El documento explora las similitudes entre músicos y mexicanos, particularmente su necesidad compartida por sentirse diferentes y excluidos de la sociedad dominante. Ambos tienden a exagerar su identidad artística o cultural para lograr inclusión de una manera inconsciente. Comparten también una sensación de soledad y búsqueda de escape a través de la música, la fiesta y el alcohol.
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
Música y mexicanidad
1. Paz en la música ¿Qué características, rasgos y similitudes se encuentran o
"Dicen que estoy loco, porque creo que perder la razón se complementan entre el amante del sonido y el amante del
es el camino que conduce hacia el corazón.
Porque creo que la vida es mejor que el cine, bigote? ¿Qué distingue a los músicos de México con los músicos
es la obra de arte en movimiento eterno.
La sincronía perfecta. La belleza viva. El poema de amor que no acaba. de otros países y por qué? ¿Qué esconde el hombre
Creo que la vida es según como la miramos.
Si cambio la forma de ver las cosas,
desapercibido detrás de una voz quebrada, nostálgica y al borde
las cosas cambian de forma. Somos el lienzo, las pinturas y el artista. de la ausencia? ¿Cómo se mezcla la extroversión del músico con
Ver la vida con ojos de belleza y arte es conectarse a la vibración
y cadencia del universo donde todos somos uno. el hermetismo casi exclusivo del cantante entre dientes?
La vida es para amarla, no para juzgarla.
Dicen que estoy loco, porque creo”. Hay una necesidad básica que –en su mayoría‐ se
Santiago Pando.
exterioriza en el músico y en el mexicano y, aún más, en el
El mexicano: personaje misterioso e indescifrable, víctima poseedor de estas dos características: la necesidad por ser
y juez, hacedor de sí mismo a través de la historia. No diferente. Ese “ser diferente” se puede explicar desde muchas
conservador pero sí tradicional; amante de la nostalgia y de la raíces contextuales pero la que ahora nos importa es el sabernos
comparecencia. Autoindulgente. Presente gracias a su ausencia: excluidos y, gracias a eso, buscar la inclusión –si se quiere
a no ser nadie, a subrayar la carencia de su ser. Ser mítico y pensar como inconciente‐ a la sociedad a través de la
explosivo; transparente y denso. Puberto sin respuestas y, a exageración de nuestra identidad (o de la identidad del grupo al
veces, sin preguntas. Macho: no se raja. Buscador eterno del que nos sentimos allegados). El mexicano que reside en Estados
desahogo intermitente. Fiesta, alcohol y música: son un escape. Unidos exagera su identidad mexicana para excluirse de la
Olvidarse de sí, que la esencia del mexicano muera un día, para sociedad “gringa”. Mientras, por otro lado, el músico –bohemio y
al otro día, volver a nacer y volver a ser nadie. extravagante de corazón‐ hace notar con su vestimenta liberal,
llamativa y temática, que lleva la música en la piel. Que respira y
2. vive música en todo lugar; con sus ademanes siempre inquietos, esta libertad?”, muy parecido al proceso de madurez en el que se
siempre llevando un tiempo imaginario, un reloj que no sigue los encuentra el pueblo mexicano y ‐tomando en cuenta que un
segundo pero que sí sigue a un metrónomo mental: ritmo desde sujeto puede coincidir en ser mexicano y músico (que es en lo
las palmas de sus manos hasta los píes. Siempre activo, siempre que este ensayo pretende ahondar)‐ que puede llevar al músico
oculto y refugiado en la música pero, al mismo tiempo, siempre a plantearse dos pubertades en un mismo espacio y tiempo. Dos
remarcando que pertenece a algo más grande que él mismo: a dudas existenciales que, combinadas, dan como resultado una
una comunidad auditiva; a un territorio utópico que no sólo extrema nostalgia (también siempre amada por el mexicano) y
tiene ensimismado a un sujeto, sino, a todo un conglomerado de un extraño sentimiento de perdición en un mundo nuevo, no
personas buscando escape. perfecto pero sí mejor que el mundo en el que no se es nadie y,
Hablábamos de un momento de pubertad en el mexicano de la misma manera, todos son nadie para uno.
en el cual se pregunta “¿quién soy?” y “¿por qué lo soy?”. Este Tal vez pueda ser que el artista musical alcance una
momento –hablando de sociedades con implicaciones políticas, madurez desequilibrada gracias al contexto geográfico que carga
sociales y económicas‐ se alcanza después de una en el lomo. Pero, en ese ser nadie e ignorar el rostro ajeno, se
independización: cuando se alcanza la supuesta “libertad” y no desviven los sueños que conllevan la profesionalización de la
se sabe cómo lidiar con ella. Lo mismo pasa con el músico. pasión por la música. El mexicano “ningunea”: los demás no
Haciendo una analogía, el músico descubre una pasión y una existen; sin recelo, ni odio, ni rencor. Sólo no existen y punto. Los
catarsis en la música que lo lleva a creer que ha encontrado una otros artistas tampoco existen; existo yo y mis ganas de que el
“libertad” sumamente única, sumamente suya, sumamente mundo me compadezca por ser “rifado”, por tener algo que decir
liberadora. Al encontrarse, desnudo del alma, con esta libertad –la mayor parte de veces sólo para mí‐. Existo yo, que merezco
se pregunta “¿quién es este hombre tan libre?” y “¿qué hago con ser escuchado, entendido y aclamado. Ya sea porque encontré la
3. madurez en mi ámbito artístico; ya sea porque el músico se las una máscara que invita a abandonar empáticamente la realidad;
ve negras y el mexicano “no se raja”. Ya un día dije que de la se esconde pero se exhibe en busca de más mundos irreales que
música voy vivir, ya no hay vuelta atrás: poco hombre si no lo converjan con el suyo. Se compadecen entre sí, pero siguen
intento. Un artista que no lucha y sufre para conseguir lo que siendo nadie: o vale la idea, o vale la persona. No hay un alguien
quiere, es como un macho que se deja. capaz, sólo ideas buenas pertenecientes a personas que ignoro,
Aclarando: no me refiero a todos los músicos o pertenecientes a nadie.
mexicanos, si no a características que a ojo superficial se pueden Ambos están solos, tanto el bohemio embrutecidamente
comparar; connotaciones casi obvias que aparecen comúnmente romántico, como el devorador de pozole y tacos. Ninguno
entre las vivencias que a mí me rodean. trasciende su soledad; protestan sobre ella, buscan
Estar en un escenario puede tener dos formas de ser compadecencia ajena ante el hecho de estar solos en un mundo
vivido: desgarrar el alma y desnudar el corazón que sufre ante la mejor e intangible. Solos en un mundo de sonidos que sólo entre
realidad indefectible de la vida, o crear un disfraz, esconderte en tequilas y excesos explotan y son escuchados. Solos consigo
la utopía de un mundo casi perfecto en donde invitas a todos a mismos; pubertos preguntones que se contestan a sí mismos en
ser parte, aunque sea por breves momentos. Dudo mucho que un círculo en cuya órbita gira un mejor mundo: un mundo que
exista un verdadero equilibrio entre ambos pero sí creo que hay no es perfecto, pero que es mejor; un mundo en el que no hay
un tema de porcentajes. A pesar de las diferentes combinaciones “ninguneo”, ni soledad. Soñamos con un mundo en el que estar
que se podrían crear en la balanza entre lo desgarrador y lo solo es estar en sintonía con el aislamiento mismo, con la
imaginario, existe un ingrediente universal que es el intento de nostalgia que da sabernos muchos y estar sólo uno.
sublevación: el mundo no está bien y me niego a existir todo el
tiempo en él. El músico, así como el mexicano, se aísla detrás de Héctor Raúl Patrón Ramírez