2. Apocalipsis 4:1-3
La adoración celestial
1 Después de esto miré, y he aquí una puerta
abierta en el cielo; y la primera voz que oí,
como de trompeta, hablando conmigo, dijo:
Sube acá, y yo te mostraré las cosas que
sucederán después de estas. 2 Y al instante yo
estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono
establecido en el cielo, y en el trono, uno
sentado. 3 Y el aspecto del que estaba sentado
era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y
había alrededor del trono un arco iris,
semejante en aspecto a la esmeralda.
3. Apocalipsis 4:4-6
4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y
vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos,
vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en
sus cabezas.
5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y
delante del trono ardían siete lámparas de fuego,
las cuales son los siete espíritus de Dios.
6Y delante del trono había como un mar de vidrio
semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor
del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos
delante y detrás.
4. Apocalipsis 4:7-9
7 El primer ser viviente era semejante a un león; el
segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía
rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a
un águila volando.
8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis
alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos;
y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo,
santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el
que es, y el que ha de venir.
9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y
honra y acción de gracias al que está sentado en el
trono, al que vive por los siglos de los siglos,
5. Apocalipsis 4:10-11
10 los veinticuatro ancianos se postran
delante del que está sentado en el trono, y
adoran al que vive por los siglos de los
siglos, y echan sus coronas delante del
trono, diciendo:
11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la
honra y el poder; porque tú creaste todas
las cosas, y por tu voluntad existen y
fueron creadas.
6.
7. Y el aspecto del que estaba
sentado era semejante a piedra de
jaspe y de cornalina.
8.
9. Tras las siete cartas a las iglesias
de Asia menor, cambia el lugar
de la acción; ahora el lugar de
la acción es el cielo. Este cambio
de escenario es uno de los
elementos que a veces hacen
que el Apocalipsis sea difícil de
entender.
10. No se trata de una acción lineal,
como si las cosas se siguieran una a
otra ordenadamente.
Al contrario, se trata mas bien de
una acción doble, en la que hay
cosas que acontecen en la tierra y
otras que acontecen en el cielo, y los
dos niveles de acción se
interrelacionan.
11. Apocalipsis
Las visiones de Juan son como una
ventana por la que los personajes del
escenario terrestre pueden ver el
escenario celestial, y así́ lograr un
entendimiento más cabal de lo que está
sucediendo en la tierra. Juan sube al
cielo «en el Espíritu», es decir, que es el
Espíritu de Dios quien le ofrece una
visión como si estuviera físicamente en
el cielo.
12. Apocalipsis
Lo primero que ve es una visión de Dios.
Puesto que entre los judíos se tenía mucho
cuidado de no mencionar el nombre de
Dios directamente, Juan n0 nos dice
directamente que era Dios. A través de todo
su libro, aunque sí hablará del «nombre de
Dios», y del «Espíritu de Dios», cuando se
refiera a Dios mismo la frase que empleará
más frecuentemente será́ el «que estaba
sentado en el trono».
13. Apocalipsis
Naturalmente, la descripción del que estaba
sentado en el trono «semejante a piedra de
jaspe y de cornalina» no ha de tomarse
como una descripción literal. Lo que Juan
está diciendo es que su gloria era inmensa,
brillante y deslumbradora como piedras
preciosas. De igual modo, el arco iris como
esmeralda es indicación de la gloria que
rodea a Dios.
14. Apocalipsis
¿Cree usted que para los cristianos
perseguidos de Asia la visión de Juan sería
una palabra de consuelo y afirmación?
Imagínese que hay todo un gobierno y una
sociedad que tratan de amedrentarle, y que
ciertamente tienen un poder asombroso.
Se trata nada menos del gran Imperio
Romano, con toda su pompa, su prestigio y
poder
15. Apocalipsis
Pero ahora Juan le cuenta de una visión
de la gloria de Dios. Es una visión tan
grande que hace palidecer a todos los
reyes y tronos de la tierra.
Más adelante veremos que el que está
sentado en el trono, sí se ocupa de sus
seguidores perseguidos y oprimidos. ¿No
les daría esa visión más firmeza a esos
creyentes?
16. Apocalipsis
Piense ahora en usted y las presiones de
su vida. A veces esas presiones parecen
sobrecogedoras. No hay nada que
podamos hacer contra ellas. Los
problemas son grandes. Los recursos
son escasos. A veces hasta parece que el
mundo entero está contra nosotros. En
tales casos, haríamos bien en recordar la
visión de Juan. Hay Uno que está
sentado sobre el trono, ante quien
palidecen los más grandes podares de la
tierra
17. Apocalipsis 3:17-18
Alrededor del trono de Dios, hay veinticuatro
tronos, y en cada uno de ellos un anciano con
vestiduras blancas y coronas de oro.
Estos veinticuatro ancianos simbolizan las
doce tribus de Israel y los doce apóstoles. El
número doce es en toda la Biblia señal de algo
completo, Aquí, lo que se indica es que junto a
Dios, alrededor de él, reinaran también todo el
pueblo de Dios, tanto el pueblo de Israel, los
descendientes de Abraham según la carne,
como los descendientes de Abraham por la fe,
es decir la iglesia.
18. Apocalipsis 3:19-22
Estos ancianos tienen vestiduras blancas.
En la antigüedad el blanco era señal de
victoria. Luego, los ancianos representan
al pueblo que ha triunfado. Recuerde
cuán repetidamente aparece en las siete
cartas la promesa de victoria.
19. Antecedentes
Los tronos y las coronas indican que los
fieles comparten el reino de Dios. Recuerde
que, como vimos anteriormente, Juan dice
que Dios nos ha hecho «reyes y sacerdotes».
Aquí vemos al pueblo de Dios entronizado
en torno a Dios. Pero, como veremos más
adelante, los veinticuatro ancianos le
rinden homenaje a Dios descartando la
idea de usurpación, pues el es el que esta
sentado en el trono y es digno de recibir la
gloria y honra y el poder.
20. La visión de Juan nos parece imponente
por las imágenes que usa: truenos y
relámpagos, seres alados, mar de cristal.
Pero en realidad lo más imponente de
ella es su amplio alcance. Muchos de
nosotros, cuando nos preocupa algún
problema o situación difícil, no podemos
ver mucho más allá́ de esa preocupación.
Pero Juan se eleva mucho más allá́ de eso.
21. Apocalipsis
Claro está, le preocupa la situación de las
iglesias en la provincia romana de Asia.
Pero al enfrentarse a esa preocupación lo
hace en base a una visión que incluye, no
solo esas siete iglesias, sino los
«veinticuatro ancianos»; es decir, toda la
historia de Israel y la totalidad de la
iglesia.
22. Apocalipsis
Dentro de esa historia, las tribulaciones y
dificultades de las siete iglesias, aunque
importantes, n0 son sino un episodio. Esto
no les resta importancia a esas
tribulaciones y dificultades. Pero sí las
coloca en su justo marco. El Dios que
promete salvación y victoria a las iglesias
de Asia es el mismo Dios a quien los
veinticuatro ancianos adoran, porque es el
Dios que sacó a Israel de Egipto y a Eliseo
de mano de los sirios.
23. Apocalipsis
Para ese Dios, la situación actual de las
iglesias de Asia no es nada nuevo ni
único. sí las iglesias de Asia recuerdan
que su Dios es el Dios de los
«veinticuatro ancianos», sabrán confiar
en él, como Israel le confió́ su suerte al
cruzar el mar, o Daniel se la confió́ en el
foso de los leones.
24. Apocalipsis
¿Cree usted que los cristianos de hoy,
cuando nos enfrentamos a problemas y
dificultades, recordamos que nuestro
Dios ha sacado a su pueblo mil y una vece
de situaciones semejantes o peores? ¿Nos
acordamos de que Dios no es solamente
el Dios nuestro, sino también de los
veinticuatro ancianos y de toda su
historia?
25. Apocalipsis
Piense en las cosas que le causan
temor o preocupación. Sobre cada
una de esas cosas, recuerde algún
episodio en la historia del pueblo
representado por los «veinticuatro
ancianos» (es decir, por la historia
de Israel y de la Iglesia) en el que
Dios haya respondido a dificultades
o preocupaciones semejantes.
26. Apocalipsis
Por ejemplo, si lo que le preocupa es
la muerte, recuerde la resurrección
de Jesús. Si lo que le preocupa es el
hambre, recuerde el caso de la viuda
de Sarepta (1 Reyes 17:9). Si lo que le
preocupa es la opresión política o
económica, recuerde el caso de la
liberación de Israel del yugo de
Egipto.
27. Apocalipsis
Los cuatro «seres vivientes» nos
recuerdan la visión de Ezequiel 1, donde
hay también cuatro seres vivientes llenos
de ojos. En la visión de Ezequiel, cada
uno de los cuatro seres vivientes tiene
cuatro caras: humana, de león, de
becerro y de águila. En la de Juan, uno de
los seres tiene rostro humano, otro de
león, y así́ sucesivamente.
28. Apocalipsis
En ambas visiones, los seres vivientes tiene
muchos ojos, lo que indica que todo lo ven;
y tienen alas, lo que indica que son veloces,
y que pueden vivir en todas partes. Sus
cuatro rostros indican que incluyen toda la
creación viviente: humana, bestias salvajes,
animales domésticos y aves. O, según otros
intérpretes, indican que tienen todas las
virtudes: la sabiduría humana, la fuerza del
buey, el valor del león y la altura del águila.
29. Apocalipsis
En todo caso, lo importante es que los
cuatro seres vivientes, como los
veinticuatro ancianos, con todo y ser tan
poderosos, sirven y adoran al que está
sobre el trono: Dios. Lo que tenemos aquí
es una imagen de la adoración celestial
que indica que todo el pueblo de Dios
(Israel y la iglesia) y toda la creación
viviente adoran al que está sobre el trono.
30. Apocalipsis
. Dios no es solamente Dios nuestro, sino
que es Dios de los «veinticuatro ancianos»
y de toda la historia que representan, es
Dios de la creación, incluso de las bestias
y las aves del cielos.
Los seres vivientes representan a toda la
creación que le adora, al igual que le
adoran los veinticuatro ancianos. Una vez
más, ¿no será́ que nuestro Dios es
demasiado pequeño, y que por eso no le
confiamos nuestros problemas y
dificultades?
31. Apocalipsis
Ore: Dios mío, al adentrarme en este
estudio del Apocalipsis, confieso que
muchas veces me olvido de tu poder que
todo lo alcanza, de tu amor que todo lo
promete, de tu fidelidad que todo lo
cumple. Ayúdame, como ayudaste a Juan,
a tener aunque sea un atisbo de tu
grandeza para que pueda confiar en ti
plenamente y servirte fielmente. Por
Jesucristo, mi Salvador. Amén.