1. EL PRECIO DE LA
FELICIDAD CONYUGAL
Encuentro de los padres
Celd – Enero 2014
2. ¿Es posible encontrar en la Tierra una relación perfecta?
¿Una pareja feliz, en la que cada uno, con sus
posibilidades, complete al otro sin exigencias , sin herir ni
lastimar?
Podemos decir que una relación perfecta presupone la
unión de dos personas perfectas. No obstante, esto es
imposible aquí en nuestro mundo , aun, tan atrasado
espiritualmente.
3. En tanto, a pesar de los defectos que todavía predominan
en nuestra sociedad, sabemos de parejas que viven muy
bien y gozan de una relativa felicidad , ya que la felicidad
total sólo la conoceremos en otro Mundo, conforme nos
dice el Cristo.
Estas parejas felices son personas comunes que luchan
con dificultades profesionales, familiares, al igual que
con problemas íntimas, sin embargo, persiguen un firme
propósito de alcanzar la paz junto al conyugue y con las
personas que los rodean.
4. Entonces, ¿es posible encontrar la
felicidad conyugal?
Sí, ¡es posible!
El comienzo de todo es concienciarnos de que , así como
eliminamos el AMOR, también lo cultivamos.
7. La felicidad conyugal es obra de varios
factores, mas, nos gustaría enfatizar un factor muy
importante.
8. En
el
Templo
de
Apolo,
en
Monte
Parnaso, Grecia, había una inscripción en la entrada
que decía: "Conócete a ti mismo", frase que puede
ayudarnos a entender la importancia de adentrarse
en el estudio de la propia personalidad a fin de
descubrir ciertas motivaciones, ciertas fuerzas que
impulsan nuestra conducta y nos proyectan como
personas o nos debilitan y empobrecen.
9. Esta vieja premisa podemos llevarla a la vida
profesional, sentimental, y principalmente a la vida
conyugal ya que resulta muy valioso conocer los
estados emocionales que se dan en nuestro
interior, dirigirlos en forma adecuada y en la
dirección correcta.
10. Los vaivenes y circunstancias diversas a los que nos
sumergimos diariamente, las propias faltas
personales, el entorno social que propone una
cultura facilista, que exalta la belleza corporal, el
placer inmediato, y los valores morales tan débiles
en una sociedad en crisis, constituyen factores de
riesgo que pueden facilitar o bien propiciar
actitudes en la pareja que favorecen la infelicidad, la
decepción, la insatisfacción.
11. El conocimiento de si mismo produce la capacidad
para controlar y dominar los sentimientos y las
pasiones y eso es un signo de madurez y demuestra
la potencialidad que tiene cada uno de gobernarse a
sí mismo, distinguiendo entre lo valioso de verdad y
lo que es sólo apariencia.
12. La persona que se conoce a sí mismo con
objetividad, con detenimiento, sabiendo qué
sentimientos
sustentan
sus
actos,
sus
impulsos, posee una herramienta poderosa que le
permite abrir las puertas de su propia capacidad
emocional y espiritual.
Lo hace más libre de sus decisiones, puesto que
puede elegir con conocimiento real lo que lo
favorece o no para su propio crecimiento espiritual y
para la felicidad conyugal. Puede dominarse y
aprender a controlarse y no ser víctima de sus
propias
debilidades:
egoísmo, orgullo, impaciencia, rabia…
13. En el libro "El amor inteligente” encontramos:
"El amor comprometido aspira a la fidelidad. La
fidelidad de principios, de ideas, de compromiso, de
valores…”
La fidelidad es ante todo una actitud, una forma de estar
frente a ti mismo y la propia pareja. Está hecha de
generosidad, renuncias y se sustenta en pequeñas
actitudes en el día a día.
14. “La perseverancia en el amor no está considerada en
nuestra sociedad hedonista y permisiva, pero es de
capital importancia (...); la fidelidad de principios, de
valores, hace a la persona íntegra y coherente y no
olvidemos que la coherencia es una de las puertas por
las que se accede a la felicidad.” nos habla el libro “El
amor inteligente”.
15.
16. En fin, podemos enumerar varios otros ingredientes, para obtener la
felicidad conyugal, pero ciertamente con amor trazaremos nuestros
propios caminos y conseguiremos éxito en nuestra convivencia
matrimonial.
El amor necesita de cuidados, de valores y vivencias importantes
compartidas, tejidas de constantes demostraciones de afecto;
requiere de grandes ternuras y pequeños gestos, de ciertos
renunciamientos que permiten deponer el egoísmo para dejar de
pensar en uno y para seguir pensando en dos.
El amor se riega todos los días para que se mantenga fresco el
compromiso que implica, porque no hay un amor conyugal auténtico
si no existe un compromiso voluntario y responsable que recuerde el
camino
escogido:
aquel
que
se
alimenta
de
respeto, consideración, lealtad.
17. “No olvidemos, la agrupación familiar no es resultado de
encuentros apresurados en el mundo físico, habiendo
ocurrido en las esferas espirituales antes del
renacimiento orgánico, cuando son diseñadas las
programaciones entre los espíritus comprometidos
positivamente o negativamente, para los ajustes
necesarios y el progreso al que todos se encuentran
sometidos.”
Joanna de Ângelis