1. EN SILENCIO
Cansada y polvorienta,
Una quena enmudecida;
Un chaleco gris arrugado en su geografía,
O un charango tal vez
Con sus cuerdas exprimidas de alegría,
O con sus clavijas viriles al tiempo;
O tal vez mis ojotas infantiles
De tropiezos inocentes;
En un rincón,
O en una esquina que fue de mi vivir
Tal vez esperan por mí.
Pero ya no más,
Ya no más quietud al esperar,
Ya no más sumisión
Al tiempo transcurrido,
Ya no más quenas ni charangos al olvido;
Porque vuelvo en mis versos
Acuñado al son de los pules y el sarauja,
Vuelvo a mis raíces
Para expandirla por el mundo.
Es que, hermanos míos,
Ya no somos
Sólo expresiones aymaras al insulto.
De nuestras ojotas
Rebrotan huellas prósperas
Y somos el trono altivo del coraje,
Somos un pueblo endeble de tradición;
Estos colores, esta tierra,
Estas lluvias, relámpagos y truenos,
¡Yo la amo en mis versos!
¡Amémosla con el pecho!