2. Desde la
barca, sentado, enseñaba a la
gente. Cuando acabó de
hablar, dijo a Simón: «Rema
mar adentro y echad las
redes». Simón contestó:
«Maestro, hemos pasado la
noche bregando y no hemos
pescado nada; pero, por tu
palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron
una redada de peces tan
grande, que reventaba la red.
Lucas 5, 1-11.
3. En el evangelio de hoy vemos tres aspectos de la
misión de Jesús.
El primero es instruir. Dedica largas horas a predicar.
Sentado en la barca de Pedro, enseña a las gentes.
4. La segunda misión es curar y transformar. Su
palabra va acompañada de su capacidad para
obrar milagros. Estos, más allá del hecho
sobrenatural, son signos que despiertan el
corazón y la libertad humana.
5. La tercera parte de su misión es la llamada. Sabe
que para su obra necesita personas que se
entreguen al servicio del evangelio y cooperen
con él. Por eso llama a sus apóstoles. A la llamada
le precede una actitud de humildad.
6. Pedro cae de rodillas: reconoce su pequeñez y sus
muchas faltas. «Apártate de mí, Señor, que soy un
pecador». Pero Jesús hará todo lo contrario: sin
negar sus limitaciones, lo llama a estar con él.
7. «Hemos estado bregando toda la noche y no
hemos pescado nada.» También los cristianos
de hoy, llamados a expandir el
evangelio, podríamos decir: «Nos hemos
esforzado durante años para nada». Tanto
trabajo, tanto sacrificio, parece inútil, no da
8. Pero Simón se fía de Jesús:
«Por tu palabra, echaré las redes».
¿Podremos decir nosotros lo mismo?
Porque nos fiamos de ti, Señor, seguiremos
bregando…
9. Simón se fía. Su fe
provoca el milagro.
Y obtiene una
pesca abundante.
Sacar fuerzas de
donde no las hay,
con una oración
sincera, puede
obrar milagros.
10. El verdadero milagro es fiarse de Dios.
Seguir ahí, aunque no veamos el fruto inmediato.
Fiarse convierte la noche en amanecer;
la acción estéril en trabajo fecundo;
el desaliento en esperanza y alegría; la apatía en fe.
11. Pedro hace dos actos de fe.
El primero es fiarse: rema mar adentro y vuelve a
echar las redes.
¿Sabremos nosotros ser constantes y seguir,
contra toda esperanza?
12. El segundo acto de fe es
responder a la llamada
de Jesús.
«Desde ahora serás
pescador de hombres.»
Todos los cristianos
recibimos esa llamada a
ser colaboradores de
Dios. ¿Cómo
respondemos?
¿Nos fiamos?
13. Pedro, valiente, sigue a Jesús. Su vida cambia de
rumbo. A partir de ahora, se adentrará en las
aguas turbulentas del mal para rescatar a las
gentes que se ahogan. Esta será su vocación:
dejar las redes para iniciar un camino de
libertad.
14. Esta es también nuestra vocación: cuando
abrimos el corazón y confiamos en Dios, él
nos dará el valor necesario para
embarcarnos en la aventura de ser
rescatadores de almas.