Brasil y Chile, el protagonismo de la gente.Pedro Davis en Cooperativa
Testimonio para la historia
1. TESTIMONIO PARA LA HISTORIA
Caracas, 24 de Febrero de 1992
Compañeros:
Presidente, Secretario General y demás miembros
Del Comité ejecutivo Nacional de Acción Democrática
Presentes.-
Al decidir escribirles esta carta contentiva de mis preocupaciones y
reflexiones en torno a la situación que vive nuestro país, lo hago asumiendo mis
responsabilidades como dirigente del partido y como ciudadano que siente la necesidad
de exteriorizar algunas opiniones con la finalidad de contribuir a la discusión para
abordar con criterios y objetivos sensatos la orientación de Acción Democrática en
estos convulsionados días. Por ninguna razón, y no hay argumento que justifique,
podemos dejar de lado el estudio de las causas y consecuencias que han puesto al
borde del abismo a nuestro sistema democrático. Es un imperativo discutir en
profundidad, es decir sus raíces, la asonada militar de jóvenes oficiales tanto en sus
razones como en los hechos, y que por primera vez se protagoniza a estas alturas de la
evolución democrática. Este acontecimiento no puede pasar desapercibido por la
dirección política del partido de gobierno, ni podemos darle el tratamiento superficial
que se le dio a las sucesos del 27 de febrero, el cual nos advirtió de la presencia de un
poderoso malestar social subterráneo, que era y sigue siendo expresión de una crisis
social que no ha hecho sino profundizarse en la medida de no darle salidas políticas,
sociales y económicas. Tampoco puede ser que las respuestas sólo se restrinjan a
aisladas declaraciones de prensa de individualidades, las cuales, en la mayoría de los
casos, contradicen la opinión de los miles y miles de militantes y simpatizantes de
nuestro partido.
Nosotros como organización política fundamental en la evolución
institucional de la Venezuela del siglo XX, debemos asumir con responsabilidad los
errores que hemos cometido. Debemos decirle al país sin temor que nos hemos
equivocado. No por una intención manifiesta de nuestros gobernantes de turno, los
cuales en general actúan de buena fe, sino por una concepción errada del modelo
2. político y socioeconómico que adoptamos, y por no corregir a tiempo los errores
cometidos.
No es posible que el crecimiento económico alcanzado por Venezuela,
contraste con los dramáticos niveles de miseria que registra su población. Nuestro
crecimiento económico ha sido empobrecedor. Mientras la economía crece en forma
aritmética, la pobreza los hace en proporciones geométricas.
Resulta difícil comprender, como es que más doscientos mil millones de
dólares que le han ingresado al país en los últimos veinte años, no hallan podido
solventar el problema de la pobreza extrema en millones de compatriotas, que los
venezolanos no podamos contar con decentes y eficientes servicios públicos, con una
adecuada educación, atención medica y una eficaz seguridad social.
Es inconcebible que hoy el ingreso percápita del venezolano sea igualo o
inferior al de hace veinte años. Que la cesta básica alimentaria en los últimos cinco años
halla quintuplicado su valor y que un ciudadano común con su ingreso pueda solo
satisfacer los requerimientos mínimos de alimentación sin tener acceso a otras
aspiraciones fundamentales para el desarrollo integral del hombre.
Existe un sentimiento en la colectividad que está exigiendo responsabilidad
jurídica y moral al liderazgo nacional sobre los problemas globales que aquejan al país.
En los corazones de los venezolanos hay hambre de justicia. La Patria requiere hacer de
la moral, la ley y la justicia el eje de la convivencia política. La moral y la responsabilidad
son condiciones que definen la elección y la acción del hombre y, en consecuencia debe
responder por sus actos.
En Venezuela no existe seguridad jurídica. Las instituciones que creó el estado
para administrar justicia no le inspiran confianza al venezolano y lejos de ello, el
ciudadano siente que no hay Estado de Derecho.
Se impone necesariamente repensar el Estado que todos aspiramos. No
podemos continuar con un Estado macrocefálico e ineficiente, centro y motor de la vida
del país. Se requiere un estado fuerte en lo institucional, pero que al mismo tiempo le
entregue al ciudadano la posibilidad de diseñar su propio destino. Estamos urgidos de
reformas profundas que le inyecten fe y esperanza a los venezolanos en la búsqueda de
mejores destinos.
Hay quienes afirman que los males que padece la sociedad Venezolana
responden a un problema cultural. Tal afirmación resulta inconcebible, sin embargo de
ser cierto , es poco lo que hemos hecho para estructurar un nuevo modelo educativo,
3. forjador del espíritu democrático, estimulador del trabajo creativo y emprendedor, que
sea capaz de incentivar la competencia en todas las esferas de la sociedad.
El 27 de febrero de 1989 y el intento de Golpe de Estado para romper el orden
Constitucional, es el resultado de la podredumbre y degradación del sistema político, es
la crisis de liderazgo y de las instituciones políticas que envuelve a la democracia de
partidos, al ordenamiento legal y a toda la estructura del poder público y privado. Por
supuesto, el problema no se resuelve con parches y picardía electoral y Golpe de Estado;
sino haciendo la libertad la senda para generar más libertad.
Acción Democrática ha sido el principal propulsor de los procesos de cambio y
de nuevo tiene que seguir siéndolo. No podemos ocultar con todo lo positivo que hemos
hecho conquistado para el país, lo negativo que hoy afecta a los venezolanos. Es
necesario desnudar todo un discurso político dentro y fuera de Acción Democrática que
pregona el cambio necesario, pero se desdice con actitudes y conductas que niegan la
voluntad transformadora.
Debemos diseñar un nuevo Sistema Político para Venezuela. Estamos
presenciando dos Venezuela: Una oficial, agónica, caduca y envejecida y otra vital,
dinámica y pujante. Se enjuicia una manera de gobernar y ser gobernado en todas sus
facetas. Las circunstancias históricas han cambiado y por lo tanto el sistema político
(hombres, ideas e instituciones) comienzan a perder vigor frente a una realidad
compleja, diversa y dinámica, que expresa signos embrionarios de un nuevo sistema
político, cuyo eje es profundizar la libertad y la justicia, para conquistar una sociedad
menos partidista, estadista, dirigista y monopólica.
La sociedad de hoy es diferente a la que conocieron nuestros antecesores.
Hay nuevas formas de organización, de expresión; nuevos actores que están pidiendo
participación en la toma de decisiones y con una nueva forma de concebir el país y al
mundo porque existen nuevas tendencias a nivel planetario.
El Comité Ejecutivo Nacional no puede estar de espalda a la realidad, debe
existir en nosotros el propósito de asumir con responsabilidad todo lo que esta y seguirá
sucediendo. No puede ser más importante la distribución del poder interno, sacrificando
los intereses de la mayoría, que la situación del país.
Debemos propiciar el examen, la discusión, de lo contrario iremos acumulando
derrota tras derrota, pues hemos llegado a un punto, quizás el más crítico de nuestra
historia, en el cual si no se asumen compromisos serios con las demandas que
actualmente se nos plantean, Acción Democrática será sustituida del escenario político
por otras fuerzas que si puedan interpretar los nuevos tiempos: Al respecto, en nuestra
4. propia historia sin irnos a otras comparaciones los ejemplos sobran. El poder político en
Venezuela no está escriturado a nadie en particular, se mantiene en la medida que sea
consecuente con la sociedad y sus demandas, en la medida que no choque con la ética y
los principios que una sociedad mantiene como fundamental y que son el soporte de sus
conductas y creencias, en otras palabras, en la medida en que exista una identificación
en la sociedad en la que se actúe.
En nombre de mucha gente y en el mío propio. Les propongo que iniciemos una
profunda discusión para tomar grandes decisiones que está esperando el pueblo
venezolano. De no hacerlo, de seguir posponiendo soluciones, no arrojemos la culpa de
lo que pueda suceder, a otros, si no a quienes han tenido esa responsabilidad y no la
han asumido.
Atentamente,
Héctor Alonso López