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EL EXTRANJERO EN LA REALIDAD, LA VERDADERA HISTORIA DE
@CAMUSHACKER
acker
Capítulo 1: La inexactitud de los libros
¡Mierda! Pensó cuando el frío del escupitajo le cayó por detrás de la nunca, como un tiro
fulminante y silencioso. Seis pisos arriba Santiago y sus amigos reían “como hienas
inmundas”, pensaría después, mientras usaban las lapiceras vacías como cerbatanas para
desprotegidos paseantes.
Hacia mucho que le venía esquivando al tema de María, que si la encaraba, que si no. Se
había puesto su mejor vestuario. Sí, era como salir del potrero y pelearle un partido a los
ingleses, una meta casi imposible, pero no por eso menos atractiva.
Ella estaba sentada repasando las fechas claves de la segunda guerra mundial, dibujaba una
línea de tiempo invisible con sus dedos de pianista eximia. Apenas lo vio le regaló su mejor
sonrisa, con pocitos en la mejilla y todo.
- Llegaste temprano, ¿no?
- ….
- Y … ¿estudiaste algo?
- …..
- Bueno… Me voy…a clase. Chau.
El silencio nuevamente era el único lenguaje que salía de su boca. Ese silencio quería decir
muchas cosas: “qué bueno que te encontré, sos lo más lindo que he visto hoy y ayer y antes
de ayer, menos mal que estás, me alegraste el día, corrí quince cuadras para llegar a verte
antes de que entraras a clase, las baldosas que estoy mirando firmemente están dibujando
un país secreto para que vos y yo lo habitemos eternamente, alrededor de tu pelo
ensortijado se han revuelto todas las ideas que traía hasta aquí y ahora mi cabeza es una
radio que se sintoniza sola en un tema de Queen, etc. etc.”
Ella se levanto de su asiento de reina y con suma delicadeza se perdió entre la
muchedumbre de “los otros”, los sin rostro, los que no contaban, los verdugos de siempre,
guionados por un maquiavélico rey de algún infame imperio colonizador de almas.
No, se ve que el lenguaje del silencio aún no era descifrable para ningún ente humano ni
traspasable hacia ningún corazón…
En sala de maestros la profesora de Ética dijo que todos los chicos son muy revoltosos, que
lo más importante para ellos es hacer amigos y no los estudios y que en general se portan
bastante mal. Lo escucho como al pasar: pensó que era filosofía barata y con su imagen
fantasmal de delgadez extrema siguió danzando a través de las paredes del colegio, con el
rostro cabizbajo, absorbiendo datos de aquí y de allá sin una utilidad precisa.
En horas de Lengua leyeron por enésima vez “El Principito” y la profe dijo que no es
posible vivir en el espacio exterior y que por eso se trataba de un relato fantástico.
A Franco todo eso le pareció una gran inexactitud, igual que esos relatos infantiles y
absurdos adornados con familias felices e historias de navidad al calor de un hogar.
Se siguió ignorando su presencia durante toda la clase, a tal punto que hasta él mismo
dudaba de ser real o algún experimento fallido de algún mago que desembarcó en la
unánime noche de los presentes.
Entre los gritos y los portazos de sus padres, debajo de la cama, Franco había encontrado un
recurso mágico para ser feliz, breve pero contundentemente: sin varitas mágicas, sin
dimensiones desconocidas, sin superhéroes, sin espejitos de colores. Realidad y ficción
conformaban una amalga indisoluble que no gustaba de la liviandad de los conceptos y que
desmoronaba toda ciencia pragmática.
Los gritos afuera, el silencio interior. Solamente el silencio enhebrando con delicadeza la
reconstrucción de la memoria y abriendo el terreno poderoso a la imaginación: ella, su
sonrisa, el recreo y él. Shhh…Shhh…
_________________________________________________________________________
__.
9 am, sol despuntando el alba, otoño en colores de esperanza y pájaros que retornan a su
nido, rumor de río y trinos sobre los fresnos de los canteros.
- (Él, con voz grave) Che, y así que tenés prueba de Historia…
- (Ella, linda como siempre) Sí, la profesora es aburrida y tiene esa voz de pito que perfora
los oídos.
- (Él, como si su edad interior coincidiera con la de afuera) ¿Sí, no? Es como una gallina
asustada que no sabe dónde depositar sus huevos. A ver?, a ver? A ver?, Quién sabe quien
sabe como se llamaba el archiduque de Austria?...
Ella tocándose la panza de la risa, salían mariposas de su vientre.
Yo sé muchísimo de Historia, leo libros, podés venir a casa. Mi mamá nos prepara un café
con leche. Te puedo mostrar mi biblioteca. Mi casa es muy grande, tengo una buhardilla se
Creta que siempre te he querido mostrar.
- Me gustaría ir, Franco.
Fin de la obra, danza de aves, destellos en los ojos de ambos.
_________________________________________________________________________
____.
El despertador ponía un límite entre su felicidad y la amargura innominable de todos los
días. Cada mañana la madre lo levantaba de un tirón lo peinaba con gomina y lo depositaba
como un paquete con fecha de vencimiento en el modesto colegio del barrio. Pero aún ella
no llegaba y él se imaginaba un insecto diminuto tras las frazadas, escapándole a un nuevo
día de humillación en el colegio aunque con la tristeza de no verla.
En los primeros abecedarios del colegio lo hacían repetir: Mi mamá me ama, amo la masa
que ella amasa, mi mamá me mima.
No, mi mamá no me mima ni amasa, pero me pega un mazazo con el amasador mientras un
mimo se cuela por la ventana y hace el personaje de Carlitos Chaplin….
No, los días de la infancia no eran así
Capítulo 2: El Idiota
“Es idiota. No sirve. Es así, que se le va a hacer…”
-Señora, no estoy discutiendo con usted la mala conducta de su hijo o su mal desempeño en
exámenes, sino su hipoacusia. Su hijo simplemente no habla y es posible que tampoco oiga.
Le veo la mirada distante cuando explico aunque sus exámenes en general son muy buenos.
Necesito una ficha médica para comprobar sus condiciones reales de salud y después actuar
en consecuencia… Sinceramente, creo que usted, como madre, no ha hecho lo correcto
hasta ahora. Su hijo la necesita…
Franco miraba la escena desde un lugar estratégico y se retorcía de placer. Era el
resentimiento en estado puro liberándose después de tantos años en danza de ácidos
estomacales corroyendo las entrañas de su madre y su rostro de bobalicona ante la
directora.
Porque ella odiaba, sí, descubrirse ante los demás como lo que era: una madre ausente y
amoral. Atrapada entre las fauces de su hijo, que rumiaba lentamente el sabor de la
venganza, salió como un tiro de gracia disparado hacia la calle, con tanta mala suerte de
pisar mal con un pie y caer al suelo vencida, en simbólica muestra de nocaut.
Franco pensaba que la verdad que sus exámenes no eran tan buenos como podría haberlos
hecho realmente, pero algo en él le impedía sobresalir entre los demás, era como una
resistencia interna.
Proferir una palaba, cualquiera sea, podría ser usada en su contra porque al salir del recinto
respetuoso de su morada sería ya de otro, seguramente del enemigo. Prefería, en cambio,
ser un testigo mudo de su propia vida, hilvanando las historias de los demás personajes
azarosamente involucrados en ella, recogiendo los escombros de sentido entre una
existencia asolada por el fuego de la indiferencia.
No se sentía un protagonista, en cambio se pensaba a sí mismo como un poeta en cuya boca
muerta habitaban nuevas experiencias que poblaban de luces la lobreguez de sus días. Con
sutil encanto las palabras llegaban a él para animar sus días, pero no para ser oídas por los
demás.
Sin embargo la mayor revelación sucedería al descubrir que era capaz de intervenir con
igual provecho en la vida de los demás. Un limbo entre la voz y el silencio, a medio camino
entre la realidad y la fantasía.
Estaba en la sala de informática:
- Les voy a pedir que saquen sus netbooks y entren a la red interna del colegio, dijo el
profesor a cargo. Recuerden, que nunca tienen que ingresar a sus cuentas privadas sino a la
red de la escuela.
Los alumnos consintieron con igual desgano que en un clip de Pink Floyd.
Después de decir eso, una pelea inusitada en el pasillo lo interrumpió en sus tareas y todos
los jóvenes, como es natural en ellos, desobedecieron a sus órdenes, entrando a los chats y
mails personales.
Franco estaba sentado al lado de la “pc madre” que tenía información de todas las demás y
desde allí observaba, como siempre, todo el cuadro representado ante él, con un acceso
total a los usuarios y contraseñas personales de todos sus verdugos. Y lo que más le llamo
la atención fue el facebook de Santiago, el matón del curso.
-
Inicio de la conversación 11 de abril de 2014 19:23
No me das bola, ya te dije que te vas a arrepentir. Hablame boluda, estoy mal. Me dijiste
que no era mío. A vos qué te pasa. Mi viejo está en cana y encima me haces esto te juro que
me las vas a pagar
13 de abril de 2014 12:38
Contéstame Andrea, no te saques así. Vos me arruinaste la vida.
viernes 19:51 Andrea no te lo sigo más. Es la última. Te vas a arrepentir te lo juro.
viernes 19:52 A las 6, atrás del tanque
No sentía ni la más mínima compasión por Santiago porque era el principal enemigo de su
felicidad. Se empeñaba en hacerle las burlas más crueles y hasta de sólo presentir el olor de
su colonia barata se estremecía de temor al punto de extremo de mojarse una vez los
pantalones.
Andrea no era mala chica, no molestaba a nadie, era simpe y buena y además sería madre.
Todos pensaban que era naturalmente de Santiago, pero él al parecer no lo creía.
Las horas del colegio se diluyeron entre las tribulaciones de ser un testigo clave, pero
mudo, de lo que podría ocurrir. Y más aún cuando divisó en la mochila de Santiago un
objeto de aspecto puntiagudo, como un arma.
A la salida del colegio se pasó la tarde entera cabizbajo, tirando piedras con la gomera
hacia ningún punto fijo. Se debatía entre la inacción y el temor de ser causante involuntario
de algún desenlace fatal.
En su casa tenía un libro que había dejado su padre, estaba deteriorado por la humedad y
naturalmente lo leyó, como todo lo que atesoraba de él en las retinas de sus ojos. Se
llamaba El Extranjero y tenía anotaciones de puño y letra de su progenitor, como la
consigna “estamos
condenados a ser libres” de otro pensador de la época, el genial Sartre. Esa frase le
retumbaba en las sienes como una bomba de conciencia dispuesta a estallar….
Llegó corriendo hasta el baldío detrás del parque en la hora señalada para otro. Santiago
estaba en cuquillas, en posición semifetal y como un niño lloraba con gemidos agudos de
dolor. “No me vua’ a quere, no me vua’ a querer, nunca, nunca, nunca…”. Se presagiaba a
sí mismo como una ave negra sobre el Busto de Palas.
Desde cerca Franco pude ver que tenía la pistola en la boca, pero su presencia también era
invisible para él, ya derrotado y sin ánimos de compensar frustraciones con burlas odiosas.
Se trataba de hablar, actuar, de vencer la barrera de la seguridad del silencio. Pero, ¿qué
decir?, ¿qué? El viento amainaba las bolsas vacías de basura, como en pajonales de un
paisaje rancio.
Franco apartó con suavidad el arma con quien su antes verdugo ahora se castigaba. Y lo
abrazó casi sin quererlo, tratando de contener el pesado cuerpo del otro muchacho morrudo,
aferrado hacia el costado de la vida, en esa osamenta de objetos inútiles, entre pilas de
basura, a donde parecía que los ojos de Dios ya no llegaban. Pero a veces sí…
Ese día se convirtió en @camushacker.
Publicado por Mariana en 11:06
/5/2014
Capítulo 3: El Extranjero
El Extranjero
La soledad se hace carne en mí y la noche parece un desierto hoy...
La densidad de la angustia que se respiraba cada día en la desolación de su cuarto parecía
poder cortarse en bloques y dibujar unos barrotes invisibles entre su soledad y los demás.
Soñaba con escapar hacia algún lugar, no cualquiera, el lugar de verdad, un valle verde
dibujado en colinas, hojas de hierba y tejados rojos sobre las casas de piedra.
En la biblioteca del colegio lo vio realmente, adentro de un anuario viejo de National
Geographic, pero ya lo había proyectado en sueños mil o más veces: un paisaje irlandés
donde los pobladores vivían de la recolección de frutas y hortalizas.
Cuando alguien consultaba su lugar de origen le costaba nombrar a “Córdoba”, hubiera
querido negarla tantas veces porque ella sólo le recordaba su amargura. En vez de eso
prefería como siempre el silencio y escribía en el papel el nombre infausto…vencido en la
realidad.
La casa se dividía en dos: allí donde andaba la madre fijando su territorio de conquistadora
y donde moraba él, el extranjero, el nativo desplazado, habitándola con la levedad de un
poema roto y huyendo de su mirada rapaz.
Desde allí, desde su invisibilidad, la miraba masticar con la boca abierta y gritarle
al televisor encendido a todo volumen.
Se acordaba de su padre, cuando de rodillas le imploraba "piedad" y se agarraba de sus pies
como si fuera un náufrago en la tormenta.
Antes de que ella decidiera echarlo a la calle, por sus problemas mentales, supo intentar
ganar su cariño más de una vez. Pero ahora estaba orgulloso de odiarla, era una victoria
personal.
En la “pieza” (o celda) de la casucha mal gestada, la humedad se enredaba como una hiedra
venenosa a las cosas y se mezclaba soporíferamente con el frío implacable del invierno que
se colaba por la ventana desvencijada.
Entonces soñaba despierto con el lugar, “my place”, la aldea de los granjeros irlandeses.
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Subido a un tren imaginario de un solo pasajero (él), y desde la ventanilla, observaba como
pronto todo quedaba atrás, azotado por el fuego del olvido y la purificación de las almas.
Una Roma incendiada que se perdía en el camino y detrás de nubes esponjosas que
señalaban la proximidad del verdadero hogar.
En una de las casitas lo esperaban con abrazos y una tarta de manzanas recién horneadas.
Cuán verde era ese valle…
Él, el exiliado de retorno, se preparaba para hacer posesión de su casa, calzándose unas
pantuflas algodonadas como esas nubes, que danzaban con el viento alrededor del sol.
Y, como arena fina entre los dedos, el paisaje se iba escurriendo con el frío de la pieza al
caer la noche.
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Sin embargo, desde hace una semana había descubierto que su soledad podía compartirla
con la soledad de otro, la de Santiago.
Después de la trágica experiencia en el baldío, Santiago se había transformado en un
suicida en retirada, ¿qué es esto? Un sujeto melancólico que atravesaba su existencia de
manera automática, con la mirada perdida en otro lugar, igual que él, un exiliado de la vida.
Cuando entraba al colegio lo miraba absorto, era sólo a Franco a quien miraba realmente,
como una manera de asentir, de reconocer, que eran dos habitantes de otro país, lejano y
distante, y que se fingían geográficamente allí sólo para aparentar cordura.
Dos (casi) niños, (casi) adultos mirando al sudeste, hacia un horizonte tan apartado como
otra galaxia.
Hasta que una vez Santiago dejó su recinto sombrío de angustia para reírse con él.
Iban caminando por la ruta de tierra. Le escupió al lado al lado suyo. Franco lo sintió casi
como un signo de aliento.
-No boludo, no se te asustes (le extendió la mano, como un puente imaginario).
-… (rostro de sorpresa, ojos caídos, con rubor de vergüenza)
-Vos sos Franco, ¿no?
-… (asintió con la cabeza)
- Ah sí, ¿querés un pucho?
-… (sí, ¿por qué no?, para despejar la niebla con humo caliente…)
-… Ehmmm. Qué día de mierda. Bueno, chau bolu… Le refregó la cabeza con una mano y
se rió.
-… (chau boludo… chau Santiago, chau…)
Ese día apenas llegó a la casa se tomó entero un plato asqueroso de sopa. Y se acostó boca
arriba. La mancha de moho de la pared se abrió sorpresivamente, y una nube radiante pasó
saludándolo (como Santiago), emigrando hacia el Sur.
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Se calzó los botines negros y la remera vieja de Talleres del padre. En el potrero lo
esperaba el Santi, gambeteando como los dioses.
Lo invitó con un aventón de manos, como entregándole una llave para entrar a “su” lugar.
Punto de penal, tres pasos atrás, arco enemigo, pie izquierdo y… ¡marca de gol!
Detrás de la red, el fulgor del verde de Irlanda se fundía con los colores del otoño y el olor
de las manzanas. María también estaba ahí y movía la cabeza arriba y abajo, una y otra vez,
como era su tic habitual. Si le hubiese preguntado algo, cualquiera sea la pregunta... ella
habría dicho que "sí".
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Le salió como algo extraño, una contusión interior, un pájaro herido reviviendo en la noche
y gorjeando junto a una fuente de plata. Entonces una risa inusitada rompió la barrera del
silencio y detrás de ella una cascada, en borbotones de alegría.
La soledad de Santiago y la de él se hacían compañía mutuamente. Inconscientemente lo
hizo, abrió su cuenta de correo en "enviados":
santiago_cat@hotmail.com
CC. Para andreaiac@yahoo.com.ar
Ese tema es de putos, pero me dijiste que te gustaba. Se ve que por vos hago todo. Hasta me
vuelvo puto. Te lo mando. Cuidate. Estoi buscando trabajo. Te voi a mandar para los dos.
Yo te voi a esperar…
Adjunto. La soledad se hace carne en mí. Abel pintos.mp3
Después de ver el correo se sintió aturdido, le dio remordimiento ponerle palabras a los ojos
rojos inyectados de sangre de Santiago. Era demasiado perturbador para él tener tantas
palabras atragantadas, atoradas e incapaces de salir, de dispersarse entre el viento siquiera.
Sabía que “lo iban a cagar a trompadas”, porque Andrea salía con "el hijo de un cana" y se
la tenían jurada. Lo había escuchado esa tarde. Pero… ¿cómo pedir ayuda sin decirlo?,
¿cómo avisar sin voz?, ¿y cómo luchar a riesgo de morir, de quebrar su recinto seguro hacia
ninguna certeza de nada?
Asumir el peligroso rol de salvador de Santiago lo atormentaba, pero en su mano latía esa
llave invisible para retornar por fin a su hogar.
Capítulo 4: Literatura y Vida
Hubiese querido desintegrarse en el aire como los pistilos de los panaderos, esparcidos por
el viento en señal de buen augurio…
Mientras Santiago se hundía en la depresión como un can cerbero oliendo la muerte a cada
paso, él sólo pensaba en las improbables chances de que su descubrimiento cibernético le
trajese algún bien a su miserable vida.
Se debatía entre el hastío y la miseria acosadora de todos los días y la angustia se le pegaba
a los poros, adosada en los pulmones como el frio húmedo que se colaba por la ventana.
De un día para el otro, Santiago se había hecho un seguidor destacado de la cursilería de
las “canciones para putos” y se las enviaba, con letras y poemas improvisados, a la cuenta
de Andrea, quien se mostraba imperturbable como el mármol.
santiago_lat@hotmail.com
te quiero, vida mía, te quiero noche y día, no he querido nunca asi. Aunque haiga cosas que
nos separen vos y yo siempre vamos ha estar juntos. Chau, mi amor. Ayer te deje plata con
mi tia.
San.
La muchacha se le figuraba a Franco detrás de una puerta de acero interminable, señalando
su negativa a cualquier gesto y Santiago, como en ese cuento kafkiano, se dibujaba tan
torpe y diminuto como él mismo, frente a la tiranía de su madre.
-Dale, boludito, levántate, dale, dale, daaaaaaaaaale! Vamo al médico, dale.
El coloquialismo burdo de los insultos de su madre siempre interrumpía a la literatura de
sus ideas que, en absoluto, se reconciliaba con la vida, tan aciaga e imprevista como un mal
boceto sin terminar.
La literatura, se reunía con la libertad, con la satisfacción, como en los imaginarios idílicos
que dibujaban la cursilería de esos temas donde, en su caso, María sonreía y tarareaba un
tema con ojos embelesados de amor.
Pero también la literatura le robaba a la vida, al roce de la piel en un apretón de manos o,
mejor, al olor de la piel resoplando aliviado en un abrazo cálido y la vida se iba
desdibujando detrás de las palabras, mientras la tarde caía apesadumbrada sobre el
comedor.
En todo eso iba pensando cuando el colectivo se detuvo como un estampido de bestias
feroces sobre el pavimento, licuando los sueños y la filosofía con el atroz desencanto de la
realidad.
Suplicantes, los padecientes pacientes esperaban en la sala de guardias del hospital
-Ka…
-¡Si acá!, dijo la Señora K. mientras arrastraba a Franco como una bolsa de papas ante la
total indiferencia del resto de los suplicantes.
-A ver, que les anda pasando… (palabras ensayadas, libreto de antemano)
-Si mire, este chico (cuesta llamarlo hijo), no habla (no quiere), no sabe hablar (no acepta),
no le funciona el celebro (no como esperarías).
- SÍ, deme los resultados de los… sí, de las pruebas que le mandé a hacer.
-¿Y?
-Todo… todo parece estar bien, correcto, correcto. Me puede dejar hablar con el chico a
solas.
A “solas”.
- Menos mal que se fue tu mamá, ya me tenía podrido. Así que vos no podés hablar. ¿Y
si te clavo esta alfiler en la pierna?
- - Aaaay! (sonido evidenciando lo indecible)
- - Me parece que sos más inteligente que lo que dice tu mamá. ¿Te fumás un pucho?
(tengo catorce años) Yo también finjo, como vos, en realidad no soy doctor aunque lo
parezca y aunque legalmente lo sea. En realidad yo soy escritor, tengo seis libros sobre los
egipcios y todas estas cosas las traje de allá... ¿sabés..? (¿qué me importa?)
-
- - Y sobre los faraones y las pirámides y la mitología egipcia y estos (¿mamotretos?),
todos estos libros yo los escribo entre las pocas horas libres, que son las que cuentan y en
realidad soy muy famoso (¿y si es así porque no te quedás allá?) Y esas mujeres que están
afuera (¿las pacientes?) son las ammas, las madres del desierto, predicando bajo la
persecución del parlamento romano… Y esos hombres, son Ramsés II y III…
3riojebl´bepbewjebkebebrkèbk`pebrk+eb+peñfñerbpwehwrvlrjrwrbjebrbpe
Sonidos que ya no decían nada y entonces, detrás del monólogo interminable del doctor y
su obsesión por los egipcios, se dio cuenta de que ya no estaba ahí, sino sobrevolando el
antiguo imperio africano. Tampoco estaba ya ahí el niño que jugaba con un pedazo de
cartón, ni siquiera la madre del niño, con frenética adicción a la tecnología celular y, por
supuesto, tampoco él mismo con la mirada perdida ya en otra parte…
En la hora premeditada, Santiago y él salieron del colegio y sus verdugos lo esperaban, a la
vuelta de la esquina. El polvo suspendido en el aire presagiaba el final épico de un duelo
de malevos. Con las mujeres asomándose por las ventanas, oreando los trapos al sol en un
destino inexorable que los aguardaba a ambos. En ese escenario infausto donde la vida y la
muerte se jugarían un duelo, como en un partido de truco, comprendió qua la literatura era
la realidad y lo que los otros llamaban real no era más que una máscara absurda, detrás de
la cual todos se ocultaban…
Capítulo 5: Los sonidos del silencio
El desenlace se presentó inevitable porque en realidad ese duelo ya estaba definido desde
hace siglos, desde aquellos tiempos remotos donde los hombrebestia conocieron a
los hombrescordero y se dedicaron a cazarlos furtivamente y través de implacable paso de
años de batallas vencidas.
Las nubes negras marcaban el regreso de la oscuridad, la vieja compañera de todos
loshombrescordero, ahorcándose en las infinitas sogas de los árboles negros o adentrándose
en los profundos silencios del mar muerto.
A la vez un trueno, un rugido amenazante del Señor, congeló el paisaje como en una
fotografía y entonces aparecieron los verdugos, con palos en las manos y borceguíes en los
pies. Voces distantes y ni una palabra verdadera, caos de gritos, insultos y amenazas.
-Qué hace vo’ con la Andrea, ¿eh?
Los sonidos del silencio marcaron la absoluta desproporción de la batalla: los golpes de
culata y las patadas en el estómago a Santiago hirieron tan profundamente el aire, pestilente
del hedor que exuda el miedo de los vencidos, que las aves salieron despavoridas voland
o atontadas en círculos diversos, buscando aires de libertad entre el encierro de los
mutilados.
Sin embargo el atroz cuadro se desintegró como el vidrio contra el suelo, ante el feroz grito
de guerra de Franco.
-A vo también te vamo a hacer cagar…
-….
-Hablá, puto, cagón.
-…
Una vez depositada en territorio enemigo, la voz sería para siempre de otro, inservible
como una hoja al viento que no encontró su buzón.
Pero su grito, terriblemente agudo y sonoro conmovió la tierra y el polvillo lo llevó
consigo en andas, hasta los oídos de un cartonero que pasaba por ahí, con la barba raída y
los ojos luminosos. Y entonces la pelea se detuvo.
Esta vez los hombresbestia se retiraron cabizbajos, sabiendo que ya volverían pronto a
buscar sus víctimas, los corderos degollados, ya advertidos del maquiavélico
funcionamiento de la “democracia”.
El hombre de los cartones pasó silbando y riendo, lo seguían tres perros y un chivo. ¿Y si
fuera Dios?
Franco, trató de enderezar a Santiago que, como Lázaro, revivió con algo del agua con
que Franco le mojó la cara.
-Vo soi Dios?
-… (Ojalá, ojalá…)
-Vo so bueno…Vo so…
Santiago deliraba, pero a la vez aunque moribundo era el motor de vida de Franco, quien
como una órbita a su alrededor lo salvaba otra vez de un final trágico.
Después de arrastrar casi 30 cuadras el pesado cuerpo de Santiago y depositarlo junto a la
puerta del dispensario más cercano de inhóspito lugar, Franco se sentó a descansar, en el
séptimo día.
Todo lo que jamás creyó poder hacer en su vida sucedió en un segundo, un grito de horror
que destrozó para siempre la barrera del silencio interior que lo atormentaba de impotencia.
Se sentía casi un profeta, misionero de la amistad, corderolobo escondiéndose en la selva
del territorio enemigo.
Capítulo 6: Autor/Personaje
Pero aún no podía estar seguro… ¿y las palabras?, ¿Qué harían los hombres con sus
palabras?, ¿las usarían para amordazarlo infinitamente, como a su padre? Ya casi ni lo
recordaba, pero sí a sus palabras, que sonaban tan melódicas como el rumor de los pájaros
fabricando sus nidos.
Adentro de su casa, o casilla, y con su PC empezó a pensar en María. La recordaba
vendiendo las pizzas y las empanadas en la casa de la esquina.
-Franco, ¿lo de siempre?
-…. (lo de siempre es la rutina infame, lo único sos vos)
-Están calentitas, tomá, una docena de empandas dulces.
-…. (tus manos, abiertas, se parecen a las manos de la virgen… podrías acobijarme
eternamente entre esas manos…)
Si tan sólo pudiera hablar con ella ¿Servirían esas palabras para amar, tender puentes,
construir sólidas estructuras o sólo para destruir y barrer todo lo que alguna vez nos hizo
felices, como siempre pensó?
Leyó en un libro de mitos egipcios que antes de la escritura no existían guerras, las palabras
fueron usadas para separar, marcar abismos de desigualdad, muros impolutos.
Ni siquiera sabía si Santiago estaba aún a salvo, las bestias se empeñaban en destruir a cada
paso cada surco de vida y cada palabra quedaba atragantada para siempre en el dolor de ya
no ser más que un anacoreta, subsistiendo en la penumbra interior.
Pero María estaba conectada, imposible sería no leerla, acaso pudiera desentrañar la magia
de las palabras divinas que conectan finalmente a los hombres y los hacen felices.
28 de abril de 2014 13:50
....
-hola, kien sos
......
Hola…
…..
...
KE Kallado estas
@camushacker está desconectado o no puede recibir mensajes
_____________________________________________________
(No, todavía no, estoy desconectado, pero puedo recibir mensajes, desde aquí desde donde
estoy, en un sitio remoto aislado por protección)
Se resistía al silencio y a la vez a la palabra. Descubrió que el mejor camino era la palabra
de otro. Sino más genuina, más experimentada que la suya…
-Hola…
- volviste? Que estabas haciendo te comieron la lengua los ratones jajaj...
-Tú, aire que respiro en aquél paisaje donde vivo yo…
- QE??
-Tú me das la fuerza que se necesita para no marcharme
-a donde te vas? No te vayas
-TU ME DAS AMOR…
-Que dulce sos
-Mil momentos como este quedan en mi mente
si ya me voy a ir para casa dentro de un rato. Un besoooooooo
-…(Sí, ya sé que sos esquiva, como quisiera destruir para siempre este bloque de hielo que
me mantiene atado al otro costado de la vida, a donde lo encontré a Santiago aquella vez,
en la oscuridad de siempre, mi única consejera)
@marialadelbarrio está desconectada o no puede recibir mensajes en este momento
Franco pensó que todos a su alrededor estaban desconectados, movidos por un hilo
invisible de algún titiritero desquiciado, en un circo de explotadores. Algunos
hombrescordero como él se negaban a los libretos premeditados de tan infames dueños, lo
hacían con su silencio.
Y sin embargo tanta soledad se hacía absurda, pesada y gris como una nube de lluvia
infinita.
Hubiera querido regresar a Irlanda, la pradera de sus sueños. Hablar con su padre, comer la
tarta de manzanas y salir al jardín a oler la frescura de los árboles frutales en flor. ¿Cómo
serían sus labios?
Acababa de cumplir los quince años, hace escasas horas. Ella también tenía quince. Iría
finalmente a ese baile al que ella va siempre y pondría un nuevo disco, una música
melódica para poder bailar lento y tocar su cintura.
Shhh…shhhh
____________________________________________________________
-Lo que haría, por no sentirme así…
-¿así cómo?
-Así solo, así perdido
-No está solo, yo toy con vo
-Pero vos sos mi sueño te vas a ir…
-Y si me soñás para siempre…no
_________________________________________________________
Ahí, pero dónde, cómo. Estaba siempre a su lado, junto al lavabo, al lavarse los dientes,
junto a la mesa de luz. Con el perfume y la frescura de una rosa en un jarrón. Ahí, pero
dónde y cómo. Para siempre él su autor, y ella su personaje. Dibujando su conciencia, la
calidez de su piel, sus ojos rasgados, las mejillas coloradas. Para siempre ella un boceto de
su imaginación creadora, recopilando fragmentos de su verdadera existencia para rearmarla
ante sí. Inalcanzable e indispensable como el oasis de un desierto.
Para siempre él su personaje porque ella definía en realidad sus emociones y él se dejaba
manejar sin resistencia por los hilos de seda de tan magnífica titiritera.
Si fuese más de esto y menos de aquello. Si fuese para ella su personaje, tan bello como
sólo ella pudiera construirlo, orgullosamente, y amarlo para siempre, en un sueño eterno, a
través de una pc y sin desconectarse…
Capítulo 7: Letra y Música
Ella se mostraba inalcanzable en la mañana, pero en la soledad de sus tardes iluminaba el
cuarto oscuro como un claro de luz infinito.
Detrás de las maderas crujientes de la puerta rechinaba el viento, filtrándose como una
sombra pestilente de amargura. Allí en su pieza iban a dar todos los vientos, todos, pero él
solo podía pensar en el poder de las palabras, las mágicas, las verdaderas…
Eran palabras prestadas, pero más suyas que la guarida profunda de su silencio absoluto
donde reposaban todas, amontonadas, esperando poder elevarse como cometas en el cielo.
Se había instruido en el arte del plagio, el de los recolectores de historias, de frases,
momentos: como aquellos narradores del oriente que, en las plazas del mercado, se sientan
a narrar las vidas pasadas de los hombres que se diluyen bajo las arenas del desierto.
Escogía entre los desechos de sentido que pululaban en las marginales poéticas de aquellos
lugares donde no llega nada, ni nadie, más que los ojos de Dios. Un grafitti, un poema
envolviendo un paquete y, sobre todo la música, SU música, el obsequio más sagrado para
un habitante del silencio.
Sólo bastaba con apoderarse de sus auriculares, como las abejas que se disponen laboriosas
a extraer la miel, sorbiendo los frutos sabrosos de su maravilloso mundo interior.
Lejos quedaban todos los gritos, los sonidos torpes, los sinsabores de la rutina y la pared
mohosa, mágicamente, reverdecía nuevamente de alegría en arroyos, jilgueros y cerezos en
flor. Ella llegaba y, con las manos abiertas con las que la recordaba siempre (como en la
estampita religiosa de su cuarto), lo invitaba a compartir su alegría o su llanto.
Cualquiera fuera la opción siempre lo liberaba de su ensimismamiento atroz, absorto frente
a un escaparate de anhelos imposibles, como un mendigo del amor.
Una canción, cuidadosamente escogida para ella (aún la más cursi) bastaría para retenerla,
tanto como pudiese, para recrearla en su pensamiento una y otra vez
. -Hola @camushacker, esta re bueno tu logo
-….
-Decime de donde me conoces, estas????
-...
-Hola, estas? Holaaaaa
-Qué me importa haber sufrido, si ya tengo lo más bello y me da felicidad…
- No lo conozco a ese, me gustaría que me lo cantes si pudieras….jejejeje
-Siempre me vas a cantar? Stoy :-( hoy, mi papa me dice que se muda la obra q nos vamos
-esteamorquetumehasdadoesaquelqueyosoñé… (Me salieron…las palabras…¡todas juntas!
ya no puedo ya reprimirlas)
- No me quiero ir, yo tambien sufro
- En un mundo tan ingrato, sólo tú me das amor… (siempre te voy a cantar, con los latidos
de mi corazón que vencen este mundo mío desmoronándose a cada rato, sostenido por las
cuerdas de la imaginación, como un viejo violín que ya nadie quiere tocar, solamente vos lo
descubriste y sonará eternamente en mí. Vos…)
-K lindo!!! -Pero a veces tengo miedo, aca ya no vendemos nada, mi mama hace costuras
para el cantri de la esquina, pero yo no se, si se viene abajo lo de las comidas. Vos no tenes
miedo a veces? Ayer mi hermano se escapo otra vez, vos no te escapas?
-Este amor siempre es sincero, sin saber lo que es el miedo. En un mundo tan ingrato,
AMADA, AMANTE (estoy escapándome de este mundo solitario, con tu voz, que habita
en mi cabeza)
-Vos sos raro, no sos como los otros, y es que… ¿en serio no estas en nada raro? Mi mama
dice que la gente rara anda en algo feo… ¿Cuándo te voy a ver?
-Este… Este amor que me has dado, amor que no esperaba, es aquél que yo soñé. Va
creciendo como el fuego, es hermoso dar amor (te puedo comprar dos mil quinientas
empanadas para que te quedes eternamente, sentada ahí, sobre la verja, hasta que yo llegue,
bailando con la punta de las zapatillas suspendidas en el cielo, siempre…
SIEMPRE, AMOR, HERMOSA, ESPECIAL, SUAVE, MARIPOSA, CIRUELAS,
LÁGRIMA, LABIOS, PIEL, FLOR ….)
-Si me gusta este tema, mandamelo. TQM :-) si te quiero ver, ¿venis a la fiesta el
viernes? Te espero
.Yo… Este… Yo… vos… Te amo
María La del Barrio está desconectada o no puede responder en este momento
------------------------------------------ -
El siguiente mensaje no pudo enviarse : -Yo… Este… Yo… vos… Te amo
Todas las letras, todas, corrían hacia él, se arremolinaban ante sus ojos, refulgentes. Casi
podía tocarlas, sentirlas, enhebrarlas, hilvanar un collar de perlas con ellas, palabras
hermosas que jamás había dicho y ya no casi no recordaba su sonido, pero sí las
imaginaba…
O acaso las había inventado, un hacedor de lo indecible… Amar..Ría…Mar..Haría… Todo
su universo estaba ya impregnado de su esencia. Como un torrente de lava, venas
sangrantes, ebulliendo su adolescencia a flor de piel, encrispados los nervios de la necesitar
de verla el viernes, de impedir que se fuese, que se bajara el telón sin su amado personaje,
sin su autora
Shhh...
… ………………………………………………………………………………………
- ¿Cuántas empanadas vas a llevar?
- Doscientas mil -
-No son muchas?? (las mejillas ruborosas)
- Puedo comprarlas a todas, y en mi auto llevarte a pasear, a la orilla de un río, no el de acá,
uno de verdad, con agua cristalina y pececitos dorados.
- Pero…¿y si me tengo que ir?
- Si te sueño toda la vida nunca te vas a ir, vos me dijiste…
- Sos un loco…
- No te apartes de mí…
……………………………………………………………………..
Pensaba que el mundo es siempre una canción de amor en un grabador a veces
descompuesto, o deteriorado, pero que siempre vuelve a sonar y su imaginación era tan
potente que hasta casi podía sentir el olor de su perfume y las yemas rugosas de sus dedos
laboriosos recibiéndole el dinero.
La puerta jamás estalló tan estruendosamente como en aquél momento, con la irrupción de
lo real:
- Franco, Volvió, el papá.
Pero el tema ya estaba sintonizado en una sola frecuencia, en un mismo ritmo. No había
lugar para palabras nuevas, otras ideas. Su mundo ya estaba inundado de aquellas y no
deseaba aferrarse a ninguna costa, tocar el suelo firme dejando atrás el mar de sus
tribulaciones.
Como un náufrago en un mar de emociones, no podía sino empaparse de esos sonidos de
las canciones y refrescarse el cuerpo flacucho, alimentándose de las palabras mágicas.
-FRANCO!!… Volvió el papá.
“El Papá”… Por primera vez en muchos años vio realmente el cuerpo regordete y los ojos
cansados de su madre y hasta la vio más linda que otras veces. María… Mar… Ma... María
rima con mamá…
Capítulo 8: Géneros
Su padre estaba sentado en la silla rota del comedor, una silla rota para un hombre que
había sido el artífice principal de todos sus recuerdos.
-Toma, toma la leche
La natural rudeza de su madre siempre le desdibujaba a todos sus héroes. Ella literalmente
había vaciado lo poco que había en la heladera para dárselo al anciano. Era un acto de amor
natural, jamás se había dado cuenta de esos detalles, de qué también a él, a Franco, le
dejaba siempre la milanesa más grande y ella comía las sobras en otro plato, no el de la
porcelana azul.
Allí viéndolo a ambos, pensó que tal vez su representación había sido un tanto maniqueísta
esos años. Definitivamente. Con la presencia de María a su lado, quien invisiblemente le
tendía un puente de reconciliación con él, igual que Santiago, quiso decirle a su padre.
"Che, viejo", como todos los demás...
-Ahhhh me quemo, Martaaaaaa!
La madre le pus los pies en remojo, con agua y sal. El padre, la madre, ¿qué era su vida?,
¿un sainete, un gotesco, una comedia negra, una película neorrealista?, ¿qué era el absurdo
de lo real y donde estaba Irlanda, su otra casa, cuando acabaría ese exilio interior?
El hombre tenía los ojos fijos en el piso. Estaba hechizado de algún pensamiento interior.
Embebido del alcohol que alimentaba todos sus delirios. Se le acercó, hubiera querido
decirle "Talleres, ganó el domingo..."
Pero él se adelantó, le tomó una mano con firmeza, casi le hacía daño, pero era necesario
que se la estrechara con tanta fuerza. Se acercó a sus oidos, reales, y le dijo: -Franquito, no
te vayas...
Y luego volvió a desvariar, todo se hizo difuso. Y al final tuvo que huir,traicionar su
pedido, huir sin bolso: para qué, no necesitaba más que su imagen, ella lo acompañaba
fantasmalmente, en su memoria, pero iba a su encuentro real.
Estaba en la puerta del local de comidad, golpeando sus zapataillas en punta, con los pies
en entre el cielo y la tierra, bailabando con ellos, sentada en la verja, esa verja agrietada a
punto de venirse abajo, como su propia vida...
-Franco, te doy lo de siempre???
-...
-...Me deben mucha plata, tu mamá me va a tener que pagar, está muy dura la mano. Vo
sabe...Pero, io
-...
-Toma, lo de siempre. Dejá
Él, sin embargo, le acercó el libro en vez del pago. Ella levanto el ceño en señal de asombro
y leyo en voz alta y con algo de dificultad: "El Extranjero: Albert Camus"...jajaja. ¿qué me
querés decir? Después me traes la plata.
El asintió y salió rápido en carrera con la vida.
Iba resignado, otra vez absorto en los pensamientos. ¿Qué era su vida?, ¿un cuento
absurdo?, ¿cómo sería el final? Le hubiera gustado recojer todos los fragmentos de
momentos felices del día y hacer una comedia, o un cuento con final feliz: la mirada de él
papá, la voz de la madre diciéndole su nombre, el apretón de manos de Santiago y la
sonrisa de María
Por el camino de tierra iluminado tenuemente, su sombra delgada se proyectaba más grande
que de costumbre. Una estampida de pasos atrás le hizo pensar lo peor...
-Camus, Camus Hacker!!!!, Camus!!!
El ya no era un hombre, era un manojo de nervios petrificado junto a su sombra, temía
darse vuelta y convertirse en estatua de sal, no podía ya decepcionarse de nada más.
-Camus... tu libro, tomá!
Ella tenía una calza roja y un pañuelito rosa anudado al cuello. No pudo ver más que eso...
Todo se sucedió rápidamente, demasiado, aunque lo recordaría toda su vida, entera. Se
acercó a él, le tomó la cara con ambas manos y lo besó brusca y apasiaonadamente.
Mientras lo real y lo irreal se unían mágicamente y el pueblito infernal que habitaban
pasaba de ser Comalá a Macondo. El elemento vital para girar drásticamente el guión
hacia una comedia de amor shakespereana...
Ella volvió corriendo a su casa. El libro de los nervios se le cayó a un charco de agua sucia.
Lo limpió un poco con los dedos temblorosos. Aunque hubiese querido, decir algo hubiese
sido imposible. Sólo podía sentirla eternamente, en sus labios y las palabras jugaban dentro
de él y lo hacían reír...

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  • 1. EL EXTRANJERO EN LA REALIDAD, LA VERDADERA HISTORIA DE @CAMUSHACKER acker Capítulo 1: La inexactitud de los libros
  • 2. ¡Mierda! Pensó cuando el frío del escupitajo le cayó por detrás de la nunca, como un tiro fulminante y silencioso. Seis pisos arriba Santiago y sus amigos reían “como hienas inmundas”, pensaría después, mientras usaban las lapiceras vacías como cerbatanas para desprotegidos paseantes. Hacia mucho que le venía esquivando al tema de María, que si la encaraba, que si no. Se había puesto su mejor vestuario. Sí, era como salir del potrero y pelearle un partido a los ingleses, una meta casi imposible, pero no por eso menos atractiva. Ella estaba sentada repasando las fechas claves de la segunda guerra mundial, dibujaba una línea de tiempo invisible con sus dedos de pianista eximia. Apenas lo vio le regaló su mejor sonrisa, con pocitos en la mejilla y todo. - Llegaste temprano, ¿no? - …. - Y … ¿estudiaste algo? - ….. - Bueno… Me voy…a clase. Chau. El silencio nuevamente era el único lenguaje que salía de su boca. Ese silencio quería decir muchas cosas: “qué bueno que te encontré, sos lo más lindo que he visto hoy y ayer y antes de ayer, menos mal que estás, me alegraste el día, corrí quince cuadras para llegar a verte antes de que entraras a clase, las baldosas que estoy mirando firmemente están dibujando un país secreto para que vos y yo lo habitemos eternamente, alrededor de tu pelo ensortijado se han revuelto todas las ideas que traía hasta aquí y ahora mi cabeza es una radio que se sintoniza sola en un tema de Queen, etc. etc.” Ella se levanto de su asiento de reina y con suma delicadeza se perdió entre la muchedumbre de “los otros”, los sin rostro, los que no contaban, los verdugos de siempre, guionados por un maquiavélico rey de algún infame imperio colonizador de almas.
  • 3. No, se ve que el lenguaje del silencio aún no era descifrable para ningún ente humano ni traspasable hacia ningún corazón… En sala de maestros la profesora de Ética dijo que todos los chicos son muy revoltosos, que lo más importante para ellos es hacer amigos y no los estudios y que en general se portan bastante mal. Lo escucho como al pasar: pensó que era filosofía barata y con su imagen fantasmal de delgadez extrema siguió danzando a través de las paredes del colegio, con el rostro cabizbajo, absorbiendo datos de aquí y de allá sin una utilidad precisa. En horas de Lengua leyeron por enésima vez “El Principito” y la profe dijo que no es posible vivir en el espacio exterior y que por eso se trataba de un relato fantástico. A Franco todo eso le pareció una gran inexactitud, igual que esos relatos infantiles y absurdos adornados con familias felices e historias de navidad al calor de un hogar. Se siguió ignorando su presencia durante toda la clase, a tal punto que hasta él mismo dudaba de ser real o algún experimento fallido de algún mago que desembarcó en la unánime noche de los presentes. Entre los gritos y los portazos de sus padres, debajo de la cama, Franco había encontrado un recurso mágico para ser feliz, breve pero contundentemente: sin varitas mágicas, sin dimensiones desconocidas, sin superhéroes, sin espejitos de colores. Realidad y ficción conformaban una amalga indisoluble que no gustaba de la liviandad de los conceptos y que desmoronaba toda ciencia pragmática. Los gritos afuera, el silencio interior. Solamente el silencio enhebrando con delicadeza la reconstrucción de la memoria y abriendo el terreno poderoso a la imaginación: ella, su sonrisa, el recreo y él. Shhh…Shhh… _________________________________________________________________________ __. 9 am, sol despuntando el alba, otoño en colores de esperanza y pájaros que retornan a su nido, rumor de río y trinos sobre los fresnos de los canteros. - (Él, con voz grave) Che, y así que tenés prueba de Historia…
  • 4. - (Ella, linda como siempre) Sí, la profesora es aburrida y tiene esa voz de pito que perfora los oídos. - (Él, como si su edad interior coincidiera con la de afuera) ¿Sí, no? Es como una gallina asustada que no sabe dónde depositar sus huevos. A ver?, a ver? A ver?, Quién sabe quien sabe como se llamaba el archiduque de Austria?... Ella tocándose la panza de la risa, salían mariposas de su vientre. Yo sé muchísimo de Historia, leo libros, podés venir a casa. Mi mamá nos prepara un café con leche. Te puedo mostrar mi biblioteca. Mi casa es muy grande, tengo una buhardilla se Creta que siempre te he querido mostrar. - Me gustaría ir, Franco. Fin de la obra, danza de aves, destellos en los ojos de ambos. _________________________________________________________________________ ____. El despertador ponía un límite entre su felicidad y la amargura innominable de todos los días. Cada mañana la madre lo levantaba de un tirón lo peinaba con gomina y lo depositaba como un paquete con fecha de vencimiento en el modesto colegio del barrio. Pero aún ella no llegaba y él se imaginaba un insecto diminuto tras las frazadas, escapándole a un nuevo día de humillación en el colegio aunque con la tristeza de no verla. En los primeros abecedarios del colegio lo hacían repetir: Mi mamá me ama, amo la masa que ella amasa, mi mamá me mima. No, mi mamá no me mima ni amasa, pero me pega un mazazo con el amasador mientras un mimo se cuela por la ventana y hace el personaje de Carlitos Chaplin…. No, los días de la infancia no eran así Capítulo 2: El Idiota “Es idiota. No sirve. Es así, que se le va a hacer…”
  • 5. -Señora, no estoy discutiendo con usted la mala conducta de su hijo o su mal desempeño en exámenes, sino su hipoacusia. Su hijo simplemente no habla y es posible que tampoco oiga. Le veo la mirada distante cuando explico aunque sus exámenes en general son muy buenos. Necesito una ficha médica para comprobar sus condiciones reales de salud y después actuar en consecuencia… Sinceramente, creo que usted, como madre, no ha hecho lo correcto hasta ahora. Su hijo la necesita… Franco miraba la escena desde un lugar estratégico y se retorcía de placer. Era el resentimiento en estado puro liberándose después de tantos años en danza de ácidos estomacales corroyendo las entrañas de su madre y su rostro de bobalicona ante la directora. Porque ella odiaba, sí, descubrirse ante los demás como lo que era: una madre ausente y amoral. Atrapada entre las fauces de su hijo, que rumiaba lentamente el sabor de la venganza, salió como un tiro de gracia disparado hacia la calle, con tanta mala suerte de pisar mal con un pie y caer al suelo vencida, en simbólica muestra de nocaut. Franco pensaba que la verdad que sus exámenes no eran tan buenos como podría haberlos hecho realmente, pero algo en él le impedía sobresalir entre los demás, era como una resistencia interna. Proferir una palaba, cualquiera sea, podría ser usada en su contra porque al salir del recinto respetuoso de su morada sería ya de otro, seguramente del enemigo. Prefería, en cambio, ser un testigo mudo de su propia vida, hilvanando las historias de los demás personajes azarosamente involucrados en ella, recogiendo los escombros de sentido entre una existencia asolada por el fuego de la indiferencia. No se sentía un protagonista, en cambio se pensaba a sí mismo como un poeta en cuya boca muerta habitaban nuevas experiencias que poblaban de luces la lobreguez de sus días. Con sutil encanto las palabras llegaban a él para animar sus días, pero no para ser oídas por los demás.
  • 6. Sin embargo la mayor revelación sucedería al descubrir que era capaz de intervenir con igual provecho en la vida de los demás. Un limbo entre la voz y el silencio, a medio camino entre la realidad y la fantasía. Estaba en la sala de informática: - Les voy a pedir que saquen sus netbooks y entren a la red interna del colegio, dijo el profesor a cargo. Recuerden, que nunca tienen que ingresar a sus cuentas privadas sino a la red de la escuela. Los alumnos consintieron con igual desgano que en un clip de Pink Floyd. Después de decir eso, una pelea inusitada en el pasillo lo interrumpió en sus tareas y todos los jóvenes, como es natural en ellos, desobedecieron a sus órdenes, entrando a los chats y mails personales. Franco estaba sentado al lado de la “pc madre” que tenía información de todas las demás y desde allí observaba, como siempre, todo el cuadro representado ante él, con un acceso total a los usuarios y contraseñas personales de todos sus verdugos. Y lo que más le llamo la atención fue el facebook de Santiago, el matón del curso. - Inicio de la conversación 11 de abril de 2014 19:23 No me das bola, ya te dije que te vas a arrepentir. Hablame boluda, estoy mal. Me dijiste que no era mío. A vos qué te pasa. Mi viejo está en cana y encima me haces esto te juro que me las vas a pagar 13 de abril de 2014 12:38 Contéstame Andrea, no te saques así. Vos me arruinaste la vida. viernes 19:51 Andrea no te lo sigo más. Es la última. Te vas a arrepentir te lo juro. viernes 19:52 A las 6, atrás del tanque No sentía ni la más mínima compasión por Santiago porque era el principal enemigo de su felicidad. Se empeñaba en hacerle las burlas más crueles y hasta de sólo presentir el olor de
  • 7. su colonia barata se estremecía de temor al punto de extremo de mojarse una vez los pantalones. Andrea no era mala chica, no molestaba a nadie, era simpe y buena y además sería madre. Todos pensaban que era naturalmente de Santiago, pero él al parecer no lo creía. Las horas del colegio se diluyeron entre las tribulaciones de ser un testigo clave, pero mudo, de lo que podría ocurrir. Y más aún cuando divisó en la mochila de Santiago un objeto de aspecto puntiagudo, como un arma. A la salida del colegio se pasó la tarde entera cabizbajo, tirando piedras con la gomera hacia ningún punto fijo. Se debatía entre la inacción y el temor de ser causante involuntario de algún desenlace fatal. En su casa tenía un libro que había dejado su padre, estaba deteriorado por la humedad y naturalmente lo leyó, como todo lo que atesoraba de él en las retinas de sus ojos. Se llamaba El Extranjero y tenía anotaciones de puño y letra de su progenitor, como la consigna “estamos condenados a ser libres” de otro pensador de la época, el genial Sartre. Esa frase le retumbaba en las sienes como una bomba de conciencia dispuesta a estallar…. Llegó corriendo hasta el baldío detrás del parque en la hora señalada para otro. Santiago estaba en cuquillas, en posición semifetal y como un niño lloraba con gemidos agudos de dolor. “No me vua’ a quere, no me vua’ a querer, nunca, nunca, nunca…”. Se presagiaba a sí mismo como una ave negra sobre el Busto de Palas. Desde cerca Franco pude ver que tenía la pistola en la boca, pero su presencia también era invisible para él, ya derrotado y sin ánimos de compensar frustraciones con burlas odiosas. Se trataba de hablar, actuar, de vencer la barrera de la seguridad del silencio. Pero, ¿qué decir?, ¿qué? El viento amainaba las bolsas vacías de basura, como en pajonales de un paisaje rancio.
  • 8. Franco apartó con suavidad el arma con quien su antes verdugo ahora se castigaba. Y lo abrazó casi sin quererlo, tratando de contener el pesado cuerpo del otro muchacho morrudo, aferrado hacia el costado de la vida, en esa osamenta de objetos inútiles, entre pilas de basura, a donde parecía que los ojos de Dios ya no llegaban. Pero a veces sí… Ese día se convirtió en @camushacker. Publicado por Mariana en 11:06 /5/2014 Capítulo 3: El Extranjero El Extranjero La soledad se hace carne en mí y la noche parece un desierto hoy... La densidad de la angustia que se respiraba cada día en la desolación de su cuarto parecía poder cortarse en bloques y dibujar unos barrotes invisibles entre su soledad y los demás. Soñaba con escapar hacia algún lugar, no cualquiera, el lugar de verdad, un valle verde dibujado en colinas, hojas de hierba y tejados rojos sobre las casas de piedra. En la biblioteca del colegio lo vio realmente, adentro de un anuario viejo de National Geographic, pero ya lo había proyectado en sueños mil o más veces: un paisaje irlandés donde los pobladores vivían de la recolección de frutas y hortalizas. Cuando alguien consultaba su lugar de origen le costaba nombrar a “Córdoba”, hubiera querido negarla tantas veces porque ella sólo le recordaba su amargura. En vez de eso prefería como siempre el silencio y escribía en el papel el nombre infausto…vencido en la
  • 9. realidad. La casa se dividía en dos: allí donde andaba la madre fijando su territorio de conquistadora y donde moraba él, el extranjero, el nativo desplazado, habitándola con la levedad de un poema roto y huyendo de su mirada rapaz. Desde allí, desde su invisibilidad, la miraba masticar con la boca abierta y gritarle al televisor encendido a todo volumen. Se acordaba de su padre, cuando de rodillas le imploraba "piedad" y se agarraba de sus pies como si fuera un náufrago en la tormenta. Antes de que ella decidiera echarlo a la calle, por sus problemas mentales, supo intentar ganar su cariño más de una vez. Pero ahora estaba orgulloso de odiarla, era una victoria personal. En la “pieza” (o celda) de la casucha mal gestada, la humedad se enredaba como una hiedra venenosa a las cosas y se mezclaba soporíferamente con el frío implacable del invierno que se colaba por la ventana desvencijada. Entonces soñaba despierto con el lugar, “my place”, la aldea de los granjeros irlandeses. ---------------------------------------------------------------------------------------------------- Subido a un tren imaginario de un solo pasajero (él), y desde la ventanilla, observaba como pronto todo quedaba atrás, azotado por el fuego del olvido y la purificación de las almas. Una Roma incendiada que se perdía en el camino y detrás de nubes esponjosas que señalaban la proximidad del verdadero hogar. En una de las casitas lo esperaban con abrazos y una tarta de manzanas recién horneadas. Cuán verde era ese valle… Él, el exiliado de retorno, se preparaba para hacer posesión de su casa, calzándose unas
  • 10. pantuflas algodonadas como esas nubes, que danzaban con el viento alrededor del sol. Y, como arena fina entre los dedos, el paisaje se iba escurriendo con el frío de la pieza al caer la noche. ------------------------------------------------------------------------------------------------------- Sin embargo, desde hace una semana había descubierto que su soledad podía compartirla con la soledad de otro, la de Santiago. Después de la trágica experiencia en el baldío, Santiago se había transformado en un suicida en retirada, ¿qué es esto? Un sujeto melancólico que atravesaba su existencia de manera automática, con la mirada perdida en otro lugar, igual que él, un exiliado de la vida. Cuando entraba al colegio lo miraba absorto, era sólo a Franco a quien miraba realmente, como una manera de asentir, de reconocer, que eran dos habitantes de otro país, lejano y distante, y que se fingían geográficamente allí sólo para aparentar cordura. Dos (casi) niños, (casi) adultos mirando al sudeste, hacia un horizonte tan apartado como otra galaxia. Hasta que una vez Santiago dejó su recinto sombrío de angustia para reírse con él. Iban caminando por la ruta de tierra. Le escupió al lado al lado suyo. Franco lo sintió casi como un signo de aliento. -No boludo, no se te asustes (le extendió la mano, como un puente imaginario). -… (rostro de sorpresa, ojos caídos, con rubor de vergüenza) -Vos sos Franco, ¿no? -… (asintió con la cabeza) - Ah sí, ¿querés un pucho? -… (sí, ¿por qué no?, para despejar la niebla con humo caliente…) -… Ehmmm. Qué día de mierda. Bueno, chau bolu… Le refregó la cabeza con una mano y se rió.
  • 11. -… (chau boludo… chau Santiago, chau…) Ese día apenas llegó a la casa se tomó entero un plato asqueroso de sopa. Y se acostó boca arriba. La mancha de moho de la pared se abrió sorpresivamente, y una nube radiante pasó saludándolo (como Santiago), emigrando hacia el Sur. ----------------------------------------------------------------------------------------------- Se calzó los botines negros y la remera vieja de Talleres del padre. En el potrero lo esperaba el Santi, gambeteando como los dioses. Lo invitó con un aventón de manos, como entregándole una llave para entrar a “su” lugar. Punto de penal, tres pasos atrás, arco enemigo, pie izquierdo y… ¡marca de gol! Detrás de la red, el fulgor del verde de Irlanda se fundía con los colores del otoño y el olor de las manzanas. María también estaba ahí y movía la cabeza arriba y abajo, una y otra vez, como era su tic habitual. Si le hubiese preguntado algo, cualquiera sea la pregunta... ella habría dicho que "sí". ----------------------------------------------------------------------------------------------------- Le salió como algo extraño, una contusión interior, un pájaro herido reviviendo en la noche y gorjeando junto a una fuente de plata. Entonces una risa inusitada rompió la barrera del silencio y detrás de ella una cascada, en borbotones de alegría. La soledad de Santiago y la de él se hacían compañía mutuamente. Inconscientemente lo hizo, abrió su cuenta de correo en "enviados": santiago_cat@hotmail.com CC. Para andreaiac@yahoo.com.ar Ese tema es de putos, pero me dijiste que te gustaba. Se ve que por vos hago todo. Hasta me
  • 12. vuelvo puto. Te lo mando. Cuidate. Estoi buscando trabajo. Te voi a mandar para los dos. Yo te voi a esperar… Adjunto. La soledad se hace carne en mí. Abel pintos.mp3 Después de ver el correo se sintió aturdido, le dio remordimiento ponerle palabras a los ojos rojos inyectados de sangre de Santiago. Era demasiado perturbador para él tener tantas palabras atragantadas, atoradas e incapaces de salir, de dispersarse entre el viento siquiera. Sabía que “lo iban a cagar a trompadas”, porque Andrea salía con "el hijo de un cana" y se la tenían jurada. Lo había escuchado esa tarde. Pero… ¿cómo pedir ayuda sin decirlo?, ¿cómo avisar sin voz?, ¿y cómo luchar a riesgo de morir, de quebrar su recinto seguro hacia ninguna certeza de nada? Asumir el peligroso rol de salvador de Santiago lo atormentaba, pero en su mano latía esa llave invisible para retornar por fin a su hogar. Capítulo 4: Literatura y Vida Hubiese querido desintegrarse en el aire como los pistilos de los panaderos, esparcidos por el viento en señal de buen augurio… Mientras Santiago se hundía en la depresión como un can cerbero oliendo la muerte a cada paso, él sólo pensaba en las improbables chances de que su descubrimiento cibernético le trajese algún bien a su miserable vida. Se debatía entre el hastío y la miseria acosadora de todos los días y la angustia se le pegaba a los poros, adosada en los pulmones como el frio húmedo que se colaba por la ventana.
  • 13. De un día para el otro, Santiago se había hecho un seguidor destacado de la cursilería de las “canciones para putos” y se las enviaba, con letras y poemas improvisados, a la cuenta de Andrea, quien se mostraba imperturbable como el mármol. santiago_lat@hotmail.com te quiero, vida mía, te quiero noche y día, no he querido nunca asi. Aunque haiga cosas que nos separen vos y yo siempre vamos ha estar juntos. Chau, mi amor. Ayer te deje plata con mi tia. San. La muchacha se le figuraba a Franco detrás de una puerta de acero interminable, señalando su negativa a cualquier gesto y Santiago, como en ese cuento kafkiano, se dibujaba tan torpe y diminuto como él mismo, frente a la tiranía de su madre. -Dale, boludito, levántate, dale, dale, daaaaaaaaaale! Vamo al médico, dale. El coloquialismo burdo de los insultos de su madre siempre interrumpía a la literatura de sus ideas que, en absoluto, se reconciliaba con la vida, tan aciaga e imprevista como un mal boceto sin terminar. La literatura, se reunía con la libertad, con la satisfacción, como en los imaginarios idílicos que dibujaban la cursilería de esos temas donde, en su caso, María sonreía y tarareaba un tema con ojos embelesados de amor. Pero también la literatura le robaba a la vida, al roce de la piel en un apretón de manos o, mejor, al olor de la piel resoplando aliviado en un abrazo cálido y la vida se iba
  • 14. desdibujando detrás de las palabras, mientras la tarde caía apesadumbrada sobre el comedor. En todo eso iba pensando cuando el colectivo se detuvo como un estampido de bestias feroces sobre el pavimento, licuando los sueños y la filosofía con el atroz desencanto de la realidad. Suplicantes, los padecientes pacientes esperaban en la sala de guardias del hospital -Ka… -¡Si acá!, dijo la Señora K. mientras arrastraba a Franco como una bolsa de papas ante la total indiferencia del resto de los suplicantes. -A ver, que les anda pasando… (palabras ensayadas, libreto de antemano) -Si mire, este chico (cuesta llamarlo hijo), no habla (no quiere), no sabe hablar (no acepta), no le funciona el celebro (no como esperarías). - SÍ, deme los resultados de los… sí, de las pruebas que le mandé a hacer. -¿Y? -Todo… todo parece estar bien, correcto, correcto. Me puede dejar hablar con el chico a solas. A “solas”. - Menos mal que se fue tu mamá, ya me tenía podrido. Así que vos no podés hablar. ¿Y si te clavo esta alfiler en la pierna? - - Aaaay! (sonido evidenciando lo indecible) - - Me parece que sos más inteligente que lo que dice tu mamá. ¿Te fumás un pucho? (tengo catorce años) Yo también finjo, como vos, en realidad no soy doctor aunque lo
  • 15. parezca y aunque legalmente lo sea. En realidad yo soy escritor, tengo seis libros sobre los egipcios y todas estas cosas las traje de allá... ¿sabés..? (¿qué me importa?) - - - Y sobre los faraones y las pirámides y la mitología egipcia y estos (¿mamotretos?), todos estos libros yo los escribo entre las pocas horas libres, que son las que cuentan y en realidad soy muy famoso (¿y si es así porque no te quedás allá?) Y esas mujeres que están afuera (¿las pacientes?) son las ammas, las madres del desierto, predicando bajo la persecución del parlamento romano… Y esos hombres, son Ramsés II y III… 3riojebl´bepbewjebkebebrkèbk`pebrk+eb+peñfñerbpwehwrvlrjrwrbjebrbpe Sonidos que ya no decían nada y entonces, detrás del monólogo interminable del doctor y su obsesión por los egipcios, se dio cuenta de que ya no estaba ahí, sino sobrevolando el antiguo imperio africano. Tampoco estaba ya ahí el niño que jugaba con un pedazo de cartón, ni siquiera la madre del niño, con frenética adicción a la tecnología celular y, por supuesto, tampoco él mismo con la mirada perdida ya en otra parte… En la hora premeditada, Santiago y él salieron del colegio y sus verdugos lo esperaban, a la vuelta de la esquina. El polvo suspendido en el aire presagiaba el final épico de un duelo de malevos. Con las mujeres asomándose por las ventanas, oreando los trapos al sol en un destino inexorable que los aguardaba a ambos. En ese escenario infausto donde la vida y la muerte se jugarían un duelo, como en un partido de truco, comprendió qua la literatura era la realidad y lo que los otros llamaban real no era más que una máscara absurda, detrás de la cual todos se ocultaban… Capítulo 5: Los sonidos del silencio
  • 16. El desenlace se presentó inevitable porque en realidad ese duelo ya estaba definido desde hace siglos, desde aquellos tiempos remotos donde los hombrebestia conocieron a los hombrescordero y se dedicaron a cazarlos furtivamente y través de implacable paso de años de batallas vencidas. Las nubes negras marcaban el regreso de la oscuridad, la vieja compañera de todos loshombrescordero, ahorcándose en las infinitas sogas de los árboles negros o adentrándose en los profundos silencios del mar muerto. A la vez un trueno, un rugido amenazante del Señor, congeló el paisaje como en una fotografía y entonces aparecieron los verdugos, con palos en las manos y borceguíes en los pies. Voces distantes y ni una palabra verdadera, caos de gritos, insultos y amenazas. -Qué hace vo’ con la Andrea, ¿eh? Los sonidos del silencio marcaron la absoluta desproporción de la batalla: los golpes de culata y las patadas en el estómago a Santiago hirieron tan profundamente el aire, pestilente del hedor que exuda el miedo de los vencidos, que las aves salieron despavoridas voland o atontadas en círculos diversos, buscando aires de libertad entre el encierro de los mutilados. Sin embargo el atroz cuadro se desintegró como el vidrio contra el suelo, ante el feroz grito de guerra de Franco. -A vo también te vamo a hacer cagar… -…. -Hablá, puto, cagón. -… Una vez depositada en territorio enemigo, la voz sería para siempre de otro, inservible como una hoja al viento que no encontró su buzón. Pero su grito, terriblemente agudo y sonoro conmovió la tierra y el polvillo lo llevó consigo en andas, hasta los oídos de un cartonero que pasaba por ahí, con la barba raída y los ojos luminosos. Y entonces la pelea se detuvo.
  • 17. Esta vez los hombresbestia se retiraron cabizbajos, sabiendo que ya volverían pronto a buscar sus víctimas, los corderos degollados, ya advertidos del maquiavélico funcionamiento de la “democracia”. El hombre de los cartones pasó silbando y riendo, lo seguían tres perros y un chivo. ¿Y si fuera Dios? Franco, trató de enderezar a Santiago que, como Lázaro, revivió con algo del agua con que Franco le mojó la cara. -Vo soi Dios? -… (Ojalá, ojalá…) -Vo so bueno…Vo so… Santiago deliraba, pero a la vez aunque moribundo era el motor de vida de Franco, quien como una órbita a su alrededor lo salvaba otra vez de un final trágico. Después de arrastrar casi 30 cuadras el pesado cuerpo de Santiago y depositarlo junto a la puerta del dispensario más cercano de inhóspito lugar, Franco se sentó a descansar, en el séptimo día. Todo lo que jamás creyó poder hacer en su vida sucedió en un segundo, un grito de horror que destrozó para siempre la barrera del silencio interior que lo atormentaba de impotencia. Se sentía casi un profeta, misionero de la amistad, corderolobo escondiéndose en la selva del territorio enemigo. Capítulo 6: Autor/Personaje Pero aún no podía estar seguro… ¿y las palabras?, ¿Qué harían los hombres con sus palabras?, ¿las usarían para amordazarlo infinitamente, como a su padre? Ya casi ni lo recordaba, pero sí a sus palabras, que sonaban tan melódicas como el rumor de los pájaros fabricando sus nidos.
  • 18. Adentro de su casa, o casilla, y con su PC empezó a pensar en María. La recordaba vendiendo las pizzas y las empanadas en la casa de la esquina. -Franco, ¿lo de siempre? -…. (lo de siempre es la rutina infame, lo único sos vos) -Están calentitas, tomá, una docena de empandas dulces. -…. (tus manos, abiertas, se parecen a las manos de la virgen… podrías acobijarme eternamente entre esas manos…) Si tan sólo pudiera hablar con ella ¿Servirían esas palabras para amar, tender puentes, construir sólidas estructuras o sólo para destruir y barrer todo lo que alguna vez nos hizo felices, como siempre pensó? Leyó en un libro de mitos egipcios que antes de la escritura no existían guerras, las palabras fueron usadas para separar, marcar abismos de desigualdad, muros impolutos. Ni siquiera sabía si Santiago estaba aún a salvo, las bestias se empeñaban en destruir a cada paso cada surco de vida y cada palabra quedaba atragantada para siempre en el dolor de ya no ser más que un anacoreta, subsistiendo en la penumbra interior. Pero María estaba conectada, imposible sería no leerla, acaso pudiera desentrañar la magia de las palabras divinas que conectan finalmente a los hombres y los hacen felices. 28 de abril de 2014 13:50 .... -hola, kien sos
  • 19. ...... Hola… ….. ... KE Kallado estas @camushacker está desconectado o no puede recibir mensajes _____________________________________________________ (No, todavía no, estoy desconectado, pero puedo recibir mensajes, desde aquí desde donde estoy, en un sitio remoto aislado por protección) Se resistía al silencio y a la vez a la palabra. Descubrió que el mejor camino era la palabra de otro. Sino más genuina, más experimentada que la suya… -Hola…
  • 20. - volviste? Que estabas haciendo te comieron la lengua los ratones jajaj... -Tú, aire que respiro en aquél paisaje donde vivo yo… - QE?? -Tú me das la fuerza que se necesita para no marcharme -a donde te vas? No te vayas -TU ME DAS AMOR… -Que dulce sos -Mil momentos como este quedan en mi mente si ya me voy a ir para casa dentro de un rato. Un besoooooooo
  • 21. -…(Sí, ya sé que sos esquiva, como quisiera destruir para siempre este bloque de hielo que me mantiene atado al otro costado de la vida, a donde lo encontré a Santiago aquella vez, en la oscuridad de siempre, mi única consejera) @marialadelbarrio está desconectada o no puede recibir mensajes en este momento Franco pensó que todos a su alrededor estaban desconectados, movidos por un hilo invisible de algún titiritero desquiciado, en un circo de explotadores. Algunos hombrescordero como él se negaban a los libretos premeditados de tan infames dueños, lo hacían con su silencio. Y sin embargo tanta soledad se hacía absurda, pesada y gris como una nube de lluvia infinita. Hubiera querido regresar a Irlanda, la pradera de sus sueños. Hablar con su padre, comer la tarta de manzanas y salir al jardín a oler la frescura de los árboles frutales en flor. ¿Cómo serían sus labios? Acababa de cumplir los quince años, hace escasas horas. Ella también tenía quince. Iría finalmente a ese baile al que ella va siempre y pondría un nuevo disco, una música melódica para poder bailar lento y tocar su cintura. Shhh…shhhh ____________________________________________________________
  • 22. -Lo que haría, por no sentirme así… -¿así cómo? -Así solo, así perdido -No está solo, yo toy con vo -Pero vos sos mi sueño te vas a ir… -Y si me soñás para siempre…no _________________________________________________________ Ahí, pero dónde, cómo. Estaba siempre a su lado, junto al lavabo, al lavarse los dientes, junto a la mesa de luz. Con el perfume y la frescura de una rosa en un jarrón. Ahí, pero dónde y cómo. Para siempre él su autor, y ella su personaje. Dibujando su conciencia, la calidez de su piel, sus ojos rasgados, las mejillas coloradas. Para siempre ella un boceto de su imaginación creadora, recopilando fragmentos de su verdadera existencia para rearmarla ante sí. Inalcanzable e indispensable como el oasis de un desierto. Para siempre él su personaje porque ella definía en realidad sus emociones y él se dejaba manejar sin resistencia por los hilos de seda de tan magnífica titiritera. Si fuese más de esto y menos de aquello. Si fuese para ella su personaje, tan bello como sólo ella pudiera construirlo, orgullosamente, y amarlo para siempre, en un sueño eterno, a través de una pc y sin desconectarse…
  • 23. Capítulo 7: Letra y Música Ella se mostraba inalcanzable en la mañana, pero en la soledad de sus tardes iluminaba el cuarto oscuro como un claro de luz infinito. Detrás de las maderas crujientes de la puerta rechinaba el viento, filtrándose como una sombra pestilente de amargura. Allí en su pieza iban a dar todos los vientos, todos, pero él solo podía pensar en el poder de las palabras, las mágicas, las verdaderas… Eran palabras prestadas, pero más suyas que la guarida profunda de su silencio absoluto donde reposaban todas, amontonadas, esperando poder elevarse como cometas en el cielo. Se había instruido en el arte del plagio, el de los recolectores de historias, de frases, momentos: como aquellos narradores del oriente que, en las plazas del mercado, se sientan a narrar las vidas pasadas de los hombres que se diluyen bajo las arenas del desierto. Escogía entre los desechos de sentido que pululaban en las marginales poéticas de aquellos lugares donde no llega nada, ni nadie, más que los ojos de Dios. Un grafitti, un poema envolviendo un paquete y, sobre todo la música, SU música, el obsequio más sagrado para un habitante del silencio. Sólo bastaba con apoderarse de sus auriculares, como las abejas que se disponen laboriosas a extraer la miel, sorbiendo los frutos sabrosos de su maravilloso mundo interior. Lejos quedaban todos los gritos, los sonidos torpes, los sinsabores de la rutina y la pared mohosa, mágicamente, reverdecía nuevamente de alegría en arroyos, jilgueros y cerezos en flor. Ella llegaba y, con las manos abiertas con las que la recordaba siempre (como en la estampita religiosa de su cuarto), lo invitaba a compartir su alegría o su llanto. Cualquiera fuera la opción siempre lo liberaba de su ensimismamiento atroz, absorto frente a un escaparate de anhelos imposibles, como un mendigo del amor.
  • 24. Una canción, cuidadosamente escogida para ella (aún la más cursi) bastaría para retenerla, tanto como pudiese, para recrearla en su pensamiento una y otra vez . -Hola @camushacker, esta re bueno tu logo -…. -Decime de donde me conoces, estas???? -... -Hola, estas? Holaaaaa -Qué me importa haber sufrido, si ya tengo lo más bello y me da felicidad… - No lo conozco a ese, me gustaría que me lo cantes si pudieras….jejejeje -Siempre me vas a cantar? Stoy :-( hoy, mi papa me dice que se muda la obra q nos vamos -esteamorquetumehasdadoesaquelqueyosoñé… (Me salieron…las palabras…¡todas juntas! ya no puedo ya reprimirlas) - No me quiero ir, yo tambien sufro - En un mundo tan ingrato, sólo tú me das amor… (siempre te voy a cantar, con los latidos de mi corazón que vencen este mundo mío desmoronándose a cada rato, sostenido por las cuerdas de la imaginación, como un viejo violín que ya nadie quiere tocar, solamente vos lo descubriste y sonará eternamente en mí. Vos…) -K lindo!!! -Pero a veces tengo miedo, aca ya no vendemos nada, mi mama hace costuras para el cantri de la esquina, pero yo no se, si se viene abajo lo de las comidas. Vos no tenes miedo a veces? Ayer mi hermano se escapo otra vez, vos no te escapas?
  • 25. -Este amor siempre es sincero, sin saber lo que es el miedo. En un mundo tan ingrato, AMADA, AMANTE (estoy escapándome de este mundo solitario, con tu voz, que habita en mi cabeza) -Vos sos raro, no sos como los otros, y es que… ¿en serio no estas en nada raro? Mi mama dice que la gente rara anda en algo feo… ¿Cuándo te voy a ver? -Este… Este amor que me has dado, amor que no esperaba, es aquél que yo soñé. Va creciendo como el fuego, es hermoso dar amor (te puedo comprar dos mil quinientas empanadas para que te quedes eternamente, sentada ahí, sobre la verja, hasta que yo llegue, bailando con la punta de las zapatillas suspendidas en el cielo, siempre… SIEMPRE, AMOR, HERMOSA, ESPECIAL, SUAVE, MARIPOSA, CIRUELAS, LÁGRIMA, LABIOS, PIEL, FLOR ….) -Si me gusta este tema, mandamelo. TQM :-) si te quiero ver, ¿venis a la fiesta el viernes? Te espero .Yo… Este… Yo… vos… Te amo María La del Barrio está desconectada o no puede responder en este momento ------------------------------------------ - El siguiente mensaje no pudo enviarse : -Yo… Este… Yo… vos… Te amo Todas las letras, todas, corrían hacia él, se arremolinaban ante sus ojos, refulgentes. Casi podía tocarlas, sentirlas, enhebrarlas, hilvanar un collar de perlas con ellas, palabras hermosas que jamás había dicho y ya no casi no recordaba su sonido, pero sí las imaginaba… O acaso las había inventado, un hacedor de lo indecible… Amar..Ría…Mar..Haría… Todo
  • 26. su universo estaba ya impregnado de su esencia. Como un torrente de lava, venas sangrantes, ebulliendo su adolescencia a flor de piel, encrispados los nervios de la necesitar de verla el viernes, de impedir que se fuese, que se bajara el telón sin su amado personaje, sin su autora Shhh... … ……………………………………………………………………………………… - ¿Cuántas empanadas vas a llevar? - Doscientas mil - -No son muchas?? (las mejillas ruborosas) - Puedo comprarlas a todas, y en mi auto llevarte a pasear, a la orilla de un río, no el de acá, uno de verdad, con agua cristalina y pececitos dorados. - Pero…¿y si me tengo que ir? - Si te sueño toda la vida nunca te vas a ir, vos me dijiste… - Sos un loco… - No te apartes de mí… …………………………………………………………………….. Pensaba que el mundo es siempre una canción de amor en un grabador a veces descompuesto, o deteriorado, pero que siempre vuelve a sonar y su imaginación era tan potente que hasta casi podía sentir el olor de su perfume y las yemas rugosas de sus dedos laboriosos recibiéndole el dinero.
  • 27. La puerta jamás estalló tan estruendosamente como en aquél momento, con la irrupción de lo real: - Franco, Volvió, el papá. Pero el tema ya estaba sintonizado en una sola frecuencia, en un mismo ritmo. No había lugar para palabras nuevas, otras ideas. Su mundo ya estaba inundado de aquellas y no deseaba aferrarse a ninguna costa, tocar el suelo firme dejando atrás el mar de sus tribulaciones. Como un náufrago en un mar de emociones, no podía sino empaparse de esos sonidos de las canciones y refrescarse el cuerpo flacucho, alimentándose de las palabras mágicas. -FRANCO!!… Volvió el papá. “El Papá”… Por primera vez en muchos años vio realmente el cuerpo regordete y los ojos cansados de su madre y hasta la vio más linda que otras veces. María… Mar… Ma... María rima con mamá… Capítulo 8: Géneros Su padre estaba sentado en la silla rota del comedor, una silla rota para un hombre que había sido el artífice principal de todos sus recuerdos. -Toma, toma la leche La natural rudeza de su madre siempre le desdibujaba a todos sus héroes. Ella literalmente había vaciado lo poco que había en la heladera para dárselo al anciano. Era un acto de amor natural, jamás se había dado cuenta de esos detalles, de qué también a él, a Franco, le dejaba siempre la milanesa más grande y ella comía las sobras en otro plato, no el de la porcelana azul.
  • 28. Allí viéndolo a ambos, pensó que tal vez su representación había sido un tanto maniqueísta esos años. Definitivamente. Con la presencia de María a su lado, quien invisiblemente le tendía un puente de reconciliación con él, igual que Santiago, quiso decirle a su padre. "Che, viejo", como todos los demás... -Ahhhh me quemo, Martaaaaaa! La madre le pus los pies en remojo, con agua y sal. El padre, la madre, ¿qué era su vida?, ¿un sainete, un gotesco, una comedia negra, una película neorrealista?, ¿qué era el absurdo de lo real y donde estaba Irlanda, su otra casa, cuando acabaría ese exilio interior? El hombre tenía los ojos fijos en el piso. Estaba hechizado de algún pensamiento interior. Embebido del alcohol que alimentaba todos sus delirios. Se le acercó, hubiera querido decirle "Talleres, ganó el domingo..." Pero él se adelantó, le tomó una mano con firmeza, casi le hacía daño, pero era necesario que se la estrechara con tanta fuerza. Se acercó a sus oidos, reales, y le dijo: -Franquito, no te vayas... Y luego volvió a desvariar, todo se hizo difuso. Y al final tuvo que huir,traicionar su pedido, huir sin bolso: para qué, no necesitaba más que su imagen, ella lo acompañaba fantasmalmente, en su memoria, pero iba a su encuentro real. Estaba en la puerta del local de comidad, golpeando sus zapataillas en punta, con los pies en entre el cielo y la tierra, bailabando con ellos, sentada en la verja, esa verja agrietada a punto de venirse abajo, como su propia vida... -Franco, te doy lo de siempre??? -...
  • 29. -...Me deben mucha plata, tu mamá me va a tener que pagar, está muy dura la mano. Vo sabe...Pero, io -... -Toma, lo de siempre. Dejá Él, sin embargo, le acercó el libro en vez del pago. Ella levanto el ceño en señal de asombro y leyo en voz alta y con algo de dificultad: "El Extranjero: Albert Camus"...jajaja. ¿qué me querés decir? Después me traes la plata. El asintió y salió rápido en carrera con la vida. Iba resignado, otra vez absorto en los pensamientos. ¿Qué era su vida?, ¿un cuento absurdo?, ¿cómo sería el final? Le hubiera gustado recojer todos los fragmentos de momentos felices del día y hacer una comedia, o un cuento con final feliz: la mirada de él papá, la voz de la madre diciéndole su nombre, el apretón de manos de Santiago y la sonrisa de María Por el camino de tierra iluminado tenuemente, su sombra delgada se proyectaba más grande que de costumbre. Una estampida de pasos atrás le hizo pensar lo peor... -Camus, Camus Hacker!!!!, Camus!!! El ya no era un hombre, era un manojo de nervios petrificado junto a su sombra, temía darse vuelta y convertirse en estatua de sal, no podía ya decepcionarse de nada más. -Camus... tu libro, tomá! Ella tenía una calza roja y un pañuelito rosa anudado al cuello. No pudo ver más que eso... Todo se sucedió rápidamente, demasiado, aunque lo recordaría toda su vida, entera. Se acercó a él, le tomó la cara con ambas manos y lo besó brusca y apasiaonadamente.
  • 30. Mientras lo real y lo irreal se unían mágicamente y el pueblito infernal que habitaban pasaba de ser Comalá a Macondo. El elemento vital para girar drásticamente el guión hacia una comedia de amor shakespereana... Ella volvió corriendo a su casa. El libro de los nervios se le cayó a un charco de agua sucia. Lo limpió un poco con los dedos temblorosos. Aunque hubiese querido, decir algo hubiese sido imposible. Sólo podía sentirla eternamente, en sus labios y las palabras jugaban dentro de él y lo hacían reír...