El documento presenta tres cuentos cortos para niños. El primero trata sobre un duende y un búho sabio que se hacen amigos y juegan ajedrez. El segundo sigue a un policía local que escucha una conversación entre un coche mal estacionado y una grúa. El tercero narra la historia de un potro oscuro que lleva niños, un perro, una gata y una ardilla a la Gran Ciudad del Sueño.
2. EL DUENDE Y EL BÚHO
(Cuento interactivo recomendado para niños de siete
años) Teresa Briz Amate, Francisco Briz Amate
Había una vez un duende que vivía en una seta de
chocolate del bosque. Cerca de su casa pasaba un río de
aguas azules y transparentes. Todas las mañanas el
duende atravesaba el río para comprar comida en el
mercado del bosque. Le gustaba mucho hablar con sus
amigos, el oso carnicero, la nutria pescadera y el lobo
panadero. Un día el duende conoció a un nuevo animal
del bosque que había viajado mucho por todo el mundo,
era un búho muy sabio. El duende y el búho se hicieron
muy amigos y todos los días se reunían en la casa de
chocolate para jugar al ajedrez. Y colorín colorado este
cuento se ha acabado, si quieres que te lo cuente otra
vez cierra los ojos y cuenta hasta tres.
3. CRÓNICAS DE UN POLICÍA LOCAL
(Cuento interactivo recomendado para niños de ocho años) Teresa
Briz Amate, Francisco Briz Amate
Braulio, el policía autonómico más viejo de Ceuta, escuchó el pasado
siete de marzo este extraño diálogo entre un coche que estaba mal
aparcado y una de las grúas del ayuntamiento: - ¡Buenos días, coche
rojo! estás mal aparcado. - Sí, es verdad, lo siento mucho, pero yo no
tengo la culpa, mi dueño humano me ha dejado aquí porque se me
ha acabado la gasolina sin plomo. - Lo comprendo, pero las
ordenanzas municipales dicen que tengo que llevarte al depósito de
coches del ayuntamiento. - No seas mala, grúa guapa, mi dueño está
a punto de regresar con un bidón de gasolina, además tengo el motor
un poco cansado, creo que estoy averiado. - Pero aquí no puedes
quedarte, ¡está prohibido aparcar! - ¡Mira grúa!, por allí llega mi
dueño con vitaminas para mi motor. - ¡Está bien! puedes marcharte,
pero otro día procura no aparcar en un sitio prohibido. - ¡Muchas
gracias, grúa guapa! - ¡Hasta la vista, coche rojo!
4. SONATINA
La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa? Los suspiros se
escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha
perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro, está
mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso, olvidada, se
desmaya una flor. El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y vestido de rojo
piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la
princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una
vaga ilusión. ¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de
China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de
sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las islas de las rosas
fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en
el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? ¡Ay!, la pobre
princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser
mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar; ir al sol por la
escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de
mayo
5. o perderse en el viento sobre el trueno del mar. Ya no quiere el
palacio, ni la rueca de plata, ni el halcón encantado, ni el bufón
escarlata, ni los cisnes unánimes en el lago de azur. Y están tristes
las flores por la flor de la corte, los jazmines de Oriente, los
nelumbos del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está
presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real; el palacio
soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus
cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal. ¡Oh,
quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! (La princesa está triste, la
princesa está pálida) ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! ¡Quién
volara a la tierra donde un príncipe existe, —la princesa está pálida,
la princesa está triste—, más brillante que el alba, más hermoso que
abril! —«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—; en caballo,
con alas, hacia acá se encamina, en el cinto la espada y en la mano
el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos,
vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con un beso de
amor»
6. EL POTRO OSCURO
Una vez había un potro oscuro. Su nombre era Potro-Oscuro. Siempre se
llevaba a los niños y las niñas a la Gran Ciudad del Sueño. Se les llevaba todas
las noches. Todos los niños y las niñas querían montar sobre el Potro-Oscuro.
Una noche encontró a un niño. El niño dijo: - Llévame, caballo pequeño, a la
Gran-Ciudad-del-Sueño. - ¡Monta! -dijo el Potro-Oscuro. Montó el niño, y fueron
galopando, galopando, galopando. Pronto encontraron en el camino a una niña.
La niña dijo: - Llévame, caballo pequeño, a la Gran-Ciudad-del-Sueño. - Monta
a mi lado. -dijo el niño. Montó la niña, y fueron galopando, galopando,
galopando. Pronto encontraron en el camino un perro blanco. El perro blanco
dijo: - ¡Guado, guado, guaguado! a la Gran-Ciudad-del-Sueño quiero ir
montado. - ¡Monta! -dijeron los niños. Montó el perro blanco, y fueron
galopando, galopando, galopando. Pronto encontraron en el camino una gatita
negra. La gatita negra dijo: - ¡Miaumido, miaumido, miaumido! a la gran-Ciudad-
del-Sueño quiero ir, que ya ha oscurecido. - ¡Monta! -dijeron los niños y el perro
blanco. Montó la gatita negra, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino una ardilla gris. La ardilla gris dijo: - Llévenme
ustedes, por favor, a la Gran-Ciudad-del-Sueño, donde no
.
7. hay pena ni dolor. - ¡Monta! -dijeron los niños, el
perro blanco y la gatita negra. Montó la ardilla
gris, y fueron galopando, galopando, galopando.
Galopando y galopando, hicieron leguas y
leguas de camino. Todos eran muy felices.
Todos cantaban, y cantaban, y cantaban. El niño
dijo: - ¡Deprisa, deprisa!, Potro-Oscuro, ve más
deprisa. Pero el Potro-Oscuro no podía ir
deprisa. El Potro-Oscuro iba despacio, despacio,
despacio. Había llegado a la Gran-Ciudad-del-
Sueño. Los niños, el perro blanco, la gatita
negra y la ardilla gris estaban dormidos. Todos
estaban dormidos al llegar el Potro-Oscuro a la
Gran-Ciudad-del-Sueño