1. LA FUENTE DEL TIEMPO
Olentzeroes un hombre robusto, desastrado, de buen comer y borrachín.Era muy
caprichoso y antipático. Hacía carbón vegetal. Todos los del pueblo le temían porque,
como casi siempre iba ebrio, asustaba a los niños y robaba a las mujeres que iban solas
por la calle. Un día, todos los del pueblo se reunieron y echaron a Olentzero del pueblo,
así que se fue a vivir al monte él solo.
Un día, mientras caminaba hacia lo más profundo del bosque para hacer carbón,
encontró una fuente que jamás había visto. Al principio pensó que se había perdido,
pero él estaba seguro de que había seguido el camino de siempre. Entonces se acercó y
probó a ver si funcionaba la fuente. Cuando la presionó, notó cómo la tierra se movía,
como si fuera un pequeño terremoto. Al de cinco segundos,la tierra paró de temblar y
empezó a salir un chorro de agua por la fuente. Olentzero, muy extrañado, siguió su
camino.
Cuando terminó su jornada por ese día, volvió a casa muy asombrado, por lo que
había pasado y porque todavía era de día. Normalmente llegaba al anochecer, pero aquel
día no.
Al llegar a casa, vio que no le quedaba vino y, muy cabreado, cogió el coche y
se fue al supermercado. Llegó, aparcó el coche y entró. En el momento que empezó a
comprar, vio como la gente estaba quieta, muy quieta. Parecía que estaban inmóviles.
Todo era muy extraño aquel día, asi que cogió el vino y, como nadie le veía ni le decía
nada, se marchó sin pagar.
Volviendo a casa, meditó todo lo sucedido aquel día y llego a la conclusión de
que el tiempo se había parado al apretar la fuente. Tan pronto como llego al monte, se
adentró en el bosque en busca de la fuente. Cuando la encontró, la volvió a presionar y
volvió a notar la misma sensación de antes, el mismo temblor, el mismo tiempo y el
mismo chorro de agua.
Empezó a anochecer y Olentzero, muy orgulloso por el descubrimiento que
había hecho, se fue a descansar. Al día siguiente, se le ocurrió que podría parar el
tiempo cuando él quisiera y, mientras tanto, podría robar cosas sin que nadie se enterara.
Ya casi era navidad, y, como todos los años, Olentzero pasaba las navidades solo
y sin regalos. Aprovechándose del don que gozaba, decidió robarle todos los regalos a
los niños del pueblo, de ese modo, se vengaría de ellos y sentirían lo que Olentzero
había sentido durante todos esos años.
Llegó la noche de Noche Buena y Olentzero ya estaba preparado. Paró el tiempo
y empezó a robar por las casas más ricas. Los árboles de navidad estaban llenos de
regalos de todo tipo de tamaños: grandes,enormes, pequeños… Olentzero, sin
compasión, cogió todos los regalos sin dejar ninguno.
Terminó de robar en las casas de los ricos y continuó con la de los pobres. Entró en
la primera casa de los pobres y vio que tenía unos pocos regalos, no tantos como en las
casas de antes, pero siguió con su plan. De pronto, mientras metía los regalos en una
2. bolsa, notó como alguien le estaba tocando el hombro. Se dio la vuelta y vio a un niño.
Tendría unos 9 años, era delgaducho e iba en pijama. Entonces este le dijo:
-
¿Qué haces en mi casa?
¿Y tú cómo puedes verme?- le respondió muy sorprendido.
¿Por qué no te voy a ver? ¡Seré pobre, pero no ciego!
Al decirle que era pobre,Olentzero se fijó en la casa en la que vivía. Era diminuta,
con un cuarto de baño, una cocina y un salón donde dormían sus padres, sus dos
hermanas pequeñas y él. Olentzero sintió mucha tristeza por las circunstancias en las
que vivía el niño y, algo dubitativo, al final dijo:
-
Traigo estos regalos para vosotros porque sabía que no tendríais muchos.
¿Enserio? ¡Muchas gracias!- contestó el niño.
De repente, el niño se abalanzó sobre él y le dio un fuerte abrazo. Hacía tiempo que
nadie le daba un abrazo a Olentzero y se sintió muy complacido. En ese momento, se
dio cuenta de lo que había estado haciendo durante toda la noche estaba mal y repartió
los regalos que antes había robado por todas las casas pobres.
Esto le sirvió de lección y se convirtió en mejor persona, más bondadoso y afable. A
partir desde ese momento, todas las Noche Buenas, empezó a entrar en las casas de los
tacaños y egoístas para quitarles los regalos y repartirlos entre los pobres.