1. Informe Final
Consultoría HelPage Internacional
Los adultos mayores
en elmundo del trabajo urbano
Silvia Escóbar
Consultora de CEDLA
La Paz, mayo de 2010
1
2. Índice
Introducción
1. Envejecimiento y trabajo
2. Contexto demográfico y laboral
2.1 Características sociodemográficas de los adultos mayores
2.2 Situación del mercado de trabajo urbano
3. Los adultos mayores frente a la actividad económica
3.1 Participación en la actividad económica
3.2 Desempleo e inactividad
3.3 Fuentes de ingreso
4. Trabajo y condiciones laborales
4.1 Formas de inserción laboral
4.2 Condiciones laborales
4.2.1 Lugar de trabajo
4.2.2 Estabilidad laboral
4.2.3 Jornadas de trabajo
4.2.4 Salarios e ingresos
4.2.5 Protección social
4.2.6 Precariedad laboral extrema
5. Valoración del trabajo en la edad adulta mayor
6. El trabajo doméstico no remunerado
7. El núcleo familiar: solidaridad y reciprocidad
8. Reflexiones finales
2
3. Introducción
El envejecimiento y la actividad laboral de las personas es un tema que ha sido poco
estudiado en el país pero también en otros países de la región. Mientras tanto, las tendencias
demográficas que emergen del aumento en la esperanza de vida después de los 60 años, han
llevado a la extensión del tiempo de permanencia en el trabajo de un porcentaje cada vez
mayor de los trabajadores y, más todavía, cuando la cobertura de los sistemas de protección
social es limitada o su calidad es insuficiente para asegurar la subsistencia.
Estos cambios plantean la necesidad de un mejor conocimiento de esta realidad tanto para
determinar la magnitud y características de la incorporación de los adultos mayores en el
mundo del trabajo como para avanzar en la comprensión de las condiciones económicas y
sociales en las que se encuentra este grupo de la población. Si bien se considera como parte de
ésta a las personas de 60 años y más, se incluye en el análisis a la cohorte de población en
edades de transición a la vejez (45 a 59 años), no solo para examinar los efectos de las nuevas
condiciones de funcionamiento del mercado laboral sobre distintas generaciones de
trabajadores, sino para identificar las nuevas tensiones que se derivan del avance de la
desprotección social en el país, en un futuro próximo.
El análisis está circunscrito al ámbito urbano y específicamente a las principales ciudades del
país: La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y El Alto que en conjunto abarcan al 80% de la
población de las ciudades capitales de departamento. Tiene como referencia temporal un solo
momento en el tiempo, el año 2010, sin embargo, más allá de la situación coyuntural, el
análisis que se presenta ha buscado retratar los procesos estructurales que han marcado la
vida laboral de los adultos mayores y las formas en las cuáles se proyectan en la vejez, en
comparación con otros grupos de edad y en el contexto más amplio del funcionamiento del
mercado de trabajo en las últimas décadas.
Luego de una breve referencia conceptual para el abordaje del tema y la descripción a grandes
rasgos del contexto demográfico y laboral, en este documento se analiza en forma integral y
detallada la situación laboral de los adultos mayores, buscando responder, entre otras, a las
siguientes preguntas: ¿Cuál es la importancia de su participación en la actividad económica y
cuáles son sus principales determinantes? ¿Cómo ha evolucionado con el tiempo en
comparación con las personas de otros grupos de edades? ¿Cuál es su nivel de desempleo?
¿Cuáles son sus formas de incorporación en el mundo del trabajo? ¿Cómo son sus condiciones
3
4. laborales y como afectan a su calidad de vida? ¿Además del trabajo en el ámbito mercantil,
cuál es su rol en el trabajo doméstico no remunerado y su aporte a la reproducción de la fuerza
de trabajo familiar? ¿Cuál es el papel del trabajo-remunerado y no remunerado- para enfrentar
la pobreza en la edad adulta?
Para cumplir con este propósito, se ha recurrido al uso de técnicas cuantitativas y cualitativas.
La fuente principal de datos estadísticos proviene de la Encuesta Urbana de Empleo
(ECEDLA), realizada por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario entre
junio y julio de 2010 en las ciudades del eje, complementada con la información que proviene
de las encuestas de hogares del INE para el análisis de algunas tendencias. Adicionalmente, se
realizaron 16 entrevistas en profundidad para conocer las trayectorias laborales y la opinión de
los adultos mayores sobre el trabajo en la vejez, así como la forma que adoptan los arreglos
familiares y las relaciones de solidaridad y reciprocidad para asegurar el bienestar de las
personas mayores y, en general, la reproducción material y social de la fuerza de trabajo
familiar.
Esperamos este nuevo aporte de HelpAge y CEDLA al conocimiento de este tema de
particular relevancia para el bienestar actual y futuro de los trabajadores contribuya a un debate
amplio en la sociedad, para su incorporación en la agenda pública y su consideración como una
cuestión prioritaria en la formulación de las políticas públicas.
4
5. 1. Envejecimiento y trabajo
Este trabajo se orienta por un enfoque conocido como economía política de la vejez, cuya tesis
central plantea que la vejez es más una construcción social que un fenómeno psico-biológico y,
por tanto, son las condicionantes sociales, económicas y políticas las que determinan y
conforman las condiciones de vida de las personas mayores(Rodríguez, 1995). La vejez como
una condición socialmente construida presenta rasgos específicos en función de la división del
trabajo y la estructura de desigualdad existente en diferentes momentos históricos de toda
sociedad (Araníbar, 2001); en esta perspectiva, “la vejez no será sino lo que quiera que sea la
sociedad que la crea”(Pérez Ortiz, 1999, pp. 97).
Bajo este enfoque, los factores estructurales -como la clase social, el género, la etnia o la
generación, son importantes a considerar en la determinación de las características sociales e
históricas de las personas que integran cada grupo de edades. De este modo, la vejez como
fenómeno social puede ser considerada en sus características comunes con cualquier otro
grupo de edad, como en sus propias especificidades, (Perez Ortíz, 1999).
La opción por colocar en primer plano la dimensión estructural ─y por lo tanto política─ del
tema no significa dejar de ladoel abordaje de las manifestaciones concretas de las diferentes
dimensiones del envejecimiento entre las personas de distinto grupos sociales y a sus posibles
cambios en el tiempo; de igual manera a las formas- individuales o colectivas- en las que los
adultos mayores enfrentan a los factores estructurales que determinan su calidad de vida.
Como en el transcurso de la vida, en la edad adulta mayor las personas conforman grupos
sociales heterogéneos diferenciados en función de su posición socioeconómica o de clase y
su condición sexual que repercuten en desigualdades de ingreso y condiciones de vida. Una
veta importante de análisis para dar cuenta de esta diferenciación es su participación en la
actividad económica, las formas en que transcurre su inserción laboral, los ingresos que
generan y otras condiciones en las que trabajan, así como la relación entre su permanencia en
el mundo laboral y su acceso al sistema previsional.
Por otra parte, dado que la mayor parte de los adultos mayores vive en hogares compuestos
(multi-generacionales), cuando no aportan ingresos─y aún cuando lo hacen─parte de las
tareas domésticas y funciones de cuidado recaen sobre ellos, en particular sobre las mujeres.
Esta forma de trabajono responde a una lógica mercantil pero asegura la subsistencia propia y
generalmente, la de otros miembros de la familia. Además, teniendo en cuenta que las
relaciones desiguales de género establecen un lugar subordinado para las mujeres en la
sociedad asignándoles la responsabilidad del trabajo doméstico, será preciso visibilizar
5
6. sucontribución específica a la reproducción de fuerza de trabajo y, por lo tanto, a la
acumulación de capital en la edad adulta mayor.
Con una perspectiva más amplia, además de indagar sobre el papel activo de los adultos
mayores en la generación de ingresos laborales, es pertinente considerar otras fuentes de
recursos para cubrir los costos de la subsistencia como la jubilación o renta de vejez, las
pensiones no contributivas y otros ingresos no laborales (transferencias, remesas, alquileres,
etc.), así como sus roles dentro de las redes familiares, para revisar la visión ampliamente
difundida que concibe a las personas adultas mayores como económicamente dependientes.
La hipótesis que aquí se plantea es que en el contexto de una limitada cobertura del sistema
previsional, el trabajo y los ingresos que provienen del trabajo así como el trabajo doméstico
no remuneradosiguen teniendo un papel central en el bienestar o vulnerabilidad social de las
personas mayores, coadyuvado por los arreglos familiares basados en la solidaridad y
reciprocidad que buscan asegurar la reproducción material y social de la fuerza de trabajo.
2. Contexto demográfico y laboral
2.1 Características socio demográficas de los adultos mayores
El envejecimiento de la población es uno de los fenómenos demográficos más importantes de
la época; según la CEPAL, el nivel de envejecimiento que Europa logró en dos siglos lo
alcanzará América Latina en apenas cincuenta años a causa de un cambio acelerado en su
fecundidad y mortalidad (CEPAL, 2001). Esta tendencia también se presenta en Bolivia donde
el porcentaje de personas de 60 años crece a un ritmo mayor al de la población total.
Comparado con otros países de América Latina este crecimiento es relativamente pausado lo
que lleva a la consideración del país como uno de transición demográfica moderada. De
acuerdo con la información del censo de 2001, ese año las personas adultas mayores
representaban el 7% de la población total, mientras se estima que su peso aumentará al 8,9% el
2025 y al 16,4 el 2050 (CELADE, 2002).
En las ciudades del eje, los adultos mayores conformaban el 7,5% de la población el 20101,
6,8% entre los hombres y 8,1% entre las mujeres. En las edades de transición a la vejez (45-59
años) el porcentaje de población es notablemente más elevada (13, 6%) y, dado el cambio en
los factores que determinan la progresión demográfica, marca la pauta de un aumento
irreversible del peso demográfico de las personas de 60 y más años, en un plazo
relativamente corto2.
Estimaciones de la ECEDLA, 2010 con base en las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística-INE.
reciente publicación del INE señala un descenso en el porcentaje de la población de 60 o más años en las
proyecciones realizadas para el 2009 (respecto al 2001); esto exige revisarlas para estimar la verdadera magnitud
de este grupo de la población ( INE, Mujeres y Hombres de Bolivia en Cifras, 2009.)
1
2Una
6
7. En el proceso de envejecimiento las mujeres tienen mayores probabilidades de llegar a las
edades más avanzadas, el índice de masculinidadse reduce progresivamente hasta llegar a
solamente 76,4 hombres por cada 100 mujeres a partir de los 60 años.En un elevado
porcentaje tanto los hombres como las mujeres forman parte de hogares nucleares con hijos o
compuestos (multi-generacionales) donde el reconocimiento de la jefatura de hogar recae
generalmente sobre los adultos mayores; en primer lugar en los
hombres─
independientemente de la edad y de su rol económico en el hogar ─siendo reemplazado por el
de las mujeres en su ausencia, lo que ocurre con mayor frecuencia a los 70 años o más. Este
hecho es un indicador de la reproducción cultural de las redes familiares de apoyo que, por lo
general, contribuyen a la subsistencia de los adultos mayores y viceversa.
Por último, la información disponible muestra que se trata de una población con menores
niveles de escolaridad promedio (5,5 años), menos de la mitad del promedio general, debido a
su acceso limitado al sistema educativo en comparación con las nuevas generaciones; la
discriminación de las mujeres en el acceso al saber se traduce en una brecha de 1,4 años de
estudio respecto a los hombres, apenas por encima de la que se encuentra para el conjunto de
la población y en las edades en transición, lo que indica que las concepciones asociadas con el
género siguen actuando en su contra-igual que en tiempos pasados- cuando se trata de la
educación y como veremos luego, del trabajo(Cuadro 1).
Cuadro 1
Ciudades del eje: Indicadores socio-demográficos de los adultos
mayores por sexo, 2010
Grupos edad
TOTAL
menos 45
45-59
60-69
70 y más
% PAM
Jefatura Hogar %
% Transición a
PAM
Total
100
79,0
13,6
4,5
3,0
7,5
24,9
Hombre
100
80,0
13,2
4,2
2,6
6,8
43,6
Mujer
100
78,0
13,9
4,8
3,4
8,1
7,9
(H/M)
91,0
93,4
87,5
80,0
71,3
76,4
5,1
53,2
93,0
18,4
4,3
% PAM
Años estudio
Promedio
Transición a PAM
PAM
55,3
89,5
29,4
2,3
11,5
9,3
5,5
12,4
11,0
7,0
11,2
8,5
5,0
1,1
1,3
1,4
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia
7
8. 2.2
Situación del mercado de trabajo urbano
Los estudios realizados en diferentes países de la región y en Bolivia muestran que el trabajo en
cualquiera de sus formas es la principal fuente de ingresos para más del 70% de los hogares
(CEPAL, 2000), pero también su principal fuente de vulnerabilidad, tal como se evidencia al
analizar los principales rasgos de funcionamiento del mercado laboral en las principales
ciudades del país3.
Desde, el 2004 Bolivia ingresa a un nuevo ciclo de recuperación del crecimiento económico
(4% promedio anual), asentado básicamente en la dinámica de las actividades primario
exportadoras (hidrocarburos, minería)y la producción agroindustrial. Esta nueva fase de
expansión del producto no estuvo acompañada de la ampliación, diversificación o mejora de la
capacidad productiva capaz de impulsar la demanda de trabajo, reducir el desempleo y
mejorar la calidad de los puestos de trabajo. El 2010, como reflejo del atraso tecnológico de la
base productiva el 63% de la fuerza laboral urbana se desempeñaba en un puesto de trabajo no
calificado.
En ausencia de políticas públicas y decisiones empresariales a favor de la inversión y la
producción con mayor valor agregadoen todos los sectores de la actividad económica, las
trabas estructurales que impiden elevar la productividad y generar más y mejores empleos, se
profundizaron al final de la década. Como resultado, persisten elevados niveles de desempleo,
subempleo y precariedad laboral queafectan a las condiciones de vida de gran parte de los
trabajadores de las ciudades y el campo.
En las ciudades del eje, el desempleo abierto llegaba al 8,8% el 2010, 7,9% entre los hombres y
9,9% entre las mujeres, un nivel cercano al observado durante el ciclo económico recesivo de
los primeros años de la década; la composición del desempleo y su duración prolongada
expresan las enormes dificultades que tienen los cesantes y las personas que buscan ingresar a
la actividad económica para acceder a un empleo acorde con sus calificaciones y experiencia.
Cada vez más el desempleo afecta a los jóvenes con mayores niveles educativos y a las
mujeres, en particular, a los que pertenecen a los grupos socioeconómicos más desfavorecidos
de la sociedad-entre éstos los adultos mayores- agravando el proceso de empobrecimiento que
se origina en el ámbito del trabajo.
Las ciudades del eje concentran al 80% de la población y de la fuerza de trabajo de las ciudades capitales del
país.
3
8
9. Junto al desempleo, el subempleo -por insuficiencia de horas trabajadas o de ingresos-continúa
creciendo, reforzado por la continuidad de las políticas y prácticas de flexibilidad laboral. El
2010, cerca del 15% de los ocupados trabajaba a tiempo parcial y el 60% percibía ingresos
inferiores al costo de una canasta normativa alimentaria, el trabajo temporal aumentó hasta el
40% y se ampliaron las modalidades de contratación sin derechos laborales. Los salarios bajos4
y la mayor incertidumbre en el empleo afectaron drásticamente la capacidad de consumo de la
mayor parte de los hogares y, por esa vía, incidieron en un fuerte deterioro de los ingresos
medios y otras condiciones laborales de los trabajadores independientes.
En este contexto, se consolidó una estructura ocupacional fuertemente asentada en las
actividades terciarias (65%)─comercio y los servicios tradicionales (educación, salud,
financieros y personales diversos)─y, en el llamado sector informal urbano5,que concentra al
63% de los trabajadores, 39% en el sector familiar y 24% en el sector semiempresarial.
Mientras tanto los sectores empresarial (24%) y estatal (9,8%) con algunas variaciones anuales,
no lograron elevar su participación en el empleo de las ciudades del eje.
Hacia el 2010, la precarización de las condiciones laborales se había generalizado en todos los
sectores del mercado de trabajo, afectando tanto a los hombres como a las mujeres y
reproduciendo en el “fondo del pozo” las brechas de género que provienen de la división
sexual del trabajo y las múltiples formas de discriminación y segregación laboral a las que las
mujeres se hallan estructuralmente expuestas. El índice de precariedad laboral6, muestra que
ese año solamente el 17,6% de los ocupados en las ciudades del eje tenía un trabajo estable,
adecuadamente remunerado y socialmente protegido (cobertura previsional), el 34, 3% tenía
un trabajo precario moderado (déficit en alguna de las condiciones)y un abrumador 48,1%
tenía un trabajo precario extremo (déficit en las tres condiciones). Con el avance de la
precariedad laboral en el sector empresarial e incluso en el sector estatal ya eraimposible
asociar trabajos de calidad exclusivamente con el sector formalytrabajosprecarios con el sector
informal.
El 2010 el salario mínimo y el salario promedio en Bolivia eran los más bajos de la región (CEDLA, 2010).
Considerando como criterios de segmentación a la propiedad de los medios de producción, la disociación entre
trabajo y capital y la existencia o no de relaciones salariales, se identifican al menos cuatro formas de organizativas
en el aparato productivo y el mercado de trabajo: estatal, empresarial, semiempresarial y familiar. Por sus
características tecnológicas, de organización del trabajo, los sectores estatal y empresarial pueden asimilarse a la
noción de “sector moderno o formal”, en tanto que por los mismos factores, las formas semiempresariales (en las
que no existe disociación entre propietarios del capital y del trabajo-el titular es también un trabajador directo-) y
el sector familiar donde no existen relaciones salariales (cuenta propias que trabajan solos o con apoyo de otros
miembros del hogar), pueden asimilarse al llamado “sector informal”. Las actividades de servicio doméstico que
se realizan en hogares ajenos son consideradas como un segmento específico del mercado de trabajo (Escóbar
S. y Guaygua G, 2008).
4
5
Este índice ha sido construido a partir de tres variables: estabilidad laboral, salarios e ingresos con referencia al
costo de la canasta normativa alimentaria (CNA) y cobertura de las prestaciones de seguridad social.
6
9
10. Lo que interesa destacar, sin embargo, es que la pérdida creciente de la calidad del trabajo
responde a una lógica de acumulación asentada en la sobreexplotación directa e indirecta de la
fuerza de trabajo fue aumentando con el tiempo y se sintetiza en la distribución desigual del
ingreso generado en la producción: la parte del ingreso que queda en manos de los trabajadores
se redujo desde el 35% a inicios de la década hasta el 24% el 2008, mientras el excedente o
ganancia de la que se apropian los capitalistas se eleva desde el 49% al 55% ( INE, 2009). Esto
refleja que la correlación de fuerzas adversa a los intereses de los trabajadores se ha visto
reforzada, tanto por el debilitamiento de las organizaciones sindicales como por el aumento del
excedente de fuerza de trabajo frente a las necesidades del capital, así como por la orientación
de las políticas públicas que actúan en contra de la posibilidad del ejercicio de los derechos
laborales por parte de los trabajadores.
En este escenario, la vulnerabilidad social que proviene del mundo del trabajo se manifiesta en
el mayor empobrecimiento de la población, lo queobliga también a las personas adultas
mayores a trabajar hasta edades avanzadas para garantizar la subsistencia individual y familiar.
3. Los adultos mayores frente a la actividad económica
3.1 Participación en la actividad económica
En los últimos diez años la tasa global de participación en la actividad económica7 en las
ciudades capitales del país ha seguido una tendencia declinante hasta situarse en 56,7% el
2010. Este comportamiento fue similar entre los hombres y las mujeres con algunas diferencias
que no modifican el trayecto observado. Además de los factores estructurales que inciden en la
baja generación de empleo yel aumento de la inactividad en ciertos grupos de la fuerza laboraljóvenes y mujeres desalentados- esta evolución refleja los efectos de la migración transnacional
masiva que tuvo lugar desde comienzos de la década. Solamente entre 2002 y 2007 se estima
que cerca de 600.000 personas se fueron del país ocasionando la disminución de la población
activa en edades centrales en los centros urbanos. Con un menor volumen estos flujos
continúan hasta ahora8, frenando el aumento en las tasas de participación (CEDLA, 2009)
(Gráfico1).
La Tasa global de participación se define como la relación porcentual entre la población económicamente activa
(ocupados y desocupados) y la población en edad de trabajar (10 años y más).
8 Desde 2008 cuando raíz de la crisis internacional algunos países de destino (España, Estados unidos)
restringieron el ingreso de nuevos flujos migratorios, éstos se orientaron nuevamente hacia los países limítrofes
(Brasil, Argentina) aunque en menores volúmenes.
7
10
11. Gráfico 1
Ciudades capitales: tasas de participación por sexo,
2001-2010
67,6
67,1
63,5
57,1
56,7
54,7
48,1
50,8
2001
2007
2010
Hombres
60,9
Total
Mujeres
Fuente: INE, 2001, 2007, 2010. Elaboración CEDLA
Con esta aproximación general a lo que acontece en las ciudades capitales, en lo que sigue el
análisis estará centrado en las ciudades del eje (La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz),
debido a la falta de información oficial actualizada para dar cuenta de los cambios en los
principales indicadores laborales por grupos de edades9.
En general, los estudios realizados en diversos países deAmérica Latina muestran que a menor
grado de desarrollorelativo de un paísmayor es la participación laboral de las personas de edad
avanzada, una situación que está estrechamente asociada con la escasa cobertura de la previsión
social que caracteriza a las sociedades menos desarrolladas (CEPAL/CELADE, 2003).
En Bolivia, la posibilidad de contar con la protección de una pensión de jubilación al momento
del retiro del trabajo es una realidad que alcanza solamente al 20% de la población de 60 años
y más y entre éstas solamente una de cada cinco es una mujer10. A la falta de previsión social se
suman los bajos montos de lasprestaciones sociales11y las restricciones impuestas por la
privatización del sistema de pensiones de 1997 para el acceso a la jubilación antes de los 65
años12,para que las personas mayores se vean obligadas a trabajar hasta edades avanzadas a fin
de cubrir con sus ingresos los costos de subsistencia.
La información para el 2010 proviene de la encuesta urbana de empleo realizada por CEDLA en julio de ese
año. Para los fines de comparación la variable condición de actividad ha sido estimada siguiendo la definición de
las encuestas de hogares del INE.
10 El 2009 habían solamente 151.000 jubilados titulares en el sistema de reparto y el nuevo sistema (seguro social
obligatorio-SSO) (Autoridad de Pensiones, 2010).
11 El 2007, el 80% de los jubilados reportaba una pensión inferior al costo de una canasta normativa alimentaria
(4,3 personas en promedio) que alcanzaba a 1.290 Bs (160 dólares).
12La reforma del sistema de pensiones significó el tránsito desde el sistema de reparto al sistema privado de
capitalización individual amplió la edad de jubilación desde los 55 años (hombres) y 50 años (mujeres) hasta los 65
años y eliminó principio de solidaridad, haciendo depender la jubilación exclusivamente de los magros aportes de
9
11
12. Esta situación es similar tanto en el campo como en las ciudades, lo que no significa
desconocer que existen personas que optan por permanecer activas mientras sus capacidades
lo permiten por la importancia que tiene el trabajo como fuente de identidad, pertenencia y de
ingresos para el bienestar personal y familiar.
La concurrencia de estos factores determina un alto nivel de permanencia de los adultos
mayores en la actividad económica y su aumento en el tiempo. El 2001,la tasa de participación
(TP) de las personas mayores las ciudades del eje era del 38,4% y se elevó hasta el 44% el
2010 y este comportamiento fue similar entre los hombres y las mujeres. En el 2010, más de
la mitad de los hombres y un tercio de las mujeres de 60 años y más permanecían en el mundo
del trabajo.
Durante ese mismo período las TP en las edades centrales (25-59) apenas se modificaron para
los hombres y comenzaron a disminuir para las mujeres; estas tendencias estuvieron
acompañadas de una significativa caída en la participación de los jóvenes en el mercado
laboral.
Si bien a medida que avanza la edad las TP van perdiendo importancia─se observa un fuerte
quiebre en el grupo de 60 y más respecto del grupo de 45 a 49 años─el rasgo a destacar es el
efecto compensación que se da entre el retiro de los jóvenes de ambos sexos y el aumento de la
participación de los adultos mayores de ambos sexos. Es decir, en el contexto socioeconómico
actual,el desempleo que afecta a los jóvenes se traduce cada vez más en desaliento e
inactividad, mientras que la urgencia por contribuir a los gastos de subsistencia familiar parece
recaer con mayor fuerza en las posibilidades de trabajo de los adultos mayores13 (Gráfico 2).
las personas en su vida activa. Bajo el nuevo sistema solamente las personas con mayores ingresos laborales
pudieron acceder a la jubilación antes de la edad fijada. Al respecto ver informe social.
13 Un estudio realizado sobre 16 países de América Latina a mediados de la década del 2000 ya mostraban a
Bolivia como uno de los países con las mayores proporciones de adultos mayores insertos en la actividad
económica (Bertranou, 2005).
12
13. Gráfico 2
Ciudades del eje: Tasas de participación por edad y sexo,
2001
94,6
68,7
62,0
55,8
85,8
94,7
68,4
82,7
50,8
77,5
71,7
38,2
59,6
38,4
51,6
80,3
56,5
73,0
67,2
44,1
34,6
27,4
Total
Total
38,3
33,8
29,5
95,4
83,4
94,9
42,9
40,5
Ciudadesdel eje: Tasas de participación por edad y sexo,
2010
Menos de 25
25 a 44
Mujeres
Total
45-59
Menos de 25 25 a 44
45-59
60 y más
60 y más
Hombres
Mujeres
Total
Hombres
Fuente: INE, 2001; ECEDLA, 2010. Elaboración CEDLA.
Es importante tener en cuenta que las TP de los adultos mayores presentan una disminución a
partir de los 70 años, cuando la mayoría pasa a la inactividad debido a que aumentan los
problemas de salud y─ más allá de la necesidad─ porque las oportunidades se restringen,
marcando una etapa de transición a la dependencia económica del núcleo familiar, cuando no
se cuenta con jubilación y no existen políticas de protección social como sucede en el país.
Además de la edad y el sexo, otro determinante de la concurrencia de los adultos mayores a la
actividad económica es el nivel socioeconómico de sus hogares14. A mayor nivel
socieconómico mayor es la probabilidad de que las personas sigan participando en la actividad
económica, ya sea por su mayor nivel educativo, la relativa estabilidad de su trayectoria laboral
previa que les permite permanecer ocupados o por su mayor disponibilidad de recursos para
desarrollar actividades por su cuenta. La comparación de las TP de tomando como referencia
la que presentan las personas que pertenecen al estrato alto, ilustra este comportamiento
(Gráfico 3). Sin embargo, se encuentran marcadas diferencias en esta relación dependiendo del
sexo.
Entre los hombres, quienes pertenecen a los hogares de nivel socioeconómico muy bajo,
medio y medio alto tienen las menores TP. Puede decirse que los primeros debido a su menor
grado de escolaridad, la falta de oportunidades y/o ahorros para hacerlo por su cuenta─lo que
repercute a su vez en la pobreza de sus hogares─. Los segundos, por su mayor acceso a una
pensión jubilatoria o, al menos, a un cierto apoyo familiar que les permite permanecer como
14
Este indicador ha ido construido con base en el ingreso y el nivel educativo de los jefes de hogar.
13
14. inactivos. Las tasas más altas se encuentran entre los hombres que pertenecen al nivel
socioeconómico alto─ seguramente los más calificados, con trayectorias laborales estables
hasta ahora y para quienes el trabajo es una opción más que una necesidad─y los del nivel
bajo, entre éstos algunos prejubilados y los que lograron ciertos ahorros para realizar alguna
actividad propia.
En contraste, entre las mujeres el comportamiento es inverso. A menor nivel socioeconómico
mayor es su participación en la actividad económica, expresando la mayor urgencia que tienen
para generar ingresos.Esta diferencia respecto a los hombres ─desde las más pobres hasta el
estrato medio alto inclusive─ se explica tanto por su inserción predominanteen el sector
informal ya sea por su cuenta o como propietarias de pequeños negocios, lo que es permite
permanecer en actividad hasta que su salud les obligue a retirarse, como por su menor acceso
a la jubilación y la falta de recursos para la subsistencia. Mientras tanto las mujeres de los
niveles socioeconómicos más altos pueden optar con mayor facilidad por la inactividad por la
existencia de ingresos jubilatorios o laborales en sus hogares.
Grafico 3
Ciudades del eje: TP de los adultos mayores
según nivel socioeconómico, 2010
Alto =1
1.30
0.97
1
1.01
1.07
0.86
0.77
0.84
0.94
1
0.79
0.48
0.78
0.83
1
Mujeres
Hombres
Total
Muy bajo
Bajo
Medio Medio alto
Alto
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia
14
15. Trabajar hasta que llegue la muerte
Juan 60 años, casado
Tengo 60 años.Yo he hecho de todo en la vida, he sido albañil, he sido agricultor, he sido minero y
después artesano. Yo he nacido en los corrales de los corderos, desde niño he trabajado en el campo.
Ya de joven trabajé en la albañilería hasta que una vez, como mi maestro era contratista, hemos ido a
realizar algunas construcciones en un centro minerouna empresanos contrataba, pero no nos aseguraba,
en esa empresa minera yo trabajé de albañil unos 14 a 15 años. Allí también algo trabajé en la mina.
En las minas grandes nomás son asegurados, la mayor parte de las minas son pequeñas y ésas no
conocen los contratos, los seguros. Hay minas, incluso cooperativas donde uno muere como perro, sin
atención, no hay seguro, porque en las minas del sur, de estaño y de oro son diferentes a las minas de
La Paz, acá la mayor parte son auríferas, y en estas minas auríferas no hay ingresos grandes, todas son
pequeñas, son cooperativas, algún empresario privado se anima a invertir, pero la mayor parte son
pequeñas, yo he trabajado bastante tiempo en minas.
De todo hice, de todo he trabajado. Ahora eso queda como historia, algún día contaré sobre mi vida.
Actualmente trabajo como confeccionista, tengo mi pequeño taller, es mi único medio de trabajo desde
hace muchos años, ahora me gusta, antes no me gustaba. Pero por la necesidad hay que laburar. Yo
también he aprendido de otro artesano, y las personas artesanas trabajan hasta su muerte, hasta que ya
no puedan moverse, esa es la vida de un artesano.
No es un trabajo difícil pero es duro, hay jovencitos que quieren aprender y les resulta difícil, se aburren
porque no se gana, al ayudante antes se pagaba ahora tienen que ir a institutos, y salen de ahí y no saben
nada. Este trabajo no tiene horario, cerca a las fiestas tenemos que amanecer para entregar el trabajo, en
esas épocas hasta hay que comprarse pastillitas para no dormir. Lo que se gana no alcanza, apenas para
lo primordial. No queda otra pues, si no trabajamos no hay plata para vivir, porque mientras más mayor
eres más es el gasto.
Para nosotros que hemos vivido de las artesanías hablar de jubilación es una cosa lejana, no existe. Esa
es la vida de un independiente, y creo que la mayor parte trabaja así.A esta edad creo que se trabaja más,
aunque no se produce en la medida que produce un joven, porque sin trabajar es como otra
enfermedad. ¿Se da cuenta? En la forma en la que he aprendido a vivir, yo tendría que trabajar siempre
hasta que llegue la muerte en cualquier momento.Yo sé que mis hijos son buenos, pero yo no les pido
porque quién sabe en qué condiciones vivirán ellos también.
3.2 Desempleo e inactividad
La participación de los adultos mayores en la actividad económica no siempre se traduce en
ocupación efectiva sino también en desempleo abierto que en el 2010 llegó a una tasa de 5,4%
siendo más alta entre los hombres (6,1%)por su mayor propensión a trabajar bajo relaciones de
dependencia laboral. En un escenario de limitadas oportunidades de empleo sobre todo para
los jóvenes menores de 25 años y en menor grado para las personas de 25 a 44 años, la medida
15
16. de la discriminación de las personas adultas en el mercado laboral se encuentra en el nivel de su
tasa de desocupación (TD) respecto al de las personas de 45 a 59 años.
La mayor presión de los hombres por el acceso a un empleo asalariado se traduce en nivel de
desempleo adulto mayor que duplica al que presentan los hombres de 45 a 59 años. En
cambio, entre las mujeresa la dificultad por encontrar un empleo asalariado le sigue
generalmente la inactividad más que el desempleo abierto, lo que oculta la verdadera magnitud
del desempleo femenino en todas las edades. No obstante, se debe destacar que las mujeres
adultas mayores presentan TD más elevadas en comparación con el grupo de 45 a 49
años(Gráfico 4)15.
En cifras absolutas el 2010 los mayores de 60 años que buscan activamente un trabajo llegaban
a 6.873 personas solamente en las ciudades del eje, de las cuales 4.919 eran hombres y 1.954
eran mujeres.
Gráfico 4
Ciudades del eje: Tasas de desempleo por edad y sexo, 2010
14.8
13.2
11.9
7.2 6.5
8.0
6.2
7.0
5.5
5.4
3.0 2.8 3.3
Total
Menos de 25
Total
25 a 44
Hombres
45-59
6.1
4.4
60 y más
Mujeres
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia.
15
Las tasas de desempleo han sido calculadas con base en la ECEDLA 2010 con base en las definiciones del
INE para mantener la coherencia en el manejo de las variables de la condición de actividad.
16
17. Trayectorias laborales discontinuas: desempleo e inactividad forzosa
Clementina, 60 años, viuda
Antes no nos dejaban las mamás estudiar, solo hasta primero de primaria (estudié), nada más, y eso que
uno entraba grande a la escuela, ahora entran de 5 años, antes uno tenía que tener 9 o 10 años para
poder entrar a la escuela. Por eso desde chica he trabajadode todo, a veces por mi cuenta, otras veces
me empleaba también. Primero atendía a pensionistas, cuando dejé de atender a los pensionistas he
trabajado en escoger café, después hacía terminados de chompas de alpaca en una fábrica que sigue
actualmente funcionando, yo sacaba a domicilio las chompas para el terminado, en eso he trabajado
bastante tiempo, me pagaban por prenda pero no estaba asegurada. Cuando todavía vivía mi esposo
también le ayudaba a trabajar o hacía cualquier otro trabajo, tejía chompas, algo hacía, varias cosas
hacía. Ahora ya no trabajo, deben ser casi unos 10 años, desde que tenía 50 años, porque mi esposo
estaba enfermo y necesitaba cuidarle. Dejé de trabajar por cuidarlo a él.
Desde que murió mi esposo quise volver a trabajar, y mucho, pero nos rechazan por la edad, dicen por
ejemplo que hasta las manos se ponen mal, no se puede hacer las cosas rápido, por eso ya no nos
contratan. La verdad es que prácticamente ya no se trabaja con ese entusiasmo, estamos cansados,
ahora ya no puedo trabajar como antes. Una le podría dedicar unas 7 u 8 horas haciendo un esfuerzo,
pero otros no quieren también así, te hacen pasar una o dos horas y eso es mucho. Por ahora estaba
cuidando a mis nietos, ya están grandes y me necesitan menos. Me gustaría cuidar niños, o algo que sea
fácil, puedo trabajar los cinco días pero menos horas, pero ya no he buscado donde emplearme. Por lo
menos conseguir un puestito donde pueda vender caramelos, algo para vender, creo que eso es lo único
que haría...pero son más bien mis deseos.
Las personas que permanecen fuera de la actividad económicamanifiestan motivos de
inactividad que expresan situaciones diferenciadas entre hombres y mujeres. Los hombres en
mayores proporciones señalan que no buscan trabajo por contar con una jubilación, por
enfermedad o pérdida de fuerzas o capacidades y porque ya no creen poder encontrar un
trabajo.
En cambio, las mujeres atribuyen la inactividad principalmente a responsabilidades en la esfera
del trabajo doméstico, luego a condiciones asociadas a la salud o pérdida de capacidades y a la
discriminación en el acceso a empleos asalariados,pocas se remiten al hecho de contar con una
jubilación. Estas diferencias sugieren que la división sexual del trabajo y los roles de género que
han limitado las trayectorias laborales de las mujeres no se modifican con la edad, por cuanto
son las mujeres quienes aún en edades avanzadas realizan las tareas que en muchos casos
facilitan la salida de otros miembros del hogar al mercado laboral.
La posibilidad de que las personas mayoresno se vean obligadas a incorporarse a la actividad
económicadepende de dos factores: i) del acceso a la jubilación o renta de vejez; el porcentaje
de personas que trabajan o buscan trabajo estando jubilados no supera al 5% y, ii) de la
existencia de redes familiaresque permitentransferir o compartir los escasos recursos
disponibles para la subsistencia, ya sea porque viven en pareja con y sin los hijos o por que
pueden integrarse a los hogares de los hijos; solamente un reducido porcentaje vive en soledad.
Sin embargo, se encuentran evidencias respecto a que los adultos mayores se allegan con los
hijos no necesariamente pasan a ser dependientes económicamente, sino que sus ingresos por
17
18. jubilación y/o su aporte al trabajo doméstico no remunerado suelen ser una importante
contribución al sostenimiento de la familia.
Así, se observa por ejemplo, que los inactivos mayores de 70 años que viven con otros
miembros de su familia han accedido a una pensión jubilatoria en mayores porcentajes que la
generación anterior y cuentan con un ingreso estable que contribuye a cubrir los gastos del
hogar (Gráfico 5)
Gráfico 5
100,0 Ciudades del eje: nucleo familiar de los adultos mayores,
2010
90,0
80,0
70,0
60,0
50,0
40,0
30,0
20,0
10,0
0,0
Solo
Pareja c/s Hijos
Hijos c/s otros
3.3. Fuentes de ingreso
Una vez conocida la participación económica de los adultos mayores es posible establecer un
cuadro de situación respecto a sus principales medios de vida. Para este propósito se distingue
entre los que obtienen ingresos por jubilación o renta de vejez, ingresos por trabajo o ingresos
que combinan ambas fuentes (mixtos) y a los que no tienen un ingreso propio para la
subsistencia.
En las ciudades del eje, solo el 21,3% de los adultos mayores tiene como principal fuente de
ingresos a la jubilación o renta de vejez, el 35,8% vive exclusivamente de los ingresos que
provienen de su trabajo, el 32,4% restante no cuenta con ingresos propiosy solo el 5,5% tiene
ingresos mixtos, es decir que cuando las personas tienen jubilación o renta de vejez por lo
general ya no presionan por un empleo.
Los hombres se encuentran en mejores condiciones para enfrentar la subsistencia mediante el
acceso a distintas fuentes de ingreso (87,5%) donde el trabajo tiene un papel central; en
18
19. contraste, la mayor parte de las mujeres se caracteriza por no tener ingresos (52%). Las
desigualdades de género en el mercado de trabajo se trasladan a la vejez en la forma de una
mayor vulnerabilidad social, dependencia y pobreza para las mujeres quienes desde las edades
de transición a la vejez (45 a 59 años) presentan mayores restricciones para la generación de
ingresos propios, tanto por la inactividad como por sus mayores tasas de desempleo (Gráfico
6)
En el caso de las mujeres mayores el tema se torna más complejo. Las trayectorias inestables y
su concentración en actividades del sector informal durante el ciclo de vida, repercuten
fuertemente en estaetapa. Si bien un reducido porcentaje ha logrado acceder a una pensión de
vejez por derecho propio o como derecho habiente (14,2%)─por cuanto sus cónyuges
tuvieron mayor acceso a la seguridad social durante el período previo a la instauración de las
políticas de libre mercado ─ dada la baja cuantía de las prestaciones sociales,la carencia de
recursos continúa siendo un importante factor deinequidad para las mujeres de este grupo
etario.
Gráfico 6
Ciudades del eje: Fuentes
de ingreso de los adultos mayores, 2010
Total 60 y más
37.4
Mujeres
21.3
52.7
Hombres
17.5
Total 45 a 59
Hombres
35.8
27.8
46.3
30.5
20.8
74.6
6.5
Mujeres
0%
Solo trabajo
40%
5.7
2.0
1.7
61.5
20%
5.3
2.1
2.5
89.8
33.1
Sin ingresos
14.2
5.5
60%
Solo jubilacion
2.1
3.3
80%
100%
Jubilacion y trabajo
Fuente: ECEDLA,2010. Elaboración propia
La situación de vulnerabilidad de un importante porcentaje de los adultos mayores no es parte
de las cuestiones centrales de la agenda pública, mientras tanto la persistencia de factores
estructurales que se originan en el mundo del trabajo y que se traducen en la falta de
protección social en la vejez amenazan con agravar el cuadro de situación.Por lo tanto, la
necesidad de formular políticas públicas y acciones estatales para que su vejez transcurra con
independencia de recursos y buena salud, asumiendo que la seguridad social es un derecho
19
20. universal y una responsabilidad colectiva, se vuelve un imperativo. Mientras tanto, destaca la
centralidad del trabajo-pasado y actual- como fuente principal de bienestar económico y social
de los adultos mayores.
En una reciente reforma de la ley de pensiones vigente desde 1997 (Seguro Social ObligatorioSSO) se incorporó como parte del sistema al bono dignidad, un beneficio universal no
contributivo otorgado a las personas de 60 años y más por un monto de 200 Bs mensuales (no
jubilados) y 150 Bs (jubilados). Asimismo, se creó el seguro universal de salud para las
personas de la tercera edad que, con limitaciones derivadas de la insuficiencia de
financiamiento, viene cubriendo sus demandas de atención en los centros urbanos. Ambas
medidas de protección social, son la base que permitiría avanzar en la mejora de las
condiciones para el ejercicio de sus derechos a la seguridad social.
4.
Trabajo y condiciones laborales
En este apartado se desarrolla el cuerpo central del análisis con relación a las características
ocupacionales de los adultos mayores y las condiciones laborales en las que desarrollan su
actividad principal.
En las ciudades del eje, el universo estimado de los adultos mayores que se encontraba
trabajando el 2010 era de 96.129 personas de las cuales 52.448 eran hombres y 43.679 eran
mujeres (ECEDLA, 2010); a pesar su menor tasa de participación destaca la elevada
proporción de mujeres entre los ocupados (45%) lo que es consistente con su mayor esperanza
de vida luego de los 60 años.En general, se trataría de personas que venían trabajando antes de
llegar a los 60 años reflejando que han logrado enfrentar la discriminación por motivos de la
edad para la permanencia o accesoen empleos asalariados ó que han alcanzado un umbral de
sostenibilidad de las actividades económicas por cuenta propia que realizan.
Esta hipótesis se verifica a través de su antigüedad en el empleo u ocupación que tienen
actualmente, medida a través de la mediana de años que indica el tiempo por encima o por
debajo del cual se encuentra el 50% de los ocupados16Igual que en la etapa de transición a la
vejez, los hombres y las mujeres mayores presentan una mediana de antigüedad que se sitúa
entre los 10 y los 14 años; la antigüedad se mantiene en torno a los 10 años entre los
asalariados y entre los independientes.
Esto quiere decir que una de las condiciones que permite a la mayoría de las personas
continuar trabajando hasta edades avanzadas, es haber logrado una cierta estabilidad en el
trabajo desde la etapa de transición a la vejez, lo que no significa desconocer que la urgencia
por cubrir los costos de subsistencia lleva a que algunas personas que ya no trabajaban e
incluso que nunca trabajaron ─como es el caso de muchas mujeres afectadas por la viudez─
contribuye a elevar el volumen de personas mayores incorporadas al mundo del trabajo.
16
Se utiliza la mediana en lugar del promedio para controlar los sesgos que provienen de los valores extremos.
20
21. El hecho a destacar es que las posibilidades de lograr esta condición son cada vez más inciertas
para la mayor parte de los trabajadores que se acercan a las edades de transición. Así por
ejemplo, los que se encuentran en el tramo de 40 a 49 años ─en particular los asalariados,
hombres y mujeres─arrastran el peso de la inestabilidad en el trabajo ocasionado por las
políticas y prácticas de libre contratación que a futuro limitarán todavía más suinserción
laboral en la edad adulta mayor, peor aún si no disponen de ahorros y conocimientos que les
permitan realizar alguna actividad por su cuenta (Gráfico 7).
Gráfico 7
Ciudades del eje: Tiempo de trabajo de los ocupados
(mediana/años), 2010
10
10
12
10
10
5
2
3
3
Total
2
0.5
1
1
10 a 19
años
2
1.5
2
2
4
3
3
3
20 a 29
años
30 a 39
años
5
6
10
14
10
10
No asal
Asal
12
Mujeres
Hombres
40 a 49
años
50 a 59
años
60 + años
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia
4.1 Formas de inserción laboral
Existen distintos indicadores para aproximarse a las formas de inserción laboral de los
trabajadores, entre éstos el sector de actividad económica, la ocupación que realizan, la
categoría ocupacional o relaciones de producción a las que se hallan sujetos y en estrecha
relación con éstas, el sector del mercado de trabajo en el que se incorporan.En términos
generales, los adultos mayores presentan un perfil ocupacional asentado en las actividades
terciarias y ocupaciones que demandanmenores calificaciones para su desempeño, con un bajo
grado de asalariamiento y, por lo tanto, concentrado en el llamado sector informal urbano.
a) Perfil asentado en las actividades terciarias
21
22. Cerca de dos tercios de la estructura económicay el empleo en las principales ciudades del país
están asentados en las actividades terciarias (comercio, servicios personales, sociales y
financieros, además del transporte públicos); las actividades secundarias o productivas como
la industria manufacturera, construcción, electricidad, gas y agua, además de otras con menor
peso en el ámbito urbano (minería, agricultura),contribuyen con el otro tercio.
En este escenario, no resulta extraño que cerca del 70% de los adultos mayores también se
ocupe en actividades terciarias, el 42,6% en el comercioy el 27,1% en los servicios personales
diversos, en la administración pública y los servicios sociales (educación y salud). En esta
última actividad existe un grupo relativamente amplio de personas que permanecen ocupadas
esperando la mejora en la calidad de las prestaciones sociales para jubilarse17. Una vez que esto
ocurra, las personas mayores ocupadas en los servicios tenderán a concentrarse en las
actividades menos calificadas del rubro, ya que las nuevas generaciones podrán jubilarse a
menor edad con el auxilio de la renta solidaria. La manufactura, el transporte y la construcción
son en ese orden, otras actividades donde se desempeña el 30% restante.
Esta estructura de la ocupación por actividad económica es distinta a la que presentan los
trabajadores en la etapa de transición a la vejez quienes se distribuyen en porcentajes
relativamente similares en las actividades productivas y terciarias.
Por lo tanto, el mayor grado de concentración en las actividades terciarias y dentro de éstas en
las menos calificadas─con las que se asocian condiciones de trabajo desventajosas y en las que
deben competir con un gran número de ocupados de todas las edades─ marca el rasgo
específico de la inserción en la estructura económica a medida que avanza la edad. Esta
configuración se explica por el retiro laboral de las personas que habiendo tenido ocupaciones
de mejor calidad logran jubilarse, a procesos de movilidad ocupacional descendente debido a
factores de discriminación laboral, al aumento de inserciones laborales precarias de personas
con trayectorias discontinuas o sin experiencia laboral etc.(Gráfico 8 ).
Gráfico 8
En la reciente reforma del sistema de pensiones se ha incorporado la modalidad de pensión solidaria para
aumentar el monto de las jubilaciones bajas y estimular el retiro de las personas a partir de los 58 años. Esta
pensión solidaria está financiada también por los fondos de previsión de riesgos de los propios trabajadores más
un 0,5% adicional de los afiliados al sistema y la reposición del aporte patronal en un porcentaje del 3% sobre la
planilla, entre otros.
17
22
23. Ciudades del eje: ocupados por actividad económica, 2010
42.6
29.5
16.9
12.5
34.2
27.1
45 a 59 años
8.27.0
8.9 7.8
60 y más
2.43.1
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia
Los hombres tienen una inserción relativamente diversificada; manteniendo su concentración
en el sector terciario (54%), se encuentran en porcentajes parecidos en la manufactura, la
construcción y el transporte, actividades que demandan un mayor esfuerzo físico pero que, al
mismo tiempo, permiten hacer uso de las capacidades y experiencias previamente adquiridas,
ya sea como asalariados o como independientes. En cambio, entre las mujeres es notorio el
predominio de la ocupación en actividades terciarias (88,1%), principalmente en el comercio
(61,9%), ya sea porque continúan un trayecto laboral previo o por las menores barreras de
acceso que presenta al ingreso de nuevos ocupados (Gráfico 9).
Gráfico 9
23
24. Ciudades del eje: mujeres ocupadas
por actividad económica, 2010
Ciudades del eje: Hombres ocupados
por actividad económica,2010
70.0
30
26.4
28.1 27.8
25
20
15
50.0
19.7
18.0
14.7 14.6
12.8
26.2
30.0
4.35.0
5
0
20.0 15.5
9.9
10.0
0.30.0
0.0
45 a 59 años
41.6
41.5
40.0
15.4
13.4
10
61.9
60.0
60 y más
0.9 1.1
45 a 59 años
0.20.9
60 y más
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia.
b) Predominio de ocupaciones no calificadas
La mirada a las principales ocupaciones o tareas que realizan los adultos mayores entrega
nuevas evidencias respecto a la hipótesis de permanencia en la misma ocupación que
desempeñaban en la etapa previa a la vejez, pues el perfil que presentan no se modifica desde
la etapa de transición; asimismo, ratifica su concentración en las ocupaciones no manuales y
manuales menos calificadas (73%)18(Gráfico 10).
Este es otro rasgo estructural asociado con un desarrollo capitalista atrasado19 que configura un
tipo de demanda de trabajo en la que predominan los puestos o tareas de baja calificación,
mientras que los factores individuales─la edad o el nivel educativo alcanzado─ solamente
refuerzan esta forma de inserción ocupacional. En las ciudades del eje, cerca de dos tercios del
conjunto de ocupados pertenece a los estratos no calificados y, en la edad adulta mayor, este
porcentaje se incrementahasta el 73%.Este perfil ocupacional es similar entre hombres y
mujeres, aunque la proporción de éstas últimas en trabajos no calificados llega hasta el 77%.
18
Se considera trabajadores no calificados a los ocupados en el comercio, los servicios personales diversos no
profesionales o técnicos; a los operarios no calificados de la industria y la construcción.
19
El 94% de los establecimientos económicos que ocupan a la fuerza laboral de las ciudades tiene menos de 5
trabajadores (ECEDLA, 2010), un rasgo que permanece inalterable desde el último censo de actividades
económicas de 1992.
24
25. Gráfico 10
Ciudades del eje: adultos mayores por grupo de ocupación,
2010
40
32,4 33,1
28,2
25,5
30
14,4 15,9
20
10
6,16,4
14,8 14,3
4,24,9
0
45-59
60 y más
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia
Entre las principales ocupaciones que realizan los hombres y mujeres mayores se encuentran
en orden de importancia los siguientes:
Ocupaciones masculinas
Ocupaciones femeninas
Comerciantes o vendedores
Artesanos y operarios en distintos rubros
Conductores de transporte público
Profesores
Porteros, cuidadores y afines
Directivos y gerentes
Comerciantes o vendedoras
Cocineras en restaurantes
Profesoras
c) Bajo grado de asalariamiento
Como en otros países de la región, el cambio más importante en la adulta mayor se observa
en la distribución de los ocupados entre el trabajo asalariado y no asalariado. Las
oportunidades pararealizar una actividad bajo relación de dependencia se reducen
drásticamente con la edad lo que lleva a un claro predominio del trabajo por cuenta propia que
se realiza en forma unipersonal o con el apoyo de otros miembros del núcleo familiar y como
titulares de una empresa o negocio (74%).
25
26. El tránsito hacia el trabajo independiente se verifica desde la etapa de transición a la vejez, pero
se intensifica a partir de los 60 años, cuando ocho de cada diez mujeres y seis de cada diez
hombres dependen de sus propias iniciativas para seguir trabajando. Solamente un reducido
porcentaje de las personas que tenía una ocupación asalariada como las de gerente, profesional
o técnico,logra permanecer en la misma posición en la edad avanzada.
Esta es una muestra de que la vejez es también una categoría social que se desvaloriza en el
mercado laboral a medida que las condiciones para la venta de su fuerza de trabajo son menos
rentables para el capital.Asimismo, del traslado de las condiciones para la reproducción
material de los adultos mayores a su exclusiva responsabilidad, en particular en el caso de las
mujeres, por la ausencia de políticas públicas integrales dirigidas al apoyo de sus esfuerzos en el
ámbito económico productivo.
En efecto, mientras la mitad de la población ocupada en las ciudades del eje es asalariada- dos
tercios entre los hombres y un tercio entre las mujeres- esta proporción se reduce a 38,8% en
la etapa de transición a la vejez y decrece hasta el 26,0% a partir de los 60 años. La
discriminación por edad en el acceso a empleos asalariados es una práctica que se ha acentuado
en los últimos diez años tanto en el sector público como privado y afecta a las personas
mayores de 40 años quienes sufren largos períodos de cesantía cada vez que pierden un
empleo, mientras el acceso a uno nuevo generalmente supone aceptar condiciones laborales
degradadas.
Esta tendencia es diferente para hombres y mujeres ya que en la cohorte de transición el grado
de asalariamiento se había reducido notablemente entre los hombres (48,7%) y en menor
grado para las mujeres (26, 8%). El mayor peso que tienen los primeros en las actividades
productivas y de servicios –estatales y privados- y la mayor presencia de las mujeres en los
servicios sociales del Estado (salud, educación) donde existe la carrera profesional tienden a
frenar un mayor descenso para ellas.
Notoriamente, es recién en las edades adultas mayores cuando el grado de asalariamiento
disminuye significativamente al 34,7% entre los hombres y al 15,6% entre las mujeres(Gráfico
11).
Gráfico 11
26
27. Ciudades del eje: Adultos mayores por Categoría
ocupacional y sexo, 2010
84.4
74.0
73.2
65.3
61.2
48.7 51.3
38.8
34.7
26.8
26.0
15.6
45 a 59
60 y más
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia.
La forma de inserción según categorías ocupacionales específicas se modifica en las edades
avanzadas en comparación con la etapa de transición a la vejez. El 2010, los asalariados eran
básicamente empleados (trabajadores no manuales) en diferentes ramas de actividad, con un
reducido porcentajecomo empleados en hogares ajenos; en cambio, la posibilidad de
permanecer en puestos de trabajo como obreros tiende a desaparecer.Claramente, el factor que
lleva a que los mayores- en particular los hombres- puedan seguir trabajando como
asalariados es que la mayoría (dos de cada tres)siguen cotizando al sistema de pensiones y
postergaron lo más posible el momento del retiro para acceder a una pensión de jubilación que
les asegure buenas condiciones de vida durante la vejez.
Entre los que se ocupan en actividades no asalariadas, la posición como trabajadores por
cuenta propia tanto para los que venían de ese trayecto como para los desplazados de otras
categorías ocupacionales cobra importancia. De esta manera el 62,4% de los adultos mayores
de esta posición eran trabajadores por cuenta propia, algo más del 15% en comparación con la
etapa de transición a la vejez; en cambio, la posibilidad de permanecer en las posiciones de
profesionales independientes y como dueños de empresas o negocios se reducen, aunque en
este último caso, en menor grado(Gráfico 12).
Gráfico 12
27
28. Ciudades del eje: Adultos mayores por categoría
ocupacional desagregada, 2010
62.4
47.6
11.6
4.8
26.5
20.4
2.3 1.3
9.8
8.7 2.2
2.3
45 a 59
60 y más
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia.
La indagación sobre los motivos para trabajar como asalariado o como independiente
realizada por el INE el 2007, muestra la influencia de la trayectoria laboral sobre forma
de inserción en la vejez. El 85% de los asalariados argumenta que siempre trabajó bajo
relación laboral, mientras que el resto valora la seguridad en el ingreso o los mayores
montos salariales que pueden obtener para presionar por un empleo, por lo tanto, cada vez
que pierden un empleo siguen presionando por otro similar. Sin embargo, más allá de la
voluntad de los individuos,son los factores estructurales- baja demanda de empleo,
discriminación y segregación por factores de edad y sexo-los que en definitiva determinan
su concreción y más temprano que tarde tienden a ser excluidos de esta posibilidad. Esto
explica el reducido porcentaje de mayores en condición de asalariados (26%); más que en
otros grupos de edades la búsqueda exclusiva de ésta posición laboral se traduce en
desempleo o inactividad involuntaria.
28
29. Tengo mi aval en las empresas: ellos me llaman
Casimiro, 68 años, casado
En realidad yo tuve varias actividades, fui músico de profesión, toqué la trompeta, después se me
presentó la posibilidad de aprender relojería, entonces aprendí relojería pensando que tal vez este oficio
alguna vez me iba a servir, empecé arreglando relojes despertadores a cuerda, mi propósito siempre fue
el continuar con mis estudios, entonces bajo esa actividad me hice socio de una cooperativa de la Bolsa
de Estudios, he estudiado agronomía en Tarija por unos cinco o seis años; después me vine a La Paz a
seguir estudiando en la UMSA, hacía trabajos dentro el comedor, eran dos horas por día, ya sea
barriendo o lavando platos, eso me daba la posibilidad de tener almuerzo, cena y a veces desayuno.
En ese tiempo cerraron la universidad y me quedé colgado, sin trabajo. Empecé a trabajar en relojería
por mi cuenta. Con hojitas de afeitar y horquillas empecé a arreglar relojes, después reuní capital y me
fui a comprar herramientas que hasta ahora las conservo como recuerdo. Un día un amigo me
recomendó con un relojero, y ahí trabajé un buen tiempo; después me contacté con dos relojerías,
llevaba el trabajo a casa, gracias a Dios nunca han desconfiado, me daban relojes con mallas de oro de
18 quilates; acordé con ellos y me pagaban el cincuenta por ciento de lo que cobraban, siempre era mi
meta hacer buenos trabajos; después de mis clases empezaba arreglar los relojes en una mesita, me
quedaba hasta las tres o cuatro de la mañana, era sacrificado y además ya tenía un hijo que mantener.
He trabajado así hasta los 45 o 48 años.
Dejé de trabajar en la relojería porque en esa época invadieron los relojes electrónicos, que tenían un
precio muy barato, también empezaron a aparecer las fantasías chinas y entonces quebré yo y el joyero
también, ya nadie compraba oro de 18 quilates. Estuve desocupado por un tiempo.
Como a mis 50 años, comencé a trabajar como encuestador en una empresa grande, era un paliativo,
porque no había de donde obtener dinero, allá trabajé como 25 años; los encuestadores que
trabajábamos ahí, éramos bien acogidos luego en cualquier otra empresa. Siempre tuve un contrato
eventual, tal vez querían ofrecerme algo fijo, porque me pidieron que aliste mis papeles, pero de ahí no
mencionaron nada más. Luego cerraron la empresa, pasamos a distintas empresas...yo ya tengo mi aval
en las empresas, ellos me llaman, pero esta actividad no me renta mucho, de momento me sirve para
sobrevivir. Tengo otros proyectos todavía, pues sin trabajar sería una persona inútil, claro que ya la
edad un poquito afecta.
Por su parte, las personas que trabajan como independientes refieren motivos asociados
con trayectorias laborales más diversas. Menos de la mitad (44,7%) señala que siempre
realizó actividades por cuenta propia, en parte para continuar una tradición familiar; otros
argumentan motivos asociados con la dificultad de acceder a un empleo asalariado (20,4%)
o para cumplir con las exigencias que éste impone─ como sujetarse a un horario o a las
órdenes que ya no pueden o no están dispuestos a aceptar (17,5%) ─.Estos últimos,
además de la necesidad de contar con un ingreso, ven en el trabajo independiente un medio
de emancipación que les permite combinar el uso de sus fuerzas y capacidades con el goce
de tiempos libres y la toma de decisiones propias.
El resto (17,4%) señala razones asociadas con la necesidad de realizar cualquier actividad
para generar ingresos por muy reducidos o inestables que sean, pudiendo tratarse de
personas queanteriormente fueron inactivas o que no tuvieronestabilidad laboral por lo que
no cuentan con una pensión o renta de vejez (Gráfico 13).
29
30. Gráfico 13
Ciudades del eje: Motivos para
trabajar por su cuenta, 2007
Ciudades del eje: Motivos para
trabajar como asalariado, 2007
Siempre fue
asalariado
5.83.84.7
Ingresos
estables
85.7
17.4
5.8
11.7
Mayores
ingresos
Otros
14.6
30.1
20.4
Siempre
trabajó por
su cuenta
No consigue
trabajo
asalariado
Tradición
familiar
Horario
Flexible
Prefiere no
tener jefe
Otros
Fuente, INE, EH- 2007
He sabido administrar mis pequeñas ganancias
Marcelino, 73 años,viudo
Yo estaba en el campo y he venido a los siete años a La Paz, entonces aquí he entrado a la escuela pero
mi sufrimiento ha sido grave porque no he estudiado, apenas al primer curso llegué pero con
profesores buenazos. Desde los 7 a los 12 años llegaba hasta la Camacho trabajaba como aparapita
(cargador), como ya me han conocido las señoras con eso me he mantenido, por ahí también sacaba la
basura de las casas por unos centavos. Por eso, aquellos que dicen que no hay trabajo, es mentira, hay
trabajo de todo, si ahora alguien me diría trabájamelo, yo lo hago, solo que el cuerpo no rinde.
Un poco más joven empecé a trabajar como albañil. Me gustaba trabajar en la construcción, trabajé
como jornalero después ya me independicé, me he vuelto contratista; trabajé bien pero he sufrido
mucho. Por eso entré a trabajar en una embotelladora, como asalariado he trabajado en la empresa,
también a uno le explotan y el sueldo no te alcanza, por eso allí trabajaba día y noche para ganar alguito
más. Otra vez volví a trabajar en una constructora como dos años más. En estos trabajos estaba
aportando para la jubilación, a mí me descontaban todo y la obligación de aportar también la tenía la
empresa, pero no lo habían hecho. Entonces cuando voy a revisar apenas tenía tres años y medio de
aportes, eso nomás, me pedían que una cosa, que otra cosa, que traiga papeles para demostrar, hasta
que me aburrí y dije para qué voy hacer trámites burocráticos para tan poco, entonces ahí he perdido
la jubilación, pero ahora no me quejo de no ser jubilado.
Cuando yo trabajaba como independiente en la construcción de ahí me ha caído una pequeña ganancia
que he sabido administrar gracias a mi Dios, mi bendición. Con eso hice mi casita y desde que dejé de
30
31. trabajar como albañil, como hace 10 años, he abierto una ducha pública que para mí es una
distracción, vienen clientes o amistades y me hablan, así me distraigo y olvido la muerte de mi señora.
Claro que también es mi actividad para no vivir de otros, como ya me sacrifiqué ahora estoy viviendo
bien, saco más o menos Bs 1500 de ingreso fijo. No le pido nada a nadie, más bien yo algo dejaré a mis
hijos.
d) Concentración en el sector informal
Como en otros países de la región, el predominio de trabajadores independientes entre los
adultos mayores remite al sector informal como condición de posibilidad para seguir
trabajando.El 2010, el 78,9% de los mayores, el 70% de los hombres y casi el 80% de las
mujeresse ocupaba en este sector, contando con dotaciones diferenciadas de capital y
conocimientos para hacerlo en unidades económicas familiares o como propietarios y
asalariados en pequeños establecimientos económicos semiempresariales.
Comparativamente, en la etapa de transición menos de la mitad de los trabajadores se ocupaba
en el sector familiar, mientras que en la edad adulta mayor esta proporción se eleva hasta el
63,9% marcando un cambio irreversible; asimismo, cerca del 16% se ocupaba en el sector
semiempresarial─titulares y asalariados de pequeños talleres y negocios─mientras que un
porcentaje menor permanecía en el mismo después de los 59 años.
Entretanto, las oportunidades para permanecer o acceder a un nuevo empleo en el sector
empresarial o estatal,que se encuentran al alcance del menos del 30% de los adultos mayores,
parecen estar reservadas para los hombres y, entre éstos, para los que tienen un mayor nivel de
instrucción. Los ocupados en ambos sectores tienen una mediana de escolaridad que varía
entre 14 y 16 años de estudio, tres veces superior a la que exhiben los ocupados en el sector
informal (5 años). Esto significa que a la segregación ocupacional por cuestiones de género se
añade la discriminación por edad para la exclusión casi definitiva de las mujeres adultas del
acceso al empleo en estos sectores, aún cuando cuentan con un mayor nivel educativo.
Por último, la ocupación en actividades domésticas en hogares ajenos (servicio doméstico)
realizadas casi exclusivamente por las mujeres también pierden importancia como fuente de
empleo a medida que avanza la edad, aunque el 3% de las mujeres permanecen en estas
actividades hasta la vejez (Gráfico 14).
Gráfico 14
31
32. Ciudades del eje: ocupados por sector del mercado de trabajo, 2010
75.9
80
70
60
50
40
30
20
10
0
64.3
63.9
54.0
48.8
36.1
29.9
19.8
17.0 17.5
3.0
60 y más
S.Doméstico
Familiar
Semiempresarial
Empresarial
Estatal
11.2
11.8 4.2
4.9
4.4 6.3
Mujeres
S.Doméstico
Familiar
45 a 59
14.0
1.4
0.2 0 0
Semiempresarial
2.1
00
Estatal
13.5
9.6
Hombres
2.0
S.Doméstico
Familiar
Semiempresarial
Estatal
Total
7.2
16.0
11.5 14.9
Empresarial
19.3
Empresarial
13.7
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia
4.2 Condiciones laborales
En un contexto caracterizado por el avance de la precariedad laboral en todos los sectores del
mercado de trabajo y
actividades económicas,un reducido núcleo de los trabajadores
asalariados ─de los cuales depende la continuidad y productividad de los procesos de trabajo─
puede lograr condiciones laborales diferenciadas por su calidad. Cabe entonces indagar si la
permanencia de los adultos mayores en el trabajo asalariado tiene lugar en condiciones
laborales adecuadas o si por el contrario solo es posible a expensas de su mayor explotación.
De igual manera, teniendo en cuenta que gran parte de los mayores trabajan en el sector
familiar, es pertinente conocer las condiciones en las que realizan su trabajo y hasta qué punto
éste representan una seguridad o amenaza para su bienestar.
4.2.1 El lugar de trabajo
Un primer aspecto a considerar es el espacio físico donde los adultos mayores realizan su
trabajo. Como efecto del desplazamiento hacia el trabajo independiente, solamente un tercio
de los adultos mayores continúa trabajando en un establecimiento destinado exclusivamente a
la actividad, el 21,4% utiliza su propia vivienda como espacio productivo yel 42,8%opera en
las vías públicas (transportistas, comerciantes, prestadores de servicios a domicilio, etc.) y en
otros espaciosque también conllevan riesgos para la salud como son las obras de construcción
(Gráfico 15).
Los lugares de trabajo entre los hombres y mujeres se distribuyen en esta misma forma, 60 %
en espacios tipo local y 40% en las calles en puestos fijos, ambulantes, obras o las vías
32
33. públicas, con algunas diferencias importantes asociadas con las principales ocupaciones que
realizan. Así, las mujeres utilizan con más frecuencia un espacio de su propia vivienda y
puestos fijos instalados en calles y mercados, es decir activos que han logrado obtener en el
transcurso de su vida y que, con algún capital de trabajo, todavía son utilizados como medios
de producción.Con todo, el 20% trabaja en el comercio ambulatorio y prestando servicios
diversos a domicilio.
En cambio los hombres
trabajan
predominantemente en
establecimientos exclusivos para la actividad, en las vías públicas y obras de construcción.
Gráfico 15
Ciudades del eje: Adultos mayores según lugar de trabajo, 2010
43.7
35.7
21.6
21.4
24.1
17.4
10.2
Local exclusivo
En su vivienda
45-49
12.8
En puesto fijo
7.1 5.9
En obras
En vía pública
60 y más
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia
4.2.2 Estabilidad laboral
Uno de los rasgos característicos de la mayor explotación del trabajo en las ciudades del eje es
el aumento del porcentaje de asalariados sujetos a contrataciones temporales o eventuales
(40%, el 2010). En este contexto caracterizado por la pérdida de estabilidad laboral, destaca
el peso que tienen los contratos por tiempo indefinido entre los adultos mayores que laboran
como asalariados (66%), una tendencia que se verifica desde la etapa de transición a la vejez y
que beneficia más a los hombres que a las mujeres; la continuidad en el empleo previo para
mantenerse como asalariado parece ser, al mismo tiempo, una garantía para la estabilidad
laboral. Para las personas que trabajan como asalariados ─temporales o eventuales─ que son
el 34% restante, la situaciónes diferente puesto que siguen sigan transitando con frecuencia
entre la ocupación y del desempleo, con la angustia que acarrean la incertidumbre y el riesgo
de perder la principal y a veces única fuente de ingresos para la subsistencia. Dado el
33
34. bajoporcentaje de asalariados (26%), resulta significativo que tres de cada diez hombres y
cuatro de cada diez mujeres se encuentren en esta situación(Gráfico 16)20.
Gráfico 16
Ciudades del eje: estabilidad en el empleo por sexo, 2010
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
86.2
77.6
75.1
68.3
66.1
33.9
24.9
22.3
59.1
40.9
31.7
13.8
45-59
60 y más
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia.
A pesar que la encuesta de referencia no indaga sobre la estabilidad de los trabajadores por
cuenta propia en su actividad, está claro que la incertidumbre proviene de los ingresos
fluctuantes que obtienen por su actividad, debido a la fuerte competencia con sus similares y el
comportamiento recesivo del consumo de los hogares de menores ingresos que conforman su
principal clientela.
Trabajo temporalmente en mi profesión
Olga, 61 años, viuda
Soy bachiller, después me titulé en contabilidad y secretariado comercial, trabajé desde jovencita hasta
que me casé, ya mayor me casé; tuve mi hijita tenía que cuidarle a ella y dije mejor me retiro, pedí que
me jubilaran y me jubilé, me dediqué íntegramente a las labores de casa. No me arrepiento pero le
cuento que saco una miseria, como yo no he cumplido los 180 aportes como mínimo me pagan como
680 bolivianos de jubilación, en ese pago incluyen mi renta dignidad más; ahora, como soy viuda, recibo
la renta de mi esposo también.
Mi hijita está haciendo su tesis tengo que pagar a la universidad, por ahora me ayudo haciendo trabajos
de contabilidad, es lo que me gusta, esa es mi profesión también. Ahora eso se me presenta de vez en
cuando, pueden ser unas tres, cuatro o cinco veces al año, para personas que ya me conocen solamente
hago, se gana bien nomás. Generalmente lo hago de día y tardo bastante porque no me favorece
20
No existe información disponible sobre la estabilidad en la ocupación entre los independientes
34
35. mucho la vista. Puede ser que en una semana lo haga porque lo hago despacio. Puede ser todas las
tardes en una semana pero hasta las seis no más hasta que sea clarito, de noche ya yo veo.
Me parece que pronto ya no voy a poder seguir con este tipo de trabajo porque ya no dan mis ojos,
pero me gustaría atender una oficina, eso me gustaría.
4.2 3. Jornadas de trabajo
Junto a la libertad de despido en función de las variaciones de la demanda, el aumento de la
jornada sin una remuneración equivalente es otro rasgo que caracteriza a las condiciones
laborales de los trabajadores, quienes se ven obligados a aceptar esta situación para
compensar los bajos ingresos que perciben.
En las ciudades del eje, la población ocupada trabajaba durante 5,5 días a la semana dedicando
45,6 horas a su actividad en promedio, 46,4 los asalariados y 45,3 los no asalariados21; sin
embargo, los hombres que se ocupaban como asalariados y las mujeres como independientes
llevaban la peor parte pues tenían una jornada superior al promedio, alejándose de la
normativa (48 horas y 40 respectivamente).
A medida que avanza la edad la jornada promedio aumenta significativamente de manera que
en la etapa de transición a la vejez llegaba a las 51 horas (con una mediana de 49 horas). Los
hombres se hallaban sujetos a jornadas más prolongadas independientemente de su posición
ocupacional, lo mismo que las mujeres que trabajan por cuenta propia.
La exposición al trabajo por jornadas extensas─que dejan poco espacio para la vida familiar y
social ─ también afecta a los adultos mayores; se verifica una tendencia al trabajo en jornadas
de tiempo completo: más de 5 días a la semana con un promedio/mediana de 47 horas, por
encima del promedio generaly apenas por debajo del tiempo de dedicación de los trabajadores
en la etapa de transición, sin diferencias entre los asalariados e independientes.
Asimismo, la mediana tiende a igualarse entre los hombres y mujeres en torno a las 45 horas,
por el efecto combinado de una menor jornada entre los hombres que trabajan por cuenta
propia (46 horas) y de las mujeres que se ocupan como asalariadas (40 horas). Es decir, que
para la mayor parte de los adultos mayores permanecer en el trabajo supone una jornada
equivalente a la de los grupos más jóvenes de la fuerza laboral22 (Cuadro 2).
Este comportamientose asocia con los bajos ingreso que obtienen las personas a medida que
envejecen y, por lo tanto con la necesidad que tienen de cubrir sus costos de subsistencia, lo
que lleva a reflexionar sobre los efectos que esto acarrea sobre su salud y sobre su calidad de
vida en general.
21
Este promedio general oculta la magnitud de la extensión de las jornadas de trabajo a causa del menor tiempo
de dedicación de las personas menores de 25 años.
22
Los ocupados comprendidos en el grupo de 25 a 44 años trabajan 47 horas en promedio, igual que los
adultos mayores.
35
36. Cuadro 2
Ciudades del eje: Jornada semanal por categoría ocupacional
y sexo, 2010
45
a59
Categoría
Ocupacional
Total
Asalariados
No asalariados
Hombres
Asalariados
No asalariados
Mujeres
Asalariados
No asalariados
Días
Horas
Prom. Prom. Med.
5,5
51
49
5,5
48
48
5,5
53
49
5,6
52
50
5,7
51
49
5,6
53
51
5,5
48
47
5,5
40
45
5,4
51
48
Días
Prom.
5,3
5,4
5,1
5,3
5,5
5,1
5,2
5,3
5,1
60 y más
Horas
Prom. Med.
47
47
46
46
47
47
48
45
52
48
45
46
45
44
40
40
46
47
Fuente: ECEDLA, 2010.
Elaboración propia
Paro en la tienda de lunes a lunes
Selmira, 65 años, viuda
Cuando era jovencita yo trabajaba haciendo ropa interior con una señora, después me casé y solo hacía
labores de casa, cuidaba de mis hijos hasta que fueron grandes. Después con mi esposo teníamos una
tienda en la Eloy Salmón, era de repuestos de bicicletas, nos ha ido mal, él ha fallecido y lo he vendido
la tienda, me he deshecho de todo; después de eso he abierto aquí la tienda de abarrotes, la hemos
vendido la casa también por una estafa que nos han hecho, con la mitad del dinero me he agarrado el
anticrético y con la otra mitad hemos pagado la deuda que nosotros no hemos utilizado, una amistad
nos ha hecho fraude.
Ya son cinco años que estoy con la tiendita. Atiendo desde las 7:30 hasta las 10 u 11 de la noche, de
lunes a lunes, a veces cuando tengo alguna cosa salgo, cierro un rato y me voy. El trabajo de la tienda
es un poco pesado, el traer, el comprar la mercadería es un poco pesado, traigo de poco en poco,
algunas cosas traen como el refresco, pero lo demás que siempre hay que ir a comprar. Hay algunas
personas que hacen renegar, escogen el pan, no traen bolsa, me he puesto hasta letrero para que traigan
bolsita pero no traen, es por el medio ambiente que hay que cuidar, pero no entiende la gente, algunos
nos tratan mal; tampoco se gana bien pero me gusta vender, pancito, refresco, es bonito atender.
Hay días que no hay mucha venta, entonces tengo que pagar a los que traen, para esos días tengo que
estar recogiendo todo, me quedo sin un quinto, así es el negocio; hay otros días que vendo y lo
recompenso, así nomas estoy haciendo dar vueltas el dinero. Con lo que vendo apenas me alcanza, con
mi renta dignidad y a veces con lo que mi mamá me regala de sus rentas estiramos para nuestros gastos.
Ella ya tiene 90 años yo personalmente la cuido, aquí a mi lado la tengo. Por eso mientras se pueda
hay que trabajar, nomás, mientras pueda caminar todavía, porque de otra manera tendría que estar con
mi mano así (hace el ademán de las personas que piden limosna). Siento que tengo que hacerlo por la
necesidad de sostenerme.
36
37. 4.2.4 Ingresos laborales
Los bajos ingresos laborales y su fuerte desigualdad inter e intra sectorial son otro rasgo que
caracteriza al mercado laboral urbano en el país. Junto al persistente desempleo, las políticas
públicas de contención salarial aplicadas en las últimas décadasllevaron a la institucionalización
de las prácticas empresariales de abaratamiento de costos laborales y, por lo tanto, a una
nueva correlación de fuerzas adversa a los intereses y demandas de los trabajadores. El
resultado fue la desvalorización de la fuerza de trabajo, es decir su remuneración muy por
debajo del costo de los bienes y servicios necesarios para su reproducción física y social.
Como resultado de la persistente flexibilidad salarial, en la última década, Bolivia pasó a
ocupar último lugar en la región andina en cuanto al nivel que alcanzan el salario mínimo
nacional y el salario promedio (CEDLA, 2011). A su vez, el mantenimiento de los salarios en
un nivel extremadamente bajos incidió por la vía de consumo sobre un escaso dinamismo de
los ingresos de los trabajadores independientes, agravado por el constante aumento de
ocupados sin relación laboral.
Este proceso estuvo acompañado de una mayor fragmentación de los trabajadores entre los
permanentes y eventuales, los calificados y no calificados, los integrados en planta y los
subcontratados, etc., con efectos sobre el aumento en la desigualdad de los ingresos laborales.
Así el 2010 en las ciudades del eje, el 20% de los trabajadores mejor remunerados retenía para
sí el 48% de la masa ingresos, mientras que el 20% más pobre solo se apropiaba del 4%.
Esta situación que afecta a los ocupados en todos los grupos de edad,presenta características
específicas entre los adultos mayores:i) mayor inestabilidad en los ingresos ii) salarios e ingresos
inferiores al resto de la población ocupada, iii) amplias brechas de ingreso por categoría
ocupacional y género; iv) fuerte desigualdad en su distribución.
La inestabilidad en los ingresos se constituye en una característica distintiva de las condiciones
de trabajo entre los adultos mayores que se ocupan como asalariados. Mientras en la etapa de
transición el 84,2% estaba sujeto al pago de un salario fijo, en las edades avanzadas este
porcentaje se reduce al 69%, con una importante diferencia dependiendo del sexo. Mientras
los hombres ─quizás porque en su mayoría se mantienen en el mismo empleo─ todavía gozan
de una remuneración fija (74,4%), las mujeres transitan desde empleos con sueldo o salario fijo
a otros donde la forma de remuneración es a destajo (52%), es decir que la posibilidad de
permanecer como asalariadas tiene lugar a expensas de su mayor explotación. Considerando a
los asalariados y trabajadores independientes de manera conjunta, el 86% de los adultos
mayores tenía ingresos variables o fluctuantes el 2010 (Gráfico 17)
Gráfico 17
37
38. Ciudades del eje: Forma de pago entre los asalariados por
sexo, 2010
84.2
78.8 74.4
69.0
15.8
31.0
21.2 25.6
45-59
98.2
52.0
48.0
1.8
60 y más
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia.
En cuanto al nivel de ingresos, independientemente del indicador con el que se vea los adultos
mayores ganan menos que los ocupados en cualquier otro grupo de edad y, en particular, de
aquellos que se encuentran en la etapa de transición (Gráfico 17). El 2010, los adultos mayores
ganaban en promedio Bs 1.190, los hombres Bs1.568 y con una brecha que las distanciaba
ampliamente de estos y de sus pares en los otros grupos de edad, las mujeres apenas percibían
la mitad de este monto (Bs 749).
Sin embargo, la disparidad en los ingresos medios no contribuye a dimensionar adecuadamente
el significado del trabajo como fuente de seguridad económica. Considerando como indicador
a la mediana del ingreso (el monto por debajo y por encima del cual se encuentra la mitad de
los ocupados), se encuentra que el 50% ganaba menos de Bs 720, los hombres menos de Bs
1000 y las mujeres menos de Bs 560. En estos términos,la permanencia en la actividad
económica durante jornadas extensas no contribuye significativamente a la seguridad
económicade, al menos, la mitad de los adultos mayores y especialmente de las mujeres
(Gráfico 18)
Gráfico 18
38
39. Ciudades del eje: ingreso
promedio por tramos de edad y
sexo, 2010
Ciudades del eje: mediana de
ingresos por tramos de edad y
sexo,2010
1,600
2,405
1,798
1,543
1,657
1,901
1,473
1,210 1,227
1,292
1,400
1,568
Promedio
1,190 Hombres
Mujeres
749
1,200
800
1,400
1,200
1,400
1,000
800
960
Total
720
Hombres
560 Mujeres
Total Menos 45 a 59
de 45
60 y
más
TotalMenos de 455 a 59 60 y más
4
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia
Otro aspecto importante a destacar es que la cuantía de los ingresos de los adultos mayores
muestra una fuerte brecha a favor de los asalariados sean hombres o mujeres, tanto por la
incidencia del bono de antigüedad en la conformación de sus salarios, como por su mayor
presencia relativa en los sectores empresarial y estatal.
Los asalariados ganan cerca del doble del monto promedio y del triple cuando se considera la
mediana de ingreso; considerando que la mayor parte de las personas se ocupa como
independiente estos diferenciales ponen en evidencia los escasos recursos complementarios al
trabajo con los que cuentan los mayores─sobre todo capital y acceso a mercados─ lo que
redunda en los bajos ingresos que obtienen (Gráfico 19)
39
40. Ciudades del eje: Ingresos de los adultos mayores por
categoría ocupacional y sexo, 2010
1500
1994
1600
2213
800
720
560
1235
1334
676
939
Asalariados
Hombres
Gráfico 19
Mujeres
Media
No
asalariados
560
Hombres
Mujeres
Mediana
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia
Una manera de aproximarse a la suficiencia de los ingresos laborales de los adultos mayores
esusando como medida el salario mínimo nacional (SMN), fijado en Bs 675el 201023. Con el
monto de un SMN ese año se podía cubrir solamente el 40,8 del costo de una Canasta
Normativa Alimentaria (CNA) y el 18% de una Canasta Familiar Básica (CFB)24. Más de la
mitad de los asalariados percibía un ingreso superior a los dos mínimos, con una clara ventaja
de los hombres (64,8%) frente a las mujeres (42,4%); solo el 20% de los asalariados tenía una
remuneración mensual inferior al SMN.
En contraste, el 60,4% de los trabajadores independientes tenía un ingreso inferior al SMN─
más de la mitad entre los hombres y de dos tercios entre las mujeres─ lo que muestra que su
esfuerzo laboral ni siquiera les asegura un ingreso suficiente para costear los gastos mínimos
de subsistencia(Gráfico 20).
23
En el país el SMN se fija en función de la disponibilidad de recursos fiscales antes que por consideraciones
relativas al costo de la fuerza de trabajo (bienes y servicios necesarios para garantizar la subsistencia del
trabajador y su familia).El 2010, el SMN era equivalente a 96 dólares, siendo el más bajo entre los países de la
Comunidad Andina de Naciones y otros de la región (CEDLA 2011).
24
La CNA comprende un conjunto de alimentos que permiten satisfacer las necesidades energéticas y de
nutrientes a una familia tipo de 5 miembros; a su vez el costo alimentario representa el 39% del valor de la canasta
básica familiar (CBF) cuyo monto total llegaba a Bs 4.274 el 2010.
40
41. Gráfico 20
Ciudades del eje: Ingresos de los adultos mayores en SMN por
categoría y sexo, 2010
67.0
64.8
60.4
54.3
53.2
42.4
25.3
20.4
24.7
31.6
26.0
25.2
21.6
21.6
18.0
21.6
11.4
10.5
Asalariados
Hombres
Mujeres
Menos SMN
No asalariados
1 a 2 SMN
Hombres
Mujeres
Más 2 SMN
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia
Otro indicador refinado para aproximarse a la suficiencia de los ingresos laborales de los
adultos mayores es a través de comparación con el costo per cápita de la canasta normativa
alimentaria (Bs 334) y la CBF (Bs 855). Así se encuentra que tres de cada cuatro asalariados
ganaba lo necesario para cubrir los gastos de una canasta per cápita completa de bienes y
servicios (855 Bs o más), siendo los hombres los que en mayores proporciones podrían
mantenerse por su cuenta o incluso aportar a otros gastos de su hogar. En cambio, solamente
la mitad de las mujeres estaba en esta misma condición, el 22% habría pasado a depender de
otros miembros del hogar para cubrir parte de los gastos no alimenticios, mientras que el 25%
habría pasado a depender de los demás para asegurar su alimentación (Gráfico 21)
Gráfico 21
Adultos mayores: salarios en costo de canasta alimenticia y
familiar per cápita, 2010
83.5
75.0
49.6
8.7 4.7 11.6
24.2
3.5 5.1 8.0
22.5
3.6
41
42. Con este indicador se evidencia que para cerca del 80% de los que trabajan como
independientes las condiciones son muy diferentes. Más de la mitad ni siquiera lograba cubrir
el costo de una canasta alimentaria per cápita o apenas alcanzaba a hacerlo, el 9% seguía
dependiendo de los demás para costear todos sus gastos de subsistencia y, solamente uno de
cada tres, alcanzaba a cubrir una canasta completa e incluso aportar a otros gastos del hogar.
Entre los hombres, cerca de la mitad contaba con ingresos suficientes para lograr su
independencia económica y aportar a los gastos del hogar, cerca del 30% apenas alcanzaba a
cubrir sus necesidades básicas de alimentación, mientras que el 24,3% ni siquiera podría
hacerlo. Entre las mujeres la situación se invierte pues más de la mitad no lograban cubrir el
costo de la canasta alimentaria o lo hacían de manera insuficiente, mientras solamente una de
cada cuatro podía costear todos los gastos de la subsistencia y eventualmente otros gastos del
hogar.
Desde esta otra mirada, se pude concluir que más de la mitad de los adultos mayores, el 47 %
de los hombres y el 64,7% de las mujeres que trabajan como independientes son
potencialmente dependientes económicamente de otros miembros de sus hogares para
asegurar la satisfacción de sus necesidades básicas. Solo el 5% de todas las personas que
continúan trabajando tienen una pensión jubilatoria o renta de vejez y no son necesariamente
los que laboran como independientes (Gráfico 22)
Gráfico 22
Adultos mayores: Ingresos por cuenta propia en costo de canasta
alimenticia y familiar, 2010
34.6
30.7 25.6
9.1
43.7
24.3 22.5
9.5
36.4
28.3
26.5
8.8
Fuente: ECEDLA, 2010. Elaboración propia
Lo anterior remite a la desigualdad de los ingresos, otro aspecto estructural que caracteriza al
mercado laboral, pero que se presenta en forma atenuada entre los adultos mayores. cuyos
ingresos tienden a igualarse en un piso bajo, en particular entre los independientes que
conforman cerca del 80% de todos los ocupados. Considerados como conjunto, el 20% más
pobre de la distribución se apropia del 7,9% de la masa de ingresos, mientras que el 20% más
rico concentra el 46,8%, una proporción casi 6 veces mayor que la de los pobres; siendo
significativa, la desigualdad distributiva es menor en comparación con la población ocupada
42
43. total25, por el peso que tienen los trabajadores independientes entre los ocupados de mayor
edad y cuyos ingresos tienden a igualarse en un piso bajo. Entre éstos, los más ricos se
apropian de una masa (35,6%) que es solamente 2,8 veces más que la de los más pobres
(12,4%). La mayor desigualdad y por lo tanto heterogeneidad social se encuentra entre los
asalariados, el 20% mejor remunerado concentra el 61,9 % de la masa salarial, más de 35
veces por encima del 20% más pobre (Gráficos 23 y 24).
Gráfico 23
Gráfico 24
Ciudades del eje:
distribución del ingreso
laboral de los adultos
mayores, 2010
Ciudades del eje: distribución del
ingreso laboral de los adultos
mayores, por categoría ocupacional
, 2010
46.8
61.9
15.4
35.6
18.0
11.9
12.4
7.9
1.8
I (Más
pobre)
II
III
IV
V
I (Más
pobre)
16.4
20.3
8.8
21.7
15.2
Asalariados
No asalariados
5.9
II
III
IV
V
Fuente: ECEDLA, 2020. Elaboración propia
Si los adultos mayores tuvieran como única fuente de ingreso el obtienen por su trabajo la
mayoría estaría expuesto a la pobreza extrema y moderada, tal como ocurre con el resto de la
población ocupada26. Una aproximación a este indicador a través de la distribución de las
personas por quintiles de ingreso laboral muestra que el 2010, el 57,5% pertenecía a los
quintiles I y II (muy bajo y bajo); entre los no asalariados, el 67% estaba en esta posición
económica reflejando que su permanencia en el trabajo no necesariamente les permite
enfrentar el riesgo de caer en la pobreza. En contraste, más de dos tercios de los asalariados
(68,2%) tenían un su trabajo un medio para asegurar una calidad media y alta de vida,
solamente uno de cada tres pasaría a engrosar las filas de los pobres (Gráfico 25).
En el conjunto de la población, el 20% más pobre se apropia del 4% de la masa de ingresos, mientras que el
20% más rico retiene el 48%, 12 veces más que los pobres (CEDLA, 2011)
26 El 2008, año para el cual se dispone de información, el 51% de los ocupados en las áreas urbanas se encontraba
debajo de la línea de pobreza (UDAPE-PNUD, 2008).
25
43
44. Gráfico 25
Ciudades del eje: Adultos mayores por quintiles de
ingreso laboral según categoría ocupacional ,2010
44.5
17.6
37.1
I (Más
pobre)
22.7
16.5
8.3
14.2
20.4
15.3
16.2
23.1
12.3
II
III
IV
8.0
Independientes
29.8
14.0
Asalariados
V
Total
Fuente: ECEDLA, 2020. Elaboración propia
Si esto es así, también se puede concluir que el ingreso que proviene de la pensión universal
no contributiva o renta dignidad ─beneficio que cubre a todas las personas de 60 y más─
cobra una especial relevancia para costear los gastos de subsistencia para más de la mitad de
los adultos mayores ─quintiles ingreso muy bajo y bajo─ en particular, de aquellos que con su
ingreso laboral no logran cubrir ni siquiera su alimentación. Algunos lo utilizan como capital
de operaciones para mantenerse en actividad. Al respecto, durante las entrevistas los adultos
mayores hacían comentarios como los siguientes:
“No alcanza para nada, solo para pequeños gastos, por eso yo cobro cada tres meses, para poder reunir y lo
utilizo para comprar insumos para la comida de la casa” (Hombre, 74 años)”.
“Mi renta la destino exclusivamente para los alquileres, pago 200 Bs. La renta que recibe mi pareja es
solamente para ella, yo cubro otros gastos con lo que me pagan por mi trabajo” (Hombre, 68 años).
“Con ese bono yo pago el teléfono, alguna vez utilizo para sacar los productos de Avon que vendo para
ayudarme, depende de la necesidad del momento” (Mujer, 63 años).
“Compro para la tienda algunas cositas, pero de ahí también levanto para gastar en todo lo que se necesita para
la casa, todo junto no más es cuando uno trabajo en esto (Mujer, 65 años).
44
45. Gano poco pero tengo mi bono y un pequeño alquiler
Genaro, 63 años casado
Dejé de estudiar un año antes de salir bachiller, pintaba carteles para publicidad en tela, dibujo y afiches
para el cine, y también trabajaba en el cine en diferentes puestos. Estuve allí casi 10 años, aparte
también pintaba carteles para otros, eso ya era por mi cuenta; cuando dejé el cine tenía clientes y me
independicé. Como desde joven hice carteles publicitarios tenía que seguir trabajando en eso.
Actualmente he cambiado cien por ciento de actividad, me he empleado en un billar, no sé hasta
cuándo pero creo que va a ser permanente, unos dos años por lo menos quisiera estar en esto; es un
trabajo fácil, solo tengo que controlar a la gente, son ocho horas de lunes a sábado, es algo divertido
también, viendo cómo juega la gente aunque hay algunas cosas con las que tengo que vérmelas; a
veces hay chicos que se van sin pagar, uno está distraído, los chicos de colegio especialmente se
escapan. Tampoco se gana para todo los gastos de la casa, tengo mi bono y un garaje que tenemos en
la casa, una persona alquila para guardar su carro; es una pequeña ayuda, pero de vez en cuandodeja
unos pesos. Si no fuera esto, no sé, yo nunca pensé en la jubilación; creo que tendría que recurrir a mis
hijos, todos son muy buenos chicos.
Por último, la pérdida o disminución de ingresos laborales o la baja cuantía de las jubilaciones
que lleva a la menor contribución de la mayor parte de los adultos mayores a la economía
familiar, conduce a que sus hogares se encuentren ubicados en los escalones más bajos de la
estructura social. El hecho a destacar aquí es que aún cuando siguen trabajando esta tendencia
no se modifica: más de la mitad de sus hogares permanece en los niveles socioeconómicos muy
bajo y bajo, casi 20% más que los hogares con personas entre 45 y 59 años. Esta es otra forma
de ver cómo la transición de las personas a la edad adulta mayor, en general, es también
sinónimo de su mayor empobrecimiento en el actual contexto económico y social del
país(Gráfico 26).
Gráfico 26
Ciudades del eje:adultos mayores ocupados según nivel
socioeconómico del hogar, 2010
21.4
21.0
23.0
16.4
18.2
25.6
21.5
15.6
Bajo
20.1
22.6
Medio
Medio alto
Alto
18.4
Muy bajo
22.2
16.6
16.7
20.7
Total hogares
45 a 59
60 y más
45
46. 4.2.5 Cobertura previsional
En 1997, con la reforma de la seguridad social se reemplazó el sistema público de reparto
basado en principios de solidaridad, por un sistema privado de capitalización individual
(Sistema de Seguro Obligatorio-SSO). Bolivia fue uno de los pocos países de la región que
optó por un modelo radical de privatización que eliminó el aporte estatal y patronal, haciendo
depender la jubilación de los magros salarios de los trabajadores.
Esta reforma cuyo contenido fue esencialmente financiero antes que social, se planteó tres
objetivos: i) ampliar la cobertura de la protección social; ii) elevar y mantener la cuantía de las
prestaciones de jubilación y, iii) lograr su sostenibilidad financiera basada en el
autofinanciamiento, la eficiencia de las inversiones y su capacidad para fortalecer el mercado de
valores (Ley 1732 de 1996). Todas las evaluaciones posteriores mostraron que la privatización
de la seguridad social fue una reforma fracasada en sus objetivos sociales, pero además, en sus
objetivos financieros (Arze, 2003).
Como otros sistemas privados, el SSO se basa en el supuesto de un mercado de trabajo que
genera ocupaciones estables y adecuadamente remuneradas y
trayectorias laborales
relativamente continuas y, por lo tanto, ahorros previsionales regulares y suficientes. Más aún,
asume como supuesto que los trabajadores independientes pueden generar ahorros para cotizar
regularmente al sistema y acumular un número de cotizaciones que les garanticen una
jubilación. Nada más ajeno a la realidad del funcionamiento del mercado de trabajo en Bolivia
donde un reducido porcentaje de trabajadores estables y los que aportaron al antiguo sistema
pueden aspirar a una relativa protección social en la vejez.
Hasta el 2009, un millón doscientas mil personas se habían afiliado al SSO, incluyendo las que
venían aportando en el anterior sistema, sin embargo solo el 45% aportaba regularmente para
su jubilación. Ese año, a nivel nacional, los cotizantes al SSO representaban el 12,7% dela
población ocupada y el 27,8% de los trabajadores asalariados, con un fuerte peso urbano en su
composición. En el marco de esta limitada cobertura, la desigualdad de género en el mercado
de trabajo se reproduce en el SSO donde apenas 3,5 de cada 10 cotizantes era una mujer.
Además, en contra de los supuestos de la reforma, un porcentaje insignificante de trabajadores
independientes aportaba para su jubilación luego de más de 10 años de vigencia del SSO
(4,3%).
Ese mismo año, el 83% de los jubilados en el SSO provenían del régimen de reparto y su
pago estaba financiado en el 90% con los aportes que realizaron en ese sistema; es decir que
sus ahorros en las cuentas individuales del SSO tuvieron un rendimiento ínfimo e insuficiente
46