Comunicación para el I Congreso Internacional sobre Geografía Histórica y Mítica, celebrado en Valencia entre los días 3 y 7 de abril de 2017. La profecía de Tiresias sobre el viaje que Odiseo debe hacer al continente con la finalidad de congraciarse con Poseidón abre un amplio abanico de interpretaciones, ya discutidas por los autores clásicos y retomadas por otros autores a lo largo del tiempo. La revelación de Tiresias después de que Odiseo realizara un acto de evocación de los muertos siguiendo un rito muy preciso, tal vez, inspirado en un rito necromántico real que se llevaba a cabo en Éfira, indica al héroe astuto que una vez haya vuelto a Itaca, matado a los pretendientes de Penélope y hechas las paces con los familiares de los galanes, deberá coger un remo, colocárselo al hombro e ir al continente, donde andará sin tregua hasta que encuentre un caminante que le pregunte porqué lleva un aventador al hombro. Ésta será la señal para que sacrifique un verraco, un carnero y un toro en honor a Poseidón y pueda así volver a casa, hacer los sacrificios pertinentes a los demás dioses y vivir el resto de sus días en paz, hasta que la muerte le llegue “dulcemente del mar”. Encontrar al nauta por antonomasia lejos del mar, estableciendo allí, entre gentes ignorantes del ponto, un culto a Poseidón, nos lleva a pensar en una zona marginal o desconocida para el mundo aqueo, que mediante el epos es el referente del poeta y de la audiencia a la que va dirigido el poema desaparecido. Esta odisea terrestre marca el límite del tiempo y del espacio para una sociedad vinculada al mar, trata de una travesía que desdibuja la identidad de Odiseo pero que da pie a múltiples continuaciones del relato épico. Además de ser un viaje hacia lo ignoto, tal vez sea un viaje hacia la inmortalidad del héroe.