El texto critica la forma en que los Papalagi (hombres blancos) piensan sobre la propiedad privada. Argumenta que aunque una persona puede reclamar su propia cabeza, no puede declarar que los árboles u otras cosas de la naturaleza le pertenecen, ya que fueron creados por Dios. También señala que el concepto Papalagi de "mío" y "tuyo" son demasiado distintos y han llevado a leyes que castigan a quienes tocan las posesiones de otros, incluso cuando algunos no tienen nada