Huayllacayán, es el pueblo donde nació mi madre; desde niño esperaba con ansias la llegada de mi abuelita Anqui, trayendo sacos de la riquísima chirimoya. En los altillos de mi añeja casa los madurábamos bajo el abrigo de las hojas del sauco.
HUAYLLACAYAN EL 8 DE DICIEMBRE LA VIRGEN PURÍSIMA Y RECUERDOS DE INFANCIA
1. Huayllacayán, es
el pueblo donde
nació mi madre, desde
niño esperaba con
ansias la llegada de mi
abuelita Anqui, trayen-
do sacos de la riquísi-
ma chirimoya. En los
altillos de mi añeja
casa los madurábamos
bajo el abrigo de las
hojas del sauco. No
había en Chiquián,
mejores chirimoyas que las de
doña Luchi, eso lo sabían los ami-
gos de mi padre, y los vecinos que
venían a la casa para llevarse
algunos.
En mi niñez el nombre de Huay-
llacayán estuvo ligado a las frutas,
cosa que faltaba en Chiquián.
Salvo las manzanas verdes que
solíamos con sobresalto hurtarlas
de las chacras de Chinchu Puquio
de mi amigo Pepe Calderón.
Pero también Huayllacayán me
recuerda a los granos de cebada,
trigo y maíz que venían en sacos
para alimentarnos todo el año,
incluso alcanzaba para cebar los
cerdos que se mataban en el mes
de diciembre para recepcionar a
mis hermanos que venían de va-
caciones. Ahora que se avecina el
8 de diciembre, fiesta de la patro-
na Virgen Purísima de Huayllaca-
yán, quiero homenajear a este
querido pueblo, y a todos sus
residentes en Lima. Permítanme
por eso recordar dos anécdotas.
Tenía unos 8 años de edad, estaba
aún en primaria, cuando se me
presentó la oportunidad de visitar
Huayllacayán. Era el mes de fe-
brero, mi tío Fernando hermano
menor de mi madre, que estudia-
ba en Lima, fue a visitar a Chi-
quián durante el mes de Enero,
luego iría a visitar Huayllacayán,
entonces le propuso a mi madre
llevarme.
Mi ilusión de niño siempre había
sido estar bajo los árboles fruta-
les, y comer a toda libertad, los
pepinos, chirimoyas, naranjas y
paltas que abarrotaban las valijas
cuando venía mi abuelita. Se dio
el viaje, era la mi primera vez que
bajaba a la costa, nuestra primera
parada fue Chasqui, allí nos que-
damos dos días, hospedándonos
en la casa de mi tío don Aurelio
Padilla, que quedaba a la entrada
del pueblo, antes de pasar el río.
Yo, en Chiquián era un reconoci-
do jugador de bolitas, a pesar de
mi pequeña cuarta, había dado
cuenta de otros que me duplica-
ban en extensión, como a Bellota.
A los niños de entonces nos gusta-
ba mucho disponer de los cholo-
cos, que eran bolitas negritas,
duras, productos secos de algún
árbol, desconocido para mí.
Estábamos, decía, en la casa del
tío en Chasqui, cuando uno de los
primos de dos o tres años mayor
que yo, me mostró gran cantidad
de estos choloquitos, entonces le
pregunté, inquieto y curioso, de
dónde los sacaba, él me respondió
señalándome, “de aquel árbol”,
era uno coposo de mediana altu-
ra. La emoción de tener la fuente
de los cholocos, me motivó tre-
parme con la premura de alguien
que ve cerca un manjar.
Cuando estaba subido llenando
todos los bolsillos con las hojas
verdes que contenían las bolitas,
súbitamente sentí un fuerte hin-
cón en el oído, entonces me di
cuenta que venían sobre mí in-
mensas avispas, desde arriba
asustado me solté y caí adolorido
al piso. Se apresuraron en aten-
derme, comprendiendo que había
sido atacado solo por una avispa
menos mal. Pasé el resto del día
recuperándome adolorido, sin un
solo choloco en el bolsillo, y mi
sueño frustrado.
Al día siguiente cuando subía
montado al burro, desde la Espe-
ranza a Yumpe, mi oreja se sacu-
día haciendo competencia en
extensión y compás con las del
jumento, cosa que le causaba
mucha risa a mi abuelito Minchu,
(Wenceslao Gamarra) cada vez
que me miraba. Todo ese dolor e
incomodidad lo soportaba con
serenidad, esperando pronto
hallar las frutas que tanto había
esperado.
“Abuelito, y ¿cuándo vamos a
hallar los arboles de naranja,
HUAYLLACAYÁN EL 8 DE DICIEMBRE: FIESTA DE LA
VIRGEN PÚRISIMA, RECUERDOS DE UN VIAJE EN LA
INFANCIA
“Mi ilusión de niño
siempre había sido
estar bajo los árboles
frutales, y comer a toda
libertad, los pepinos,
chirimoyas, naranjas y
paltas que abarrotaban
las valijas cuando venía
mi abuelita”
Página 4 EL ZAGUÁN DE ORO PUQUIO Volumen 1, nº 12
La iglesia restaurada en la plaza de armas
2. chirimoya, palta, y pepino?”, le
pregunté preocupado, pues avan-
zábamos y no aparecía nada. “Qué
dices hijito, la chirimoya es ese, la
palta ese otro, en cuanto a las
naranjas ya pasamos, y los pepi-
nos aparecerán cuando regreses
en marzo”, me respondió señalán-
dome los inmensos árboles, que
nos acompañaban a uno y otro
lado del camino. Frustrado por
esa verdad, se me esfumó el sue-
ño, de pasar debajo de arboles
llenos de frutas colgando de sus
ramas al simple alcance de las
manos y por el cual había decidi-
do viajar a la tierra de la provi-
sión.
Lo que había ocurrido, que no era
su temporada. Cosa que si se dio
cuando regresé a fines de marzo,
desde Yumpe, La Esperanza,
Llampa, las frutas estaban en
cajones repletos, puestos al borde
del camino, pepinos, sandias,
naranjas, subían al camión a pre-
cios de regalo, nos aprovisiona-
mos bien, comí hasta donde pude
y llegamos a Chiquián, con los
bultos llenos de frutas, así como
lo hacía mi querida abuelita An-
qui, doña Angélica Cueva de Ga-
marra, que aunque tarde le brin-
do mi eterno agradecimiento y en
su nombre les transmito mis me-
El pueblo de Huayllacayán en la actualidad
jores recuerdos a mis tíos y tía.
Igualmente hago extensivo mis
saludos a mis amigos huayllaca-
yanos con quienes he compartido
muchos inolvidables momentos,
como el deporte defendiendo
incluso la casaquilla de Huaylla-
cayán, frente a Chiquián, ganán-
dole una final en el estadio Ale-
jandro Villanueva del Rímac.
¡Feliz día hermanos de Huayllaca-
yán en este 8 de diciembre!
La Pluma del Viento
Lima, 4 de diciembre de 2011
“mi querida abuelita
Anqui, doña Angélica
Cueva de Gamarra, que
aunque tarde le brindo
mi eterno
agradecimiento ”
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El productivo valle del rio purísima y Yumpe
En la fiesta del 8 de diciembre La semana santa
Los residentes en Lima, replican la
fiesta del 8 de diciembre siempre a
lo grande.