1. Prólogo
Desde susaguas gritó,enformade ondaresonabany tras laoscura nieblaunreino aúnpor
descubrir.
Los lamentosde labestiaerancanciónde todas lasnoches,aquel mundoconsumidoporla
oscuridadquizápodría verla luzenlas manosde un viejoalquimistaque aguardabaensuprecario
hogar tratandode encontrarel químicoperfectoque pudieseacabarcon latiranía de aquel ser
que gobernabasinpiedadyensu ausenciapodertomarcontrol de laciudadque dejóindefensao
eso creía.
Sus manosbailabanrápidoal ritmode sus grandesconocimientosyaquel alquimistaparecíaya
haberencontradolafórmulaque buscaba,era muytarde,su hermanoloveía apenasporla vana
luzque emanabala antorcha encendidagraciasal calisium,mineral que no fue ajenoala
sustanciaque estabapor crear .
— Sé que estás despierto,tienes miedoyyolosé. — Aseveróel mayorsindespegarlosojos
de su poción.
— Deberíasdormir,somosunpar de viejos¿Qué másda? — RegañóVermil ,echadoenla
paja acomodadaa manerade cama , temerariode lasrepresaliasqueríaevitarlo
inevitable ,perosuspalabraspocopodrían convencer,ya habían habladomuchoal
respectoyde nadasirvió.
— ¿Qué más da? Pues,verás…probablementemuramosentresocuatro años pero¿Y la
gente que vive yvivirádespués?Yonoquieroese futuroparapor ejemploel niñoque
limpiami indumentariacadadía a cambiode basurapara alimentarse.Estonoesvida
hermanomío,yo quierovivir,asíseapor un segundoquierosentirlo.
— Tienenrazónal llamarte el monje loco — Dijoapretandoel corazóncon su puñosabiendo
loque pasaría y no intervinomásenlaconvicciónde suhermano,nolovolveríaa ver yera
consciente de ello.Entoncescerrólosojosyse quedódormido.
— Ya está,lo tengo…Lo he encontrado.Debe sersuficiente— Mencionó.
La bata habitual que solíausarpara serviral gobernadorfue sutraje de guerra, bajo ellaescondió
un frascoque contenía unlíquidorojizoperoa la vez transparente, antesde saliraenfrentarsecon
su destino, cogióunapequeñacajaymetióalgo dentro, lacolocójuntocon las demás
herramientas,se cubrióporcompletoel rostroconla capucha y partióhacia el gran muro.
Cada pasoque daba era guiadopor unanuevaantorcha similarala que tenía en casa, era el único
serque había aportadotanto conocimientoal desarrollode esta sociedad, porsumente recorría
la posibilidadque de erraresaseríauna posible soluciónala muerte, servíade mucha utilidad
para el neo arkano . Ya podía sentirlavoz de losguardianesde lanoche asechandola oscura
tranquilidadque abrazaba el entornoal cual era tentado.
2. — ¡Altoahí ¡ Identifícate — Vociferóuno,cogiendolaparte trasera de su lanzaplateada
perosindescubrirlaaún, era ajenoal peligroque aquel hombre podríasuponer.
El mar malditoempezóatemblar,mientrasaquellosprotectoresde laciudaddebatíanconel
sujeto amenazante,unpocomásal sur a orillasnotan lejosdel lugar,desembarcabaDhemos,
llegóconmucha antelaciónaloprevisto,el trueque se había dadode manera justa y rápida,
parecía satisfecho ,se tomó lamolestiainclusode bajarcomocualquierciudadanoyacercarse a
la zonadel conflictoendonde yaalteradosel tonode voziba enaumentoyperturbabasu
tranquilidad.
— ¿Ocurre algo? ¿Algoque no han podidosolucionarenmi ausencia?¿A tantollegasu
incompetencia?— Refirióasusguardiasalgomolestoperosonriente,aseverandoconla
miradala superioridadque poseía. — ¿Túquiéneres? — Preguntómirandoestavezal
monje.
— Vengoa liberarnosde éstascadenas — Contestósinlevantarlamirada,desafiándolo
acercándose al muro viridio,señalándoloconunamanomientraslaotra la metía dentro
del traje .Rápidamente loshombresde Dhemosalertaronde esoasujefe perotrasuna
señal de éste se detuvieronenel acto.
— ¿A qué quieresjugar? — Replicóaltanero y soberbio.
— A vivirde verdad…
Cogióy apretóel frasco creyendoensutrabajo, ensus añosde investigaciónyentodoloque
supusoel arriesgadohechode haberse atrevidoadesafiaral gobernador de Quetzalha,la
seguridadque oponíaempezóahacertitubeara Dhemos, entoncesaquel monjellenóde
esperanzasusactosy lanzóel objetoenel aire , daba vueltasyel líquidorojoempezóaproducir
algunareaccióndebidoalos giros que presentaba,conla otra mano finalmente loagarró, cerró
losojos , pensó algorápidoy encuestiónde segundosestiróel brazoparalanzarel objetocontra
la gran murallaconla cual colisionó,de prontounaenorme explosióndejóatónitosatodos ,una
fuerte luzrojadespertóaloshabitantesdel cinturónde Quetzalha,iluminóel reinocomonunca
antesse había visto,como un flashrojizopenetrantecortoperointenso,inclusose pudooírel
temorplasmadoengritos, fue sólounsusto, una cruel ilusión,pocoa pocose atenuóyse pudo
divisarel acero viridiototalmente intacto.El leve temorque despertóenDhemosse convirtióen
una sonrisayla miradadel monje se resquebrajabade impotencia,sucuerponolomantuvomás
de pie y cayó de rodillasante tal asombro.
3. — ¡ Noooooo!¡Nopuede ser¡ — Dijo, contemplandoel fracaso.
— Jajajajajaja ¡Qué estúpidofuiste¡¿ Lo vieron? — Gritócon la voz másdominante de la
ciudad.Dhemos advertíaa todoslosciudadanos con su usual estilo.
— ¿Por qué? — Preguntaba al vacío, a la nada… Ya el juego había terminado.—¿
Acaso está recubierto por …?
— Sí. Jamás nos quisiste dar información de su ubicación pero lo encontré por mis
propios medios y me pertenece. ¿Sabes que sigue no? — Preguntó Dhemos
Mirando a sus guardias quienes atentos esperaban la orden de su líder.
La señal fue daday rápidamente unazote de gruesascadenasloterminaronportumbarenel
suelo,su cuerposangrante fue atadocon las mismasyentonceslagran puertaque separadaa los
hombresde podery el pueblofue abierta,porfinpudodivisarcomoera , con unojo reventadoy
el otro semiabierto .El gobernadorde laciudadpusosu pie sobre suespalday apretócon fuerza
su rostrocontra la ásperatierra,lo pisoteabacontotal crueldadylas pequeñasrocasque
encontrabasu piel hacíandesangrarloaúnmás productode la fricción.
— ¡Levántate ¡ — Le ordenó.Desenvainósuespadaperoaquel hombre moribundonopodía
siquieramoverse,unode susguardiasse acercó para ponerlode rodillasante la
impacienciade sureyperoeste de un movimientovelozle cercenódosdedos.
— ¡ Ahhhh¡ — Gritó el guardián.
— ¡Señor¡ — Dijeronotrosasombrados.
— Dije que se levante,noque lolevanten¡Que nadie intervenga¡He sidomuyclaro ¡ Vamos
imbécil ,ponte de rodillas. — Regañócon total crudeza.
El monje aduras penaslogrómantenerse de rodillasante el asombrode los guardias, entonces
Dhemosde una patadabrusca lo volvióadejaren el sueloya patadaslocambió de posición.
— ¿Veseso?Es tu realidadyde ahí no debiste salir.Noibaapermitirque loúltimoque
vierasfuese el hogardonde resido.
La vistade aquel hombre que casi agonizante pudoverel reinotrasel muroquedónula, su
miradaahora apreciabael mar maldito,las precariascasas donde vivíagente comoél y el lugar
donde entrególosañosde la vidaque estabapor apagarse .
Lanzó entoncesconunade susmanos unacadena que lorodeópor el torsoy con total agilidad la
sujetóconla mismamanocomo si domara un animal que prácticamente suplicabapormorir,
levantósuespaday sinesperarreacciónalguna,sinprevioavisoni la másmínima misericordiale
cortó la cabeza, fue tan finoel golpe de supotente arma que en esossegundosel cuerpoaún
permanecíaconectadoa ella,en cuantodejósu propósitosoltandolacadenaque sosteníaaquel
hombre cayó al pisobotandocharcos de sangre ysu cabeza empezóarodar como si fueraun
objetocualquiera.
4. Peroaún la agonía para su almano terminaba,ordenóque nocerraran las puertasde la ciudad
aún y se permitiódarle unusoal cadáver , queríameterle miedotambiénalaspersonasque se
atrevana traicionarloque seanparte de la Ordende Trioratus, entoncesdemandócolgarel
cuerpodesde lo más altode la torre central comoavisogeneral ante cualquierinsolencia,las
cadenasque ataban suspiesloarrastraron todo el caminodejandohuellasrojasyfue subido
variosmetrosarribacomo si fuese el astade una bandera,su inerte serderramógotasde sangre
toda lanoche hasta que ya no quedómásy entoncesfue descendidoparasercomidade la bestia
nocturna.
Un minúsculohorrorya había terminado,sinembargoesonoeranada comparadoa loque estaría
a puntode pasar,el verdaderoterroribaa comenzar y prontola guerradel segundomileniodaría
inicio.