Índigo Energía e Industria No. 15 - digitalización en industria farmacéutica
La paz que exigimos
1. La paz que exigimos: Ni guerra ni TLC
Autor: Tejido de Comunicación - ACIN
El pasado 15 de mayo entró en vigencia el TLC entre Colombia y Estados
Unidos. ¿Qué significa esto para nuestras comunidades indígenas, para el
agricultor, para los que siembran comida y viven de lo poquito que pueden
producir trabajando la tierra?
Partamos de un principio esencial: Las comunidades indígenas no hablan de
competir. Hablan de alimentarse, de vivir en comunidad en equilibrio y en
armonía.
En la zona norte del Cauca y en otros lugares de Colombia, hay muchas
iniciativas de proyectos productivos alternativos. Esto significa que son
proyectos en tierras colectivas, para beneficio comunitario, que no le hacen
daño a la Madre Tierra, porque utilizan abonos orgánicos y además de eso es
comida sana sin químicos, donde se utilizan semillas propias y todo este
proceso ayuda a conservar el medio ambiente y a la pervivencia de la gente.
Pero nadie apoya estas iniciativas, por el contrario, son perseguidas. Para que
las apoyen hay que hacer muchas diligencias con las instituciones, hay que
tener capital o hay que hacerse a un crédito, hay que superar políticas de
estado diseñadas para impedir que salgan adelante. Esos proyecticos no
tienen ningún valor para las transnacionales. Es más, su presencia y la de
nuestras comunidades no pasa de ser un estorbo para sus intereses. Por eso,
no se invierte en estos, mientras que se le invierte a la minería, a la explotación
del petróleo, a los bancos, a todo lo que signifique adueñarse del territorio de
2. América Latina para explotar nuestra tierra y nuestras vidas
empobreciéndonos. Ahora, con la entrada en vigencia del TLC, una
Constitución de las Transnacionales, todo queda en poder de quienes nos
ignoran y nos explotan.
En la “Minga por el derecho a la vida, el territorio y la paz”, las comunidades se
movilizaron el pasado 10 y 11 de mayo del 2012, de Caloto a Santander y de
ahí a Villa Rica - Cauca. Fue una iniciativa de todos los que viven a diario el
conflicto armado y también las injusticias de las políticas que privatizan la vida.
Un conflicto que tiene como propósito y resultado sacarnos del territorio o
someternos para entregar nuestras tierras y nuestro trabajo a los intereses del
capital. La guerra en este sentido, es un instrumento del TLC. Primero nos
despojan a sangre y fuego y luego, legalizan el despojo con estos acuerdos.
Un ejemplo claro es el auge de la minería en el Cauca, en el Resguardo de
Canoas desde hace varios años se vienen haciendo diferentes actividades de
resistencia frente a la minería, personas extrañas llegaron al territorio a hacer
minería artesanal, involucrando a las comunidades cercanas de estos territorios
pero luego trajeron maquinaria pesada para hacer esta labor de la minería, esto
se creció y ahora las comunidades se enfrentan ya no solo a personas sino a
multinacionales como la AngloGold Ashanti.
Un caminante de esta movilización nos expresó muy preocupado la situación
que vive la comunidad del Resguardo de Canoas frente a la minería en el río
Mondomo del Municipio de Santander de Quilichao: “Nos crearon una
confusión y la gente quedó con eso y empezaron a trabajar frente a la minería
en el río Mondomo. En un tiempo alcanzamos a sacar las maquinarias que
habían ahí, junto con el Reguardo de Munchique los Tigres y con el Resguardo
Las Mercedes del municipio de Caldono”.
Con el retiro de estas maquinarias, de cierta forma el problema no terminó ahí,
al contrario se incrementó esta actividad porque los que manejan la plata
empezaron a meterse al territorio utilizando a los propios comuneros y además
han generado graves impactos al cerro de Munchique: “Estratégicamente están
utilizando a nuestra propia comunidad. Ellos comenzaron diciendo minería
artesanal, ahora ya no es artesanal. Hay túneles de 150 a 200 metros de
profundidad en la montaña. Entonces, la preocupación de nosotros es eso.
Pero la gente no tiene capacidad para entender que los están comprando y
utilizando para hacer daño a nuestro querido y sagrado que es el cerro de
Munchique”, expresó una autoridad del Resguardo de Canoas.
¿Para las comunidades indígenas qué significa el tema de la paz? Otro
caminante manifestó que: “Para nosotros como pueblos indígenas la paz no es
negocio, la paz no es mercancía, la paz no se compra. Para nosotros la paz es
vivir en armonía. Vivir tranquilos en el territorio, trabajando nuestras parcelas
para defender nuestras familias y nuestra comunidad. No destruyendo a la
Madre Tierra. La paz no es con dinero, porque por unos pesos no vamos a
destruir a nuestra Madre Tierra. Pero de igual manera no es confundiéndonos
porque terminamos matándonos entre nosotros mismos”.
3. Una de las consignas que se escucharon por parte de las comunidades Afro en
la movilización de Caloto a Santander de Quilichao fue: “No queremos la
violencia, no queremos las multinacionales en nuestros territorios, las
comunidades afro e indígenas y campesinas no queremos más velorios, no
más velorios a causa de la violencia en nuestras comunidades. Ya no
poseemos tierras. ¿Las tierras dónde están? Derrumbaron nuestras fincas y
sembraron el cañal. Unidos caminamos con paso firme y de paz, exigiendo
respeto para toda la comunidad”.
¿Todas estas manifestaciones de la comunidad contra la violencia y el despojo,
todas estas expresiones populares, qué son? ¿Donde está la soberanía
colombiana?
En la Cumbre de las Américas, el presidente Santos ofreció a Colombia a las
multinacionales para que inviertan, para que pongan sus ojos en nuestros
territorios, porque hay montañas que se pueden tumbar para sacar el oro,
desalojar pueblos para sacar la sangre (petróleo) de la tierra, fauna, sembrar
bosques para vender oxígeno, gente con pequeños proyectos que se pueden
absorber, ríos que se convierten en represas, todo esto y más hay para
adueñarse y despojarnos. Nosotros no queremos eso que llaman desarrollo,
sino Planes de Vida donde se respete a la Madre Tierra, donde haya una
verdadera consulta previa para el implemento de las leyes y que estas no estén
a favor de las políticas neoliberales que se imponen no solamente en Colombia
sino en toda Latinoamérica.
Por esto rechazamos el TLC. Muchos se alegran. Los medios masivos lo
visibilizan como un gran logro. Pero en el fondo nos van a volver más
consumistas y nos ponen a trabajar como animales para poder pagar la
educación, la salud, la vivienda, la comida, los impuestos y todo lo que
necesitamos para la vida. Todo se vuelve mercancía, privilegio y negocio. Todo
se va a privatizar. Los que no podamos pagar, nos vamos a seguir muriendo y
matando.
No solamente nos quieren dividir sino exterminar. El terror se ha adueñado del
norte del Cauca. Se ha convertido en un diario vivir. Recientemente en el
municipio de Miranda, asesinaron a Julio Dagua, de 39 años, de la vereda la
Unión. Todos lo recuerdan como un ejemplo por su iniciativa de tener un
proyecto productivo como es el café, con 70 mil palos. Un proyecto donde se
integraron muchos, ya que quieren salir de los cultivos ilícitos. No se sabe cuál
fue el motivo de su asesinato que se dio en medio de una confrontación
armada entre el ejército y las Farc que llevan más de 6 días. Tendría sentido,
según el sentido común criminal de los que matan para acumular, eliminar a
alguien como Julio Dagua por cometer el delito de trabajar la tierra para
defender la autonomía y la vida y proteger a quienes explotan la tierra y
amenazan la vida para acumular capital. Ese es el sentido de la guerra para el
TLC.
Hasta el momento hay más de 180 familias de la vereda de Monte Redondo del
Resguardo de Miranda desplazadas. Denuncian que el ejército se ha escudado
en sus viviendas y por esto la gente se ha retirado para no caer en medio de
4. las balas. También dicen que el ejército los ha señalado de guerrilleros. Todo
esto se ha incrementado para alcanzar el objetivo de controlar el territorio por
parte del capital, pasando por encima de los resguardos indígenas.
En las comunidades campesinas, afros e indígenas, los grupos armados no
respetan la objeción de conciencia. Siempre quieren involucrar a los jóvenes y
niños a que empuñen un arma: “La reflexión es muy importante porque hay
jóvenes que se dejan llevar del dinero que ofrece la fuerza pública para hacer
inteligencia o se van para la guerrilla. También dicen ‘somos el ejército del
pueblo’ pero nunca nos han cuidado. Antes nos vienen matando a los líderes.
Tenemos que estar muy preparados”, comentó un Guardia Indígena de
Jambaló, después de un videoforo que se realizó el pasado mes de febrero.
Este Guardia Indígena nos recordó las diferentes movilizaciones que se han
hecho en el Cauca en los años anteriores por la defensa de la vida y de la
Madre Tierra: “Salimos a marchar, nos bombardearon desde los helicópteros
con gases, también hubieron muchos heridos. Esa vez nos tocaba bolear
garrote. Nos quemaron toda la sede de la María Piendamó. A todo lo que se
encontraron le metieron candela. Yo creo que así es la lucha, poniendo la
resistencia sin armas no nos van a vencer. Debemos seguir armonizándonos,
estar en contacto con la naturaleza, para que la naturaleza nos cuide, nos
proteja, porque si no estamos así, entonces nos vencerán. Nos vienen
ofreciendo tantos millones, millones de pesos. A nosotros que no tenemos ni un
peso. Pero yo creo que tan fácil no nos pueden comprar la dignidad. Nosotros
no estamos en venta ni somos vendedores del territorio. El que vende el
territorio es el gobierno que es el que nos está vendiendo nuestro país. En
Colombia somos como pobres pero Colombia es muy lindo, muy hermoso para
nosotros dejarnos vender así tan fácil”.
La guerra, la entrega de la soberanía y el TLC son la misma cosa, o, mejor
dicho, le sirven a los mismos intereses. Pero eso lo tiene claro el Guardia
Indígena, los comuneros de Munchique, Canoas, Miranda, Jambaló. Lo tienen
claro las comunidades negras y sus consignas. Lo tiene claro un pueblo que
hace conciencia y resiste sabiendo que una paz con TLC es otra manera de
seguir en guerra. Pero también que la guerra solamente le sirve a quienes nos
quieren acabar.
5. Declaración de paz de Caloto y Villa Rica al pueblo colombiano
Lunes, 14 de Mayo de 2012
Los hombres y mujeres participantes en la Minga por la vida, el territorio y la
paz, realizada en Caloto y Villa Rica (departamento del Cauca) los días 9 al 11
de mayo de 2012, hacemos la siguiente.
Declaración de paz de Caloto y Villa Rica al pueblo colombiano
Crece la palabra que camina
1. Esta Minga por la Paz nació en varias asambleas comunitarias de los
resguardos indígenas de Tóez, Huellas y López Adentro, en Caloto. Asediadas
por la guerra, bombardeadas como todo el norte del Cauca de una forma
indiscriminada, con temor por las armas no convencionales de la guerrilla,
cansadas de estar en un estado de sitio, llamaron a las otras comunidades
indígenas, campesinas, afrodescendientes y populares de la región para
proponer que sumáramos una vez más la palabra que camina a lo que otros ya
vienen andando. Las comunidades afrodescendientes de Villa Rica y
Guachené, que viven una situación parecida, que han visto sus casas
destruidas por la guerra, decidieron hacer parte de la minga de inmediato. Han
sido estas comunidades las que nos han convocado; las demás organizaciones
participantes les agradecemos la generosa acogida.
2. De ahí en adelante todo ha sido un crecer de este esfuerzo: Todo el Consejo
Regional Indígena del Cauca CRIC, El espacio departamental de pazla Unión
6. de Organizaciones Afrodescendientes del Cauca UAFROC, la Ruta Pacífica de
Mujeres, Comunitar, el Comité de Integración del Macizo Colombiano CIMA, la
Red de Iniciativas de Paz desde la Base, la Minga Social y Comunitaria, el
Congreso de los Pueblos, las Plataformas de paz de la sociedad colombiana,
todos hemos venido a sumar a la Minga por la Paz, sin más aspiración que
hacer parte de un instrumento para analizar, discutir, construir, caminos de paz.
Sin duda lo más importante de estas nuevas acciones que venimos haciendo,
es que se trata de las comunidades mismas las que impulsan una acción
sostenida por la terminación de la guerra y la construcción de la paz.
3. Y esta gran movilización social de base, de gente humilde y trabajadora, ha
encontrado eco en importantes sectores de la Iglesia y de las autoridades
locales. El Gobernador del Cauca, los alcaldes de Caloto, Toribío, Santander
de Quilichao y Villa Rica, se sumaron a la convocatoria, apoyaron
decididamente la Minga y se pusieron al servicio de las comunidades
movilizadas para que la exigencia de terminar la guerra y construir la paz tenga
una voz más fuerte y pueda oírse más allá de las carreteras del Cauca. Otros
alcaldes y alcaldesas, otros gobernadores y gobernadoras, han venido a Villa
Rica también a sumar su voz, a decir que la guerra y la militarización no son el
camino. Nos han acompañado los voceros de la Iglesia católica; en diferentes
momentos de esta Minga han reiterado su compromiso con la búsqueda de la
paz y han encendido su cirio espiritual con nuestras antorchas de paz. Las
comunidades que venimos a esta Minga reconocemos este gesto valiente y
necesario de unos y otros.
4. Y ahora es una Minga de todos y todas las que queremos la paz. Vendrán
otras mingas, otros recorridos, otras movilizaciones. Y allá iremos. Porque no
vamos a dejar solo o sola a nadie que se comprometa con la paz de Colombia.
Paren ya la guerra: la guerra no es el camino
5. La Minga por la vida, el territorio y la paz nos ha servido para confirmar lo
que por diferentes medios ya han dicho las comunidades: que la guerra está
destruyendo al país y el espíritu de estos pueblos, que ha agotado hace tiempo
sus posibilidades de transformación a favor de cualquiera de los sectores de la
sociedad, que no deja consolidar la organización popular.
Es un hecho que la política de consolidación territorial del gobierno nacional no
se ha traducido en una mejora de la presencia institucional democrática en los
territorios, municipios y departamentos de donde provenimos, ni en más
seguridad para las comunidades ni en mayor bienestar humano. Su saldo único
es la militarización y la agudización de la violencia política. Así mismo, la
estrategia de “desarrollo armado”, de canalizar toda la acción civil estatal a
través de las fuerzas militares, también es un fracaso, pues la guerra se chupa
siempre el desarrollo. Los programas estatales que se ejecutan en esa
modalidad se traducen en un derroche de recursos y corrupción, pues su perfil
propagandístico les quita toda racionalidad económica; y en cambio dejan
como saldo el involucramiento de las comunidades civiles en las situaciones de
guerra.
7. 6. Tampoco ha servido para derrotar a la guerrilla. Por el contrario, tras diez
años del Plan Colombia y otros seis del Plan de Consolidación Territorial, las
hostilidades entre la guerrilla y la fuerza pública han ido creciendo en la región,
no solo en número sino en intensidad. La Guerrilla por su parte intensifica su
actuar, intensificando y degradando el conflicto.
Las comunidades de forma concluyente han confirmado que están viviendo un
estado creciente de militarización de la vida civil, un clima de zozobra
angustioso y una merma evidente en sus condiciones de vida. Los continuos
ametrallamientos y bombardeos en áreas rurales realizadas por las fuerzas
oficiales, los ataques a bases y estaciones del ejército y la policía hechos por
las guerrillas en medio de población civil, como ocurre siempre en este tipo de
conflicto armado interno tienen como principales víctimas a la población
desarmada, los bienes civiles y los procesos organizativos comunitarios.
¡No! Colombia no acepta, los colombianos y las colombianas no aceptamos
que la guerra sea nuestro destino.
La llave de la paz es la movilización de las comunidades
7. Esta Minga por la vida, el territorio y la paz fue convocada esencialmente
para concretar una certeza: que solo la movilización social, ciudadana, popular,
comunitaria, abrirá el camino de la paz en Colombia. No serán el Estado ni la
guerrilla los que aceleren la necesaria apertura de una negociación política
para terminar el conflicto armado interno; los tiempos de la guerra, los cálculos
de los ejércitos, se convierten en obstáculos reales a la apertura de tal
escenario.
8. No queremos una “paz neoliberal”. Ni una paz para facilitar el camino a la
minería, las transnacionales y la locomotora minera. Ni una paz sin cambios en
el sistema político, sin modificar nada de la estructura socio-económica más
desigual de todo el continente. En resumen: No queremos una paz sin paz.
Nosotros y nosotras queremos otra paz. Queremos una paz democrática. Una
paz con cambios en la vida política y económica. Queremos una paz con paz.
No porque pretendamos resolver en una mesa de diálogo político todos los
problemas del país. Sino porque la única opción realista es acompañar el fin
del conflicto armado con transformaciones importantes en las condiciones
políticas y sociales de la vida nacional. El alcance de esas transformaciones no
puede ser decidido en un espacio cerrado entre los actores armados, sino y
precisamente en un espacio amplio y plural de la sociedad colombiana, donde
todos los actores políticos, económicos, militares, acuerden un nuevo pacto
político que permita a la sociedad vivir sin guerra y al movimiento popular
luchar por la realización de sus derechos políticos, económicos, sociales y
culturales sin temor a la muerte, al señalamiento o el desplazamiento.
9. Pero una paz con democracia -la única paz realista y posible- la tenemos
que construir pacíficamente nosotras y nosotros: las organizaciones populares,
8. los pueblos indígenas y afros, las comunidades campesinas, el movimiento
estudiantil, la intelectualidad, los sectores empresariales que entienden que la
guerra es su ruina, las Iglesias, todos y todas. La presencia de las
organizaciones de mujeres en este esfuerzo por la paz es absolutamente
indispensable, porque los efectos de la guerra sobre sus cuerpos y su
experiencia y de la construcción de democracia amplían la mirada sobre
cualquier paz posible. Así mismo las víctimas de la violencia política, cuya
satisfacción a los derechos a la verdad, la justicia y la reparación son
necesarios para lograr la reconciliación, son constructoras de este esfuerzo
monumental al que nos hemos comprometido.
Decisiones para seguir el camino
10. Quienes concurrimos en esta Minga, hemos decidido impulsar una
Consulta por la Paz acogiéndonos a nuestros derechos. Para que se
pronuncien la ciudadanía y las comunidades sobre el derecho que tenemos a
buscar y construir la paz, la necesidad de finalizar el conflicto armado mediante
un diálogo político, la obligación para todos los actores armados de respetar a
la población civil y la necesidad de realizar transformaciones importantes en el
sistema político y económico para consolidar la paz.
Llamamos a las autoridades civiles de los municipios y departamentos
comprometidas con la paz, para que concurran con esta iniciativa.
A los parlamentarios y partidos políticos que nos han venido acompañando les
pedimos que intervengan ante el gobierno nacional, el Congreso de la
República y otras instancias, con el fin de que las conclusiones de estas
consultas sean respetadas como legítima expresión del constituyente primario.
Es el momento de que el gobierno nacional escuche a las comunidades
afectadas por el conflicto armado, a los colombianos y las colombianas todas.
11. Hemos dicho también que un país donde una sola persona pretende tener
la llave de la paz es un triste país. La búsqueda y construcción de la paz no
pueden ser privatizadas. Por ello, hemos decidido continuar con los diálogos
humanitarios y al mismo tiempo presentar una demanda de inconstitucionalidad
contra el artículo 3 de la Ley 1421 de 2010, que restringe exclusivamente al
presidente de la República la competencia para establecer diálogos con
actores armados para buscar la paz o acordar compromisos de orden
humanitario.
Queremos con ello abrir el camino a cientos de alcaldes y alcaldesas
municipales, a decenas de gobernadores y gobernadoras departamentales, a
miles de autoridades indígenas y dirigentes de organizaciones comunitarias, a
líderes religiosos y espirituales, que quieren y necesitan dialogar con diversos
actores armados con propósitos humanitarios. Salvar una vida humana, impedir
un desplazamiento, detener un ataque que afecte a la población civil, no puede
ser un delito y no puede ser competencia exclusiva de un funcionario público.
9. El propósito central de los diálogos humanitarios y la demanda es que la
sociedad civil pueda lograr compromisos de los actores armados en materia
humanitaria. La Minga por la Paz ha reiterado que necesitamos dichos
compromisos de orden local o regional frente al reclutamiento de menores, el
uso de armas no convencionales y de minas, los bombardeos indiscriminados,
la violencia sexual hacia las mujeres, los falsos positivos, las desapariciones
forzadas, la entrega de combatientes muertos. Y sobre todo, el no
involucramiento de la población civil en acciones cívico-militares y el respeto a
la autonomía de los procesos comunitarios, asediados por los actores
armados.
12. Necesitamos darle continuidad a esta minga por la paz, a esta Movilización
Nacional por la Paz. Somos herederos de las movilizaciones por la paz y la
resistencia que se realizaron en los años noventa. No son un fracaso, como
quieren presentarlo algunos. Fueron la más generosa contribución al país.
Estamos tejiendo diálogos con las recientes movilizaciones por la paz que han
venido realizando las organizaciones sociales: El Encuentro de Paz de
Barrancabermeja, el Congreso de Tierras y Territorios del Congreso de los
Pueblos, la reciente movilización de la Marcha Patriótica, la propuesta de los
mínimos para la paz impulsada por la Iglesia católica y otras muchas
propuestas a nivel del país.
Para darle continuidad a este proceso, consideramos necesario dar un salto de
calidad. Nos comprometemos en la realización del Congreso Nacional de Paz,
que diversos sectores vienen impulsando. Urge al país un encuentro de todas y
todos quienes apostamos por la solución política del conflicto armado.
Debemos constituir un escenario donde el país nacional aparezca en su
diversidad, exigiendo la paz y aportando a su construcción.
13. Saludamos que un número creciente de gobernadores y gobernadoras, de
alcaldes y alcaldesas del Pacífico y Suroccidente, reunidos en Villa Rica
(Cauca) a instancias del gobernador del departamento, hayan tomado la
decisión de seguir fortaleciendo una red de autoridades locales y regionales por
la paz. Es su derecho. Y es una contribución valiosa para este proceso de
acumular manos y palabras de paz.
Dos acciones estamos prestos a acompañar a la institucionalidad: la
constitución y convocatoria a los Consejos Municipales y Departamentales de
Paz, con amplia y plural participación de la sociedad civil. Un liderazgo
decidido de las autoridades locales en esta tarea puede ser una contribución
cierta para cambiar el clima agresivo y de guerra que nos ha dejado una
década militarista. Los instamos a que pidan al gobierno nacional que haga lo
propio con el Consejo Nacional de Paz.
Y en segundo lugar, es urgente que las autoridades locales promuevan de
forma coordinada en todo el país una reflexión sobre el modelo de desarrollo
regional que impulsa el gobierno nacional, y sobre leyes que no promueven la
paz sino que estimulan el conflicto.
10. Estamos convencidos que la estrategia de consolidación territorial liderada por
las fuerzas militares, la agresiva política extractivista minero-energética, las
concesiones a transnacionales de forma inconsulta e irresponsable, no solo
afectan a las comunidades, sino que crean a los gobiernos locales y regionales
situaciones de ingobernabilidad creciente, intensificación de la crisis
humanitaria que deben atender, pérdida de autonomía para la gestión pública y
reducción de los ingresos públicos.
Declaración de paz
A eso hemos venido. A escucharnos y hacernos escuchar. A declararle la paz a
Colombia.
Cuenten con nosotros y nosotras para la paz. Nunca para la guerra.
Caloto y Villa Rica, mayo 11 de 2012.