2. PREÁMBULO SUGERIDO DE AL-ANON PARA LOS DOCE PASOS
Los Grupos de Familia Al-Anon son una hermandad de parientes y amigos de
alcohólicos que comparten sus experiencias, fortaleza y esperanza, con el fin de encontrarle
solución a su problema común. Creemos que el alcoholismo es una enfermedad de la
familia, y que un cambio de actitud puede ayudar a la recuperación.
Al-Anon no está aliado con ninguna secta ni religión, entidad política, organización ni
institución; no toma parte en controversias; no apoya ni combate ninguna causa. No existe
cuota alguna para hacerse miembro. Al-Anon se mantiene a si mismo por medio de las
contribuciones voluntarias de sus miembros.
En Al-Anon perseguimos un único propósito: ayudar a los familiares de los
alcohólicos. Hacemos esto practicando los Doce Pasos, dando la bienvenida y ofreciendo
consuelo a los familiares de los alcohólicos y comprendiendo y animando al alcohólico.
ORACIÓN DE LA SERENIDAD
Dios, concédeme la serenidad
para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
valor para cambiar aquellas que puedo,
y sabiduría para reconocer la diferencia.
DECLARACIÓN DE AL-ANON
Que empiece por mí.
Cuando alguien, dondequiera que sea, pida ayuda,
que nunca falte ahí la mano de
Al-Anon y Alateen, y — Que empiece por mí.
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3. PREFACIO
Al-Anon, al igual que Alcohólicos Anónimos, tiene tres Legados: la recuperación, la
unidad y el servicio. Los Doce Pasos describen nuestro Legado de las experiencias
compartidas durante la recuperación. Las Doce Tradiciones ilustran nuestro Legado de la
unidad. Nuestro Legado de servicio se detalla en los Doce Conceptos de Servicio. Estos tres
Legados están dirigidos a las personas cuyas vidas están siendo afectadas o han sido
afectadas por el alcoholismo de un pariente o amigo. Nuestros Legados constituyen la base
de nuestro programa y nos mantienen concentrados en nuestro propósito,
independientemente de cualquier otro procedimiento, tratamiento terapéutico u
organización.
Existe una estrecha interdependencia entre los Pasos, las Tradiciones y los Conceptos
de Servicio. En este libro nos con-centramos en nuestros dos primeros Legados. Si desea
profundizar sobre los Doce Conceptos de Servicio, lea el folleto de Al-Anon Los Conceptos
¿Es el secreto mejor guardado de Al-Anon? (SP 57), la sección del Manual de Servicio de
Al-Anon y Alateen (SP 24/27) sobre los Doce Conceptos de Servicio de Al-Anon y el libro
Senderos de recuperación (SB 24).
Los Doce Pasos de Al-Anon son el alma del programa, y a través de ellos cualquier
persona afectada por un alcohólico puede encontrar una nueva forma de vida en la
hermandad de los Grupos de Familia Al-Anon. Las Doce Tradiciones son la espina dorsal
de Al-Anon mismo; estas mantienen la unidad de la hermandad de la cual a su vez depende
la ayuda individual.
Los Doce Pasos y las Doce Tradiciones, aunque de orientación espiritual, no se basan
en ninguna doctrina religiosa específica. Abarcan tanto las filosofías de diversas creencias y
religiones como ideas no religiosas, éticas y morales. La denominación de "Dios" no se
refiere a ningún ser, fuerza o concepto en particular, sino solo a "Dios" como cada uno de
nosotros entienda este término. Así que, aquellos que no pertenezcan a una fe religiosa
específica pueden aun así encontrar en este programa una forma de vida tranquila y
gratificadora si creen en algún Poder Superior a sí mismos.
A medida que los miembros de nuestra hermandad estudian y aplican estos Pasos y
estas Tradiciones, muchos de nosotros hemos descubierto que si bien nos sirven para
hacerle frente a los problemas del alcoholismo, su utilidad es mucho más abarcadora. Se
convierten en una forma de vida que nos puede ayudar en todo momento, en cualquier
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4. situación. Los resultados dependen de la manera en que captemos y usemos estos Doce
Pasos y estas Doce Tradiciones.
En este libro incluimos una descripción de cada uno de los Pasos y las Tradiciones,
seguida de una reflexión y luego de un relato. Lo que aquí presentamos son tan solo
algunas de nuestras experiencias compartidas. Hay tantos relatos como miembros tiene Al-
Anon.
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5. HISTORIA
Cuando las esposas de los miembros que iniciaron Alcohólicos Anónimos se reunían
para esperar a sus esposos mientras estos asistían a las reuniones, se dieron cuenta de su
propia necesidad de un cambio. Mientras esperaban, conversaban sobre sus propias
dificultades y trataban de ayudarse mutuamente para buscar soluciones mediante la
aplicación de los Doce Pasos de A.A. a sus propias vidas. Estos grupos se formaron de una
verdadera necesidad de compartir personalmente acerca de vivir con un alcohólico.
Hacia 1951, alrededor de 87 grupos y particulares habían pedido ser incluidos en el
directorio de A.A. Debido a que el propósito primordial de A.A. era ayudar a los
alcohólicos, estas peticiones fueron remitidas a Lois W., esposa del cofundador de A.A.
Lois y su amiga Anne B., la esposa de otro miembro de A.A., se convirtieron en las
cofundadoras de la hermandad para los familiares y amigos de los alcohólicos. Con la
ayuda de otros miembros pioneros, ellas emprendieron la tarea de unificar estos grupos y de
proveerles guías, orientación y servicio.
En aras de garantizar su unidad, los grupos decidieron escoger el nombre de "Grupos
de Familia Al-Anon" y adaptaron los Doce Pasos de A.A. con el objetivo de cumplir su
propósito. Solamente cambiaron una sola palabra de los mismos.
Si bien Al-Anon era demasiado joven e inexperto como hermandad para haber
establecido sus propias Tradiciones, los miembros sabían que para garantizar la unidad
había que regirse por determinadas guías. Es por ello que las Tradiciones de A.A.,
igualmente adaptadas para que se ajustaran a las necesidades de Al-Anon, pasaron a formar
parte del programa.
En los primeros años, la única fuente de ayuda para los hijos afectados por la forma de
beber de otras personas era asistir a las reuniones de Al-Anon y a las reuniones abiertas de
A.A. Era en esas reuniones donde aprendían sobre el alcoholismo y sobre sus efectos en la
familia. Estos jóvenes, sin embargo, necesitaban relacionarse con personas de su misma
edad que comprendieran su situación personal.
En 1957, un estudiante de escuela secundaria de California sintió la necesidad de
hablar con otros jóvenes que pudieran identificarse con sus experiencias. De esta necesidad
se crearon los grupos de Al-Anon para los miembros más jóvenes y se denominaron
"Alateen". Como parte integral de Al-Anon, los miembros de Alateen siguen el mismo
programa.
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6. PREAMBULO SUGERIDO DE AL-ANON PARA LOS DOCE PASOS
Los Grupos de Familia Al-Anon son una hermandad de parientes y amigos de
alcohólicos que comparten sus experiencias, fortaleza y esperanza, con el fin de encontrarle
solución a su problema común. Creemos que el alcoholismo es una enfermedad de la
familia, y que un cambio de actitud puede ayudar a la recuperación.
Al-Anon no está aliado con ninguna secta ni religión, entidad política, organización ni
institución; no toma parte en controversias; no apoya ni combate ninguna causa. No existe
cuota alguna para hacerse miembro. Al-Anon se mantiene a si mismo por medio de las
contribuciones voluntarias de sus miembros.
En Al-Anon perseguimos un único propósito: ayudar a los familiares de los
alcohólicos. Hacemos esto practicando los Doce Pasos, dando la bienvenida y ofreciendo
consuelo a los familiares de los alcohólicos y comprendiendo y animando al alcohólico.
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7. LOS DOCE PASOS
1. Admitimos que éramos incapaces de afrontar solos el alcohol, y que
nuestra vida se había vuelto ingobernable.
2. Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros podría devolvernos
el sano juicio.
3. Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios,
según nuestro propio entendimiento de Él.
4. Sin temor, hicimos un sincere y minucioso examen de conciencia.
5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, la
naturaleza exacta de nuestras faltas.
6. Estuvimos enteramente dispuestos a que Dios eliminase todos estos
defectos de carácter.
7. Humildemente pedimos a Dios que nos librase de nuestras culpas.
8. Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos
perjudicado, y estuvimos dispuestos a reparar el mal que les
ocasionamos.
9. Reparamos directamente el mal causado a esas personas cuando nos
fue posible, excepto en los casos en que el hacerlo les hubiese infligido
mas daño, o perjudicado a un tercero.
10. Proseguimos con nuestro examen de conciencia, admitiendo
espontáneamente nuestras faltas al momento de reconocerlas.
11. Mediante la oración y la meditación, tratamos de mejorar nuestro
contacto consciente con Dios, según nuestro propio entendimiento de
Él, y le pedimos tan solo la capacidad para reconocer Su voluntad y las
fuerzas para cumplirla.
12. Habiendo logrado un despertar espiritual como resultado de estos
pasos, tratamos de llevar este mensaje a otras personas, y practicar
estos principios en todas nuestras acciones.
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8. UNA DESCRIPCION DE LOS PASOS
Al estudiar y aplicar los Doce Pasos vemos, cada vez con más claridad, con cuanto
esmero fueron formulados y con cuanto acierto y precisión se seleccionó cada palabra.
Redactados utilizando el tiempo pasado, los Pasos comparten las experiencias de aquellos
que nos precedieron y a la vez ofrecen una guía continua para la recuperación actual.
Los tres primeros Pasos sugieren que nuestras capacidades humanas, tales como la
inteligencia, el conocimiento, la fortaleza e incluso la esperanza no son suficientes para
resolver nuestros problemas. Necesitamos aceptar, tal como otras personas lo han hecho, la
ayuda de un Poder superior al nuestro para guiar nuestros pensamientos y acciones. Estos
tres Pasos nos demuestran como incorporar ese Poder a nuestra vida a través de una
asociación activa y factible.
Desde el Cuarto hasta el Séptimo Paso, se nos señala la manera de superar las faltas
personales causantes de tantos de nuestros problemas.
El Octavo y el Noveno Paso nos brindan una manera precisa de hacer enmiendas para
aliviarnos de los sentimientos de culpa y de confusión. El Décimo Paso nos pide que
continuemos el esfuerzo comenzado en el Cuarto Paso: reconocer nuestras faltas y obrar
constantemente para eliminarlas.
El Undécimo Paso nos insta a continuar profundizando nuestro contacto consciente con
un Poder superior a nosotros mediante la oración y la meditación. El Duodécimo Paso
sugiere la necesidad de practicar estos principios en todas nuestras acciones y de compartir
nuestro progreso espiritual con los demás.
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9. PRIMER PASO
Admitimos que éramos incapaces de afrontar solos el alcohol, y que nuestra
vida se había vuelto ingobernable.
Muchos de nosotros vinimos a Al-Anon a aprender el "secreto" para obligar a un ser
querido a dejar el dañino y degradante abuso del alcohol. ¡Cuán desalentador nos pareció al
principio cuando escuchamos que no había nada que pudiéramos hacer para obligar a
alguien a alcanzar la sobriedad! Nos sentíamos sin ayuda ni esperanza, pero aun no
estábamos dispuestos a darnos por vencidos. Sin embargo, fue muy alentador saber que
nuestro temor de ser responsables del alcoholismo de otra persona era infundado.
Al aceptar el Primer Paso, reconocimos que no teníamos poder para obligar a otra
persona a dejar de beber, y que las amenazas, los ruegos y nuestra firme voluntad eran
igualmente inútiles. Nuestros ardides y amenazas solo lograron dejarnos física y
emocionalmente exhaustos. No teníamos el poder para lograrlo; nos pidieron que
admitiéramos que era así y que debíamos creerlo si deseábamos mejorar nuestra forma de
vida.
Es posible que algunos de nosotros, que asumimos grandes responsabilidades,
encontrásemos difícil soltar las riendas y admitir que éramos incapaces respecto a algún
asunto en nuestra vida que creíamos que debía cambiarse. Lo considerábamos una derrota,
mas estábamos determinados a no dejarnos vencer ante lo que pensábamos que era un
objetivo que valía la pena: la sobriedad de un familiar o de un amigo.
Cuando algunos de nosotros vinimos a Al-Anon por primera vez en busca de ayuda, no
estábamos en un estado mental de admitir nada, excepto lo mal que nos trataba la vida.
¡Qué difícil era enfrentarnos a la idea de que éramos incapaces de introducir cambios en
algún aspecto de nuestra vida! Al asistir a las reuniones de Al-Anon y hablar con otros
miembros del grupo, recordábamos esta realidad día tras día. Se hizo más fácil aceptar algo
que sabíamos que no podíamos controlar. Fue un gran alivio aprender que el alcoholismo es
una enfermedad. Nos dimos cuenta de que era inútil luchar contra una enfermedad por
medio de razones. Llegamos a la conclusión de que nuestra intervención directa no nana
que un alcohólico dejara de beber o que una persona cambiara.
También estábamos los que vinimos a nuestras primeras reuniones de Al-Anon
después de que nuestros seres queridos habían dejado de beber. Al principio de la
sobriedad, algunos estábamos seguros, equivocadamente, de que a partir de entonces
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10. nuestras vidas serian perfectas. Algunos de nosotros experimentamos nuevos temores y
resentimientos ya que el alcohólico o la alcohólica buscaron la solución a su problema sin
nuestra ayuda. Además, teníamos que darnos cuenta de lo inútil que era tratar de controlar a
los demás. Cuando nos percatábamos de que estábamos controlando de nuevo,
recordábamos que no teníamos el poder ni el derecho de ejercer poder sobre nadie, excepto
sobre nosotros mismos.
Una vez aceptados estos hechos, descubrimos un secreto importante e inspirador: como
librarnos de la frustración y la confusión y encaminarnos hacia la felicidad y la estabilidad
emocionales.
Cuando se abrieron nuestros ojos, nuestros oídos y nuestros corazones, pudimos
liberarnos de nuestra rígida determinación de obtener las cosas tal como las queríamos.
Entonces empezamos a progresar.
Comenzamos nuestro progreso al vencer el impulso de criticar o culpar, incluso cuando
creíamos tener razón; nos repetíamos que probablemente solo estábamos empeorando las
cosas.
Una vez que reconocimos que no podemos obligar a nadie a cambiar, la sensación de
alivio, rendición o de soltar las riendas nos ayudaron a aflojar el nudo sofocante de las
emociones destructivas: la culpabilidad, el miedo, la autocompasión y el resentimiento.
Descubrimos, para sorpresa nuestra, una nueva sensación de relajamiento, como si nos
quitaran un gran peso de encima. En Al-Anon aprendemos a expresar el desprendimiento
emocional de nuestros problemas a través de lemas tales como "Vive y deja vivir" y "Suelta
las riendas y entrégaselas a Dios".
Libres de la obsesión que sentíamos por otra persona pudimos concentrarnos mejor en
nosotros mismos. Examinamos como nuestra vida se había vuelto ingobernable. ¿Cómo
cambiamos nuestra actitud negativa? ¿Cómo encontramos el camino al conocimiento
propio? ¿Qué medidas tomamos para cambiar y mejorar y como y donde obtuvimos la
ayuda que necesitábamos?
Las respuestas a estas interrogantes se encuentran en la aplicación de los Doce Pasos
sugeridos para lograr la recuperación, los cuales han sido utilizados con éxito por otras
personas con problemas similares. Comenzamos con la piedra angular de todos ellos: el
Primer Paso.
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11. De todo el caos que existía pudimos extraer cierto orden. Se hizo cada vez más fácil
aceptar la idea de que podíamos hacernos cargo de nosotros mismos. Cada vez que nos
desprendíamos de algo, progresábamos más.
Al admitir que carecíamos de poder sobre el alcohol, que carecíamos de la habilidad
para dirigir la vida de otra persona y que nuestra vida era ingobernable, estuvimos listos
para buscar más allá de nosotros mismos la fortaleza que necesitábamos para empezar una
nueva forma de vida.
Reflexión
No es fácil admitir la derrota, especialmente cuando he intentado durante tanto tiempo
resolver mis problemas a mi manera, pero sé que no puedo progresar a menos que esté
dispuesto a tratar de dejar de controlar a los demás y sus compulsiones. Con la ayuda de
mis amigos del programa, entiendo cada vez mejor lo inútil que resulta luchar contra la
forma de beber o la forma de pensar de otra persona.
Sé que las acciones y reacciones de los que entran en contacto con esta enfermedad
familiar se afectan. Pero también sé que fui yo quien permitió que mi vida se volviera
difícil y confusa. Si puedo desviar mi atención de los demás, puedo ver cuánto yo contribuí
a que mi vida fuera desagradable. Debo recordar que el inicio del proceso de liberación de
toda mi ira y mi frustración solo depende de lo que yo esté en disposición de hacer.
Solamente puedo comen-zar la búsqueda de mi serenidad cuando me pueda liberar de mi
obsesión por los demás.
Un relato sobre el Primer Paso
Mi esposo, Pedro, salió un viernes por la mañana para la ciudad a entrevistarse
nuevamente para otro empleo. Le rogué con insistencia que estuviera de vuelta a casa al
atardecer y así me lo prometió.
¡Debi habérmelo imaginado! Otra noche de desvelo, mirando por la ventana
preguntándome que había pasado esta vez. ¿Cómo pude creerle cuando dijo que regresaría?
Pensé que no valdría la pena investigar en los bares cercanos como yo solía hacer, porque
seguramente todavía estaba en la ciudad.
Había prometido ir a la licorería del barrio el sábado por la mañana para reponer el
dinero de uno de los cheques sin fondos hechos por Pedro. Esto sucedía a menudo y cada
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12. vez que me llamaban para que me hiciera cargo de la situación yo lo hacía. Cuando salí
hacia alla me sentía abatida.
Entre nuestra casa a la cercana estación del ferrocarril hay una autopista de seis
carriles. En el preciso instante en que la iba a cruzar, la luz del semáforo cambio a rojo, y
para mi horror, al otro lado, tratando de caminar, tambaleándose en medio de todo aquel
tránsito, estaba Pedro. Mi primer impulso fue apresurarme hacia donde él estaba, pero sabía
cuan inútil seria. Completamente desesperada, cerré los ojos y me dije, "¡Dios mío!, ¡Dios
mío!"
Cuando el tráfico se detuvo ante la luz roja, mire, y alii, al otro lado de la autopista, un
hombre fornido, un desconocido, sujetaba del brazo a mi marido con firmeza, ayudándolo a
cruzar hasta un sitio seguro. Cuando llegaron adonde yo estaba, le di las gracias al hombre
con voz temblorosa.
Fue en ese momento que me di cuenta, ante esta situación de vida o muerte, de que
alguien se había encargado de esta crisis y que ese alguien no había sido yo. Yo no tenía
poder, pero Dios sí. Fue entonces cuando por fin comprendí el significado del Primero
Paso.
Todavía tenía que ocuparme del asunto del cheque; lo había prometido. Pero jure que
esa sería la última vez y tenía la firme intención de cumplirlo. Fui a la licorería, todavía
temblorosa por el sobresalto sufrido. Explique que esa era la última vez que repondría el
dinero de los cheques de Pedro; si el propietario del lugar estaba dispuesto a darle crédito
tendría que cobrarle al mismo Pedro. El hombre estuvo de acuerdo y entonces me dijo:
"Sabe, su esposo debería ir a A.A."
¡Qué ironía! Le dije que hacia años que estaba tratando de que fuera a A.A.
"Bueno", contesto, "quizás usted ha estado esforzándose demasiado".
Después de aquel día encontré un nuevo rumbo. Era libre. Aquella experiencia
inolvidable me había devuelto el juicio y demostrado que en realidad yo estaba
prolongando el problema al tratar de dirigirlo todo. Desde entonces mi actitud fue la de "no
intervenir".
Esa decisión trajo muchos cambios a nuestra vida porque aprendí cual era el verdadero
y único propósito del Primer Paso. Mi vida se había vuelto totalmente caótica e
ingobernable—hasta el momento en que me di cuenta de que yo tenía poder sobre mis
propias acciones.
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