La ley de la manzana podrida establece que las malas actitudes se propagan más rápidamente entre los miembros de un equipo que las buenas actitudes, y si no se controlan, pueden arruinar el rendimiento general del equipo a pesar del gran talento individual. Una sola persona con una mala actitud puede contaminar a los demás y perjudicar el espíritu de equipo.