En comparación con las elecciones del 20 D, Unidos Podemos ha perdido 1.062.704 votos. Y el PSOE 120.606. El 3,36% de aumento de la abstención casi se corresponde con la suma de estas dos cifras. La abstención ha afectado fundamentalmente a las izquierdas. Sobre todo a UP, el gran perdedor, cuyas sonrisas de campaña se trocaron en lágrimas la noche del 26 J...
Por el contrario, el PP ha aumentado sus resultados en 669.220 votos, 300.000 mil de los cuales los ha perdido Ciudadanos y han vuelto a los populares. La movilización plena de la derecha ante el peligro de una victoria de las izquierdas hegemonizada por UP le ha dado la victoria a Mariano Rajoy.
La Justicia Federal no le hizo lugar a medida del Intendente de La Rioja cont...
Sonrisas y lágrimas
1. Sonrisas y lágrimas
Antoni Domènech - G. Buster - Daniel Raventós
En comparación con las elecciones del 20 D, Unidos Podemos ha perdido 1.062.704 votos.
Y el PSOE 120.606. El 3,36% de aumento de la abstención casi se corresponde con la suma
de estas dos cifras. La abstención ha afectado fundamentalmente a las izquierdas. Sobre
todo a UP, el gran perdedor, cuyas sonrisas de campaña se trocaron en lágrimas la noche
del 26 J…
Por el contrario, el PP ha aumentado sus resultados en 669.220 votos, 300.000 mil de los
cuales los ha perdido Ciudadanos y han vuelto a los populares. La movilización plena de la
derecha ante el peligro de una victoria de las izquierdas hegemonizada por UP le ha dado la
victoria a Mariano Rajoy.
Aunque UP ha perdido votos en casi todas las circunscripciones, el grueso de la caída se ha
concentrado en Asturias (-6%), Zaragoza (-5,5%), Cádiz (-5%), Málaga (-5%), Madrid (-
4,9%) y León (-4,85). En Madrid ha perdido 209.844 votos. Y en el conjunto de Andalucía,
unos 250.000.
Las causas de esta pérdida de votos son varias, y sólo un análisis objetivo detallado de los
datos llegará tal vez a discernirlas. Parece que hay errores evidentes de campaña, acaso
sumarizables en la conversión de Pablo Iglesias en una especie de Frégoli de nuestro
tiempo, dispuesto a representar frenéticamente en escena casi todos los papeles de la obra,
salvo, como observó con aliviada (y demoledora) sorna Rajoy, “el de demócrata cristiano”.
Es seguro que el fregolismo de campaña de Iglesias –autonulificatoria finta “zapateril”
incluida— no ayudó a movilizar el voto procedente de IU, la parte de la coalición más
reticente a integrarse en UP: una vez decidida la coalición con IU, y sabiendo que las
principales resistencias a UP provenían principalmente, no de los votantes de Podemos,
sino de los de IU, era evidente que la campaña tenía que volcarse por lo pronto a afianzar
ese flanco izquierdo, a asegurar la suma. Los numeritos de Frégoli de la campaña hicieron
exactamente lo contrario. Ya hay datos suficientes para ver que el mayor desplome de
Podemos se produjo allí donde era más fuere electoralmente IU. Véase, por ejemplo, este
elocuente cuadro de la votación en los distritos de la ciudad de Madrid:
Y a propósito de la ciudad de Madrid, parece claro también que, salvo en el caso de la
Barcelona de Ada Colau (que gana en todos los distritos, menos en Sarriá-San Gervasi –
donde ganó CDC— y Les Corts –en donde ganó el PP—), la gestión municipal en las
grandes ciudades conquistadas por la izquierda no contribuyó al entusiasmo: en Madrid,
por ejemplo, se sumó hasta un 36% menos de apoyos que los conseguidos en mayo de
2015.
2. No hay que descartar tampoco el que segmentos importantes de las clases trabajadoras que
se habían movilizado a favor de las distintas alternativas de izquierda y centroizquierda se
hayan abstenido ahora ante el espectáculo no demasiado edificante de la pugnaz
competencia emocional –que no, ¡ay!, programática— por la “hegemonía”, frente a una
derecha reunificada en la emoción del miedo. No pocos analistas y observadores españoles
serios (comoJuliana en La Vanguardia o el sociólogo Toharía en El País) y extranjeros
(como Leo Wieland en la Frankfurter Allgemeine Zeitung) han insistido en el papel jugado
por el Brexit en la generación in extremis de un clima de miedo al caos favorable a la
derecha. Un miedo tanto más eficaz, cuanto que la política europea de UP estuvo
seriamente lastrada en campaña por su estupefaciente decisión de esconder torpemente el
fracaso capitulatorio de Tsipras bajo la alfombra, en vez de entrar a discutir crítica y
autocríticamente el terrible papel desempeñado por las autoridades europeas en el desenlace
del drama griego.
Y hay que decir que, una vez más, sólo el equipo de Ada Colau en Barcelona entró por uvas
en el asunto, invitando al exministro griego de finanzas, Yanis Varoufakis, a participar
activamente en la campaña de En Comú Podem. Dicho sea de paso: la moderación extrema
del proyecto social de un Podemos que llegó a defender la Renta Básica incondicional en
las elecciones europeas de 2014 –una propuesta, la de la RB, que ha merecido de nuevo
todo el apoyo de Yanis Varoufakis— es otro ejemplo de lo que puede haber dejado
3. indiferentes, cuando no decepcionados, a buena parte del potencial electorado de UP. En
vez de la RB, se pasó a promover una renta para pobres diferenciable sólo con lentes de
mucho aumento de la propuesta del PSOE y de la de… Ciudadanos.
Eso es lo que razonablemente se puede decir por el momento sobre la etiología del fracaso.
Pero lo más importante ahora es estimar el alcance de la derrota de las izquierdas y sus
consecuencias inmediatas.
Lo más probable es un gobierno minoritario del PP con la abstención del PSOE. No habrá
terceras elecciones, y ese punto de partida determinará la posición del comité federal del
PSOE el 9 de julio. No hay, por otra parte, alternativa a un gobierno más o menos
minoritario de Rajoy, porque la derrota de la izquierda y del centroizquierda –no se olvide
que el PSOE ha vuelto a sacar el peor resultado de su historia— imposibilita un gobierno
también minoritario PSOE-UP.
La primera reacción del PSOE es buscar reconstruirse en la oposición tanto frente al PP
como frente a UP. Y Ciudadanos se convertirá en un partido de la oposición frente a PP y
UP. Un espacio de coincidencia, tras su doble derrota del 20 D y el 26 J, en un centro
impotente.
El nuevo gobierno minoritario de Rajoy podrá constituirse con la abstención del PSOE.
Pero necesitará de más abstenciones del PSOE para aprobar cualquier ley, en especial los
presupuestos. Puede extender los presupuestos de 2016 –tras realizar los ajustes de 8.000
millones que le exige la Unión Europea— a 2017. Y tiene asegurado gobernar de esta guisa
hasta la primavera de 2018.
Lo que se avecina es una dura ofensiva gubernamental a favor de la austeridad y la
consolidación fiscal procíclica y contra la negociación colectiva. Una ofensiva, huelga
decirlo, a la que el gobierno minoritario de Rajoy se verá apremiado por las presiones de su
único aliado real: la troika.
Entramos en una fase defensiva en la que la izquierda social y política se encontrará con la
espalda contra la pared. Si no comprende lo que está en juego y no saca el coraje y la
determinación para resistir, en los próximos dos años sufrirá una derrota mucho más
importante y profunda que la de estas elecciones.
El gobierno del PP contará con una mayoría en el senado para frenar cualquier reforma
electoral, territorial o constitucional. Y con una derecha social y mediática plenamente
movilizada. Con esta correlación de fuerzas puede también bloquear los procesos
soberanistas en Cataluña y Euskadi, porque podrá utilizar la división de las izquierdas
respecto al derecho a la autodeterminación en el contexto reaccionario que se ha ido
conformando en Europa. Un contexto en el que la derecha extrema y la extrema derecha
están rentabilizando las protestas de sectores obreros contra la austeridad, habida cuenta de
la división y la falta de una alternativa creíble por parte de las izquierdas.
Dígase así: las izquierdas han sufrido una derrota electoral y sobre el horizonte se dibuja ya
una derrota social que podría ser trágica en los próximos meses. No es hora de reproches.
Hay que aprender de los respectivos errores y unir fuerzas. Y prepararse para resistir. El
4. PSOE que ha resistido in angustiis al temido sorpasso no puede esperar enmendar su
fatídico curso de decadencia, si no es a través de la participación en un proceso que le
permita dejar de ser parte del problema y empezar a ser parte de la solución.
Hay que apelar a la cordura del pueblo trabajador sufriente y doliente y al diálogo de las
izquierdas. Los sindicatos, muy especialmente UGT y CCOO –que se juegan la
negociación colectiva—, deben salir del marasmo en que se hallan enquistados desde hace
demasiado tiempo y convocar mesas de movimientos sociales y de los partidos de la
izquierda para preparar la resistencia a los recortes del estado social y democrático de
derecho y al ulterior socavamiento de los derechos laborales. Las mareas y los movimientos
sociales herederos del 15 M que estallaron contra el giro terrible austeritario de Zapatero en
2010-2011 deben volver a ocupar las calles.
Sólo podrá derrotarse al gobierno más minoritario y corrupto de la derecha reaccionaria, si
somos capaces de transformar la división y los reproches en unidad. Si logramos poner por
obra, de abajo a arriba, democráticamente, un plan de resistencia. Si, como recomendaba el
clásico, dejamos de reír, de llorar y de detestar para poder entender y volver a dar prioridad
a la defensa del interés público y a la satisfacción de las necesidades de la inmensa mayoría
de la población trabajadora.