2. Te he visto descender la calle pina
con una boina azul, un calzón ancho,
la inmaculada blusa salpicada
acaso de sangre o de pintura
y tirantes de mar sobre la espalda.
No he querido llamarte;
sé que iniciabas hoy un largo viaje.
3. Te vi marchar
flotando casi sobre las piedras frías,
parsimonioso, tenue, apenas bruma,
carente de equipaje,
sin bártulos que puedan denunciar
tu oficio de pintor a las estrellas.
4. Nada llevas y nada necesitas,
pero no viajas solo,
van contigo las técnicas pictóricas
al uso y en desuso,
los colores, las musas
y todos los pintores
desde que el mundo es mundo.
5. Volverás a pintar, que no te quepa duda,
pero lo harás sin lienzos, sin pinceles,
sin trementina, ni aceite de linaza;
no necesitarás barnices, hiel de buey,
ni aglutinante, gel o goma arábiga.
6. ¡Sólo la luz!
con ella pintarás amaneceres límpidos
de rosáceos fulgores,
añiles cúpulas para cubrir el alba,
dorados mediodías,
anaranjadas tardes,
rojos ocasos,
hasta que el manto oscuro de la noche
vuelva a cubrirnos con esa soledad
que en nuestras almas pesa.
7. Y volverá la angustia de la sombra
a eternizar la espera,
y aguardaremos tensos
que tu luminiscencia nos alcance
para crear de nuevo
un universo mágico.
Miguel Ángel G. Yanes