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Créditos
Moderadoras
Aria, Boom, Dika18 & Lectora
Recopilación y Revisión
Sttefanye
Diseño
Lectora
Traductoras
Aria
Boom
Clau
Curitiba
Lectora
Lililamour
xx.Majo.xx
Malu_12
Mary Jane♥
Nelly Vanessa
Pachi15
Rihano
Shari Bo
Nelshia
Correctoras
Curitiba
Nony_mo
Osma ♡
Maggiih
Neige
Pachi15
4
Índice
Sinopsis
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Epilogo
Próximo libro: Tap Dance (Dance #2 )
Sobre J.A Hornbuckle
5
Sinopsis
Caitlin Thomas estaba al final de la cuerda. Trabajando en cuatro empleos
insignificantes para completar su media beca en la Universidad donde está
determinada a obtener su título en un plazo de cuatro años como sus padres
habían planeado. Pero es difícil estudiar, mucho menos dormir cuando tienes
tantas cosas que hacer. Al escuchar a su compañera de laboratorio describir su
trabajo como bailarina de pole dance en el club Fuego y lo mucho que le pagan
además de las propinas, Caitlin decide presentarse.
Esperando entrevistarse con un hombre troglodita de mediana edad, tipo
mafioso, Caitlin queda sorprendida al descubrir que su entrevista era con el
joven copropietario con un cuerpo de infarto, Jake Stanton. Él pronto descubre
que Caitlin no está hecha para ser una bailarina del club Fuego, pero
definitivamente está hecha para él, sobre todo cuando tiene evidencia de
primera mano de cómo es tratada por uno de sus jefes y el presidente de un
banco que le hace una visita en su apartamento después del horario bancario.
Está aún más intrigado cuando recibe una verificación de sus antecedentes
y descubre que ella era exactamente quien dijo que era, una estudiante, sin
familia viva, esforzándose por cumplir con sus compromisos de trabajo y la
escuela. En su trabajo esa clase de honestidad es rara y queda completamente
cautivado.
Jake comienza una campaña para ganar el corazón de Caitlin pero ella es
tan ferozmente independiente que tiene problemas para romper sus muros.
Considera su ayuda como ―tratar de asumir el control‖ y trata de resistirse a él a
cada instante. No ayuda cuando es abordada por una celosa ex-amante que dice
que Jack va a intentar comprar su lugar en su cama. Sus esfuerzos son
obstaculizados aún más por un socio de negocios desconfiado, un asesino en
serie cuyas víctimas son actuales o viejas bailarinas del club Fuego, y Floyd, el
gato.
A través de todo esto, ¿puede Jake, cansado del mundo, convencer a la
ingenua pero independiente Caitlin que compartir su vida no significa renunciar
a ella?
6
Capítulo 1
Sabía cuándo había tomado la decisión de dar la entrevista que era
probablemente la equivocada.
Pero no sentí que tuviera otra opción. Estaba a solo medio camino de mi
segundo año de universidad y ya estaba endeudada hasta el ombligo. No podía
encontrar un trabajo bien pagado que encajara con mi horario de clases, sin
importar donde hiciera la solicitud. Tenía que encontrar otro trabajo, cualquier
trabajo, el cual pudiera traer más dinero y permitirme pagar mi parte de la
carrera porque no tenía a nadie ni nada más que pudiera suministrar los fondos
que necesitaba para completar mi educación y comer al mismo tiempo.
Sopa ramen preparada en una estufa de dos quemadores usada podía
sustentar un cuerpo de veinte años solo por cierto tiempo. Y, dado que estaba
determinada a graduarme en cuatro años con tan poca deuda como fuera
posible en vez de los seis años financiados-por-sus-padres que harían la mayoría
de mis compañeros, hacía que mi estómago estuviera gruñendo
constantemente. Como una estudiante de segundo, un año más vieja que la
mayoría, había estudiado las diferencias y había escogido el ramen por encima
de la "taza de sopa de…" lo que sea, por que costaba la mitad y estaba dentro de
mi presupuesto, las cosas estaban así de mal. Así como, realmente mal.
La mejor parte de mi horrible dieta fue que nunca experimenté el
Freshman Fifteen, esos horribles siete kilos de los que había oído hablar que lo
estudiantes acumulan cuando empiezas la universidad y finalmente estás fuera
de la influencia y control de tus padres. No, mi escasa dieta, la cual consistía en
sólo el almuerzo y la cena de $0.17 centavos por cada paquete, ayudó no sólo en
términos de dinero sino que fue clave en la eliminación de la grasa de bebé que
se había quedado en mi barriga y muslos pero que me mantuvieron oculta y
aislada en el instituto.
Era de apariencia normal, más bien alta aunque un poco mayor,
estudiante de segundo año quien era solo una de muchas de una de las
multitudes, de las otras chicas del campus.
Lo que no era normal, sin embargo, era la búsqueda de maneras de hacer
dinero. Estaba constantemente atenta, oídos siempre listos, para encontrar
formas de traer dinero adicional.
No tan buena en la computadora, de buen agrado acepté trabajos de los
que otros se burlarían: limpiar baños en la cadena local de supermercados, pulir
autos en el exclusivo lavadero de autos o vaciar orinales en el asilo de la
localidad. Trabajé a cualquier y todas horas siempre y cuando no interfiriera con
mi horario de clases.
Así que, cuando escuché a mi compañera de laboratorio, Renee, hablando
acerca del baile en tubo en el club local Fuego con su hermana de fraternidad,
simplemente tenía que oír.
7
―Entonces, es como que te vistes con esa tanga y finges que el tubo es,
como que tu pareja… como en un tipo de fiesta, ¿cierto? —explicó Renee―. ¿Y tú
realmente trabajas en el tubo y luego giras hacia todos éstos, algo así como
pervertidos, sentados ante la consola la cual está como totalmente colocada al
lado de dónde tú estás, algo así como bailando? —Todas las oraciones de Renee
siempre terminaban en una pregunta lo cual, en mi opinión, era una de sus
cualidades más adorable.
De acuerdo, su única cualidad adorable porque la hacía linda. Por otra
parte, consideraba a Renee como una total y completa cabeza hueca. Pero pasé
por alto esta evidente falta porque estaba muy bien dotada en dinero, eso es.
Renee y su siempre-lista tarjeta de crédito habían proveído más comidas, dulces
y diversión antes o durante los grupos de estudio de lo que podría contar en el
par de meses en lo que habíamos estado juntas en nombre de la ciencia.
―Entonces, ¿sólo tienes que bailar y sacudir tu tam-tam y tus cosas de
chicas en las caras de estos pervertidos y ellos meterán dinero en cualquier
correa de lo que tengas puesto? ¡Juro por Dios, es, como, increíble! ¿Una vez fui
a casa con más de $300.00 dólares sólo por bailar como cuando lo hago para mí
misma? —Renee pasó sus ojos sobre mí y se dio un cuarto de vuelta para tratar
de bloquearme de oír por casualidad. No es que le hubiera dado toda mi
atención, desanimada como estaba y utilizando excesivamente mi resaltador
amarillo en cualquiera y todas las oraciones que contenían palabras científicas
en mi libro de laboratorio.
Si no me detenía pronto, el capítulo 18 iba a ser un lío de páginas
abultadas, resaltadas y empapadas, haciendo el libro inútil para poder ser
revendido.
Tal vez fue el bloqueo que tuve en mi cuerpo en relación a sus palabras que
estaba respondiendo porque, tengo que admitirlo, fueron los $300.00 los que
llamaron mi atención. Toda mi atención.
En el mejor de los casos, sólo logró conseguir $150.00 o $175.00 durante
una semana buena de cada uno de mis trabajos extras, pero Renee ha
conseguido $300.00 dólares por sesiones de baile. ¡Por sesión! ¡No por día o
por semana, sino por sesión! ¡Santa mierda!
Mi mente giraba mientras trataba de hacer los cálculos pensando en
cuánto más dinero podría tener en lugar de esta-mierda-por-dólares que
actualmente hago trabajando en horas insanas y tratando de decidir
exactamente a cuál de los trabajos de mierda podría renunciar.
Sabía que el dinero extra que ella ganaba era sólo para pagar una parte
importante de la tarjeta de crédito de papi sin que él lo supiera antes de que el
estado de cuenta se actualizara. Él sólo le gritaba, había confesado ella durante
uno de sus maratones de tapas y cerveza, si su estado de cuenta era más de un
tercio de la línea de crédito.
Sin pensarlo, la miré de arriba abajo a través de mi cortina de cabello.
Renee no tenía mucho que admirar, en mi opinión, porque lo único que
realmente tenía era su largo cabello rubio hasta la cintura. Su cuerpo era
―equitativamente regular‖ para citar a mi abuela Lela, con pechos más bien
pequeños, una cintura gruesa y caderas contundentes que amenazaban, pero
nunca completamente, con desbordarse por encima de sus siempre presentes
jeans. Observando sus supuestos ―atractivos‖, fui inmediatamente convencida
8
de que yo podría hacer lo que fuera que ella estuviera haciendo. Y recuerdo
haber pensado maliciosamente en ese momento, ¿podría hacerlo, como, mejor?
Así fue que me encontré delante de Jake, el gerente de Fuego, menos de
tres días después de escuchar a Renee diciendo algo, por primera vez, que era
interesante para mí.
Como compañera de laboratorio, Renee era una mierda. Como consejera
de carrera, podría tener esperanzas.
—Eres estudiante de tiempo completo —gruño Jake mientras miraba por
encima de mi currículum.
Estábamos en una de las oficinas dentro de las entrañas de Fuego para mi
entrevista, una enorme sala sin ventanas, la iluminación venía de las pequeñas
luces centrada en el perímetro de las paredes. El único movimiento de Jake era
el clic del bolígrafo que sostenía al lado de su oído mientras leía detenidamente
mi hoja de vida. Las luces se reflejaban en su largo y oscuro cabello castaño que
tocaba el cuello de su camiseta negra y también de sus bien desarrollados y
fuertes hombros mientras yo nerviosamente me acomodaba en una de las sillas
colocadas frente a su monstruosamente grande escritorio.
Jake, en el sentido físico, no parecía ser un hombre desagradable aunque
era, por definición, un chico muy caliente. Su estado natural parecía ser de
calma, calma en su caminata que había sido silenciosa mientras me guiaba a
una de las dos sillas de cuero frente a su escritorio, sus amplios hombros
moviéndose en contra del ritmo de sus rodillas mientras cruzaba la vasta
extensión a su área de la oficina escondida-en-una-esquina. Las palabras felino
y vigorosa-fuerte-elegancia dieron vuelta en el borde de mi mente mientras él
bajaba la longitud de sí mismo en su gran asiento de respaldo alto. Y, ya que
había imaginado que un mono peludo, de mediana edad tipo mafioso, sería mi
entrevistador, estaba más que intimidada por la juventud de Jake, sus miradas
calientes que picaban, su vestimenta casual y su actitud tranquila.
—No —dije mientras me centraba en la punta del bolígrafo que entraba y
salía de su cubierta—. Quiero decir, sí, soy estudiante de tiempo completo. —
Nerviosamente, crucé de nuevo mis piernas y miré sus ensombrecidos ojos
mientras seguía con mis intentos de instalarme en una de las sillas más
exuberantes que el cuero, colocadas directamente frente a su escritorio tamaño
océano.
—¿Alguna vez has bailado profesionalmente antes, exótico o de otra
manera —preguntó. Sabía que esta era una pregunta crucial y sentí que mi
estómago se apretaba mientras desesperadamente buscaba las palabras
adecuadas para decir. Me quedé viendo dentro de las profundidades de sus ojos
color ámbar esperando obtener una idea o una pista de cuál podría ser la
respuesta correcta—. ¿Qué hay de gimnasia? ¿Has estado involucrada en eso? —
continuó.
Tan pronto como mi cerebro había aceptado la idea de trabajar en el club,
había estado haciendo investigaciones sobre el baile en tubo. Primero pasé
horas en línea en la biblioteca de la universidad mirando a través de YouTube
para ver de qué se trataba y haciendo notas de los movimientos básicos.
Entonces practiqué tanto como pude, trabajando en la rigidez mientras trataba
de estirar mis músculos en los splits y doblando mi cabeza hacia mis rodillas sin
doblarlas. Mientras no estaba segura de que pudiera realizar el ―Bamn‖
9
(haciendo una amplia v con tus piernas mientras te mantienes firme en el tubo),
había estado practicando mi ―contoneo‖ y mi ―palmoteo de nalgas‖, sin
embargo, y me sentí algo segura en mis habilidades con esos.
—Uhm. ―Me levanté―. Bueno, no, no exactamente profesional. —Evadí—.
Tomé baile y lecciones de gimnasia cuando niña. Ya sabe, cosas como tap, ballet
y danza moderna. —Hice una pausa, mi mente corría en cómo darle al ―gancho‖
que me llevaría a obtener el trabajo ya que sus hermosos ojos cálidos no estaban
dando ningún tipo de información—. ¡Pero siempre que bailo parece que
consigo MUCHA atención! —Esperaba que pudiera notar lo que yo consideraba
mi sonrisa ganadora y actitud alegre, en vez de mi lamentable inexperiencia
para el trabajo como lo evidenciaban mi currículum y respuestas.
Jake bajó la mirada a mis piernas que se mostraban debajo de mi escasa
falda de mezclilla, una falda normalmente para ser usada con leggings o mallas
gruesas, antes de continuar su estudio de mi dolorosamente corto pero
cuidadosamente elaborado currículum y chasqueó su pluma otra vez. Esperé,
contando los clics de su pluma antes de su siguiente pregunta, sintiendo el goteo
de sudor nervioso bajando por el centro de mi espalda alrededor del clic treinta
y cinco. $300.00 era un MONTÓN de dinero, especialmente por una sola sesión
de trabajo, me recordé.
Sentí pinchazos en mi piel mientras sus ojos de nuevo parecían
concentrarse en mis piernas y viajaron hasta el lindo top de gasa estilo
campesino de los sesentas que pillé la semana pasada por $ 2.50 en la tienda de
caridad local. Adivinaba que él trataba de determinar qué cantidad de relleno
podría incluir mi sujetador y saqué mis hombros hacia atrás para mostrarle que
lo que veía era lo que sus clientes podrían esperar.
Pero podía sentir el calor revelador de mi rubor mientras trataba de
afrontar sin vergüenza su escrutinio, el enrojecimiento trepó por mi pecho hasta
la línea de mi cabello.
Lo que esperaba que no pudiera ver eran las perlas de mis pezones
mientras miraba mis pechos. Podía sentirlo, o más bien lo que su observación
había causado. Lo cual era una inflamación por su imparable mirada, primero
en mis pezones coloreados de oscuro y luego el endurecimiento de los puntos
por sí mismos. Y mientras aquellos puntos rosados se ponían firmes, me hice
consciente del latido de mi corazón golpeando entre mis piernas y mi coño
humedecido mientras él continuaba contemplando mis pechos.
A menudo había imaginado ser admirada de esta manera e incluso había
leído acerca de cómo las partes rosadas de una mujer se hinchaban y los labios
se humedecían con una mirada bien dirigida de alguien que encontraras
atractivo o te estimulara físicamente. De acuerdo, entonces yo había resaltado
esa porción en mi libro de texto de ―La educación sexual y tú‖ en mi primer año
del instituto. Soy una chica que remarca desde hace mucho tiempo, ¿qué puedo
decir? Estaba, sin embargo, un poco sorprendida ante la línea directa entre mis
pezones y la ahora temblorosa carne entre mis piernas. No podía recordar ese
pequeño pedacito en el libro.
—Mientras puedo apreciar que puedas seducir a los muchachos de
fraternidad que no han venido, no creo que seas exactamente lo que estamos
buscando en términos de una bailarina —dijo Jake con una sonrisa torcida
mientras sus ojos parecían indecisos en encontrarse con los míos. Su voz iba
10
más por la línea de un gruñido. Juro por Dios, que parecía retumbar y rodar y
salir de su boca como un gruñido. El timbre de su voz era como pasar tus manos
sobre terciopelo quemado, pero casi dolorosamente suave al mismo tiempo.
Jake parecía más caliente que caliente. Pero su voz era aún más caliente.
Imaginaba que su media sonrisa estaba ahí para suavizar el golpe de su
rechazo y mi corazón cayó a mis rodillas viendo que el sueño de tener un solo
trabajo se alejaba de mí como un cubo siendo rápidamente arrastrado hacia el
mar por la marea.
Mi mente se apresuró a dar con una respuesta ingeniosa, algo inteligente
para impedir que me alejara de la posibilidad de ganar tal suma de dinero. Pero
no podía pensar nada en respuesta; nada para influir en él para que me aceptara
mientras mis ojos se lanzaban alrededor buscando inspiración.
Volviendo mi cabeza, vi a un tubo de metal en una plataforma levantada
metida entre las sombras en la cueva que era su oficina y una idea comenzó a
formarse.
—¿Y si le mostrara que puedo hacerlo? —pregunté sin aliento―. ¿Me
contrataría si pudiera ponerlo ca… caliente sólo por bailar? —Tropecé con mis
palabras con esta pregunta. Una pregunta que nunca había creído que pensara
alguna vez, mucho menos pronunciarla.
Hubo un par de latidos de silencio mientras los ojos de Jake sostenían los
míos, con suerte sopesando mi sugerencia. Mi corazón retumbaba pesadamente
mientras esperaba, viendo su cabeza inclinarse en deliberación como si sopesara
su veredicto, antes de que su melosa mirada se enganchara a la mía.
—De acuerdo, cariño, ve por ello —contestó mientras giraba interruptores
que vi que estaban incrustados encima de su gran escritorio de madera oscura.
El resto del cuarto fue sumergido en la oscuridad y un haz de brillante luz estaba
ahora centrada sobre el brillante y metálico tubo—. ¿Cuál canción es la que
deseas? —preguntó—. Tengo de todo en el iPod.
Furiosamente, corrí a través de todo lo que conocía en mi cabeza. Este era
mi tiempo de triunfo o de fracaso y este hombre probablemente había estado en
todas partes y probablemente ha visto todo eso y más. Necesitaba algo para
realmente capturar su atención y asegurarlo de contratarme. Sabía que no podía
elegir algo que había estado alrededor de la cuadra, nada de lo que hubiera
escuchado como fondo en anuncios o en las películas que había visto o incluso lo
que era popular en la radio. Mi mente corría para elegir una canción que me
distinguiera de las otras bailarinas para demostrarle, al hombre con mi futuro
en sus manos, que yo era digna de bailar en su club y hacer el dinero que tan
desesperadamente necesitaba. Pensé y descarté multitudes de canciones a un
ritmo rápido, mientras miraba sus sombríos ojos.
—Porcelain de Moby —contesté en voz baja sabiendo sin lugar a dudas y
con cada molécula de mi cuerpo que sería la elección perfecta para presentarle a
Jake lo que era capaz de hacer en el arte del baile seductor.
Buscando a tientas en su iPod mientras miraba por encima de su hombro
en mi dirección y con su ceja izquierda levantada en una pregunta, lo escuché
murmurar algo así como que una chica de mi edad no debería saber acerca de la
música de Moby.
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Me levanté de la silla con un pequeño fruncimiento de ceño hacia la
altísima plataforma tratando de controlarme mientras me ponía de pie y con
valentía pregunté—: ¿Apreciar la buena música tiene un límite de edad?
Lo que Jake no podía ver en la oscuridad, que por suerte ahora rodeaba su
escritorio, era que mis rodillas temblaban con la fuerza suficiente para
derribarme. Me puse de pie lentamente, despegando literalmente mis muslos
del cuero de la silla mientras intentaba equilibrarme sobre mis sandalias de
tiras plateadas prestadas de diez centímetros. Entrevistas de estríper requerían
zapatos de estríper y los había conseguido prestados de una de mis vecinas con
la esperanza de que me ayudaran a mostrar que sería la "estrella naciente" que
podía ganar un montón de dinero por sesión. Aunque, ahora estaba teniendo
mis dudas acerca de su utilidad viendo cómo probablemente sólo revelarían mi
inexperiencia no sólo en bailar por dinero, sino también en usar tacones en
general. Botas de tacón bajo o simples sandalias eran más mi calzado.
Finalmente encontré mi equilibrio y me tambaleé mientras trataba de
abrirme camino hacia el escenario, a seis zancadas cortas del área del escritorio,
pero bien podrían haber sido diez kilómetros. Me podía escuchar pisando con
fuerza mientras me movía en los pesados zapatos y me recordé añadir más
balanceo de cadera en un intento de parecer más seductora y más mundana.
Podía ver el círculo de luz mostrando claramente dónde se estaba llevando
a cabo la entrevista, pero mi bravuconería me estaba abandonando con cada
paso que daba a pesar de mi entrenamiento interior. La luz era sorprendente en
su brillantez ya que señalaba hacia abajo desde el techo y se disparaba sobre el
brillante tubo del piso-al-techo mostrando exactamente donde se suponía que
debía estar. Vi que había espejos en cada pared que rodeaba el tubo y añadían
toques de luz al área de baile.
Me acerqué a la plataforma que determinaría el resto de mi vida financiera
como estudiante universitaria y levante una pierna para subirme en la
plataforma elevada a treinta centímetros, mientras los primeros compases del
teclado de Moby comenzaba.
—No estoy lista, todavía. —Me lancé sobre mi hombro con un pie en el
escenario y el otro, incómodamente en el suelo junto con mi trasero
lamentablemente, y de lo que estaba segura era una vista poco atractiva
señalando totalmente en su dirección.
—Lo siento —respondió Jake―. Déjame saber cuándo, ¿sí?
Tanto si fue su disculpa, su ―sí‖ casual o la suavidad de su voz profunda,
nunca lo sabré; pero gane fuerza con la respuesta de Jake. Su tranquilo tono
agarró mis nervios histéricos poniéndoles fin y pareció fortalecer mi
determinación.
Me las arreglé para llegar al pequeño escenario y me paré dentro del área
detrás del tubo que estaba sumido en la oscuridad. Agarré el tubo y me di cuenta
de que era un tubo de giros el cual debería, si mi investigación fue correcta,
facilitarme hacer las vueltas alrededor de él.
Mis rodillas todavía estaban temblando y los músculos de mi estómago se
estremecían cuando escuché a Jake caminar alrededor del área frente al tubo.
Me protegí los ojos para ver de qué iba todo el ruido, sólo para descubrir que
12
estaba arrastrando una silla para sentarse cerca de unos dos metros y
medio del centro del escenario. Obviamente, quería capturar la experiencia
completa de mi pericia aún por descubrir del baile en tubo.
Esperé a que se sentara y luego con voz entrecortada dije—: Bien, ahora. —
Mientras tomaba lo que esperaba fuera una dramática pose allí entre las
sombras.
Jake dirigió su control remoto por encima de su hombro y luego se puso
cómodo en su silla extendiendo sus largas piernas vestidas con desgastados
jeans y cruzando sus pies a la altura de los tobillos, sus manos entrelazadas
descansaban cómodamente sobre su bien formado pecho.
Con las notas que iniciaba una de mis canciones más preciadas, dirigí mi
pie derecho hacia el tubo usando mis manos extendidas en movimientos para
captar la luz del entorno y traerla hacia mí, mientras poco a poco, rotaba mi
cadera hacia la luz y para tocar el tubo.
Mientras piano inicial se ponía a cien, comencé a fingir que el tubo era el
hombre de mis sueños, al cual añoraba y anhelaba, al que yo, sin duda, me
entregaría totalmente. La canción siguió mientras yo bajaba, caminaba y me
balanceaba alrededor de él burlonamente, perdida en los dulces sonidos de la
música.
En mi fantasía, me envalentoné y empecé a acariciar la brillante longitud
del tubo, pasando suavemente una mano y luego la otra arriba y abajo de su
longitud con la seguridad de que ―él‖ era el que yo quería mientras mis caderas
giraban tentadoramente.
Con coquetería le di la espalda al tubo mientras sin pensarlo cerraba mis
ojos y me recargaba contra él. Lentamente levanté un brazo por encima de mi
cabeza, presioné mi espalda contra ―su‖ brillante y frío exterior, balanceándome
ligeramente para alejar mi cabello y exponer mi cuello y hombros como si diera
acceso a ―su‖ toque.
Provocativamente, me incliné desde mis caderas, mis manos resbalaban
por mis muslos manteniendo aún mis rodillas cerradas mientras suavemente
frotaba mi trasero contra ―su‖ firmeza moviéndome de lado a lado.
Meneándome sin pensar, sentí los globos de cada mejilla frotarse contra el duro
tubo, un poco encantada mientras acumulaba la mezclilla de mi falda entre las
mejillas de mi trasero.
Mientras las notas crecían, giré, hice piruetas y me meneé, con el cabello
revoloteando y dando vueltas a mi alrededor. Pero nunca quité una mano del
tubo mientras giraba usando ambas manos y muslos mientras me frotaba,
arrastraba y tocaba mis temblorosas piezas rosas con su brillante superficie.
En mi fantasía, mis movimientos fueron diseñados para atraer e invitar
una respuesta de este objeto inanimado mientras me encontraba atrapada en mi
alucinación de seducción.
Al coro me encontró enganchado una pierna alrededor de mi leal "amante"
para girar en un delicioso círculo permitiéndole a mi cabeza caer hacia atrás, a
mi cabello colgar hacia mi cintura y presentar el arco de mi cuello mientras
giraba lentamente, con los pies levantados, usando sólo mis manos y muslos
bajándome del tubo.
13
Estaba perdida en el poder hipnótico de la canción, los tonos seductores y
mi propia imaginación.
Hubo un brillante estallido de luz contra mis ojos y poco a poco los abrí
pero no vi nada más que mi propio reflejo en los espejos. Acuclillándome, dejé
caer mi trasero en mis talones y audazmente abrí mis rodillas para sentarme a
horcajadas sobre el metal frío pero aún lo suficientemente consciente de mi
audiencia de uno como para apuntar mi entrepierna lejos de su directa mirada,
pero aún se reflejaba en los espejos que rodeaba el tubo.
Poniéndome derecha, de nuevo pasé mis partes rosadas contra el tubo
juguetonamente… un pezón aquí, un largo y lento deslizamiento de mi vulva
allá, una rápida vuelta para presionar mi trasero.
Para ese momento, y con esa hermosa música, me perdí otra vez en la
melodía, en mis movimientos y olvidé completamente que era una huérfana
hundida en deudas y que sólo estaba solicitando un trabajo. Que estaba ahí sólo
para impresionar a alguien que podría ayudarle a pagar por los próximos dos
años y medio de mi vida. Estaba atrapada en la fantasía de ser deseada,
necesitada. Hay tan delicioso poder en ser sexualmente deseada y estaba
completamente perdida en el mundo de mi propia invención, la fantasía de él,
aún si solo ―él‖ era un tubo frío y de metal.
Cuando las últimas notas se desvanecieron, me encontré en el suelo, con la
espalda arqueada en señal de rendición, las piernas levantadas y entrelazadas
alrededor del reluciente latón del tubo.
Como si eso no fuera suficientemente malo, me sorprendí frotando
lentamente mis ahora completamente empapadas bragas que estaban pulsando
con mis temblorosos, inflamados y expandidos pliegues rosados, sólo separados
de la deliciosa frialdad de mi acerado ―amante‖ por un pedacito de seda, y sólo a
un par de empujes de cadera del único éxtasis que había experimentado sola en
mi cama y con mis dedos.
Decir que respiraba con dificultad habría sido una sutileza.
No sé si hubo simplemente un par de latidos de silencio o si me perdí por
un rato, pero lo siguiente de lo que me di cuenta fue del chirrido de la silla de
Jake.
Traté de soltarme del tubo con tanta gracia como fuera posible y levanté la
mirada sólo para ver su espalda mientras se dirigía a su escritorio. Retirando mi
cabello de mi cara, le di un vistazo al tubo mientras me colocaba en una
posición sentada, buscando los reveladores signos de humedad en su lustrosa
superficie. Moviéndome rápidamente, conseguí un olorcillo de mi propia
excitación y tenía la esperanza de que no se hubiera sentado tan cerca del
escenario para ver cualquier mancha o para oler lo que mi baile había generado
dentro de mí.
Jake golpeó el interruptor de su escritorio y la brillante luz alrededor del
tubo se apagó y las luces indirectas del perímetro de la habitación regresaron.
Esos pocos segundos me dieron el respiro que necesitaba para colocar mi falda
hacia abajo y mover mis pies hasta el final del escenario. Mi sonrojo estaba en
neón, un latido en mi pecho y cara siguieron a los pocos momentos de mi
abandonado baile.
14
Jake se volvió lentamente hacia mí mientras rodeaba el borde de su
escritorio pero, por la iluminación ambiental, no podía ver su expresión. Mi
corazón seguía corriendo y todavía estaba tratando de recuperar el aliento.
Después de lo que se sintió como días de silencio pero probablemente
fueron unos pocos segundos, no pude evitar la pregunta.
—¿Y bien?
Usando un gesto de mano de ―ven aquí‖ mientras de nuevo dirigía sus ojos
hacia mi currículum de una sola hoja, Jake me hizo señas para que me volviera a
sentar en una de las sillas frente a su escritorio. Mientras me sentaba, me di
cuenta de que estaba metiendo remilgadamente mi falda y me sentaba derecha
como si se otorgaran puntos por la perfecta postura y buen comportamiento.
Jake lentamente se hundió en su silla al otro lado de la mía, nunca
encontrando mis ojos, y, recogiendo su pluma, empezó a chasquear. Otra vez.
—Ese fue un gran espectáculo —comenzó Jake―. Tu elección de música
fue…
—¿Inspiradora? —pregunté con optimismo cuando vaciló.
—Inusual —afirmó Jake finalmente mirándome aunque podría jurar que
su mirada de tonos ámbar estaba en mi barbilla. El clic de la pluma parecía
golpear en un ritmo más rápido mientras hablaba.
—¿Y el baile? —pregunté tratando de sonar tranquila, fría y serena, aunque
estaba empezando a sudar a la espera de su respuesta, su veredicto. Los
chasquidos estaban llegando aún más rápido y me encontré respirando al ritmo
de ellos.
—¿Eres consciente de que estarías vistiendo sólo un tanga si te convirtieras
en una bailarina? —preguntó Jake murmurado tranquilamente pero aun así
todavía evitando mis ojos.
—S… sí —tartamudeé pero podía sentir otro rubor delator arrastrándose
desde mi cuello hasta mi cara mientras pensaba en la exposición de mi
descubierto y desnudo pecho a los pervertidos de Renee. No era que yo fuera
una mojigata, al menos eso era lo que me decía a mí misma, pero es sólo que no
estaba acostumbrada a mostrar mi propia existencia descubierta a extraños que
me hacían temblar.
—Tal vez estoy fuera de lugar aquí… uhm… Caitlin —dijo Jake echando un
vistazo a mi currículum donde mi nombre estaba presentado en negrita y fuente
Calibri número catorce—. Pero tengo la impresión de que el baile exótico no es
exactamente tu elección de una carrera. Así que, ¿por qué estás realmente aquí?
—El clic de la pluma se detuvo mientras sus amielados ojos oscuros finalmente
encontraban los míos muertos y centrados en la pregunta que yo misma me
había estado haciendo desde que llegué.
Luché conmigo misma. ¿Decir la verdad o mentir? Hubo más de algunos
latidos de silencio mientras peleaba dentro de mí misma.
—En verdad, señor, simplemente necesito el dinero.
15
Su ceja izquierda se levantó mientras me estudiaba. Usando de nuevo su
movimiento de mano de ―ven aquí‖, me di cuenta de que quería más de mi
historia.
Le expliqué a Jake sobre mantener mis calificaciones para cumplir con los
requisitos de la beca y la muerte de mis padres en un accidente de auto al inicio
del verano seguida de mi graduación del instituto. Mientras que el seguro había
cubierto gran parte de los costos de los entierros, todavía quedaban cuentas que
pagar, necesidades financieras por ser aclaradas y lo poco que quedó fue
retenido en un fideicomiso hasta que cumpliera veinticinco años.
—Sólo tengo una beca parcial que cubre la colegiatura. Pero estoy
trabajando en cuatro trabajos de tiempo parcial ahora, que no me dejan mucho
tiempo para estudiar. Si en su lugar pudiera conseguir un solo trabajo… un
trabajo que me ayudará a conseguir el dinero que necesito para pagar los gastos
de laboratorio, libros y las otras necesidades como comida a fin de sobrevivir…
entonces podría tener tiempo para ambas cosas, dormir y estudiar. —Hice una
pausa mientras me permitía reconocer qué tan asustada estaba de dejar la
universidad. Había sido el sueño de mis padres que obtuviera mi título; un
sueño que no era negociable. Habían decidido que yo lo iba a hacer mejor en la
vida que ellos y habían estado convencidos de que un título de la universidad
era la forma de hacerlo—. He tomado casi todo lo que puedo manejar. Aunque
francamente, la presión es… —Me detuve comprendiendo que estaba hablando
demasiado rápido y demasiado honestamente.
—¿Casi la suficiente para hacerte quitar tu ropa en público? —Terminó en
voz baja o tan suavemente como su profunda y áspera voz le permitió.
—Ajá —admití en un susurro, con mis manos retorciéndose en mi regazo,
sintiendo mi rubor profundizarse.
Levanté la mirada para evaluar su reacción a mi confesión pero sus ojos
estaban de regreso a mi única hoja que pintaba los aspectos más destacados de
mi experiencia laboral. Mientras esperaba, no pude evitar admirarlo.
Jake era un hombre espléndido, con su oscuro cabello largo hasta el
hombro, bien definido, amplios pómulos y mentón cuadrado el cual, combinado
con sus suaves ojos color ámbar, eran una combinación mortal.
Además, le había mostrado a él de todas las personas mi sexualidad; un
lado que nunca había mostrado a nadie, nunca. Sentí una intimidad entre
nosotros diferente a aquella en la mayoría de los entrevistadores/entrevistados.
Al menos, esperaba que eso fuera lo que estaba sintiendo después de mi lasciva
exhibición en el tubo. Mi baile, y su provocada excitación posterior, todavía
resonaban en mi interior.
El clic de la pluma comenzó de nuevo y observé su gran oficina tratando de
distraerme de él y del hecho de que su elección sería o bien verme obtener mi
título con un trabajo en su club o preguntando ¿Desea papas fritas con eso?
—Tengo que verte desnuda —murmuró con su cabeza todavía agachada.
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Capítulo 2
—Eh… ¿qué? —Mi corazón tropezó mientras mis ojos se dispararon a su
cara y mi cabeza trató de darle sentido a sus palabras—. ¿Des… desnuda? ¿Aquí?
¿Ahora?
El chasquido de la pluma se detuvo cuando él levantó sus ojos a los míos.
Asintió.
Mi corazón comenzó a golpear casi fuera de mi pecho.
—Uhm. —Mi mente trató de recordar lo que tenía de ropa interior y
frenéticamente me pregunté si las luces estarían encendidas o apagadas cuando
me quitara la ropa. Nunca me había desnudado a la vista de cualquier otra
persona desde que comencé a bañarme sola cuando tenía siete años.
Debajo de las sábanas era más mi estilo.
Debajo de las sábanas y en la oscuridad, si quieres saber la verdad.
—Ah, claro. Bien. —Podía sentir el rubor comenzar a crecer una vez más,
mientras él deslizaba una ceja hacia el nacimiento de cabello, solo de pensar en
hacerlo. Con el hecho de que mi ropa no tardaría en ser descartada y todos mis
pedacitos rosados estarían abiertos a los suyos, a este hermoso, exitoso, pedazo
de hombre, a su inspección. Probablemente ha visto a cientos o incluso a miles
de otras chicas en diversos grados de desnudez, me dije a mí misma.
Sí, pero él nunca me ha visto a mí.
Y nunca me han visto así.
—¿Hay algún problema? —preguntó sin dejar de mirarme directamente a
los ojos.
—N…no, uhm. Quiero decir, no hay un problema real. —Mi voz se fue
apagando con incertidumbre y mis ojos se deslizaron lejos de los suyos, que
incluso yo sabía que mis palabras eran mentira.
—Si se siente incómoda… —Jake comenzó mientras su ceja izquierda se
levantaba de nuevo hacia el nacimiento de su cabello.
—N…no, no. Estoy bien. —Forcé mis labios en una firme pero falsa sonrisa
mientras tragué con fuerza—. Entonces, ¿está bien aquí?
Sin esperar su respuesta, usé mis manos en los apoyabrazos de su silla de
oficina de nuevo para apalancarme a mí misma y ponerme de pie,
tambaleándome hacia atrás en mis plataformas. Al día de hoy, no sé cómo mis
piernas me han sostenido. Mis rodillas sonaron al juntarse en el momento de mi
latido acelerado y me sentí ligeramente asqueada al pensar en mi próxima
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presentación. Podía sentir mis ojos mirando nerviosamente en todas partes
menos a él mientras traté de permanecer quieta en mis zapatos prestados y en
posición vertical.
No puedo recordar si Jake incluso respondió a mi pregunta, pero sí
recuerdo cuán adormecidas se sentían mis manos mientras iban debajo de mi
blusa y comenzaban a desabrochar la falda jean. Bajé la cremallera a mitad de
camino cuando oí la voz de Jake rompiendo el silencio.
—Caitlin, cariño.
Escuché su suave rugido mientras mis manos se detenían de jugar en la
cintura de la falda, una cadera ya apuntaba hacia arriba para ayudarme a
moverla fuera.
Me quedé helada.
—¿Sí? —pregunté levantando los ojos hacia él.
—En este negocio, generalmente te quitas el top primero.
—Oh. —Otra vez pude sentir el rubor trabajar su camino hacia el norte a
través de mi pecho y cara.
Crucé los brazos para agarrar el dobladillo de mi top de gasa y comencé a
levantarlo. Esto es demasiado, me dije a mí misma. Pero 300 dólares por
sesión, mi otro yo susurró tentadoramente.
—¿Podemos tener un poco de música? —pregunté con cautela sin mirar
para prolongar el momento, pero con la esperanza de perderme en la música
como cuando estaba bailando en el tubo—. Tú eliges.
Él se volvió de nuevo a su sistema de sonido mientras descrucé las manos y
simplemente las coloqué en el fondo de mi blusa. Los sonidos iniciales de la sexy
voz especial de Fifty Cent nos rodearon y hablaron de una tienda de dulces y de
piruletas de caramelo. Oí el crujido de la silla de Jake mientras lentamente se
volvía hacia mí, aunque no me atrevía a mirarlo.
Tomando una respiración profunda, me preparé mentalmente, mientras
obligué a mis caderas a comenzar a moverse al compás de los golpes del ritmo
de la canción de acoplamiento. Traté de ser graciosa, sigilosamente limpiar mis
palmas sudorosas en mi falda antes de agarrar el borde de mi blusa y empezar a
moverla hacia arriba. Sentí el frío del aire acondicionado golpear el sudor
nervioso que brillaba en mi piel cuando me levanté el top. Mostré mi vientre y
estómago lentamente mientras juntaba la tela ligera y la alzaba. Cuando mis
manos rozaron la banda inferior de mi sujetador, perdí los nervios.
Furtivamente di una mirada rápida a través de mi cabello que había
empezado a oscilar a tiempo con el balanceo de mis caderas, vi que Jake estaba
sentado hacia delante en su escritorio, apoyando su barbilla en sus nudillos con
sus codos firmemente apoyados en el escritorio de caoba. Sus ojos eran como de
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láser, moviéndose sobre mi piel con tal intensidad que casi podía sentir su
caricia. Me volví tan pronto como esos malditos zapatos me lo permitieron y le
presenté mi espalda sin darme cuenta, sin saber, que estaba más que interesado
en mí desvistiéndome. Ese pensamiento trajo los temblores de regreso y preparé
mis rodillas contra el cuero del asiento de la silla para ayudarlas. Otra vez
levanté el dobladillo de mi camisa y lo subí por encima de mi cabeza
rápidamente, con torpeza.
Recordando que tenía que seducirlo, sacudí mi cabello para moverlo en su
lugar alrededor de mis hombros y espalda cuando lancé mi top hacia fuera
casualmente, o con tanta naturalidad como mis empapados, temblorosos dedos
de sudor, pudieron desenredar la tela de gasa, y la dejé caer al lado de la silla. Di
un vistazo a Jake sobre mi hombro para calibrar su reacción. Sus ojos se
encontraron con los míos y había una energía que chisporroteaba definida que
describió un arco entre nosotros mientras nuestras miradas se encontraban
antes de que se moviera hasta mis caderas ondulantes.
Tragué audiblemente mientras todas mis partes rosadas respondían con
un espasmo de esa breve mirada compartida.
Aún de espaldas, me crucé de brazos de nuevo, tomando cada pecho con la
mano contraria y luego lentamente volviéndome hacia él, cuidando de mantener
mis caderas en movimiento al ritmo de la canción. Podía sentir cómo se
endurecían mis pezones contra mis palmas a través de las copas de mi sujetador
y me armé de valor para mostrar mis partes femeninas a este impresionante,
guapo desconocido.
Estaba reacia a quitar mis manos.
Mi mente estaba corriendo tan rápido como mis latidos.
Sabía que tenía que descubrirme, pero mis manos no querían obedecer mi
orden mental.
Agarré las copas del sujetador para presionar la tela más duro en contra de
mis pechos y las correas, en respuesta, cayeron de mis hombros. Los ojos de
Jake siguieron el movimiento mientras una correa lentamente se deslizaba de
mi hombro y siguió abajo por mi brazo. Aunque no sentí la correa, sentí la
intensidad de su mirada concentrada. Centrado mientras sus ojos seguían el
descenso de la correa luego se movió visualmente para acariciar mis pechos, que
ahora estaban aplastados y cubiertos bajo el agarre de mis manos.
Incluso mi ropa parecía tener mente propia y estaba en el plan para que
me desnudara.
300 dólares por sesión, susurró mi corazón.
Me temblaron las manos mientras las forzaba a liberar la tela del sostén.
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Cerré los ojos y solté mis manos mientras intentaba arquear la espalda en
lo que esperaba fuera un movimiento sexy y llegué detrás de mí para
desabrochar la funda traidora que ya estaba a medio camino. Manteniendo los
ojos cerrados, deliberadamente saqué las correas por encima y fuera de mis
manos, permitiendo que el sujetador se deslizara hasta el suelo antes de
levantar los brazos con tanta gracia como era posible en un movimiento de
danza.
Aunque en retrospectiva, no estaba segura de que no estaba tomándole el
pelo como un títere en una cuerda de marioneta.
Me tambaleé hacia delante y permití que mi cabello cayera sobre mis
hombros para ocultar parte de mi rubor y de mis pechos descubiertos. Abrí los
ojos y di una mirada a Jake a través de los hilos de mi cabello, pero él todavía
estaba en la misma posición, con la barbilla en sus nudillos. Solo sus ojos
brillantes parecían estar recorriendo mi piel desnuda, acariciando mis hombros,
pechos y vientre expuesto abrasadoramente a su sentido. Podía sentir mis
pezones endurecerse aún más mientras su mirada parecía ser atraída de nuevo
una y otra vez. Levanté los brazos y moví mis hombros suavemente para que mis
pechos rebotaran en lo que esperaba fuera una manera atractiva y vi las cejas de
Jake levantarse en respuesta inmediata a mi movimiento.
Me di la vuelta, presentando mi espalda una vez más al tiempo de la
música, abriendo el botón situado en la falda y tirando de la lengüeta de la
cremallera. Estaba empezando a perder mi nerviosismo y comenzando a sentir
el poder dentro al exponerme a este magnífico hombre, quien parecía estar
disfrutando de todo lo que estaba viendo. Eso, y recordé que me había puesto mi
mejor braguita que hace juego con mi sostén. Hecha de encaje color crudo
cremoso, era la ropa interior más cara que alguna vez había poseído y sabía que
mostraba mi bajo vientre, el culo y montículo en la mejor luz, debido a la forma
sutil, adornos delicados y paneles de satén.
Miré de nuevo por encima del hombro mientras la música continuaba.
¿Era transpiración lo que veía rebordear la frente de Jake? ¿Por qué tenía
los puños apretados, los nudillos blancos mientras sus manos se aferraban una a
la otra con tanta fuerza mientras observaba mi baile para él?
Envalentonada, dejé de tocar la cremallera de mi falda y llegué detrás para
gentilmente tomar mis nalgas mientras moví mi cabello y miraba por encima de
mi hombro.
Mis ojos otra vez se quedaron atrapados en los suyos.
Mis músculos estaban tensos, con las rodillas bloqueadas, mientras
continuaba moviendo mis caderas al pulso de la música y movía la mezclilla de
la tela para arriba. El aire frío acarició mis muslos mientras poco a poco
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arrastraba el dobladillo hasta que pude sentir que la parte inferior de mis nalgas
estaban a la vista.
No es mentira, mis bragas estaban empapadas mientras me exponía a sus
ojos. Actuando con mis lecciones de YouTube, ejecuté el ―meneo‖, moviéndome
por mis nalgas, usando solo los músculos de los muslos. Ese fue el único
movimiento que había podido practicar en la intimidad de mi propia casa.
Y si el sonido audible de la inhalación de Jake era una indicación, mi
práctica había dado sus frutos.
Me volví hacia él y, agarrando la cintura de la falda, lentamente arrastré la
tela por mis elegantes muslos bronceados. Capturando la falda sobre mis
elevados tacones, me las arreglé para ponerlos a un lado a medida que
continuaba mi baile. Me volví hacia él y di un paso adelante presionando mis
piernas en el borde de su escritorio mientras hacía un balanceo de cuerpo con
las manos por encima de mi cabeza. Estaba casi desnuda, excepto por el
cuidadoso hecho a mano, aunque saturado a fondo, pedazo de encaje atrapado
entre mis piernas mientras seguía bailando para este magnífico hombre. Mi
latido era casi tan fuerte como la música, mientras apoyaba las manos en su
escritorio arqueando mi trasero hacia arriba para presentar mis pechos a su
inspección abrasadora.
Y él me inspeccionó, lo hizo.
A fondo.
Podía sentir, mientras lo miraba, sus ojos marcándome mientras me veía.
Una y otra vez su escrutinio me tocó los pezones y pechos, mientras ellos
temblaban por mis movimientos. Levanté una rodilla al escritorio y luego oí su
suave gemido.
—Détente —murmuró Jake, su voz cubierta de aterciopelado acero
mientras señalaba con el control remoto al estéreo sobre su hombro.
No necesitaba decirlo dos veces debido a que el cese de la música pareció
derribar mi bravuconería.
Usando mi brazo para protegerme la mitad superior, me agaché, con el
trasero en los tacones, mientras buscaba mi descuidada falda retirada y la
levanté lo más rápido que mis dedos pudieron hacerlo. Mi mente daba vueltas
con vergüenza, que fue golpeada con el dilema milenario del top o la parte
inferior primero. La decisión de esa modestia era el mejor punto de valor, le di
la espalda a Jake y me metí de nuevo en mi falda, deslizándome en mi top tan
rápido como mis torpes dedos podían moverse y conseguí acomodarlo en su
lugar a una velocidad récord. Mientras me había vuelto a vestir a toda prisa
indebidamente, no fui tan rápida para enfrentarlo.
Tomando una respiración profunda de valor, poco a poco me di la vuelta y
me dejé caer de nuevo en el cuero de la silla de visitantes teniendo mucho
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cuidado de no mirarlo a los ojos. ¿Qué se había apoderado de mí? ¿Cómo podría
haberme degradado a mí misma con tanto baile y quitándome la ropa para este
perfecto desconocido? Claro, el dinero era un buen incentivo, pero ¿hacer eso?
Hacer cosas desagradables por desagradable, aunque el buen dinero todavía era
forraje mental que un idiota pudiera frotar en mí cuando salieran del club.
Me senté esperando, viendo mis manos dando vueltas a sí mismas en mi
regazo.
—Caitlin. —Comenzó Jake lentamente—. No creo…
—Escucha —interrumpí bruscamente, mirando en su dirección, pero
buscando por todas partes, en cualquier lugar, excepto a él—. No creo que esta
fuera una buena idea. Me refiero a que el dinero solo sonaba demasiado bueno
para dejarlo pasar y realmente, realmente lo necesito, pero no creo que pueda
hacer esto. Renee puede, pero yo no me siento cómoda haciéndolo. —Agité los
brazos alrededor de su oficina en un esfuerzo por mostrar lo que ―esto‖
significaba—. Y la idea de pervertidos mirándome de arriba a abajo o
tocándome, incluso si es solo para meter la punta de un billete me pone un poco
enferma, si quieres saber la verdad. No creo que pueda hacer esto. De verdad,
no lo creo.
Sabía que estaba balbuceando, pero no me importaba.
—Realmente te agradezco tu tiempo, eh, y tu, ah, atención, pero creo que
probablemente debería irme —continué alcanzando mi gastado bolso, de
segunda mano, de imitación de diseñador y una chaqueta delgada que había
escondido debajo de mi silla previamente.
Mis ojos trataron de detectar algún rastro errante de ropa que hubiera
arrojado fuera por mi abandono mientras mantenía mi boca en movimiento. A
pesar de que sabía que tenía la ropa puesta, no me sentía cubierta. Espiando un
poco de encaje de color crudo a escondidas de la esquina de su escritorio, me fui
de agaché con los tacones mientras lo alcanzaba y agarraba mi brasier errante,
metiéndolo en las entrañas de mi gran bolso. Me incorporé en mi ropa
desgastada y prestada, agradecida de que solo hubiera una ligera influencia en
mi postura debido a la ayuda del reposabrazos de la silla de visitantes.
—Gracias de nuevo por tu, ah, tiempo y, uhm, consideración —dije
señalando con mi cara de manera general mientras agarraba mi bolso y
chaqueta raída a mi pecho y caminaba hacia una trayectoria que esperé fuera la
dirección correcta de la puerta.
—Caitlin. —Oí su voz de nuevo, pero la sensación de la perilla de la puerta
en la palma de mi mano me dio un renovado sentido de valentía. Torcí el metal
frío bajo mis dedos y me sentí mareada al pensar en mi inminente liberación—.
Gracias de nuevo —dijo en lo que esperaba fuera un tono poco ventoso, agitando
mi mano sobre mi hombro, cuando salí al pasillo. Mis rodillas todavía estaban
temblando y me aferré a la barandilla mientras subía las escaleras alfombradas
en mis ridículamente altos zapatos prestados antes de romper a correr a través
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de la puerta de la planta baja y hacer un giro brusco a las puertas principales
que llevaban a mi libertad.
***
Jake se quedó quieto como una piedra mientras escuchó los tacones de
Caitlin repiquetear por la escalera.
Podía sentir sus ojos como un ciervo en unos faros mientras su cerebro
intentaba hacer entrar en sentido sobre lo que había visto, de lo que había sido
testigo.
Estaba impreso en su cerebro. Su cuerpo, sus movimientos, la esencia de
ella.
—No me jodas —murmuró mientras escuchaba el portazo pesado cuando
ella estaba finalmente fuera de su club.
El aburrido ―bam‖ del segundo portal de la parte superior de la escalera
pareció liberarlo de su quietud.
Jake se ajustó sus jeans a la altura de su ingle, con un movimiento firme
hasta su creciente erección.
Bien, ahora eso ya era algo.
Algo que no había previsto.
Algo para lo que no estaba preparado pero, Cristo, estaba caliente.
Apretó el intercomunicador por Dale.
Soltando el botón, juró en voz baja. ¿Qué diablos fue ESO? A medida que
su inmovilidad se disipaba, Jake se pasó las manos por la cara y se dio cuenta de
que estaba sudando.
Esperó a que su mano derecha apareciera y, mientras esperaba, trató de
calmar su respiración y de reorganizar su pene completamente lleno de sangre a
una posición más cómoda ya que la anterior se ajustaba y la estocada solo había
añadido más leña a su fuego.
Joder, habían pasado años desde que había llegado a estar tan excitado
solo viendo a una mujer hermosa bailar o desvestirse. Pero lo que había visto en
la última media hora le había excitado como nada que pudiera recordar. Caitlin,
en su determinación en la entrevista, le había proporcionado la más erótica vista
que jamás había visto en su vida. Su corazón seguía brincando y su pene era casi
granito rígido.
Seguro, ella era hermosa, con un gran cuerpo, pero Jake sabía que era más
que eso. Había follado más que su parte justa de mujeres hermosas, algunas con
mejores cuerpos que el de ella. Era su inocencia y dulzura que brillaba a través
de ella, a pesar de que fueron las bravatas que utilizaba como escudo lo que lo
habían capturado. Sabía que ella había estado nerviosa, era difícil pasarlo por
alto. Pero, su coraje mezclado con la embriagadora sensualidad sofisticada se
había apoderado de él desde el momento en que había entrado.
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Lo cual era probablemente la razón por la que le había pedido, sin pensar
en ello primero, desnudarse a pesar de que no tenía ninguna intención de
contratarla para ningún tipo de trabajo en el Club. Número uno, era demasiado
joven, y número dos, este negocio masticaría el lado dulce de ella y no de una
manera agradable. Su cabello grueso y curvas redondeadas lo habían llamado
desde el momento en que entró por la puerta. Luego, cuando fue alcanzado por
sus movimientos, no cualificados, sin educación, pero malditamente sexys.
El olor de su excitación y la vista de su piel cremosa, el color rosa de sus
pezones desnudos no habían estado mal tampoco.
—¿Me llamaste? —Jake podía escuchar el interrogatorio suave en la voz de
Dale mientras pasaba a través de la pesada puerta.
Dale era una de las pocas personas en las que Jake podía confiar y había
confiado en él desde la primaria. Ellos tenía una historia juntos que se extendía
por décadas y que había sido una constante en la vida del otro. Mientras habían
seguido carreras separadas después de la secundaria, se habían mantenido en
contacto y, finalmente, habían hecho negocios juntos, el Club Fuego era solo
uno de sus exitosos emprendimientos.
Jake miró a Dale, teniendo en cuenta la bien planchada camisa abotonada
y pantalones de vestir. Donde Jake se inclinó hacia la apariencia ―quiero ser
estrella de rock‖ —como una de sus ex chicas había marcado—, Dale abrazaba
por completo el estilo ―hombre de negocios joven en subida‖. Desde su rubio
cabello oscuro, casual –aunque caro– y estilo de sus botas escandalosamente
caras, Dale trabajaba una apariencia que tenía a toda cazafortuna en tres
condados jadeando por su atención.
—¿Todavía tenemos al investigador privado dentro? —preguntó Jake.
—Claro, Rich sigue haciendo extrañas investigaciones para nosotros
cuando es necesario. ¿Qué pasa? —Dale se inclinó contra la puerta cruzando los
brazos.
—Necesitamos que investigue más allá de lo que está aquí. —Jake lanzó el
periódico sobre el escritorio.
Despegándose a sí mismo de la puerta, Dale dio unos rápidos dos pasos
para tomar la hoja antes de que se deslizara hasta el suelo. Pudo ver que era una
hoja de vida de una página que sólo estaba medio llena de 8 x 10.
—¿Estamos contratando? —Los ojos de Dale se movieron por el papel
teniendo en cuenta la fecha de nacimiento y la negrita de los títulos de trabajo.
Levantando los ojos hacia Jake, se corrigió con una sonrisa:
—¿Estamos contratando a menores de edad, lavadoras de retretes?
Jake sacudió la cabeza ante el sarcasmo en la voz de Dale. Los dos estaban
muy conscientes de las leyes y se mantenían estrictamente en el lado derecho de
ella a la hora de sus negocios. Eran exitoso e intentaban con todos sus esfuerzos
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mantenerse dentro de los lineamientos de la ciudad, mandatos del condado,
estatales y federales referentes a cada una de sus empresas.
—¿Huelo... —Dale hizo una pausa mientras levantó la cabeza después de su
breve lectura y tocó el encabezado moviéndolo de lado a lado, olfateando el
aire—... a chica?
—No es una consideración incluso como lavaplatos. —Jake decidió ignorar
la segunda pregunta mientras respondía a la primera—. Contacta a Rich y
pregúntale si puede hacer un informe completo sobre ella. Quiero saber lo más
que sea posible en el menor tiempo posible.
—Está bien, lo haré. Aunque, el plazo tendrá un costo extra —le recordó
Dale, dejando que se le desviara por el momento. Jake asintió, sabiendo que
Rich proporcionaría tanta información como estuviera disponible de Caitlin y, si
Jake estaba dispuesto a pagar más por la velocidad, entonces, el informe estaría
en sus manos lo antes posible.
—Tenemos que hacer algo acerca de Fiona. —Dale cambió el tema al
tiempo que se acomodaba en una de las sillas de cuero recientemente
abandonadas por la encantadora y calienta Caitlin. Con la mirada de Jake, Dale
continuó—: Ella está de nuevo pidiendo más dinero y más bebidas durante las
horas de las noches en las que está.
Jake puso los ojos en blanco pensando para sí mismo por enésima vez que,
si bien los clientes eran un enorme desafío para mantener un negocio en
funcionamiento, era el personal contratado quien era un dolor grave en su
trasero. Fiona era una de las bailarinas y una de las cuatro cabezas de cartel que
se utilizaban en los tubos. Era impresionante, con su cabello rojo en capas y
piernas largas y deliciosas e incluso tenía un puñado de devotos que no se
perdían su actuación. Pero Fiona pensaba que valía mucho más de lo que en
realidad era, sobre todo para la ciudad. Es cierto que se había colocado tercera
en el Tubo de Baile de los campeonatos de 2009 y durante mucho tiempo, el
club había estado feliz de haberla contratado. Pero, Fiona era una diva con D
mayúscula, insistiendo en su propia mesa de maquillaje, intimidando a las
nuevas chicas y apareciéndose tarde a sus llamados. Comportamiento que había
comenzado después de que había logrado su camino a la cama de Jake, poco
después de su contratación. Fiona también había desarrollado un hábito muy
desagradable de exigir más dinero cada tres meses que comenzaron la semana
después de que Jake la había expulsado de su vida y de sus putas rabietas de
diva de su cama. Se rumoreaba que ahora estaba unida a Hank, uno de sus
guardias, después de romper su camino a través de la mayoría de los otros
empleados de sexo masculino de Fuego, con excepción de Dale.
Después de una larga semana de aventura desastrosa con su bailarina
principal en los primeros días, Dale había aprendido su lección. Y se aseguró de
que su amigo y socio de negocios entendiera que ninguno de los dos debía
nunca, bajo ninguna circunstancia, pedir ayuda. Dado que Jake no había
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compartido su corta relación de Fiona Fiasco con nadie, pudo llegar a un
acuerdo sin pestañear, una postura a la que ambos se habían apegado desde
hace seis años desde que habían estado en el negocio.
—¿Tienes a alguien en lista para llenar su lugar?
—Nancy está lista para moverse hacia arriba y Pam ha estado insinuando
que le gustaría probar el escenario en vez de servir bebidas —respondió Dale—.
Pero si dejamos ir a Fiona podríamos perder a Hank también.
Jake, aunque sin sorpresa, seguía siendo infeliz ante la idea. Hank era un
buen hombre, y un gran gorila que tenía la extraña habilidad de escoger qué
cliente era propenso a causar problemas con solo un rápido vistazo a la
habitación y erradicar ese problema antes de que se convirtiera en un
inconveniente. Podía escoltar a un cliente rebelde fuera tan rápido y
silenciosamente como era posible a la vez que murmuraba al oído del cliente
que esperaban verle la próxima vez. Encontrándose con el 1.90m de Jake en
altura, pero dos veces más amplio en su pecho, Hank se había abierto camino a
través de las filas de seguridad de Fuego. Estaba recomendado para más
cambios y más responsabilidad por Max, la cabeza de seguridad de Jake y de
Dale. Incluso Max había presionado para que Hank se convirtiera en una parte
de la contratación y el entrenamiento de los nuevos guardias y, en consecuencia,
tenían menos problemas que cualquiera de los rivales de los clubes de la zona.
Perder a Hank sería un golpe mucho más duro que perder a Fiona.
—Que ella logre la siguiente infracción y así se endulza la situación para él
—dijo Jake con firmeza—. ¿Suena bien?
—Vale la pena el tiro, de todos modos —respondió Dale levantándose—.
¿Algo más?
—No, encuéntrate con la inmobiliaria respecto a la dirección arriba
indicada, en Buxby. —Jake tomó sus llaves del escritorio y comenzó a moverse
mientras Dale se levantaba, también.
Dale sabía que Jake estaba buscando expandir su negocio de contabilidad
y los negocios en que la arena estaba en auge. Habían comprado la firma
original hace poco más de un año cuando el propietario había muerto de forma
inesperada y estaban sumando más clientes a diario sobre la base del nivel de
experiencia de su CPC1, esos que habían decidido quedarse con los nuevos
propietarios. El área por encima de la cafetería local, ocupada por Buxby era
enorme y podría contener el doble de cubículos de su ubicación actual y a un
precio más barato. Dale sabía que si era lo que necesitaban Jake haría que diera
una mirada y luego la decisión sería tomada en conjunto. Ambos apreciaban que
la piedra angular de su éxito fuera las decisiones que los dos hacían y
acordaban.
1- CPC: Contadores Públicos Certificados.
2 El insulto en realidad debe ser Maldito y Sangriento Infierno, pero su papá debió
modificarlo a Loco y Floreciente Infierno, que en inglés rima con el otro.
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Girando a la puerta, Jake preguntó:
—¿Tú?
—Llamar a Rich en cuanto a la lavadora de baños, empezar mi plan para
despedir a Fiona la próxima vez que parpadee mala mierda y hacer todo lo
posible para mantener a Hank. Entonces, me ocuparé de la bella Penélope cuyo
padre es dueño de cuatro concesionarios de automóviles usados. Ella es la
princesa de segunda mano, hombre, y se imagina a sí misma un poco como un
gato montés —respondió Dale con una mirada lasciva y moviendo las cejas.
—Juega limpio chico grande, y vuelve a mí cuando ese informe llegue en el
minuto que lo haga, ¿sí? —dijo Jake por encima del hombro con una sonrisa
mientras abría la puerta y movía los dedos en despedida.
—Claro —dijo Dale en voz baja preguntándose qué era tan intrigante que
tendría a Jake investigando a esta chica en particular y si tenía algo que ver con
los aromas maravillosos que todavía flotaban en el aire. Tomando la puerta
antes de que pudiera cerrarla, Dale se armó de valor contra la, seguro como la
mierda, tercera guerra mundial que experimentaría al lanzar el trasero de Fiona
mientras seguía a Jake por las escaleras.
27
Capítulo 3
—Vamos, nena —murmuré—. Solo un viaje más y podrás tomar un
descanso. —Giré la llave de encendido de nuevo, pero esta vez solo hubo
pequeños clics en lugar del sonido gruñendo que había oído tras los cinco
primeros intentos de conseguir poner mi auto en marcha. Era un gigante que
había comprado con la ayuda de mis padres tan pronto como conseguí mi
licencia, pero cada vez necesitaba más dinero con los numerosos problemas de
motor que se estaban produciendo con más y más frecuencia.
Apoyé la cabeza en el volante con la esperanza de que solo se hubiera
inundado el motor.
Era mi excusa de ―irme‖ cuando no podía ponerlo en marcha. Esta era solo
la mierda que necesitaba, pensé reconociendo que mi garganta comenzaba a
engrosarse y mis ojos comenzaban a picar, una clara evidencia de que mi cuerpo
iba a liberar todas las emociones reprimidas del día. Me armé de valor, sin
embargo, dispuesta a las lágrimas, sabiendo que el llanto no ayudaría ahora.
Espera a llegar a casa, antes de caerte a pedazos. Enderecé la vieja manta
que había olvidado sacar del maletero cuando el verano había terminado el año
pasado. Ahora la estaba usando para ayudarme a mantener el calor debido a que
el calentador había dejado de funcionar.
Solo había vencido la liberación emocional de nuevo cuando escuché unos
golpes en la ventana del lado del conductor. Saltando en respuesta, lo único que
pude pensar era, ¿qué demonios ahora?
Poco a poco bajé la ventana para ver a Jake agachado.
—¿Algún problema? —preguntó mientras mi corazón comenzó a brincar
con su cercanía. A pesar de que se veía aún mejor en la luz del día, todavía
estaba mortificada por lo que había pasado en su oficina.
Había contado con nunca, nunca volver a verlo en esta vida.
—No arranca —dije apoyando la cabeza hacia atrás en la consola con el fin
de romper el rayo tractor de sus ojos que ahora estaban a pocos centímetros de
distancia de mí y se inclinaban hacia adelante en mi ventana abierta.
—Inténtalo de nuevo —sugirió Jake y giré la llave y oí los clics. Metió la
mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros bien gastados, sacó su teléfono y
marcó un número mientras se enderezaba—. ¿Trails? Sí. Envía el remolque al
club. Tienes que recoger un Buick color azul marino y llevarlo de vuelta a la
tienda. Haz que Skeet lo revise y que me avise, ¿de acuerdo?
—¿Qué estás haciendo? —pregunté mientras colgó la llamada.
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—Haciendo que remolquen tu auto —respondió Jake con calma
guardando su teléfono. Me abrió la pesada puerta del auto que chilló con
esfuerzo—, no creas que podrás ponerlo en marcha, querida. Vamos, te voy a dar
un paseo.
—Pero, yo…
—Caitlin, es solo un remolque y un paseo. Consigue tus cosas y te llevaré a
casa o a dondequiera que necesites estar. —Parecía determinado según su
evidenciada postura, con las piernas abiertas y los brazos cruzados sobre el
pecho mientras esperó que saliera. Mi cuerpo no se movió, pero lo miré
mientras frenéticamente traté de pensar en una razón para quitarme su
compañía.
—Jake, no creo que...
—No voy a decirlo de nuevo. Consigue tus cosas, cariño, y vamos.
Lo miré, a su postura varonil mientras un par de latidos saltaban con mi
mente aun corriendo por una razón, cualquier razón, para declinar antes de que
me diera cuenta de que realmente era la mejor solución a mi problema. Llegué
detrás de mí para arrastrar un par de zapatos tenis listos para-la-basura que
dejaba en mi auto para las ―emergencias‖. Ya había abandonado las sandalias de
zorra de cuando llegué por primera vez. No era la primera ocasión que había
tenido problemas con la Bestia como había llamado cariñosamente y
acertadamente a mi enorme Rivera '87 y los tenis ayudaban cuando tenía que ir
a pie después de que la Bestia tenía un ―episodio‖, como eufemísticamente llamé
cada detalle.
Volteé mi cuerpo a la salida, deslicé mis pies en mis tenis y capté la mirada
de Jake mientras comencé a desenrollar la vieja manta de a mi alrededor.
—Uh, un calentador en el Fritz —le expliqué.
Jake me llevó alrededor de la parte trasera del club a un Silver Kia Optima
y abrió los seguros.
—Necesito hacer una parada rápida antes de dejarte. ¿Está bien? —
preguntó mientras abría la puerta del pasajero para mí. Estaba un poco
desconcertada por los modales de Jake abriéndome la puerta y asentí—. Dame
la llave para dejársela a Jorge y luego podemos irnos. —Luché pero finalmente
saqué mi llave del auto fuera del aro, luego observé a Jake trotar hacia la puerta
para entregarla. Mientras entregaba mi llave, me senté y subrepticiamente
examiné el interior de su auto, no tenía ninguna de las comodidades y lujos de
un auto, a diferencia del mío, de este año, ni de esta década.
Manejó en una especie de tenso silencio solo roto por el sonido de sus
indicadores mientras hacía su camino hacia la pequeña porción que los
lugareños llamaban ―centro‖. Estacionó el auto en un lugar milagrosamente
abierto en la concurrida calle principal y apagó el motor.
29
—¿Quieres venir conmigo? —me preguntó dándome una mirada al tiempo
que abría la puerta a pesar de que no esperó mi respuesta mientras caminaba
alrededor del auto y abría la puerta. Mi mano fue capturada en la suya cuando
me ayudó y Jake siguió sosteniéndola mientras tiraba suavemente de mí a
través de la calle a Buxby’s, la única casa de café de nuestra ciudad.
Era un lugar frecuentado por los adolescentes y gente de la universidad,
pero fuera de mi rango de precio, de forma que a menos que Renee decidiera
tratar, era un lugar que había evitado. Buxby’s era grande, lleno de pequeñas
mesas y cómodos sofás que parecían rodear la estación de café y sus vitrinas
llenas de tentadoras delicias de panadería. No solo era una delicia para los ojos y
nariz, sino que el café era asesino y conocido por ser el mejor de la ciudad.
—Café primero —anunció Jake mientras sostenía la puerta abierta en lo
alto de la estructura. No tenía otra opción que entrar en el calor de la tienda bajo
el brazo mientras trataba de girar mi cuerpo a través de la pequeña apertura
tratando de evitar tocarlo. No hubo ayuda para ello, sin embargo, nuestros
cuerpos se conectaron mientras lo rozaba. Mis ojos vieron los de él por el breve
roce de nuestros cuerpos y la electricidad que había quemado entre nosotros
antes ahora se desataba de nuevo con solo un poco de contacto inocente. Mi
latido, ese músculo involuntario, aceleró y un latido suave comenzó de nuevo en
todas las zonas de color rosa mientras mi rubor comenzaba. Mis rodillas se
volvieron agua y, a pesar de que llevaba zapatos menos peligrosos, mis pies se
enredaron mientras intenté dar un paso más lejos de él.
Como si sintiera la reacción de mi cuerpo, sentí la mano de Jake en mi
codo.
—Quieta, muchacha bonita —dijo suavemente, inclinado la cabeza junto a
la mía—, es solo café.
Nos abrimos paso a la línea corta para ordenar y saludé con la mano a un
par de personas que conocía de la instituto tratando de ser suavemente
ocasional. Vi las cabezas comenzar a unirse mientras la gente era llamada a paso
lento hacia el mostrador. Hubo murmullos bajos e incluso un par de risas,
mientras miraban hacia nosotros. Mis ojos vagaron por los otros clientes,
capturando un rápido vagar de mirada arriba y abajo de las mujeres
evidentemente encantadas al magnífico Jake antes de que rápidamente
voltearan hacia mí y fruncieran el ceño. Los hombres, por otro lado, miraron
primero mis piernas expuestas y viajaron hacia arriba con un ojo agudo hacia tal
detalle que me encontré apretando el cinturón de mi chaqueta y sosteniendo el
cuello derecho.
Estoy segura de que hacíamos una pareja incongruente, pero no creo que
fuéramos apenas dignos de la atención que atraíamos. Jake, sin embargo,
parecía ajeno a las miradas y los comentarios de la cafetería llena de gente.
Volví la mirada al suelo, determinada a salir de esto con la mayor dignidad
posible.
30
Jake me dio el vaso alto de plástico, con un pitillo. Puso su mano en la mía
volviéndose para dirigirme hacia la puerta, pero ni siquiera recuerdo el pedido.
Todavía estaba en una especie de neurosis de guerra de nuestra entrevista y
estaba tratando de equilibrar a este cortés, casi cortesano, hombre quién me
había mirado con tanta atención cuando expuse mis pedacitos de color rosa
para él en las entrañas de su club de striptease.
Habíamos caminado solo un par de pasos por la acera cuando Jake empujó
lo que parecía ser un timbre en la puerta al lado de una puerta de inserción, algo
que probablemente perderías serpenteando por la calle, pero que se encontraba
junto a la cafetería. Oí un chasquido y un zumbido mientras el seguro era
soltado.
Jake y yo nos encontramos en la parte superior de las escaleras junto a una
mujer regordeta mayor sonriendo quién sacudió las manos calurosamente.
Mientras que ella parecía estar a finales de sus años cuarenta, Jean estaba muy
elegantemente vestida y llevaba su peso extra con clase. Jake hizo las
presentaciones y los dos comenzaron a caminar a través de la enorme sala
mientras hablaban en voz baja.
Al fin sola por un momento, me acerqué a las ventanas que daban a la calle
de abajo mientras bebí mi latte de caramelo. Mis ojos no vieron la lluvia golpear
las ventanas que se alineaban en el frente de la oficina vacía. Mi mente corrió,
recordando mi baile, mis finanzas y preguntándome qué haría al respecto con
Bestia.
No sé cuánto tiempo me quedé allí perdida en mis pensamientos, pero la
sensación de los ojos de Jake en mí me trajeron de vuelta al momento. Me
aparté de la ventana y encontré sus orbes dorados puestos en mí con intención,
con una precisión mortal mientras siguieron el rastro de mi pitillo desde mi taza
a mis labios. Mi acción había sido involuntaria, algo que siempre he hecho para
capturar el resto de la crema que permanece en la parte inferior de la taza.
Pero era muy consciente de que los ojos ardientes de Jake me observaban
mientras lamía la crema del pitillo y luego succionaba el líquido restante al final.
Hice una pausa, a medio movimiento mientras nuestros ojos se enganchaban, y
la electricidad que habíamos compartido en su oficina, se arqueó de nuevo entre
nosotros.
Como sin pensarlo, Jake se movió directamente a mí, sus pasos firmes y
seguros. Mi pulso cardiaco se aceleró viéndolo caminar hacia mí, sin que
nuestras miradas se rompieran nunca, mientras él se movió más y más cerca. Se
paró justo delante de mí antes de que se diera cuenta de que no estábamos
solos.
Hubo un par de golpes de silencio, mientras ambos dejábamos nuestros
ojos.
31
—Haré que Dale te llame, Jean. —Retumbó Jake por encima del hombro,
pero sus ojos volvieron a los míos y pude ver que había algo que se movía en sus
profundidades aunque no podía decir qué era.
Jake utilizó de nuevo la presión sobre la parte baja de mi espalda para
impulsarnos hacia adelante, para guiarme hacia la parte superior de las
escaleras. Salimos del edificio y me colocó cuidadosamente en el asiento del
pasajero de su auto, los dos en silencio. Pero el aire estaba lleno de cosas no
dichas.
—Uhm, ¿Jake? Puedo tomar un autobús desde aquí. Quiero decir, no
tienes que llevarme a casa. Estoy segura de que tú... ah.... estás ocupado y
necesitas volver.
—Te veré en casa, querida —dijo mientras se abrochaba el cinturón y
encendió el auto
—Eh, en realidad... —murmuré manteniendo mis ojos firmemente hacia
adelante—. Si pudiéramos... quiero decir, si pudieras... ah...
—Dilo de una vez, Cait —le oí retumbar.
—¿Estaría bien pasar primero por el Mini Mart justo al lado de Grant? El
Sr. Mahmood tiene mi cheque de pago. —El sueldo que se suponía que me lo
daría el martes. Pero me di cuenta de que tenía que perseguirlo para conseguirlo
cada semana. Y cada semana tenía que evitar sus manos para conseguir dicho
sueldo.
—No hay problema.
Jake estacionó el auto en uno de los espacios frente a la tienda y antes de
que pudiera siquiera darme la vuelta para decirle que solo serían unos minutos,
él estaba fuera de su puerta y abriendo la mía. Su mano estaba en mi espalda
inferior y me llevó dentro de la tienda.
—Hola, Khalid. ¿Está el Sr. Mahmood aquí? —le pregunté, consciente de
Jake de pie detrás de mí en mi hombro izquierdo. Vi como Khalid tomó el
teléfono y presionó dos botones antes de hablar en un idioma que no conocía en
el teléfono. Hubo un par de ―sí‖ que dijo, que fueron las únicas palabras que
pude entender en lo que Khalid había murmurado en el teléfono.
—Mahmood dice que vayas a la parte de atrás —dijo Khalid con una
sonrisa. Mi corazón se hundió. Sabía lo que la sonrisa significaba y no, no,
quería ir a la trastienda para reunirme con Mahmood. Pero necesitaba mi
cheque.
Me volví hacia Jake.
32
—Uh, tardaré solo un… —Pero no tuve la oportunidad de terminar
mientras Jake agarraba mi bíceps y me acompañó hasta la parte trasera de la
tienda, al pasillo que conducía a la habitación de atrás.
—Digas lo que digas, solo tienes que ir con él, ¿no? —susurró Jake en mi
oído. Tuve el tiempo justo de cabecear antes de que Jake llamara a la puerta.
Hubo un sordo ―adelante‖ y Jake abrió y entró por la puerta primero.
—¡Jesús, Mahmood! —Oí gritar a Jake pero había puesto una mano en
medio de mi pecho para empujarme detrás de la puerta y usó la otra para tirar
de mí detrás de él.
—¿Qué mierda, Stanton? —Oí al Sr. Mahmood gritar de nuevo, pero hubo
un sonido de metal tintineante que sonó sospechosamente como una hebilla de
cinturón saliendo de la habitación. Mi corazón brincó mientras sumé dos más
dos para conseguir un ―Ewww‖. Sin pensarlo puse las manos en la espalda de
Jake y descansé mi frente allí también.
—Vine con mi chica para obtener su cheque de pago —gruñó Jake. Me di
cuenta de que su cuerpo estaba cerrado hasta lo más ajustado y que su voz era
aguda—, estaba con ella cuando tu hijo te llamó para decirle que estaba aquí.
Fue jodido allí, Mahmood, cuando tu puto chico le dijo que fuera a la mierda de
atrás para conseguir su maldito cheque.
Hubo silencio por un par de segundos, pero no una tranquila calma. Una
tranquilidad tensa espeluznante.
—¿Quieres decirme por qué diablos estabas esperando a mi chica con tu
pene, Mahmood?
—No es lo que parece, Jake...
—Nunca malditamente lo es. Dame su cheque.
Mis manos estaban agarrando el abrigo de Jake y había cerrado los ojos.
—¡Dije. Dame. El. Maldito. Cheque! —Eso no lo dijo alto, sino con
intención suave y mortal.
Oí traqueteo de papel y sentí a Jake moverse bajo mis manos.
—Ahora, solo para que quede claro...
—Ella está malditamente despedida.
—¿Por qué?
—Ya me oíste, Stanton. Está despedida.
33
—¿Nena? ¿Quieres ser despedida? —Oí a Jake preguntar tratando de
cambiar a mi dirección, pero tenía tal control sobre él que no podía moverse con
facilidad, y mucho menos voltearse.
Mis pensamientos estaban corriendo. Necesitaba el dinero. No podía
quedarme sin mi trabajo en el Mini-mart. No era un trabajo duro, simplemente
era sin cerebro y por muy poco dinero u horas. Pero, aun así, lo necesitaba.
Sacudí la cabeza con pesar.
—Creo que quiere quedarse, Mahmood, pero por mi vida, no te podría
decir por qué. Así es como serán las cosas. Ella hará sus turnos y en lugar de
estarla persiguiendo, dejarás tu trasero abajo para tener su cheque y poner tu
puta mierda cuando lo hagas, le enviarás por correo sus cheques. ¿Entiendes?
—Ella está malditamente despedida, Stanton.
—No, Mahmood, no lo está. Mira, si está putamente despedida entonces le
avisaremos a Sam por teléfono para que abra una demanda de acoso sexual.
Contra ti. Será mejor que sea la primera vez que hayas hecho esta mierda. Me
pregunto si a las otras chicas les gustaría presentar una reclamación. —Escuché
a Jake hacer pausa antes de continuar—. Ahora, ¿vas a jugar con las reglas y
dejarle el trabajo a mi chica o vamos a hacer que se ponga feo?
Oí un rasguño en la silla y sentí a Jake de nuevo ponerse tenso bajo mis
manos. Metió la mano hacia atrás y me desenredó de su chaqueta,
empujándome rápidamente lejos y hacia un lado.
—No quiero hacer eso, hombre. Pateé tu trasero en más de una ocasión y
fue entonces cuando eras veintitrés kilos más ligero y diez años más joven.
¿Crees que puedes tomar esto ahora?
—Ella pone un pie fuera de la línea y está fuera de aquí.
—¿Escuchaste eso, Caitlin?
—Sí, Jake.
—¿Estás bien con eso, Caitlin?
—Sí, Jake.
—Está bien, tú bastardo —llamó Jake volviéndose hacia mí antes de dar
vuelta rápida a la oficina—. Y si mi chica me dice una, solo una vez que tratas de
hacer alguna cosa con ella, entonces llamaré a Sam, ¿de acuerdo?
No sé cómo Mahmood respondió porque no oí nada, pero debí haber
hecho algún gesto ya que Jake estaba sonriendo cuando se volvió hacia mí para
darme el paso y sacarme de la tienda. Esta vez necesitaba su guía ya que mi
cuerpo estaba temblando duro. Me guío al asiento del pasajero y se quedó en mi
espacio con la puerta abierta mientras me até el cinturón de seguridad. Lo miré
cuando no se apartó.
34
—Jake... —dije en voz baja, y vi cómo su cuerpo se calmó completamente al
oír el sonido de mi voz antes de que se adelantara y frotara los nudillos a lo largo
de mi mejilla. No pude evitar inclinarme contra su mano mientras sostenía su
mirada.
Parecía distraído mientras le daba las instrucciones de mi casa antes de
que se retirara hacia el tráfico. Yo estaba suspirando, volviendo los ojos hacia la
ventana, vagamente notando el paisaje húmedo, mientras lo pasábamos,
deseando que Jake fuera más rápido mientras conducía.
Quería estar en casa.
Necesitaba estar en casa.
Por fin podría poner este día detrás cuando llegara a casa.
—Gran casa, nena —dijo Jake mientras apagaba el auto y se asomaba por
encima de la gran estructura que estaba rodeada de veranos bien cuidados, de
parterres de flores y césped que se extendía sobre el resto de la propiedad hasta
la esquina.
No era que viviera en el conjunto de la enorme casa. Mi parte era solo un
minúsculo situado en un dormitorio de la planta baja. Pero la mansión había
estado en mi familia durante años y en los últimos años había sido convertida en
cuatro apartamentos de diferentes tamaños y planos de piso. Lo había heredado
de mis padres quienes lo habían heredado de mi abuela por el lado de mi madre.
Como una sola vivienda, nuestra casa de la familia había sido monumental
y un testimonio perfecto de la riqueza de mi abuelo. Pero, después de un ataque
cardiaco repentino hace unos cuarenta años, mi abuela había ido perdiendo la
mayor parte de su finca. La mayor parte de ella se había ido con malas
transacciones de tierras y a las inversiones promocionadas por guapos,
mercachifles nefastos empeñados en tener éxito, al separar a la hermosa viuda
de sus activos, tanto monetarios como físicos si las historias alrededor de la
ciudad eran creíbles.
Mi padre era el que había dividido la casa en apartamentos después de
ganar su licencia general de contratista y de aprender los aspectos financieros de
su suegra, Lela. Problemas era decir poco al ver cómo la abuela había estado
ocultando su estado casi indigente de su única hija, mi madre. Solo se descubrió
cuando mi madre había estado haciendo un inventario para reponer la despensa
después de que Lela fuera al hospital por una fractura de cadera, causada por
tropezar con el desigual linóleo de la tradicional cocina. El armario sostenía una
sorprendente cantidad de comida gourmet para gatos y galletas en medio de
habas verdes y duraznos enlatados en casa.
El dolor de ella fue, que la abuela Lela no era dueña de un gato.
Eché un vistazo a la casa y traté de ver a través de los ojos de Jake.
35
—Sí, lo es —respondí en un susurro—. Mis padres tuvieron que conseguir
el poder notarial sobre la finca de la abuela con el fin de obtener los permisos
necesarios para hacer la renovación cuando ella se negó a mudarse con ellos. El
plan de papá era tener cuatro apartamentos de un dormitorio y alquilar tres
para pagar tanto la hipoteca como los gastos de manutención de la abuela Lela.
Funcionó muy bien hasta que las inspecciones mostraron que el techo
necesitaba ser reemplazado y la inclinación de la formal sala de estar que era
todo lo que encontrábamos peculiar y lleno de carácter en realidad era debido a
un desplazamiento de las bases. Más dinero se necesitaba y mis padres no
tuvieron más remedio que tomar una segunda hipoteca en nuestra casa con el
fin de conseguir el trabajo hecho aquí.
—¿Tu padre hizo el trabajo? —cuestionó Jake en voz baja sin dejar de
mirar hacia la casa. Asentí, demasiado atrapada en los recuerdos para hablar—.
Buen trabajo. No se puede decir que se trata de apartamentos y no de una casa
de familia —continuó—. Mantuvo las grandes líneas de la estructura original.
Debe haber sido artesano.
Era cierto. Solo desde el exterior no se podía saber que la casa eran en
realidad cuatro apartamentos distintos. Papá no había tenido educación formal
para respaldarlo, pero parecía tener buen ojo para la arquitectura y al detalle.
Había mantenido la puerta original que conducía a un pasillo con sus dos
unidades de la planta baja y la escalera original que llevaba a las otras dos
unidades y a la pequeña sala de lavandería en el segundo piso.
Los ojos de Jake se volvieron hacia mí mientras en voz baja preguntó:
—¿Te la dejaron cuando murieron?
Una vez más, solo pude asentir, pero podía sentir mis dientes morder mi
labio inferior, en un esfuerzo por mantener las lágrimas a raya, lágrimas que no
quería que viera. Levantando la mirada a la casa, me di cuenta una vez más que
era una de las únicas cosas tangibles que me había dejado mi familia y que era a
la vez una bendición tenerla y una maldición para mantener. No sé si podía
sentir mi creciente melancolía o si solo quería tocarme de nuevo, pero Jake
tomó mi mano apoyada en la consola entre nosotros.
—Querida… —Comenzó cuando sus dedos se encontraron con los míos. La
electricidad de su piel caliente en mi mano otra vez me trajo de vuelta al
momento y sacudí mi mano.
Agarrando el asa de la puerta, preparé mi escape. Para no ser menos, oí la
puerta de Jake abrirse antes que la mía, incluso haciendo estallar el pestillo de
la mía y estaba delante de mí antes de que pudiera salir completamente del
asiento.
—No tienes que abrirme la puerta, Jake. —Mi voz era más aguda de lo que
había previsto. Solo quería, no, necesitaba crear una distancia entre nosotros.
36
—Te voy a ver hasta el fondo, Caitlin. Lidia con ello —gruñó suavemente
mientras una vez más me impulsaba hacia delante con solo un toque suave en la
parte baja de mi espalda. Le di una mirada sobre mi hombro mientras pisoteé
los escalones antes de usar la llave en la puerta exterior.
—No me estás trayendo a casa de una cita —le espeté.
Cuando la puerta se abrió de golpe, me di cuenta de las grandes voces que
reverberan alrededor de la sala.
Empujando y abriendo más la puerta, pude ver a Layton Jamison, el
presidente del Banco de Ahorros y Préstamo de Grantham, por encima de
Marianne, mi vecina de enfrente quién estaba gritándole en la cara mientras
meneaba un dedo.
—Y, además, enfermo hijo de agua de escoria. —La voz de Marianne se
apagó cuando ambos volvieron sus ojos hacia Jake y hacia mí en la puerta.
Debido a que mis padres solo me habían heredado la propiedad, sus
edificios periféricos y la casa en sí estaban a unos seis meses antes de su propia
muerte, todavía bajo el arma financiera. El Sr. Jamison y el abogado que me
recomendaron me explicaron una y otra vez que la herencia de impuestos
mataba cualquier capital en la propiedad que mis padres pudieron haber
disfrutado y los impuestos regulares se comían cualquier otro beneficio que
podría haber habido.
Luego estaba el mantener una hermosa aunque hay que decirlo, una casa
vieja.
—Sra. Tomas —ronroneó el señor Jamison cuando se volvió hacia mí,
alisando la parte superior de su camisa de rayitas finas luego pasando la mano
por la alta corbata. Parecía tener una impresión de diferentes M&M de colores.
No es el tipo de corbata que se puede esperar de un Presidente del Banco—. Una
palabra, por favor.
—Claro —murmuré tratando de pensar en una razón para que Jamison
estuviera aquí, en mi espacio, en este momento de la noche. Por lo general,
estaba obligada a reunirme con él en su oficina para que pudiera masticarme y
decirme cuán tarde en mis ―responsabilidades financieras‖ estaba y para
recordarme lo mucho que había hecho por mí en solucionar lo de la propiedad
de mi padre. Vi a Marianne darme una mirada burlona antes de disparar sus
ojos al señor Jamison, quién parecía estar ignorándola ahora.
Le asentí un hola en silencio a ella cuando me volví hacia la puerta de mi
apartamento con mi mente buscando, buscando una razón por la que el
banquero hubiera venido a mi casa.
Oí los maullidos de Floyd mientras deslicé mi llave en la cerradura, aunque
un maullido hubiera sido una descripción más adecuada. Floyd, mi compañera
de cuarto de refugio adoptado, no se parecía al pequeño gatito, lindo que había
37
estado entre jaulas y jaulas de animales abandonadas en el local del refugio de
animales. Ahora estaba en toda su gloria con las bolas castradas, seis kilos de
pelusa adorable tanto como un ronroneo feroz y fuerte voz que era más que la
demandada voz alta que podría significar cualquier cosa, desde ―Necesito un
regalo‖ a ―Sienta tu trasero porque necesito un masaje‖.
Floyd, como la mayoría de los gatos, era dueño de su propietaria en lugar
de al revés.
Casi me había olvidado que Jake estaba detrás de mí hasta que sentí su
calor en mi espalda cuando saqué mi llave de la cerradura de mi departamento y
rápidamente empecé a encender las luces en mi pequeño espacio mientras Jake
tomaba una pose casual apoyada contra la pared cerca de la puerta mirando a
mi gato hacer una loca carrera por el corto pasillo hasta mi habitación. El Sr.
Jamison llegó hasta el fondo y puso su gruesa carpeta de archivo en la barra que
separaba mi cocina del salón. Se aclaró la garganta y comenzó a hablar.
—Srta. Tomas, este es un asunto que será mejor discutir en privado acerca
de su situación financiera personal.
Sus ojos cortaron a Jake con énfasis.
También miré a Jake y encontré sus ojos con los míos. Su mirada fija
parecía darme el poder de decidir si quería tenerlo aquí para este debate o no.
Puesto que ya había visto casi todo mi cuerpo sin ropa, oído una gran parte de
mi pasado, ya era consciente de mis estrechos financieros, y había acabado de
amenazar a uno de mis jefes, me di cuenta que no se iba a sorprender por
cualquier otra noticia.
Además, era un gran amortiguador contra el gusano del Sr. Jamison. Si
Jake podía atacar al Sr. Mahmood, muy bien podía manejar a mi banquero.
No había dos hombres que pudieran ser más diferentes. Mientras Jamison
tenía unos 15 años más que Jake, también tenía cerca de 36 kilos sobre él
también. Puesto que era también un poco más bajo que mi estatura de 1,80
metros, en comparación con los imponentes 1,95 metros de Jake, él era en
resumen, como una bola de masa blanca, suave y blandita. Pero, la mayoría de
las albóndigas no lucen lazos multicolores adornados con M&M.
—Puedes hablar delante de Jake —le dije, encaramándome en el brazo de
mi sofá a un escaso pie, aunque la posición de alerta de Jake fue informal. No se
me escapó que me había puesto a mí misma, para que Jake estuviera entre el
lugar donde el señor Jamison se puso de pie y donde yo estaba sentada.
—¿Jake? ¿Cómo Jake Stanton? —preguntó Jamison dándole a Jake una
mirada por encima.
—Sí —respondió Jake mientras se apartaba de la pared y se paraba a mi
lado, con una mano suavemente apoyada en mi hombro. Jamison no perdió el
movimiento de la mano mientras Jake retumbó con sus ―manos a la obra‖.
38
—Bien. —Jamison comenzó con una respiración hacia adentro—. Está
atrasada en sus pagos de nuevo, Srta. Tomas.
—¿Cuánto? —Jake ladró cortando la meliflua voz del banquero de Jamison
que solo no había hecho más que empezar con su conocido tema. Estaba
pensando que Jake de alguna manera tenía suficiente buena razón.
—Ahora, señor Stanton —dijo Jamison con un claro esfuerzo por tomar el
control de la conversación después de la interrupción altamente indeseable y
explosiva de Jake.
—¿Con cuánto está atrasada, Jamison?
—Bueno, vamos a ver… —Jamison alcanzó el archivo de la barra y comenzó
a hojear la multitud de páginas—. Un mes y ocho días. Lo cual, como sabe, Srta.
Tomas, está claramente en violación de su contrato de hipoteca.
—Tonterías —dijo Jake con firmeza en su voz profunda cuando sentí su
mano en mi tenso hombro—. Esa es un montón de mierda y lo sabes. Ella podría
pagar un interés adicional y tal vez una sanción, pero solo con 39 días de retraso
no debería ser suficiente para que el jefe del banco viniera a las puertas de
Caitlin después de las putas horas de trabajo del banco.
Jake bajó la barbilla hacia mí y miró mis ojos, pareciendo darme algún tipo
de advertencia. Volvió a mirar a Jamison con el ceño fruncido.
—¿Qué clase de mierda estás tratando de tirar, Jamison? —Hubo más de
un par de segundos de silencio mientras Jake miraba al Sr. Jamison quien se
había hinchado considerablemente con el primer sonido del desafío de Jake.
Permanecí tranquila durante su breve intercambio que parecía contener
muchas más cosas, bajo la superficie, de lo que estaba oyendo. La tensión en la
sala era apetecible, pero, de nuevo, no sabía por qué. A decir verdad, no esperé
la participación inmediata de Jake en el trato con mi banquero aunque debo
admitir que estaba agradecida por ello. Bueno, algo así. Tal vez si él no hubiera
ya tenido que enfrentar a uno de mis jefes por mi cheque hoy, eso es.
—Sabe qué, me encargaré de eso, señor Jamison —dije, finalmente
uniéndome a la conversación—. Uno de los inquilinos está atrasado en su
alquiler y no he tenido el dinero para pagarle pero le envié lo que tenía a mano a
tiempo. —Pam, del Tres era notoria por retrasarse en su renta y, como no tenía
un cojín de efectivo para absorberlo, tuve que hacer un pago corto de la
hipoteca. Esta es la tercera vez que pasaba y la tercera vez que tenía que
enfrentar al señor Jamison como resultado.
Vi la cara del presidente del banco enrojecer mientras hablaba, aunque no
estaba segura de sí era de rabia o de vergüenza de ser llamado a hacer sus tareas
delante de un testigo. Miró de nuevo a Jake mientras espetaba el archivo de
cerca.
39
—Miraremos su cuenta hasta estar al corriente de nuevo —dijo Jamison
secamente mientras me miró con severidad antes de mover sus ojos a la deriva y
su rostro tomó un aspecto diferente, mientras caía a mi pecho donde mi abrigo
se había abierto exponiendo la gasa delgada de mi top.
―Ewww‖, mi mente gimió tan pronto tomé el cinturón de la delgada
chaqueta esperando contra toda esperanza que el viscoso hombre no hubiera
visto mis pezones a través de la tela de gasa. Había olvidado que mi sujetador
aún estaba abarrotado en mi bolso.
—Terminaste —gritó Jake con mi movimiento, dando un paso hacia el
gordito banquero envejecido mientras saltaba, sobresaltándose. Por el tono de
Jake sabía que él había captado bien mi movimiento para ocultarme o había
atrapado al señor Jamison comiéndome con los ojos.
—Me iré, entonces —oí al señor Jamison murmurar mientras salía
rápidamente por mi puerta. Después de oír el ruido sordo de la puerta exterior
mientras se iba, me puse de pie y me volví hacia Jake.
—¿Stu? Escucha, estaba en casa de Caitlin Tomas y ella estaba allí con Jake
Stanton. ¿Cómo iba yo a saber por qué estaba allí? Eh, eh. Síp. Una mosca en la
sopa es una buena manera de decirlo. Lo haré.
Layton Jamison cerró el teléfono y se quedó mirando las ventanas
iluminadas del apartamento de Caitlin.
Había pasado tanto tiempo, tanto esfuerzo por esa pequeña y hermosa
potranca en línea. Casi la tenía donde quería. Pero ahora había tenido que
cruzarse de espadas con ese vendedor ambulante de carbón.
Y había perdido con el hombre más joven. Jamison no se hacía ilusiones
acerca de sus propias miradas. Sabía que Stanton tenía un llamamiento con las
damas. Pero la belleza se marchitaba y los tiempos duros tenían una forma de
mostrarse en el rostro de una persona, incluso en un rostro tan hermoso como el
de Stanton.
Si la memoria no le fallaba, el padre de Stanton había bebido hasta morir.
¿Había esperanza de que esto fuera como de tal palo, tal astilla?
Layton Byron Jamison odiaba perder, sobre todo con hombres como Jake
Stanton. Hombres que pensaban que eran demasiado buenos para usar su
banco y mantenían sus fondos fuera de la ciudad. Fuera de su control. Quiénes
hacían su dinero de la manera en que Jake hacía, con tráfico de pornografía,
incluso si Jamison, en ocasiones, participó y disfrutó de ese carbón. A fondo.
40
Hubiera sido diferente si el juez Everett y Walt Saltzman, el antiguo jefe de
la policía no hubieran sido acusados de corrupción. Eran la pareja perfecta que
completaba la base de poder que incluía a Jamison y a Stuart McBride, abogado
en ley. Respaldados entonces, entre los cuatro, podían hacer lo que quisieran
con quien quisieran con muy poco esfuerzo. Pero con el Juez y Saltzman fuera,
los planes tenían una manera de alejarse de él y de Stu.
—Maldita sea, al infierno —murmuró, golpeando su mano contra el
volante.
Observó la silueta bien proporcionada de Caitlin perfilarse mientras corría
las cortinas por las grandes ventanas que daban a su apartamento antes de
encender su convertible Audi 350C y comenzar su camino a su hogar desolado
sin alma, sin amor.
41
Capítulo 4
Pasé las manos por la piel caliente de Floyd mientras él empujaba y se
movía en mis dedos. La sensación familiar de frotarlo ayudó a calmar el temblor
de mis manos al recordar la sensación de la mano de Jake enganchando mi
cuello cuando me atrajo hacia él después de que Jamison se fuera.
Había medio tropezado, medio dado un paso hacia él dándome de plano
contra su ancho pecho duro, cuando mis manos apretaron el dobladillo en la
cintura por debajo de su chaqueta mientras su otro brazo me abrazó alrededor
de mi espalda, manteniéndome cerca.
Él no dijo nada durante un tiempo, pero solo me sostuvo.
Y, Dios me ayude, lo dejé. Había pasado tanto tiempo desde que alguien
me había tocado de alguna manera, forma o modo, y estar en sus manos se
sentía tan... tan bueno.
Tan bueno, que comencé a relajarme contra él. Como me relajé, sentí que
mis ojos empezaron a arder antes de que las lágrimas comenzaran a caer. Traté
de detenerlos.
Realmente lo hice. No quería humillarme aún más por berrear como un
bebé en contra de este hombre maravilloso, pero lo que quería y lo que mi
cuerpo necesitaba parecían ser dos cosas diferentes en este momento.
—Todo va a estar bien, cariño —gruñó suavemente contra mi cabello
mientras frotaba mi espalda y yo sollozaba en su contra. Cada vez que traté de
obtener un control sobre mis lágrimas parecía que ellas de nuevo se formaban y,
por un tiempo, pensé que nunca cesarían. Pero, lo hicieron. Con el tiempo.
Afortunadamente.
Cuando mis ojos dejaron de trasbordar y mi respiración se normalizó, traté
de salir del cálido y maravilloso abrazo de Jake. Pero él no me dejó ir.
—Tranquila, cariño, ¿sí? —Oí y sentí su voz retumbar contra mí mientras
frotaba una mano de arriba a abajo en mi espalda. Su otra mano, en mi cabello,
todavía me sostenía cerca pero su pulgar comenzó a deslizarse suavemente
sobre la piel detrás de la oreja.
Y él todavía seguía sosteniéndome.
—¿Mal día, chica bonita? —retumbó contra al oído que había presionado a
su pecho.
Asentí.
Él se rió en voz baja.
—Apuesto.
Decidí hacerme la valiente.
Aparté mi cabeza de su pecho, —aunque ―quité mi cabeza lejos‖, sería más
verídico ya que yo había empapado completamente su camiseta con mi ataque
de llanto— y la incliné para mirarlo y murmuré:
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  • 3. 3 Créditos Moderadoras Aria, Boom, Dika18 & Lectora Recopilación y Revisión Sttefanye Diseño Lectora Traductoras Aria Boom Clau Curitiba Lectora Lililamour xx.Majo.xx Malu_12 Mary Jane♥ Nelly Vanessa Pachi15 Rihano Shari Bo Nelshia Correctoras Curitiba Nony_mo Osma ♡ Maggiih Neige Pachi15
  • 4. 4 Índice Sinopsis Capitulo 1 Capitulo 2 Capitulo 3 Capitulo 4 Capitulo 5 Capitulo 6 Capitulo 7 Capitulo 8 Capitulo 9 Capitulo 10 Capitulo 11 Capitulo 12 Capitulo 13 Capitulo 14 Capitulo 15 Capitulo 16 Capitulo 17 Epilogo Próximo libro: Tap Dance (Dance #2 ) Sobre J.A Hornbuckle
  • 5. 5 Sinopsis Caitlin Thomas estaba al final de la cuerda. Trabajando en cuatro empleos insignificantes para completar su media beca en la Universidad donde está determinada a obtener su título en un plazo de cuatro años como sus padres habían planeado. Pero es difícil estudiar, mucho menos dormir cuando tienes tantas cosas que hacer. Al escuchar a su compañera de laboratorio describir su trabajo como bailarina de pole dance en el club Fuego y lo mucho que le pagan además de las propinas, Caitlin decide presentarse. Esperando entrevistarse con un hombre troglodita de mediana edad, tipo mafioso, Caitlin queda sorprendida al descubrir que su entrevista era con el joven copropietario con un cuerpo de infarto, Jake Stanton. Él pronto descubre que Caitlin no está hecha para ser una bailarina del club Fuego, pero definitivamente está hecha para él, sobre todo cuando tiene evidencia de primera mano de cómo es tratada por uno de sus jefes y el presidente de un banco que le hace una visita en su apartamento después del horario bancario. Está aún más intrigado cuando recibe una verificación de sus antecedentes y descubre que ella era exactamente quien dijo que era, una estudiante, sin familia viva, esforzándose por cumplir con sus compromisos de trabajo y la escuela. En su trabajo esa clase de honestidad es rara y queda completamente cautivado. Jake comienza una campaña para ganar el corazón de Caitlin pero ella es tan ferozmente independiente que tiene problemas para romper sus muros. Considera su ayuda como ―tratar de asumir el control‖ y trata de resistirse a él a cada instante. No ayuda cuando es abordada por una celosa ex-amante que dice que Jack va a intentar comprar su lugar en su cama. Sus esfuerzos son obstaculizados aún más por un socio de negocios desconfiado, un asesino en serie cuyas víctimas son actuales o viejas bailarinas del club Fuego, y Floyd, el gato. A través de todo esto, ¿puede Jake, cansado del mundo, convencer a la ingenua pero independiente Caitlin que compartir su vida no significa renunciar a ella?
  • 6. 6 Capítulo 1 Sabía cuándo había tomado la decisión de dar la entrevista que era probablemente la equivocada. Pero no sentí que tuviera otra opción. Estaba a solo medio camino de mi segundo año de universidad y ya estaba endeudada hasta el ombligo. No podía encontrar un trabajo bien pagado que encajara con mi horario de clases, sin importar donde hiciera la solicitud. Tenía que encontrar otro trabajo, cualquier trabajo, el cual pudiera traer más dinero y permitirme pagar mi parte de la carrera porque no tenía a nadie ni nada más que pudiera suministrar los fondos que necesitaba para completar mi educación y comer al mismo tiempo. Sopa ramen preparada en una estufa de dos quemadores usada podía sustentar un cuerpo de veinte años solo por cierto tiempo. Y, dado que estaba determinada a graduarme en cuatro años con tan poca deuda como fuera posible en vez de los seis años financiados-por-sus-padres que harían la mayoría de mis compañeros, hacía que mi estómago estuviera gruñendo constantemente. Como una estudiante de segundo, un año más vieja que la mayoría, había estudiado las diferencias y había escogido el ramen por encima de la "taza de sopa de…" lo que sea, por que costaba la mitad y estaba dentro de mi presupuesto, las cosas estaban así de mal. Así como, realmente mal. La mejor parte de mi horrible dieta fue que nunca experimenté el Freshman Fifteen, esos horribles siete kilos de los que había oído hablar que lo estudiantes acumulan cuando empiezas la universidad y finalmente estás fuera de la influencia y control de tus padres. No, mi escasa dieta, la cual consistía en sólo el almuerzo y la cena de $0.17 centavos por cada paquete, ayudó no sólo en términos de dinero sino que fue clave en la eliminación de la grasa de bebé que se había quedado en mi barriga y muslos pero que me mantuvieron oculta y aislada en el instituto. Era de apariencia normal, más bien alta aunque un poco mayor, estudiante de segundo año quien era solo una de muchas de una de las multitudes, de las otras chicas del campus. Lo que no era normal, sin embargo, era la búsqueda de maneras de hacer dinero. Estaba constantemente atenta, oídos siempre listos, para encontrar formas de traer dinero adicional. No tan buena en la computadora, de buen agrado acepté trabajos de los que otros se burlarían: limpiar baños en la cadena local de supermercados, pulir autos en el exclusivo lavadero de autos o vaciar orinales en el asilo de la localidad. Trabajé a cualquier y todas horas siempre y cuando no interfiriera con mi horario de clases. Así que, cuando escuché a mi compañera de laboratorio, Renee, hablando acerca del baile en tubo en el club local Fuego con su hermana de fraternidad, simplemente tenía que oír.
  • 7. 7 ―Entonces, es como que te vistes con esa tanga y finges que el tubo es, como que tu pareja… como en un tipo de fiesta, ¿cierto? —explicó Renee―. ¿Y tú realmente trabajas en el tubo y luego giras hacia todos éstos, algo así como pervertidos, sentados ante la consola la cual está como totalmente colocada al lado de dónde tú estás, algo así como bailando? —Todas las oraciones de Renee siempre terminaban en una pregunta lo cual, en mi opinión, era una de sus cualidades más adorable. De acuerdo, su única cualidad adorable porque la hacía linda. Por otra parte, consideraba a Renee como una total y completa cabeza hueca. Pero pasé por alto esta evidente falta porque estaba muy bien dotada en dinero, eso es. Renee y su siempre-lista tarjeta de crédito habían proveído más comidas, dulces y diversión antes o durante los grupos de estudio de lo que podría contar en el par de meses en lo que habíamos estado juntas en nombre de la ciencia. ―Entonces, ¿sólo tienes que bailar y sacudir tu tam-tam y tus cosas de chicas en las caras de estos pervertidos y ellos meterán dinero en cualquier correa de lo que tengas puesto? ¡Juro por Dios, es, como, increíble! ¿Una vez fui a casa con más de $300.00 dólares sólo por bailar como cuando lo hago para mí misma? —Renee pasó sus ojos sobre mí y se dio un cuarto de vuelta para tratar de bloquearme de oír por casualidad. No es que le hubiera dado toda mi atención, desanimada como estaba y utilizando excesivamente mi resaltador amarillo en cualquiera y todas las oraciones que contenían palabras científicas en mi libro de laboratorio. Si no me detenía pronto, el capítulo 18 iba a ser un lío de páginas abultadas, resaltadas y empapadas, haciendo el libro inútil para poder ser revendido. Tal vez fue el bloqueo que tuve en mi cuerpo en relación a sus palabras que estaba respondiendo porque, tengo que admitirlo, fueron los $300.00 los que llamaron mi atención. Toda mi atención. En el mejor de los casos, sólo logró conseguir $150.00 o $175.00 durante una semana buena de cada uno de mis trabajos extras, pero Renee ha conseguido $300.00 dólares por sesiones de baile. ¡Por sesión! ¡No por día o por semana, sino por sesión! ¡Santa mierda! Mi mente giraba mientras trataba de hacer los cálculos pensando en cuánto más dinero podría tener en lugar de esta-mierda-por-dólares que actualmente hago trabajando en horas insanas y tratando de decidir exactamente a cuál de los trabajos de mierda podría renunciar. Sabía que el dinero extra que ella ganaba era sólo para pagar una parte importante de la tarjeta de crédito de papi sin que él lo supiera antes de que el estado de cuenta se actualizara. Él sólo le gritaba, había confesado ella durante uno de sus maratones de tapas y cerveza, si su estado de cuenta era más de un tercio de la línea de crédito. Sin pensarlo, la miré de arriba abajo a través de mi cortina de cabello. Renee no tenía mucho que admirar, en mi opinión, porque lo único que realmente tenía era su largo cabello rubio hasta la cintura. Su cuerpo era ―equitativamente regular‖ para citar a mi abuela Lela, con pechos más bien pequeños, una cintura gruesa y caderas contundentes que amenazaban, pero nunca completamente, con desbordarse por encima de sus siempre presentes jeans. Observando sus supuestos ―atractivos‖, fui inmediatamente convencida
  • 8. 8 de que yo podría hacer lo que fuera que ella estuviera haciendo. Y recuerdo haber pensado maliciosamente en ese momento, ¿podría hacerlo, como, mejor? Así fue que me encontré delante de Jake, el gerente de Fuego, menos de tres días después de escuchar a Renee diciendo algo, por primera vez, que era interesante para mí. Como compañera de laboratorio, Renee era una mierda. Como consejera de carrera, podría tener esperanzas. —Eres estudiante de tiempo completo —gruño Jake mientras miraba por encima de mi currículum. Estábamos en una de las oficinas dentro de las entrañas de Fuego para mi entrevista, una enorme sala sin ventanas, la iluminación venía de las pequeñas luces centrada en el perímetro de las paredes. El único movimiento de Jake era el clic del bolígrafo que sostenía al lado de su oído mientras leía detenidamente mi hoja de vida. Las luces se reflejaban en su largo y oscuro cabello castaño que tocaba el cuello de su camiseta negra y también de sus bien desarrollados y fuertes hombros mientras yo nerviosamente me acomodaba en una de las sillas colocadas frente a su monstruosamente grande escritorio. Jake, en el sentido físico, no parecía ser un hombre desagradable aunque era, por definición, un chico muy caliente. Su estado natural parecía ser de calma, calma en su caminata que había sido silenciosa mientras me guiaba a una de las dos sillas de cuero frente a su escritorio, sus amplios hombros moviéndose en contra del ritmo de sus rodillas mientras cruzaba la vasta extensión a su área de la oficina escondida-en-una-esquina. Las palabras felino y vigorosa-fuerte-elegancia dieron vuelta en el borde de mi mente mientras él bajaba la longitud de sí mismo en su gran asiento de respaldo alto. Y, ya que había imaginado que un mono peludo, de mediana edad tipo mafioso, sería mi entrevistador, estaba más que intimidada por la juventud de Jake, sus miradas calientes que picaban, su vestimenta casual y su actitud tranquila. —No —dije mientras me centraba en la punta del bolígrafo que entraba y salía de su cubierta—. Quiero decir, sí, soy estudiante de tiempo completo. — Nerviosamente, crucé de nuevo mis piernas y miré sus ensombrecidos ojos mientras seguía con mis intentos de instalarme en una de las sillas más exuberantes que el cuero, colocadas directamente frente a su escritorio tamaño océano. —¿Alguna vez has bailado profesionalmente antes, exótico o de otra manera —preguntó. Sabía que esta era una pregunta crucial y sentí que mi estómago se apretaba mientras desesperadamente buscaba las palabras adecuadas para decir. Me quedé viendo dentro de las profundidades de sus ojos color ámbar esperando obtener una idea o una pista de cuál podría ser la respuesta correcta—. ¿Qué hay de gimnasia? ¿Has estado involucrada en eso? — continuó. Tan pronto como mi cerebro había aceptado la idea de trabajar en el club, había estado haciendo investigaciones sobre el baile en tubo. Primero pasé horas en línea en la biblioteca de la universidad mirando a través de YouTube para ver de qué se trataba y haciendo notas de los movimientos básicos. Entonces practiqué tanto como pude, trabajando en la rigidez mientras trataba de estirar mis músculos en los splits y doblando mi cabeza hacia mis rodillas sin doblarlas. Mientras no estaba segura de que pudiera realizar el ―Bamn‖
  • 9. 9 (haciendo una amplia v con tus piernas mientras te mantienes firme en el tubo), había estado practicando mi ―contoneo‖ y mi ―palmoteo de nalgas‖, sin embargo, y me sentí algo segura en mis habilidades con esos. —Uhm. ―Me levanté―. Bueno, no, no exactamente profesional. —Evadí—. Tomé baile y lecciones de gimnasia cuando niña. Ya sabe, cosas como tap, ballet y danza moderna. —Hice una pausa, mi mente corría en cómo darle al ―gancho‖ que me llevaría a obtener el trabajo ya que sus hermosos ojos cálidos no estaban dando ningún tipo de información—. ¡Pero siempre que bailo parece que consigo MUCHA atención! —Esperaba que pudiera notar lo que yo consideraba mi sonrisa ganadora y actitud alegre, en vez de mi lamentable inexperiencia para el trabajo como lo evidenciaban mi currículum y respuestas. Jake bajó la mirada a mis piernas que se mostraban debajo de mi escasa falda de mezclilla, una falda normalmente para ser usada con leggings o mallas gruesas, antes de continuar su estudio de mi dolorosamente corto pero cuidadosamente elaborado currículum y chasqueó su pluma otra vez. Esperé, contando los clics de su pluma antes de su siguiente pregunta, sintiendo el goteo de sudor nervioso bajando por el centro de mi espalda alrededor del clic treinta y cinco. $300.00 era un MONTÓN de dinero, especialmente por una sola sesión de trabajo, me recordé. Sentí pinchazos en mi piel mientras sus ojos de nuevo parecían concentrarse en mis piernas y viajaron hasta el lindo top de gasa estilo campesino de los sesentas que pillé la semana pasada por $ 2.50 en la tienda de caridad local. Adivinaba que él trataba de determinar qué cantidad de relleno podría incluir mi sujetador y saqué mis hombros hacia atrás para mostrarle que lo que veía era lo que sus clientes podrían esperar. Pero podía sentir el calor revelador de mi rubor mientras trataba de afrontar sin vergüenza su escrutinio, el enrojecimiento trepó por mi pecho hasta la línea de mi cabello. Lo que esperaba que no pudiera ver eran las perlas de mis pezones mientras miraba mis pechos. Podía sentirlo, o más bien lo que su observación había causado. Lo cual era una inflamación por su imparable mirada, primero en mis pezones coloreados de oscuro y luego el endurecimiento de los puntos por sí mismos. Y mientras aquellos puntos rosados se ponían firmes, me hice consciente del latido de mi corazón golpeando entre mis piernas y mi coño humedecido mientras él continuaba contemplando mis pechos. A menudo había imaginado ser admirada de esta manera e incluso había leído acerca de cómo las partes rosadas de una mujer se hinchaban y los labios se humedecían con una mirada bien dirigida de alguien que encontraras atractivo o te estimulara físicamente. De acuerdo, entonces yo había resaltado esa porción en mi libro de texto de ―La educación sexual y tú‖ en mi primer año del instituto. Soy una chica que remarca desde hace mucho tiempo, ¿qué puedo decir? Estaba, sin embargo, un poco sorprendida ante la línea directa entre mis pezones y la ahora temblorosa carne entre mis piernas. No podía recordar ese pequeño pedacito en el libro. —Mientras puedo apreciar que puedas seducir a los muchachos de fraternidad que no han venido, no creo que seas exactamente lo que estamos buscando en términos de una bailarina —dijo Jake con una sonrisa torcida mientras sus ojos parecían indecisos en encontrarse con los míos. Su voz iba
  • 10. 10 más por la línea de un gruñido. Juro por Dios, que parecía retumbar y rodar y salir de su boca como un gruñido. El timbre de su voz era como pasar tus manos sobre terciopelo quemado, pero casi dolorosamente suave al mismo tiempo. Jake parecía más caliente que caliente. Pero su voz era aún más caliente. Imaginaba que su media sonrisa estaba ahí para suavizar el golpe de su rechazo y mi corazón cayó a mis rodillas viendo que el sueño de tener un solo trabajo se alejaba de mí como un cubo siendo rápidamente arrastrado hacia el mar por la marea. Mi mente se apresuró a dar con una respuesta ingeniosa, algo inteligente para impedir que me alejara de la posibilidad de ganar tal suma de dinero. Pero no podía pensar nada en respuesta; nada para influir en él para que me aceptara mientras mis ojos se lanzaban alrededor buscando inspiración. Volviendo mi cabeza, vi a un tubo de metal en una plataforma levantada metida entre las sombras en la cueva que era su oficina y una idea comenzó a formarse. —¿Y si le mostrara que puedo hacerlo? —pregunté sin aliento―. ¿Me contrataría si pudiera ponerlo ca… caliente sólo por bailar? —Tropecé con mis palabras con esta pregunta. Una pregunta que nunca había creído que pensara alguna vez, mucho menos pronunciarla. Hubo un par de latidos de silencio mientras los ojos de Jake sostenían los míos, con suerte sopesando mi sugerencia. Mi corazón retumbaba pesadamente mientras esperaba, viendo su cabeza inclinarse en deliberación como si sopesara su veredicto, antes de que su melosa mirada se enganchara a la mía. —De acuerdo, cariño, ve por ello —contestó mientras giraba interruptores que vi que estaban incrustados encima de su gran escritorio de madera oscura. El resto del cuarto fue sumergido en la oscuridad y un haz de brillante luz estaba ahora centrada sobre el brillante y metálico tubo—. ¿Cuál canción es la que deseas? —preguntó—. Tengo de todo en el iPod. Furiosamente, corrí a través de todo lo que conocía en mi cabeza. Este era mi tiempo de triunfo o de fracaso y este hombre probablemente había estado en todas partes y probablemente ha visto todo eso y más. Necesitaba algo para realmente capturar su atención y asegurarlo de contratarme. Sabía que no podía elegir algo que había estado alrededor de la cuadra, nada de lo que hubiera escuchado como fondo en anuncios o en las películas que había visto o incluso lo que era popular en la radio. Mi mente corría para elegir una canción que me distinguiera de las otras bailarinas para demostrarle, al hombre con mi futuro en sus manos, que yo era digna de bailar en su club y hacer el dinero que tan desesperadamente necesitaba. Pensé y descarté multitudes de canciones a un ritmo rápido, mientras miraba sus sombríos ojos. —Porcelain de Moby —contesté en voz baja sabiendo sin lugar a dudas y con cada molécula de mi cuerpo que sería la elección perfecta para presentarle a Jake lo que era capaz de hacer en el arte del baile seductor. Buscando a tientas en su iPod mientras miraba por encima de su hombro en mi dirección y con su ceja izquierda levantada en una pregunta, lo escuché murmurar algo así como que una chica de mi edad no debería saber acerca de la música de Moby.
  • 11. 11 Me levanté de la silla con un pequeño fruncimiento de ceño hacia la altísima plataforma tratando de controlarme mientras me ponía de pie y con valentía pregunté—: ¿Apreciar la buena música tiene un límite de edad? Lo que Jake no podía ver en la oscuridad, que por suerte ahora rodeaba su escritorio, era que mis rodillas temblaban con la fuerza suficiente para derribarme. Me puse de pie lentamente, despegando literalmente mis muslos del cuero de la silla mientras intentaba equilibrarme sobre mis sandalias de tiras plateadas prestadas de diez centímetros. Entrevistas de estríper requerían zapatos de estríper y los había conseguido prestados de una de mis vecinas con la esperanza de que me ayudaran a mostrar que sería la "estrella naciente" que podía ganar un montón de dinero por sesión. Aunque, ahora estaba teniendo mis dudas acerca de su utilidad viendo cómo probablemente sólo revelarían mi inexperiencia no sólo en bailar por dinero, sino también en usar tacones en general. Botas de tacón bajo o simples sandalias eran más mi calzado. Finalmente encontré mi equilibrio y me tambaleé mientras trataba de abrirme camino hacia el escenario, a seis zancadas cortas del área del escritorio, pero bien podrían haber sido diez kilómetros. Me podía escuchar pisando con fuerza mientras me movía en los pesados zapatos y me recordé añadir más balanceo de cadera en un intento de parecer más seductora y más mundana. Podía ver el círculo de luz mostrando claramente dónde se estaba llevando a cabo la entrevista, pero mi bravuconería me estaba abandonando con cada paso que daba a pesar de mi entrenamiento interior. La luz era sorprendente en su brillantez ya que señalaba hacia abajo desde el techo y se disparaba sobre el brillante tubo del piso-al-techo mostrando exactamente donde se suponía que debía estar. Vi que había espejos en cada pared que rodeaba el tubo y añadían toques de luz al área de baile. Me acerqué a la plataforma que determinaría el resto de mi vida financiera como estudiante universitaria y levante una pierna para subirme en la plataforma elevada a treinta centímetros, mientras los primeros compases del teclado de Moby comenzaba. —No estoy lista, todavía. —Me lancé sobre mi hombro con un pie en el escenario y el otro, incómodamente en el suelo junto con mi trasero lamentablemente, y de lo que estaba segura era una vista poco atractiva señalando totalmente en su dirección. —Lo siento —respondió Jake―. Déjame saber cuándo, ¿sí? Tanto si fue su disculpa, su ―sí‖ casual o la suavidad de su voz profunda, nunca lo sabré; pero gane fuerza con la respuesta de Jake. Su tranquilo tono agarró mis nervios histéricos poniéndoles fin y pareció fortalecer mi determinación. Me las arreglé para llegar al pequeño escenario y me paré dentro del área detrás del tubo que estaba sumido en la oscuridad. Agarré el tubo y me di cuenta de que era un tubo de giros el cual debería, si mi investigación fue correcta, facilitarme hacer las vueltas alrededor de él. Mis rodillas todavía estaban temblando y los músculos de mi estómago se estremecían cuando escuché a Jake caminar alrededor del área frente al tubo. Me protegí los ojos para ver de qué iba todo el ruido, sólo para descubrir que
  • 12. 12 estaba arrastrando una silla para sentarse cerca de unos dos metros y medio del centro del escenario. Obviamente, quería capturar la experiencia completa de mi pericia aún por descubrir del baile en tubo. Esperé a que se sentara y luego con voz entrecortada dije—: Bien, ahora. — Mientras tomaba lo que esperaba fuera una dramática pose allí entre las sombras. Jake dirigió su control remoto por encima de su hombro y luego se puso cómodo en su silla extendiendo sus largas piernas vestidas con desgastados jeans y cruzando sus pies a la altura de los tobillos, sus manos entrelazadas descansaban cómodamente sobre su bien formado pecho. Con las notas que iniciaba una de mis canciones más preciadas, dirigí mi pie derecho hacia el tubo usando mis manos extendidas en movimientos para captar la luz del entorno y traerla hacia mí, mientras poco a poco, rotaba mi cadera hacia la luz y para tocar el tubo. Mientras piano inicial se ponía a cien, comencé a fingir que el tubo era el hombre de mis sueños, al cual añoraba y anhelaba, al que yo, sin duda, me entregaría totalmente. La canción siguió mientras yo bajaba, caminaba y me balanceaba alrededor de él burlonamente, perdida en los dulces sonidos de la música. En mi fantasía, me envalentoné y empecé a acariciar la brillante longitud del tubo, pasando suavemente una mano y luego la otra arriba y abajo de su longitud con la seguridad de que ―él‖ era el que yo quería mientras mis caderas giraban tentadoramente. Con coquetería le di la espalda al tubo mientras sin pensarlo cerraba mis ojos y me recargaba contra él. Lentamente levanté un brazo por encima de mi cabeza, presioné mi espalda contra ―su‖ brillante y frío exterior, balanceándome ligeramente para alejar mi cabello y exponer mi cuello y hombros como si diera acceso a ―su‖ toque. Provocativamente, me incliné desde mis caderas, mis manos resbalaban por mis muslos manteniendo aún mis rodillas cerradas mientras suavemente frotaba mi trasero contra ―su‖ firmeza moviéndome de lado a lado. Meneándome sin pensar, sentí los globos de cada mejilla frotarse contra el duro tubo, un poco encantada mientras acumulaba la mezclilla de mi falda entre las mejillas de mi trasero. Mientras las notas crecían, giré, hice piruetas y me meneé, con el cabello revoloteando y dando vueltas a mi alrededor. Pero nunca quité una mano del tubo mientras giraba usando ambas manos y muslos mientras me frotaba, arrastraba y tocaba mis temblorosas piezas rosas con su brillante superficie. En mi fantasía, mis movimientos fueron diseñados para atraer e invitar una respuesta de este objeto inanimado mientras me encontraba atrapada en mi alucinación de seducción. Al coro me encontró enganchado una pierna alrededor de mi leal "amante" para girar en un delicioso círculo permitiéndole a mi cabeza caer hacia atrás, a mi cabello colgar hacia mi cintura y presentar el arco de mi cuello mientras giraba lentamente, con los pies levantados, usando sólo mis manos y muslos bajándome del tubo.
  • 13. 13 Estaba perdida en el poder hipnótico de la canción, los tonos seductores y mi propia imaginación. Hubo un brillante estallido de luz contra mis ojos y poco a poco los abrí pero no vi nada más que mi propio reflejo en los espejos. Acuclillándome, dejé caer mi trasero en mis talones y audazmente abrí mis rodillas para sentarme a horcajadas sobre el metal frío pero aún lo suficientemente consciente de mi audiencia de uno como para apuntar mi entrepierna lejos de su directa mirada, pero aún se reflejaba en los espejos que rodeaba el tubo. Poniéndome derecha, de nuevo pasé mis partes rosadas contra el tubo juguetonamente… un pezón aquí, un largo y lento deslizamiento de mi vulva allá, una rápida vuelta para presionar mi trasero. Para ese momento, y con esa hermosa música, me perdí otra vez en la melodía, en mis movimientos y olvidé completamente que era una huérfana hundida en deudas y que sólo estaba solicitando un trabajo. Que estaba ahí sólo para impresionar a alguien que podría ayudarle a pagar por los próximos dos años y medio de mi vida. Estaba atrapada en la fantasía de ser deseada, necesitada. Hay tan delicioso poder en ser sexualmente deseada y estaba completamente perdida en el mundo de mi propia invención, la fantasía de él, aún si solo ―él‖ era un tubo frío y de metal. Cuando las últimas notas se desvanecieron, me encontré en el suelo, con la espalda arqueada en señal de rendición, las piernas levantadas y entrelazadas alrededor del reluciente latón del tubo. Como si eso no fuera suficientemente malo, me sorprendí frotando lentamente mis ahora completamente empapadas bragas que estaban pulsando con mis temblorosos, inflamados y expandidos pliegues rosados, sólo separados de la deliciosa frialdad de mi acerado ―amante‖ por un pedacito de seda, y sólo a un par de empujes de cadera del único éxtasis que había experimentado sola en mi cama y con mis dedos. Decir que respiraba con dificultad habría sido una sutileza. No sé si hubo simplemente un par de latidos de silencio o si me perdí por un rato, pero lo siguiente de lo que me di cuenta fue del chirrido de la silla de Jake. Traté de soltarme del tubo con tanta gracia como fuera posible y levanté la mirada sólo para ver su espalda mientras se dirigía a su escritorio. Retirando mi cabello de mi cara, le di un vistazo al tubo mientras me colocaba en una posición sentada, buscando los reveladores signos de humedad en su lustrosa superficie. Moviéndome rápidamente, conseguí un olorcillo de mi propia excitación y tenía la esperanza de que no se hubiera sentado tan cerca del escenario para ver cualquier mancha o para oler lo que mi baile había generado dentro de mí. Jake golpeó el interruptor de su escritorio y la brillante luz alrededor del tubo se apagó y las luces indirectas del perímetro de la habitación regresaron. Esos pocos segundos me dieron el respiro que necesitaba para colocar mi falda hacia abajo y mover mis pies hasta el final del escenario. Mi sonrojo estaba en neón, un latido en mi pecho y cara siguieron a los pocos momentos de mi abandonado baile.
  • 14. 14 Jake se volvió lentamente hacia mí mientras rodeaba el borde de su escritorio pero, por la iluminación ambiental, no podía ver su expresión. Mi corazón seguía corriendo y todavía estaba tratando de recuperar el aliento. Después de lo que se sintió como días de silencio pero probablemente fueron unos pocos segundos, no pude evitar la pregunta. —¿Y bien? Usando un gesto de mano de ―ven aquí‖ mientras de nuevo dirigía sus ojos hacia mi currículum de una sola hoja, Jake me hizo señas para que me volviera a sentar en una de las sillas frente a su escritorio. Mientras me sentaba, me di cuenta de que estaba metiendo remilgadamente mi falda y me sentaba derecha como si se otorgaran puntos por la perfecta postura y buen comportamiento. Jake lentamente se hundió en su silla al otro lado de la mía, nunca encontrando mis ojos, y, recogiendo su pluma, empezó a chasquear. Otra vez. —Ese fue un gran espectáculo —comenzó Jake―. Tu elección de música fue… —¿Inspiradora? —pregunté con optimismo cuando vaciló. —Inusual —afirmó Jake finalmente mirándome aunque podría jurar que su mirada de tonos ámbar estaba en mi barbilla. El clic de la pluma parecía golpear en un ritmo más rápido mientras hablaba. —¿Y el baile? —pregunté tratando de sonar tranquila, fría y serena, aunque estaba empezando a sudar a la espera de su respuesta, su veredicto. Los chasquidos estaban llegando aún más rápido y me encontré respirando al ritmo de ellos. —¿Eres consciente de que estarías vistiendo sólo un tanga si te convirtieras en una bailarina? —preguntó Jake murmurado tranquilamente pero aun así todavía evitando mis ojos. —S… sí —tartamudeé pero podía sentir otro rubor delator arrastrándose desde mi cuello hasta mi cara mientras pensaba en la exposición de mi descubierto y desnudo pecho a los pervertidos de Renee. No era que yo fuera una mojigata, al menos eso era lo que me decía a mí misma, pero es sólo que no estaba acostumbrada a mostrar mi propia existencia descubierta a extraños que me hacían temblar. —Tal vez estoy fuera de lugar aquí… uhm… Caitlin —dijo Jake echando un vistazo a mi currículum donde mi nombre estaba presentado en negrita y fuente Calibri número catorce—. Pero tengo la impresión de que el baile exótico no es exactamente tu elección de una carrera. Así que, ¿por qué estás realmente aquí? —El clic de la pluma se detuvo mientras sus amielados ojos oscuros finalmente encontraban los míos muertos y centrados en la pregunta que yo misma me había estado haciendo desde que llegué. Luché conmigo misma. ¿Decir la verdad o mentir? Hubo más de algunos latidos de silencio mientras peleaba dentro de mí misma. —En verdad, señor, simplemente necesito el dinero.
  • 15. 15 Su ceja izquierda se levantó mientras me estudiaba. Usando de nuevo su movimiento de mano de ―ven aquí‖, me di cuenta de que quería más de mi historia. Le expliqué a Jake sobre mantener mis calificaciones para cumplir con los requisitos de la beca y la muerte de mis padres en un accidente de auto al inicio del verano seguida de mi graduación del instituto. Mientras que el seguro había cubierto gran parte de los costos de los entierros, todavía quedaban cuentas que pagar, necesidades financieras por ser aclaradas y lo poco que quedó fue retenido en un fideicomiso hasta que cumpliera veinticinco años. —Sólo tengo una beca parcial que cubre la colegiatura. Pero estoy trabajando en cuatro trabajos de tiempo parcial ahora, que no me dejan mucho tiempo para estudiar. Si en su lugar pudiera conseguir un solo trabajo… un trabajo que me ayudará a conseguir el dinero que necesito para pagar los gastos de laboratorio, libros y las otras necesidades como comida a fin de sobrevivir… entonces podría tener tiempo para ambas cosas, dormir y estudiar. —Hice una pausa mientras me permitía reconocer qué tan asustada estaba de dejar la universidad. Había sido el sueño de mis padres que obtuviera mi título; un sueño que no era negociable. Habían decidido que yo lo iba a hacer mejor en la vida que ellos y habían estado convencidos de que un título de la universidad era la forma de hacerlo—. He tomado casi todo lo que puedo manejar. Aunque francamente, la presión es… —Me detuve comprendiendo que estaba hablando demasiado rápido y demasiado honestamente. —¿Casi la suficiente para hacerte quitar tu ropa en público? —Terminó en voz baja o tan suavemente como su profunda y áspera voz le permitió. —Ajá —admití en un susurro, con mis manos retorciéndose en mi regazo, sintiendo mi rubor profundizarse. Levanté la mirada para evaluar su reacción a mi confesión pero sus ojos estaban de regreso a mi única hoja que pintaba los aspectos más destacados de mi experiencia laboral. Mientras esperaba, no pude evitar admirarlo. Jake era un hombre espléndido, con su oscuro cabello largo hasta el hombro, bien definido, amplios pómulos y mentón cuadrado el cual, combinado con sus suaves ojos color ámbar, eran una combinación mortal. Además, le había mostrado a él de todas las personas mi sexualidad; un lado que nunca había mostrado a nadie, nunca. Sentí una intimidad entre nosotros diferente a aquella en la mayoría de los entrevistadores/entrevistados. Al menos, esperaba que eso fuera lo que estaba sintiendo después de mi lasciva exhibición en el tubo. Mi baile, y su provocada excitación posterior, todavía resonaban en mi interior. El clic de la pluma comenzó de nuevo y observé su gran oficina tratando de distraerme de él y del hecho de que su elección sería o bien verme obtener mi título con un trabajo en su club o preguntando ¿Desea papas fritas con eso? —Tengo que verte desnuda —murmuró con su cabeza todavía agachada.
  • 16. 16 Capítulo 2 —Eh… ¿qué? —Mi corazón tropezó mientras mis ojos se dispararon a su cara y mi cabeza trató de darle sentido a sus palabras—. ¿Des… desnuda? ¿Aquí? ¿Ahora? El chasquido de la pluma se detuvo cuando él levantó sus ojos a los míos. Asintió. Mi corazón comenzó a golpear casi fuera de mi pecho. —Uhm. —Mi mente trató de recordar lo que tenía de ropa interior y frenéticamente me pregunté si las luces estarían encendidas o apagadas cuando me quitara la ropa. Nunca me había desnudado a la vista de cualquier otra persona desde que comencé a bañarme sola cuando tenía siete años. Debajo de las sábanas era más mi estilo. Debajo de las sábanas y en la oscuridad, si quieres saber la verdad. —Ah, claro. Bien. —Podía sentir el rubor comenzar a crecer una vez más, mientras él deslizaba una ceja hacia el nacimiento de cabello, solo de pensar en hacerlo. Con el hecho de que mi ropa no tardaría en ser descartada y todos mis pedacitos rosados estarían abiertos a los suyos, a este hermoso, exitoso, pedazo de hombre, a su inspección. Probablemente ha visto a cientos o incluso a miles de otras chicas en diversos grados de desnudez, me dije a mí misma. Sí, pero él nunca me ha visto a mí. Y nunca me han visto así. —¿Hay algún problema? —preguntó sin dejar de mirarme directamente a los ojos. —N…no, uhm. Quiero decir, no hay un problema real. —Mi voz se fue apagando con incertidumbre y mis ojos se deslizaron lejos de los suyos, que incluso yo sabía que mis palabras eran mentira. —Si se siente incómoda… —Jake comenzó mientras su ceja izquierda se levantaba de nuevo hacia el nacimiento de su cabello. —N…no, no. Estoy bien. —Forcé mis labios en una firme pero falsa sonrisa mientras tragué con fuerza—. Entonces, ¿está bien aquí? Sin esperar su respuesta, usé mis manos en los apoyabrazos de su silla de oficina de nuevo para apalancarme a mí misma y ponerme de pie, tambaleándome hacia atrás en mis plataformas. Al día de hoy, no sé cómo mis piernas me han sostenido. Mis rodillas sonaron al juntarse en el momento de mi latido acelerado y me sentí ligeramente asqueada al pensar en mi próxima
  • 17. 17 presentación. Podía sentir mis ojos mirando nerviosamente en todas partes menos a él mientras traté de permanecer quieta en mis zapatos prestados y en posición vertical. No puedo recordar si Jake incluso respondió a mi pregunta, pero sí recuerdo cuán adormecidas se sentían mis manos mientras iban debajo de mi blusa y comenzaban a desabrochar la falda jean. Bajé la cremallera a mitad de camino cuando oí la voz de Jake rompiendo el silencio. —Caitlin, cariño. Escuché su suave rugido mientras mis manos se detenían de jugar en la cintura de la falda, una cadera ya apuntaba hacia arriba para ayudarme a moverla fuera. Me quedé helada. —¿Sí? —pregunté levantando los ojos hacia él. —En este negocio, generalmente te quitas el top primero. —Oh. —Otra vez pude sentir el rubor trabajar su camino hacia el norte a través de mi pecho y cara. Crucé los brazos para agarrar el dobladillo de mi top de gasa y comencé a levantarlo. Esto es demasiado, me dije a mí misma. Pero 300 dólares por sesión, mi otro yo susurró tentadoramente. —¿Podemos tener un poco de música? —pregunté con cautela sin mirar para prolongar el momento, pero con la esperanza de perderme en la música como cuando estaba bailando en el tubo—. Tú eliges. Él se volvió de nuevo a su sistema de sonido mientras descrucé las manos y simplemente las coloqué en el fondo de mi blusa. Los sonidos iniciales de la sexy voz especial de Fifty Cent nos rodearon y hablaron de una tienda de dulces y de piruletas de caramelo. Oí el crujido de la silla de Jake mientras lentamente se volvía hacia mí, aunque no me atrevía a mirarlo. Tomando una respiración profunda, me preparé mentalmente, mientras obligué a mis caderas a comenzar a moverse al compás de los golpes del ritmo de la canción de acoplamiento. Traté de ser graciosa, sigilosamente limpiar mis palmas sudorosas en mi falda antes de agarrar el borde de mi blusa y empezar a moverla hacia arriba. Sentí el frío del aire acondicionado golpear el sudor nervioso que brillaba en mi piel cuando me levanté el top. Mostré mi vientre y estómago lentamente mientras juntaba la tela ligera y la alzaba. Cuando mis manos rozaron la banda inferior de mi sujetador, perdí los nervios. Furtivamente di una mirada rápida a través de mi cabello que había empezado a oscilar a tiempo con el balanceo de mis caderas, vi que Jake estaba sentado hacia delante en su escritorio, apoyando su barbilla en sus nudillos con sus codos firmemente apoyados en el escritorio de caoba. Sus ojos eran como de
  • 18. 18 láser, moviéndose sobre mi piel con tal intensidad que casi podía sentir su caricia. Me volví tan pronto como esos malditos zapatos me lo permitieron y le presenté mi espalda sin darme cuenta, sin saber, que estaba más que interesado en mí desvistiéndome. Ese pensamiento trajo los temblores de regreso y preparé mis rodillas contra el cuero del asiento de la silla para ayudarlas. Otra vez levanté el dobladillo de mi camisa y lo subí por encima de mi cabeza rápidamente, con torpeza. Recordando que tenía que seducirlo, sacudí mi cabello para moverlo en su lugar alrededor de mis hombros y espalda cuando lancé mi top hacia fuera casualmente, o con tanta naturalidad como mis empapados, temblorosos dedos de sudor, pudieron desenredar la tela de gasa, y la dejé caer al lado de la silla. Di un vistazo a Jake sobre mi hombro para calibrar su reacción. Sus ojos se encontraron con los míos y había una energía que chisporroteaba definida que describió un arco entre nosotros mientras nuestras miradas se encontraban antes de que se moviera hasta mis caderas ondulantes. Tragué audiblemente mientras todas mis partes rosadas respondían con un espasmo de esa breve mirada compartida. Aún de espaldas, me crucé de brazos de nuevo, tomando cada pecho con la mano contraria y luego lentamente volviéndome hacia él, cuidando de mantener mis caderas en movimiento al ritmo de la canción. Podía sentir cómo se endurecían mis pezones contra mis palmas a través de las copas de mi sujetador y me armé de valor para mostrar mis partes femeninas a este impresionante, guapo desconocido. Estaba reacia a quitar mis manos. Mi mente estaba corriendo tan rápido como mis latidos. Sabía que tenía que descubrirme, pero mis manos no querían obedecer mi orden mental. Agarré las copas del sujetador para presionar la tela más duro en contra de mis pechos y las correas, en respuesta, cayeron de mis hombros. Los ojos de Jake siguieron el movimiento mientras una correa lentamente se deslizaba de mi hombro y siguió abajo por mi brazo. Aunque no sentí la correa, sentí la intensidad de su mirada concentrada. Centrado mientras sus ojos seguían el descenso de la correa luego se movió visualmente para acariciar mis pechos, que ahora estaban aplastados y cubiertos bajo el agarre de mis manos. Incluso mi ropa parecía tener mente propia y estaba en el plan para que me desnudara. 300 dólares por sesión, susurró mi corazón. Me temblaron las manos mientras las forzaba a liberar la tela del sostén.
  • 19. 19 Cerré los ojos y solté mis manos mientras intentaba arquear la espalda en lo que esperaba fuera un movimiento sexy y llegué detrás de mí para desabrochar la funda traidora que ya estaba a medio camino. Manteniendo los ojos cerrados, deliberadamente saqué las correas por encima y fuera de mis manos, permitiendo que el sujetador se deslizara hasta el suelo antes de levantar los brazos con tanta gracia como era posible en un movimiento de danza. Aunque en retrospectiva, no estaba segura de que no estaba tomándole el pelo como un títere en una cuerda de marioneta. Me tambaleé hacia delante y permití que mi cabello cayera sobre mis hombros para ocultar parte de mi rubor y de mis pechos descubiertos. Abrí los ojos y di una mirada a Jake a través de los hilos de mi cabello, pero él todavía estaba en la misma posición, con la barbilla en sus nudillos. Solo sus ojos brillantes parecían estar recorriendo mi piel desnuda, acariciando mis hombros, pechos y vientre expuesto abrasadoramente a su sentido. Podía sentir mis pezones endurecerse aún más mientras su mirada parecía ser atraída de nuevo una y otra vez. Levanté los brazos y moví mis hombros suavemente para que mis pechos rebotaran en lo que esperaba fuera una manera atractiva y vi las cejas de Jake levantarse en respuesta inmediata a mi movimiento. Me di la vuelta, presentando mi espalda una vez más al tiempo de la música, abriendo el botón situado en la falda y tirando de la lengüeta de la cremallera. Estaba empezando a perder mi nerviosismo y comenzando a sentir el poder dentro al exponerme a este magnífico hombre, quien parecía estar disfrutando de todo lo que estaba viendo. Eso, y recordé que me había puesto mi mejor braguita que hace juego con mi sostén. Hecha de encaje color crudo cremoso, era la ropa interior más cara que alguna vez había poseído y sabía que mostraba mi bajo vientre, el culo y montículo en la mejor luz, debido a la forma sutil, adornos delicados y paneles de satén. Miré de nuevo por encima del hombro mientras la música continuaba. ¿Era transpiración lo que veía rebordear la frente de Jake? ¿Por qué tenía los puños apretados, los nudillos blancos mientras sus manos se aferraban una a la otra con tanta fuerza mientras observaba mi baile para él? Envalentonada, dejé de tocar la cremallera de mi falda y llegué detrás para gentilmente tomar mis nalgas mientras moví mi cabello y miraba por encima de mi hombro. Mis ojos otra vez se quedaron atrapados en los suyos. Mis músculos estaban tensos, con las rodillas bloqueadas, mientras continuaba moviendo mis caderas al pulso de la música y movía la mezclilla de la tela para arriba. El aire frío acarició mis muslos mientras poco a poco
  • 20. 20 arrastraba el dobladillo hasta que pude sentir que la parte inferior de mis nalgas estaban a la vista. No es mentira, mis bragas estaban empapadas mientras me exponía a sus ojos. Actuando con mis lecciones de YouTube, ejecuté el ―meneo‖, moviéndome por mis nalgas, usando solo los músculos de los muslos. Ese fue el único movimiento que había podido practicar en la intimidad de mi propia casa. Y si el sonido audible de la inhalación de Jake era una indicación, mi práctica había dado sus frutos. Me volví hacia él y, agarrando la cintura de la falda, lentamente arrastré la tela por mis elegantes muslos bronceados. Capturando la falda sobre mis elevados tacones, me las arreglé para ponerlos a un lado a medida que continuaba mi baile. Me volví hacia él y di un paso adelante presionando mis piernas en el borde de su escritorio mientras hacía un balanceo de cuerpo con las manos por encima de mi cabeza. Estaba casi desnuda, excepto por el cuidadoso hecho a mano, aunque saturado a fondo, pedazo de encaje atrapado entre mis piernas mientras seguía bailando para este magnífico hombre. Mi latido era casi tan fuerte como la música, mientras apoyaba las manos en su escritorio arqueando mi trasero hacia arriba para presentar mis pechos a su inspección abrasadora. Y él me inspeccionó, lo hizo. A fondo. Podía sentir, mientras lo miraba, sus ojos marcándome mientras me veía. Una y otra vez su escrutinio me tocó los pezones y pechos, mientras ellos temblaban por mis movimientos. Levanté una rodilla al escritorio y luego oí su suave gemido. —Détente —murmuró Jake, su voz cubierta de aterciopelado acero mientras señalaba con el control remoto al estéreo sobre su hombro. No necesitaba decirlo dos veces debido a que el cese de la música pareció derribar mi bravuconería. Usando mi brazo para protegerme la mitad superior, me agaché, con el trasero en los tacones, mientras buscaba mi descuidada falda retirada y la levanté lo más rápido que mis dedos pudieron hacerlo. Mi mente daba vueltas con vergüenza, que fue golpeada con el dilema milenario del top o la parte inferior primero. La decisión de esa modestia era el mejor punto de valor, le di la espalda a Jake y me metí de nuevo en mi falda, deslizándome en mi top tan rápido como mis torpes dedos podían moverse y conseguí acomodarlo en su lugar a una velocidad récord. Mientras me había vuelto a vestir a toda prisa indebidamente, no fui tan rápida para enfrentarlo. Tomando una respiración profunda de valor, poco a poco me di la vuelta y me dejé caer de nuevo en el cuero de la silla de visitantes teniendo mucho
  • 21. 21 cuidado de no mirarlo a los ojos. ¿Qué se había apoderado de mí? ¿Cómo podría haberme degradado a mí misma con tanto baile y quitándome la ropa para este perfecto desconocido? Claro, el dinero era un buen incentivo, pero ¿hacer eso? Hacer cosas desagradables por desagradable, aunque el buen dinero todavía era forraje mental que un idiota pudiera frotar en mí cuando salieran del club. Me senté esperando, viendo mis manos dando vueltas a sí mismas en mi regazo. —Caitlin. —Comenzó Jake lentamente—. No creo… —Escucha —interrumpí bruscamente, mirando en su dirección, pero buscando por todas partes, en cualquier lugar, excepto a él—. No creo que esta fuera una buena idea. Me refiero a que el dinero solo sonaba demasiado bueno para dejarlo pasar y realmente, realmente lo necesito, pero no creo que pueda hacer esto. Renee puede, pero yo no me siento cómoda haciéndolo. —Agité los brazos alrededor de su oficina en un esfuerzo por mostrar lo que ―esto‖ significaba—. Y la idea de pervertidos mirándome de arriba a abajo o tocándome, incluso si es solo para meter la punta de un billete me pone un poco enferma, si quieres saber la verdad. No creo que pueda hacer esto. De verdad, no lo creo. Sabía que estaba balbuceando, pero no me importaba. —Realmente te agradezco tu tiempo, eh, y tu, ah, atención, pero creo que probablemente debería irme —continué alcanzando mi gastado bolso, de segunda mano, de imitación de diseñador y una chaqueta delgada que había escondido debajo de mi silla previamente. Mis ojos trataron de detectar algún rastro errante de ropa que hubiera arrojado fuera por mi abandono mientras mantenía mi boca en movimiento. A pesar de que sabía que tenía la ropa puesta, no me sentía cubierta. Espiando un poco de encaje de color crudo a escondidas de la esquina de su escritorio, me fui de agaché con los tacones mientras lo alcanzaba y agarraba mi brasier errante, metiéndolo en las entrañas de mi gran bolso. Me incorporé en mi ropa desgastada y prestada, agradecida de que solo hubiera una ligera influencia en mi postura debido a la ayuda del reposabrazos de la silla de visitantes. —Gracias de nuevo por tu, ah, tiempo y, uhm, consideración —dije señalando con mi cara de manera general mientras agarraba mi bolso y chaqueta raída a mi pecho y caminaba hacia una trayectoria que esperé fuera la dirección correcta de la puerta. —Caitlin. —Oí su voz de nuevo, pero la sensación de la perilla de la puerta en la palma de mi mano me dio un renovado sentido de valentía. Torcí el metal frío bajo mis dedos y me sentí mareada al pensar en mi inminente liberación—. Gracias de nuevo —dijo en lo que esperaba fuera un tono poco ventoso, agitando mi mano sobre mi hombro, cuando salí al pasillo. Mis rodillas todavía estaban temblando y me aferré a la barandilla mientras subía las escaleras alfombradas en mis ridículamente altos zapatos prestados antes de romper a correr a través
  • 22. 22 de la puerta de la planta baja y hacer un giro brusco a las puertas principales que llevaban a mi libertad. *** Jake se quedó quieto como una piedra mientras escuchó los tacones de Caitlin repiquetear por la escalera. Podía sentir sus ojos como un ciervo en unos faros mientras su cerebro intentaba hacer entrar en sentido sobre lo que había visto, de lo que había sido testigo. Estaba impreso en su cerebro. Su cuerpo, sus movimientos, la esencia de ella. —No me jodas —murmuró mientras escuchaba el portazo pesado cuando ella estaba finalmente fuera de su club. El aburrido ―bam‖ del segundo portal de la parte superior de la escalera pareció liberarlo de su quietud. Jake se ajustó sus jeans a la altura de su ingle, con un movimiento firme hasta su creciente erección. Bien, ahora eso ya era algo. Algo que no había previsto. Algo para lo que no estaba preparado pero, Cristo, estaba caliente. Apretó el intercomunicador por Dale. Soltando el botón, juró en voz baja. ¿Qué diablos fue ESO? A medida que su inmovilidad se disipaba, Jake se pasó las manos por la cara y se dio cuenta de que estaba sudando. Esperó a que su mano derecha apareciera y, mientras esperaba, trató de calmar su respiración y de reorganizar su pene completamente lleno de sangre a una posición más cómoda ya que la anterior se ajustaba y la estocada solo había añadido más leña a su fuego. Joder, habían pasado años desde que había llegado a estar tan excitado solo viendo a una mujer hermosa bailar o desvestirse. Pero lo que había visto en la última media hora le había excitado como nada que pudiera recordar. Caitlin, en su determinación en la entrevista, le había proporcionado la más erótica vista que jamás había visto en su vida. Su corazón seguía brincando y su pene era casi granito rígido. Seguro, ella era hermosa, con un gran cuerpo, pero Jake sabía que era más que eso. Había follado más que su parte justa de mujeres hermosas, algunas con mejores cuerpos que el de ella. Era su inocencia y dulzura que brillaba a través de ella, a pesar de que fueron las bravatas que utilizaba como escudo lo que lo habían capturado. Sabía que ella había estado nerviosa, era difícil pasarlo por alto. Pero, su coraje mezclado con la embriagadora sensualidad sofisticada se había apoderado de él desde el momento en que había entrado.
  • 23. 23 Lo cual era probablemente la razón por la que le había pedido, sin pensar en ello primero, desnudarse a pesar de que no tenía ninguna intención de contratarla para ningún tipo de trabajo en el Club. Número uno, era demasiado joven, y número dos, este negocio masticaría el lado dulce de ella y no de una manera agradable. Su cabello grueso y curvas redondeadas lo habían llamado desde el momento en que entró por la puerta. Luego, cuando fue alcanzado por sus movimientos, no cualificados, sin educación, pero malditamente sexys. El olor de su excitación y la vista de su piel cremosa, el color rosa de sus pezones desnudos no habían estado mal tampoco. —¿Me llamaste? —Jake podía escuchar el interrogatorio suave en la voz de Dale mientras pasaba a través de la pesada puerta. Dale era una de las pocas personas en las que Jake podía confiar y había confiado en él desde la primaria. Ellos tenía una historia juntos que se extendía por décadas y que había sido una constante en la vida del otro. Mientras habían seguido carreras separadas después de la secundaria, se habían mantenido en contacto y, finalmente, habían hecho negocios juntos, el Club Fuego era solo uno de sus exitosos emprendimientos. Jake miró a Dale, teniendo en cuenta la bien planchada camisa abotonada y pantalones de vestir. Donde Jake se inclinó hacia la apariencia ―quiero ser estrella de rock‖ —como una de sus ex chicas había marcado—, Dale abrazaba por completo el estilo ―hombre de negocios joven en subida‖. Desde su rubio cabello oscuro, casual –aunque caro– y estilo de sus botas escandalosamente caras, Dale trabajaba una apariencia que tenía a toda cazafortuna en tres condados jadeando por su atención. —¿Todavía tenemos al investigador privado dentro? —preguntó Jake. —Claro, Rich sigue haciendo extrañas investigaciones para nosotros cuando es necesario. ¿Qué pasa? —Dale se inclinó contra la puerta cruzando los brazos. —Necesitamos que investigue más allá de lo que está aquí. —Jake lanzó el periódico sobre el escritorio. Despegándose a sí mismo de la puerta, Dale dio unos rápidos dos pasos para tomar la hoja antes de que se deslizara hasta el suelo. Pudo ver que era una hoja de vida de una página que sólo estaba medio llena de 8 x 10. —¿Estamos contratando? —Los ojos de Dale se movieron por el papel teniendo en cuenta la fecha de nacimiento y la negrita de los títulos de trabajo. Levantando los ojos hacia Jake, se corrigió con una sonrisa: —¿Estamos contratando a menores de edad, lavadoras de retretes? Jake sacudió la cabeza ante el sarcasmo en la voz de Dale. Los dos estaban muy conscientes de las leyes y se mantenían estrictamente en el lado derecho de ella a la hora de sus negocios. Eran exitoso e intentaban con todos sus esfuerzos
  • 24. 24 mantenerse dentro de los lineamientos de la ciudad, mandatos del condado, estatales y federales referentes a cada una de sus empresas. —¿Huelo... —Dale hizo una pausa mientras levantó la cabeza después de su breve lectura y tocó el encabezado moviéndolo de lado a lado, olfateando el aire—... a chica? —No es una consideración incluso como lavaplatos. —Jake decidió ignorar la segunda pregunta mientras respondía a la primera—. Contacta a Rich y pregúntale si puede hacer un informe completo sobre ella. Quiero saber lo más que sea posible en el menor tiempo posible. —Está bien, lo haré. Aunque, el plazo tendrá un costo extra —le recordó Dale, dejando que se le desviara por el momento. Jake asintió, sabiendo que Rich proporcionaría tanta información como estuviera disponible de Caitlin y, si Jake estaba dispuesto a pagar más por la velocidad, entonces, el informe estaría en sus manos lo antes posible. —Tenemos que hacer algo acerca de Fiona. —Dale cambió el tema al tiempo que se acomodaba en una de las sillas de cuero recientemente abandonadas por la encantadora y calienta Caitlin. Con la mirada de Jake, Dale continuó—: Ella está de nuevo pidiendo más dinero y más bebidas durante las horas de las noches en las que está. Jake puso los ojos en blanco pensando para sí mismo por enésima vez que, si bien los clientes eran un enorme desafío para mantener un negocio en funcionamiento, era el personal contratado quien era un dolor grave en su trasero. Fiona era una de las bailarinas y una de las cuatro cabezas de cartel que se utilizaban en los tubos. Era impresionante, con su cabello rojo en capas y piernas largas y deliciosas e incluso tenía un puñado de devotos que no se perdían su actuación. Pero Fiona pensaba que valía mucho más de lo que en realidad era, sobre todo para la ciudad. Es cierto que se había colocado tercera en el Tubo de Baile de los campeonatos de 2009 y durante mucho tiempo, el club había estado feliz de haberla contratado. Pero, Fiona era una diva con D mayúscula, insistiendo en su propia mesa de maquillaje, intimidando a las nuevas chicas y apareciéndose tarde a sus llamados. Comportamiento que había comenzado después de que había logrado su camino a la cama de Jake, poco después de su contratación. Fiona también había desarrollado un hábito muy desagradable de exigir más dinero cada tres meses que comenzaron la semana después de que Jake la había expulsado de su vida y de sus putas rabietas de diva de su cama. Se rumoreaba que ahora estaba unida a Hank, uno de sus guardias, después de romper su camino a través de la mayoría de los otros empleados de sexo masculino de Fuego, con excepción de Dale. Después de una larga semana de aventura desastrosa con su bailarina principal en los primeros días, Dale había aprendido su lección. Y se aseguró de que su amigo y socio de negocios entendiera que ninguno de los dos debía nunca, bajo ninguna circunstancia, pedir ayuda. Dado que Jake no había
  • 25. 25 compartido su corta relación de Fiona Fiasco con nadie, pudo llegar a un acuerdo sin pestañear, una postura a la que ambos se habían apegado desde hace seis años desde que habían estado en el negocio. —¿Tienes a alguien en lista para llenar su lugar? —Nancy está lista para moverse hacia arriba y Pam ha estado insinuando que le gustaría probar el escenario en vez de servir bebidas —respondió Dale—. Pero si dejamos ir a Fiona podríamos perder a Hank también. Jake, aunque sin sorpresa, seguía siendo infeliz ante la idea. Hank era un buen hombre, y un gran gorila que tenía la extraña habilidad de escoger qué cliente era propenso a causar problemas con solo un rápido vistazo a la habitación y erradicar ese problema antes de que se convirtiera en un inconveniente. Podía escoltar a un cliente rebelde fuera tan rápido y silenciosamente como era posible a la vez que murmuraba al oído del cliente que esperaban verle la próxima vez. Encontrándose con el 1.90m de Jake en altura, pero dos veces más amplio en su pecho, Hank se había abierto camino a través de las filas de seguridad de Fuego. Estaba recomendado para más cambios y más responsabilidad por Max, la cabeza de seguridad de Jake y de Dale. Incluso Max había presionado para que Hank se convirtiera en una parte de la contratación y el entrenamiento de los nuevos guardias y, en consecuencia, tenían menos problemas que cualquiera de los rivales de los clubes de la zona. Perder a Hank sería un golpe mucho más duro que perder a Fiona. —Que ella logre la siguiente infracción y así se endulza la situación para él —dijo Jake con firmeza—. ¿Suena bien? —Vale la pena el tiro, de todos modos —respondió Dale levantándose—. ¿Algo más? —No, encuéntrate con la inmobiliaria respecto a la dirección arriba indicada, en Buxby. —Jake tomó sus llaves del escritorio y comenzó a moverse mientras Dale se levantaba, también. Dale sabía que Jake estaba buscando expandir su negocio de contabilidad y los negocios en que la arena estaba en auge. Habían comprado la firma original hace poco más de un año cuando el propietario había muerto de forma inesperada y estaban sumando más clientes a diario sobre la base del nivel de experiencia de su CPC1, esos que habían decidido quedarse con los nuevos propietarios. El área por encima de la cafetería local, ocupada por Buxby era enorme y podría contener el doble de cubículos de su ubicación actual y a un precio más barato. Dale sabía que si era lo que necesitaban Jake haría que diera una mirada y luego la decisión sería tomada en conjunto. Ambos apreciaban que la piedra angular de su éxito fuera las decisiones que los dos hacían y acordaban. 1- CPC: Contadores Públicos Certificados. 2 El insulto en realidad debe ser Maldito y Sangriento Infierno, pero su papá debió modificarlo a Loco y Floreciente Infierno, que en inglés rima con el otro.
  • 26. 26 Girando a la puerta, Jake preguntó: —¿Tú? —Llamar a Rich en cuanto a la lavadora de baños, empezar mi plan para despedir a Fiona la próxima vez que parpadee mala mierda y hacer todo lo posible para mantener a Hank. Entonces, me ocuparé de la bella Penélope cuyo padre es dueño de cuatro concesionarios de automóviles usados. Ella es la princesa de segunda mano, hombre, y se imagina a sí misma un poco como un gato montés —respondió Dale con una mirada lasciva y moviendo las cejas. —Juega limpio chico grande, y vuelve a mí cuando ese informe llegue en el minuto que lo haga, ¿sí? —dijo Jake por encima del hombro con una sonrisa mientras abría la puerta y movía los dedos en despedida. —Claro —dijo Dale en voz baja preguntándose qué era tan intrigante que tendría a Jake investigando a esta chica en particular y si tenía algo que ver con los aromas maravillosos que todavía flotaban en el aire. Tomando la puerta antes de que pudiera cerrarla, Dale se armó de valor contra la, seguro como la mierda, tercera guerra mundial que experimentaría al lanzar el trasero de Fiona mientras seguía a Jake por las escaleras.
  • 27. 27 Capítulo 3 —Vamos, nena —murmuré—. Solo un viaje más y podrás tomar un descanso. —Giré la llave de encendido de nuevo, pero esta vez solo hubo pequeños clics en lugar del sonido gruñendo que había oído tras los cinco primeros intentos de conseguir poner mi auto en marcha. Era un gigante que había comprado con la ayuda de mis padres tan pronto como conseguí mi licencia, pero cada vez necesitaba más dinero con los numerosos problemas de motor que se estaban produciendo con más y más frecuencia. Apoyé la cabeza en el volante con la esperanza de que solo se hubiera inundado el motor. Era mi excusa de ―irme‖ cuando no podía ponerlo en marcha. Esta era solo la mierda que necesitaba, pensé reconociendo que mi garganta comenzaba a engrosarse y mis ojos comenzaban a picar, una clara evidencia de que mi cuerpo iba a liberar todas las emociones reprimidas del día. Me armé de valor, sin embargo, dispuesta a las lágrimas, sabiendo que el llanto no ayudaría ahora. Espera a llegar a casa, antes de caerte a pedazos. Enderecé la vieja manta que había olvidado sacar del maletero cuando el verano había terminado el año pasado. Ahora la estaba usando para ayudarme a mantener el calor debido a que el calentador había dejado de funcionar. Solo había vencido la liberación emocional de nuevo cuando escuché unos golpes en la ventana del lado del conductor. Saltando en respuesta, lo único que pude pensar era, ¿qué demonios ahora? Poco a poco bajé la ventana para ver a Jake agachado. —¿Algún problema? —preguntó mientras mi corazón comenzó a brincar con su cercanía. A pesar de que se veía aún mejor en la luz del día, todavía estaba mortificada por lo que había pasado en su oficina. Había contado con nunca, nunca volver a verlo en esta vida. —No arranca —dije apoyando la cabeza hacia atrás en la consola con el fin de romper el rayo tractor de sus ojos que ahora estaban a pocos centímetros de distancia de mí y se inclinaban hacia adelante en mi ventana abierta. —Inténtalo de nuevo —sugirió Jake y giré la llave y oí los clics. Metió la mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros bien gastados, sacó su teléfono y marcó un número mientras se enderezaba—. ¿Trails? Sí. Envía el remolque al club. Tienes que recoger un Buick color azul marino y llevarlo de vuelta a la tienda. Haz que Skeet lo revise y que me avise, ¿de acuerdo? —¿Qué estás haciendo? —pregunté mientras colgó la llamada.
  • 28. 28 —Haciendo que remolquen tu auto —respondió Jake con calma guardando su teléfono. Me abrió la pesada puerta del auto que chilló con esfuerzo—, no creas que podrás ponerlo en marcha, querida. Vamos, te voy a dar un paseo. —Pero, yo… —Caitlin, es solo un remolque y un paseo. Consigue tus cosas y te llevaré a casa o a dondequiera que necesites estar. —Parecía determinado según su evidenciada postura, con las piernas abiertas y los brazos cruzados sobre el pecho mientras esperó que saliera. Mi cuerpo no se movió, pero lo miré mientras frenéticamente traté de pensar en una razón para quitarme su compañía. —Jake, no creo que... —No voy a decirlo de nuevo. Consigue tus cosas, cariño, y vamos. Lo miré, a su postura varonil mientras un par de latidos saltaban con mi mente aun corriendo por una razón, cualquier razón, para declinar antes de que me diera cuenta de que realmente era la mejor solución a mi problema. Llegué detrás de mí para arrastrar un par de zapatos tenis listos para-la-basura que dejaba en mi auto para las ―emergencias‖. Ya había abandonado las sandalias de zorra de cuando llegué por primera vez. No era la primera ocasión que había tenido problemas con la Bestia como había llamado cariñosamente y acertadamente a mi enorme Rivera '87 y los tenis ayudaban cuando tenía que ir a pie después de que la Bestia tenía un ―episodio‖, como eufemísticamente llamé cada detalle. Volteé mi cuerpo a la salida, deslicé mis pies en mis tenis y capté la mirada de Jake mientras comencé a desenrollar la vieja manta de a mi alrededor. —Uh, un calentador en el Fritz —le expliqué. Jake me llevó alrededor de la parte trasera del club a un Silver Kia Optima y abrió los seguros. —Necesito hacer una parada rápida antes de dejarte. ¿Está bien? — preguntó mientras abría la puerta del pasajero para mí. Estaba un poco desconcertada por los modales de Jake abriéndome la puerta y asentí—. Dame la llave para dejársela a Jorge y luego podemos irnos. —Luché pero finalmente saqué mi llave del auto fuera del aro, luego observé a Jake trotar hacia la puerta para entregarla. Mientras entregaba mi llave, me senté y subrepticiamente examiné el interior de su auto, no tenía ninguna de las comodidades y lujos de un auto, a diferencia del mío, de este año, ni de esta década. Manejó en una especie de tenso silencio solo roto por el sonido de sus indicadores mientras hacía su camino hacia la pequeña porción que los lugareños llamaban ―centro‖. Estacionó el auto en un lugar milagrosamente abierto en la concurrida calle principal y apagó el motor.
  • 29. 29 —¿Quieres venir conmigo? —me preguntó dándome una mirada al tiempo que abría la puerta a pesar de que no esperó mi respuesta mientras caminaba alrededor del auto y abría la puerta. Mi mano fue capturada en la suya cuando me ayudó y Jake siguió sosteniéndola mientras tiraba suavemente de mí a través de la calle a Buxby’s, la única casa de café de nuestra ciudad. Era un lugar frecuentado por los adolescentes y gente de la universidad, pero fuera de mi rango de precio, de forma que a menos que Renee decidiera tratar, era un lugar que había evitado. Buxby’s era grande, lleno de pequeñas mesas y cómodos sofás que parecían rodear la estación de café y sus vitrinas llenas de tentadoras delicias de panadería. No solo era una delicia para los ojos y nariz, sino que el café era asesino y conocido por ser el mejor de la ciudad. —Café primero —anunció Jake mientras sostenía la puerta abierta en lo alto de la estructura. No tenía otra opción que entrar en el calor de la tienda bajo el brazo mientras trataba de girar mi cuerpo a través de la pequeña apertura tratando de evitar tocarlo. No hubo ayuda para ello, sin embargo, nuestros cuerpos se conectaron mientras lo rozaba. Mis ojos vieron los de él por el breve roce de nuestros cuerpos y la electricidad que había quemado entre nosotros antes ahora se desataba de nuevo con solo un poco de contacto inocente. Mi latido, ese músculo involuntario, aceleró y un latido suave comenzó de nuevo en todas las zonas de color rosa mientras mi rubor comenzaba. Mis rodillas se volvieron agua y, a pesar de que llevaba zapatos menos peligrosos, mis pies se enredaron mientras intenté dar un paso más lejos de él. Como si sintiera la reacción de mi cuerpo, sentí la mano de Jake en mi codo. —Quieta, muchacha bonita —dijo suavemente, inclinado la cabeza junto a la mía—, es solo café. Nos abrimos paso a la línea corta para ordenar y saludé con la mano a un par de personas que conocía de la instituto tratando de ser suavemente ocasional. Vi las cabezas comenzar a unirse mientras la gente era llamada a paso lento hacia el mostrador. Hubo murmullos bajos e incluso un par de risas, mientras miraban hacia nosotros. Mis ojos vagaron por los otros clientes, capturando un rápido vagar de mirada arriba y abajo de las mujeres evidentemente encantadas al magnífico Jake antes de que rápidamente voltearan hacia mí y fruncieran el ceño. Los hombres, por otro lado, miraron primero mis piernas expuestas y viajaron hacia arriba con un ojo agudo hacia tal detalle que me encontré apretando el cinturón de mi chaqueta y sosteniendo el cuello derecho. Estoy segura de que hacíamos una pareja incongruente, pero no creo que fuéramos apenas dignos de la atención que atraíamos. Jake, sin embargo, parecía ajeno a las miradas y los comentarios de la cafetería llena de gente. Volví la mirada al suelo, determinada a salir de esto con la mayor dignidad posible.
  • 30. 30 Jake me dio el vaso alto de plástico, con un pitillo. Puso su mano en la mía volviéndose para dirigirme hacia la puerta, pero ni siquiera recuerdo el pedido. Todavía estaba en una especie de neurosis de guerra de nuestra entrevista y estaba tratando de equilibrar a este cortés, casi cortesano, hombre quién me había mirado con tanta atención cuando expuse mis pedacitos de color rosa para él en las entrañas de su club de striptease. Habíamos caminado solo un par de pasos por la acera cuando Jake empujó lo que parecía ser un timbre en la puerta al lado de una puerta de inserción, algo que probablemente perderías serpenteando por la calle, pero que se encontraba junto a la cafetería. Oí un chasquido y un zumbido mientras el seguro era soltado. Jake y yo nos encontramos en la parte superior de las escaleras junto a una mujer regordeta mayor sonriendo quién sacudió las manos calurosamente. Mientras que ella parecía estar a finales de sus años cuarenta, Jean estaba muy elegantemente vestida y llevaba su peso extra con clase. Jake hizo las presentaciones y los dos comenzaron a caminar a través de la enorme sala mientras hablaban en voz baja. Al fin sola por un momento, me acerqué a las ventanas que daban a la calle de abajo mientras bebí mi latte de caramelo. Mis ojos no vieron la lluvia golpear las ventanas que se alineaban en el frente de la oficina vacía. Mi mente corrió, recordando mi baile, mis finanzas y preguntándome qué haría al respecto con Bestia. No sé cuánto tiempo me quedé allí perdida en mis pensamientos, pero la sensación de los ojos de Jake en mí me trajeron de vuelta al momento. Me aparté de la ventana y encontré sus orbes dorados puestos en mí con intención, con una precisión mortal mientras siguieron el rastro de mi pitillo desde mi taza a mis labios. Mi acción había sido involuntaria, algo que siempre he hecho para capturar el resto de la crema que permanece en la parte inferior de la taza. Pero era muy consciente de que los ojos ardientes de Jake me observaban mientras lamía la crema del pitillo y luego succionaba el líquido restante al final. Hice una pausa, a medio movimiento mientras nuestros ojos se enganchaban, y la electricidad que habíamos compartido en su oficina, se arqueó de nuevo entre nosotros. Como sin pensarlo, Jake se movió directamente a mí, sus pasos firmes y seguros. Mi pulso cardiaco se aceleró viéndolo caminar hacia mí, sin que nuestras miradas se rompieran nunca, mientras él se movió más y más cerca. Se paró justo delante de mí antes de que se diera cuenta de que no estábamos solos. Hubo un par de golpes de silencio, mientras ambos dejábamos nuestros ojos.
  • 31. 31 —Haré que Dale te llame, Jean. —Retumbó Jake por encima del hombro, pero sus ojos volvieron a los míos y pude ver que había algo que se movía en sus profundidades aunque no podía decir qué era. Jake utilizó de nuevo la presión sobre la parte baja de mi espalda para impulsarnos hacia adelante, para guiarme hacia la parte superior de las escaleras. Salimos del edificio y me colocó cuidadosamente en el asiento del pasajero de su auto, los dos en silencio. Pero el aire estaba lleno de cosas no dichas. —Uhm, ¿Jake? Puedo tomar un autobús desde aquí. Quiero decir, no tienes que llevarme a casa. Estoy segura de que tú... ah.... estás ocupado y necesitas volver. —Te veré en casa, querida —dijo mientras se abrochaba el cinturón y encendió el auto —Eh, en realidad... —murmuré manteniendo mis ojos firmemente hacia adelante—. Si pudiéramos... quiero decir, si pudieras... ah... —Dilo de una vez, Cait —le oí retumbar. —¿Estaría bien pasar primero por el Mini Mart justo al lado de Grant? El Sr. Mahmood tiene mi cheque de pago. —El sueldo que se suponía que me lo daría el martes. Pero me di cuenta de que tenía que perseguirlo para conseguirlo cada semana. Y cada semana tenía que evitar sus manos para conseguir dicho sueldo. —No hay problema. Jake estacionó el auto en uno de los espacios frente a la tienda y antes de que pudiera siquiera darme la vuelta para decirle que solo serían unos minutos, él estaba fuera de su puerta y abriendo la mía. Su mano estaba en mi espalda inferior y me llevó dentro de la tienda. —Hola, Khalid. ¿Está el Sr. Mahmood aquí? —le pregunté, consciente de Jake de pie detrás de mí en mi hombro izquierdo. Vi como Khalid tomó el teléfono y presionó dos botones antes de hablar en un idioma que no conocía en el teléfono. Hubo un par de ―sí‖ que dijo, que fueron las únicas palabras que pude entender en lo que Khalid había murmurado en el teléfono. —Mahmood dice que vayas a la parte de atrás —dijo Khalid con una sonrisa. Mi corazón se hundió. Sabía lo que la sonrisa significaba y no, no, quería ir a la trastienda para reunirme con Mahmood. Pero necesitaba mi cheque. Me volví hacia Jake.
  • 32. 32 —Uh, tardaré solo un… —Pero no tuve la oportunidad de terminar mientras Jake agarraba mi bíceps y me acompañó hasta la parte trasera de la tienda, al pasillo que conducía a la habitación de atrás. —Digas lo que digas, solo tienes que ir con él, ¿no? —susurró Jake en mi oído. Tuve el tiempo justo de cabecear antes de que Jake llamara a la puerta. Hubo un sordo ―adelante‖ y Jake abrió y entró por la puerta primero. —¡Jesús, Mahmood! —Oí gritar a Jake pero había puesto una mano en medio de mi pecho para empujarme detrás de la puerta y usó la otra para tirar de mí detrás de él. —¿Qué mierda, Stanton? —Oí al Sr. Mahmood gritar de nuevo, pero hubo un sonido de metal tintineante que sonó sospechosamente como una hebilla de cinturón saliendo de la habitación. Mi corazón brincó mientras sumé dos más dos para conseguir un ―Ewww‖. Sin pensarlo puse las manos en la espalda de Jake y descansé mi frente allí también. —Vine con mi chica para obtener su cheque de pago —gruñó Jake. Me di cuenta de que su cuerpo estaba cerrado hasta lo más ajustado y que su voz era aguda—, estaba con ella cuando tu hijo te llamó para decirle que estaba aquí. Fue jodido allí, Mahmood, cuando tu puto chico le dijo que fuera a la mierda de atrás para conseguir su maldito cheque. Hubo silencio por un par de segundos, pero no una tranquila calma. Una tranquilidad tensa espeluznante. —¿Quieres decirme por qué diablos estabas esperando a mi chica con tu pene, Mahmood? —No es lo que parece, Jake... —Nunca malditamente lo es. Dame su cheque. Mis manos estaban agarrando el abrigo de Jake y había cerrado los ojos. —¡Dije. Dame. El. Maldito. Cheque! —Eso no lo dijo alto, sino con intención suave y mortal. Oí traqueteo de papel y sentí a Jake moverse bajo mis manos. —Ahora, solo para que quede claro... —Ella está malditamente despedida. —¿Por qué? —Ya me oíste, Stanton. Está despedida.
  • 33. 33 —¿Nena? ¿Quieres ser despedida? —Oí a Jake preguntar tratando de cambiar a mi dirección, pero tenía tal control sobre él que no podía moverse con facilidad, y mucho menos voltearse. Mis pensamientos estaban corriendo. Necesitaba el dinero. No podía quedarme sin mi trabajo en el Mini-mart. No era un trabajo duro, simplemente era sin cerebro y por muy poco dinero u horas. Pero, aun así, lo necesitaba. Sacudí la cabeza con pesar. —Creo que quiere quedarse, Mahmood, pero por mi vida, no te podría decir por qué. Así es como serán las cosas. Ella hará sus turnos y en lugar de estarla persiguiendo, dejarás tu trasero abajo para tener su cheque y poner tu puta mierda cuando lo hagas, le enviarás por correo sus cheques. ¿Entiendes? —Ella está malditamente despedida, Stanton. —No, Mahmood, no lo está. Mira, si está putamente despedida entonces le avisaremos a Sam por teléfono para que abra una demanda de acoso sexual. Contra ti. Será mejor que sea la primera vez que hayas hecho esta mierda. Me pregunto si a las otras chicas les gustaría presentar una reclamación. —Escuché a Jake hacer pausa antes de continuar—. Ahora, ¿vas a jugar con las reglas y dejarle el trabajo a mi chica o vamos a hacer que se ponga feo? Oí un rasguño en la silla y sentí a Jake de nuevo ponerse tenso bajo mis manos. Metió la mano hacia atrás y me desenredó de su chaqueta, empujándome rápidamente lejos y hacia un lado. —No quiero hacer eso, hombre. Pateé tu trasero en más de una ocasión y fue entonces cuando eras veintitrés kilos más ligero y diez años más joven. ¿Crees que puedes tomar esto ahora? —Ella pone un pie fuera de la línea y está fuera de aquí. —¿Escuchaste eso, Caitlin? —Sí, Jake. —¿Estás bien con eso, Caitlin? —Sí, Jake. —Está bien, tú bastardo —llamó Jake volviéndose hacia mí antes de dar vuelta rápida a la oficina—. Y si mi chica me dice una, solo una vez que tratas de hacer alguna cosa con ella, entonces llamaré a Sam, ¿de acuerdo? No sé cómo Mahmood respondió porque no oí nada, pero debí haber hecho algún gesto ya que Jake estaba sonriendo cuando se volvió hacia mí para darme el paso y sacarme de la tienda. Esta vez necesitaba su guía ya que mi cuerpo estaba temblando duro. Me guío al asiento del pasajero y se quedó en mi espacio con la puerta abierta mientras me até el cinturón de seguridad. Lo miré cuando no se apartó.
  • 34. 34 —Jake... —dije en voz baja, y vi cómo su cuerpo se calmó completamente al oír el sonido de mi voz antes de que se adelantara y frotara los nudillos a lo largo de mi mejilla. No pude evitar inclinarme contra su mano mientras sostenía su mirada. Parecía distraído mientras le daba las instrucciones de mi casa antes de que se retirara hacia el tráfico. Yo estaba suspirando, volviendo los ojos hacia la ventana, vagamente notando el paisaje húmedo, mientras lo pasábamos, deseando que Jake fuera más rápido mientras conducía. Quería estar en casa. Necesitaba estar en casa. Por fin podría poner este día detrás cuando llegara a casa. —Gran casa, nena —dijo Jake mientras apagaba el auto y se asomaba por encima de la gran estructura que estaba rodeada de veranos bien cuidados, de parterres de flores y césped que se extendía sobre el resto de la propiedad hasta la esquina. No era que viviera en el conjunto de la enorme casa. Mi parte era solo un minúsculo situado en un dormitorio de la planta baja. Pero la mansión había estado en mi familia durante años y en los últimos años había sido convertida en cuatro apartamentos de diferentes tamaños y planos de piso. Lo había heredado de mis padres quienes lo habían heredado de mi abuela por el lado de mi madre. Como una sola vivienda, nuestra casa de la familia había sido monumental y un testimonio perfecto de la riqueza de mi abuelo. Pero, después de un ataque cardiaco repentino hace unos cuarenta años, mi abuela había ido perdiendo la mayor parte de su finca. La mayor parte de ella se había ido con malas transacciones de tierras y a las inversiones promocionadas por guapos, mercachifles nefastos empeñados en tener éxito, al separar a la hermosa viuda de sus activos, tanto monetarios como físicos si las historias alrededor de la ciudad eran creíbles. Mi padre era el que había dividido la casa en apartamentos después de ganar su licencia general de contratista y de aprender los aspectos financieros de su suegra, Lela. Problemas era decir poco al ver cómo la abuela había estado ocultando su estado casi indigente de su única hija, mi madre. Solo se descubrió cuando mi madre había estado haciendo un inventario para reponer la despensa después de que Lela fuera al hospital por una fractura de cadera, causada por tropezar con el desigual linóleo de la tradicional cocina. El armario sostenía una sorprendente cantidad de comida gourmet para gatos y galletas en medio de habas verdes y duraznos enlatados en casa. El dolor de ella fue, que la abuela Lela no era dueña de un gato. Eché un vistazo a la casa y traté de ver a través de los ojos de Jake.
  • 35. 35 —Sí, lo es —respondí en un susurro—. Mis padres tuvieron que conseguir el poder notarial sobre la finca de la abuela con el fin de obtener los permisos necesarios para hacer la renovación cuando ella se negó a mudarse con ellos. El plan de papá era tener cuatro apartamentos de un dormitorio y alquilar tres para pagar tanto la hipoteca como los gastos de manutención de la abuela Lela. Funcionó muy bien hasta que las inspecciones mostraron que el techo necesitaba ser reemplazado y la inclinación de la formal sala de estar que era todo lo que encontrábamos peculiar y lleno de carácter en realidad era debido a un desplazamiento de las bases. Más dinero se necesitaba y mis padres no tuvieron más remedio que tomar una segunda hipoteca en nuestra casa con el fin de conseguir el trabajo hecho aquí. —¿Tu padre hizo el trabajo? —cuestionó Jake en voz baja sin dejar de mirar hacia la casa. Asentí, demasiado atrapada en los recuerdos para hablar—. Buen trabajo. No se puede decir que se trata de apartamentos y no de una casa de familia —continuó—. Mantuvo las grandes líneas de la estructura original. Debe haber sido artesano. Era cierto. Solo desde el exterior no se podía saber que la casa eran en realidad cuatro apartamentos distintos. Papá no había tenido educación formal para respaldarlo, pero parecía tener buen ojo para la arquitectura y al detalle. Había mantenido la puerta original que conducía a un pasillo con sus dos unidades de la planta baja y la escalera original que llevaba a las otras dos unidades y a la pequeña sala de lavandería en el segundo piso. Los ojos de Jake se volvieron hacia mí mientras en voz baja preguntó: —¿Te la dejaron cuando murieron? Una vez más, solo pude asentir, pero podía sentir mis dientes morder mi labio inferior, en un esfuerzo por mantener las lágrimas a raya, lágrimas que no quería que viera. Levantando la mirada a la casa, me di cuenta una vez más que era una de las únicas cosas tangibles que me había dejado mi familia y que era a la vez una bendición tenerla y una maldición para mantener. No sé si podía sentir mi creciente melancolía o si solo quería tocarme de nuevo, pero Jake tomó mi mano apoyada en la consola entre nosotros. —Querida… —Comenzó cuando sus dedos se encontraron con los míos. La electricidad de su piel caliente en mi mano otra vez me trajo de vuelta al momento y sacudí mi mano. Agarrando el asa de la puerta, preparé mi escape. Para no ser menos, oí la puerta de Jake abrirse antes que la mía, incluso haciendo estallar el pestillo de la mía y estaba delante de mí antes de que pudiera salir completamente del asiento. —No tienes que abrirme la puerta, Jake. —Mi voz era más aguda de lo que había previsto. Solo quería, no, necesitaba crear una distancia entre nosotros.
  • 36. 36 —Te voy a ver hasta el fondo, Caitlin. Lidia con ello —gruñó suavemente mientras una vez más me impulsaba hacia delante con solo un toque suave en la parte baja de mi espalda. Le di una mirada sobre mi hombro mientras pisoteé los escalones antes de usar la llave en la puerta exterior. —No me estás trayendo a casa de una cita —le espeté. Cuando la puerta se abrió de golpe, me di cuenta de las grandes voces que reverberan alrededor de la sala. Empujando y abriendo más la puerta, pude ver a Layton Jamison, el presidente del Banco de Ahorros y Préstamo de Grantham, por encima de Marianne, mi vecina de enfrente quién estaba gritándole en la cara mientras meneaba un dedo. —Y, además, enfermo hijo de agua de escoria. —La voz de Marianne se apagó cuando ambos volvieron sus ojos hacia Jake y hacia mí en la puerta. Debido a que mis padres solo me habían heredado la propiedad, sus edificios periféricos y la casa en sí estaban a unos seis meses antes de su propia muerte, todavía bajo el arma financiera. El Sr. Jamison y el abogado que me recomendaron me explicaron una y otra vez que la herencia de impuestos mataba cualquier capital en la propiedad que mis padres pudieron haber disfrutado y los impuestos regulares se comían cualquier otro beneficio que podría haber habido. Luego estaba el mantener una hermosa aunque hay que decirlo, una casa vieja. —Sra. Tomas —ronroneó el señor Jamison cuando se volvió hacia mí, alisando la parte superior de su camisa de rayitas finas luego pasando la mano por la alta corbata. Parecía tener una impresión de diferentes M&M de colores. No es el tipo de corbata que se puede esperar de un Presidente del Banco—. Una palabra, por favor. —Claro —murmuré tratando de pensar en una razón para que Jamison estuviera aquí, en mi espacio, en este momento de la noche. Por lo general, estaba obligada a reunirme con él en su oficina para que pudiera masticarme y decirme cuán tarde en mis ―responsabilidades financieras‖ estaba y para recordarme lo mucho que había hecho por mí en solucionar lo de la propiedad de mi padre. Vi a Marianne darme una mirada burlona antes de disparar sus ojos al señor Jamison, quién parecía estar ignorándola ahora. Le asentí un hola en silencio a ella cuando me volví hacia la puerta de mi apartamento con mi mente buscando, buscando una razón por la que el banquero hubiera venido a mi casa. Oí los maullidos de Floyd mientras deslicé mi llave en la cerradura, aunque un maullido hubiera sido una descripción más adecuada. Floyd, mi compañera de cuarto de refugio adoptado, no se parecía al pequeño gatito, lindo que había
  • 37. 37 estado entre jaulas y jaulas de animales abandonadas en el local del refugio de animales. Ahora estaba en toda su gloria con las bolas castradas, seis kilos de pelusa adorable tanto como un ronroneo feroz y fuerte voz que era más que la demandada voz alta que podría significar cualquier cosa, desde ―Necesito un regalo‖ a ―Sienta tu trasero porque necesito un masaje‖. Floyd, como la mayoría de los gatos, era dueño de su propietaria en lugar de al revés. Casi me había olvidado que Jake estaba detrás de mí hasta que sentí su calor en mi espalda cuando saqué mi llave de la cerradura de mi departamento y rápidamente empecé a encender las luces en mi pequeño espacio mientras Jake tomaba una pose casual apoyada contra la pared cerca de la puerta mirando a mi gato hacer una loca carrera por el corto pasillo hasta mi habitación. El Sr. Jamison llegó hasta el fondo y puso su gruesa carpeta de archivo en la barra que separaba mi cocina del salón. Se aclaró la garganta y comenzó a hablar. —Srta. Tomas, este es un asunto que será mejor discutir en privado acerca de su situación financiera personal. Sus ojos cortaron a Jake con énfasis. También miré a Jake y encontré sus ojos con los míos. Su mirada fija parecía darme el poder de decidir si quería tenerlo aquí para este debate o no. Puesto que ya había visto casi todo mi cuerpo sin ropa, oído una gran parte de mi pasado, ya era consciente de mis estrechos financieros, y había acabado de amenazar a uno de mis jefes, me di cuenta que no se iba a sorprender por cualquier otra noticia. Además, era un gran amortiguador contra el gusano del Sr. Jamison. Si Jake podía atacar al Sr. Mahmood, muy bien podía manejar a mi banquero. No había dos hombres que pudieran ser más diferentes. Mientras Jamison tenía unos 15 años más que Jake, también tenía cerca de 36 kilos sobre él también. Puesto que era también un poco más bajo que mi estatura de 1,80 metros, en comparación con los imponentes 1,95 metros de Jake, él era en resumen, como una bola de masa blanca, suave y blandita. Pero, la mayoría de las albóndigas no lucen lazos multicolores adornados con M&M. —Puedes hablar delante de Jake —le dije, encaramándome en el brazo de mi sofá a un escaso pie, aunque la posición de alerta de Jake fue informal. No se me escapó que me había puesto a mí misma, para que Jake estuviera entre el lugar donde el señor Jamison se puso de pie y donde yo estaba sentada. —¿Jake? ¿Cómo Jake Stanton? —preguntó Jamison dándole a Jake una mirada por encima. —Sí —respondió Jake mientras se apartaba de la pared y se paraba a mi lado, con una mano suavemente apoyada en mi hombro. Jamison no perdió el movimiento de la mano mientras Jake retumbó con sus ―manos a la obra‖.
  • 38. 38 —Bien. —Jamison comenzó con una respiración hacia adentro—. Está atrasada en sus pagos de nuevo, Srta. Tomas. —¿Cuánto? —Jake ladró cortando la meliflua voz del banquero de Jamison que solo no había hecho más que empezar con su conocido tema. Estaba pensando que Jake de alguna manera tenía suficiente buena razón. —Ahora, señor Stanton —dijo Jamison con un claro esfuerzo por tomar el control de la conversación después de la interrupción altamente indeseable y explosiva de Jake. —¿Con cuánto está atrasada, Jamison? —Bueno, vamos a ver… —Jamison alcanzó el archivo de la barra y comenzó a hojear la multitud de páginas—. Un mes y ocho días. Lo cual, como sabe, Srta. Tomas, está claramente en violación de su contrato de hipoteca. —Tonterías —dijo Jake con firmeza en su voz profunda cuando sentí su mano en mi tenso hombro—. Esa es un montón de mierda y lo sabes. Ella podría pagar un interés adicional y tal vez una sanción, pero solo con 39 días de retraso no debería ser suficiente para que el jefe del banco viniera a las puertas de Caitlin después de las putas horas de trabajo del banco. Jake bajó la barbilla hacia mí y miró mis ojos, pareciendo darme algún tipo de advertencia. Volvió a mirar a Jamison con el ceño fruncido. —¿Qué clase de mierda estás tratando de tirar, Jamison? —Hubo más de un par de segundos de silencio mientras Jake miraba al Sr. Jamison quien se había hinchado considerablemente con el primer sonido del desafío de Jake. Permanecí tranquila durante su breve intercambio que parecía contener muchas más cosas, bajo la superficie, de lo que estaba oyendo. La tensión en la sala era apetecible, pero, de nuevo, no sabía por qué. A decir verdad, no esperé la participación inmediata de Jake en el trato con mi banquero aunque debo admitir que estaba agradecida por ello. Bueno, algo así. Tal vez si él no hubiera ya tenido que enfrentar a uno de mis jefes por mi cheque hoy, eso es. —Sabe qué, me encargaré de eso, señor Jamison —dije, finalmente uniéndome a la conversación—. Uno de los inquilinos está atrasado en su alquiler y no he tenido el dinero para pagarle pero le envié lo que tenía a mano a tiempo. —Pam, del Tres era notoria por retrasarse en su renta y, como no tenía un cojín de efectivo para absorberlo, tuve que hacer un pago corto de la hipoteca. Esta es la tercera vez que pasaba y la tercera vez que tenía que enfrentar al señor Jamison como resultado. Vi la cara del presidente del banco enrojecer mientras hablaba, aunque no estaba segura de sí era de rabia o de vergüenza de ser llamado a hacer sus tareas delante de un testigo. Miró de nuevo a Jake mientras espetaba el archivo de cerca.
  • 39. 39 —Miraremos su cuenta hasta estar al corriente de nuevo —dijo Jamison secamente mientras me miró con severidad antes de mover sus ojos a la deriva y su rostro tomó un aspecto diferente, mientras caía a mi pecho donde mi abrigo se había abierto exponiendo la gasa delgada de mi top. ―Ewww‖, mi mente gimió tan pronto tomé el cinturón de la delgada chaqueta esperando contra toda esperanza que el viscoso hombre no hubiera visto mis pezones a través de la tela de gasa. Había olvidado que mi sujetador aún estaba abarrotado en mi bolso. —Terminaste —gritó Jake con mi movimiento, dando un paso hacia el gordito banquero envejecido mientras saltaba, sobresaltándose. Por el tono de Jake sabía que él había captado bien mi movimiento para ocultarme o había atrapado al señor Jamison comiéndome con los ojos. —Me iré, entonces —oí al señor Jamison murmurar mientras salía rápidamente por mi puerta. Después de oír el ruido sordo de la puerta exterior mientras se iba, me puse de pie y me volví hacia Jake. —¿Stu? Escucha, estaba en casa de Caitlin Tomas y ella estaba allí con Jake Stanton. ¿Cómo iba yo a saber por qué estaba allí? Eh, eh. Síp. Una mosca en la sopa es una buena manera de decirlo. Lo haré. Layton Jamison cerró el teléfono y se quedó mirando las ventanas iluminadas del apartamento de Caitlin. Había pasado tanto tiempo, tanto esfuerzo por esa pequeña y hermosa potranca en línea. Casi la tenía donde quería. Pero ahora había tenido que cruzarse de espadas con ese vendedor ambulante de carbón. Y había perdido con el hombre más joven. Jamison no se hacía ilusiones acerca de sus propias miradas. Sabía que Stanton tenía un llamamiento con las damas. Pero la belleza se marchitaba y los tiempos duros tenían una forma de mostrarse en el rostro de una persona, incluso en un rostro tan hermoso como el de Stanton. Si la memoria no le fallaba, el padre de Stanton había bebido hasta morir. ¿Había esperanza de que esto fuera como de tal palo, tal astilla? Layton Byron Jamison odiaba perder, sobre todo con hombres como Jake Stanton. Hombres que pensaban que eran demasiado buenos para usar su banco y mantenían sus fondos fuera de la ciudad. Fuera de su control. Quiénes hacían su dinero de la manera en que Jake hacía, con tráfico de pornografía, incluso si Jamison, en ocasiones, participó y disfrutó de ese carbón. A fondo.
  • 40. 40 Hubiera sido diferente si el juez Everett y Walt Saltzman, el antiguo jefe de la policía no hubieran sido acusados de corrupción. Eran la pareja perfecta que completaba la base de poder que incluía a Jamison y a Stuart McBride, abogado en ley. Respaldados entonces, entre los cuatro, podían hacer lo que quisieran con quien quisieran con muy poco esfuerzo. Pero con el Juez y Saltzman fuera, los planes tenían una manera de alejarse de él y de Stu. —Maldita sea, al infierno —murmuró, golpeando su mano contra el volante. Observó la silueta bien proporcionada de Caitlin perfilarse mientras corría las cortinas por las grandes ventanas que daban a su apartamento antes de encender su convertible Audi 350C y comenzar su camino a su hogar desolado sin alma, sin amor.
  • 41. 41 Capítulo 4 Pasé las manos por la piel caliente de Floyd mientras él empujaba y se movía en mis dedos. La sensación familiar de frotarlo ayudó a calmar el temblor de mis manos al recordar la sensación de la mano de Jake enganchando mi cuello cuando me atrajo hacia él después de que Jamison se fuera. Había medio tropezado, medio dado un paso hacia él dándome de plano contra su ancho pecho duro, cuando mis manos apretaron el dobladillo en la cintura por debajo de su chaqueta mientras su otro brazo me abrazó alrededor de mi espalda, manteniéndome cerca. Él no dijo nada durante un tiempo, pero solo me sostuvo. Y, Dios me ayude, lo dejé. Había pasado tanto tiempo desde que alguien me había tocado de alguna manera, forma o modo, y estar en sus manos se sentía tan... tan bueno. Tan bueno, que comencé a relajarme contra él. Como me relajé, sentí que mis ojos empezaron a arder antes de que las lágrimas comenzaran a caer. Traté de detenerlos. Realmente lo hice. No quería humillarme aún más por berrear como un bebé en contra de este hombre maravilloso, pero lo que quería y lo que mi cuerpo necesitaba parecían ser dos cosas diferentes en este momento. —Todo va a estar bien, cariño —gruñó suavemente contra mi cabello mientras frotaba mi espalda y yo sollozaba en su contra. Cada vez que traté de obtener un control sobre mis lágrimas parecía que ellas de nuevo se formaban y, por un tiempo, pensé que nunca cesarían. Pero, lo hicieron. Con el tiempo. Afortunadamente. Cuando mis ojos dejaron de trasbordar y mi respiración se normalizó, traté de salir del cálido y maravilloso abrazo de Jake. Pero él no me dejó ir. —Tranquila, cariño, ¿sí? —Oí y sentí su voz retumbar contra mí mientras frotaba una mano de arriba a abajo en mi espalda. Su otra mano, en mi cabello, todavía me sostenía cerca pero su pulgar comenzó a deslizarse suavemente sobre la piel detrás de la oreja. Y él todavía seguía sosteniéndome. —¿Mal día, chica bonita? —retumbó contra al oído que había presionado a su pecho. Asentí. Él se rió en voz baja. —Apuesto. Decidí hacerme la valiente. Aparté mi cabeza de su pecho, —aunque ―quité mi cabeza lejos‖, sería más verídico ya que yo había empapado completamente su camiseta con mi ataque de llanto— y la incliné para mirarlo y murmuré: