El documento describe la Pasión de Jesucristo según San Mateo, incluyendo su entrada triunfal a Jerusalén, su traición por Judas, y su crucifixión y muerte. Resalta cómo Jesús aceptó su sufrimiento con docilidad a Dios Padre, asumiendo el mal para perdonar a sus verdugos, y cómo su ejemplo nos anima a contemplar el dolor con esperanza en la fuerza del amor.
2. La multitud extendió sus
mantos por el camino,
algunos cortaban
ramas de árboles y
alfombraban la
calzada. Y la gente
gritaba: ¡Hosanna al
Hijo de David! ¡Bendito
el que viene en nombre
del Señor! ¡Hosanna en
el cielo!
Mt 21, 1-11.
3. Una multitud aclama
gozosa a Jesús en su
entrada a Jerusalén:
¡Hosanna!
Días más tarde, las turbas
gritarán: ¡Crucifícale!
Miles de voces aclaman al
hijo de David; el viernes
santo pedirán a gritos,
¡soltad a Barrabás!
Así se desencadena la
tragedia del Hijo del
hombre.
4. La Pasión de Jesús estremece al lector. Contemplamos
la puesta en escena de un proceso largamente
maquinado contra Jesús. El hombre justo, que pasó
su vida haciendo el bien, recibe toda clase de
vejaciones y crueldades. El bien que derrochó se ve
correspondido con el rechazo, la burla y la muerte..
5. ¡Qué absurda nos parece esta muerte! Y al mismo
tiempo, ¡cuán abandonado está Jesús en manos
de su Padre! Hasta el último momento se
entregará para hacer, en todo, su voluntad.
6. Con un gesto de afecto,
propio de la amistad,
Judas traiciona a Jesús.
¡Es una cruel paradoja!
Este gesto nos hace
pensar en cuántas
veces las
manifestaciones de
ternura son auténticas
o, por el contrario, no
responden a lo que
vive y siente el corazón.
7. Dios ofrece su amor, pero acepta que el hombre lo
rechace. Se sitúa al lado de todos los que sufren
injustamente, heridos por la iniquidad del mal. En
medio de las desgracias y los males del mundo, Dios
está allí, crucificado, maltratado y tendido con los
que sufren y mueren.
8. ¿Hemos pensado que nosotros podemos ser
causantes de pasión y sufrimiento? Mucha gente
sufre en el mundo: niños maltratados y abusados,
personas solas, ancianos, indigentes sin techo…
Cuando apartamos a Dios de nuestras vidas, el mal
se adueña de todo y causa estragos. Es el rechazo a
Dios lo que provoca tanto dolor.
9. Más allá de una lectura social o política sobre la
Pasión de Cristo, deberíamos ahondar en nuestras
actitudes. A veces, somos causa de dolor para
familiares, amigos, vecinos... Por tonterías o
frivolidades generamos problemas que hacen sufrir
a los demás. Cada día se dan en el mundo muchas
pasiones: las que provoca nuestro egoísmo.
10. La Pasión no es un mero recordatorio de unos
hechos, sino una actualización viva de la muerte y
resurrección de Jesús. Los cristianos hemos de ser
valientes para asumir el sufrimiento por amor.
Nuestra cruz es el lastre y el peso que asumiremos,
consecuencia de nuestro amar. Entonces
estaremos haciendo viva y real la pasión de Cristo
en nuestras vidas.
11. Dios es capaz de sufrir a
manos de la criatura que
ama. Jesús, dócil al Padre,
acepta este sufrimiento.
Huir, resistir o defenderse
son actitudes muy
humanas. Pero Jesús
adopta la actitud de Dios,
y aquí se manifiesta de
forma sobrecogedora su
íntima unión. Asume el
mal, lo acepta, cae bajo su
crueldad y muere
perdonando a sus
verdugos.
12. La docilidad de Jesús no es una llamada a ser pasivos
ante los males del mundo. Nos anima a contemplar
el dolor con ojos trascendidos y confiando en la
fuerza del amor. En esta Semana Santa, seamos
capaces de mirar a Cristo desde su sufrimiento
para identificarnos con él. Que nos llegue su
fortaleza interior, su fidelidad al Padre hasta el
último momento. Solo así comprenderemos que la
muerte no tiene la última palabra. Solo así
llegaremos a vivir una auténtica Pascua.