Esta adaptación de "El Burlador de Sevilla" de Tirso de Molina dirigida por Darío Facal presenta el texto de forma erótica y transgresora, exponiendo los deseos primarios y pecados de Don Juan. La puesta en escena incorpora baile, música en vivo y elementos audiovisuales que acompañan la historia. Aunque la interpretación de los actores es el verdadero deleite, la pantalla en el fondo a veces distrae la atención del público. En general, se trata de una versión que no deja indifer
Crítica "El Burlador de Sevilla", dirigida por Darío Facal.
1. El underground sevillano, el baile de
cuerpos y de versos y la música en di-
recto acompaña a esta impresionante
versión del Don Juan de Tirso de Mo-
lina firmada por Darío Facal, un viaje
donde lo audiovisual y el libertinaje
configuran este intenso texto sobre
“El Burlador de Sevilla”.
Por Cristina Hernández.
UN CLÁSICO QUE SE BURLA
DE LO CLÁSICO
Desnudez, sexo, lujuria, erotismo, un éxta-
sis para los sentidos es el retrato del popular bur-
lador sevillano, del icónico burlador de España que
dirige el transgresor dramaturgo Darío Facal. Amar,
sufrir y callar; gozar, festejar y abusar, son los in-
gredientes de este popular libreto clásico de Tirso
de Molina que puede verse en la sala principal del
Teatro Español. Facal mete mato a “El Burlador de
Sevilla” en una versión en la que desnuda (en to-
dos los sentidos) al infame Don Juan, exponiéndole
ante el publico como realmente es: un auténtico ca-
brón.
Un hombre que se deja llevar por los impul-
sos más primitivos y arrastra a los demás con él
mediante engaños y promesas que finalmente no
cumple. Pero a este personaje no es al único al que
despoja de toda prenda. Todas las mujeres burla-
das se exponen ante este Tenorio y ante el público,
pues una mujer burlada es una mujer “sucia”, des-
honrada, expuesta a las miradas y a las críticas. Y
es que, “mal honra la mujer que en hombres fía”.
Siendo la figura de Don Juan un mito espa-
ñol, aunque no se conoce con exactitud el contexto
de su origen, si se puede afirmar que esta etiqueta se
sirve para describir a un hombre galán, descarriado
y vividor al que no le importan las consecuencias de
sus actos. De él se ha escrito a lo largo de los años
numerosas versiones sobre su crápula vida, siendo
las más conocidas la firmada por Tirso de Molina,
cuya obra “El Burlador de Sevilla” pertenece al si-
glo XVII, y enseñando su moraleja que los actos
vandálicos serán castigados para que realmente se
haga justicia (“Que el mundo haga justicia. Que su
castigo no tarde”) y la de José Zorrilla, cuyo “Don
Juan Tenorio” pertenece al romanticismo español,
etapa literaria donde el amor lo puede todo y la jus-
ticia se consigue con el arrepentimiento. Teniendo
cada texto el sello de su autor - Tirso de Molina fue
un clérigo, por lo que hizo una versión de Don Juan
donde los pecados cometidos son castigados; José
Zorrilla hizo honor a su apellido y construyó un Don
Juan muy zorro, ligeramente putero y propenso a
enamorarse construye un Tenorio que finalmente
se arrepiente y termina con flores y arcoíris -, ¿qué
conclusión sacamos de esta erótico-festiva adapta-
ción que firma Darío Facal cuyo apoteósico final es
una orgía que arde en el infierno?
Pues el resultado es una pieza que no deja
indiferente. Su director - autor también de la adap-
tación - ahonda en los temas tabú de este texto
que aún en nuestros tiempos siguen tachados de
cierta censura y cinismo, a pesar de ser actos que
todos los humanos cometemos. En esta versión,
se expone como “El Burlador de Sevilla” hace que
mostremos nuestros deseos más primarios para
que Don Juan llegue a usarlos como arma para su
propio beneficio, aunque con ello destroce la vida
de los demás, incluyendo la de sus allegados. Un
baile de cuerpos y de versos en el que el exceso
se presencia sin decoro en escena y en el que los
actores son también espectadores de los actos de
este escrito. Una celebración de los sentidos cuyo
polivalente y correcto reparto, encabezado por Álex
García, un atractivo Juanito, y Manuela Vellés, una
bella Tisbea, son el verdadero deleíte de este viaje
enunciado audiovisualmente en el que se cantan al
amor y al Mar Mediterráneo.
El burlador de España de la burla se ríe, y
aunque burlar a los muertos le hará acarrear la jus-
ticia del mundo - “Justicia de Dios. Que tal hace,
que tal pague” -, de su exposición somos testigos
a través de una puesta en escena limpia y auste-
ra, que lejos está de ser sencilla ya que todos los
elementos que la componen están claramente es-
tudiados en su posición y aparición. Predominan-
do los blancos (mujeres) y grises (hombres) en el
vestuario, el rojo rompe en escena para destacar
la deshonra de una mujer o al amigo engañado,
mientras que la vestimenta completamente negra
atavía a Don Juan. En el fondo del escenario una
pantalla acompaña toda la obra, que utilizada como
marco contextualizador, narrador, acompañamiento
visual de los sentimientos de los personajes y ojo
que muestra íntimamente de cerca la escena que
se está produciendo, es un recurso que en ocasio-
nes distrae al espectador comiendo protagonismo
a la interpretación y al texto. No obstante, estamos
ante un ejemplo de delirio teatral donde la música
en directo y el componente audiovisual sellan esta
excitante y transgresora versión de un clásico que
se burla de lo clásico.
2- Crítica de “El Burlador de Sevilla”, dirigida por Darío Facal -
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Un baile de cuerpos y de versos en
el que el exceso se presencia sin
decoro en escena y en el que los ac-
tores son también espectadores de
los actos de este escrito :: “El Burlador de Sevilla”, texto atribuido a
Tirso de Molina y dirigido por Dario Facal, pue-
de verse hasta el 29 de Noviembre en la Sala
Principal del Teatro Español. De martes a sá-
bados a las 20:00h y Domingos a las 19:00h.
De 5 a 22€. Martes, miércoles y jueves 25% de
descuento.