1. Debemos aprender…
María de los Ángeles Pereda Ortiz
Que los mineros, que su rescate, que son 33 y uno de todos es boliviano; hubo de todo, y lo
compararon con todo, se reunieron en un solo tema astrólogos, políticos, deportistas, etc.
Todo para centrarse en un punto, el rescate, la salvación, la nueva vida que según a partir
de ése momento empezaría para los treinta y tres mineros.
Este tema será como el de los náufragos mexicanos del 2006 que atrapó miles de miradas
y al final de cuentas resultó ser una vil mentira y que todo lo que causó en un determinado
tiempo quedó así, en el olvido.
Cabe destacar también que el asunto de los 33 mineros trajo a relucir el tema que quedó
también en el olvido, el de los 63 mineros fallecidos en Pasta de Conchos y que hasta el
momento siguen sin tener civilizada sepultura.
Entonces, qué se puede esperar ahora con respecto al rescate de los 33 mineros; la fiesta,
los festejos, las borracheras, la algarabía ¿valdrán la pena? Quizá por un momento sí, pero
después todo seguirá como si nada hubiese pasado. Sin embargo el hecho de que Chile haya
hecho hasta lo imposible por salvar la vida de estos mineros técnica y cuidadosamente ya
es un hecho aplaudible, el gobierno de Chile invirtió mucho para que todo saliera bien,
colaboraron brigadistas de Andina, elementos de la NASA, y no podían faltar los ministros
de la minería.
Algo que en México no se dio, algo que en México faltó, y no por falta de dinero, porque si
bien es cierto nuestro país se caracteriza por ser solidarios, y para no dejar duda ahí
tenemos el TELETON, la ayuda a los damnificados por las inundaciones, etc. Si no se hizo
fue por falta de irresponsabilidad, por falta agallas, por conformismos de que ya los 63
mineros estaban muertos.
Chile nos ha enseñado que no conoce la indiferencia, nos ha dicho con sus hechos que se
pueden hacer las cosas, que sí tienen agallas para dar la cara por su gente. Y nos
demuestran una vez más que la esperanza es la que muere al último.