La población de Nueva España aumentó a más de 6 millones en la segunda mitad del siglo XVIII, con los peninsulares en la cima de la escala social y los indígenas en la base. Los criollos ocuparon el segundo lugar y tuvieron conflictos constantes con los peninsulares. El cambio al régimen borbónico puso a los pueblos indígenas a merced de los españoles, lo que provocó el crecimiento de haciendas y miseria entre los campesinos sin tierra. La desigualdad social se hizo