El sentido del tacto se desarrolla a través de la piel y es el órgano sensitivo más extenso. Los bebés buscan proximidad, calor y suavidad a través de abrazos, caricias y masajes por parte de los padres. Los bebés responden a variaciones en la presión, textura, temperatura y dolor táctiles. El tacto les permite tranquilizarse, explorar el mundo y establecer contacto, aunque algunos estímulos como pellizcos pueden ser desagradables.