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                                                                                                       Guy Thuillier*


    El impacto socio-espacial de las urbanizaciones
    cerradas: el caso de la Región Metropolitana de
                                     Buenos Aires* *
                                                                    Abstract

                This paper deals with gated communities in the Metropolitan Region of Buenos Aires (RMBA). It objective is
                understanding the socio-territorial impact of these developments at local, metropolitan and national levels.
                After some basics elements about the history of these communities and their important and recent growth in the
                RMBA, this mutation is analyzed according to three categories: the architectural and urban forms; the
                functions of this spaces and the practices they allow or provoke; and the kind of social relationships they create.
                For each of these three aspects, two different points of view are successively adopted: a look at the situation
                inside the gated community, and secondly, the changes that it creates for its surroundings and for the rest of the
                metropolis. Finally, the paper comes to the idea that those developments imply a deep mutation of the
                representations of the city for its residents: the rise of gated communities means a deep change in the idea that
                people have of what cities and urban life are and should be.

                Keywords: gated communities, country clubs, Buenos Aires, public space, security, residential segregation,
                urban sprawl, suburbanizacion.

                                                                   Resumen

                Este artículo trata sobre las urbanizaciones cerradas en la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA).
                El objetivo es entender el impacto socio-territorial de esos barrios a nivel local, metropolitano y nacional.
                Después de exponer algunos elementos básicos sobre la historia de esas urbanizaciones y su importante
                desarrollo reciente en la RMBA, se analiza esta mutación de acuerdo con tres categorías: las formas
                arquitectónicas y urbanas; las funciones de los espacios y las prácticas sociales que permiten o suscitan; y
                el tipo de relaciones sociales que se crean en esos lugares. Para cada uno de estos tres aspectos se adoptan
                sucesivamente dos puntos de vista: por una parte, se contempla la situación dentro del barrio cerrado, y
                por otra, se estudian los cambios que esos barrios implican para sus alrededores y para el resto de la
                ciudad. En conclusión, nos acercamos a la idea de que esos emprendimientos traducen una profunda
                mutación de las representaciones de la ciudad para sus residentes: el éxito de los barrios cerrados significa
                un cambio importante en la idea que se hace la gente de lo que son y deben ser la ciudad y la vida urbana.

                Palabras clave: barrios cerrados o privados, country clubs, Buenos Aires, espacio público,
                seguridad, segregación residencial, desarrollo urbano, periferia urbana.




Revista eure (Vol. XXXI, Nº 93), pp. 5-20, Santiago de Chile, agosto 2005
                                                             [5]
Guy Thuillier



       1. Introducción: consideraciones                                         El éxito de este nuevo objeto urbano, a punto
          generales y problematización                                     de alcanzar a la autopista y al centro comercial en el
                                                                           rango de los íconos de la (post) modernidad urba-


       E
                n el mundo entero, los barrios cerrados                    na1 , ha generado en el mundo una literatura uni-
                –gated communities en Estados Unidos, ba-                  versitaria, urbanística y mediática a menudo muy
                rrios cerrados o countries en Argentina, con-              crítica respecto a estos ghettos, acusados de “fragmen-
       dominios fechados en Brasil- aparecen hoy como una                  tar la ciudad”, fortalecer los contrastes sociales y “pri-
       forma urbana emergente, presente en diversos gra-                   vatizar” el espacio público. Con todo, la segregación
       dos en países tan diferentes como Indonesia, Rusia,                 residencial entre ricos y pobres es una realidad ya
       Estados Unidos, Brasil, Argentina, Sudáfrica, Tur-                  antigua en la mayor parte de las ciudades del mun-
       quía o Egipto. En Estados Unidos, país que lidera                   do. Mucho antes de la aparición de los barrios cerra-
       esta tendencia, al menos ocho millones de personas                  dos, los brutales contrastes socio-económicos golpea-
       viven en gated communities (Blakely y Snyder, 1997).                ban al visitante europeo de las metrópolis del Tercer
       En la aglomeración de Buenos Aires, ejemplo a par-                  Mundo en general y de América Latina en particu-
       tir del cual desarrollaremos más particularmente                    lar. Más generalmente, las elites de todos los países
       nuestra reflexión, estas urbanizaciones cerradas –pre-              siempre han sabido aprovisionarse de lugares de re-
       sentes desde hace décadas- se han convertido recien-                sidencia y sociabilidad privados, separados de aque-
       temente en un fenómeno urbano masivo, cobrando                      llos del “populacho”.
       en los últimos años una considerable importancia en
                                                                                En estas condiciones, ¿en qué es realmente dife-
       las periferias de la aglomeración. Mientras que el fe-
                                                                           rente la ciudad “fragmentada” en islotes cerrados so-
       nómeno era marginal a comienzos de la década de
                                                                           bre sí mismos de la ciudad segregada tradicional, tal
       1990, se contaban en el año 2000 en la Región
                                                                           como la describe la ecología urbana clásica de la Es-
       Metropolitana de Buenos Aires (RMBA) 351 ba-
                                                                           cuela de Chicago, por ejemplo? ¿Son los barrios ce-
       rrios cerrados, para una población permanente de
                                                                           rrados simplemente una respuesta pragmática de los
       alrededor de 50.000 habitantes. Para este puñado
                                                                           ricos a la violencia urbana, una consecuencia de las
       de privilegiados, a la escala de 13 millones de habi-
                                                                           crecientes desigualdades debidas a la “globalización
       tantes de la RMBA, estos 300 kms cuadrados de
                                                                           liberal”? Por el contrario, podemos también pregun-
       tierra loteada y enclaustrada constituyen una super-
                                                                           tarnos si acaso estas urbanizaciones cerradas no con-
       ficie más grande que la de la ciudad autónoma de
                                                                           tribuyen a su vez a la decadencia de la ciudad, y si
       Buenos Aires (Thuillier, 2002) (ver mapas 1 y 2).
                                                                           acaso ellas no se alinean en el lado de las causas del
                                                                           mal: ¿los barrios cerrados resuelven o refuerzan la
                                                                           crisis urbana? Más allá de una segregación acentua-
           *
                                                                           da que se inscribe en el espacio a través de barreras,
             Universidad de Toulouse II-Le Mirail. E-mail:
       guy.thuillier@libertysurf.fr.                                       ¿cómo modifican estos barrios el funcionamiento e
             **
                                                                           incluso la naturaleza de la metrópolis latinoamerica-
                Este artículo tiene su origen en un trabajo de terreno
       realizado en Buenos Aires entre los años 1998 y 2000, en el         na? En suma, ¿cómo afectan ellos la urbanidad de las
       marco de un Doctorado de Geografía defendido en el año              ciudades que rediseñan?
       2002 en la Universidad de Toulouse II, Francia. Los dife-
       rentes métodos de recolección de datos han sido la observa-              Por “urbanidad”, entenderemos en este artículo
       ción directa, la revisión sistemática de la prensa local y entre-   no una cierta cualidad normativa de la ciudad, sino
       vistas con diferentes actores de los barrios cerrados: residen-
       tes y también personas que habitan en los barrios abiertos
                                                                           el conjunto de propiedades de un espacio urbano y
       de los alrededores, urbanistas, arquitectos, comerciantes,          las relaciones que establecen sus residentes con ese
       etc. Los datos estadísticos y cartográficos provienen del tra-      espacio. Para simplificar distinguiremos tres compo-
       tamiento de los datos ofrecidos por la Guía de countries,           nentes de esta urbanidad –susceptibles de ser modi-
       barrios y chacras del año 2000 (que censa los barrios cerra-
       dos, su estado de poblamiento y su construcción, con el fin         ficados por los barrios cerrados-, en el entendido que
       de captar la atención de potenciales compradores) así como
       también de aquellos ofrecidos por la Alcaldía de Pilar. Tra-
       ducido por Martín Figueroa y revisado por Oscar Figueroa.
                                                                               1
       Recibido el 16 de octubre de 2003, aprobado el 18 de                      A este respecto, para el caso argentino véase Capron
       junio de 2004.                                                      (1998).


6     eure
El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires



Mapa 1. Organización socio-espacial de la Región Metropolitana de Buenos Aires.




                      Débil
                                 Nivel socioeconómico
                      Medio
                                 de población
                      Elevado
                      “Villa Miseria”
                      Shopping center
                      Principales urbanizaciones cerradas
                      Principales rutas
                      Principales vías ferreas
                      Coronas suburbanas
                      Aeropuerto internacional




                                                                            Rí
                                                                              o
                                                                                de
                                                                                    La
                                                                                      Pl
                                                                                        at
                                                                    Vicente López
                                                                                          a
                                                                          Ciudad Autónoma de Buenos Aires

                                                                                     Centro de la
                                                                                     Ciudad




Fuente: elaboración propia.


                                                                                                                   eure      7
8
       Mapa 2. Número de lotes y de casas construidas en barrios cerrados en la Región Metropolitana de Buenos Aires en 2000.




eure
                                                                                                                                                                    Guy Thuillier




                                                                                                                                 Número de lotes

                                                                                                                                 Número de casas




                                                                                                                                Autorutas

                                                                                                    Capital                     Rutas
                                                                                                    Autónoma                    Vías férreas
                                                                                                                                Cursos de agua
                                                                                                                                Aeropuerto internacional (Ezeiza)

                                                                                                                                Aeropuerto nacional
                                                                                                                                (Jorge Newberry)




       Fuente: elaboración propia.
El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires



estos tres componentes están en realidad profunda-           munes, así como los gastos compartidos, son mucho
mente imbricados entre ellos y que es un poco artifi-        más reducidos que en los countries. Esta oferta inmo-
cial querer aislarlos. Consideraremos en primer lugar        biliaria, que se desarrolló de manera prioritaria en la
las formas de la ciudad o el sustrato material, la esce-     proximidad de las autopistas, en un radio de 25 a
nografía en la que se desarrolla la urbanidad y que la       70 kilómetros del centro de la ciudad, encontró un
condiciona; en segundo lugar, la pareja funciones/           vivo éxito entre las capas acomodadas de la pobla-
prácticas urbanas, o cómo la ciudad, de un proyecto          ción, a menudo parejas jóvenes que buscan un lugar
de un urbanista o un promotor, deviene un espacio            más grande ante el nacimiento de su primer hijo, y
vivido y apropiado por sus residentes; en tercer y           que dejan la capital para criar a sus hijos en un am-
último lugar, las relaciones sociales que se establecen      biente natural. La “calidad de vida” es, en efecto, el
entre los ciudadanos. Será conveniente considerar            argumento principal de los promotores de los ba-
cada uno de estos tres temas en dos escalas diferen-         rrios cerrados; la seguridad no se halla sino en un
tes: por una parte, situándose al interior de los ba-        segundo lugar, como un factor entre otros de todo
rrios cerrados, tratando de entender cómo la opción          un conjunto de prestaciones. Los candidatos a la
residencial de vivir dentro de éstos afecta la urbani-       suburbanización quieren romper con la ciudad cen-
dad para sus habitantes, y por otra, mirando desde           tro, considerada como peligrosa, sucia, ruidosa, con-
fuera cómo este encierro de unos modifica la urbani-         taminada, anárquica: los barrios cerrados, por el con-
dad de los otros –aquellos que están afuera- y afecta        trario, proponen un mundo ideal, una suerte de
in fine toda la aglomeración.                                compromiso entre la ciudad y el campo... que al
                                                             final parece confundirse con los suburbios norte-
2. Las formas: ¿la ciudad armoniosa?                         americanos.

                                                                 El primer elemento de esta transformación de lo
2.1. Adentro                                                 urbano en rural-urbano es una modificación de las
                                                             formas. En lo que respecta al paisaje al interior de las
     Conviene recordar, en un primer momento, que
                                                             urbanizaciones cerradas, salta a la vista del visitante
las urbanizaciones cerradas argentinas descienden de
                                                             que estos barrios adoptan un lenguaje arquitectural
los country clubs, modelo importado desde Inglaterra
                                                             y urbanístico que pretende romper con el de la ciu-
en los años ‘30. Se trataba entonces de residencias
                                                             dad-centro. El estricto y monótono damero de Bue-
secundarias, de relativa comodidad, a menudo des-
                                                             nos Aires es reemplazado por el de las calles curvas,
provistas de redes de agua potable y alcantarillado,
                                                             los cul de sac alrededor de lagos artificiales, formas
construidas fuera de la ciudad alrededor de grandes
                                                             típicas de la arquitectura “pintoresca”. La naturaleza,
equipamientos deportivos: campos de golf o de polo,
                                                             valorizada al máximo, es un elemento de ornamen-
courts de tenis y de paddle, gimnasio y piscina, ade-
                                                             tación fundamental; cuando pueden, los arquitec-
más de un restaurante en el club house, la casa común
                                                             tos se apoyan en puntos llamativos del terreno que
del country. Con la creciente inseguridad de la déca-
                                                             ellos habilitarán. Se conserva y valoriza una avenida
da de los ‘70, los pocos countries existentes comenza-
                                                             bordeada de árboles, una depresión del terreno que
ron a transformarse en residencias principales para
                                                             podrá convertirse en una pequeña laguna, un bos-
las familias deseosas de alejarse de la ciudad-centro.
                                                             que de árboles antiguos, una vieja casa patronal, que
El verdadero despegue de los barrios cerrados data
                                                             rehabilitada será un club house muy en boga. Todo lo
sin embargo solamente de mediados de los años ’90,
                                                             que recuerda la vida de las grandes estancias, el mun-
y coincide con la mejora y la extensión de los princi-
                                                             do de los gauchos, lo que evoca ese folklore ruralista
pales accesos de autopistas a Buenos Aires –particu-
                                                             donde la identidad nacional argentina asienta en
larmente la Panamericana, que da servicio al norte de
                                                             buena parte sus raíces, es vuelto a poner a la orden
la aglomeración, tropismo natural de las clases supe-
                                                             del día, contra los valores propios de la civilización
riores porteñas. Desde entonces el country se multi-
                                                             urbana europea y refinada que caracteriza el imagi-
plicó y democratizó con la aparición del “barrio ce-
                                                             nario de Buenos Aires.
rrado”. Este también constituye un loteamiento ce-
rrado con acceso controlado y permanentemente                   En lo que se refiere a las formas del hábitat, las
vigilado, aunque las áreas verdes y los espacios co-         urbanizaciones cerradas están casi exclusivamente

                                                                                                                    eure      9
Guy Thuillier



       reservadas a la casa individual, a excepción de algu-     me con vender loteamientos no construidos, las nor-
       nos dormys, departamentos en pequeños edificios           mas arquitectónicas del barrio definen muy estricta-
       bajos destinados a los visitantes de fin de semana.       mente las superficies mínimas y máximas de la cons-
       Las casas se presentan más o menos grandes y conti-       trucción, los retiros y las alturas autorizadas, llegan-
       guas, según el nivel socio-económico del loteo –los       do incluso a imponer restricciones sobre el estilo de
       lotes varían de los 500 a los 2.000 metros cuadrados      las casas. Un determinado country “conservador” no
       en general-, pero es solamente en los proyectos más       tolerará más que el ladrillo a la vista, más tradicional,
       económicos, destinados a la pequeña clase media,          y rechazará las casas de tonos pasteles, amarillo, rosa
       que se encuentran casas pareadas. El tamaño y el          o verde que hoy día causan furor en los barrios cerra-
       espacio de las casas, dispersas en vastas extensiones     dos. A veces el estilo es pura y simplemente impues-
       de prado, y la ausencia de construcciones en altura,      to: el country Aranjuez, por ejemplo, está dedicado al
       contribuyen a hacer de estos barrios zonas de muy         estilo “mediterráneo”, consistente en casas blanquea-
       baja densidad, lo que hace de las urbanizaciones ce-      das con cal con vigas de madera a la vista. Se observa
       rradas grandes consumidoras de espacio peri-urba-         así cómo estos barrios pueden asumir e incluso rei-
       no. Mientras que los barrios cerrados no ocupaban         vindicar su dimensión de “simulacro urbano”: tal
       más de 34 kms2 en 1991, las 400 urbanizaciones            como en Estados Unidos, la confusión de géneros
       cerradas del año 2000 cubren una superficie de 305        entre la ciudad y el parque temático no resulta un
       kms2 (Maestrojuan et al., 2000). En diez años ha          tópico ajeno (ver Didier, 1997).
       surgido de la tierra, a pedazos, sin el menor debate
       público y sin ningún plan de conjunto a escala de la      2.2. Afuera
       aglomeración, una ciudad privada 1,7 veces más
       extendida que la ciudad autónoma de Buenos Aires               Vistos desde el exterior, los barrios cerrados tras-
       (180 kms2).                                               tornan también el paisaje peri-urbano, a través de
                                                                 una curiosa mezcla de exposición y ocultación: ins-
            Pero incluso, más todavía que las mismas formas      criben en la ciudad el contraste social, exponiendo
       urbanas, lo que diferencia a los barrios cerrados de      las desigualdades que hasta aquí eran las menos visi-
       los del centro de la ciudad y del resto del suburbio es   bles claramente, debido a una distancia geográfica
       su homogeneidad, su coherencia arquitectural y            más radical entre ricos y pobres. En efecto, aparte de
       paisajística interna, garantizada por un grado muy        algunas “villas miseria” diseminadas, a menudo es-
       fuerte de control comunitario sobre la producción         condidas y disimuladas en medio del tejido urbano
       del espacio urbano. Buenos Aires, como muchas de          acomodado de Buenos Aires o de San Isidro –como
       las ciudades latinoamericanas, se caracteriza en efec-    las célebres Villa 31 o La Cava-, el paso de los barrios
       to por la debilidad del control público sobre la urba-    ricos del centro-norte de Buenos Aires a los barrios
       nización y la gran libertad otorgada a los actores pri-   pobres de la gran periferia o del centro-sur de la
       vados. Una de las consecuencias de ese laisser faire es   capital se hacía con una degradación más o menos
       la variedad, la sorprendente mezcla de formas, de         brusca, con sus medias-tintas y sus tonos interme-
       épocas, de estilos y de funciones en la capital argen-    dios deslizándose por todos los matices del arco iris
       tina. Una pequeña casa italiana del siglo XIX colinda     desde el Barrio Norte hasta los “loteos populares” de
       a menudo con un edificio de quince pisos de los           la segunda corona. Mientras, en las zonas de predi-
       años ‘70, en medio de una pequeña fábrica o un            lección de las urbanizaciones cerradas, entre la se-
       depósito… En las urbanizaciones cerradas, al con-         gunda y la tercera corona suburbana, la situación es
       trario, el conjunto del barrio está concebido como        bien distinta. Antes de la llegada de los barrios cerra-
       un solo bloque, de acuerdo a un plan de conjunto,         dos, estas comunas de la gran periferia estaban, en
       un masterplan-global. En el sistema de housing, cada      general, particularmente desprovistas y agrupaban a
       vez más expandido, las casas son vendidas “llave en       la población más modesta de la aglomeración. Fuera
       mano” y el cliente puede elegir entre cinco o seis        de los centros urbanos consolidados, con sus calles
       modelos preconcebidos, a los que podrá –en el me-         asfaltadas, fuerte densidad comercial y construcción
       jor de los casos- agregar algunas variantes               densificada de calidad suficiente, rápidamente se
       personalizadas. En caso que el promotor se confor-        encontraban los “loteos populares”, vastas zonas


10    eure
El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires



loteadas y revendidas a bajo precio y mal equipadas,         3. Funciones de la ciudad, prácticas en la
pero que de todos modos permitían el acceso a la                ciudad: ¿el orden reencontrado?
propiedad a una gran parte de las clases populares,
hasta los años ‘70. Esta forma dominante de urba-            3.1. Adentro
nismo periférico extiende por kilómetros sus paisajes
típicos: calles polvorientas en verano, fangosas en               Más allá de las formas, el control sobre el espacio
invierno, bordeadas de casas bajas, a menudo                 en las urbanizaciones cerradas se ejerce sobre todo a
autoconstruidas, consistentes en simples cubos de            partir de un control de las funciones y de las prácti-
ladrillos a veces estucados con techos de calamina,          cas de la ciudad. Para garantizar su privacidad y tran-
plantadas sobre pequeños lotes con jardín y encima           quilidad, la ciudad cerrada se pretende como una
de ellas sus depósitos de agua cilíndricos. A veces, en      ciudad únicamente residencial, rechazando hacia
las zonas más bajas, cerca de los cursos de agua, ex-        afuera todas las otras actividades (menos las prácticas
puestos a riesgos de inundación o incluso en los             deportivas). Salvo pocas excepciones, la industria,
márgenes de la zona urbanizada, aparecen “villas             los servicios y el comercio están desterrados. Así, por
miseria”, precarios ensamblajes de calamina y plan-          ejemplo, el country San Jorge, en la comuna de
chas apiladas las unas con las otras.                        Malvinas Argentinas, posee su propio colegio, y el
                                                             arzobispo debió rechazar la demanda de quienes
     En este contexto, la llegada de las urbanizacio-        querían que el country se convirtiera en una parro-
nes cerradas (que parecen directamente salidas de las        quia autónoma, disponiendo de su propia iglesia…
teleseries norteamericanas) en medio de estas zonas          Naturalmente, esta mono-funcionalidad residencial
semi-rurales donde se desparramaban los loteos mo-           no ha dejado de tener consecuencias en la calidad de
destos, hace resurgir de manera creciente los contras-       los espacios urbanos en los enclaves cerrados: no hay
tes socio-económicos de la aglomeración, exacerban-          cómo hablar con propiedad de espacio público, en
do la envidia de un lado y el miedo del otro. Al             tanto que para que éste exista realmente debe haber
mismo tiempo que aumentan la conciencia del otro,            una mezcla de funciones y pluralidad de los usos.
de la diferencia, los barrios cerrados hacen sin em-         En las urbanizaciones cerradas, la plaza no tiene ra-
bargo todo lo posible por ocultar ese contraste, ocul-       zón de ser. La calle misma está limitada a su función
tándose del exterior y ocultando el resto del mundo          mínima, la de ser espacio de circulación y tránsito,
a sus propios ojos. Hoy en día, la legislación no les        pero pierde toda la riqueza de sentido y de prácticas
permite rodearse de muros de ladrillos, pero las rejas       que puede tener en la ciudad-centro. Prueba de este
que los aíslan de su medio ambiente son usualmente           empobrecimiento es que las calles de las urbaniza-
reforzadas con setos de ciprés o de bambúes muy              ciones cerradas, en la mayor parte de los casos, no
densos, que protegen el interior de las miradas de los       están ni siquiera bordeadas por aceras. Un habitante
que pasan por afuera. Estos largos linderos de árbo-         de un barrio cerrado resume así este sentimiento:
les, verdaderas fronteras intra-urbanas, miden a ve-         “En Buenos Aires uno puede pasear por la calle,
ces kilómetros de largo. No solamente aparecen como          caminar diez cuadras, veinte cuadras y nunca es lo
obstáculos a la circulación, sino que las calles que         mismo: hay boutiques, siempre alguna cosa nueva…
bordean estas barreras ciegas están condenadas a             Aquí, pasearse no se puede, no se pasea en el country”.
quedar como vacíos urbanos, como no man´s lands.
Si hacia el interior producen cohesión, un sentimien-            El espacio “público” de los barrios cerrados, que
to de protección y repliegue, las barreras opacas de         no es en realidad más que un espacio “común”, está
los barrios cerrados son hacia el exterior más bien          además estrictamente cuidado, reglamentado y con-
una fuente de anomia y deshacen la ciudad antes              trolado. A diferencia de lo que se observa en la ciu-
que crearla, en espacios semi-rurales que desde ya           dad de Buenos Aires, estos espacios son cuidadosa-
tienen dificultad para estructurarse como espacios           mente mantenidos y ornamentados. Los caminos
urbanos.                                                     están impecablemente asfaltados y las redes –inclui-




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Guy Thuillier



       das las eléctricas- son subterráneas y se benefician de        Todas las normas de urbanismo del barrio cerra-
       todas las últimas innovaciones tecnológicas (televi-       do, todo el reglamento interior, no persiguen más
       sión por cable, conexión de banda ancha a Internet,        que un fin: la producción de un espacio segurizado,
       etc.). Los reglamentos internos apuntan a preservar        tranquilo, purificado, un espacio ordenado, previsi-
       el orden establecido, a dejar congelado tanto el pai-      ble e inteligible; en definitiva, un espacio descifra-
       saje visual como también el sonoro. A menudo está          ble, legible. En el fondo, se trata nada menos que de
       prohibido poner a secar la ropa en lugares a vista de      reencontrar el sentido de la ciudad. Medimos en-
       otros residentes, cortar el pasto fuera de ciertos hora-   tonces, en esta óptica, cómo el encierro es una di-
       rios o dejar vagar libremente a los animales, mientras     mensión fundamental de este proyecto: para pro-
       que los adolescentes no tienen derecho de circular         ducir sentido es necesario en primer lugar delimitar,
       en scooter después de las 22 horas. La velocidad de        desmarcar, separarse de la entidad anómica que es la
       circulación de los automóviles está reducida a 20 ó        aglomeración de Buenos Aires. La forma y los usos
       30 kilómetros por hora, lo que frecuentemente es           del country, así como su carácter cerrado, están inde-
       una fuente de conflicto, pues muchos de los resi-          fectiblemente ligados. Existe un urbanismo y una
       dentes tienen problemas con respetar ese límite.           urbanidad del encierro. Éste no puede ser un acto
                                                                  anecdótico, un epifenómeno de estos barrios: el en-
            Pero este omnipresente control suscita a veces        cierro define la esencia misma del espacio cerrado.
       violentas reacciones de rechazo. Recientemente se          En este sentido, los barrios cerrados se desmarcan,
       han reportado numerosos casos de vandalismo ado-           por su naturaleza, de barrios de nivel socio-econó-
       lescente “gratuito” en los barrios cerrados: se trata de   mico equivalente pero abiertos. La utopía encerrada
       actos cometidos contra casas en construcción, que          se construye en oposición a lo que se quiere dejar, a lo
       de noche sirven como lugar de encuentro para ban-          que el barrio cerrado propone superar: la ciudad-
       das de jóvenes del barrio. El control y la represión de    centro, el lugar del sinsentido, de la complejidad y el
       las conductas desviadas en estos barrios toma a me-        caos por excelencia.
       nudo formas arcaicas: la justicia se hace de manera
       pública y los que contravienen las reglas son señala-      3.2. Afuera
       dos con el dedo y puestos en exposición —simbóli-
       camente al menos- delante de toda la comunidad.                 Sin embargo, su opción de mono-funcionalidad
       En mi última visita al Mayling Country Club, por           hace que la ciudad cerrada permanezca
       ejemplo, pude observar tres avisos en el panel de          indisociablemente ligada al resto de la metrópolis,
       informaciones del club-house. El primero no se refe-       sobre la que se descarga una parte de las funciones
       ría al control social sino al medioambiental (con una      urbanas para evitarse molestias: las actividades de
       perspectiva ecológica, que es otra modalidad del de-       producción y de consumo. Estas funciones están
       seo de pureza). El aviso hacía públicos los resultados     localizadas en gran parte en la Ciudad Autónoma de
       de los análisis bacterianos del agua y del suelo del       Buenos Aires, imponiendo a los habitantes de los
       country. El segundo, conforme a una regla votada           barrios cerrados largas migraciones pendulares, esen-
       por la asamblea de residentes, denunciaba nominal-         cialmente en automóvil, para dirigirse a su lugar de
       mente a tres miembros del club que no habían cerra-        trabajo y regresar. Sin embargo, poco a poco, los
       do todavía su piscina, como los obligaba el nuevo          servicios y las actividades migran a su vez hacia esta
       reglamento de construcción. El tercer aviso aludía a       suburbia argentina. Sin poder aspirar al título de Edge
       actos de vandalismo cometidos una noche de agosto          City (Garreau, 1991), la comuna de Pilar, a 50 kiló-
       en una casa en construcción del country. Afirmando         metros del centro de Buenos Aires (que concentra e
       que tales actos habían debido dejar sin duda huellas       un tercio de los barrios cerrados de la aglomeración),
       de pintura sobre las vestimentas o bajo las uñas de        es un buen ejemplo de este desarrollo inducido por
       los culpables, el redactor de la nota solicitaba a los     la llegada de los barrios cerrados (ver mapa 3). En el
       residentes informarse sobre sus hijos adolescentes,        año 2000, según cifras de la municipalidad, 15.600
       invitados y empleados domésticos, con el objeto de         de los 233.000 habitantes de la ciudad residían en
       ayudar a desenmascarar a los culpables…                    barrios cerrados, o sea un poco más del 6% de la
                                                                  población. Esta minoría de residentes de las capas
                                                                  altas ha tenido, sin embargo, efectos de arrastre con-

12    eure
El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires



siderables en la economía local, alterando el creci-             con un aumento de 61% de su población, Pilar es la
miento demográfico total de Pilar en la década de                comuna que ha sufrido el mayor crecimiento demo-
1990. Entre los censos de 1991 y 2001, Pilar pasa                gráfico de toda la Región Metropolitana de Buenos
de 144.000 a 233. 000 habitantes (INDEC, 2002):                  Aires.

Mapa 3. Pilar, un territorio en recomposición.




                                                                                                 Ruta 8




               La ciudad cerrada                      La ciudad abierta            La armadura abierta
                    Country                                                           Vía férrea, estación
                                                        Servicios, comercios
                                                                                      Tramo con tráfico de via-
                    Barrio privado
                                                                                      jeros en servicio en 2001
                                                        Zonas urbanizadas             Autoruta Panamericana
                    Mega emprendimiento

            1. Tortugas, 2. Highland Park               Zonas no urbanas              Eje vial importante
            3. Lagartos, 4. Mapuche, 5. Mayling,
            6. Pilar del Lago, 7. Martindale,           (Culturas, pastizales,
            8. CUBA Fatima, 9. Golfers,                 baldíos, bosques)               Centralidad urbana
            10. Manzanares, 11. Village Golf and                                        tradicional (alrededor de
            Tennis Club 12. Ayres de Pilar,
            13. Hebraica, 14. Pilar del Este, 15.       Parque industrial,              la Plaza Mayor)
            Parque Irizar, 16. Carmel,                  fábrica importante
            17. Estancias San Miguel,
            18. Estancias del Pilar, 19. Chacras de     Cementerio                      Nueva centralidad
            Murray, 20. Boca Ratón.                                                     (alrededor del km 50)
                                                        municiapal

                    Universidad privada
                    a: USAL b: Austral
                    Cementerio privado


Fuente: elaboración propia.
                                                                                                                     eure    13
Guy Thuillier



           De hecho, ha nacido un nuevo Pilar, superpo-            oferta para los residentes de las capas altas de Pilar
       niendo sus estructuras e infraestructuras a la antigua      cubre así todas las necesidades, desde el nacimiento
       ciudad. Un nuevo polo comercial ha surgido alrede-          hasta la muerte: la ciudad cuenta también con tres
       dor del kilómetro 50 de la Panamericana, a apenas           cementerios privados, bastante mejor mantenidos y
       algunos kilómetros del centro de Pilar y su plaza           menos densificados que los cementerios públicos.
       mayor. Hace más de diez años se instaló en este pun-
       to el pequeño centro comercial Torres del Sol (com-             La autopista Panamericana aparece como el ma-
       puesto por 11.000 metros cuadrados de superficie            yor eje estructurante del universo de la ciudad cerra-
       cubierta y 152 boutiques), deliberadamente orienta-         da: es en automóvil que el residente de las urbaniza-
       do hacia los residentes de las urbanizaciones cerra-        ciones cerradas va a su trabajo, a hacer sus compras o
       das. Fue imitado en 1997 por el Village Cine, un            a pasearse al shopping. Este archipiélago urbano, es-
       multicine de ocho salas convertido después en un            tructurado alrededor de la Panamericana, es por na-
       verdadero centro de esparcimiento alrededor de una          turaleza excluyente para los más pobres. Está muy
       plaza adornada con una fuente: éste incluía bingo,          mal servido por los buses locales y el acceso a los
       videojuegos, restoranes de comida rápida, librería,         peatones no ha sido ni siquiera previsto; de los dos
       rosticería fina, etc. Al otro lado de la autopista, abría   lados de la autopista, desde las paradas de autobús,
       en 1998 un hipermercado Jumbo (16.200 metros                sobre los empalmes de salida, hasta la entrada del
       cuadrados y más de un kilómetro en estanterías),            centro comercial, del hipermercado o del complejo
       flanqueado por una galería comercial de 150                 de esparcimiento, el peatón debe seguir un sendero
       boutiques y de arquitectura neo-colonial y por un           de tierra o un estrecho borde entre la bandeja de
       hotel Sheraton de 141 habitaciones, dotado de una           seguridad y la calzada. Los habitantes más modestos
       sala para congresos. Durante ese tiempo, Torres del         continúan aprovisionándose masivamente en sus
       Sol se amplió: una clínica, un banco y dos agencias         barrios o en el centro de Pilar, y las entrevistas reve-
       inmobiliarias se instalaron allí, y un segundo tramo        lan que perciben al polo comercial del kilómetro 50
       de 8.500 metros cuadrados está actualmente en cons-         como un lugar caro, exclusivo, que no ha sido hecho
       trucción.                                                   para ellos. En sus desplazamientos hacia la capital
                                                                   autónoma, estos residentes siguen usando
            Después de las residencias y los comercios fue el      mayoritariamente el tren, eje estructurante histórico
       turno de los servicios y de las profesiones liberales de    de la periferia, que se ha desarrollado en forma de
       enriquecer la oferta de empleo de Pilar. Además del         rosario en torno a las estaciones del ferrocarril subur-
       ya antiguo parque industrial, al norte de la ciudad,        bano.
       se están construyendo edificios de oficinas sobre los
       bordes de la Panamericana. Por otra parte, el flujo de          Desde del advenimiento de las urbanizaciones
       los residentes de los barrios cerrados ha implicado         cerradas, en lo que concierne a las prácticas y la mo-
       un desarrollo de la oferta de educación para sus hi-        vilidad de los habitantes de la periferia, existen dos
       jos. Además de sus escuelas públicas, pobres y mal          modos de vida y dos redes de circulación, de espar-
       equipadas, Pilar cuenta con una cincuentena de co-          cimiento y de consumo, superpuestos pero bastante
       legios privados, en general bilingües y muy orienta-        escindidos, con sus nudos y sus polos de centralidad
       dos hacia la informática. Dos universidades funcio-         distintos, que coexisten en la gran periferia de Bue-
       nan también en Pilar. Se encuentra aquí un anexo            nos Aires.
       de la Universidad Austral sobre un campo de 70
       hectáreas, donde se instaló el Instituto de Altos Es-       4. Las relaciones sociales: ¿en la jungla de
       tudios Comerciales que entrega formación de Tercer             las ciudades?
       Ciclo a 200 estudiantes cada año, además de una
       clínica universitaria ultra-moderna de 62 camas, que        4.1. Adentro
       comparte con la Facultad de Ciencias Biomédicas
       una torre de ocho pisos con 45.000 metros cuadra-               Si comenzamos por examinar las relaciones so-
       dos cubiertos. Por su parte, la Universidad del Salva-      ciales en el sentido de relaciones interpersonales al
       dor dispone en Pilar de un campus de 67 hectáreas           interior de las urbanizaciones cerradas, nos vemos
       dotado de un lago para las regatas universitarias. La       confrontados a una aparente paradoja. Por una par-

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El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires



te, como consecuencia de las débiles densidades resi-        reservados a la comunidad judía y uno a los armenios.
denciales señaladas con anterioridad, las distancias         Los countries más “tradicionales” excluyen de entra-
interpersonales físicas aumentan. Finalizada la pro-         da a las figuras del show-business o a los astros de
miscuidad de las muchedumbres de Buenos Aires,               fútbol, que estarían demasiado alejados de sus valo-
el “otro” es mantenido a buena distancia. La desapa-         res de clase. Esta tendencia a reagruparse entre pares
rición del espacio público reduce las posibilidades          es igualmente verificable en la ciudad abierta, pero
de contacto no deseado. Ser empujados en la calle,           la mayor diferencia reside en el hecho que en Bue-
encontrarse en medio de una multitud, son expe-              nos Aires, incluso si la segregación residencial es tan
riencias que el residente de la ciudad cerrada puede         o más marcada que en otras partes, el espacio públi-
escoger no enfrentar nunca más. De hecho, se obser-          co, por su relativa mixtura, permite –si no el en-
va a menudo entre los jóvenes nacidos en una urba-           cuentro- al menos la co-presencia, el reconocimiento
nización cerrada una real aversión por la ciudad-            (en el doble sentido de identificación y de acepta-
centro, por la muchedumbre y el ruido, acompaña-             ción) de diversos grupos que componen la sociedad.
da a veces por una verdadera fobia por los espacios          El hecho de vivir en una urbanización cerrada im-
públicos centrales. Pero mientras incluso la esfera del      plica un alejamiento de estos espacios públicos, in-
espacio privado se dilata desmedidamente, los indi-          cluso si los habitantes de los countries siguen, en su
viduos se encuentran socialmente más próximos que            gran mayoría, frecuentando más o menos la capital.
en Buenos Aires. La intimidad desaparece con el              No es menos cierto que estos residentes, afectados
anonimato de la gran metrópolis para dar lugar a             por los largos trayectos cotidianos, se dirigen cada
relaciones de vecindad mucho más personalizadas,             vez menos al centro, y frecuentan poco el sub-cen-
como se afanan en celebrar los residentes de las urba-       tro urbano de Pilar, por ejemplo. Cuando tienen
nizaciones cerradas, pero también más restrictivas,          necesidad de consumir o de divertirse, los residentes
con un control comunitario reforzado, que evocan             de los barrios cerrados utilizan en gran medida los
más bien las relaciones sociales de la aldea tradicional     centros comerciales de la Panamericana, donde se
que las de la metrópolis moderna.                            reúnen entre ellos. En este sentido, las urbanizacio-
                                                             nes cerradas merecen el apelativo de “enclaves”: las
     Aparte de estas modificaciones en las relaciones        relaciones que mantienen con su entorno inmediato
de distancia y proximidad –incluso de promiscui-             –barrios de clases medias populares, “villas miseria”,
dad-, las urbanizaciones cerradas implican otra rela-        espacios rurales- son débiles. En consecuencia, para
ción con la alteridad. En efecto, sin duda más que la        sus residentes, la vida en el barrio cerrado significa
seguridad, estos barrios buscan ante todo garantizar         ciertamente un empobrecimiento de la diversidad
a sus residentes una cierta homogeneidad social, ex-         social a la cual se enfrentan en su vida cotidiana.
cluyendo de su horizonte a todos aquellos que no
pueden pretender el mismo nivel socio-económico,                  Desligándose de la alteridad, la comunidad pu-
el mismo color de piel o el mismo credo. En los              rificada y homogeneizada del barrio cerrado, ¿prac-
countries, esta homogeneidad está garantizada inclu-         tica a su vez la democracia entre pares? Antes bien, se
so por los procesos de admisión, que se hacen según          observa que los mecanismos de poder en la gestión
la forma de cooptación. El postulante a la compra de         de estas entidades rompen con la tradición política
un lote, además del informe financiero realizado por         universalista y ciudadana de la filosofía ilustrada,
la agencia inmobiliaria, debe pasar por una entrevis-        para adoptar un modelo más próximo a la estructura
ta con una comisión especializada de residentes del          de poder dominante en la esfera de la economía y
country, con el fin de medir sus afinidades con la           del sector privado. En un barrio cerrado, el compra-
sociedad local. Además, si es aceptado, su nombre            dor de un lote deviene automáticamente accionista
será publicado durante un mes en el panel del club-          de la sociedad anónima constituida por la entidad
house, con el objeto de que los residentes que quieran       urbana. Si compra dos lotes gemelos recibe dos ac-
oponerse a su admisión tengan tiempo para mani-              ciones, es decir, dos votos para las elecciones de las
festarlo.                                                    diversas comisiones internas del barrio. Mientras más
                                                             rico se es, más poderoso se es también. Las estructu-
    Existe, en consecuencia, una tendencia a la es-          ras de poder son además oscurecidas por una varia-
pecialización “comunitaria” de los countries: dos son        ble oculta: el o los promotores de la urbanización

                                                                                                                    eure    15
Guy Thuillier



       cerrada se reservan a menudo una gran parte de las         es similar; entre 1974 y el 2000, el ratio entre los
       acciones de la sociedad anónima, guardando el po-          ingresos medios de los dos deciles extremos se dupli-
       der de facto largo tiempo después del inicio de ventas     có: en 1974 el ingreso medio del 10% más rico
       de los lotes. Incluso, si teóricamente deben desligar-     equivalía a 12,3 veces el ingreso medio del 10% más
       se del proyecto a largo plazo a favor de los residentes,   pobre, y en el 2000, el ingreso medio del 10% más
       los promotores no tienen ningún interés por dejar-         rico equivalía 24,8 veces el ingreso medio del 10%
       los administrar el barrio antes de haber vendido la        más pobre. El primer decil acaparaba entonces un
       totalidad de los lotes: los residentes podrían, por        37,2% de los ingresos metropolitanos totales, el úl-
       ejemplo, tentarse a tomar medidas conducentes a            timo, solamente un 1,5%.
       un aumento de los gastos comunes –mejoramiento
       de la seguridad, construcción de nuevos                         La crisis de diciembre del 2001 no hizo más que
       equipamientos de esparcimiento, etc.-, lo que sería        agravar el cuadro, incluso si el país parecía recuperar-
       perjudicial para las ventas ulteriores. De este modo,      se poco a poco. En 2002 la mitad de la población de
       para aquel que forma parte de la organización de la        la aglomeración vivía bajo el nivel de pobreza, según
       comunidad, las urbanizaciones cerradas reemplazan          el INDEC (2002). Los cartoneros, indigentes veni-
       al ciudadano por el accionista, la ciudad por el mer-      dos de las poblaciones, invadieron las calles del cen-
       cado. ¿Puede tal concepción mantenerse sin influen-        tro de Buenos Aires para clasificar las basuras, y los
       ciar las relaciones que mantienen estos residentes con     porteños descubrieron estupefactos que la
       la colectividad nacional?                                  malnutrición asolaba las provincias.

       4.2. Afuera                                                     En este contexto de crecimiento de las desigual-
                                                                  dades, el éxito de los barrios cerrados puede com-
            A nivel metropolitano, ¿qué cambian las urbani-       prenderse como la inscripción espacial de la brecha
       zaciones cerradas en las relaciones sociales entre los     –económica, cultural, política- que separa a los “ga-
       diferentes grupos de la metrópolis argentina? Por          nadores” de la nueva economía argentina, post-in-
       cierto la distancia económica y geográfica entre las       dustrial y mundializada, y los “perdedores” del jue-
       clases sociales no se inicia con los barrios cerrados,     go (Svampa, 2001). No son únicamente los barrios
       pero a este propósito se pueden hacer dos observa-         cerrados los que materializan espacialmente esta frag-
       ciones. Por una parte, el desarrollo de esta forma         mentación social, pero ellos significan su aceptación
       urbana corresponde a un período de fuerte creci-           definitiva por parte de las elites y, peor aún, contri-
       miento de las desigualdades en la aglomeración de          buyen a rigidizarla. En efecto, por su desentendi-
       Buenos Aires, ligado a la apertura económica, a las        miento del “lugar común” que es la ciudad abierta,
       privatizaciones masivas y al desmantelamiento del          las clases sociales mejor dotadas económica, intelec-
       Estado-providencia que han caracterizado la década         tual y culturalmente agravan la crisis urbana. Si ob-
       del ‘90. Desde 1995 comienza el entusiasmo masi-           servamos la problemática de las relaciones sociales en
       vo por los barrios cerrados; hasta el año 2000, el         relación con la de la ciudadanía, vemos cómo la co-
       número de personas viviendo bajo el nivel de po-           hesión nacional, que implica cada uno de los dere-
       breza en la aglomeración de Buenos Aires pasó de           chos y los deberes hacia la colectividad, es puesta en
       2,5 a 3,5 millones, es decir, un tercio de los 11 millo-   cuestión por la aparición de los barrios cerrados. Si el
       nes de habitantes de la aglomeración. Desde antes          lugar de afiliación, el espacio del colectivo, para una
       de la crisis de diciembre del 2001, la distribución de     parte de la población no es ya el partido ni tampoco
       las rentas mostraba una clara tendencia a la polariza-     la localidad, ni incluso el barrio, con lo que esto im-
       ción social. Según un estudio conjunto del INDEC           plica de diversidad socio-económica; si este lugar de
       y de la oficina de estudios Equis, citado por el perió-    afiliación se reduce a un pequeño enclave socialmente
       dico La Nación (13/09/2000), en la aglomeración            homogéneo, ¿qué es entonces lo que funda el con-
       de Buenos Aires tres cuartas partes de los habitantes      trato social a la escala de la ciudad y de la metrópolis?
       han visto disminuir sus rentas entre 1995 y 2000.          La ciudad y la ciudadanía dejan entonces de funcio-
       Los ingresos del decil superior de la población cre-       nar en la misma escala, y la primera ya no es más el
       cieron en un 10%, mientras que los del decil inferior      espacio de la segunda, lo que podría ser una defini-
       han caído un 11%. A mediano plazo, la evolución            ción de la fragmentación urbana. Síntoma de esta

16    eure
El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires



“desafiliación”, de esta fragmentación en curso, son         dencia al aumento de las desigualdades y un replie-
las tentativas de algunos barrios cerrados de no pa-         gue en consecuencia de los diferentes grupos.
gar el impuesto comunal argentino –muy pequeño,
por lo demás-, que no es un impuesto directo sino                 La comuna de Pilar ilustra de manera muy clara
una tasa correspondiente a los servicios otorgados           esta impotencia de los poderes públicos. Pilar, que se
por la municipalidad: la tasa ABL (alumbrado, ba-            ha beneficiado de una ola de inversiones comerciales
rrido, limpieza). Estas tentativas, justificadas por los     e industriales muy importante en estos últimos diez
residentes de los barrios cerrados con el argumento          años, y de la llegada masiva de 15.000 residentes de
que estos servicios urbanos no les son proporciona-          barrios cerrados con fuertes rentas; que alberga el
dos por la municipalidad, sino por la administración         parque industrial más importante de América Lati-
del barrio, a la cual ellos pagan sustantivas cargas,        na, con 110 empresas y 11.000 empleados, así como
han sido todas objetadas; la justicia considera que el       más de una centena de barrios cerrados, está hoy en
ciudadano paga por un servicio repartido en el con-          día al borde de la quiebra financiera. La debilidad de
junto del territorio comunal, y que no se puede en           los impuestos locales argentinos y la falta de autono-
consecuencia exonerar su contribución por el moti-           mía de las comunas –las cuales consumen el 8% de
vo de que el servicio en cuestión no está asegurado          los gastos públicos totales en Argentina, contra el
hasta exactamente el frente de su puerta.                    15% de Brasil-, sumada a la debilidad de la cohe-
                                                             sión social, parece ser el factor dominante en esta
     Este movimiento de desafiliación colectiva de           situación. El margen de maniobra de las autoridades
ciertos grupos, donde la cosa pública y el interés           locales es estrecho en una comuna donde 7 de cada
general se desvanecen ante el egoísmo de los intere-         10 habitantes no pagan sus impuestos, sin que la
ses privados, no datan solamente desde la aparición          alcaldía tenga los medios para cubrir sus deudas. En
de los barrios cerrados. Aparecería más bien como            cuanto al dinero, éste ingresa a pesar de todo, pero la
un mal endémico en Argentina, que explica sin duda           corrupción endémica y el pillaje de los fondos pú-
en buena medida la imposibilidad del país para re-           blicos lo hacen desaparecer muy pronto. Tanto es así
montar una interminable crisis social y económica,           que poco después de las elecciones del 24 de octu-
y, en el campo del urbanismo, para organizar aun-            bre de 1999, el nuevo alcalde, Sergio Bivort, al asu-
que sea un poco el desarrollo urbano. En una socie-          mir sus funciones realizaba una auditoría sobre los
dad profundamente no igualitaria, esta fragmenta-            contratos firmados por el equipo precedente, y de-
ción social y política puede explicarse por al menos         nunciaba las irregularidades contables y las zonas de
dos factores tendenciales: por una parte, el profun-         sombra dejadas por su predecesor, Alberto Alberini,
do divorcio entre las elites, de extracción europea, y       declarando el “estado de emergencia económica” (La
el pueblo, a menudo más mezclados con las pobla-             Nación Pilar, 18/12/99).
ciones indígenas del nor-oeste del país; y por otra, la
inmensa brecha entre los poderes públicos y la po-                En estas condiciones, el boom de los barrios ce-
blación, herencia de setenta años de militarización a        rrados benefició bien poco a la mayoría de los
ultranza del Estado y de la mezcla resultante de au-         230.000 residentes de Pilar. Extensos sectores per-
toritarismo, corrupción y represión. Hoy en día, in-         manecen aún notoriamente mal equipados: calles
cluso cuando los mecanismos democráticos han sido            de tierra, ausencia de redes de agua y saneamiento,
reestablecidos después del fin de la dictadura en            falta de escuelas, hospital deteriorado y saturado,
1983, la corrupción sigue siendo endémica y la clase         etc. En 1999, se estimaba que el 30% de los habi-
política está ampliamente desacreditada: “¡Que se            tantes de Pilar vivían bajo la línea de la pobreza. La
vayan todos!”, cantaban los argentinos durante la            mortalidad infantil, de 23%, sobrepasaba por cin-
crisis de 2001, interpelando a los responsables polí-        co puntos la media de la Provincia de Buenos Ai-
ticos. El clima era por completo poco propicio para          res, de 17,7% (La Nación Pilar, 28/8/99). El boom
la restauración de una confianza mínima entre las            de los barrios cerrados y todo el desarrollo econó-
autoridades públicas (el Estado, las colectividades          mico inducido para Pilar no compensa las carencias
territoriales) y los ciudadanos, que garantizara el fun-     del Estado organizador y urbanista para la mayor
cionamiento normal del contrato social y permitiera          parte de la población. Pero no es que los residentes
a las instituciones públicas corregir un poco la ten-        de las urbanizaciones cerradas sean absolutamente

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Guy Thuillier



       insensibles a la miseria de sus vecinos; todo lo con-      no cambian nada. Las rejas, las patrullas de guardia y
       trario. Numerosas organizaciones caritativas, como         las alarmas electrónicas no pueden frenar a los más
       las Damas de Pilar, organizan conciertos, torneos          determinados. Robos e intrusiones han sido denun-
       de bridge y eventos culturales en beneficio de los         ciados en numerosos barrios cerrados. Salvando la
       necesitados de la comuna. El interés y el compro-          dificultad de penetrar al interior de estos barrios, los
       miso de la ciudad cerrada por la ciudad abierta            “piratas de la ruta” atacan a los residentes en los tra-
       existe, y como lo subrayan los residentes de los ba-       mos secundarios, entre la salida a la autopista y el
       rrios cerrados, no es porque ellos vivan detrás de las     portal de los barrios cerrados, sustrayendo los vehí-
       rejas que no se preocupen por lo que sucede afuera,        culos y bienes personales de sus víctimas, hasta el
       pero este interés se desarrolla bajo la forma de una       punto que la seguridad en los accesos se ha converti-
       caridad que permite a los más pobres soportar su           do en una preocupación mayor de los barrios cerra-
       situación, sin la posibilidad de prever una reforma        dos (por otra parte, los precios del suelo decrecen
       urbana o social en profundidad. Al contrario, la           proporcionalmente a la distancia entre el barrio y la
       Fundación Por Pilar, un lobby ligado a los promo-          autopista). Una cooperación intercomunal en el
       tores de urbanizaciones privadas y patrocinado por         dominio de la seguridad se ha instalado en el seno de
       poderosos personajes como Carlos Ruckauf, ex go-           un Consejo de Seguridad que integra las municipa-
       bernador de la Provincia de Buenos Aires, o Fer-           lidades de Pilar y Campana, pero también la Federa-
       nando de la Rúa, ex Presidente de la República de          ción Argentina de Clubes de Campo, organismo de
       Argentina, vigila prudentemente e intenta encua-           lobby jurídico que defiende los intereses de los pro-
       drar la acción municipal, asegurándose que ésta no         motores y residentes de los barrios cerrados. En cola-
       perjudique los intereses y el valor de las propieda-       boración con la policía provincial de Buenos Aires,
       des de los residentes de los barrios cerrados.             este Consejo de Seguridad ha instalado patrullas so-
                                                                  bre la autopista Panamericana (el Acceso Norte), ver-
            De cara a las carencias de la redistribución públi-   dadera espina dorsal del desarrollo de los barrios ce-
       ca, la caridad no es, no obstante, el único modo           rrados.
       sobre el cual se expresan los informes sociales entre
       los residentes cerrados y no-cerrados. El empleo asa-           Estos esfuerzos han tenido una buena razón de
       lariado directo representa una fuente de rentas no         ser. Según la Secretaría de Justicia de la Provincia de
       despreciable para las poblaciones pobres de los alre-      Buenos Aires, en informe citado por el INDEC
       dedores de las urbanizaciones cerradas, la construc-       (2002), el partido de Pilar habría conocido, en efec-
       ción de una casa tipo ofrecería 60 puestos de trabajo      to, y paralelamente al desarrollo de los barrios cerra-
       durante 90 días, y cada casa habitada en un barrio         dos, un aumento drástico de su tasa de criminali-
       cerrado generaría 1,8 empleos (mantenimiento, se-          dad. Esta tasa se habría multiplicado por seis en igual
       guridad y diversos servicios) (Iglesias, 2000). Se tra-    número de años, pasando de 25 a 151 por cada
       ta, sin embargo, mayoritariamente de empleos pre-          10.000 habitantes entre 1991 y 1997. Por cierto,
       carios y mal pagados, y para los cuales la competen-       estas cifras deben tomarse con cuidado: contabilizan
       cia es ruda: trabajadores provenientes de toda la pe-      conjuntamente delitos muy diferentes y dependen
       riferia llegan para intentar que los contraten en las      de la tasa de declaración de los mismos, la que puede
       obras de la zona norte. Con ocasión de una entrevis-       variar fuertemente de una comuna a otra, en fun-
       ta, una joven habitante de Pilar me ha reconocido su       ción de la reputación de la policía local, de la compo-
       frustración ante el hecho que los residentes de los        sición socio-económica de la población o simplemen-
       countries exijan referencias para empleos de domésti-      te de la cobertura policial: los espacios recientemente
       cos, y muchas veces se llevan consigo a los emplea-        urbanizados, numerosos en estas franjas de la aglo-
       dos que ya tenían en la ciudad centro.                     meración, están sub-equipados en comisarías. Pero
                                                                  cualquiera sea la realidad de las cifras, el sentimiento
           A veces, para los excluidos, la tentación es dema-     general de las poblaciones es que la inseguridad au-
       siado fuerte. ¿Están bien vigilados los barrios cerra-     menta, sentimiento que se ha extensamente trans-
       dos? ¡Qué importa! La concentración de la riqueza          mitido e incluso fomentado a través de la prensa
       en algunas zonas atrae mecánicamente a la delin-           local, siempre pronta a denunciar la inseguridad lo-
       cuencia, y los sistemas de seguridad más poderosos         cal. Nos podemos preguntar, finalmente, si los ba-

18    eure
El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires



rrios cerrados no contribuyen a atraer y fomentar               Latina en el sentido europeo del término, se vuelca
esta inseguridad a la que ellos mismos pretenden                cada vez más hacia la cultura “anti-urbana”, o mejor
escapar.                                                        dicho, “suburbana”, de Estados Unidos (Ghorra-
                                                                Gobin, 1992; Jackson, 1985). El rechazo de la ciu-
5. Conclusión                                                   dad se expresa incluso en el nombre dado a los ba-
                                                                rrios cerrados: los countries remiten en inglés a la cam-
     Las urbanizaciones cerradas que han aflorado en            piña, mientras que los barrios cerrados evocan, no
la periferia de la aglomeración de Buenos Aires en la           sin cierta nostalgia, la única escala urbana todavía
década de 1990 contribuyen pues a redefinir la ur-              aceptable, la del barrio. Los mega-proyectos con-
banidad –en tanto relación de los habitantes con su             temporáneos, concebidos para millares, incluso de-
ciudad- de la capital argentina. Por parte de las elites        cenas de millares de habitantes, tienen dificultades
que eligen este modo de vida asistimos a un “reme-              para evitar el término “ciudad”. Estancia San Mi-
zón cultural” en los modos de representarse la ciu-             guel se ubica sin ambigüedad del lado de la estancia
dad y en los modelos implícitos de lo que debe ser la           rural, mientras que Pilar del Este se afirma en un
“buena ciudad”. La cultura urbana de los barrios                adjetivo redentor: se autodesigna como ciudad ver-
cerrados se ha construido sobre estos aspectos, en              de, evocando lejanamente la “ciudad jardín” de
oposición al centro de Buenos Aires. Sea que se trate           Ebenezer Howard. El éxito viene sin duda del neo-
de formas arquitecturales y urbanísticas, de funcio-            logismo audaz de Nordelta, el más megalomaníaco
nes y de prácticas urbanas, del rol adjudicado a los            de estos proyectos (a largo plazo, espera albergar
espacios públicos, de las relaciones sociales y las iden-       100.000 habitantes). Nordelta es comercializado
tificaciones comunitarias, la fórmula de las urbani-            como “la primera ciudad pueblo” de Argentina, aun-
zaciones cerradas toma la contraparte de la ciudad-             que literalmente ciudad pueblo significa ciudad-al-
centro. Para simplificar, podríamos decir que esta              dea. Crear un hábitat suburbano sin recrear la ciu-
“suburbanización tardía” de las elites (Torres, 2001)           dad, pero como un espacio de ciudadanía, ¿es un
corresponde a la elección de un modelo urbano “es-              desafío sustentable?
tadounidense” en reemplazo de un modelo “euro-
peo”2 : el centro de Buenos Aires no se parece en               6. Referencias bibliográficas
nada a París, contrariamente a lo que sostienen cier-
tos clichés en boga a ambos lados del Atlántico, así            Blakely, E. y M.G. Snyder (1997). Fortress America:
como sus poblaciones no se parecen a Los Angeles.                  Gated communities in the United States. Was-
La elección de vivir en barrios cerrados significa la              hington D.C.: Brookings Institution Press-
opción por una ciudad menos densa, segmentada                      Lincoln Institute of Land Policy.
en unidades funcionales y residenciales homogéneas              Capron, G. (1998). “Les centres commerciaux à
y separadas, que valoriza la proximidad con la natu-               Buenos Aires : les nouveaux espaces publics de
raleza: una ciudad fundada sobre la célula familiar,               la fin du XXe siècle”. Annales de la Recherche
la casa individual y un sistema de movilidad y                     Urbaine, 78: 55-69.
centralidad concebido para el automóvil, en torno a             Didier, S. (1997). “Disney urbaniste: la ville de
la autopista y al centro comercial. Este modelo “esta-             Celebration en Floride”. Actes du colloque de
dounidense” se opone a la ciudad “europea”, que era                l’UGI Les problèmes culturels des grandes villes.
la de la ciudad-centro: una ciudad densa, multi-                   Paris, décembre.
funcional, heterogénea arquitectural, social y                  Garreau, J. (1991). Edge city, life on the new frontier.
culturalmente, donde el espacio público juega un                   New York: Anchor Books-Doubleday.
gran rol como lugar fundador, símbolo, hito y refe-             Ghorra-Gobin, C. (1992). “Les fondements de la
rencia de la urbanidad (Gorelik, 1998; Troncoso,                   ville américaine”. Géographie et Cultures, 1: 81-
2000). A través de una parte de sus elites, Buenos                 88.
Aires, una de las ciudades más “urbanas” de América             Gorelik, A. (1998). La grilla y el parque. Espacio
                                                                   público y cultura urbana en Buenos Aires, 1887-
    2
      Las comillas significan que se trata de tipos ideales y      1936. Buenos Aires: Universidad Nacional de
no de comparaciones exactas.                                       Quilmes.

                                                                                                                      eure    19
Guy Thuillier



       Iglesias, N. (ed.) (2000). La fragmentación física de    Svampa, M. (2001). Los que ganaron. La vida en los
           nuestras ciudades. Memoria del III Seminario In-        countries y barrios privados. Buenos Aires: Biblos.
           ternacional de la Unidad Temática de Desarrollo      Thuillier, G. (2002). Les quartiers enclos: une
           Urbano. Buenos Aires: Municipalidad de                  mutation de l’urbanité? Le cas de la Région
           Malvinas Argentinas.                                    Métropolitaine de Buenos Aires (Argentine). Thèse
       Instituto Nacional de Estadísticas y Censos                 de Doctorat de Géographie, Université de
           (INDEC) (2002). Incidencia de la pobreza y de           Toulouse II-Le Mirail, France.
           la indigencia en el aglomerado del Gran Buenos       Torres, H.A. (2001) “Cambios socioterritoriales en
           Aires, mayo 2002. Buenos Aires: INDEC.                  Buenos Aires durante la década de 1990”. EURE
       Jackson, K.T. (1985). Crabgrass Frontier.                   Revista Latinoamericana de Estudios Urbano Re-
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           Oxford University Press.                             Troncoso, O. (2000). “Las nuevas formas del ocio”.
       Maestrojuan, P., M. Marino y G. de la Mota (2000).          Romero, J.L., y L.A. Romero (eds.), Buenos Ai-
           Enclaves urbanos atípicos en el área metropolitana      res. Historia de cuatro siglos. Buenos Aires:
           de Buenos Aires. Buenos Aires: OIKOS.                   Altamira, 285-294.




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  • 1. Tema central Guy Thuillier* El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires* * Abstract This paper deals with gated communities in the Metropolitan Region of Buenos Aires (RMBA). It objective is understanding the socio-territorial impact of these developments at local, metropolitan and national levels. After some basics elements about the history of these communities and their important and recent growth in the RMBA, this mutation is analyzed according to three categories: the architectural and urban forms; the functions of this spaces and the practices they allow or provoke; and the kind of social relationships they create. For each of these three aspects, two different points of view are successively adopted: a look at the situation inside the gated community, and secondly, the changes that it creates for its surroundings and for the rest of the metropolis. Finally, the paper comes to the idea that those developments imply a deep mutation of the representations of the city for its residents: the rise of gated communities means a deep change in the idea that people have of what cities and urban life are and should be. Keywords: gated communities, country clubs, Buenos Aires, public space, security, residential segregation, urban sprawl, suburbanizacion. Resumen Este artículo trata sobre las urbanizaciones cerradas en la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA). El objetivo es entender el impacto socio-territorial de esos barrios a nivel local, metropolitano y nacional. Después de exponer algunos elementos básicos sobre la historia de esas urbanizaciones y su importante desarrollo reciente en la RMBA, se analiza esta mutación de acuerdo con tres categorías: las formas arquitectónicas y urbanas; las funciones de los espacios y las prácticas sociales que permiten o suscitan; y el tipo de relaciones sociales que se crean en esos lugares. Para cada uno de estos tres aspectos se adoptan sucesivamente dos puntos de vista: por una parte, se contempla la situación dentro del barrio cerrado, y por otra, se estudian los cambios que esos barrios implican para sus alrededores y para el resto de la ciudad. En conclusión, nos acercamos a la idea de que esos emprendimientos traducen una profunda mutación de las representaciones de la ciudad para sus residentes: el éxito de los barrios cerrados significa un cambio importante en la idea que se hace la gente de lo que son y deben ser la ciudad y la vida urbana. Palabras clave: barrios cerrados o privados, country clubs, Buenos Aires, espacio público, seguridad, segregación residencial, desarrollo urbano, periferia urbana. Revista eure (Vol. XXXI, Nº 93), pp. 5-20, Santiago de Chile, agosto 2005 [5]
  • 2. Guy Thuillier 1. Introducción: consideraciones El éxito de este nuevo objeto urbano, a punto generales y problematización de alcanzar a la autopista y al centro comercial en el rango de los íconos de la (post) modernidad urba- E n el mundo entero, los barrios cerrados na1 , ha generado en el mundo una literatura uni- –gated communities en Estados Unidos, ba- versitaria, urbanística y mediática a menudo muy rrios cerrados o countries en Argentina, con- crítica respecto a estos ghettos, acusados de “fragmen- dominios fechados en Brasil- aparecen hoy como una tar la ciudad”, fortalecer los contrastes sociales y “pri- forma urbana emergente, presente en diversos gra- vatizar” el espacio público. Con todo, la segregación dos en países tan diferentes como Indonesia, Rusia, residencial entre ricos y pobres es una realidad ya Estados Unidos, Brasil, Argentina, Sudáfrica, Tur- antigua en la mayor parte de las ciudades del mun- quía o Egipto. En Estados Unidos, país que lidera do. Mucho antes de la aparición de los barrios cerra- esta tendencia, al menos ocho millones de personas dos, los brutales contrastes socio-económicos golpea- viven en gated communities (Blakely y Snyder, 1997). ban al visitante europeo de las metrópolis del Tercer En la aglomeración de Buenos Aires, ejemplo a par- Mundo en general y de América Latina en particu- tir del cual desarrollaremos más particularmente lar. Más generalmente, las elites de todos los países nuestra reflexión, estas urbanizaciones cerradas –pre- siempre han sabido aprovisionarse de lugares de re- sentes desde hace décadas- se han convertido recien- sidencia y sociabilidad privados, separados de aque- temente en un fenómeno urbano masivo, cobrando llos del “populacho”. en los últimos años una considerable importancia en En estas condiciones, ¿en qué es realmente dife- las periferias de la aglomeración. Mientras que el fe- rente la ciudad “fragmentada” en islotes cerrados so- nómeno era marginal a comienzos de la década de bre sí mismos de la ciudad segregada tradicional, tal 1990, se contaban en el año 2000 en la Región como la describe la ecología urbana clásica de la Es- Metropolitana de Buenos Aires (RMBA) 351 ba- cuela de Chicago, por ejemplo? ¿Son los barrios ce- rrios cerrados, para una población permanente de rrados simplemente una respuesta pragmática de los alrededor de 50.000 habitantes. Para este puñado ricos a la violencia urbana, una consecuencia de las de privilegiados, a la escala de 13 millones de habi- crecientes desigualdades debidas a la “globalización tantes de la RMBA, estos 300 kms cuadrados de liberal”? Por el contrario, podemos también pregun- tierra loteada y enclaustrada constituyen una super- tarnos si acaso estas urbanizaciones cerradas no con- ficie más grande que la de la ciudad autónoma de tribuyen a su vez a la decadencia de la ciudad, y si Buenos Aires (Thuillier, 2002) (ver mapas 1 y 2). acaso ellas no se alinean en el lado de las causas del mal: ¿los barrios cerrados resuelven o refuerzan la crisis urbana? Más allá de una segregación acentua- * da que se inscribe en el espacio a través de barreras, Universidad de Toulouse II-Le Mirail. E-mail: guy.thuillier@libertysurf.fr. ¿cómo modifican estos barrios el funcionamiento e ** incluso la naturaleza de la metrópolis latinoamerica- Este artículo tiene su origen en un trabajo de terreno realizado en Buenos Aires entre los años 1998 y 2000, en el na? En suma, ¿cómo afectan ellos la urbanidad de las marco de un Doctorado de Geografía defendido en el año ciudades que rediseñan? 2002 en la Universidad de Toulouse II, Francia. Los dife- rentes métodos de recolección de datos han sido la observa- Por “urbanidad”, entenderemos en este artículo ción directa, la revisión sistemática de la prensa local y entre- no una cierta cualidad normativa de la ciudad, sino vistas con diferentes actores de los barrios cerrados: residen- tes y también personas que habitan en los barrios abiertos el conjunto de propiedades de un espacio urbano y de los alrededores, urbanistas, arquitectos, comerciantes, las relaciones que establecen sus residentes con ese etc. Los datos estadísticos y cartográficos provienen del tra- espacio. Para simplificar distinguiremos tres compo- tamiento de los datos ofrecidos por la Guía de countries, nentes de esta urbanidad –susceptibles de ser modi- barrios y chacras del año 2000 (que censa los barrios cerra- dos, su estado de poblamiento y su construcción, con el fin ficados por los barrios cerrados-, en el entendido que de captar la atención de potenciales compradores) así como también de aquellos ofrecidos por la Alcaldía de Pilar. Tra- ducido por Martín Figueroa y revisado por Oscar Figueroa. 1 Recibido el 16 de octubre de 2003, aprobado el 18 de A este respecto, para el caso argentino véase Capron junio de 2004. (1998). 6 eure
  • 3. El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires Mapa 1. Organización socio-espacial de la Región Metropolitana de Buenos Aires. Débil Nivel socioeconómico Medio de población Elevado “Villa Miseria” Shopping center Principales urbanizaciones cerradas Principales rutas Principales vías ferreas Coronas suburbanas Aeropuerto internacional Rí o de La Pl at Vicente López a Ciudad Autónoma de Buenos Aires Centro de la Ciudad Fuente: elaboración propia. eure 7
  • 4. 8 Mapa 2. Número de lotes y de casas construidas en barrios cerrados en la Región Metropolitana de Buenos Aires en 2000. eure Guy Thuillier Número de lotes Número de casas Autorutas Capital Rutas Autónoma Vías férreas Cursos de agua Aeropuerto internacional (Ezeiza) Aeropuerto nacional (Jorge Newberry) Fuente: elaboración propia.
  • 5. El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires estos tres componentes están en realidad profunda- munes, así como los gastos compartidos, son mucho mente imbricados entre ellos y que es un poco artifi- más reducidos que en los countries. Esta oferta inmo- cial querer aislarlos. Consideraremos en primer lugar biliaria, que se desarrolló de manera prioritaria en la las formas de la ciudad o el sustrato material, la esce- proximidad de las autopistas, en un radio de 25 a nografía en la que se desarrolla la urbanidad y que la 70 kilómetros del centro de la ciudad, encontró un condiciona; en segundo lugar, la pareja funciones/ vivo éxito entre las capas acomodadas de la pobla- prácticas urbanas, o cómo la ciudad, de un proyecto ción, a menudo parejas jóvenes que buscan un lugar de un urbanista o un promotor, deviene un espacio más grande ante el nacimiento de su primer hijo, y vivido y apropiado por sus residentes; en tercer y que dejan la capital para criar a sus hijos en un am- último lugar, las relaciones sociales que se establecen biente natural. La “calidad de vida” es, en efecto, el entre los ciudadanos. Será conveniente considerar argumento principal de los promotores de los ba- cada uno de estos tres temas en dos escalas diferen- rrios cerrados; la seguridad no se halla sino en un tes: por una parte, situándose al interior de los ba- segundo lugar, como un factor entre otros de todo rrios cerrados, tratando de entender cómo la opción un conjunto de prestaciones. Los candidatos a la residencial de vivir dentro de éstos afecta la urbani- suburbanización quieren romper con la ciudad cen- dad para sus habitantes, y por otra, mirando desde tro, considerada como peligrosa, sucia, ruidosa, con- fuera cómo este encierro de unos modifica la urbani- taminada, anárquica: los barrios cerrados, por el con- dad de los otros –aquellos que están afuera- y afecta trario, proponen un mundo ideal, una suerte de in fine toda la aglomeración. compromiso entre la ciudad y el campo... que al final parece confundirse con los suburbios norte- 2. Las formas: ¿la ciudad armoniosa? americanos. El primer elemento de esta transformación de lo 2.1. Adentro urbano en rural-urbano es una modificación de las formas. En lo que respecta al paisaje al interior de las Conviene recordar, en un primer momento, que urbanizaciones cerradas, salta a la vista del visitante las urbanizaciones cerradas argentinas descienden de que estos barrios adoptan un lenguaje arquitectural los country clubs, modelo importado desde Inglaterra y urbanístico que pretende romper con el de la ciu- en los años ‘30. Se trataba entonces de residencias dad-centro. El estricto y monótono damero de Bue- secundarias, de relativa comodidad, a menudo des- nos Aires es reemplazado por el de las calles curvas, provistas de redes de agua potable y alcantarillado, los cul de sac alrededor de lagos artificiales, formas construidas fuera de la ciudad alrededor de grandes típicas de la arquitectura “pintoresca”. La naturaleza, equipamientos deportivos: campos de golf o de polo, valorizada al máximo, es un elemento de ornamen- courts de tenis y de paddle, gimnasio y piscina, ade- tación fundamental; cuando pueden, los arquitec- más de un restaurante en el club house, la casa común tos se apoyan en puntos llamativos del terreno que del country. Con la creciente inseguridad de la déca- ellos habilitarán. Se conserva y valoriza una avenida da de los ‘70, los pocos countries existentes comenza- bordeada de árboles, una depresión del terreno que ron a transformarse en residencias principales para podrá convertirse en una pequeña laguna, un bos- las familias deseosas de alejarse de la ciudad-centro. que de árboles antiguos, una vieja casa patronal, que El verdadero despegue de los barrios cerrados data rehabilitada será un club house muy en boga. Todo lo sin embargo solamente de mediados de los años ’90, que recuerda la vida de las grandes estancias, el mun- y coincide con la mejora y la extensión de los princi- do de los gauchos, lo que evoca ese folklore ruralista pales accesos de autopistas a Buenos Aires –particu- donde la identidad nacional argentina asienta en larmente la Panamericana, que da servicio al norte de buena parte sus raíces, es vuelto a poner a la orden la aglomeración, tropismo natural de las clases supe- del día, contra los valores propios de la civilización riores porteñas. Desde entonces el country se multi- urbana europea y refinada que caracteriza el imagi- plicó y democratizó con la aparición del “barrio ce- nario de Buenos Aires. rrado”. Este también constituye un loteamiento ce- rrado con acceso controlado y permanentemente En lo que se refiere a las formas del hábitat, las vigilado, aunque las áreas verdes y los espacios co- urbanizaciones cerradas están casi exclusivamente eure 9
  • 6. Guy Thuillier reservadas a la casa individual, a excepción de algu- me con vender loteamientos no construidos, las nor- nos dormys, departamentos en pequeños edificios mas arquitectónicas del barrio definen muy estricta- bajos destinados a los visitantes de fin de semana. mente las superficies mínimas y máximas de la cons- Las casas se presentan más o menos grandes y conti- trucción, los retiros y las alturas autorizadas, llegan- guas, según el nivel socio-económico del loteo –los do incluso a imponer restricciones sobre el estilo de lotes varían de los 500 a los 2.000 metros cuadrados las casas. Un determinado country “conservador” no en general-, pero es solamente en los proyectos más tolerará más que el ladrillo a la vista, más tradicional, económicos, destinados a la pequeña clase media, y rechazará las casas de tonos pasteles, amarillo, rosa que se encuentran casas pareadas. El tamaño y el o verde que hoy día causan furor en los barrios cerra- espacio de las casas, dispersas en vastas extensiones dos. A veces el estilo es pura y simplemente impues- de prado, y la ausencia de construcciones en altura, to: el country Aranjuez, por ejemplo, está dedicado al contribuyen a hacer de estos barrios zonas de muy estilo “mediterráneo”, consistente en casas blanquea- baja densidad, lo que hace de las urbanizaciones ce- das con cal con vigas de madera a la vista. Se observa rradas grandes consumidoras de espacio peri-urba- así cómo estos barrios pueden asumir e incluso rei- no. Mientras que los barrios cerrados no ocupaban vindicar su dimensión de “simulacro urbano”: tal más de 34 kms2 en 1991, las 400 urbanizaciones como en Estados Unidos, la confusión de géneros cerradas del año 2000 cubren una superficie de 305 entre la ciudad y el parque temático no resulta un kms2 (Maestrojuan et al., 2000). En diez años ha tópico ajeno (ver Didier, 1997). surgido de la tierra, a pedazos, sin el menor debate público y sin ningún plan de conjunto a escala de la 2.2. Afuera aglomeración, una ciudad privada 1,7 veces más extendida que la ciudad autónoma de Buenos Aires Vistos desde el exterior, los barrios cerrados tras- (180 kms2). tornan también el paisaje peri-urbano, a través de una curiosa mezcla de exposición y ocultación: ins- Pero incluso, más todavía que las mismas formas criben en la ciudad el contraste social, exponiendo urbanas, lo que diferencia a los barrios cerrados de las desigualdades que hasta aquí eran las menos visi- los del centro de la ciudad y del resto del suburbio es bles claramente, debido a una distancia geográfica su homogeneidad, su coherencia arquitectural y más radical entre ricos y pobres. En efecto, aparte de paisajística interna, garantizada por un grado muy algunas “villas miseria” diseminadas, a menudo es- fuerte de control comunitario sobre la producción condidas y disimuladas en medio del tejido urbano del espacio urbano. Buenos Aires, como muchas de acomodado de Buenos Aires o de San Isidro –como las ciudades latinoamericanas, se caracteriza en efec- las célebres Villa 31 o La Cava-, el paso de los barrios to por la debilidad del control público sobre la urba- ricos del centro-norte de Buenos Aires a los barrios nización y la gran libertad otorgada a los actores pri- pobres de la gran periferia o del centro-sur de la vados. Una de las consecuencias de ese laisser faire es capital se hacía con una degradación más o menos la variedad, la sorprendente mezcla de formas, de brusca, con sus medias-tintas y sus tonos interme- épocas, de estilos y de funciones en la capital argen- dios deslizándose por todos los matices del arco iris tina. Una pequeña casa italiana del siglo XIX colinda desde el Barrio Norte hasta los “loteos populares” de a menudo con un edificio de quince pisos de los la segunda corona. Mientras, en las zonas de predi- años ‘70, en medio de una pequeña fábrica o un lección de las urbanizaciones cerradas, entre la se- depósito… En las urbanizaciones cerradas, al con- gunda y la tercera corona suburbana, la situación es trario, el conjunto del barrio está concebido como bien distinta. Antes de la llegada de los barrios cerra- un solo bloque, de acuerdo a un plan de conjunto, dos, estas comunas de la gran periferia estaban, en un masterplan-global. En el sistema de housing, cada general, particularmente desprovistas y agrupaban a vez más expandido, las casas son vendidas “llave en la población más modesta de la aglomeración. Fuera mano” y el cliente puede elegir entre cinco o seis de los centros urbanos consolidados, con sus calles modelos preconcebidos, a los que podrá –en el me- asfaltadas, fuerte densidad comercial y construcción jor de los casos- agregar algunas variantes densificada de calidad suficiente, rápidamente se personalizadas. En caso que el promotor se confor- encontraban los “loteos populares”, vastas zonas 10 eure
  • 7. El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires loteadas y revendidas a bajo precio y mal equipadas, 3. Funciones de la ciudad, prácticas en la pero que de todos modos permitían el acceso a la ciudad: ¿el orden reencontrado? propiedad a una gran parte de las clases populares, hasta los años ‘70. Esta forma dominante de urba- 3.1. Adentro nismo periférico extiende por kilómetros sus paisajes típicos: calles polvorientas en verano, fangosas en Más allá de las formas, el control sobre el espacio invierno, bordeadas de casas bajas, a menudo en las urbanizaciones cerradas se ejerce sobre todo a autoconstruidas, consistentes en simples cubos de partir de un control de las funciones y de las prácti- ladrillos a veces estucados con techos de calamina, cas de la ciudad. Para garantizar su privacidad y tran- plantadas sobre pequeños lotes con jardín y encima quilidad, la ciudad cerrada se pretende como una de ellas sus depósitos de agua cilíndricos. A veces, en ciudad únicamente residencial, rechazando hacia las zonas más bajas, cerca de los cursos de agua, ex- afuera todas las otras actividades (menos las prácticas puestos a riesgos de inundación o incluso en los deportivas). Salvo pocas excepciones, la industria, márgenes de la zona urbanizada, aparecen “villas los servicios y el comercio están desterrados. Así, por miseria”, precarios ensamblajes de calamina y plan- ejemplo, el country San Jorge, en la comuna de chas apiladas las unas con las otras. Malvinas Argentinas, posee su propio colegio, y el arzobispo debió rechazar la demanda de quienes En este contexto, la llegada de las urbanizacio- querían que el country se convirtiera en una parro- nes cerradas (que parecen directamente salidas de las quia autónoma, disponiendo de su propia iglesia… teleseries norteamericanas) en medio de estas zonas Naturalmente, esta mono-funcionalidad residencial semi-rurales donde se desparramaban los loteos mo- no ha dejado de tener consecuencias en la calidad de destos, hace resurgir de manera creciente los contras- los espacios urbanos en los enclaves cerrados: no hay tes socio-económicos de la aglomeración, exacerban- cómo hablar con propiedad de espacio público, en do la envidia de un lado y el miedo del otro. Al tanto que para que éste exista realmente debe haber mismo tiempo que aumentan la conciencia del otro, una mezcla de funciones y pluralidad de los usos. de la diferencia, los barrios cerrados hacen sin em- En las urbanizaciones cerradas, la plaza no tiene ra- bargo todo lo posible por ocultar ese contraste, ocul- zón de ser. La calle misma está limitada a su función tándose del exterior y ocultando el resto del mundo mínima, la de ser espacio de circulación y tránsito, a sus propios ojos. Hoy en día, la legislación no les pero pierde toda la riqueza de sentido y de prácticas permite rodearse de muros de ladrillos, pero las rejas que puede tener en la ciudad-centro. Prueba de este que los aíslan de su medio ambiente son usualmente empobrecimiento es que las calles de las urbaniza- reforzadas con setos de ciprés o de bambúes muy ciones cerradas, en la mayor parte de los casos, no densos, que protegen el interior de las miradas de los están ni siquiera bordeadas por aceras. Un habitante que pasan por afuera. Estos largos linderos de árbo- de un barrio cerrado resume así este sentimiento: les, verdaderas fronteras intra-urbanas, miden a ve- “En Buenos Aires uno puede pasear por la calle, ces kilómetros de largo. No solamente aparecen como caminar diez cuadras, veinte cuadras y nunca es lo obstáculos a la circulación, sino que las calles que mismo: hay boutiques, siempre alguna cosa nueva… bordean estas barreras ciegas están condenadas a Aquí, pasearse no se puede, no se pasea en el country”. quedar como vacíos urbanos, como no man´s lands. Si hacia el interior producen cohesión, un sentimien- El espacio “público” de los barrios cerrados, que to de protección y repliegue, las barreras opacas de no es en realidad más que un espacio “común”, está los barrios cerrados son hacia el exterior más bien además estrictamente cuidado, reglamentado y con- una fuente de anomia y deshacen la ciudad antes trolado. A diferencia de lo que se observa en la ciu- que crearla, en espacios semi-rurales que desde ya dad de Buenos Aires, estos espacios son cuidadosa- tienen dificultad para estructurarse como espacios mente mantenidos y ornamentados. Los caminos urbanos. están impecablemente asfaltados y las redes –inclui- eure 11
  • 8. Guy Thuillier das las eléctricas- son subterráneas y se benefician de Todas las normas de urbanismo del barrio cerra- todas las últimas innovaciones tecnológicas (televi- do, todo el reglamento interior, no persiguen más sión por cable, conexión de banda ancha a Internet, que un fin: la producción de un espacio segurizado, etc.). Los reglamentos internos apuntan a preservar tranquilo, purificado, un espacio ordenado, previsi- el orden establecido, a dejar congelado tanto el pai- ble e inteligible; en definitiva, un espacio descifra- saje visual como también el sonoro. A menudo está ble, legible. En el fondo, se trata nada menos que de prohibido poner a secar la ropa en lugares a vista de reencontrar el sentido de la ciudad. Medimos en- otros residentes, cortar el pasto fuera de ciertos hora- tonces, en esta óptica, cómo el encierro es una di- rios o dejar vagar libremente a los animales, mientras mensión fundamental de este proyecto: para pro- que los adolescentes no tienen derecho de circular ducir sentido es necesario en primer lugar delimitar, en scooter después de las 22 horas. La velocidad de desmarcar, separarse de la entidad anómica que es la circulación de los automóviles está reducida a 20 ó aglomeración de Buenos Aires. La forma y los usos 30 kilómetros por hora, lo que frecuentemente es del country, así como su carácter cerrado, están inde- una fuente de conflicto, pues muchos de los resi- fectiblemente ligados. Existe un urbanismo y una dentes tienen problemas con respetar ese límite. urbanidad del encierro. Éste no puede ser un acto anecdótico, un epifenómeno de estos barrios: el en- Pero este omnipresente control suscita a veces cierro define la esencia misma del espacio cerrado. violentas reacciones de rechazo. Recientemente se En este sentido, los barrios cerrados se desmarcan, han reportado numerosos casos de vandalismo ado- por su naturaleza, de barrios de nivel socio-econó- lescente “gratuito” en los barrios cerrados: se trata de mico equivalente pero abiertos. La utopía encerrada actos cometidos contra casas en construcción, que se construye en oposición a lo que se quiere dejar, a lo de noche sirven como lugar de encuentro para ban- que el barrio cerrado propone superar: la ciudad- das de jóvenes del barrio. El control y la represión de centro, el lugar del sinsentido, de la complejidad y el las conductas desviadas en estos barrios toma a me- caos por excelencia. nudo formas arcaicas: la justicia se hace de manera pública y los que contravienen las reglas son señala- 3.2. Afuera dos con el dedo y puestos en exposición —simbóli- camente al menos- delante de toda la comunidad. Sin embargo, su opción de mono-funcionalidad En mi última visita al Mayling Country Club, por hace que la ciudad cerrada permanezca ejemplo, pude observar tres avisos en el panel de indisociablemente ligada al resto de la metrópolis, informaciones del club-house. El primero no se refe- sobre la que se descarga una parte de las funciones ría al control social sino al medioambiental (con una urbanas para evitarse molestias: las actividades de perspectiva ecológica, que es otra modalidad del de- producción y de consumo. Estas funciones están seo de pureza). El aviso hacía públicos los resultados localizadas en gran parte en la Ciudad Autónoma de de los análisis bacterianos del agua y del suelo del Buenos Aires, imponiendo a los habitantes de los country. El segundo, conforme a una regla votada barrios cerrados largas migraciones pendulares, esen- por la asamblea de residentes, denunciaba nominal- cialmente en automóvil, para dirigirse a su lugar de mente a tres miembros del club que no habían cerra- trabajo y regresar. Sin embargo, poco a poco, los do todavía su piscina, como los obligaba el nuevo servicios y las actividades migran a su vez hacia esta reglamento de construcción. El tercer aviso aludía a suburbia argentina. Sin poder aspirar al título de Edge actos de vandalismo cometidos una noche de agosto City (Garreau, 1991), la comuna de Pilar, a 50 kiló- en una casa en construcción del country. Afirmando metros del centro de Buenos Aires (que concentra e que tales actos habían debido dejar sin duda huellas un tercio de los barrios cerrados de la aglomeración), de pintura sobre las vestimentas o bajo las uñas de es un buen ejemplo de este desarrollo inducido por los culpables, el redactor de la nota solicitaba a los la llegada de los barrios cerrados (ver mapa 3). En el residentes informarse sobre sus hijos adolescentes, año 2000, según cifras de la municipalidad, 15.600 invitados y empleados domésticos, con el objeto de de los 233.000 habitantes de la ciudad residían en ayudar a desenmascarar a los culpables… barrios cerrados, o sea un poco más del 6% de la población. Esta minoría de residentes de las capas altas ha tenido, sin embargo, efectos de arrastre con- 12 eure
  • 9. El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires siderables en la economía local, alterando el creci- con un aumento de 61% de su población, Pilar es la miento demográfico total de Pilar en la década de comuna que ha sufrido el mayor crecimiento demo- 1990. Entre los censos de 1991 y 2001, Pilar pasa gráfico de toda la Región Metropolitana de Buenos de 144.000 a 233. 000 habitantes (INDEC, 2002): Aires. Mapa 3. Pilar, un territorio en recomposición. Ruta 8 La ciudad cerrada La ciudad abierta La armadura abierta Country Vía férrea, estación Servicios, comercios Tramo con tráfico de via- Barrio privado jeros en servicio en 2001 Zonas urbanizadas Autoruta Panamericana Mega emprendimiento 1. Tortugas, 2. Highland Park Zonas no urbanas Eje vial importante 3. Lagartos, 4. Mapuche, 5. Mayling, 6. Pilar del Lago, 7. Martindale, (Culturas, pastizales, 8. CUBA Fatima, 9. Golfers, baldíos, bosques) Centralidad urbana 10. Manzanares, 11. Village Golf and tradicional (alrededor de Tennis Club 12. Ayres de Pilar, 13. Hebraica, 14. Pilar del Este, 15. Parque industrial, la Plaza Mayor) Parque Irizar, 16. Carmel, fábrica importante 17. Estancias San Miguel, 18. Estancias del Pilar, 19. Chacras de Cementerio Nueva centralidad Murray, 20. Boca Ratón. (alrededor del km 50) municiapal Universidad privada a: USAL b: Austral Cementerio privado Fuente: elaboración propia. eure 13
  • 10. Guy Thuillier De hecho, ha nacido un nuevo Pilar, superpo- oferta para los residentes de las capas altas de Pilar niendo sus estructuras e infraestructuras a la antigua cubre así todas las necesidades, desde el nacimiento ciudad. Un nuevo polo comercial ha surgido alrede- hasta la muerte: la ciudad cuenta también con tres dor del kilómetro 50 de la Panamericana, a apenas cementerios privados, bastante mejor mantenidos y algunos kilómetros del centro de Pilar y su plaza menos densificados que los cementerios públicos. mayor. Hace más de diez años se instaló en este pun- to el pequeño centro comercial Torres del Sol (com- La autopista Panamericana aparece como el ma- puesto por 11.000 metros cuadrados de superficie yor eje estructurante del universo de la ciudad cerra- cubierta y 152 boutiques), deliberadamente orienta- da: es en automóvil que el residente de las urbaniza- do hacia los residentes de las urbanizaciones cerra- ciones cerradas va a su trabajo, a hacer sus compras o das. Fue imitado en 1997 por el Village Cine, un a pasearse al shopping. Este archipiélago urbano, es- multicine de ocho salas convertido después en un tructurado alrededor de la Panamericana, es por na- verdadero centro de esparcimiento alrededor de una turaleza excluyente para los más pobres. Está muy plaza adornada con una fuente: éste incluía bingo, mal servido por los buses locales y el acceso a los videojuegos, restoranes de comida rápida, librería, peatones no ha sido ni siquiera previsto; de los dos rosticería fina, etc. Al otro lado de la autopista, abría lados de la autopista, desde las paradas de autobús, en 1998 un hipermercado Jumbo (16.200 metros sobre los empalmes de salida, hasta la entrada del cuadrados y más de un kilómetro en estanterías), centro comercial, del hipermercado o del complejo flanqueado por una galería comercial de 150 de esparcimiento, el peatón debe seguir un sendero boutiques y de arquitectura neo-colonial y por un de tierra o un estrecho borde entre la bandeja de hotel Sheraton de 141 habitaciones, dotado de una seguridad y la calzada. Los habitantes más modestos sala para congresos. Durante ese tiempo, Torres del continúan aprovisionándose masivamente en sus Sol se amplió: una clínica, un banco y dos agencias barrios o en el centro de Pilar, y las entrevistas reve- inmobiliarias se instalaron allí, y un segundo tramo lan que perciben al polo comercial del kilómetro 50 de 8.500 metros cuadrados está actualmente en cons- como un lugar caro, exclusivo, que no ha sido hecho trucción. para ellos. En sus desplazamientos hacia la capital autónoma, estos residentes siguen usando Después de las residencias y los comercios fue el mayoritariamente el tren, eje estructurante histórico turno de los servicios y de las profesiones liberales de de la periferia, que se ha desarrollado en forma de enriquecer la oferta de empleo de Pilar. Además del rosario en torno a las estaciones del ferrocarril subur- ya antiguo parque industrial, al norte de la ciudad, bano. se están construyendo edificios de oficinas sobre los bordes de la Panamericana. Por otra parte, el flujo de Desde del advenimiento de las urbanizaciones los residentes de los barrios cerrados ha implicado cerradas, en lo que concierne a las prácticas y la mo- un desarrollo de la oferta de educación para sus hi- vilidad de los habitantes de la periferia, existen dos jos. Además de sus escuelas públicas, pobres y mal modos de vida y dos redes de circulación, de espar- equipadas, Pilar cuenta con una cincuentena de co- cimiento y de consumo, superpuestos pero bastante legios privados, en general bilingües y muy orienta- escindidos, con sus nudos y sus polos de centralidad dos hacia la informática. Dos universidades funcio- distintos, que coexisten en la gran periferia de Bue- nan también en Pilar. Se encuentra aquí un anexo nos Aires. de la Universidad Austral sobre un campo de 70 hectáreas, donde se instaló el Instituto de Altos Es- 4. Las relaciones sociales: ¿en la jungla de tudios Comerciales que entrega formación de Tercer las ciudades? Ciclo a 200 estudiantes cada año, además de una clínica universitaria ultra-moderna de 62 camas, que 4.1. Adentro comparte con la Facultad de Ciencias Biomédicas una torre de ocho pisos con 45.000 metros cuadra- Si comenzamos por examinar las relaciones so- dos cubiertos. Por su parte, la Universidad del Salva- ciales en el sentido de relaciones interpersonales al dor dispone en Pilar de un campus de 67 hectáreas interior de las urbanizaciones cerradas, nos vemos dotado de un lago para las regatas universitarias. La confrontados a una aparente paradoja. Por una par- 14 eure
  • 11. El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires te, como consecuencia de las débiles densidades resi- reservados a la comunidad judía y uno a los armenios. denciales señaladas con anterioridad, las distancias Los countries más “tradicionales” excluyen de entra- interpersonales físicas aumentan. Finalizada la pro- da a las figuras del show-business o a los astros de miscuidad de las muchedumbres de Buenos Aires, fútbol, que estarían demasiado alejados de sus valo- el “otro” es mantenido a buena distancia. La desapa- res de clase. Esta tendencia a reagruparse entre pares rición del espacio público reduce las posibilidades es igualmente verificable en la ciudad abierta, pero de contacto no deseado. Ser empujados en la calle, la mayor diferencia reside en el hecho que en Bue- encontrarse en medio de una multitud, son expe- nos Aires, incluso si la segregación residencial es tan riencias que el residente de la ciudad cerrada puede o más marcada que en otras partes, el espacio públi- escoger no enfrentar nunca más. De hecho, se obser- co, por su relativa mixtura, permite –si no el en- va a menudo entre los jóvenes nacidos en una urba- cuentro- al menos la co-presencia, el reconocimiento nización cerrada una real aversión por la ciudad- (en el doble sentido de identificación y de acepta- centro, por la muchedumbre y el ruido, acompaña- ción) de diversos grupos que componen la sociedad. da a veces por una verdadera fobia por los espacios El hecho de vivir en una urbanización cerrada im- públicos centrales. Pero mientras incluso la esfera del plica un alejamiento de estos espacios públicos, in- espacio privado se dilata desmedidamente, los indi- cluso si los habitantes de los countries siguen, en su viduos se encuentran socialmente más próximos que gran mayoría, frecuentando más o menos la capital. en Buenos Aires. La intimidad desaparece con el No es menos cierto que estos residentes, afectados anonimato de la gran metrópolis para dar lugar a por los largos trayectos cotidianos, se dirigen cada relaciones de vecindad mucho más personalizadas, vez menos al centro, y frecuentan poco el sub-cen- como se afanan en celebrar los residentes de las urba- tro urbano de Pilar, por ejemplo. Cuando tienen nizaciones cerradas, pero también más restrictivas, necesidad de consumir o de divertirse, los residentes con un control comunitario reforzado, que evocan de los barrios cerrados utilizan en gran medida los más bien las relaciones sociales de la aldea tradicional centros comerciales de la Panamericana, donde se que las de la metrópolis moderna. reúnen entre ellos. En este sentido, las urbanizacio- nes cerradas merecen el apelativo de “enclaves”: las Aparte de estas modificaciones en las relaciones relaciones que mantienen con su entorno inmediato de distancia y proximidad –incluso de promiscui- –barrios de clases medias populares, “villas miseria”, dad-, las urbanizaciones cerradas implican otra rela- espacios rurales- son débiles. En consecuencia, para ción con la alteridad. En efecto, sin duda más que la sus residentes, la vida en el barrio cerrado significa seguridad, estos barrios buscan ante todo garantizar ciertamente un empobrecimiento de la diversidad a sus residentes una cierta homogeneidad social, ex- social a la cual se enfrentan en su vida cotidiana. cluyendo de su horizonte a todos aquellos que no pueden pretender el mismo nivel socio-económico, Desligándose de la alteridad, la comunidad pu- el mismo color de piel o el mismo credo. En los rificada y homogeneizada del barrio cerrado, ¿prac- countries, esta homogeneidad está garantizada inclu- tica a su vez la democracia entre pares? Antes bien, se so por los procesos de admisión, que se hacen según observa que los mecanismos de poder en la gestión la forma de cooptación. El postulante a la compra de de estas entidades rompen con la tradición política un lote, además del informe financiero realizado por universalista y ciudadana de la filosofía ilustrada, la agencia inmobiliaria, debe pasar por una entrevis- para adoptar un modelo más próximo a la estructura ta con una comisión especializada de residentes del de poder dominante en la esfera de la economía y country, con el fin de medir sus afinidades con la del sector privado. En un barrio cerrado, el compra- sociedad local. Además, si es aceptado, su nombre dor de un lote deviene automáticamente accionista será publicado durante un mes en el panel del club- de la sociedad anónima constituida por la entidad house, con el objeto de que los residentes que quieran urbana. Si compra dos lotes gemelos recibe dos ac- oponerse a su admisión tengan tiempo para mani- ciones, es decir, dos votos para las elecciones de las festarlo. diversas comisiones internas del barrio. Mientras más rico se es, más poderoso se es también. Las estructu- Existe, en consecuencia, una tendencia a la es- ras de poder son además oscurecidas por una varia- pecialización “comunitaria” de los countries: dos son ble oculta: el o los promotores de la urbanización eure 15
  • 12. Guy Thuillier cerrada se reservan a menudo una gran parte de las es similar; entre 1974 y el 2000, el ratio entre los acciones de la sociedad anónima, guardando el po- ingresos medios de los dos deciles extremos se dupli- der de facto largo tiempo después del inicio de ventas có: en 1974 el ingreso medio del 10% más rico de los lotes. Incluso, si teóricamente deben desligar- equivalía a 12,3 veces el ingreso medio del 10% más se del proyecto a largo plazo a favor de los residentes, pobre, y en el 2000, el ingreso medio del 10% más los promotores no tienen ningún interés por dejar- rico equivalía 24,8 veces el ingreso medio del 10% los administrar el barrio antes de haber vendido la más pobre. El primer decil acaparaba entonces un totalidad de los lotes: los residentes podrían, por 37,2% de los ingresos metropolitanos totales, el úl- ejemplo, tentarse a tomar medidas conducentes a timo, solamente un 1,5%. un aumento de los gastos comunes –mejoramiento de la seguridad, construcción de nuevos La crisis de diciembre del 2001 no hizo más que equipamientos de esparcimiento, etc.-, lo que sería agravar el cuadro, incluso si el país parecía recuperar- perjudicial para las ventas ulteriores. De este modo, se poco a poco. En 2002 la mitad de la población de para aquel que forma parte de la organización de la la aglomeración vivía bajo el nivel de pobreza, según comunidad, las urbanizaciones cerradas reemplazan el INDEC (2002). Los cartoneros, indigentes veni- al ciudadano por el accionista, la ciudad por el mer- dos de las poblaciones, invadieron las calles del cen- cado. ¿Puede tal concepción mantenerse sin influen- tro de Buenos Aires para clasificar las basuras, y los ciar las relaciones que mantienen estos residentes con porteños descubrieron estupefactos que la la colectividad nacional? malnutrición asolaba las provincias. 4.2. Afuera En este contexto de crecimiento de las desigual- dades, el éxito de los barrios cerrados puede com- A nivel metropolitano, ¿qué cambian las urbani- prenderse como la inscripción espacial de la brecha zaciones cerradas en las relaciones sociales entre los –económica, cultural, política- que separa a los “ga- diferentes grupos de la metrópolis argentina? Por nadores” de la nueva economía argentina, post-in- cierto la distancia económica y geográfica entre las dustrial y mundializada, y los “perdedores” del jue- clases sociales no se inicia con los barrios cerrados, go (Svampa, 2001). No son únicamente los barrios pero a este propósito se pueden hacer dos observa- cerrados los que materializan espacialmente esta frag- ciones. Por una parte, el desarrollo de esta forma mentación social, pero ellos significan su aceptación urbana corresponde a un período de fuerte creci- definitiva por parte de las elites y, peor aún, contri- miento de las desigualdades en la aglomeración de buyen a rigidizarla. En efecto, por su desentendi- Buenos Aires, ligado a la apertura económica, a las miento del “lugar común” que es la ciudad abierta, privatizaciones masivas y al desmantelamiento del las clases sociales mejor dotadas económica, intelec- Estado-providencia que han caracterizado la década tual y culturalmente agravan la crisis urbana. Si ob- del ‘90. Desde 1995 comienza el entusiasmo masi- servamos la problemática de las relaciones sociales en vo por los barrios cerrados; hasta el año 2000, el relación con la de la ciudadanía, vemos cómo la co- número de personas viviendo bajo el nivel de po- hesión nacional, que implica cada uno de los dere- breza en la aglomeración de Buenos Aires pasó de chos y los deberes hacia la colectividad, es puesta en 2,5 a 3,5 millones, es decir, un tercio de los 11 millo- cuestión por la aparición de los barrios cerrados. Si el nes de habitantes de la aglomeración. Desde antes lugar de afiliación, el espacio del colectivo, para una de la crisis de diciembre del 2001, la distribución de parte de la población no es ya el partido ni tampoco las rentas mostraba una clara tendencia a la polariza- la localidad, ni incluso el barrio, con lo que esto im- ción social. Según un estudio conjunto del INDEC plica de diversidad socio-económica; si este lugar de y de la oficina de estudios Equis, citado por el perió- afiliación se reduce a un pequeño enclave socialmente dico La Nación (13/09/2000), en la aglomeración homogéneo, ¿qué es entonces lo que funda el con- de Buenos Aires tres cuartas partes de los habitantes trato social a la escala de la ciudad y de la metrópolis? han visto disminuir sus rentas entre 1995 y 2000. La ciudad y la ciudadanía dejan entonces de funcio- Los ingresos del decil superior de la población cre- nar en la misma escala, y la primera ya no es más el cieron en un 10%, mientras que los del decil inferior espacio de la segunda, lo que podría ser una defini- han caído un 11%. A mediano plazo, la evolución ción de la fragmentación urbana. Síntoma de esta 16 eure
  • 13. El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires “desafiliación”, de esta fragmentación en curso, son dencia al aumento de las desigualdades y un replie- las tentativas de algunos barrios cerrados de no pa- gue en consecuencia de los diferentes grupos. gar el impuesto comunal argentino –muy pequeño, por lo demás-, que no es un impuesto directo sino La comuna de Pilar ilustra de manera muy clara una tasa correspondiente a los servicios otorgados esta impotencia de los poderes públicos. Pilar, que se por la municipalidad: la tasa ABL (alumbrado, ba- ha beneficiado de una ola de inversiones comerciales rrido, limpieza). Estas tentativas, justificadas por los e industriales muy importante en estos últimos diez residentes de los barrios cerrados con el argumento años, y de la llegada masiva de 15.000 residentes de que estos servicios urbanos no les son proporciona- barrios cerrados con fuertes rentas; que alberga el dos por la municipalidad, sino por la administración parque industrial más importante de América Lati- del barrio, a la cual ellos pagan sustantivas cargas, na, con 110 empresas y 11.000 empleados, así como han sido todas objetadas; la justicia considera que el más de una centena de barrios cerrados, está hoy en ciudadano paga por un servicio repartido en el con- día al borde de la quiebra financiera. La debilidad de junto del territorio comunal, y que no se puede en los impuestos locales argentinos y la falta de autono- consecuencia exonerar su contribución por el moti- mía de las comunas –las cuales consumen el 8% de vo de que el servicio en cuestión no está asegurado los gastos públicos totales en Argentina, contra el hasta exactamente el frente de su puerta. 15% de Brasil-, sumada a la debilidad de la cohe- sión social, parece ser el factor dominante en esta Este movimiento de desafiliación colectiva de situación. El margen de maniobra de las autoridades ciertos grupos, donde la cosa pública y el interés locales es estrecho en una comuna donde 7 de cada general se desvanecen ante el egoísmo de los intere- 10 habitantes no pagan sus impuestos, sin que la ses privados, no datan solamente desde la aparición alcaldía tenga los medios para cubrir sus deudas. En de los barrios cerrados. Aparecería más bien como cuanto al dinero, éste ingresa a pesar de todo, pero la un mal endémico en Argentina, que explica sin duda corrupción endémica y el pillaje de los fondos pú- en buena medida la imposibilidad del país para re- blicos lo hacen desaparecer muy pronto. Tanto es así montar una interminable crisis social y económica, que poco después de las elecciones del 24 de octu- y, en el campo del urbanismo, para organizar aun- bre de 1999, el nuevo alcalde, Sergio Bivort, al asu- que sea un poco el desarrollo urbano. En una socie- mir sus funciones realizaba una auditoría sobre los dad profundamente no igualitaria, esta fragmenta- contratos firmados por el equipo precedente, y de- ción social y política puede explicarse por al menos nunciaba las irregularidades contables y las zonas de dos factores tendenciales: por una parte, el profun- sombra dejadas por su predecesor, Alberto Alberini, do divorcio entre las elites, de extracción europea, y declarando el “estado de emergencia económica” (La el pueblo, a menudo más mezclados con las pobla- Nación Pilar, 18/12/99). ciones indígenas del nor-oeste del país; y por otra, la inmensa brecha entre los poderes públicos y la po- En estas condiciones, el boom de los barrios ce- blación, herencia de setenta años de militarización a rrados benefició bien poco a la mayoría de los ultranza del Estado y de la mezcla resultante de au- 230.000 residentes de Pilar. Extensos sectores per- toritarismo, corrupción y represión. Hoy en día, in- manecen aún notoriamente mal equipados: calles cluso cuando los mecanismos democráticos han sido de tierra, ausencia de redes de agua y saneamiento, reestablecidos después del fin de la dictadura en falta de escuelas, hospital deteriorado y saturado, 1983, la corrupción sigue siendo endémica y la clase etc. En 1999, se estimaba que el 30% de los habi- política está ampliamente desacreditada: “¡Que se tantes de Pilar vivían bajo la línea de la pobreza. La vayan todos!”, cantaban los argentinos durante la mortalidad infantil, de 23%, sobrepasaba por cin- crisis de 2001, interpelando a los responsables polí- co puntos la media de la Provincia de Buenos Ai- ticos. El clima era por completo poco propicio para res, de 17,7% (La Nación Pilar, 28/8/99). El boom la restauración de una confianza mínima entre las de los barrios cerrados y todo el desarrollo econó- autoridades públicas (el Estado, las colectividades mico inducido para Pilar no compensa las carencias territoriales) y los ciudadanos, que garantizara el fun- del Estado organizador y urbanista para la mayor cionamiento normal del contrato social y permitiera parte de la población. Pero no es que los residentes a las instituciones públicas corregir un poco la ten- de las urbanizaciones cerradas sean absolutamente eure 17
  • 14. Guy Thuillier insensibles a la miseria de sus vecinos; todo lo con- no cambian nada. Las rejas, las patrullas de guardia y trario. Numerosas organizaciones caritativas, como las alarmas electrónicas no pueden frenar a los más las Damas de Pilar, organizan conciertos, torneos determinados. Robos e intrusiones han sido denun- de bridge y eventos culturales en beneficio de los ciados en numerosos barrios cerrados. Salvando la necesitados de la comuna. El interés y el compro- dificultad de penetrar al interior de estos barrios, los miso de la ciudad cerrada por la ciudad abierta “piratas de la ruta” atacan a los residentes en los tra- existe, y como lo subrayan los residentes de los ba- mos secundarios, entre la salida a la autopista y el rrios cerrados, no es porque ellos vivan detrás de las portal de los barrios cerrados, sustrayendo los vehí- rejas que no se preocupen por lo que sucede afuera, culos y bienes personales de sus víctimas, hasta el pero este interés se desarrolla bajo la forma de una punto que la seguridad en los accesos se ha converti- caridad que permite a los más pobres soportar su do en una preocupación mayor de los barrios cerra- situación, sin la posibilidad de prever una reforma dos (por otra parte, los precios del suelo decrecen urbana o social en profundidad. Al contrario, la proporcionalmente a la distancia entre el barrio y la Fundación Por Pilar, un lobby ligado a los promo- autopista). Una cooperación intercomunal en el tores de urbanizaciones privadas y patrocinado por dominio de la seguridad se ha instalado en el seno de poderosos personajes como Carlos Ruckauf, ex go- un Consejo de Seguridad que integra las municipa- bernador de la Provincia de Buenos Aires, o Fer- lidades de Pilar y Campana, pero también la Federa- nando de la Rúa, ex Presidente de la República de ción Argentina de Clubes de Campo, organismo de Argentina, vigila prudentemente e intenta encua- lobby jurídico que defiende los intereses de los pro- drar la acción municipal, asegurándose que ésta no motores y residentes de los barrios cerrados. En cola- perjudique los intereses y el valor de las propieda- boración con la policía provincial de Buenos Aires, des de los residentes de los barrios cerrados. este Consejo de Seguridad ha instalado patrullas so- bre la autopista Panamericana (el Acceso Norte), ver- De cara a las carencias de la redistribución públi- dadera espina dorsal del desarrollo de los barrios ce- ca, la caridad no es, no obstante, el único modo rrados. sobre el cual se expresan los informes sociales entre los residentes cerrados y no-cerrados. El empleo asa- Estos esfuerzos han tenido una buena razón de lariado directo representa una fuente de rentas no ser. Según la Secretaría de Justicia de la Provincia de despreciable para las poblaciones pobres de los alre- Buenos Aires, en informe citado por el INDEC dedores de las urbanizaciones cerradas, la construc- (2002), el partido de Pilar habría conocido, en efec- ción de una casa tipo ofrecería 60 puestos de trabajo to, y paralelamente al desarrollo de los barrios cerra- durante 90 días, y cada casa habitada en un barrio dos, un aumento drástico de su tasa de criminali- cerrado generaría 1,8 empleos (mantenimiento, se- dad. Esta tasa se habría multiplicado por seis en igual guridad y diversos servicios) (Iglesias, 2000). Se tra- número de años, pasando de 25 a 151 por cada ta, sin embargo, mayoritariamente de empleos pre- 10.000 habitantes entre 1991 y 1997. Por cierto, carios y mal pagados, y para los cuales la competen- estas cifras deben tomarse con cuidado: contabilizan cia es ruda: trabajadores provenientes de toda la pe- conjuntamente delitos muy diferentes y dependen riferia llegan para intentar que los contraten en las de la tasa de declaración de los mismos, la que puede obras de la zona norte. Con ocasión de una entrevis- variar fuertemente de una comuna a otra, en fun- ta, una joven habitante de Pilar me ha reconocido su ción de la reputación de la policía local, de la compo- frustración ante el hecho que los residentes de los sición socio-económica de la población o simplemen- countries exijan referencias para empleos de domésti- te de la cobertura policial: los espacios recientemente cos, y muchas veces se llevan consigo a los emplea- urbanizados, numerosos en estas franjas de la aglo- dos que ya tenían en la ciudad centro. meración, están sub-equipados en comisarías. Pero cualquiera sea la realidad de las cifras, el sentimiento A veces, para los excluidos, la tentación es dema- general de las poblaciones es que la inseguridad au- siado fuerte. ¿Están bien vigilados los barrios cerra- menta, sentimiento que se ha extensamente trans- dos? ¡Qué importa! La concentración de la riqueza mitido e incluso fomentado a través de la prensa en algunas zonas atrae mecánicamente a la delin- local, siempre pronta a denunciar la inseguridad lo- cuencia, y los sistemas de seguridad más poderosos cal. Nos podemos preguntar, finalmente, si los ba- 18 eure
  • 15. El impacto socio-espacial de las urbanizaciones cerradas: el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires rrios cerrados no contribuyen a atraer y fomentar Latina en el sentido europeo del término, se vuelca esta inseguridad a la que ellos mismos pretenden cada vez más hacia la cultura “anti-urbana”, o mejor escapar. dicho, “suburbana”, de Estados Unidos (Ghorra- Gobin, 1992; Jackson, 1985). El rechazo de la ciu- 5. Conclusión dad se expresa incluso en el nombre dado a los ba- rrios cerrados: los countries remiten en inglés a la cam- Las urbanizaciones cerradas que han aflorado en piña, mientras que los barrios cerrados evocan, no la periferia de la aglomeración de Buenos Aires en la sin cierta nostalgia, la única escala urbana todavía década de 1990 contribuyen pues a redefinir la ur- aceptable, la del barrio. Los mega-proyectos con- banidad –en tanto relación de los habitantes con su temporáneos, concebidos para millares, incluso de- ciudad- de la capital argentina. Por parte de las elites cenas de millares de habitantes, tienen dificultades que eligen este modo de vida asistimos a un “reme- para evitar el término “ciudad”. Estancia San Mi- zón cultural” en los modos de representarse la ciu- guel se ubica sin ambigüedad del lado de la estancia dad y en los modelos implícitos de lo que debe ser la rural, mientras que Pilar del Este se afirma en un “buena ciudad”. La cultura urbana de los barrios adjetivo redentor: se autodesigna como ciudad ver- cerrados se ha construido sobre estos aspectos, en de, evocando lejanamente la “ciudad jardín” de oposición al centro de Buenos Aires. Sea que se trate Ebenezer Howard. El éxito viene sin duda del neo- de formas arquitecturales y urbanísticas, de funcio- logismo audaz de Nordelta, el más megalomaníaco nes y de prácticas urbanas, del rol adjudicado a los de estos proyectos (a largo plazo, espera albergar espacios públicos, de las relaciones sociales y las iden- 100.000 habitantes). Nordelta es comercializado tificaciones comunitarias, la fórmula de las urbani- como “la primera ciudad pueblo” de Argentina, aun- zaciones cerradas toma la contraparte de la ciudad- que literalmente ciudad pueblo significa ciudad-al- centro. Para simplificar, podríamos decir que esta dea. Crear un hábitat suburbano sin recrear la ciu- “suburbanización tardía” de las elites (Torres, 2001) dad, pero como un espacio de ciudadanía, ¿es un corresponde a la elección de un modelo urbano “es- desafío sustentable? tadounidense” en reemplazo de un modelo “euro- peo”2 : el centro de Buenos Aires no se parece en 6. Referencias bibliográficas nada a París, contrariamente a lo que sostienen cier- tos clichés en boga a ambos lados del Atlántico, así Blakely, E. y M.G. Snyder (1997). Fortress America: como sus poblaciones no se parecen a Los Angeles. Gated communities in the United States. Was- La elección de vivir en barrios cerrados significa la hington D.C.: Brookings Institution Press- opción por una ciudad menos densa, segmentada Lincoln Institute of Land Policy. en unidades funcionales y residenciales homogéneas Capron, G. (1998). “Les centres commerciaux à y separadas, que valoriza la proximidad con la natu- Buenos Aires : les nouveaux espaces publics de raleza: una ciudad fundada sobre la célula familiar, la fin du XXe siècle”. Annales de la Recherche la casa individual y un sistema de movilidad y Urbaine, 78: 55-69. centralidad concebido para el automóvil, en torno a Didier, S. (1997). “Disney urbaniste: la ville de la autopista y al centro comercial. Este modelo “esta- Celebration en Floride”. Actes du colloque de dounidense” se opone a la ciudad “europea”, que era l’UGI Les problèmes culturels des grandes villes. la de la ciudad-centro: una ciudad densa, multi- Paris, décembre. funcional, heterogénea arquitectural, social y Garreau, J. (1991). Edge city, life on the new frontier. culturalmente, donde el espacio público juega un New York: Anchor Books-Doubleday. gran rol como lugar fundador, símbolo, hito y refe- Ghorra-Gobin, C. (1992). “Les fondements de la rencia de la urbanidad (Gorelik, 1998; Troncoso, ville américaine”. Géographie et Cultures, 1: 81- 2000). A través de una parte de sus elites, Buenos 88. Aires, una de las ciudades más “urbanas” de América Gorelik, A. (1998). La grilla y el parque. Espacio público y cultura urbana en Buenos Aires, 1887- 2 Las comillas significan que se trata de tipos ideales y 1936. Buenos Aires: Universidad Nacional de no de comparaciones exactas. Quilmes. eure 19
  • 16. Guy Thuillier Iglesias, N. (ed.) (2000). La fragmentación física de Svampa, M. (2001). Los que ganaron. La vida en los nuestras ciudades. Memoria del III Seminario In- countries y barrios privados. Buenos Aires: Biblos. ternacional de la Unidad Temática de Desarrollo Thuillier, G. (2002). Les quartiers enclos: une Urbano. Buenos Aires: Municipalidad de mutation de l’urbanité? Le cas de la Région Malvinas Argentinas. Métropolitaine de Buenos Aires (Argentine). Thèse Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de Doctorat de Géographie, Université de (INDEC) (2002). Incidencia de la pobreza y de Toulouse II-Le Mirail, France. la indigencia en el aglomerado del Gran Buenos Torres, H.A. (2001) “Cambios socioterritoriales en Aires, mayo 2002. Buenos Aires: INDEC. Buenos Aires durante la década de 1990”. EURE Jackson, K.T. (1985). Crabgrass Frontier. Revista Latinoamericana de Estudios Urbano Re- Suburbanization in the United States. Oxford: gionales, 27, 80: 33-56. Oxford University Press. Troncoso, O. (2000). “Las nuevas formas del ocio”. Maestrojuan, P., M. Marino y G. de la Mota (2000). Romero, J.L., y L.A. Romero (eds.), Buenos Ai- Enclaves urbanos atípicos en el área metropolitana res. Historia de cuatro siglos. Buenos Aires: de Buenos Aires. Buenos Aires: OIKOS. Altamira, 285-294. 20 eure