Un joven recolector narra su día de trabajo recolectando leña y alimentos para su familia en una aldea pequeña. Salió temprano a buscar vegetales como calabazas y chayotes que no se encontraban en su aldea. En el camino recogió tunas y al no traer cesta hizo una nueva de ramas. En el regreso encontró un jabalí fresco que llevó para su familia. A pesar de un regaño inicial, su mamá lo felicitó por la comida que logró recolectar.
1. DIARIO DE UN JOVEN RECOLECTOR
Me levanté un día como cualquier otro a realizar mis labores matutinas, era una
mañana muy fría en nuestra aldea, vivía en una aldea pequeña con mi familia que
está compuesta por cuatro integrantes, todos trabajábamos, yo siempre me he
dedicado a recolectar leña y alimentos para mi familia, ese día en particular, mi
mamá me pidióalgunos frutos y vegetales que no se encontraban en nuestra aldea.
Me dispuse a caminar a donde sale el sol porque allá se encontraban ese tipo de
vegetales, buscando calabazas, algunos chayotes, al ir caminando vi algunos
nopales llenos de tunas y pensé que podría llevármelas para que mi mamá nos
hiciera una agua de tuna, seguí caminando hasta llegar al lugar que iba y estando
ahí me puse a cortar las calabazas y chayotes por los que había ido, pero al seguir
cortando me di cuenta que no tenía donde ponerlos, se me había olvidado la cesta
en la que debía llevar los vegetales, por lo que decidí hacer una nueva con ramas
de los árboles cercanos, y se me hizo tarde cuando la terminé, y debía darme prisa
para alcanzar a llegar.
A la mitad del camino me encontré a un jabalí muerto pero aún fresco y decidí
llevármelo para comerlo con mi familia, también recogí un poco de agua de una
laguna que estaba cerca de donde levanté el jabalí, al llegar por fin a mi casa, mi
mamá me regañó aunque al ver todo lo que había llevado, me felicitó y hasta me
dio de regalo unos zapatos hechos de piel de víbora y ese día de suerte comimos
todos hasta llenar carne con vegetales y agua de tuna, de verdad que ser un
recolector no es tan malo.