Maquiavelo argumenta en su obra El Príncipe que un gobernante debe ser temido más que amado para mantener el control. Señala que los hombres son egoístas y desleales por naturaleza, por lo que el miedo al castigo es más efectivo que el amor para asegurar la obediencia. Maquiavelo también distingue lo político de lo moral, sugiriendo que los gobernantes pueden utilizar cualquier medio, incluida la traición y el asesinato, para lograr sus objetivos.