INTERVENCIÓN EN EL MARCO DEL EVENTO "EL CARIBE ES LIBERAL".Cartagena. 2013
1. Inició mi intervención recordando el siguiente texto:
“…Para el gobierno es claro que el profundo proceso de Reforma
Constitucional que ahora convoca a toda la Nación, es la
oportunidad de dar un paso cuantitativo en el tránsito por
el camino citado, que otorgue posibilidades efectivas de
solucionar los problemas que aun presenta el régimen
departamental y municipal colombiano: la desigual
distribución de competencias y recursos; la inflexible distribución
territorial que no siempre responde a las realidades geográficas,
económicas y culturales; el marcado desequilibrio en el
desarrollo regional, en fin, un Estado lejano y por lo tanto
ineficiente y un individuo sin posibilidad de participación
en la solución de sus problemas más próximos…”
¿Recuerdan ustedes de quién proceden tan lúcidas reflexiones?
Año: 1990. Escenario: antesala y presentación del Proyecto de
“Acto Reformatorio de la Constitución Nacional”. Tema: los
llamados “Avances de la Federalización”, en la instalación de la
conocida como Constituyente del 91. Proponente: Cesar
Gaviria Trujillo, a la sazón Presidente de la República. Y
¿saben ustedes qué es lo más tragicómico de todo? Pues, sí, la
respuesta –que, estoy seguro, late en todos los corazones y
cerebros aquí presentes- es ésa: aquéllas palabras del
Presidente Gaviria, siguen teniendo vigencia: no es que cobran
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actualidad: es que nunca la han perdido. Y dado que ello es
así, casi un cuarto de siglo después de la Inconclusa
Reforma Constitucional del 91 y un siglo y cuarto después
de la Constitución de Núñez de 1886, sólo una conclusión es
posible: todo está peor que entonces. ¡Qué tristeza de Estado! Y
¡cuánta impotencia de Estado!
No por otra razón estoy aquí. Ante tan connotada y calificada
audiencia de líderes del Partido Liberal, en cuyos hontanares
ideológicos forjé mis convicciones políticas de estirpe
socialdemócrata y en cuyos batallares programáticos se
endureció mi piel de luchador democrático. Fue en el seno del
Partido Liberal Colombiano, y en su nombre, que cicatrices de
frustración y desencanto se dibujaron en mi piel y en mi alma.
Pero también fue el Partido Liberal Colombiano que alimenté y
crecieron esperanzas motivadoras de compromiso social contra
la exclusión y la marginalidad de los que carecen de privilegios,
de los ciudadanos que no tienen acceso a las oportunidades
básicas justas que los inserte en un mundo de dignidad
humana –y los redima de una pobreza canalla, que
deshumaniza y es caldo de cultivo de la violencia de todos los
pelambres. Y es en el Partido Liberal Colombiano que aprendí,
sufrí y derivé la necesidad de primero ver, luego de atender con
prioridad y urgencia esos desequilibrios regionales que en
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materia de desarrollo económico y social agobian el terruño
patrio.
UN LIBERAL SOCIALDEMÓCRATA QUE ASPIRA A CONTAR
CON EL RESPALDO DE LOS COLOMBIANOS Y, POR
SUPUESTO, DE LOS LIBERALES DEL CARIBE Y DEL PAÍS.
No me es ajena la grandeza del Partido Liberal Colombiano. No
escapa a mi juicio lo necesario que este colectivo político es y
ha sido para el fortalecimiento de nuestra democracia y para el
bien de los colombianos. Aunque tampoco extraño sus
debilidades y veleidades contingentes como opción institucional
de poder. Inspira mi pertenencia y filiación partidista la raíz y
los frutos de vocación socialdemócrata en que se ha
desenvuelto su trasiego por los nada fáciles caminos de la
política colombiana. Asisto a este encuentro, para decirle al
país y, hoy de manera especial, a la Región que con el Voto
Caribe planteó su grito autonomista al Gobierno y al Estado
colombiano, que presento mi nombre y una esperanza, mi vida
y un sueño, mi experiencia y un proyecto de país, mi
compromiso programático y una misión social, para aspirar a
la Presidencia de la Republica en el 2014, con el propósito de
buscar una transformación del Estado colombiano que permita
alcanzar el equilibrio en el desarrollo de toda la nación, esto
es, sin discriminar regiones, ni razas, ni credos, ni condición
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política. Esta es la necesaria y natural re-evolución del Voto
Caribe.
COLOMBIA PAÍS DE REGIONES es una Colombia regida e
inspirada en una concepción de ESTADO Regional, es decir,
signado por la autonomía de sus regiones en el manejo, en la
conducción, de sus asuntos políticos, sociales, ambientales,
culturales y económicos. Su razón de ser se deriva del
imperativo de atender con oportunidad, eficacia y suficiencia
las necesidades básicas de los colombianos, sumidos en el
abandono y en la desesperación, que mal viven sus día a día
alejados de la acción del Estado, marginados de la satisfacción
de sus derechos fundamentales. Colombianos éstos que han
tenido la mala fortuna de no haber nacido, de no residir, en las
montañas o valles del Centro privilegiado del país, en las
regiones periféricas del territorio patrio, en las provincias
silenciadas que la ausencia de Estado ha convertido en tierra
de nadie.
COLOMBIA PAÍS DE REGIONES es una Colombia regida e
inspirada en una concepción de ESTADO Regional , que
involucra también re-direccionar la economía nacional en
función del equilibrio en la explotación de sus riquezas
productivas, en la asignación equitativa- esto es, equilibrada y
equilibradora- de los beneficios del crecimiento económico y en
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re-significar el sentido del desarrollo corporativo privado, no
como sinónimo de crecimiento de la pobreza y de mayor
concentración de los ingresos, sino como motor de su
reducción e instrumento del logro de una más justa
distribución de los ingresos y de la propiedad.
2.- UN ESTADO DÉBIL QUE SE HACE NECESARIO
FORTALECER. LA FÓRMULA: EL ESTADO SOCIAL,
REGIONAL Y DEMOCRÁTICO DE DERECHO.
Recientes declaraciones del Fiscal General de la Nación,
señalan que nuestro Estado Social y Democrático de Derecho
no está en capacidad de hacer justicia a criminales de las
bandas armadas ilegales que se desmovilicen, ésta constituye
una causa potísima para implementar la justicia transicional y
conceder impunidad a crímenes. Esta postura no hace más que
confirmar que nuestro Estado Social y Democrático de Derecho
no ha podido terminar de construirse: es débil.
El Presidente Juan Manuel Santos, se negó el año pasado a
sancionar un Acto Legislativo que reforma la Administración de
justicia, porque la misma configuraba un serio deterioro a la
institucionalidad y creaba un marco de privilegios e
impunidades que fue rechazado por la nación en forma
unánime. La paradoja: un acto dictatorial de un Presidente de
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un Estado Social y Democrático de Derecho, que se niega a
sancionar algo que constitucionalmente estaba obligado a
sancionar. Recordemos, que esa reforma constitucional fue
promovida por el mismo Presidente de la República.
Que sea débil el Estado colombiano es casi un lugar común, no
es algo nuevo. De hecho la seguridad jurídica y la material para
las personas no ha podido consolidarse. Se desmovilizaron
grupos paramilitares y estos se transformaron en bandas
criminales que siembran el terror y la muerte en las ciudades.
La percepción de inseguridad confirma la realidad de lo que es
la dimensión de la inseguridad agravada por el exceso de
centralismo. No es lógico que el Presidente tenga que asistir a
resolver problemas municipales de inseguridad como sucedió
anteayer en Barranquilla.
Nuestro país no tiene consolidada, en pleno siglo de las
revoluciones tecnológicas comunicaciones y de la globalización,
una red vial que articule la unidad nacional. La prueba: se
carece de ferrocarriles, vías fluviales y marítimas y la
irracionalidad es tal que las regiones no tienen comunicaciones
aéreas entre si y todo es controlado desde la fría Bogotá . Es un
Estado débil.
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El Estado no ha sido capaz de garantizarle a la población sus
derechos constitucionales fundamentales. El modelo de
prestación de servicios en salud deja mucho que desear y en
los proyectos de ley que se tramitan se evidencia que todo
seguirá igual, mientras la red estatal de la salud está destruida
por la aplicación de nefastas políticas neoliberales. Se trata de
un Estado débil.
Es un secreto a gritos que la reforma agraria democrática no ha
sido realizada en el país, por ineptitud, impotencia o miedo y
que uno de los resortes de la violencia es la ausencia de una
política agraria democrática. La grandeza y las posibilidades
genuinas de desarrollo de las naciones radica en las
instituciones democráticas y una de las instituciones jurídicas
más importantes es la de una propiedad distribuida con niveles
de razonabilidad y justicia que, sin violentar el derecho a la
propiedad, auspicie lo que se conoce como la libertad
promocional, que no es cosa distinta a la de colocar al
individuo en condiciones que hagan posible la libertad de las
personas.
3.- REDISEÑO DEL ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁTICO DE
DERECHO: HACIA UNA ORGANIZACIÓN AUTONÓMICA
REGIONAL DEL ESTADO COLOMBIANO
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Colombia tiene más de un siglo de operar bajo la égida de
principios centralistas de gobierno, y la pobreza es cada vez
mayor, y los excluidos son cada vez más numerosos y más
pobres. Y las regiones más abandonadas y menos modernas.
Hacer más de lo mismo, esperando que se den resultados
diferentes, es la mejor definición de locura que conozco.
Asimismo, la tozudez de los hechos sugiere que un Estado
débil, como el colombiano, no es capaz de garantizarle a la
sociedad y a las víctimas una justicia justa en la superación
del degradado y largo conflicto armado que se padece. Un post-conflicto
difícil, pero post- conflicto. Si nuestro Estado no
fuese débil y precario, no hubiese caído en el largo y degrado
conflicto armado. La debilidad de nuestro Estado lo prueba el
que ni siquiera ha sido capaz de garantizar el monopolio de la
violencia legítima. Sin monopolio de la violencia legítima no hay
sociedad civil real. La propia debilidad manifiesta de nuestro
Estado de Derecho ha conducido a la necesaria negociación
con bandas armadas ilegales. Es tan débil que la negociación
con esas bandas tienen legitimidad y es necesaria. Este punto
es incuestionable. Duele reconocerlo, pero es la cruda realidad.
Las fragmentarias informaciones acerca de los diálogos de la
Habana, indica que el post-conflicto se avecina. Independiente
de la ausencia de fina transparencia en los diálogos, todo
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sugiere que el post-conflicto no está lejos. Igual que la dosis
de cruel impunidad será alta en detrimento de las víctimas.
¿Qué hacer? Primero reconocer que el Estado de Derecho
actual es débil. Su debilidad condujo a la violencia extrema y
degradada. La concentración de riquezas y la desigualdad
apestan, lo declara la ONU. Existe una democracia muy débil.
Un Estado de Derecho ausente de la ciudadanía y de las
regiones periféricas no es viable. El Estado de Derecho hay que
reconstruirlo, esta es la tarea.
Bogotá es concentradora no solo de vuelos y aviones, sino de
decisiones y de privilegios. No el Distrito Capital, Sino el
modelo autoritario del centralismo presidencialista, con su
Parlamento centralizado y obsecuente, y sus Altas Cortes que
chocan entre ellas. El actual modelo institucional centralista
trata en forma despectiva, con indolencia, a los ciudadanos de
las regiones periféricas del país. Trata a los ciudadanos de las
regiones periféricas como menores de edad que requieren de la
guía de tutores. El centralismo ahoga la libertad política y las
capacidades de ejercerla.
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4. EL PARTIDO LIBERAL COLOMBIANO Y LO QUE LAS
REGIONES COLOMBIANAS ESPERAN DE ÉL, DE SUS
DIRIGENTES Y DE SUS COMPROMISOS
Hay crisis de Partidos Políticos. Las otrora flamantes,
históricas colectividades políticas (los orgullosos Partidos de
antaño), impotentes y estériles, se extravían en el vericueto de
sus propios pecados capitales. El Liberalismo no es la
excepción. Las sociedades no son, ni de lejos, cabalmente
interpretadas por las organizaciones políticas.
Los Partidos padecen de crisis de legitimidad. Si los Partidos
no representan a la ciudadanía, entonces ¿qué y a quién
representan?. Se han alejado de los ciudadanos. Los puentes
con la ciudadanía se han debilitado.
Ni qué decir de su crisis de identidad. Los Partidos no son
objeto de deseo -ni siquiera de “ese objeto obscuro”, como en la
película de Buñuel.
Para evitar caer en estas crisis de representatividad, de
identidad y legitimidad, los partidos políticos tienen la
obligación de interpretar el querer de los ciudadanos. En el
tema que hoy nos ocupa de la relación del Partido con el Caribe
es necesario recordar que el Voto Caribe señalo, un rumbo,
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una voluntad que no se puede desdeñar. Por lo tanto, si el
Partido Liberal quiere conectarse con el Caribe Colombiano
y con todas las otras Regiones del País, no puede apoyar la
reelección presidencial porque esta continuaría dilatando
los objetivos de ese Voto Caribe, recentralizando cada vez
más el país.
5. EL LIBERALISMO COLOMBIANO
El Partido Liberal tiene que volver a ser una colectividad
organizada para transformar positivamente la sociedad. Tiene
que ser la fuerza social por excelencia. Tiene que poder erigirse
en la dinámica propositiva constructora de genuinas respuestas
sociales, para servicio y sentido de ese colectivo anónimo de
ciudadanos con nombres concretos y angustias reales, que son
las clases medias urbanas, los campesinos desposeídos y los
más necesitados de la patria entera.
Nos referimos a quienes HABITAN EN REGIONES DONDE LA
REGLA ES LA AUSENCIA DEL Estado o su apatía indolente y
donde su mejor balance económico se limita a ver crecer unas
insatisfechas cuentas por cobrar sociales –pobreza, exclusión,
marginalidad, tugurio- no atendidas, que no se pagan, que se
pretende atender con muecas de un paternalismo centralista
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arrogante, sordo y ciego. Tiene que ser la propuesta prevalente
contra la insensibilidad y la inequidad.
La identidad del Partido Liberal Colombiano nace de una visión
y de una vocación socialdemócrata comprometida y actuante.
Constructor de confianza ciudadana. Articulador de sentidas
querencias. Arquitecto de nuevas credibilidades, basadas en
la coherencia entre pensamiento e ideología entre discurso y
promesa, entre sensibilidad social y comportamiento político.
Coherencia que no es otra cosa que integridad y ética, en la
vida y en la política. Ético por principios, por responsabilidad
– no por conveniencias mediáticas. Trabajador en red con otras
organizaciones sociales –de base comunitaria, gremios
profesionales, universitarios, sindicatos, campesinos,
desempleados urbanos, pequeños y medianos emprendedores.
6. A MODO DE REFLEXIONES FINALES
Tal como lo expresamos durante el tercer aniversario del
Voto Caribe, el miedo no puede ser nuestro proyecto
político. El miedo es la antesala de los autoritarismos. La
democracia del miedo termina por cultivar el miedo a la
democracia. Por ello, urge resocializar la política: recuperarla
y reconstruirla con y desde la ciudadanía. Hay que releer lo
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social desde la política. Hay que entender y accionar lo
político desde lo social.
Consecuentemente, urge revalidar y convalidar la
contradicción desde el respeto, profundizar lo diverso desde
la unidad de orden superior, sentir la unidad a partir de la
diversidad que la contiene y la enriquece. Ello implica, entre
otras cosas, recuperar lo regional desde una perspectiva de
convergencia y de sinergias creadoras. La democracia es
debate y tolerancia activa. O no es. El Liberalismo es debate y
es social. O no será. El Liberalismo asume las banderas de la
descentralización del Estado -descentralización auténtica y
genuina, eficaz y efectiva. O seguirá desvaneciéndose.
Uno de los aspectos preponderantes para considerar en la
revitalización del ideario del Partido Liberal frente a la
Colombia actual y futura, es, sin lugar a dudas, el evidente
desequilibrio regional que hace de nuestro país uno de los
más inequitativos del mundo. Un régimen excesivamente
centralista que ha asfixiado las potencialidades regionales y
que amenaza nuestra unidad nacional. Ejemplo de ello es la
segregación de Panamá hace más de un siglo. Y hace sólo
meses el despojo del mar territorial en San Andrés, por
ineptitud, indolencia y lejana apatía centralista. El Partido no
puede ser sordo al clamor regional por más autonomía y fijar
14. una clara posición de compromiso con un Estado organizado a
partir de Regiones Autónomas, principio que, hasta ahora, ha
sido burlado por los centros de poder a pesar de los claros
mandatos que en ese sentido trazó la Constitución del 91. El
Partido Liberal Colombiano tiene la ineludible misión histórica
de hacer viable esa Colombia posible.
Colombia, una, sólo es posible desde su pluralidad regional .
Colombia, próspera, sólo es posible desde el progreso de sus
regiones. Colombia, singular y tolerante, sólo es posible
desde su pluralidad étnica, su riqueza cultural y su
diversidad ambiental. Colombia, republicana, sólo es posible
desde sus ciudadanos y con sus ciudadanos. Colombia,
respetable y respetuosa, sólo es posible desde la
autenticidad de su democracia. Colombia, tolerante y
humana, solo es posible desde la justicia y desde la
equidad. Y la equidad sólo puede comenzar desde la equidad
regional.
Esta es la esencia de Colombia, País de Regiones.
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