1. Honra a tu
padre y a tu
madre
Honra a tu padre y
a tu madre, para
que seas de larga
vida sobre la
tierra, que el
Señor tu Dios te
dará.
Evangelio según el
Espiritismo Cap. XIV
Laura Fuentes
2. Piedad filial
El mandamiento: "Honra a tu padre y a
tu madre", es una consecuencia de la ley
general de caridad y de amor al
prójimo, porque no se puede amar al
prójimo sin amar a su padre y a su
madre; pero la palabra "honra" encierra
un deber más respecto a ellos: el de la
piedad filial.
Dios ha querido manifestar con esto que
al amor es preciso añadir el respeto, las
consideraciones, la sumisión y la
condescendencia, lo que implica la
obligación de cumplir respecto a ellos de
una manera aun más rigurosa todo lo
que la caridad manda con respecto al
prójimo.
Este deber se extiende naturalmente a
las personas que están en lugar de los
padres, y que por ello tienen tanto más
mérito cuanto menos obligatoria es su
abnegación.
Dios castiga siempre de un modo
riguroso toda violación de este
mandamiento. Laura Fuentes
3. La ingratitud de los hijos
Sobre todo con respecto a los padres sin recursos
es como se demuestra la verdadera piedad filial.
¿Cumplen, acaso, este mandamiento aquellos que
creen hacer un gran esfuerzo dándoles lo justo
para que no se mueran de hambre, cuando ellos no
se privan de nada, relegándoles en la peor
habitación de la casa por no dejarles en la calle,
cuando ellos reservan para sí lo mejor y más
cómodo? Gracias aun si no lo hacen de mal agrado
y no les obliguen a comprar el tiempo que les
queda de vida, cargándoles con las fatigas
domésticas. ¿Está bien que los padres viejos y
débiles sean los servidores de los hijos jóvenes y
fuertes? ¿Acaso su madre les regateó su leche
cuando estaban en la cuna? ¿Ha escaseado sus
vigilias cuando estaban enfermos, y sus pasos para
procurarles aquello que les faltaba? No; no es sólo
lo estrictamente necesario lo que los hijos deben a
sus padres pobres; deben también darles las
pequeñas dulzuras de lo superfluo, los agasajos, los
cuidados exquisitos que sólo son el interés de lo
que ellos han recibido y el pago de una deuda
sagrada.
Esta es la verdadera piedad filial aceptada por Dios.
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4. El abandono y el olvido
Desgraciado, pues, aquél que olvida lo
que debe a los que le han sostenido en
su debilidad, a los que con la vida
material le dieron la vida moral, a los
que muchas veces se impusieron duras
privaciones para asegurar su bienestar;
desgraciado el ingrato, porque será
castigado con la ingratitud y el
abandono; será herido en sus más
caros afectos, "algunas veces desde la
vida presente", y más ciertamente en
otra existencia, en la que sufrirá lo que
ha hecho sufrir a los otros.
Es verdad que ciertos padres olvidan
sus deberes y no son para sus hijos lo
que deben ser; pero a Dios
corresponde castigarlos y no a sus
hijos; éstos no deben
reprocharles, porque ellos mismos han
merecido que así sucediera.
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5. La Indulgencia es la mayor caridad
para con nosotros mismos
Si la caridad eleva a ley el
devolver bien por mal, ser
indulgente con las imperfecciones
de otro, no maldecir a su
prójimo, olvidar y perdonar los
agravios, y hasta amar a los
enemigos, ¡cuánto mayor es esta
obligación con respecto a los
padres! Los hijos, pues, deben
tomar por regla de conducta para
con estos últimos, todos los
preceptos de Jesús concernientes
al prójimo, y decir que todo
proceder vituperable con los
extraños, lo es más con los
allegados, y lo que sólo puede ser
una falta en el primer caso, puede
llegar a ser un crimen en el
segundo, porque entonces a la
falta de caridad se agrega la Laura Fuentes
6. Copiar a nuestros Padres
Cuando somos apenas unos
niños, empezando nuestra formación
, tenemos una visión respecto a
nuestros padres muy diferente a la que
adquirimos en el transcurso de nuestra
vida y en la medida que vamos
creciendo y formándonos.
En nuestros comienzos los visualizamos
con tanta admiración y respeto que
quisiéramos parecernos a ellos, pero
todo va cambiando, nuestra opinión con
respecto a ellos se transforma, los
empezamos a ver hasta como
enemigos, nos sentimos tan
autosuficientes y creemos no necesitar
nada de ellos, pero solo cuando los
papeles se cambian los empezamos a
entender.
Cuando nos convertimos en padres y Laura Fuentes
7. Palabras de JESÚS
"Mi reino no es de este
mundo; allí, y no en la
tierra, recibiréis la
recompensa de vuestras
buenas obras".
En estas palabras, la tierra
prometida material se
transforma en patria
celeste; así es que cuando
les recuerda la observancia
del mandamiento "Honra a
tu padre y a tu madre", no
les promete la tierra; sino el
cielo. (Cap. II y III).
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8. Cuando no escuchamos, la vida nos
enseña
Aprende a escuchar,
porque el que escucha,
vive sin tanto dolor y
sufrimiento.
Si elegimos aprender
viviendo nuestras propias
elecciones, también es
valedero, pero será un
camino un poco mas difícil
y complicado.
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9. Dame tu mano, ahora te necesito
Siempre estoy para ti
, aunque ya no me
necesites, porque siempre
has sido la misión que por
amor y por convicción
Dios me brindo, perdona
mis errores, aun sigo
aprendiendo, por favor
bríndame tu mano, las
fuerzas me abandonan, no
lo hagas TU.
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10. Cuando yo este viejo, no me
abandones
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11. Amor Verdadero
Retribuirles, los
sacrificios, el amor, la
dedicación y la entrega;
ofreciéndoles un lugar en
nuestra vidas y en
nuestros corazones.
Y no un rinconcito de
desamor y soledad en
nuestras casas.
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12. Cuidados con amor
Honrar a su padre y a su
madre no es sólo
respetar-les; es también
asistirles en
sus
necesidades, procurarles
el descanso en su vejez y
rodearles de solicitud
como lo
han hecho con nosotros
en nuestra infancia.
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13. La Verdadera Entrega
Si entregas con amor
verdadero y sincero tu
vida, no necesitaras
recompensa pues ya la
has conseguido.
Pues la verdadera
recompensa, es tener
nuestra conciencia
tranquila, por el deber
cumplido.
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