Este documento discute los impactos educativos de la relación entre museos y turismo. Argumenta que el turismo cultural apunta a nichos que consideran el patrimonio como un fin en sí mismo y promueven el respeto a otras culturas. También sugiere que invertir en interpretación agrega valor a la experiencia del visitante al hacer que comprendan y aprecien mejor el patrimonio cultural, valorizando así el acervo patrimonial e incorporándolo como un atractivo turístico.