2. En el momento del trauma la victima
se ve indefensa ante una fuerza
abrumadora.
Una amenaza activa el sistema
nervioso simpático, aumentando
adrenalina y se pone en estado alerta.
Se dan cambios en la reacción,
atención, percepción y emoción que
son reacciones normales.
3. Se pueden catalogar en:
Hiperactividad (alerta)
Intrusión (flashback)
Constricción (bloqueo)
4. En los niños se pueden observar signos de memoria
traumáticos en su comportamiento y su forma de
jugar.
Tienden a repetir los juegos en los cuales muestran
los signos de trauma.
Las personas traumatizadas reviven el momento del
trauma no solo en sus pensamientos y en sus
sueños, sino también en sus acciones.
5. El juego postrauma es triste y
monótono, no se interrumpe
fácilmente cuando está inspirado por
un trauma.
Es tan literal que al distinguirlo se
puede adivinar el trauma sin que hayan
mas pistas.
Para Russell la compulsión de la
repetición es un intento de revivir y
dominar los fuertes sentimientos del
momento traumático.
6. Cuando disminuyen los síntomas intrusivos,
empiezan a predominar los de evitación o
contrictivos.
La persona traumatizada ya no parece
asustada y puede recuperar su anterior forma
de vida.
7. El sistema de autodefensa se bloquea
totalmente.
Ira
Anestesia parcial o perdida de sensaciones.
Estos estados de alejamiento de la
conciencia son similares a los estados de
trance hipnótico.
8. Los síntomas constrictivos de la neurosis traumática
no solo se refieren al pensamiento, la memoria y los
estados de consciencia, sino también a todo el
terreno de la acción y la iniciativa.
También interfieren con la anticipación y la
planificación del futuro.
9. Los síntomas postraumaticos deben ser
diferenciados ya que pueden ser confundidos
con rasgos de la personalidad de la victima
ya que son persistentes y tan variados.
Las personas traumatizadas pueden padecer
un sentimiento de culpa, ansiedad
intratable, depresión.
10. Los acontecimientos traumáticos ponen
en duda las relaciones humanas básicas.
Rompen los vínculos de familia, amor y
comunidad. Tienen efectos no solo sobre
las estructuras psicológicos del yo, sino
también sobre los sistemas de vinculación
y significado que unen al individuo con la
comunidad.
El sentido de seguridad en el mundo, o
confianza básica, se adquiere en los
primeros tiempos de vida mediante la
relación con el primer cuidador.
11. El cuerpo ha sido invadido, dañado,
profanado. A menudo se pierde el
control sobre las funciones corporales.
El acontecimiento traumático destruye
la creencia de que uno puede ser uno
mismo en relación con los demás.
La vergüenza es una respuesta a la
indefensión, a la violación de la
integridad física y la indignidad sufrida
a ojos de otra persona.
12. La violación produce el mismo efecto: son
las víctimas, no los violadores, la que se
sienten culpables.
A los supervivientes de desastres y de la
guerra les persiguen las imágenes de los
moribundos que no pudieron salvar. Se
sienten culpables de no haber arriesgado su
vida para salvar a otros o de no haber podido
responder a las súplicas de una persona
moribunda.
El daño a la fe del superviviente y a la
sensación de comunidad es especialmente
grave cuando los propios acontecimientos
traumáticos implican una traición a
relaciones importantes.
13. El miedo al acontecimiento traumático
intensifica la necesidad de relaciones de
protección.
Las personas traumatizas sufren daños en las
estructuras básicas del yo. Pierden la
confianza en sí mismas, en otras personas, y
en Dios. Su autoestima se ve asaltada por
experiencias de humillación, culpa e
indefensión. Su capacidad para la intimidad
se ve comprometida por intensos y
contradictorios sentimientos de necesidad y
miedo. La identidad que habían formado
antes del trauma queda irrevocablemente
destruida.
14. El propósito del violador es aterrorizar,
dominar y humillar a su víctima,
dejarla indefensa. Por lo tanto, la
violación está, por naturaleza,
intencionadamente diseñada para
producir trauma psicológico.
La experiencia de terror e indefensión
durante la adolescencia pone en
peligro las tres tareas adaptativas
normales de esta fase de la vida: la
formación de la identidad, la
separación de la familia de origen y la
exploración de un mundo social más
amplio.
15. Cuando se ha restaurado la sensacion
de seguridad basica, la superviviente
necesita la ayuda de los demás para
recuperar una vision positiva de su
persona.
Es necesario recuperar la regulacion
entre intimidad y agresion que ha sido
alterada por el trauma.
La recuperacion de una percepcion
positiva del yo incluye no solo una
sensacion renovada de autonomia
dentro de la conexion, sino tambien un
renovado respeto por uno mismo.
16. La superviviente necesita que los demas la
ayuden a superar su sensacion de
verguenza y a elaborar una valoracion justa
de su comportamiento, y las actitudes de
las personas más cercanas a ellas son
esenciales para que lo consiga.
En la recuperacion cada superviviente debe
encontrar su propio camino para restaurar
su sentido de conexion con la comunidad
en general.
La superviviente necesita la ayuda de los
demas para llorar sus perdidas.
17.
18. Un único acontecimiento traumático
puede ocurrir en casi cualquier lugar;
el trauma prologado y repetido solo
pasa en circunstancias de cautividad.
Si la víctima puede escapar no será
abusada una segunda vez; el trauma
repetido solo sucede cuando la víctima
está prisionera, es incapaz de escapar
y está bajo el control del perpetrador.
(Como en cárceles, campos de
concentración, campos de trabajo,
burdeles, etc.)
19. La cautividad que hace que la víctima
esté en continuo contacto con el
perpetrador, crea un tipo especial de
relación, una relación de control
coercitivo. Esto se aplica tanto a las
víctimas que son tomadas cautivas
completamente a la fuerza, como enel
caso de prisioneros o rehenes, como a
las víctimas hechas prisioneras
mediante una combinación de fuerza,
intimidación y seducción, como en el
caso de los miembros de sectas o
mujeres maltratadas.
20. Los métodos que permiten a un ser humano
dominar a otro son sorprendentemente
uniformes.
Los métodos para obtener control sobre
otra persona se basan en infligir el trauma
psicológico de forma sistemática y
repetitiva. Son técnicas organizadas de
debilitamiento y desconexión. Los métodos
de control psicológico están pensados para
causar terror e indefensión y para destruir
el sentido del yo de la víctima en relación
con los demás.
Ej: indefensión aprendida (ratas)
21. Aunque la violencia es un método de terror
universal, puede que el perpetrador utilice
raramente y tan solo como último recurso la
violencia.
No es necesario utilizar la violencia
frecuentemente para que la víctima viva en
constante estado de miedo.
La amenaza se utiliza frecuentemente, más
que la violencia.
22. Lo que buscan estas técnicas es convencer
a la víctima de que el perpetrador es
omnipotente, que resistirse es inútil y que
su vida depende de que se gane su
indulgencia a través de la sumisión total.
El objetivo del perpetrador es también
crear en la víctima no solo miedo a la
muerte, sino también gratitud porque se
le permite seguir con vida.
Otro objetivo del perpetrador es destruir
el sentido de autonomía de la víctima.
(control de cuerpo, físico, humillación,
mental)
23. El terror, recompensa intermitente,
aislamiento y dependencia forzosa pueden
acabar creando un prisionero sumiso y
complaciente, pero no se da el paso
definitivo hacia el control psicológico de la
víctima hasta que esta nos e haya visto
forzada a violar sus propios principios
morales y a traicionar sus vínculos humanos
básicos.
Psicológicamente esta es la más destructiva
de todas las técnicas de coacción, ya que la
víctima que sucumbe se desprecia a sí
misma. Es en este punto cuando la víctima
bajo coacción participa en el sacrificio de
otros, el momento en que realmente se
“rompe”.
24. 2 fases:
1. Cuando la víctima cede su autonomía interior, su
visión del mundo, principios morales o conexión con
los demás simplemente para sobrevivir. Surge un
bloqueo de sentimientos, pensamientos, iniciativa y
juicio.
2. Es irreversible “romper a una persona”; esta se
consuma cuando la víctima pierde las ganas de vivir.
No es lo mismo que volverse suicida; la gente en
cautividad vive constantemente con la fantasía del
suicidio y los intentos ocasionales de suicidarse no
están reñidos con la determinación de seguir
viviendo. El suicidio significa introducir en tu vida
diaria algo que está a la par con la violencia que te
rodea, según Timerman. Es ponerse al mismo nivel
que tus carceleros.
El perder la voluntad es la última fase del proceso y
es descrita como adoptar una actitud absoluta de
pasividad.
25. Las personas que han estado sometidas a
un trauma prolongado y repetido
desarrollan una forma de desorden de
estrés postraumático progresivo e
insidioso que invade y erosiona la
personalidad.
La víctima de trauma crónico puede sentir
que ha cambiado irrevocablemente, o
puede perder la sensación de su propio yo
para siempre.
Las personas crónicamente traumatizadas
están siempre hipervigilantes, ansiosas y
agitadas.
26. Las personas crónicamente traumatizadas ya
no tienen un estado básico de calma física o
paz. Con el paso del tiempo comienzan a
sentir que su propio cuerpo está en su
contra. Comienzan a somatizar.
A diferencia del estrés postraumático, los
síntomas intrusivos en las personas con
trauma crónico, pueden persistir a través de
los años con pequeños cambios.
27. Las personas en cautividad se convierten en
practicantes de la conciencia alterada. A través de
la práctica de la disociación, la supresión del
pensamiento voluntario, minimización y en
ocasiones la rotunda negación, aprenden a alterar
una realidad insoportable.
El lenguaje psicológico normal no tiene nombre
para esta gama de maniobras mentales que son
tanto conscientes como inconscientes.
28. Se le atribuye el nombre de pensamiento
doble. (según Orwell)
El pensamiento doble significa poder defender
simultáneamente en la mente dos creencias
opuestas, y aceptar ambas.
Es decir que el individuo sabe en qué dirección
debe alterar su memoria, por lo tanto, sabe
que está engañando a la realidad; pero,
mediante el ejercicio de pensamiento doble,
también se asegura de que no se viole la
realidad. Proceso que debe ser consciente
porque de no ser así no se llevaría a cabo con
la precisión necesaria, más también tiene que
ser inconsciente porque de no ser así tendría
una sensación de falsedad.
29. La capacidad para tener simultáneamente
creencias contradictorias es característica de
los estados de trance. Otra carácterística es
la capacidad de alterar la percepción.
Ej.: Prisioneros e hipnosis simple
Ej.: Eliminación de pensamientos en
prisioneros para evitar la esperanza y anhelo.
30. La cautividad prolongada altera todas las
relaciones humanas y multiplica la dialéctica
del trauma. La superviviente fluctúa entre el
vínculo intenso y el alejamiento
aterrorizado. Se plantea cualquier relación
como si estuvieran en juego temas de vida o
muerte.
31. • Si en la vida adulta el trauma repetido erosiona
la estructura de la personalidad ya formada, en
la infancia forma y deforma la personalidad.
• Una niña atrapada en un entorno de abuso se
enfrenta a la enorme tarea de la adaptación.
Debe encontrar la manera de conservar un
sentido de la confianza en personas en las que no
se puede confiar, de seguridad en una situación
insegura, de poder en una situación de
indefensión. Incapaz de cuidar de sí misma o de
protegerse, debe compensar los fallos en el
cuidado y en la protección que le proporcionan
los adultos con los únicos medios que tiene a su
disposición: un sistema inmaduro de defensas
psicológicas.
32. • Un entorno psicológico de abusos infantiles fuerza
el desarrollo de capacidades extraordinarios, tanto
creativas como destructivas. Estimula el desarrollo
de estados anormales de conciencia en los que ya
no se pueden aplicar las relaciones normales entre
cuerpo y mente, realidad e imaginación,
conocimiento y memoria. Estos estados alterados
de conciencia permiten la elaboración de una
impresionante colección de síntomas, tanto
somáticos como psicológicos. Y estos síntomas
esconden y, al mismo tiempo, revelan sus orígenes:
hablan en lenguaje oculto de secretos demasiado
terribles para ser expresados en palabras.
33. • El abuso infantil crónico tiene lugar en un
clima familiar de terror dominante en el que
las relaciones normales de cuidados han
quedado profundamente alteradas. Los
supervivientes describen un patrón
característico de control totalitario impuesto
mediante amenazas de violencia e incluso de
muerte, la aplicación arbitraria de reglas
estúpidas, de recompensas intermitentes y
de destrucción de todas las relaciones
mediante el aislamiento, el secretismo y la
traición.
34. • Los niños que crecen en este clima de dominación
desarrollan vínculos patológicos con aquellos que
abusan de ellos y que los descuidan, vínculos que
intentarán mantener incluso sacrificando su propio
bienestar, su realidad e incluso su vida.
• En ocasiones, a la niña se le silencia a través de la
violencia o de una amenaza de muerte directa;
pueden ser amenazadas de que , si se resistes o
desvelan el secreto, otra persona de la familia
muere, un hermano, el padre inocente o incluso el
perpetrador, la violencia de las amenazas de
muerte puede estar también dirigida a las
mascotas.
• Además del miedo a la violencia, también se habla
de una dominante sensación de indefensión.
35. • En un entorno familiar abusivo el ejercicio de la
autoridad paterna es arbitrario, caprichoso y absoluto.
Las reglas son erráticas, inconsistentes o abiertamente
injustas.
• Incapaces de encontrar una manera de evitar el abuso,
la victima aprende a adoptar una postura de absoluta
rendición.
• La adaptación a este clima de peligro constante
requiere un estado de alerta continuo. Las niñas que
viven en entornos abusivos desarrollan unas capacidades
extraordinarias para reconocer las señales de un posible
ataque. Aprenden a reconocer las señales de excitación
sexual, borracheras o disociación en cambios sutiles en
la expresión facial, la voz y el lenguaje corporales. Esta
comunicación no verbal se convierte en algo muy
automático y ocurre, en su mayoría, fuera del ámbito de
lo consciente. Las niñas victimas aprenden a responder
sin ser capaces de nombrar o identificar las señales de
peligro que han despertado su alarma.
36. • Mientras que la violencia, las amenazas y la aplicación
caprichosa de las reglas causan terror y producen el
hábito de la obediencia automática, el aislamiento, es
secretismo y la traición destruyen las relaciones que
podrían proporcionar protección. En la actualidad se
sable que las familias en las que existen abusos
infantiles están socialmente aisladas.
• Se reconoce menos frecuentemente que el aislamiento
social no ocurre de manera arbitraria, sino que con
frecuencia es impuesto por el abusador en su propio
interés: mantener el secretismo y el control sobre los
miembros de la familia. Los abusadores pueden
prohibirle participar en actividades normales o pueden
insistir en su derecho a intervenir en estas actividades
tal y como ellos quieran.
37. • Un niño abusado no solo se aísla del mundo
exterior; también lo hace del resto de los miembros
de la familia. El niño percibe a diario no solo que
el adulto más poderoso en su mundo intimo es
peligroso para el, sino que también los otros adultos
que son responsables de cuidarlo no lo protegen.
• Los motivos de este fracaso en la protección son,
de alguna manera, irrelevantes para la víctima, que
lo experimenta, en el mejor de los casos como un
síntoma de indiferencia y en el peor, como una
traición. El niño siente que ha sido abandonado a su
destino, y con frecuencia se resiente más es ese
abandono que del propio maltrato.
38. • La niña se enfrenta a un formidable esfuerzo de desarrollo en
este clima de relaciones profundamente trastornadas. Debe
encontrar una manera de formar un vínculo primario con sus
cuidadores, que son o peligrosos o, desde su punto de vista,
negligentes. Encontrar la manera de desarrollar una
sensación de confianza básica y de seguridad con unos
cuidadores que no son dignos de confianza y que no
proporcionan seguridad.
• Desarrollar un concepto del yo en relación con otros que
están indefensos, no se preocupan por ella o son crueles.
• Desarrollar una capacidad de autorregulación del cuerpo en
un entorno en que su cuerpo está a disposición de las
necesidades de otros, así como una capacidad para
consolarse a sí misma en un entorno en el que no hay
consuelo.
39. • Y finalmente, debe desarrollar una capacidad de
intimidad en un entorno en el que todas las
relaciones íntimas son corruptas, y una identidad en
un entorno que la defino como una puta y una
esclava.
• Debe encontrar la manera de conservar la
esperanza y el significado, aunque se percibe a sí
misma como abandonada ante un poder que no
tiene piedad.
• Todas las adaptaciones psicológicas de la niña
maltratada sirven al propósito fundamental de
preservar los vínculos primarios con sus padres,
aunque teniendo pruebas diarias de su malicia,
indefensión o indiferencia.
40. • Para conseguir su propósito, la niña recurre a una
amplia gama de defensas psicológicas. En virtud de
estas defensas, los maltratos son apartados de la
conciencia y de la memoria para hacer como si
nunca hubieran existido, o minimizados,
racionalizados y excusados, para convencerse de
que lo que ocurrió no eran realmente abusos. Como
no puede escapar o alterar la realidad, la niña la
altera en su mente. (Prefiere creer que el abuso no
ocurrió.)
• Los medios que tiene a su disposición para
conseguirlo son la negación, la supresión voluntaria
de pensamientos y una legión de reacciones
disociativas.
41. • La capacidad de autoinducirse un trance o estados
disociativos, por lo general alta en los niños de edad
escolar, se convierte en todo un arte en los niños que
han sido severamente castigados o abusados.
• Pueden llegar a aprender a ignorar el dolor más
fuerte, a esconder sus recuerdos en complejas
amnesias, a alterar su sentido del tiempo, lugar o
persona, y a inducir alucinaciones o estados de
posesión.
• Bajo las condiciones más extremas de abuso
temprano, severo y prolongado, algunas niñas, quizá
las que están más dotadas con fuertes capacidades
para los estados de trance, empiezan a formar
fragmentos separados de personalidad con su propios
nombres, funciones psicológicas y recuerdos
secuestrados . De esta manera la disociación se
convierte no solo en una adaptación defensiva, sino
en el principio fundamental de la organización de la
personalidad.
42. No todas las niñas abusadas tienen la capacidad de
alterar la realidad a tevés de la disociación, e incluso
las que tienen esta habilidad no pueden depender de
ella todo el tiempo. Cuando es imposible evitar la
realidad del abuso, la niña debe construir algún tipo
de sistema de significado que lo justifique.
Inevitablemente, la niña llega a la conclusión de que
el motivo es su maldad innata. La niña se convence de
esta explicación rápido y se aferra a ella
desesperadamente porque le permite conservar un
sentido del significado, de la esperanza y del poder.
43. Culparse a uno mismo es congruente con las formas
normales de pensamiento de los primeros años de
infancia en los que el yo es tomado como punto de
referencia para todos los acontecimientos.
En un entorno de abuso crónico, ni el tiempo ni la
experiencia proporcionan ningún correctivo a esta
tendencia a culparse a uno mismo, sino que más bien se
refuerza continuamente.
Los sentimientos de ira y las fantasías de venganza
asesina son respuestas normales a los tratos abusivos. Al
igual que los adultos abusados, los niños son irascibles y
en ocasiones agresivos.
El lenguaje del yo se convierte en el lenguaje de lo
abominable. Se describen a sí mismos como seres fuera
de las relaciones humanas normales, como criaturas
sobrenaturales o formas de vida no humanas.
44. Se consideran brujas, vampiros, zorras, perros, ratas o
serpientes. Algunos utilizan imaginería de excremento o
suciedad para describir su sentido interior del yo.
Al desarrollar una identidad contaminada y estigmatizada,
la víctima infantil coge el mal del abusador y se lo mete
dentro, y de esa manera preserva sus vínculos primarios
con sus padres.
Aun cuando los abusos han acabado, esto se vuelve parte
estable de la estructura de su personalidad.
Este sentido perverso de la maldad interior a menudo se
camufla con los persistentes intentos de la niña por ser
buena, aun cuando llega a ser exitosa, la superviviente no
cree que tiene crédito por ningún logro porque ella
percibe a su yo exitoso como algo no genuino y falso.
45. Las deformaciones en la conciencia, la
individualidad y la identidad sirven al
propósito de mantener la esperanza y la
relación, pero dejan sin resolver otras
importante tareas adaptativas o llegan
incluso a agravar la dificultad de estas.
Aunque la niña ha racionalizado el abuso o lo
ha borrado de su mente, sigue notando sus
efectos sobre su cuerpo.
46. La regulación normal de los estados corporales se ve
alterada por la hiperactivación crónica. La
autoregulación corporal se ve complicada aún más
por el entorno abusivo, ya que el cuerpo de la víctima
está a disposición del abusador.
La regulación normal de los estados emocionales
también queda alterada por las experiencias
traumáticas que evocan terror, ira y dolor. Estas
emociones acaban uniéndose en un terrible
sentimiento que los psiquiatras llaman disforia, y que
a los pacientes les resulta casi imposible describir.
En una niña crónicamente abusada se mueve entre
una línea base de intranquilidad, estados intermedios
de ansiedad y disforia, y extremos de pánico, furia y
desesperación.
47. Muchas víctimas infantiles se aferran a la
esperanza de que, cuando hayan crecido, podrán
escapar y encontrarán la libertad. Pero la
personalidad formada en un entorno de control
coercitivo no se adapta bien a la vida adulta.
La superviviente tiene problemas esenciales con la
confianza básica, con la autonomía y la iniciativa.
Se enfrenta a las labores propias del joven adulto,
establecer la independencia y la intimidad,
cargada con el deterioro de funciones como el
cuidado de sí misma, la cognición y la memoria, la
identidad y la capacidad de formar relaciones
estables.
48. Las supervivientes de abusos infantiles tienen muchas
más posibilidades de ser víctimas o de hacerse daño a
sí mismas que de hacer víctimas a otras personas.
Resulta sorprendente que no sea más frecuente que
las víctimas acaben cometiendo abusos.
Quizá el hecho de que las supervivientes parezcan
más dispuestas a dirigir las agresiones hacia ellas
mismas se deba al profundo desprecio que sienten
hacia su persona.
Los intentos de suicidio y automutilación están
estrechamente vinculados con los abusos infantiles, el
vínculo entre abuso durante la infancia y el
comportamiento antisocial en la vida adulta es
relativamente débil.