1. FOTO: WIKIMEDIA COMMONS
Panorámica del Palacio Municipal de Juchitán.
Juchitán: tierra
sostenida por la mujer
Anneliza Pineda Ordaz
N uestros antepasados, aún sin contar con una educación formal, un estilo de vida estable-
cido y un amplio conocimiento sobre cómo administrar sus recursos siempre estuvieron
conscientes de la importancia que tenía la división del trabajo. Cada individuo sabía el rol
a desempeñar así como la responsabilidad que implicaba tener un cargo y ser pieza importante
de la sociedad de esos tiempos.
Sin embargo la situación tuvo un cambio ligero cuando comenzaron a emigrar a otros lugares
debido a la necesidad de supervivencia, adoptaron nuevas formas de vida e incluso perfecciona-
ron sus técnicas de caza y elaboración de herramientas, conforme el tiempo transcurría el nivel
jerárquico no mostraba grandes cambios y la mujer no figuraba en las actividades de la sociedad.
2. El papel de la mujer se vio minimizado ante rol que desempeñaba el hombre de esa época, las
mujeres se encargaban sólo de las labores domésticas, las condiciones no cambiaron por mucho
tiempo, fue necesario dejar pasar cientos de años para que a mediados del siglo XX en 1953 la
mujer fuese acreedora al derecho a ejercer sus decisiones mediante el voto.
A partir de esa fecha, la mujer comenzó a figurar más en la sociedad, el género femenino inició
una lucha en pro de sus derechos y con ello consiguió el reconocimientode los demás individuos
como parte importante de una sociedad; la lucha no fue sencilla, pero se mantuvieron firmes por
mucho tiempo hasta alcanzar la meta que en principio se propusieron: la equidad de género.
Es precisamente esa lucha constante que las mujeres tienen con la vida lo que me lleva a re-
flexionar, ¿Qué tan importante resulta el trabajo de una mujer en una sociedad? ¿Cuáles son los
principales obstáculos a los que se enfrenta? ¿Cuál es el rol que desempeña? ¿Es posible que el
trabajo cotidiano que realizan influya en
algún ámbito de la sociedad?.
En las calles la actividad comienza muy
FOTO: NEMESIO MÉNDEZ
temprano, pueden observarse muchas
personas caminando, sin embargo, la
mayoría son mujeres, las hay de todas
las edades, de la más joven a la más
grande, todas lucen un atuendo senci-
llo: huipil de tela, enagua y el cabello re-
cogido en una cola de caballo o trenza.
Poco a poco el centro de este lugar va
adquiriendo color, incluso el aroma de
un nuevo amanecer es distinto.
Dentro del mercado público las cosas no
son distintas, Dominga se recluye en los
Mercado de Juchitán, una amalgama singular entre el
pasillos del lugar, saluda a todas en su
español y el zapoteco.
lengua materna, el zapoteco.
Abre el puesto que le corresponde, limpia los mostradores, saca cajas de la parte de abajo del
local, mueve sillas, prepara la mercancía para vender ese día y una vez más se persigna como
símbolo de fe y esperanza, está preparada para resistir la complicada batalla de un nuevo día
que promete ser desgastante pero tajante comenta: “así es esto pues, no había dinero en mi
casa para que yo estudiara, y luego éramos un montón de chamacos, aunque quisiéramos no se
iba a poder, pobres mis papás porque todos los días se preocupaban por el dinero, muy pobres
estábamos-“.
Cuando alguien viene al Istmo y se interna en las calles de Juchitán es como si visitara otro pla-
neta, un mundo gobernado por las mujeres en el que no se distinguen edades, -“una tiene que
empezar a trabajar desde chamaca y tienes que aprender pues, porque si no lo haces bien ya te
‘amolaste’ y así es hasta que ya estés muy vieja y no sirvas-“ (ríe).
Juchitán tiene 85,869 habitantes de los cuales aproximadamente un 67.5% son mujeres, razón
por la cual es considerado un municipio donde se practica el matriarcado, es decir, son las muje-
res quienes principalmente tienen el poder y en este caso incrementan la producción económica.
3. No es necesario hacer una obse vación minuciosa del lugar para darse cuenta de la gran cantidad
de mujeres que se encuentran agrupadas en ese espacio territorial, -“ mujeres es lo que más hay,
cuando mi marido vivía decía que algún día el Istmo sería de pura mujer y Juchitán más todavía
porque siempre así se veía, como que las mujeres ma dan, y luego por eso los hombres querían
hacerse mujer, porque son las que luego tenía más dinero pues-“ (acompaña su risa con un movi-
miento de mala expresando silencio).
Sin embargo la situación no siempre
FOTO: NEMESIO MÉNDEZ
fue igual, hace varios años la periferia
del mercado no contaba con los co-
mercios que ahora están asentados
y aunque en principio lograr que las
mujeres de ese lugar se acoplaran al
cambio fue complicado, tarde o tem-
prano tuvieron que hacerlo- “¡Ay sí
pues! Yo no era grande todavía, pero
mi mamá luego me decía que como
era nuevo toda la gente iba a com-
prar ahí y que dejaron el mercado un
rato”- la derrama económica fue noto-
ria, muchos puestos cerraron y otros
más aunque resistieron las bajas
ventas seguían mostrándose incon- Doña Dominga atiende su puesto.
formes y la preocupación a tope.
-Ya después la cosa se puso como antes, otra vez hubo venta, pero muchas conocidas tuvieron
que buscarle pues, porque había que comer y luego tenían hijos como conejas.
La práctica del comercio ejercida principalmente por el género femenino en este lugar es funda-
mental para el desarrollo del municipio, no obstante ellas lo ignoran.
-¿Sabe usted que gracias a las ventas de este lugar Juchitán cuenta con una economía más o
menos estable?- le pregunto.
-¿Cómo?
-Sí, es decir, gracias a la cantidad de dinero que circula en el mercado, el municipio tiene
fondo para seguir creciendo, desarrollar proyectos, inversiones, etcétera.
-¡Ay a poco! Pues yo nada más vendo para comer, pagar mi luz, mi agua y para lo que se ofrezca
pues.
Es precisamente el hecho de ignorar la verdadera importancia que tienen la mujer en esta so-
ciedad la razón por lo cual siguen permitiendo su marginación (sin darse cuenta), piensan que
su trabajo no tiene ninguna repercusión. Muchas mujeres pasan por esto, no sólo en el Istmo el
papel de la mujer es importante y no es reconocido, en muchos lugares la historia se repite, aún
quedan restos de machismo y desigualdad, sin embargo, las mujeres no se dan por vencidas,
mantienen firme sus deseos de superación y aunque no lo sepan son indispensables no sólo para
preservar la especie sino para activar la economía de la sociedad.
Es pues, muestra de tenacidad y ganas de progreso lo que las mantiene aquí, día a día, sol a sol,
si llueve, si tiembla, incluso si el mundo conspira en contra de lo autóctono, ellas no descansan.
4. “Así es aquí, todos los días igual, viene una desde tempranito y se va para su casa hasta que ya
es de noche, a veces hay suerte porque se acaba tu mercancía, pero luego se queda todo ahí y
hay pérdida porque se descompone, ni para que lo saques al otro día, la clienta ya no lo quiere,
pues me lo llevo a la casa y ahí a ver qué se le hace, pero sí, es muy difícil esta vida y ahora más
con la crisis, la gente ya no tiene dinero y cuando vienen a comprar puro quiere que le des barato
y una con tal de vender pues lo da así, pues sí, a nada, mejor que salga barato“.
Sí, es una vida llena de dificultades, pero siguen al pie del cañón, es una actividad que se hereda
de generación en generación, sobrevivir cada día cuesta más y más para quienes muchas oca-
siones son madres solteras, viudas, divorciadas y con hijos que mantener, la edad no titubea y
cuando menos lo esperan llega el momento de cesar la lucha.
“Pues mi mamá ya se murió hace muchos años, luego mi marido hace cuatro, sola estoy yo con
mis tres hijos, dos hombres y una mujercita, pobre ella, ya le dije que ni modo, le va a tocar sufrir
un poquito, pero que así tiene que ser, no hay de otra“.
Así es Juchitán, un lugar en el que poco se sabe de la importancia que tiene la mujer istmeña
en el desarrollo de este lugar, un lugar en el que la mujer mantiene una lucha constante contra
la discriminación y la falta de recursos, un lugar en el que el descanso sólo llega con la muerte.
“Yo digo que me va a tocar descansar cuando Dios quiera llevarme para allá, ahorita hay que tra-
bajarle, la vida es canija y si te duermes te quedas sin nada, qué más pues, así nos tocó vivir...”◘