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(340)radicalismo evanescente vs centralidad economica
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RADICALISMO EVANESCENTE VS. CENTRALIDAD ECONOMICA.
Manfred Nolte
‘In medio virtus’, (la virtud se halla en el centro), es un aforismo aristotélico
referido en su ‘Ética a Nicómaco’. A juicio del gran filósofo helénico, el exceso y
el defecto destruyen la virtud, mientras que el término medio la conserva.
Una vez pasada la página del calvario político acontecido en España desde la
convocatoria de elecciones hace aproximadamente un año, el resultado de la
investidura de Mariano Rajoy con el apoyo de Ciudadanos y la abstención del
PSOE apunta a un hecho político y también económico muy significativo: el
entendimiento de las fuerzas moderadas de centro derecha y de centro
izquierda. Hay que puntualizar que Ciudadanos es un clónico del PP al que su
bisoñez ha preservado (afortunadamente) del azote de la corrupción y que al
hablar de la izquierda moderada nos referimos a los abstencionistas
convencidos. Hay dos partidos conviviendo en el PSOE al día de hoy y Dios dirá
hacia donde basculará el de aquellos que se han mostrado hostiles a la
oficialidad.
La lectura final del sicodrama electoral español puede ser la siguiente: frente al
prematuro envejecimiento de las nuevas/viejas formaciones radicales,
populistas e independentistas, la moderación y el realismo siguen presidiendo
el ranking de prioridades de la política española. El debate económico
inmediato se construirá no entre la derecha y una izquierda ácrata y antisistema
sino entre los representantes de la compostura política y el comedimiento. Sigue
vivo el espacio de los partidos tradicionales, aunque las mayorías de otros
tiempos se hayan esfumado y se hayan escuchado cumplidamente en su turno
democrático las voces de los descontentos con el ‘establishment’ político.
Toda situación de equilibrio contiene, no obstante, el germen de su propia
inestabilidad, que es menester prevenir, para consolidar el avance de una
cordura tan trabajosamente alcanzada. La unión es fruto de la convergencia de
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conveniencias pero también de la generosidad para aparcar aquellos intereses
divergentes que alejarían al pacto de su objetividad aglutinante, de su solidez.
En lo económico el futuro inmediato viene cuajado de graves problemas
estructurales, tales como el paro, el déficit público o las pensiones que no
admiten mucho margen de maniobra hacia los extremos. Otros como la
aprobación del presupuesto no son graves pero son urgentes. El inaplazable
cumplimiento de la reglas con el club europeo concede escaso margen de
maniobra, pero nos debemos a el no solo porque es obligatorio sino porque su
observancia nos han sido sumamente favorable. Basta acordarse de Mario
Draghi o de las ingentes sumas de fondos estructurales y de cohesión recibidas
por nuestro país en las últimas décadas. De modo que la nueva etapa de
gobierno se edifica sobre el entendimiento de las grandes fuerzas de centro.
Cualquier otra cosa habrá sido flor de un día o humo que se lleva el viento.
Pero ¿a qué alude el término ‘entendimiento’ en materia económica?
Básicamente en la socialización del discurso liberal correspondida por la mayor
liberalidad del discurso socialdemócrata. Una doble acción convergente sin
maximalismos ni rayas rojas. La nueva heterodoxia económica tiene que
bascular desde las tesis tradicionales a unas de nuevo cuño. Significa para los
partidos de la nueva centralidad no enrocarse en posiciones ‘de principio’
sometiendo sus decisiones económicas a la lógica y a la bondad del tema
debatido. Citemos dos ejemplos al azar.
¿Acaso tiene sentido hacer del blindaje del salario mínimo un bastión liberal y
remitirlo a las meras fuerzas de la oferta y demanda de trabajo? No puede
empecinarse un gobierno centro-liberal en algo que los análisis empíricos han
apoyado suficientemente y es que las subidas del salario mínimo en coyunturas
de crecimiento apenas afectan al equilibrio del mercado laboral.
Tampoco puede objetar frontalmente el centro-izquierda determinadas
tendencias desreguladoras y liberalizadoras, negándolas desde una posición de
‘principio’ sin desentrañar todas sus virtudes potenciales. ¿Tiene justificación el
desafío valón -3,5 millones de belgas francófonos que mantienen en vilo a 508
millones de europeos- vetando el tratado comercial CETA entre la UE y Canadá,
negociado en detalle durante siete años? ¿Son razones económicas las que
alientan la negativa o meramente políticas y ‘de principio’?¿Acaso el problema
no yace en que los socialistas valones pierden peso a favor de la izquierda
radical y han estado obligados a sobrereaccionar?
En estos dos ejemplos y en un sin fin más, la fidelidad al realismo objetivo
siempre deberá ser superior a la fidelidad a unos principios evanescentes. En el
nuevo escenario las cosas son más complicadas que en escenarios pasados. El
PP ya no es solo el partido de los empresarios ni tampoco el PSOE es solamente
el de los trabajadores. Las vocaciones y las responsabilidades convergen y
divergen de forma más compleja. Alberto Garzón señala que “es fácil ver cómo,
en realidad, lo que hemos llamado el bipartidismo no deja de ser el Gran Partido
del Orden a la española”. Lo que para Garzón constituye motivo de mofa y
descrédito, el Orden, no puede representar, sin embargo, sino la arteria
principal de la vida política y económica de un país.
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En el marco de la democracia mundial postcomunista, el nuevo centro de
consenso en España debe reconocer la complejidad de la política económica,
asumir el mecanismo de mercado como el mejor para la asignación de los
recursos, pero mostrando inequívocamente su rostro social. A este fin la acción
de consenso deberá orientarse a combatir los posibles excesos del mercado
orientando este al beneficio de las mayorías.