1. UNA CIUDAD
CON PASADO LACUSTRE
TEXTO PUBLICADO EN ¿CÓMO VES?,
AÑO 17, NÚM. 204, NOVIEMBRE 2015.
M A R I A N A I . M I R A N D A
2. ¿Es posible pensar la Ciudad de México de
una forma distinta a como se observa
actualmente? Los cimientos del corazón
urbano guardan en su memoria numerosos
relatos; cada uno narra los cambios de su
transformación.
Quizá resulta difícil imaginar que el
terreno de los actuales complejos
arquitectónicos fue, hace miles de años,
parte de un extenso paisaje lacustre donde
chinampas y trajineras recorrían los
caminos que hoy forman las principales
calles y avenidas de la capital.
Enclavada en el centro del Eje Volcánico
Transversal, la Cuenca de México se
convirtió en la región más importante de
Mesoamérica durante la época
prehispánica. Formado a partir de vasos
comunicantes entre los lagos de
Zumpango, Xaltocan, Xochimilco, Chalco y
Texcoco, este depósito acuático ocupaba
una extensión total de 9,600 km2. Con
ello, norte y sur unían sus caudales
abasteciendo de recursos acuíferos a la
flora y fauna nativa del paraíso naciente.
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En Universum, Museo de las Ciencias de la
UNAM, se puede encontrar un espacio
dedicado especialmente a esta área
geográfica, además de su relevancia con el
contexto urbano. Se trata de la sala
“Conciencia de Nuestra Ciudad”, en la cual
es posible remontarse al pasado histórico
para conocer el paraíso natural que imperó
en aquella época del Posclásico Tardío
(1200-1521 d.C.).
Dentro de la sala se observa una maqueta
que recrea la conformación original de la
cuenca. Como pincelazos plasmados sobre
un lienzo natural, los conjuntos de sierras
volcánicas rodean un perímetro que
recorre poco más de 70 km: hacia el
sureste, el sol naciente da luz a la Sierra
Nevada; en el norte se encuentran las
sierras de Guadalupe y Pachuca; por el sur,
el Ajusco y la Sierra de Chichinautzin se
imponen como una valla de la naturaleza;
al poniente, el ocaso lo contempla la Sierra
de las Cruces.
3. Posteriormente, la exposición continúa
con una muestra evolutiva de la
modificación de la cuenca y la desecación
progresiva de sus lagos. El pequeño islote
donde se fundó la vieja Tenochtitlán, allá
por el año 1325, cambia a cada paso del
visitante. La vista es otra, las edificaciones
aumentan sus proporciones y se modifica
el paisaje. La mancha urbana se acrecenta
y la región natural azteca disminuye.
La ciudad adquiere un nuevo significado;
su construcción ya no es una zona
prehispánica hecha con bloques de
tezontle y piedra caliza para ofrecer culto
a los dioses Tláloc y Huitzilopochtli.
Tampoco es aquel depósito lacustre donde
los árboles ahuejotes sobresalían por su
gran altura, mientras ranas, ajolotes y
peces dorados recorren libres las aguas
dulces de Xochimilco.
El panorama cambió y con ello, el rostro de
la Cuenca de México. Su carácter
endorreico no le permitía una salida
directa al mar; sin embargo, después de la
conquista española canales artificiales
fueron construidos para enviar el agua por
nuevos caminos.
Al desecar con el ingenio humano, el gran
lago fue drenado, pero también el
recuerdo de un ecosistema muy distinto a
como se percibe actualmente. Quizá
fueron conservadas algunas calzadas que
conectaban la periferia con el centro, mas
su tierra quedó frágil y vulnerable a la
construcción de la modernidad.
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4. Antes de partir de la sala, es importante
detenerse en la fotografía aérea de la
Ciudad de México. Cada cuadro que la
integra es una huella más del proceso
gradual de su transformación urbana, y
sobre todo del acentamiento humano.
"Conciencia de Nuestra Ciudad" no sólo es
un espacio para aprender sobre nuestra
historia y legado cultural. El actual
debilitamiento del subsuelo en áreas
específicas de la capital cobra valor con
temas como el riesgo sísmico, la regulación
de construcciones y la protección civil.
Los hundimientos, la intensificación de las
ondas sísmicas y la abundante humedad en
zonas de antiguos humedales corresponden
a diversas causas. No obstante, el agua tiene
una particular presencia, pues desde el
subsuelo nos recuerda que antes del
pavimento y el asfalto ella fue quien reinó en
todo el terreno.
Para encontrar más pasajes significativos de
nuestra conformación, ¡no dejes de visitar el
museo Universum! Prepárate para un viaje
en el tiempo que te pondrá a reflexionar
sobre la evocación del ayer y las
implicaciones del futuro.
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