1. ¿Qué es el tiempo?
¿Quién lo puede explicar? ¿Quién puede siquiera expresar una
opinión sobre él? Y aún así: ¿Hay algo más familiar y rutinario?
¿Qué es el tiempo? Si nadie me pregunta, yo lo sé.
Si tuviera que explicarlo, no podría.
Sólo sé: si nada pasara, no habría pasado. Y si nada nos llegara, no
habría futuro.
Y no habría presente si no hubiera nada de lo que hay.
¿Cómo pueden existir esas dos expresiones temporales... el pasado
y el futuro... ...si el pasado ya no es y el futuro todavía no lo es?
Pero si el presente fuera siempre presente y no pasara, no habría
presente sino eternidad.
Por otro lado, nunca hubo un tiempo en el que no hubiera tiempo.
2. Pero si el presente existe sólo para convertirse en pasado, ¿cómo
podemos decir que existe en absoluto... donde solo llegar a ser y ya
ha pasado?
¿O deberíamos aceptar que el tiempo existe... sólo porque tiende a
no existir?
Seguro que ni el pasado ni el futuro existen.
El pasado no existe porque ya no lo es... y el futuro no existe porque
todavía no lo es.
Quiere decir que sólo hay un tiempo:
¿El presente?
O podemos hablar en su lugar de tres tiempos distintos:
¿El presente del pasado...
el presente del presente...
y el presente del futuro?
3. El único tiempo que vivimos realmente es el presente. Pero no
obstante, en nuestras almas
sentimos tres tiempos:
El presente del pasado, es decir, el recuerdo.
El presente del presente, es decir, la observación.
Y el presente del futuro, es decir, la espera.
En el curso de nuestras vidas todos los actos que planeamos para el
futuro se convierten en pasado en el mismo momento que los
llevamos a cabo.
En el transcurso del tiempo todas nuestras experiencias se vuelven
más y más recuerdos.
Todo lo que esperamos se hace pequeño cuando llega el presente.
Eso vale tanto para un único día como para toda la vida.
4. Me confieso, mi señor que todavía no sé lo que es el tiempo...
Dios, ¿me iluminarás?
Quieres ser mi linterna...
Voy a tu luz...
Dios mío, iluminarás mi oscuridad...
más y más...