2. El deber de los hijos:
obediencia y honra.
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu
padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te
vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Efesios 6:1-5
Vivimos en una generación que está trastornando los roles familiares y el
liderazgo de los padres se ha ido a extremos. Abundan hogares con padres
permisivos que no imponen reglas ni corrección, “los hijos lideran y los padres
obedecen”. También encontramos hogares con padres estrictos que usan la
fuerza, las amenazas y hasta la violencia para educar a sus hijos.
La Biblia que posee todo el consejo de Dios, da una clara dirección en como
tener una relación de autoridad armoniosa entre ambos. Hay 2 mandatos
específicos para que haya un respeto mutuo: Hijos obedezcan, padres no
provoquen a ira.
3. El deber de los hijos:
obediencia y honra.
El deber de los hijos: obediencia y honra.
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque
esto es justo. El precepto dado por Dios es que todo hijo
que vive con sus padres y es soltero, tiene la
responsabilidad esencial de someterse a sus padres
terrenales “en el Señor”, esto quiere decir que deben
reconocer la autoridad que Dios puso en ellos y
disponer su corazón para obedecerlos porque cuando
obedecen a sus padres están obedeciendo a Dios.
4. El deber de los hijos:
obediencia y honra.
La razón por la que deben de hacerlo es “porque es
justo”. En este contexto la palabra justo habla de “es
recto” “es moralmente bueno”. La única excepción a
este mandato es cuando la orden los lleva a pecar, por
ejemplo si un padre le dice a su hijo que diga una
mentira, no debe obedecer, pues por encima de la
autoridad de los padres está la autoridad de Dios.
5. El deber de los hijos:
obediencia y honra.
Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer
mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y
seas de larga vida sobre la tierra. Este es un
mandato para toda la vida, porque hace parte del
quinto mandamiento. Un hijo que ya no vive con sus
padres o está casado, su deber ya no es de obediencia
sino de honra, o sea respetarlos, apreciarlos, escuchar
sus consejos, buscar una relación madura con ellos,
cuidarles, atender sus necesidades y hasta proveer
para ellos cuando sea necesario (1 Timoteo 5:15).
6. El deber de los hijos:
obediencia y honra.
Aparte de agradar a Dios, existe una recompensa
adicional para ser obedientes y honrar a los padres
“para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la
tierra”. Un hijo obediente se beneficiará de la
sabiduría de sus padres, así no sean creyentes,
evitándose muchas amarguras, será un adulto
humilde y respetuoso en el que Dios se complacerá y
le otorgará Su bendición.
7. El deber de los hijos:
obediencia y honra.
Una advertencia: Los hijos desobedientes son un
síntoma de una sociedad en decadencia, de tiempos
peligrosos “También debes saber esto: que en
los postreros días vendrán tiempos
peligrosos. Porque habrá hombres amadores
de sí mismos, avaros, vanagloriosos,
soberbios, blasfemos, desobedientes a los
padres, ingratos, impíos…” 2 Timoteo 3:1-5
8. El deber de los padres: No
provoquen a ira.
Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros
hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del
Señor”. Efesios 6:4
Un niño o un joven no hace lo bueno por naturaleza
pues su corazón es rebelde, es por eso que el deber de
los padres es corregir su proceder de una forma
correcta “en disciplina y amonestación del Señor”.
9. El deber de los padres: No
provoquen a ira.
El deber de los padres es evitar que las pasiones de sus hijos
sean innecesariamente excitadas en su forma de criarlos. En
otras palabras, no los vuelvan hostiles, rebeldes, temerosos, sin
iniciativa, airados con sus padres y con Dios. El padre que tiene
hijos predilectos, usa sarcasmos o burlas, cambia órdenes según
su estado de ánimo, compara con otros, ordena cosas que él
mismo no cumple, abusa de su autoridad, humilla, no pide
perdón, no escucha razones o trata a su hijo como un caso
perdido; causa desanimo, frustración y resentimiento.
10. El deber de los padres: No
provoquen a ira.
¿Qué hacer para no provocar a ira? “Criadlos en disciplina y
amonestación del Señor” Disciplina significa literalmente
“inculcar en la mente”, pero ¿Qué es lo que deben inculcar? Jay
Adams en su libro “Vida Cristiana” lo resume así: “Debe ser
alcanzado en su corazón con la Palabra de Dios. El mensaje que
habla de un Dios de amor que vino y se dio a sí mismo por su
pueblo, debe llegar en primer lugar al corazón de nuestros hijos,
llevándolos al arrepentimiento y a la fe. Los padres deben
guiarlos al arrepentimiento, a la convicción de pecado, al
Salvador. Y luego deben continuar mostrándoles lo que Él desea
y motivarles”
11. El deber de los padres: No
provoquen a ira.
Amonestación significa instrucción. Lo que Dios manda a los
padres es que no enseñen según sus propios pensamientos,
sino conforme a los principios Bíblicos, por eso un buen
padre cultiva su relación con Dios para poder instruir a sus
hijos y enseñarles: a relacionarse con Dios y con los demás,
establecer prioridades, administrar tiempo y dinero, a
enfrentar y resolver problemas, a poner límites, a respetar, a
obedecer, a comunicarse, a ejercitar el perdón, a recibir la
Gracia, e inclusive a recibir corrección física si es necesario.
12. El deber de los padres: No
provoquen a ira.
Recordemos que el mayor nivel de autoridad del
hogar lo tiene el esposo y sobre el recae una mayor
responsabilidad para ejercer la disciplina. El fin de los
padres es llegar a ser como el Padre Celestial,
llevando a sus hijos a la fe y madurez cristiana,
haciéndolos buenos ciudadanos del Reino y del
estado. En la medida en que la relación con Cristo
permea la vida de los padres, su proceso de santidad
avanza, llevándolos a ser los padres que Dios quiere
que sean.
13. El deber de los padres: No
provoquen a ira.
Reflexión:
Dios hace énfasis en estas dos responsabilidades que son difíciles
de cumplir por el pecado remanente que aun hay en el corazón del
creyente. Es por la obra de Dios hecha en Cristo, que podemos, por
la fe, poco a poco alcanzar el estándar que se nos pide como padres
y como hijos. Necesitamos orar pidiendo que nuestro Padre
Celestial derrame Su Gracia sobre nuestros hijos para que crean en
Jesucristo y puedan ser más obedientes, y sobre nosotros para que
podamos corregirlos sacando a la luz su pecado, llevándolos a
pedir perdón a Dios y a quienes hayan ofendido.