las naciones. No obstante, tiene
la intención de ser un poco más humano en sus consideraciones y concreta al-
guno de sus desarrollos desde la perspectiva de las capacidades humanas plan-
teadas como derecho, o sea, se centra en la libertad positiva. No sería apro-
piado, por razones de extensión, adentrarse en este escrito en las refutaciones
que Sen (1980) hace con respecto a tomar la métrica de los bienes primarios
en tanto satisfactores de necesidades básicas como criterio para reflexionar y
establecer algunos parámetros al tratar el tema de la pobreza y la equidad, tal
como afirmó en su trabajo “Equality of What?” (¿Igualdad de Qué?) diciendo
que “La valoración de la ventaja puramente en términos de bienes primarios
conduce a una moralidad parcialmente ciega” (“Judging advantage purely in
terms of primary goods leads to a partially blind morality.”; 1980: 216). En
las propuestas de Sen se hace central el tema de las capacidades en la lucha por
una sociedad más equitativa, por ejemplo cuando trata el asunto del hambre
(Drèze & Sen, 2002). También ya Adam Smith (1958) en 1776 incluyó como
parte del capital todas las capacidades adquiridas y útiles de todos los habi-
tantes de una nación. Cuánto más se podría valorar en el sentido de Smith el
desarrollo de la neurocognición, cuestión básica y constitutiva del potencial
de desarrollo de capacidades.
En la obra de Sen la alimentación, o el acceso a los alimentos, aparece
como un derecho, planteamiento que se vincula directamente con otro de-
recho humano más básico, integral y de la más alta jerarquía: el de acceder,
desde la gestación y hasta el fin de la pubertad, a un desarrollo normal integral.
Erradicar la pobreza es un objetivo de gran complejidad y de mediano o largo
plazo, cualquiera sea el país que encare esta meta pero, no obstante, pueden
llevarse adelante muchas acciones protectivas de los derechos hasta tanto se
soluciona integralmente el problema de la pobreza. De lo contrario, la pobreza
que adquiere características de indigencia se transforma con el tiempo (dos o
tres generaciones) en estructural8
, con características de perpetuación y de sig-
8 Se emplea acá el concepto de estructural para definir un fenómeno y dinámica social, el de
un tipo particular de pobreza, en la que los factores que convergen para generarla (uno de
ellos, entre muchos, es la falta de dinero) se organizan o se concertan generacionalmente en
los sistemas familiares y/o comunitarios en forma tal que adquieren un potencial sinérgico y
de prosecución con profundización de los daños que la tipifican (en la vertiente física, mental,
social y ambiental de las personas) los cuales no se revierten por la sola incidencia de dinero,
por el contrario, si solo fluyera dinero hacia este tipo de pobreza las familias y comunidades
serían marcadamente perjudicadas.
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
152 153
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
nificativa multiplicación por crecimiento vegetativo (los pobres estructurales
tienen un promedio mayor de hijos por familia que las familias de mayor ni-
vel socioeconómico). Frente a esta pobreza estructural las sociedades plantean
(cuando las plantean) políticas de asistencia social o de progresiva inclusión
social que, en todos los casos, son de muy largo plazo en cuanto a llegar a la
solución del problema. Pero como en esos largos lapsos estas familias tienen
muchos hijos e hijas, la pobreza tiende a aumentar en progresión geométrica
o por lo menos adquiere una dinámica de espiral creciente.
¿Qué es lo más vulnerable dentro de un ecosistema familiar, no reversible y
con consecuencias negativas que se proyectan en forma incremental para cada
persona y su descendencia en el futuro, por lo tanto, cuál es uno de los factores
de mayor peso en la perpetuación e incremento de la pobreza estructural? La
respuesta es simple y contundente: el cerebro de los niños y niñas desde su
concepción hasta el fin de la pubertad, que es el tiempo que lleva la madura-
ción completa del encéfalo. Por otra parte, sobre todo en los primeros años
de vida, es la etapa de mayor desvalimiento de la persona, razón por la cual
se hace más acuciante cuidar que se respete este derecho que debería tener un
artículo específico en los cuerpos legales, nacionales e internacionales, que se
ocupan de los derechos de los niños, niñas y púberes.
El primer derecho humano es a la vida, el segundo es al desarrollo de las
potencialidades básicas (corporales -peso, talla, etc.- y mentales -cognición,
socialización, etc.-) porque de poco sirve si se respeta aquél y no este, razón
por la cual, por ejemplo, un niño o niña que sufre privaciones de los factores
que inciden en su desarrollo cerebral (alimentación adecuada, estimulación
sensorial y afectivo-emocional, ambiente sin contaminantes, etc.) es una per-
sona que está siendo vulnerada en una gran cantidad de derechos dado que
están siendo dañadas sus potencialidades intelectuales y de buena socialización
lo que en un futuro inmediato llevará a que fracase en la escuela, tenga luego
malas inserciones laborales (mala remuneración, inestabilidad laboral, etc.) y,
al llegar a la edad y situación de procrear, no pueda desempeñar con eficacia
las funciones de crianza de su prole y así se irá profundizando el daño en él
mismo y multiplicando a través de sus hijas e hijos, nietas y nietos, etcéte-
ra, en la sociedad. Como bien señaló un destacado salubristas, Charles E. A.
Winslow, que se ocupó de la economía de la salud: “Los hombres y mujeres
se enferman porque son pobres; son pobres porque se enferman, y son más
enfermos porque son más pobres” (Winslow, 1951)9
.
9 Puede resultar de interés al lector o lectora la vinculación entre economía y salud razón por
la cual se consignan los datos bibliográficos vinculados con esta cita y la polémica entre un
economista, Gunnar Myrdal, y un salubristas, Charles Edwad Amory Winslow; al efecto ver
en bibliografía Mushkin 1958.
En el caso de programas de promoción y prevención en neurodesarrollo
infantil con comunidades pobres estructurales se toma en cuenta una cuestión
puntual, junto a otras: la neurocognición en su evolución. El intelecto se ma-
nifiesta en el ámbito de la salud pública por lo menos en dos vertientes:
a) Su incidencia, directa o indirecta, en todo el proceso de salud a tra-
vés de las condiciones de vida que posibilita o determina: una persona
con deterioro o disminuciones de su potencial cognitivo tiene, por esta
razón, impedimentos para construir o adquirir conocimientos, desa-
rrollar hábitos y destrezas para el autocuidado de su salud, carecerá de
las visualizaciones necesarias para activar las alertas frente a situaciones
negativas de su propia salud y de la de los otros integrantes del hogar,
no podrá desarrollar adecuadas y eficaces habilidades en lo que hace
a pautas de crianza y cuidado de las hijas e hijos. Estas falencias inte-
lectuales también serán un impedimento para que logre una inserción
laboral bien rentada y estable, lo cual retroalimentará negativamente
todo lo señalado anteriormente. También carecerá de un adecuado de-
sarrollo de las destrezas necesarias para afrontar con cierto éxito los
problemas de la vida (hacer valer los derechos ciudadanos, participar en
la dinámica sociopolítica, etc.) transformándose así en un ser con mi-
nusvalías y desvalimientos que configurarán un escenario inadecuado
para la crianza de hijas e hijos.
b) En sí mismo, dado que los déficit neurocognitivos implican una anor-
malidad; cuando son evitables y no evitados configuran una irrespon-
sabilidad del Estado y una carga socioeconómica para el país a la vez
que una pérdida de capacidades potenciales aportantes al desarrollo
nacional.
Si se corta el círculo vicioso potencial genético normal-obstaculización de
la actualización de este potencial-capacidad intelectual disminuida-descendencia
con deficiente desarrollo neurocognitivo y se promueve el desarrollo neurocog-
nitivo normal, se posibilitará que los miembros de la comunidad ingresen y
transcurran exitosamente el sistema educativo formal a la vez que logren cul-
minar, hacia el final de la pubertad, su proceso de socialización exitosamente
y se encaminen hacia la adquisición progresiva de pautas de autocuidado de
su salud que, en la juventud, aplicarán a sus hijos y por la simple interacción
social natural y cotidiana a los otros miembros del núcleo familiar, también a
otros miembros de la comunidad individualmente considerados o estructura-
dos en núcleos familiares y en redes sociales espontáneas. Se puede caracterizar
esta transformación como un buen ejemplo de proceso de desarrollo salubrista
el cual, al cabo de un tiempo, hará emerger muchas mejores condiciones de
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
154 155
PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL
salud de toda la comunidad y un mayor bienestar personal y comunitario o
mejores posibilidades de alcanzarlo.
Cualquiera sea el tema de salud que se afronte promocional o preventiva-
mente y en perspectiva intracomunitaria, gradualmente y por fuera o más allá
de los objetivos específicos del programa o proyecto de que se trate, logrará
o generará desarrollos salubristas de la comunidad a través de procesos de in-
teracción social que se pueden denominar, metafóricamente, como efecto de
halo. Este término es definido por el diccionario de la Real Academia Españo-
la como “Círculo de luz difusa en torno de un cuerpo luminoso”, el objetivo
de un programa o proyecto sería el cuerpo luminoso y el halo el desarrollo
salubristas.
Por ejemplo, un proyecto que tenga por objetivo la promoción del neu-
rodesarrollo y un enfoque intracomunitario, por lo tanto participativo, tal
como el que se expone en la segunda parte de este libro, deberá capacitar a
miembros de la comunidad en temas básicos referidos al desarrollo cerebral
desde el período de gestación hasta el final de la pubertad, lo que también hará
necesario capacitarlos con relación a la alimentación de la mujer embarazada y
de la criatura una vez nacida, a las pautas de crianza (estimulación sensorial y
afectivo emocional, juego, progresiva adaptación a normas de comportamien-
to, construcción y reforzamiento de la autoestima, adquisición de hábitos de
higiene personal y ambiental, hábitos alimenticios, etc.), al ambiente del há-
bitat (higiene y conservación de los alimentos, problemas de contaminación
tales como la no utilización de pintura con plomo, prevención de los riesgos y
los accidentes en el hogar, etc.) y a la convivencia familiar (respeto de ritmos
de vida familiar, respeto entre los miembros de la familia, no violencia, etc.).
Todos estos temas, a medida que se los visualiza y se construye conoci-
miento referido a los mismos con los vecinos y vecinas trabajando con los
enfoque y estrategias de Paulo Freire de capacitación de adultos a fin de que se
formen como Agentes Primarios de Salud (APSA), se van entrelazando y van
generando otros conocimientos asociados ya no generados por el equipo pro-
fesional que inició esta capacitación sino por la misma dinámica social de la
comunidad (conversaciones, lecturas, interacciones solidarias de ayuda, etc.) y
por una especie de alerta interesada en la salud, su promoción y la prevención
de daños a la misma, todo lo cual va generando una estructura dinámica de
saberes que son transmitidos a los miembros de otras familias. Progresiva-
mente, toda la comunidad termina configurando un saber popular en salud
familiar y comunitaria que eleva hacia el polo positivo las condiciones de salud
en el conjunto social, lo cual se reflejará en el descenso en ese conglomerado
social de la prevalencia de los emergentes negativos (enfermedades o daños)
del proceso de salud.
Todo programa o proyecto de salud comunitaria es verdaderamente eficaz
(logro de los resultados), eficiente (logro de los resultados con costo decrecien-
te y beneficios espontáneamente crecientes), sustentable (por su bajo costo) y
sostenible (los mismos miembros de la comunidad capacitados como Agentes
Primarios de Salud) cuando logra un buen nivel de desarrollo salubrista epide-
miológicamente evaluable.
Los Agentes Primarios de Salud (APSA) son miembros de la comunidad,
de ambos sexos y de distintas edades, donde se pone en marcha el proyec-
to o programa intracomunitario de salud del que se trate. De acuerdo a la
problemática que sea objeto del emprendimiento se determinará las variables
demográficas en función de las cuales se convocará a las y los integrantes de la
comunidad que quieran sumarse voluntariamente a la actividad.
Por ejemplo, en Chile, hubo programas de estimulación precoz, como los
que generó Juan Marconi, en que las APSA eran mujeres adolescentes de los
barrios carenciados; también los hay en que fueron adultos, como es el caso
del “Programa de estimulación temprana para niños y niñas de zonas rurales
con participación comunitaria” llevado a cabo en Piura, Perú (Huachez Ji-
ménez, Portocarrero Valdiviezo & Sipión Albirena, 2008). También en Chile
hubo programas de obstetricia en la capital y, en zonas rurales, los hubo de
salud animal y de salud vegetal, todos ellos liderados por Vicente Silva.
Los y las APSA son pobladores y pobladoras, residentes en la comunidad,
que voluntariamente manifiestan el deseo de integrarse al programa y tienen
las condiciones intelectuales necesarias (no se pone como condición que ten-
gan un determinado nivel de escolaridad). A partir de esta actitud manifiesta
se trabaja con ellos grupalmente con técnica de taller participativo orienta-
do por los principios de educación de adultos de Paulo Freire (2008, 2007,
2006, 2002). Una norma básica de los mismos es que el conocimiento sea una
co-construcción que surge de la interacción entre el capacitador y las volunta-
rias y voluntarios, a partir de lo que la gente ya sabe. Este aspecto es de gran
importancia: el saber preexistente de los pobladores y pobladoras voluntarios
y la construcción de nuevos conocimientos también por parte del capacitador.
Nunca es suficiente insistir sobre este último aspecto que implica un pro-
fundo cambio de actitud por parte de los profesionales. Al respecto es ilustra-
tiva la forma en que se descubrió la reserpina a partir del conocimiento de una
curadora popular de los Alpes suizos, que daba a sus consultantes hipertensos
un producto vegetal para infusiones, que resultó ser Rauwolfia Serpentina.
Un médico que la visitaba accedió a este conocimiento que le permitió luego
encontrar sus principios activos (un conjunto de alcaloides) que incidía bené-
ficamente en las personas que padecían este problema. También era muy usa-
CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
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  • 1. 120 121 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL CAPÍTULO 5 EL SISTEMA TOTAL DE SALUD-ENFERMEDAD: COMPONENTES, DINÁMICAS, RESPONSABILI- DADES, RIESGOS Y ALTERNATIVAS Enrique Saforcada INTRODUCCIÓN Quienes quieren llegar a conocer o atisbar las razones por las cuales una población se encuentra en una determinada situación de salud habitualmente recurren a indagar u observar, desde un enfoque tradicional de Salud Púbica, los sistemas de servicios de salud de los ámbitos municipales, provinciales o de todo el país. Haciendo este recorte del escenario de la salud, indefectiblemente llegarán a conclusiones erradas o, por lo menos, marcadamente distorsionadas dado que, frecuentemente, por este camino no se llega a visualizar las causas de las causas. En los fenómenos humanos de naturaleza sociopolítica, habitualmente, las causas de las causas están siempre lejos, muy lejos, de la manifestación del fenómeno observado. La comprensión de los problemas de salud se puede alcanzar estando u observando simplemente el sistema de servicios de salud de un país o región; ahora, explicar el por qué de la presencia de tal o cual pro- blema o condición de salud de la población o qué hizo realmente, como causa madre, que tal problema o condición se haga presente ya exige alejarse mucho del mencionado sistema para poder observar todo el escenario y encontrar desde el inicio el encausamiento de los procesos que llevan al fenómeno o situación observada. Esas causas madres se ocultan en las sombras de la vida de los países y del mundo porque son hábil y frecuentemente enveladas –con la intención de proteger a los responsables directos, o por ignorancia– por los responsables indirectos de la salud de las poblaciones que son, sin dudas, las Saforcada, E. (2015). El Sistema Total de Salud-Enfermedad: componentes, dinámicas, responsabilidades, riesgos y alternativas. En: M. de Lellis (Comp.). Perspectivas en salud pública y salud mental. Buenos Aires: Nuevos Tiempos (Capítulo 5, pp. 121-164).
  • 2. 122 123 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL universidades y los profesionales de la salud pero, especialmente, los responsa- bles decisivos: legisladores, jueces y funcionarios gubernamentales, muy espe- cialmente los ministros y secretarios de salud de las diferentes jurisdicciones. Entonces, para poder ver develando las apariencias que encubren o des- dibujan la realidad, una alternativa es involucrar, en el recorte del escenario que se lleve a cabo, la mayor cantidad posible de campos de fuerzas específicas1 y espacios de poder. A esto se lo debe anteceder con la aceptación de una evidencia tangible: la existencia de enfermedad pública, cuya presencia se puede constatar en la in- formación publicada cotidianamente en los medios masivos de comunicación, en revistas científicas y en información epidemiológica, que ponen a la vista daños a la salud evitables. A partir de esta toma de conciencia, es necesario comenzar a hablar y pen- sar en términos del concepto de Salud y Enfermedad Públicas. Este concepto puede ser representado gráficamente y, hasta cierto punto, conceptualmente, a través del xiantian taijitu, el símbolo chino de los primeros tiempos, que re- presenta la vinculación del yin y el yang, las fuerzas contrapuestas del taoísmo y el confusionismo. Por supuesto que el uso de taijitu en ese escrito es estric- tamente metafórico. Gráficamente se lo representa con el siguiente diagrama: Una posibilidad, para usar explicativamente esta figura en su representa- ción del sistema de salud-enfermedad públicas, es acordar que la parte blanca 1 La expresión campo de fuerzas específicas denomina en este capítulo a los espacios organizacionales o virtuales de interacción humana ―claramente identificables dentro de las instituciones, la sociedad y la cultura― en los cuales se pone en juego, a veces más allá de las voluntades individuales, el bien común contrapuesto a intereses sectoriales o la hegemonización de una línea de concepciones y prácticas que, sin evidencias terminantes, se impone a otras posibles. En estos campos se activa la dominación de un subconjunto sobre otro u otros por vías de poderes fácticos (la capacidad de corromper a un decisor o doblegar su voluntad a través de la amenaza de daño) o de poderes imaginarios que apelan o manipulan temores humanos universales (el miedo a la enfermedad y a la muerte, y el miedo al castigo sobrenatural en el más allá, conjunto de temores que otorgan un poder casi ilimitado a las religiones y a la medicina). Dando solo un ejemplo, la educación formal es uno de estos campos de fuerzas específicas a través del cual se puede, por omisión, contribuir al subdesarrollo salubrista de una comunidad o sociedad nacional siendo por el contrario, potencialmente, la fuente principal del desarrollo salubrista y de la autodeterminación sobre su salud por parte de una sociedad o comunidad. representa la salud positiva y la parte negra la negativa, podría ser a la inversa, es indistinto. Lo fundamental es visualizar comprensivamente que, por una se- rie de complejos procesos y cuestiones vinculadas con relaciones de poder del ámbito económico-político y psicosociocultural, también de manipulación de la sociedad, la superficie de un sector y del otro pueden cambiar de proporción pero, inevitablemente, ambas son interdependientes en una relación inversa: si una aumenta la otra disminuye y viceversa porque no pueden aumentar ni disminuir a expensas de algo externo al círculo que natural e inevitablemente los delimita: el círculo representa a la totalidad de la sociedad de que se trate, si disminuye la enfermedad pública o carga de morbilidad, aumentará la salud pública o carga de salubridad. En términos económico políticos, hay una covarianza negativa entre la inversión política y económica que se lleve a cabo para controlar los factores y procesos que generan enfermedad pública (legislación y control judicial con relación a cuestiones bromatológicas, contaminantes ambientales, radiacio- nes, vehículos, tránsito, construcciones urbanas y no urbanas, drogas supues- tamente terapéuticas para la especie humana, etcétera), por un lado, y, por otro, la carga de morbilidad que deba soportar un país sumada a la inversión de recursos (económicos, humanos, edilicios, etcétera) en atención de la mor- bilidad. Para continuar abordando esta cuestión es conveniente desarrollarla en for- ma temática, tomando en cuenta aspectos parciales que convergen hacia su visión integral: la salud de la sociedad o de componentes parciales de la misma subdividida en función de las jurisdicciones gubernamentales (Nación, Pro- vincia, Municipio) depende del Sistema Total de Salud-Enfermedad (STS-E). El primer tema se refiere al núcleo duro del STS-E, luego se considerará la cuestión fundamental de la enfermedad pública para luego volver a tratar más pormenorizadamente este sistema total desarrollando los otros componentes que lo integran, finalizando con una serie de reflexiones de naturaleza política, ética y de sentido común. El núcleo duro del STS-E Este núcleo está constituido por seis componentes, los tres primeros im- plican poderes de iure y los tres últimos involucran poderes fácticos de gran envergadura: a) el Poder Ejecutivo; b) el Poder Legislativo; c) el Poder Judicial; CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 3. 124 125 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL d) el Complejo industrial productor de insumos diagnósticos, terapéuticos y preventivos; e) el Complejo industrial - financiero especulativo; f) el Complejo comunicacional global. En primer lugar es pertinente resaltar que, como se observa, no aparecen dos componentes importantísimos pero que no integran este núcleo duro por la carencia de poder que tienen para modificar la situación: 1) el Sistema de Servicios de Salud; 2) la subcultura salubrista y sanitaria de la población. En segundo lugar se debe señalar que los tres primeros integran, junto a toda la sociedad de la que emana la legitimidad de los dos primeros, el Esta- do2 . Dentro del Estado, el poder político queda en manos del Poder Ejecutivo, que desempeña la función de Gobierno a través de la Presidencia de la Nación y del conjunto de los ministerios Su accionar implica gestionar cotidiana- mente la sociedad dentro del marco de la legislación vigente y cargar con la responsabilidad de velar por el cumplimiento de las leyes. En términos muy generales, el Poder Legislativo, como su denominación indica, es el responsable de sancionar las leyes, elaboradas o presentadas por el Poder Ejecutivo. En Argentina, la ciudadanía también puede presentar un proyecto de ley, pero la Constitución exige que esta presentación esté avalada por el 1,5 % del padrón electoral empleado en la última elección de diputados. Para que las leyes sancionadas tengan vigencia y carácter de obligatorie- dad deben ser promulgadas por el Poder Ejecutivo y publicadas en el Boletín Oficial. No obstante, las leyes son normas amplias y de la mayor jerarquía jurídica que, frecuentemente, requieren de una reglamentación a fin de faci- litar su aplicabilidad y precisar más los objetivos y medios para la puesta en práctica de dicha norma como, por ejemplo, puede ser el caso de determinar las fuentes de financiamiento que la ley demanda para poder ser aplicada. En este aspecto, la elaboración de las reglamentaciones de las leyes es atribución del Poder Ejecutivo. Sancionadas y reglamentadas las leyes, es al Poder Judicial a quien le corres- ponde interpretarlas para hacer justicia y sancionar las violaciones de las mis- mas. De nada vale una ley vigente si una vez que es violada quien la transgre- dió no es sancionado. El Poder Judicial es un poder coercitivo que, finalmente, transforma a las leyes en verdaderos instrumentos eficaces del ordenamiento y regulación de la sociedad, como así también de sus dinámicas en términos de valores, equidad y respeto de los derechos humanos. 2 En el caso del Estado Plurinacional de Bolivia también el Poder Judicial es legitimado por toda la sociedad a través del voto popular. Esto es en teoría, en la práctica se pierde transparencia enturbiándose la independencia de los tres poderes y la ética ciudadana de quienes se hacen cargo de sus funcionamientos. No obstante, desde el siglo XVII-XVIII esta estructura es la única con la que hoy cuenta una sociedad democrática para un funcionamiento aceptablemente equilibrado y socialmente justo en términos de los planteos socio jurídicos, universalmente aceptados en Occidente, de figuras tales como Charles Louis de Secondat -Barón de Montesquieu-, la escuela anglosajona (John Locke, Edmund Burke, Jeremy Bentham, Thomas Jefferson, etcétera) y la Declaración de Derechos de 1689 (Bill of Rights) del Parlamento inglés. Faltan tratar los tres últimos componentes de este núcleo duro, que son de naturaleza muy diferente a los tres anteriores. Estos complejos usan estrate- gias, procedimientos y grupos de presión o lobby para influir en las decisiones de los poderes del Estado y manipulan la opinión pública a través del sexto componente: el Complejo comunicacional neoliberal (televisión, radio, prensa escrita y en línea -online-). Gran parte de las empresas y corporaciones que integran hoy el complejo industrial productor de insumos diagnósticos, terapéuticos y preventivos son las mismas que integraban el complejo militar-industrial que el Gral. Dwight Eis- enhower denunció en su discurso de despedida del cargo de Presidente de los EE.UU. el 17 de enero de 1961: Esta conjunción de una estructura militar inmensa y de una gran industria de armas es nueva en la experiencia Americana. La ascen- dente influencia -económica, política, incluso espiritual- se siente en cada ciudad, cada casa de gobierno Estadual, cada oficina del gobierno Federal. Reconocemos la necesidad imprescindible de este desarrollo. Sin embargo, no debemos caer en la incomprensión de sus graves implicaciones (Public Papers…, 1961: 1038). El concepto de complejo industrial-militar lo acuñó en 1936 el historiador francés Daniel Guérin (1979) quien señalaba a este complejo como una cons- trucción inherente al fascismo y al imperialismo. La idea central del concepto está basada en que, sobre la base de una ideología que prescinde de los valores humanos y del ser humano en tanto sujeto de derechos, se estructura un en- tramado de empresas con ilimitada voracidad lucrativa, estrategias de marke- ting predadoras, generadoras de productos, estrategias y técnicas productivas y extractivas totalmente lesivas para los procesos de la vida y el equilibrio de sus ecosistemas. Este entramado se vincula estrechamente con otros componentes u actores sociales como el poder político, los servicios de inteligencia, las fuerzas armadas CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 4. 126 127 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL y las de seguridad a fin de dominar en ámbitos nacionales e internacionales. De este modo, no tiene límites en las tácticas y estrategias usadas, incluyendo las del Terrorismo de Estado nacional e internacional y los experimentos, pa- togénicos y mortales, con seres humanos inconsultos. La armazón entre estos distintos componentes se realiza con base en la corrupción (los sobornos son parte conspicua de ella) y la idiocia moral de la que habla Bilbeny (1995) que más tarde lo lleva a plantear la necesidad de un mínimo común moral (1997). Es necesario alcanzar aunque sea una somera idea, si bien parcial, de la conformación institucional de este complejo a la vez que contar con algunos indicadores que dan cuenta del perfil ético y del irrespeto a cuestiones elemen- tales de justicia y moral que lo caracterizan. En el desarrollo que se efectúa a continuación se engloba a los dos complejos enlistados anteriormente: el complejo industrial productor de insumos diagnósticos, terapéuticos y preventivos y el complejo industrial - económico financiero. En la realidad, las industrias im- plicadas en ambos complejos integran una única estructura industrial, pero en varias de las empresas implicadas se diferencian distintos tipos de producción en función de lo cual generan diferentes imágenes en la sociedad apareciendo algunas de ellas preponderantemente como fabricantes de productos vincula- dos a la enfermedad (prevención primaria, secundaria o terciaria) no obstante ser también productoras, por ejemplo, de armas letales con fines bélicos (ar- mas químicas, biológicas y nucleares). Es pertinente señalar acá que, como se verá más adelante, toda esta gran estructura industrial implicada en estos dos complejos, son actores centrales en la generación de enfermedad pública. Para entrar en un análisis somero de la conformación y dinámica de estos dos complejos industriales basta con mencionar que cuando se desató la gue- rra de Vietnam (1961-1971) trabajaron para las fuerzas armadas de EE.UU. las siguientes empresas: Down Chemical, Uniroyal, Hercules, Diamond Sha- mrock, Thompson Chemical, TH y Monsanto que, entre otros suministros, proveyeron los productos químicos cuyo espectro se identificó con colores: Agente Naranja, Azul, Rosa y Blanco. Algunas de ellas, como Monsanto y Down Chemical, produjeron el denominado Agente Naranja que fue usado masivamente por parte de Estados Unidos en esta contienda. Este compuesto químico contiene dioxina (2,3,7,8-Tetrachlorodibenzo-p-dioxin; su sigla es TCDD), uno de los venenos sintéticos más poderosos que se han fabricado. Según información de la Cruz Roja (2005) la lista de enfermedades graves que genera la dioxina en los seres humanos es muy larga, a la que se suma las que afectan a la descendencia hasta la tercera y cuarta generación. La Dra. Jeanne Mager Stellman y su equipo, de la Universidad de Columbia, han realizado múltiples estudios en años recientes dando cuenta de estos graves daños a la salud de millones de personas entre vietnamitas, militares norteamericanos y militares de otras nacionalidades que intervinieron en esa guerra (Stellman, Stellman, Stellman, Weber, Tomasallo & Christian, 2003, 2002; Stellman, Stellman, Koenen & Sommer, 2000a, 2000b). Retrocediendo en el tiempo y tomando en cuenta lo señalado por Guérin (1979), durante el gobierno de Hitler en Alemania, tuvieron una participa- ción directa en la actividad bélica y en el exterminio de personas en los campos de concentración las siguientes empresas químicas, químico farmacéuticas y de otros rubros: Bayer, Hoechst, BASF, AEG, Siemens, Daimler Benz, BMW y otras agrupadas en 1925 en el conglomerado empresario llamado IG-Far- ben. Este holding fue el que desarrolló y fabricó el gas venenoso “Zyklon-B”, elaborado en su planta de Degesch y usado en las cámaras de Auschwitz, entre otros campos de exterminio. Demás está señalar que varias de estas compañías son hoy las mismas que intervienen en el mercado de la enfermedad y que forman parte de este complejo industrial productor de insumos diagnósticos, tera- péuticos y preventivos que sostiene y promueve este mercado. No hace falta entrar a analizar en detalle las situaciones en que se hace evidente la presencia del mismo y su accionar, alcanza con leer los diarios de Argentina y de otros países de la región. Por dar un ejemplo, las actividades de la mencionada Monsanto y sus productos: herbicida Roundup -su principio activo principal es el glifosato-, soja transgénica, la hormona sintética soma- totropina bovina o rGHB recombinante (prohibida en Canadá y la Unión Europea), entre otros, y los riesgos que implican para la salud humana y la vida de múltiples especies (Robin, 2008; Ho, 2005; Kaczewer 2002). Al irrumpir el neoliberalismo en el escenario mundial, las empresas inte- grantes de este complejo industrial se articularon con las que integran el otro complejo, el financiero-especulativo (bancos, fondos de inversión, fondos de pensión y empresas de producción de materias primas en crudo y comerciali- zación especulativa como, por ejemplo, Cargill Worldwide o GlencoreXstra- ta). Esta articulación de ambos complejos explica, por otra parte, la disminu- ción de la incidencia de los salarios en el Producto Bruto Interno de casi todos los países de Occidente, la disminución del empleo y la no inversión de las empresas de producto en sus propios desarrollos, por haber sido penetrada su ideología y cultura empresaria por los criterios y aspiraciones del lucro especu- lativo financiero desregulado y la financiarización de las economías nacionales. Esta es una de las principales razones por las cuales el derrumbe en 2008 de la estructura especulativo-financiera de EE.UU. arrastró a un número impor- tante de grandes empresas industriales: tenían gran parte de su capital inver- tido en la especulación. La racionalidad última del mundo de la especulación financiera está en multiplicar la riqueza ilimitadamente, lo cual deteriora aún CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 5. 128 129 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL más los frenos éticos o morales de quienes conducen las empresas industriales o a que las empresas seleccionen para sus cargos de conducción a personas con perfiles psicopáticos o, directamente, a idiotas morales. Finalmente, es necesario adquirir lucidez y colaborar para lograr su desa- rrollo en las comunidades con las que se trabaja y en la sociedad en general con respecto al sexto componente del núcleo duro del escenario de la salud y enfermedad públicas, el complejo comunicacional global. Es interesante tomar en cuenta lo que señala Manolo Monereo Pérez, profesional de la abogacía y las ciencias políticas, cuando analiza el problema denominado erróneamente globalizaición: Si algo queda claro de los “papeles de Wikileaks” o del “asunto Snow- den” es que el “complejo integrado” comunicacional es un arma de guerra que engarza sólidamente a los poderes políticos, económicos, servicios secretos, los medios en versión completa, y los pone a dis- posición de las opciones estratégicas de las grandes potencias. Los EE.UU. han llegado a tal sofisticación, a tal capacidad de actuar en diversos planos y espacios, que convierten al mencionado complejo en un instrumento de poder solo comparable con el dispositivo po- lítico-militar. (Monereo Pérez, 2014). Este complejo está integrado por conglomerados mediáticos locales y ex- tranjeros, de gran poder fáctico y económico, que intermediados por distintas estructuras asociativas (Sociedad Interamericana de Prensa –SIP–, etc.), vin- culaciones empresarias o instituciones no visibilizadas (servicios de inteligen- cia civiles y de fuerzas armadas o de departamentos o ministerios de defensa, etc.) actúan en red y replican las noticias que tienen por objeto defender sus conglomerados, incrementar la sensación de inseguridad, desestabilizar go- biernos y, fundamentalmente, manipular la opinión púbica tratando de po- nerla a favor de los designios y necesidades de las concepciones, prácticas y designios del neoliberalismo y los poderes neocoloniales. En el caso del ámbito de la salud, este complejo no solo da protección a los otros dos complejos, el industrial y el financiero especulativo, sino que influye a través de acciones comunicacionales de un verdadero marketing -a través de noticias, suplementos y programas de TV- que tiene por objetivo el incremento de la hipocondría en la población a la vez que la profundización y expansión del sometimiento irrestricto al poder médico, que también se irradia a las otras profesiones de la salud (odontología, psicología, etc.) y que pone a la sociedad en el altísimo riesgo de someterse a las modas médicas, odontoló- gicas y psicológicas que, sin la menor evidencia científica ni fundamento de sentido común, se imponen a las poblaciones. Se podría dar un sinnúmero de ejemplos de este poder si se tomara en cuenta la historia de la medicina y la odontología, pero basta con usar la me- moria para personas que hayan nacido en las décadas del 30 y 40 del siglo pasado en Argentina para recordar el sometimiento a la amigdalectomía a los niños en la edad del comienzo de la escuela primaria a la segunda o tercera angina hasta que la pediatría observó que traía problemas secundarios más importantes que el mismo problema que se buscaba resolver. Gran parte del conocimiento que los profesionales de la salud emplean en sus prácticas diarias es de naturaleza empírica, o sea, el que se adquiere por ensayo y error, también el que se establece por vía de la imitación o replica- ción (la difusión del conocimiento por modas o costumbres profesionales en boga por un tiempo). Esto lleva a establecer un lapso de alto riesgo para la población, que es el que va desde el ensayo hasta que se hace evidente el error; este espacio de tiempo puede implicar meses o años, lo que lleva a que toda la población atendida durante el lapso del ensayo corra el riesgo de las conse- cuencias del error. Este período de ensayo se ve agravado por las características del conoci- miento preponderante en el campo de las ciencias de la salud en cuanto a los niveles y perspectivas desde las cuales se actúa. Por lo general no va más allá del nivel molecular y de los límites de lo parcial. La teoría general de los sistemas no ha entrado aún en las carreras universitarias de ciencias de la salud, el atraso es de no menos de ochenta años. Los conocimientos parciales prescinden de los efectos colaterales o secundarios de sus aplicaciones concretas. Al respecto hay que tener en cuenta que, en Occidente, el avance científico y técnico en general, pero particularmente en el campo de la biología, se ha llevado y se lleva a cabo por el camino de la dureza, de la violencia, de tecno- logía injuriosa para los procesos de la vida y sus requerimientos ecosistémicos y orgánicos, como bien queda planteado en el libro editado por Ashis Nandy (1988) titulado Science, hegemony and violence, particularmente en el capítulo 5 escrito por Manu L. Kothari y Lopa A. Mehta, “Violence in modern medi- cine”. El método del ensayo y error usado con seres humanos y tecnologías de alto riesgo, inmediato o a mediano y largo plazo, destinadas al campo de la salud humana es una cuestión que explica en gran parte el incremento de la enfermedad pública generada por los sistemas de servicios de salud que, a su vez, plantea un problema moral enorme, moralidad que es avasallada con el artificio del consentimiento informado empleado para la investigación por el método de ensayo y error empleado para la investigación humana con pobla- ciones pobres de muy baja escolaridad. CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 6. 130 131 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL A pesar de estos significativos riesgos, las poblaciones se someten mansa- mente, acríticamente, a las decisiones del poder médico y de las otras profe- siones de la salud. Esta actitud y comportamientos de sometimiento de las sociedades a estos poderes es también producto del accionar del complejo comunicacional global. En la dinámica de las relaciones de poder dentro del núcleo duro del es- cenario de la salud y enfermedad públicas reside la posibilidad concreta, por parte de un país, de solo sobrellevar una carga de morbilidad natural (la en- fermedad inevitable con los recursos de los que dispone ese país) o, por el contrario, tener que soportar una carga de morbilidad sobredimensionada en función de la enfermedad pública. De todo los expresado en este escrito se desprende que la enfermedad pú- blica y su génesis están intrínsecamente vinculadas al encubrimiento llevado a cabo por los grupos de poder implicados y al desconocimiento por parte de la sociedad acerca de su existencia y sus procesos de desencadenamiento. Una misión éticamente ineludible para las ciencias de la salud es develar esta realidad trabajando con las comunidades. También a través de la actividad académica para quien la tenga y por medio de la interacción con la sociedad para quienes, teniendo acceso a medios de comunicación de masas, puedan poner en evidencia pública estos procesos de acumulación de riqueza a costa de la salud de la población. 1. El concepto de enfermedad pública Alrededor de 1848, en Europa, durante los levantamientos liberal-burgue- ses de la época, un grupo de jóvenes médicos de diversos países denunciaron a la medicina tradicional y a los gobiernos como cómplices en el mantenimiento de las malas condiciones de salud de sus sociedades. En Alemania, como parte de este proceso, se inició el movimiento de la Reforma Médica y la edición de un periódico nombrado con esta denominación, La Reforma Médica, del cual se imprimieron pocos números pero que fue muy fértil en sus contenidos. Entre las figuras principales de este movimiento, editorialistas en el periódi- co mencionado, figuran Solomon Neumann (1819-1908), Rudolf Virchow (1821-1902) y Rudolf Leubuscher (1822-1861). Neumann decía que: (…) la mayor parte de las enfermedades que impiden el disfrute completo de la vida o matan a un considerable número de personas prematuramente, no se debe a causas naturales sino más bien a con- diciones sociales producidas artificialmente. (Neumann, 1847 ápud Rosen, 1985: 82). Habiendo afirmado antes que: (…) la ciencia médica es intrínseca y esencialmente una ciencia so- cial, y mientras esto no se reconozca en la práctica no seremos capa- ces de disfrutar sus beneficios y nos tendremos que conformar con una concha vacía y una simulación. (Neumann, 1847 ápud Rosen, 1985: 80). Por la misma época, Virchow afirmó que la política no era más que la me- dicina en gran escala. Este eminente médico y científico afirmaba que había epidemias naturales y epidemias artificiales, marcando que eran mucho más prevalentes estas últimas. Para él, las epidemias artificiales eran consecuencia de las dañosas políticas públicas implementadas por los gobiernos y la falta de ciertas disposiciones que regularan cuestiones que ya había señalado en el siglo anterior y comienzos del XIX Johan Peter Frank en sus esfuerzos por de- sarrollar una perspectiva higienista moderna que diera orientación a la puesta en práctica de la responsabilidad de los gobiernos con respecto a la salud de sus pueblos. Todos estos señalamientos de la primera mitad del siglo XIX no hacen más que hablar de problemas vinculados directamente con lo que en este escrito se denomina enfermedad pública. Es un problema que ha sido visualizado hace más de ciento cincuenta años pero que, con posterioridad a los pioneros de la medicina social, no se ha tomado en cuenta a pesar de que la enfermedad pública ha aumentado su prevalencia en forma exponencial desde el inicio del siglo XX. El incremento acompañó al desarrollo del capitalismo como conse- cuencia de sus múltiples estrategias y tecnologías de generación y acumulación de riqueza; sobre todo, las generadas a partir de mediados del siglo XVIII hasta hoy. El concepto de enfermedad pública involucra a toda la morbilidad humana que los poderes del Estado podrían evitar poniendo en juego los recursos (eco- nómicos, tecnológicos, de conocimientos, humanos, etc.) de que disponen en el momento o período histórico de que se trate pero que, no obstante, no im- piden o se desentienden de hacerlo por negligencia o ignorancia o por razones espurias (corrupción, brindar protección a quienes o quien la genera, etc.). Esta situación de permisividad ante la enfermedad evitable es curiosa o preocupante, depende de la perspectiva ciudadana desde la cual se la observe o se la piense. Asimismo, es un componente importante de las configuraciones CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 7. 132 133 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL ideológicas de los ciudadanos en general y, en particular, de los políticos y de los estamentos dirigenciales de las universidades públicas donde se forman los profesionales y técnicos que, preponderantemente, serán los futuros decisores en el ámbito de los tres poderes del Estado. 1.1. La insidiosa etiología de la enfermedad pública La desmesura del incremento de la enfermedad pública ha sido provocada por la convergencia de múltiples y muy diversos factores. A modo de síntesis, se pueden efectuar dos grandes agrupamientos de los mismos a fin de ofrecer una primera base o camino de comprensión del proceso: a) los desarrollos tecnológicos y productivos basados en el uso de diver- sos tipos de radiaciones electromagnéticas, ionizantes y no-ionizantes, usadas en infinidad de aplicaciones prácticas (algunas de uso masivo por la población como los celulares, ciertos tipos de pantallas de TV y monitores de PC, etc.); la fabricación de sustancias químicas y mate- riales sintéticos o extracción de minerales profusamente utilizados para la manufactura de infinidad de productos (remedios, conservantes, co- lorantes, aislantes de temperatura, envases alimentarios, materiales u implementos para la construcción, etc.), muchos de ellos con un gran poder nocivo para la especie humana, condición que el común de la gente ignora, las empresas ocultan y los gobiernos no legislan para pro- teger la salud humana. b) la eficaz y profunda dominación de los gobiernos por parte de los com- plejos industriales y financieros especulativos (más adelante se ahonda la caracterización y reflexión sobre los mismos) que los han puesto al servicio de sus insaciables intereses lucrativos obligándolos, por vía de la corrupción y/o la amenaza de desestabilización, a entregar a sus res- pectivos pueblos como objetos de mercado de estas estructuras empre- sariales, generalmente transnacionales. Si los gobiernos en los distintos países y jurisdicciones nacionales hacen grandes esfuerzos para resolver el problema que plantea la demanda por en- fermedad que la población cotidianamente activa y, a su vez, hacen también esfuerzos (si bien hay que reconocer que mucho menores) para prevenir la enfermedad por los medios tradicionales (fundamentalmente las vacunas, que hay que reconocer que también son un negocio industrial y una actividad de mercado, lo cual distorsiona su utilización), cabe la siguiente pregunta: ¿Por qué estos gobiernos se preocupan tanto por resolver los problemas cuya gran mayoría, por omisión y por acción, ellos mismos permiten que se generen? ¿O será que parte esencial para la avidez de los usufructuadores nacionales e inter- nacionales del mercado de la enfermedad es que el Estado les entregue no sólo la sociedad atada de pies y manos sino también los dineros públicos que salen de los bolsillos de esa misma sociedad que el Estado permite que enfermen los buscadores de lucro de otros muchos mercados (alimentos, telecomunicación, transporte, industrias contaminantes, producción agropecuaria, etc.)? Cuesta aceptarlo, porque resulta de una enorme perversidad, pero es así. Señalado esto, es necesario pasar a pormenorizar, a grandes rasgos, las vías a través de las cuales se genera la enfermedad pública, lo que determina su naturaleza y los ámbitos en donde se la fomenta de modo directo e indirecto. Lo que sigue no se apoya en investigación científica (con la cual sería pri- mordial contar para cualquier voluntad política de cuidar el bienestar de los ciudadanos, ciudadanas y sus familias; también para la voluntad de alcanzar un desarrollo nacional pleno) sino en la pura observación y el sentido común, esencial fuente de conocimiento que, entre otras cuestiones, posibilita la vida cotidiana de los seres humanos. Es oportuno tener en cuenta que el contenido de este escrito implica solo un ensayo que se escribe a fin de dar pie al desarro- llo de una posterior reflexión apoyada en investigaciones dirigidas a los puntos clave de la temática y de los problemas que acá se plantean. La mayor parte de las condiciones de salud en las sociedades occidentales depende de once grandes dimensiones, interrelacionadas y sinérgicas, en tér- minos de las cuales interactúan quienes la conforman (personas y sus distin- tos tipos de agrupamiento, instituciones, los poderes del Estado y quienes lo detentan): Educación, Cultura, Justicia, Alimentación, Vivienda, Medioam- biente, Trabajo, Ocio, Movilidad, Seguridad y Salud. El orden en que han sido anotadas no responde rigurosamente a una jerarquización en términos de su poder de determinación de las condiciones de salud de la población, pero casi. No cabe duda que la más determinante es la educación y entre las menos determinantes está la salud (que hasta hoy, en la práctica no en la retórica, es poco más o menos pura enfermedad). Es importante tener presente que estas dimensiones también están im- plicadas en los procesos de génesis de la enfermedad pública. No obstante, si se lo analiza desde esta perspectiva el proceso en cuestión se vuelve un tanto difuso. Por lo tanto, es importante entrar en su examen más cerca de planos concretos. En tal sentido, una primera observación es que la enfermedad pública es medible y evaluable desde el punto de vista epidemiológico, de su costo eco- nómico, de lo que implica como obstáculo para el desarrollo nacional, del sufrimiento humano que involucra y de lo que envuelve en cuanto a violación de los derechos humanos. CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 8. 134 135 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL Una segunda cuestión es comenzar a dar algunos primeros pasos en el camino reflexivo que lleve a una visualización más clara del problema. En tal sentido se propone tomar en cuenta catorce grandes agrupamientos que involucran las muy diversas vías por las cuales se genera enfermedad pública en la cotidianidad3 : 1.- El espacio de la salud (los sistemas de servicios de salud, suplementos y programas de salud de los medios de comunicación de masas -escritos, radiales y televisivos-, las instituciones académicas de formación, investigación y extensión de los profesionales y técnicos de las ciencias de la salud, etc.). [La enfermedad pública se viabiliza a través, por ejemplo, de la generación de información epidemiológica negativa y control de vectores con ausencia de epidemiología positiva y promoción de fortalecedores; del incremento de la hipocondría en la población con la finalidad de incrementar la demanda de atención y la vulnerabilidad de la población ante el poder médico y psicológi- co, a través del miedo al sufrimiento y la muerte. También inciden la autori- zación de drogas y especialidades medicinales prohibidas en los países donde residen las casas matrices de las empresas productoras, sumado a la permisivi- dad para el incumplimiento de la obligatoriedad de la presentación de rece- ta médica para su venta en farmacias; los relevantes desarrollos tecnológicos diagnósticos -generalmente injuriosos- por sobre los desarrollos terapéuticos realmente eficaces; la carencia de estudios sistemáticos, amplios y diversifica- dos sobre la iatrogenia negativa del funcionamiento cotidiano del conjunto de sistemas de servicios de salud de cada país; etcétera. Como afirman los Dres. Bárbara Starfield y Juan Gérvas (2009): La prevención cuaternaria (el evitar los daños que causa la activi- dad médica) se convierte en central, tanto en el campo curativo, diagnóstico y terapéutico, como (irónicamente) en el propio de la prevención. Lamentablemente, muchos médicos y la mayoría de la población creen que vale la pena casi todas las novedades tecnológi- cas en el campo de la curación y de la prevención y las aplican, o las piden, convencidos de que son beneficiosas, o de que al menos no hacen daño. En la práctica se llegan a ignorar los daños inherentes a toda actividad sanitaria, curativa o preventiva, como si existieran algunas actividades “mágicas” plenas de beneficios y carentes de per- juicios. (Starfield & Gérvas, 2009: 36). 3 Para cada agrupamiento se señala: a) su denominación; b) cuando es pertinente, entre paréntesis, se señalan sus componentes o algún elemento que aclara el concepto; c) entre corchetes se desarrollan ciertas características, algunos ejemplos o se describen ciertos pro- cesos que potencial o realmente implican la generación de enfermedad pública, pero estas observaciones no agotan en lo más mínimo las problemáticas que el agrupamiento engloba. Es importante leer los trabajos de Starfield, miembro del Department of Health Policy and Management, Johns Hopkins School of Hygiene and Pu- blic Health -hoy llamada Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health-, como el publicado en el año 2000 (Starfield, 2000) en el que informa que las prácticas médicas son la tercer causa de muerte en EE.UU., sobre todo por las consecuencias adversas de los remedios. Téngase en cuenta que Starfield solo toma en cuenta la mortalidad, no la morbilidad o el agravamiento de morbili- dades; sumándole estos dos tipos de consecuencias adversas seguramente que la cuantificación del daño sería mucho más sorprendente. Otra de las vías de desarrollo de enfermedad pública en el ámbito de la salud es la experimentación de drogas en poblaciones hospitalarias del sector público, generalmente personas pobres y de poca escolarización, con lo cual el consentimiento informado queda desvirtuado y se transforma en un simple engaño que permite graves violaciones de los derechos humanos. Las leyes que regulan estas investigaciones clínicas deberían prohibirlas para empresas extranjeras y para las nacionales deberían exigir que la investigación solo se autorice si se la lleva a cabo con personas con escolaridad universitaria com- pleta, de modo que sea un poco más veraz lo del consentimiento informado, dado que implica la comprensión de la farmacodinamia de la droga que se administrará y los consecuentes riesgos potenciales. Como casos extremos, pero no infrecuentes sino solo que ocultados por mucho tiempo, se pueden mencionar experimentos humanos llevados a cabo con poblaciones privadas del poder de decisión (niños de orfanatos, internos de leproserías, soldados, pacientes de hospicios, trabajadores rurales analfabe- tos, etc.). Estos experimentos implicaron en muchos casos dejar evolucionar, hasta la muerte, la enfermedad inducida para poder observar el proceso com- pleto de su evolución. Tales fueron, por ejemplo, los estudios que dirigió el médico John Charles Cutler en su función de miembro del Departamento de Salud y Servicios Hu- manos (HHS-US Departament of Health & Human Services) de EE.UU., con la anuencia de la Oficina Sanitaria Panamericana, de la cual llegó a ser Director Adjunto en 1962. Estas experimentaciones se desarrollaron en Gua- temala inmediatamente finalizada la segunda guerra mundial, con relación a enfermedades venéreas, especialmente sífilis y gonorrea. El 3 de octubre de 2010 fueron puestas a la luz por Susan Reverby, historiadora que ejerce la do- cencia en el Wellesley College de EE.UU. En este experimento fueron inocula- das o contagiadas 1.308 personas, entre ellas “soldados, prisioneros, enfermos mentales y sexoservidoras” así como “niños huérfanos del Hospicio nacional y niños escolares en el Puerto de San José” (Comisión Presidencial…, 2011: 06). Del total de personas contagiadas, solo 700 fueron sometidas a trata- CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 9. 136 137 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL mientos médicos y por lo menos en 600 se dejó evolucionar las enfermedades libremente llevando a la muerte a 83 de ellas (Ibídem; Presidential Commis- sion…, 2011). También Francia (Lichfield, 2010) y EE.UU. (Carmona, 2004) experi- mentó sobre los efectos de la radiación en los seres humanos y/o con armas bacteriológicas, por supuesto que sin conocimiento por parte de los sujetos de estas experimentaciones. Dentro de estos ensayos humanos tienen especial relieve los desarrollados en Puerto Rico, con el patrocinio de la Fundación Rockefeller, bajo la dirección del médico norteamericano Cornelius P. Rhoads (Carmona, 2004).]. 2.- El espacio de la pobreza y sus muy distintas formas de manifestación o ca- racterísticas constitutivas (actores sociales que participan en la generación de la po- breza y los procesos de exclusión junto a las sistémicamente inseparables estrategias y formas de supervivencia desarrolladas por las personas, familias y comunidades llevadas a la pobreza por acción o por omisión). [Entre las distintas formas de pobreza, resulta de gran importancia la de- nominada pobreza estructural o miseria, ya señalada por Johann Peter Frank (1790) como el principal origen de las enfermedades. Es una problemática que va más allá de la carencia económica; se trata de una entidad polimórfica con progresivo agravamiento en tanto sufrimiento y abundancia de daños a nivel biológico y neuropsicológico, psicosocial, psicocomunitario, ambiental y cultural. Se desarrolla en el seno de la dinámica familiar y la interacción de la familia con el ambiente donde reside, generando un particular estilo de vida que obstaculiza el desarrollo pleno del potencial humano genético y espiritual. Asimismo, su naturaleza procesual intergeneracional y sindrómica se debe a que los procesos que la generan y perpetúan son inherentes al trazado y mantenimiento de los lineamientos económico políticos propios del liberalis- mo conservador, ahondados por el neoliberalismo, que generan pobreza como consecuencia inevitable de las acciones, tecnologías y estrategias empleadas para la acumulación de riquezas por parte de determinados estamentos de la sociedad. También sus causas están en la misma dinámica cotidiana de la sociedad que, una vez que se integran estas comunidades de pobres, por sus mismas características, se les imposibilita el ejercer sus derechos ciudadanos u orga- nizarse políticamente para reclamar por sus daños y sus derechos humanos o para configurar estrategias de acceso al poder. Sobre todo, se les coartan las posibilidades de alcanzar un desarrollo humano integral cercenando aspectos fundamentales que hacen a la calidad de vida y el bienestar (Saforcada, de Lellis & Mozobancyk, 2010).]. 3.- El espacio de la ingesta e inhalación de productos (alimentos, bebidas y sustancias adictivas legales). [La enfermedad pública es viabilizada por su naturaleza, producción, transporte y comercialización; condiciones de higiene y conservación; carac- terísticas de los procesos e ingredientes usados en su industrialización tales como conservantes, colorantes, etc., todos ellos tóxicos; ausencia o presencia y características de la legislación bromatológica vigente; el material de los en- vases, como los elaborados a partir del policloruro de vinilo, más conocido como PVC -en inglés: polyvinyl chloride-, el cual contiene componentes can- cerígenos y que dañan el sistema inmunológico, entre otros efectos patógenos; la publicidad para incentivar consumos desaprensivos; etcétera]. 4.- El espacio de los ambientes habitacionales y sus servicios públicos (en síntesis, y en forma más global, el hábitat familiar humano). [La relación entre este espacio y el desarrollo de la enfermedad pública ocurre, entre otros procesos o factores, a través de la contaminación del am- biente del hogar o del hábitat familiar (suelos contaminados, instalaciones de gas no autorizadas, pinturas tóxicas, etc.); de la carencia de suministro de agua potable, cloacas y luz; del alto riesgo instalado del hogar permitido por dispo- siciones gubernamentales o por omisión de ellas, sumado a la falta de percep- ción del riesgo por parte de los adultos y la carencia de acciones educativas al respecto, etcétera. Un dato significativo es que, por ejemplo, en las guardias pediátricas en Argentina aproximadamente el 50 % de las prestaciones implica niños y niñas accidentados en el hogar (electrocuciones, quemaduras, trauma- tismos, etcétera).]. 5.- El espacio de los ambientes urbanos y peri-urbanos, generales y barriales. [En estos ambientes, la enfermedad pública es favorecida por la presencia de tecnologías y estrategias de manejo de los residuos que resultan contami- nantes y que están permitidas -por acción y omisión- o risiblemente penali- zadas; la falta de pre-visión; el asentamiento o desplazamiento de personas, voluntario o involuntario, en zonas contaminadas; el Riesgo instalado en los espacios públicos -eléctrico, de potenciales traumatismos-; etcétera.]. 6.- El espacio de la movilidad humana (el tránsito peatonal y el vehicular estándar y de transporte de pasajeros, animales y cargas). [Las normas de tránsito, los sistema y exigencias para la entrega de las autorizaciones para conducir, los sistemas de penalidades por violaciones a las normas de tránsito, entre otros, son problemas que se reflejan en las tasas de mortalidad, que adquieren mayor relieve cuando son calculadas en función de años de vida útil perdidos, y en las tasas de discapacidad.]. CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 10. 138 139 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL 7.- El espacio de la seguridad frente al delito y la protesta social. [La morbilidad evitable por el poder del Estado se relaciona, en este espa- cio, con la inadecuación de los reglamentos, la capacitación y los modos de proceder del personal de las instituciones encargadas de la seguridad, así como a través de una evaluación psicológica ineficaz de los postulantes al ingreso en estas instituciones, no evitando la incorporación de personas con personali- dades psicopáticas. El mismo problema se plantea con las instituciones peni- tenciarias con respeto a la salud de los internos y, al ser externados, los daños a la salud de otros miembros de la sociedad por no haber cumplido con su finalidad esencial: resocializar, generar instancias y recursos de prosocialidad y no de antisocialidad. Etcétera.]. 8.- El espacio de la seguridad vinculada con la soberanía nacional. [El desempeño de este tipo de seguridad afecta a la génesis de la enferme- dad pública a partir de sus instituciones y las leyes y políticas que regulan y marcan sus objetivos, alcances y límites del accionar de las Fuerzas Amadas. También en este caso son esenciales los procedimientos de evaluación psi- cológica de los postulantes al ingreso en las correspondientes instituciones militares, en tanto deberían evitar el ingreso de sujetos con personalidades psicopáticas para que, entre otras cuestiones, no obren a modo de los huevos de la serpiente que eclosionaron en las dictaduras genocidas de nuestra región en las décadas del 60 y 70. Otro aspecto relacionado a la seguridad nacional con graves implicaciones de la enfermedad pública es la permisividad o no permisividad con respecto a la industria, actividades bélicas (preventivas o activas) y el accionar de los servicios de inteligencia y sus formas civiles encubiertas, como así también las estrategias, acciones y avances encubiertos del imperialismo de la OTAN (Organización del Atlántico Norte) en la región de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). El tema es muy amplio, siquiera para esbozarlo en este escrito, pero una extensa y documentada exposición del mismo se encuentra disponible para aquél que quiera profundizarlo en los libros de Luzzani (2012), Calloni (2005 y 2012) y Harvey (2007). El problema abarca desde las permanentes acciones de desestabilización de los gobiernos progresistas -como la que está ocurriendo en Venezuela en este momento, febrero de 2014- con un saldo de muertes y gran cantidad de personas heridas y maltratadas, además de un incremento generalizado del estrés poblacional.]. 9.- El espacio de las actividades laborales (de servicios, producción industrial, etc.). [El ámbito laboral influencia directamente en la corrosión de la salud a partir de la inadecuación ergonómica de los ambientes, objetos y dispositivos de trabajo; de la inseguridad y desprotección física, moral, económica, psico- social y emocional de las personas; de los ritmos laborales; de la carencia de condiciones salubristas en los ambientes de trabajo y de la legislación inade- cuada sobre salud laboral.]. 10.- El espacio del empleo del tiempo de ocio (ámbitos e instituciones de es- parcimiento como lugares de baile, clubes nocturnos, clubes y campos de deportes, pistas de esquí, etc.). [Los espacios dedicados al ocio pueden tener efectos adversos a la salud a partir de las condiciones de seguridad y salubridad, o falta de ellas, en los lugares o establecimientos de esparcimiento; de la legislación y características de las instituciones legales de juegos de envite o de azar; de las actividades de alto riesgo presentadas como deportes y fomentadas por los medios de comu- nicación masiva; etcétera. Un ejemplo interesante correspondiente a este espacio, que carece de vi- sibilidad al menos en Argentina, a pesar de ser un problema relevante, es el volumen con el cual se emite la música en los lugares de baile y con el que se la escucha a través de los reproductores portátiles (iPod, MP3, etc.). Esta situación está generando epidemias de sordera en muchos centros urbanos como es el caso del conurbano de la Capital Federal, donde se observa que es la primera causa de rechazo en los intentos de ingreso a la vida laboral por parte de jóvenes.]. 11.- El espacio del desarrollo tecnológico-industrial y la producción de insu- mos para la fabricación de productos. [El desarrollo y la producción tecnológico-industrial de un modo salu- tógeno o patógeno dependen de las condiciones de producción local e im- portación; de la previsión y control por parte de organismos públicos, en el caso de Argentina el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) del Ministerio de Industria de la Nación; del empleo, transporte, tratamiento y destino final de las sustancias tóxicas y radioactivas, etcétera. En Argentina, en los ámbitos urbanos de la salud, el destino final de los de- sechos radioactivos de las sustancias empleadas para diagnóstico y tratamiento es el sistema cloacal que, en muchos casos, lleva a que terminen depositados en las fuentes de agua de las cuales se provee para generar el agua potable que se suministra a la población, debiéndose tener en cuenta que la potabilización solo implica la supresión o transformación de microorganismos patógenos, ciertos minerales y partículas en suspensión.]. CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 11. 140 141 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL 12.- El espacio de la actividad mercadotécnica (publicidad por medios de co- municación masiva, material de POP, etc.) [Estas actividades son fuentes generadoras de orientaciones y patrones de consumo, estilos de vida, subjetividades y comportamientos de los que de- penden significativamente la buena o mala salud de las personas, las familias y las comunidades. También son vehículo de fuerte influencia en la opinión pública. Por lo anterior, el Estado debe regular su funcionamiento y a través de estas normas o la falta de las mismas la actividad mercadotécnica será o no fuente de enfermedad pública.]. 13.- El espacio de los desastres artificiales (como las epidemias artificiales de las que hablaba Virchow, son aquellos generados o incrementados en sus efectos dañinos por el comportamiento humano). [La responsabilidad del daño recae sobre la esfera pública una vez que fe- nómenos tales como inundaciones, incendios, explosiones, etc., son genera- dos o agravados por el comportamiento humano, la falta de previsión y la carencia de legislación adecuada a la necesaria protección de los conglome- rados humanos y de los ecosistemas a los cuales pertenecen. Un ejemplo es el problema de la tala de bosques naturales y las posteriores inundaciones o aludes cenagosos.]. 14.- El espacio gubernamental de vinculación o no vinculación de las áreas de salud, educación, desarrollo social y cultura. [Frecuentemente, los ministerios y secretarias de los gobiernos de las dis- tintas jurisdicciones se comportan como compartimentos estancos o con muy escasa interacción o integración intersectorial. Por ejemplo, la más completa, sistemática y duradera promoción de la salud es la que se desarrolla en los espacios de la educación formal, sobre todo, cuando comienza en el jardín maternal y se mantiene a lo largo de los otros estadios hasta la universidad inclusive. Mantener estas cuatro áreas de gobierno separadas o con marcadas falencias en cuanto a su comunicación y su accionar mancomunado y bien coordinado implica generar daño o posibilitar, por omisión, el surgimiento de enfermedades o carencias en el desarrollo humano integral o la adopción de estilos de vida malsanos.]. Habiendo finalizado esta enumeración de espacios potencialmente gene- radores de enfermedad pública, cabe hacer dos breves señalamientos antes de comenzar a desenvolver el análisis final del Sistema Total de Salud-Enferme- dad. Las actividades, y/o sus productos o consecuencias, implicadas en cada uno de estos catorce espacios de posible génesis de enfermedad pública están sujetas, en acto o en potencia, al orden jurídico del país; dicho de otro modo, al conjunto de normas emanadas en buena parte del Poder Legislativo que regu- lan el funcionamiento social involucrando, por lo tanto, la Constitución, los tratados internacionales, las leyes, los decretos reglamentarios, otras normas emanadas de autoridad competente, las decisiones judiciales y administrativas de entidades autárquicas, las resoluciones ministeriales y las ordenanzas mu- nicipales. Hay que tener en cuenta que, cuando se trata de Estados Federales, el orden jurídico se expande para incluir también las constituciones y leyes provinciales o estaduales y los tratados interprovinciales o interestaduales. Este cúmulo de elementos normativos es el que regula la dinámica de la sociedad en función del principio de permisión, que dice que lo que las leyes no prohíben está permitido, a cuyas expensas emerge aquello de que los poderes del Estado facilitan o impiden comportamientos o acciones por acción o por omisión. 2. El Sistema Total de Salud-Enfermedad (STS-E) en su integralidad En primer lugar es necesario tomar todos los componentes que se especi- ficaron al comienzo de este capítulo y que fue denominado núcleo duro del STS-E. A fin de tenerlos al alcance, se transcriben a continuación: a) el Poder Ejecutivo; b) el Poder Legislativo; c) el Poder Judicial; d) el Complejo industrial productor de insumos diagnósticos, terapéuticos y preventivos; e) el Complejo industrial - financiero especulativo; f) el Complejo comunicacional global. No se volverán a trabajar los componentes que ya fueron descriptos y ana- lizados en el apartado en que se trató este núcleo duro, solo se señalarán as- pectos que no fueron tratados antes y algunos componentes importantes que integran el STS-E que no fueron incluidos en el mencionado apartado. En tal sentido es necesario señalar que el cuarto componente que figura en este listado es un complejo que integra el subcomponente industrial con el profesional corporativo de las profesiones de la salud, sobre todo medicina y odontología, que agrupa a los facultativos en una perspectiva gremial o de cámaras empresarias (Federación de Clínicas de Buenos Aires -FECLIBA-, CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 12. 142 143 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL Federación Médica de la Provincia de Buenos Aires -FEMEBA-, Confedera- ción Médica de la República Argentina -COMRA-, Asociación Odontológica Argentina, Federación Médica de la Provincia de Córdoba, etc.). En definitiva, el cuarto componente se debe denominar complejo industrial - profesional corporativo y es fundamental tener en cuenta que el subcompo- nente profesional corporativo es el intermediario fundamental entre el com- plejo industrial que usufructúa el mercado de la enfermedad y la sociedad. Este subcomponente es permanentemente manipulado por el industrial logrando que gran cantidad de sus miembros se transforme en factores activadores del consumo de sus productos por parte de la sociedad sin reparos en cuanto a los daños que este consumo puede ocasionar. Esto explica los hallazgos de Star- field mencionados anteriormente en cuanto a que las prácticas médicas son la tercera causa de muerte en EE.UU. Esta situación lleva a pensar en dos cuestiones que no se desarrollarán en este escrito, solo se las enuncia a fin de motivar la reflexión sobre las mis- mas: ¿Cómo forman las universidades a estos profesionales para que puedan desempeñarse así y llegar a estas consecuencias que violentan la confianza que la sociedad deposita en ellos? ¿Por qué hay tal descontrol por parte del Estado tanto sobre estos ámbitos académicos de formación como sobre la manipula- ción de que es objeto el conglomerado profesional por parte del subcompo- nente industrial? Es necesario destacar la importancia y la responsabilidad que tiene la Uni- versidad Pública con relación a la situación de salud de su sociedad que es la que la mantiene económicamente y la que le entrega sus hijos e hijas para que los forme en beneficio de ella misma y no para que la traicionen y ayuden a poner en manos del amoral complejo industrial a fin de que la exprima con fines puramente lucrativos y haciendo caso omiso con respecto a las secuelas graves y gravísimas que deja siempre todo tipo de explotación. Por esta razón puede afirmarse que, en países como Argentina, la Universi- dad Pública es cómplice de la estructura industrial por los profesionales corpo- rizados que le entrega y por el silencio que desde sus instituciones académicas se guarda con respecto a la enfermedad pública que generan los dos complejos industriales, tanto aquel al que se le acopla el componente profesional corpo- rativo como al que lo hace el componente financiero especulativo. 2.1. El quinto componente del STS-E El quinto componente del STS-E implica a toda la sociedad y su nivel de desarrollo salubrista y sanitarista, entendiendo que salubrista refiere a la salud positiva y sanitarista a la acción de sanar, o sea que hace mención a la enferme- dad y sus manifestaciones. Estos conocimientos y prácticas de la población con respecto a la salud y la enfermedad integran una subcultura específica que ha sido estudiada por autores tales como Luc Boltanski (1975; 1977), entre otros. Teniendo en cuenta esta subcultura se puede lograr que una sociedad o una comunidad incrementen o no su desarrollo salubrista y sanitarista, dado que tanto en términos culturales como en términos económicos los conglomera- dos humanos pueden desarrollarse o subdesarrollarse o verse obstaculizados en sus posibilidades de desarrollo. Es así que una comunidad puede construir un conjunto de conocimientos y destrezas destinados a promover su salud como así también a prevenir (evitarlas, curarlas y tratar de solucionar las secuelas) las enfermedades. Este tipo de desarrollo puede ser una política de Estado o puede surgir en las sociedades por las complejas vías y procesos por los que va construyendo su cultura general. Lógicamente que es responsabilidad del Estado diseñar una política específica que tenga por objetivo incrementar el desarrollo salu- brista y sanitarista de su sociedad por dos razones fundamentales: a) respetar el derecho humano a no enfermar de enfermedades evitables; b) no gastar en enfermedad total o parcialmente evitable. La evitabilidad de las dolencias evi- tables depende absolutamente del grado de desarrollo salubrista y sanitarista de la sociedad nacional. Este es un tema esencial para cualquier país y da para extensas reflexiones y señalamientos que no es el caso hacerlos acá. No obstante cabe señalar que la primer manifestación tangible de voluntad política por parte del Estado en cuanto a reducir significativamente la carga de morbilidad del país, por la única vía realmente eficaz que es promover el desarrollo salubrista y sanitarista de la población, depende de la estrecha vinculación administrativa y operativa de los ministerios de Salud Pública, Educación y Desarrollo Social. La razón de esta afirmación estriba en que las acciones necesarias, eficaces y eficientes para lograr el desarrollo salubrista y sanitarista de una sociedad comienzan en el ámbito de la familia y de los jardines maternales, continuando luego en la educación formal primaria, terciaria y universitaria, expandiéndose luego a todos los ámbitos de la sociedad, incluidos los medios de comunicación de masas en sus vertientes comunicacionales y de canalización de las acciones de marqueting de las empresas de productos y servicios. Hace catorce años (hoy la situación ha empeorado) el profesor Hidalgo Tuñón (2000), especializado en historia de la filosofía y sociología del co- nocimiento señalaba en un artículo, con respecto a la idea de desarrollo, lo siguiente: CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 13. 144 145 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL En Marzo de 1995 se celebró en Copenhague, auspiciada por la ONU, la cumbre mundial sobre la pobreza. Entre otros datos se expusieron los siguientes: a) El número de pobres aumenta casi medio millón por semana. b) 1.300 millones de personas viven con un dólar diario. c) 14 millones de niños mueren cada año por enfermedades evitables. d) El 70 % de la población que vive en la pobreza son mujeres. e) Aproximadamente el 15 % de EE.UU. y Europa Occidental viven por debajo del umbral de la pobreza. Ante tal situación, los cánones de desarrollo en el 2000 deberán afrontar una serie de circunstancias cada vez más heterogéneas. Esa es la razón por la que ninguno de ellos goza de una superioridad in- equívoca sobre los demás. Todos ellos, sin embargo, deben plantearse el problema de que el desarrollo tecnológico entra en colisión frontal o en contradicción con la equidad que exige el desarrollo humano, porque, si es la causa principal del crecimiento económico del primer mundo, su extensión parece estar provocando la aparición de una economía mundial desarticulada y de una sociedad abruptamente dividida en la que unos pocos privilegiados coexisten, mediante una tregua insegura, con una mayoría de desposeídos (Hidalgo Tuñón, 2000). También, refiriéndose a su significado y citando al Diccionario de la Real Academia Española (RAE), anotaba que este vocablo significaba, en dos de sus acepciones, lo siguiente: 2. Acrecentar, dar incremento a algo de orden físico, intelectual o moral; 3. Dicho de una comunidad humana: Progresar, crecer económica, social, cultural o políticamente; y apuntaba a continuación: Aún ciñéndonos a estos dos sentidos, que recortan a la escala hu- mana (circular) las ideas más generales de progreso y crecimiento, basta añadir una especificación adjetiva al concepto de desarrollo para que surjan mundos enteros de teorías y bibliografía. Hay, en efecto, desarrollo científico y tecnológico, desarrollo moral, desa- rrollo económico, desarrollo político, social, desarrollo comunitario y, en fin, desarrollo humano, personal, cultural o espiritual, por no mencionar las disciplinas especializadas que toman un determinado desarrollo (de la inteligencia, del campo, de las emociones o de las poblaciones) por objeto. Se habla, en este sentido, de psicología del desarrollo, de desarrollo embrionario o celular, de geografía del de- sarrollo, de sociología del desarrollo, etc. (Hidalgo Tuñón, op. cit.). En la señalada obra de la RAE, cuando se vincula el significado de desarro- llo a la economía, especifica que es la “Evolución progresiva de una economía hacia mejores niveles de vida”. Indudablemente, esta definición es absolutamente imprecisa y engañosa como casi todo lo que se ha escrito o verbalizado sobre economía desde posi- ciones liberales, capitalistas o conservadoras. A tal punto es falaz que lo que se observa en el mundo, en los hechos, es que se considera que una sociedad está más desarrollada económicamente que otra cuando en la primera hay unas pocas familias que poseen una enorme riqueza material (dinero, valores co- mercializables y propiedades) superior a la que poseen en la segunda sociedad las pocas familias ricas que la constituyen. En ambas es también inevitable la enorme cantidad de familias pobres4 , pero esto último, en el discurso liberal o de los economistas del capitalismo o de los gobernantes conservadores, no está vinculado para nada con el concepto de desarrollo económico si bien fácticamente está siempre íntimamente unido, directa o indirectamente, al proceso de acumulación de riqueza por parte de esas pocas familias ricas antes mencionadas. Lógicamente, una vez puestas las cosas sobre la mesa con esta crudeza, se hace muy visible lo equívoco del concepto de nivel de vida. ¿A qué se refiere?, ¿a la suntuosidad de las viviendas (cuadros, alfombras, esculturas, etc.)?, ¿al monto de gastos en una unidad de tiempo (día, semana, mes, año, etc.)?, ¿a la cantidad de bienes materiales (autos, embarcaciones, aviones, aparatos de TV en el hogar) que se poseen? Surgen luego preguntas obvias: ¿tiene relación el nivel de vida así entendido con la calidad de vida?, ¿lo tiene con la felicidad?, ¿hay relación entre el nivel de vida y el haberle encontrado un sentido a la vida o entre este nivel y el sentido de coherencia que conceptualizó Aaron Anto- novsky (1987, 1990; Becker, Glascoff & Felts 2009)?, ¿el concepto de nivel de vida implica alguna respuesta al interrogante que plantea el dolor de haber nacido sabiendo que tenemos que morir?, ¿un alto nivel de vida, entendido como producto de la riqueza económica, es una respuesta al interrogante de por qué vivimos? Llegados a este punto es fructífero acercarse al pensamiento de Isaíah Ber- lin (1996) y de Amartya Sen (Sen 1997a; 1997b; 1999). El primero de estos autores, a mediados del siglo pasado, trabajó sobre dos concepciones impor- tantes de la libertad: la negativa y la positiva. Para Berlin, prototipo del liberal, 4 El concepto de pobreza es polémico; no obstante, si se apela a la honestidad intelectual y la objetividad, se deben rechazar las caracterizaciones basadas en lo monetario y en la sub- jetividad, tomándose como válidos los enfoques basados en las condiciones de vida. Tal vez el más objetivo sea el elaborado por el sociólogo inglés Peter Townsend (1970, 1984, 1985, 1988; Wagle, 2002) y sus doce categorías que caracterizan lo que él entiende por pobreza en tanto carencia en: alimentación, vestido, calefacción, electricidad, equipamiento del hogar, condiciones de la vivienda, condiciones de trabajo, salud, educación, entorno, actividades familiares, ocio y relaciones sociales. CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 14. 146 147 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL era esencial que la política se centrara en la libertad negativa, entendiendo por tal lo que a su juicio era el sustrato de la misma: la ausencia de restricciones, el que todo ser humano debe estar exento de toda posibilidad de que otro ser humano le imposibilite hacer aquello que pudiera desear, más allá de que este último esté en condiciones o no de lograrlo, tenga o no lo necesario para realizarlo. El propio Berlin hace explícito en sus escritos que la libertad política es un juicio negativo en tanto implica que a los seres humanos no se les prohíba hacer lo que deseen o aspiren realizar, independientemente de que sean capa- ces o estén en condiciones de alcanzar ese deseo o concretar esa esperanza; da ejemplos: esta libertad como juicio negativo implica que una persona lisiada está en libertad de caminar erguido, si bien no puede hacerlo por su impedi- mento físico. Este razonamiento y tipo de ejemplo es falaz porque considerándolo verda- dero en el campo de la filosofía política extensivamente se lo pretende válido para el ámbito de la economía política. En este terreno los pobres no son po- bres por efecto de procesos de la naturaleza o por propia decisión, los pobres son pobres porque es el resultado lógico de los procesos económico políticos por los que un grupo muy reducido de personas, agrupadas en familias, dentro de cada sociedad han podido acumular riquezas haciendo que una gran mayo- ría de ciudadanos se quede sumergida en su pobreza original. Hace casi ciento cincuenta años Marx (1971) explicó este proceso con meridiana claridad. Este enriquecimiento, de modo burdo o brutal, se inició en los orígenes del capitalismo, hace aproximadamente cinco siglos, a través de una imposi- ción prepotente de desposeimiento de lo que esas personas, futuros pobres inmediatos, poseían (sobre todo, tierras). Luego acaeció todo el largo proceso de evolución del capitalismo a través primero del imperialismo (otro extenso conjunto de episodios de desposeimiento inhumano a través de repetidos y sostenidos genocidios) para luego entrar en la etapa del desarrollo industrial que, sobrepasada la mitad del siglo XX, comenzó a entrar en crisis como fuen- te de multiplicación de la riqueza (sobre todo, de recuperación de la acumu- lación perdida con la gran crisis que abatió a Occidente desde 1929 hasta fines de la década de 1940) para desembocar, a fines del siglo XX (tres últimas décadas), en el actual capitalismo delictual que volvió a su grosera estrategia inicial: enriquecimiento por desposesión, pero en este caso las acciones llevadas a cabo, que con contumacia pretenden continuar, no se han abatido sobre indi- viduos sino sobre sociedades enteras de países (en un pasado cercano: México, Chile, Perú, Brasil, Ecuador, Colombia, Venezuela, Argentina y varios países silenciosos de Europa Central; en el presente: Grecia, España, Portugal; en un futuro no lejano: Italia y Bélgica; un poco más allá Inglaterra y un largo etcétera)5 . A partir de todas estas reflexiones y señalamientos surge como algo valioso lo que para Berlin está en el terreno del gran error: la libertad positiva, la li- bertad de los derechos humanos, la que está en todas las constituciones de los países que se reconocen libres y soberanos, empezando por Estados Unidos. El concepto de libertad positiva se vincula indisolublemente con la posesión de las capacidades humanas básicas (inteligencia, salud, desenvolvimiento cultural) necesarias para lograr una vida plena y poder aportar al bienestar social o co- munitario. Es acá que surge con toda su potencia la idea y el principio moral de respetar, ahora sí irrestrictamente, el derecho de los seres humanos a su de- sarrollo integral y a estar sanos; también, el derecho a que sus sociedades gene- ren riqueza colectiva por ser una de las fuentes principales del bienestar social. No es casual, tampoco tal vez intencional, que en la pormenorizada enu- meración que hace Hidalgo Tuñón con relación a la aplicación del concepto de desarrollo a distintas áreas o vertientes (científico, tecnológico, moral, eco- nómico, político, social, comunitario, humano, personal, cultural, espiritual, de la inteligencia, del campo6 , de las emociones o de las poblaciones) falte la salud. En esta enumeración, si bien seguramente no exhaustiva en la intención del autor, falta aquel derecho y atributo que está más conectado con la vida y las capacidades humanas, aquel que en su extensión es hoy el más dañado universalmente a partir de los desequilibrios ecosistémicos y procesos de con- taminación de la atmósfera, del agua, del mundo vegetal y animal (incluida nuestra propia especie) con la única finalidad de incrementar las inconmen- surables riquezas de un grupo muy pequeño de familias o personas (solo el 10 % del total de la humanidad posee el 85 % de la riqueza total del mundo). Es innegable la importancia y urgencia de vincular el concepto de salud con el de desarrollo, desarrollo salubrista, que puede ser definido como la evo- lución progresiva de una cultura (conocimientos, valores, creencias, hábitos, acti- tudes, comportamientos) hacia mejores condiciones de salud. 5 Antes de continuar es importante hacer una digresión con el fin de remarcar algo signifi- cativo: en la moderna desposesión no son naciones que desposeen de sus riquezas a las personas que constituyen las sociedades de otros países, sino personas ricas (banqueros, grandes accionistas, inversores, dueños de fondos de inversión, etc.), frecuentemente repre- sentadas o intermediadas por gerentes también ricos pero no tanto como sus patrones, que desposeen de sus riquezas colectivas (empresas estatales) a esos ciudadanos y ciudadanas de las naciones desposeídas y estas acciones las llevan a cabo, con frecuencia también, con la ayuda de los gobernantes de turno de ambas partes. Esto resulta revelador en vinculación con las reflexiones de Berlin con respecto al concepto de libertad negativa (que ningún ser humano pueda ser impedido u obstaculizado por otro ser humano etc.). 6 Hace referencia a las teorías del campo presentes en la psicología. CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 15. 148 149 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL El proceso de salud humana es un fenómeno ecosistémico, por lo tanto de naturaleza social, por esta razón la salud de cada persona (directa o indirecta- mente) depende, constituye, determina y condiciona la salud de los integrantes de los conglomerados sociales en que reside, trabaja, emplea su tiempo de ocio y descansa. Esto impide que ocurra lo que con la riqueza: no puede haber una sociedad donde un pequeño conjunto de personas o familias tenga una muy buena salud y un conjunto muchísimo mayor tenga muy malas condiciones de salud porque los factores y procesos que la determinan (microorganismos, factores y procesos que impactan psicoinmunoneuro-endocrinológicamente, la conciencia moral -que se estructura a temprana edad-, los contaminantes del ambiente, las sustancias tóxicas que se ingieren con los alimentos indus- trializados, la falta de conocimientos pertinentes, los hábitos patogénicos, etc.) no reconocen ni respetan clases sociales o niveles socioeconómicos. Sería excesivamente extenso e impropio del fin de este escrito fundamentar científicamente (desde la epidemiología y la investigación básica) o plausible- mente lo expresado en el párrafo anterior, pero es abundante la investigación y la observación que lo corrobora, además del sentido común. Indudablemente que ocuparse del desarrollo salubristas de un conglome- rado social o de una comunidad determinada beneficia a otras personas que no pertenecen a este conjunto, por la señalada naturaleza social del mismo. Esto permite ver el valor de todo proyecto comunitario porque con el paso del tiempo y el agregado de nuevos emprendimientos de este tipo, toda la sociedad de una región de un país, luego el país entero y luego las sociedades nacionales de países de la región, si mantienen un progresivo incremento de proyectos comunitarios de desarrollo salubrista, irán progresivamente alcan- zando mejores condiciones de salud. Es la misma racionalidad que orientó la lucha contra la enfermedad. Pri- mero fueron programas locales, luego fueron incrementando su expansión territorial nacional hasta que, a comienzos del siglo pasado, se hizo evidente la idea de que el descenso de la morbilidad en cada país dependía del descenso en las naciones de la región y se creó la Oficina Panamericana de la Salud (si se hablara con rigor, la Oficina Panamericana de la Enfermedad, porque ocu- parse de la salud no es ocuparse de la enfermedad, del mismo modo que salud no es ausencia de enfermedad). Es innegable que el incremento del nivel de vida entendido solo como desarrollo económico no necesariamente se correlaciona positivamente con el mejoramiento de la salud comunitaria, del mismo modo que si una comuni- dad cuenta con las condiciones económico sociales tan solo suficientes para la sustentabilidad de la vida humana en sociedad (adecuada alimentación, vestimenta y calzado; vivienda digna y sin hacinamiento; buenas condiciones y recursos para la higiene -personal, del hábitat y barrial-, servicios públicos de educación, salud e higiene) es dable alcanzar óptimas condiciones de sa- lud si los estilos de vida (subjetividades y comportamientos) son saludables. Esto quiere decir que el desarrollo salubrista puede alcanzarse con marcada independencia de la evolución económica de una sociedad o comunidad. Ex- presado en términos más cercanos a las ideas de Antonovsky, el desarrollo salubrista implica los cambios necesarios para que una comunidad se dirija hacia la constitución de un escenario o ambiente humano salutógeno, aún cuando el PBI per cápita sea muy modesto pero distribuido con equidad o, expresado en otros términos, tenga un coeficiente Gini muy bajo y un elevado grado de sostenibilidad. Por ejemplo, está probado en múltiples estudios que ya solo el nivel de educación de las madres se asocia positivamente con las condiciones de salud de las hijas e hijos y también del núcleo familiar; a mayor nivel de escolaridad mejores condiciones de salud. La escolarización de las madres es un aporte no específico al mejoramiento de las condiciones de salud de una comunidad, pero también se puede avan- zar mucho más si esa construcción de conocimientos y destrezas generales para la vida (que esto es lo implicado en el tránsito por la educación formal) se incrementa con conocimientos y destrezas específicamente vinculados con el proceso de salud y del bienestar y sus concomitancias. Sobre todo cuando también estos conocimientos se dirigen a deconstruir todo el marketing del mercado de la enfermedad: incremento de la hipocondría y el miedo a enfer- mar, fomento de la autoprescripción de fármacos y la permisividad para la producción de fármacos de venta libre, incremento de gran número de con- sultas a los facultativos sin motivación lógica o sensata, inducción y expansión de la idea de que cuidar de la salud es ocuparse del cuidado de las enferme- dades y prepararse para cuando uno enferme (saturación vacunatoria, seguros médicos, afiliación a prepagas, etc.), entre muchas otras estrategias. Surge una pregunta importante: ¿por qué incide el nivel de escolaridad de las madres en las condiciones de salud de los hijos, de las hijas y del núcleo familiar? En los hijos porque su cuidado depende directamente de ella cuando son muy pequeños; luego influirá a través del desarrollo de hábitos (alimen- tarios, de uso del tiempo, de pre-visión y prevención de riesgos, de higiene personal, etc.) y la construcción de conocimientos relacionados con el fomen- to y el cuidado de la salud que ellas generarán en sus hijos e hijas como así también por lograr que no adquieran hábitos patogénicos (fumar, uso o abuso de sustancias tóxicas, desarrollo de pautas agresivas de comportamiento, falta de higiene especialmente de las manos etc.). Con respecto a la familia es sabido que, prácticamente en todas las cultu- CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 16. 150 151 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL ras, su agente natural de salud es la madre o el ama de casa. Tal vez esto surja del hecho de ser ella quien inevitablemente se hace cargo de la gestación y la alimentación natural del recién nacido, lo que se expande a la alimentación del grupo familiar y el cuidado de sus miembros enfermos (preparación de dietas, administración de remedios, etc.). De estas consideraciones y otras muchas se desprende que la educación de las madres es un factor fundamental para el desarrollo salubrista. No obstante, se puede lograr mucho más desarrollo de este tipo cuando el nivel de escola- ridad de toda la población aumenta (no sólo las niñas, sino los varones y los adultos en general si no la tuvieron de niños) y más aún cuando a esta vía de construcción de conocimientos y destrezas no tan específicos se la complemen- ta con construcciones específicas de conocimientos sobre el proceso de salud. En situaciones de grandes obstáculos para la buena salud, como es el caso de las comunidades en situación de pobreza estructural, se debe recurrir a programas de promoción de la salud y prevención primaria de la enferme- dad, bien planificados desde perspectivas participativas. Para que esta tarea sea eficaz y eficiente se deben establecer dispositivos de transferencia, a miem- bros de la comunidad, de los conocimientos científicos y las correspondien- tes destrezas técnico-profesionales de reconocimiento y resolución, de baja complejidad. En el proceso de salud (como en el de la vida, en el que siempre la posibilidad de muerte emerge solo de la condición de estar con vida) la posibilidad de emerger la enfermedad parte de la condición de estar sano, condición cuyo mantenimiento depende de cuestiones muy sencillas como son los hábitos higiénicos; la buena alimentación; la adecuada alternancia del trabajo, ocio, descanso y activación del espíritu7 ; la no violencia y la paz; entre tantas otras cuestiones que hacen a la vida humana. La cuestiones de las que la salud depende son sencillas, lo que no es sencillo y no hace falta conocer para ocuparse de ellas, son los procesos psicosociobiológicos por los cuales estas cuestiones generan, aumentan y conservan la salud. Pero de esto también la ciencia es poco lo que sabe, muy poco. Empírica y epidemiológicamente sí se conocen sus efectos. En párrafos anteriores, al aludir a los desarrollos conceptuales de Isaíah Berlin, también se mencionó al economista Amartya Sen quien en estos últi- 7 Considerando que lo espiritual es lo que surge en el ámbito humano por el contacto entre el psiquismo, la cultura y el interrogante ¿por qué vivimos? Novalis (Georg von Hardenberg) de- cía que el espíritu reside allí donde el mundo interior y el mundo exterior entran en contacto. Lo que se genera en el ámbito del espíritu y la actividad misma implicada (el arte ―en tanto manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos de expresión corporal, lingüís- tica, sonora, pictórica, etc.―, la solidaridad, el compromiso con el bien común, la creatividad, el filosofar, etc.) es, al menos, protectivo de la condición de salud, cuando no promocional. mos años fue el primer economista que se ocupó con rigor del problema de la pobreza, no en vano es el más filósofo de los economistas, con formación aca- démica en la materia durante cuatro años en el Trinity College, Cambridge. Por supuesto que, como liberal que es no se ocupa críticamente de la riqueza ni del por qué y cómo se genera la pobreza en las naciones. No obstante, tiene la intención de ser un poco más humano en sus consideraciones y concreta al- guno de sus desarrollos desde la perspectiva de las capacidades humanas plan- teadas como derecho, o sea, se centra en la libertad positiva. No sería apro- piado, por razones de extensión, adentrarse en este escrito en las refutaciones que Sen (1980) hace con respecto a tomar la métrica de los bienes primarios en tanto satisfactores de necesidades básicas como criterio para reflexionar y establecer algunos parámetros al tratar el tema de la pobreza y la equidad, tal como afirmó en su trabajo “Equality of What?” (¿Igualdad de Qué?) diciendo que “La valoración de la ventaja puramente en términos de bienes primarios conduce a una moralidad parcialmente ciega” (“Judging advantage purely in terms of primary goods leads to a partially blind morality.”; 1980: 216). En las propuestas de Sen se hace central el tema de las capacidades en la lucha por una sociedad más equitativa, por ejemplo cuando trata el asunto del hambre (Drèze & Sen, 2002). También ya Adam Smith (1958) en 1776 incluyó como parte del capital todas las capacidades adquiridas y útiles de todos los habi- tantes de una nación. Cuánto más se podría valorar en el sentido de Smith el desarrollo de la neurocognición, cuestión básica y constitutiva del potencial de desarrollo de capacidades. En la obra de Sen la alimentación, o el acceso a los alimentos, aparece como un derecho, planteamiento que se vincula directamente con otro de- recho humano más básico, integral y de la más alta jerarquía: el de acceder, desde la gestación y hasta el fin de la pubertad, a un desarrollo normal integral. Erradicar la pobreza es un objetivo de gran complejidad y de mediano o largo plazo, cualquiera sea el país que encare esta meta pero, no obstante, pueden llevarse adelante muchas acciones protectivas de los derechos hasta tanto se soluciona integralmente el problema de la pobreza. De lo contrario, la pobreza que adquiere características de indigencia se transforma con el tiempo (dos o tres generaciones) en estructural8 , con características de perpetuación y de sig- 8 Se emplea acá el concepto de estructural para definir un fenómeno y dinámica social, el de un tipo particular de pobreza, en la que los factores que convergen para generarla (uno de ellos, entre muchos, es la falta de dinero) se organizan o se concertan generacionalmente en los sistemas familiares y/o comunitarios en forma tal que adquieren un potencial sinérgico y de prosecución con profundización de los daños que la tipifican (en la vertiente física, mental, social y ambiental de las personas) los cuales no se revierten por la sola incidencia de dinero, por el contrario, si solo fluyera dinero hacia este tipo de pobreza las familias y comunidades serían marcadamente perjudicadas. CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 17. 152 153 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL nificativa multiplicación por crecimiento vegetativo (los pobres estructurales tienen un promedio mayor de hijos por familia que las familias de mayor ni- vel socioeconómico). Frente a esta pobreza estructural las sociedades plantean (cuando las plantean) políticas de asistencia social o de progresiva inclusión social que, en todos los casos, son de muy largo plazo en cuanto a llegar a la solución del problema. Pero como en esos largos lapsos estas familias tienen muchos hijos e hijas, la pobreza tiende a aumentar en progresión geométrica o por lo menos adquiere una dinámica de espiral creciente. ¿Qué es lo más vulnerable dentro de un ecosistema familiar, no reversible y con consecuencias negativas que se proyectan en forma incremental para cada persona y su descendencia en el futuro, por lo tanto, cuál es uno de los factores de mayor peso en la perpetuación e incremento de la pobreza estructural? La respuesta es simple y contundente: el cerebro de los niños y niñas desde su concepción hasta el fin de la pubertad, que es el tiempo que lleva la madura- ción completa del encéfalo. Por otra parte, sobre todo en los primeros años de vida, es la etapa de mayor desvalimiento de la persona, razón por la cual se hace más acuciante cuidar que se respete este derecho que debería tener un artículo específico en los cuerpos legales, nacionales e internacionales, que se ocupan de los derechos de los niños, niñas y púberes. El primer derecho humano es a la vida, el segundo es al desarrollo de las potencialidades básicas (corporales -peso, talla, etc.- y mentales -cognición, socialización, etc.-) porque de poco sirve si se respeta aquél y no este, razón por la cual, por ejemplo, un niño o niña que sufre privaciones de los factores que inciden en su desarrollo cerebral (alimentación adecuada, estimulación sensorial y afectivo-emocional, ambiente sin contaminantes, etc.) es una per- sona que está siendo vulnerada en una gran cantidad de derechos dado que están siendo dañadas sus potencialidades intelectuales y de buena socialización lo que en un futuro inmediato llevará a que fracase en la escuela, tenga luego malas inserciones laborales (mala remuneración, inestabilidad laboral, etc.) y, al llegar a la edad y situación de procrear, no pueda desempeñar con eficacia las funciones de crianza de su prole y así se irá profundizando el daño en él mismo y multiplicando a través de sus hijas e hijos, nietas y nietos, etcéte- ra, en la sociedad. Como bien señaló un destacado salubristas, Charles E. A. Winslow, que se ocupó de la economía de la salud: “Los hombres y mujeres se enferman porque son pobres; son pobres porque se enferman, y son más enfermos porque son más pobres” (Winslow, 1951)9 . 9 Puede resultar de interés al lector o lectora la vinculación entre economía y salud razón por la cual se consignan los datos bibliográficos vinculados con esta cita y la polémica entre un economista, Gunnar Myrdal, y un salubristas, Charles Edwad Amory Winslow; al efecto ver en bibliografía Mushkin 1958. En el caso de programas de promoción y prevención en neurodesarrollo infantil con comunidades pobres estructurales se toma en cuenta una cuestión puntual, junto a otras: la neurocognición en su evolución. El intelecto se ma- nifiesta en el ámbito de la salud pública por lo menos en dos vertientes: a) Su incidencia, directa o indirecta, en todo el proceso de salud a tra- vés de las condiciones de vida que posibilita o determina: una persona con deterioro o disminuciones de su potencial cognitivo tiene, por esta razón, impedimentos para construir o adquirir conocimientos, desa- rrollar hábitos y destrezas para el autocuidado de su salud, carecerá de las visualizaciones necesarias para activar las alertas frente a situaciones negativas de su propia salud y de la de los otros integrantes del hogar, no podrá desarrollar adecuadas y eficaces habilidades en lo que hace a pautas de crianza y cuidado de las hijas e hijos. Estas falencias inte- lectuales también serán un impedimento para que logre una inserción laboral bien rentada y estable, lo cual retroalimentará negativamente todo lo señalado anteriormente. También carecerá de un adecuado de- sarrollo de las destrezas necesarias para afrontar con cierto éxito los problemas de la vida (hacer valer los derechos ciudadanos, participar en la dinámica sociopolítica, etc.) transformándose así en un ser con mi- nusvalías y desvalimientos que configurarán un escenario inadecuado para la crianza de hijas e hijos. b) En sí mismo, dado que los déficit neurocognitivos implican una anor- malidad; cuando son evitables y no evitados configuran una irrespon- sabilidad del Estado y una carga socioeconómica para el país a la vez que una pérdida de capacidades potenciales aportantes al desarrollo nacional. Si se corta el círculo vicioso potencial genético normal-obstaculización de la actualización de este potencial-capacidad intelectual disminuida-descendencia con deficiente desarrollo neurocognitivo y se promueve el desarrollo neurocog- nitivo normal, se posibilitará que los miembros de la comunidad ingresen y transcurran exitosamente el sistema educativo formal a la vez que logren cul- minar, hacia el final de la pubertad, su proceso de socialización exitosamente y se encaminen hacia la adquisición progresiva de pautas de autocuidado de su salud que, en la juventud, aplicarán a sus hijos y por la simple interacción social natural y cotidiana a los otros miembros del núcleo familiar, también a otros miembros de la comunidad individualmente considerados o estructura- dos en núcleos familiares y en redes sociales espontáneas. Se puede caracterizar esta transformación como un buen ejemplo de proceso de desarrollo salubrista el cual, al cabo de un tiempo, hará emerger muchas mejores condiciones de CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique
  • 18. 154 155 PERSPECTIVAS EN SALUD PUBLICA Y SALUD MENTAL salud de toda la comunidad y un mayor bienestar personal y comunitario o mejores posibilidades de alcanzarlo. Cualquiera sea el tema de salud que se afronte promocional o preventiva- mente y en perspectiva intracomunitaria, gradualmente y por fuera o más allá de los objetivos específicos del programa o proyecto de que se trate, logrará o generará desarrollos salubristas de la comunidad a través de procesos de in- teracción social que se pueden denominar, metafóricamente, como efecto de halo. Este término es definido por el diccionario de la Real Academia Españo- la como “Círculo de luz difusa en torno de un cuerpo luminoso”, el objetivo de un programa o proyecto sería el cuerpo luminoso y el halo el desarrollo salubristas. Por ejemplo, un proyecto que tenga por objetivo la promoción del neu- rodesarrollo y un enfoque intracomunitario, por lo tanto participativo, tal como el que se expone en la segunda parte de este libro, deberá capacitar a miembros de la comunidad en temas básicos referidos al desarrollo cerebral desde el período de gestación hasta el final de la pubertad, lo que también hará necesario capacitarlos con relación a la alimentación de la mujer embarazada y de la criatura una vez nacida, a las pautas de crianza (estimulación sensorial y afectivo emocional, juego, progresiva adaptación a normas de comportamien- to, construcción y reforzamiento de la autoestima, adquisición de hábitos de higiene personal y ambiental, hábitos alimenticios, etc.), al ambiente del há- bitat (higiene y conservación de los alimentos, problemas de contaminación tales como la no utilización de pintura con plomo, prevención de los riesgos y los accidentes en el hogar, etc.) y a la convivencia familiar (respeto de ritmos de vida familiar, respeto entre los miembros de la familia, no violencia, etc.). Todos estos temas, a medida que se los visualiza y se construye conoci- miento referido a los mismos con los vecinos y vecinas trabajando con los enfoque y estrategias de Paulo Freire de capacitación de adultos a fin de que se formen como Agentes Primarios de Salud (APSA), se van entrelazando y van generando otros conocimientos asociados ya no generados por el equipo pro- fesional que inició esta capacitación sino por la misma dinámica social de la comunidad (conversaciones, lecturas, interacciones solidarias de ayuda, etc.) y por una especie de alerta interesada en la salud, su promoción y la prevención de daños a la misma, todo lo cual va generando una estructura dinámica de saberes que son transmitidos a los miembros de otras familias. Progresiva- mente, toda la comunidad termina configurando un saber popular en salud familiar y comunitaria que eleva hacia el polo positivo las condiciones de salud en el conjunto social, lo cual se reflejará en el descenso en ese conglomerado social de la prevalencia de los emergentes negativos (enfermedades o daños) del proceso de salud. Todo programa o proyecto de salud comunitaria es verdaderamente eficaz (logro de los resultados), eficiente (logro de los resultados con costo decrecien- te y beneficios espontáneamente crecientes), sustentable (por su bajo costo) y sostenible (los mismos miembros de la comunidad capacitados como Agentes Primarios de Salud) cuando logra un buen nivel de desarrollo salubrista epide- miológicamente evaluable. Los Agentes Primarios de Salud (APSA) son miembros de la comunidad, de ambos sexos y de distintas edades, donde se pone en marcha el proyec- to o programa intracomunitario de salud del que se trate. De acuerdo a la problemática que sea objeto del emprendimiento se determinará las variables demográficas en función de las cuales se convocará a las y los integrantes de la comunidad que quieran sumarse voluntariamente a la actividad. Por ejemplo, en Chile, hubo programas de estimulación precoz, como los que generó Juan Marconi, en que las APSA eran mujeres adolescentes de los barrios carenciados; también los hay en que fueron adultos, como es el caso del “Programa de estimulación temprana para niños y niñas de zonas rurales con participación comunitaria” llevado a cabo en Piura, Perú (Huachez Ji- ménez, Portocarrero Valdiviezo & Sipión Albirena, 2008). También en Chile hubo programas de obstetricia en la capital y, en zonas rurales, los hubo de salud animal y de salud vegetal, todos ellos liderados por Vicente Silva. Los y las APSA son pobladores y pobladoras, residentes en la comunidad, que voluntariamente manifiestan el deseo de integrarse al programa y tienen las condiciones intelectuales necesarias (no se pone como condición que ten- gan un determinado nivel de escolaridad). A partir de esta actitud manifiesta se trabaja con ellos grupalmente con técnica de taller participativo orienta- do por los principios de educación de adultos de Paulo Freire (2008, 2007, 2006, 2002). Una norma básica de los mismos es que el conocimiento sea una co-construcción que surge de la interacción entre el capacitador y las volunta- rias y voluntarios, a partir de lo que la gente ya sabe. Este aspecto es de gran importancia: el saber preexistente de los pobladores y pobladoras voluntarios y la construcción de nuevos conocimientos también por parte del capacitador. Nunca es suficiente insistir sobre este último aspecto que implica un pro- fundo cambio de actitud por parte de los profesionales. Al respecto es ilustra- tiva la forma en que se descubrió la reserpina a partir del conocimiento de una curadora popular de los Alpes suizos, que daba a sus consultantes hipertensos un producto vegetal para infusiones, que resultó ser Rauwolfia Serpentina. Un médico que la visitaba accedió a este conocimiento que le permitió luego encontrar sus principios activos (un conjunto de alcaloides) que incidía bené- ficamente en las personas que padecían este problema. También era muy usa- CAPÍTULO V - Saforcada, Enrique