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|. A. Abad Ibáñcz
M. Garrido Bonaño O.S.B.




    niciacion
  a la liturgia
  le la Iglesia
I a edición, octubre   1988
            2a edición, septiembre 1997                  J. A. Abad Ibáñez
                                                     M. Garrido Bonaño O.S.B.




                                                      Iniciación
                                                     a la liturgia
                                                     de la Iglesia
                                                           Segunda   edición




           COLECCIÓN PELÍCANO
       Coordinación: Juan Manuel Burgos

© José Antonio Abad - Manuel Garrido O. S. B. 1988
        © by Ediciones Palabra, S. A. 1988
     P° de la Castellana, 210 - 28046 Madrid

        Producción: Francisco Fernández
                Printed in Spain
             ISBN: 84-7118-584-9
         Depósito legal: M-20.660-1997

          Pedidos a su librería habitual
           o a Ediciones Palabra, S. A.
       Anzos, S. L. - Fuenlabrada (Madrid)
                                                          EDICIONES PALABRA
                                                                Madrid
NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN

    Hace tiempo que se agotó la primera edición de este li-
bro, publicado en 1988. En un principio, por diversas cir-
cunstancias, no se pensó en reeditarlo de nuevo, pero la
demanda de ejemplares ha sido tan abundante que se ha
determinado hacer esta segunda edición, a pesar de que
existen muchos libros sobre liturgia en España. En reali-
dad, las reseñas bibliográficas han sido muy elogiosas,
tanto en España cuanto en el extranjero, como las apareci-
das en «Religión y Cultura», «Nova et Vetera», «Revue d'-
Histoire Ecclésiastique», «Biblioteca y Documentación» y,
sobre todo, «Questions Liturgiques», de Bélgica, que es el
Centro más elevado en cuestiones litúrgicas desde hace
años, y subrayó en este libro los aspectos teológicos, escri-
turísticos y propiamente litúrgicos o pastorales.
    Se ha revisado el texto, se ha añadido el Apéndice y se
han realizado algunas modificaciones, pero en general la
segunda edición sale como la primera, pues así lo han que-
rido muchos lectores no sólo entre los alumnos de liturgia,
sino también entre los sacerdotes y catequistas que lo utili-
zan con gran provecho en sus explicaciones de los sacra-
mentos y otras cuestiones.
                         Manuel Garrido Bonaño O.S.B.
                             Abadía Santa Cruz,
                           Valle de los Caídos, 1997




                                                            5
PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN

    «La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lle-
ve a todos los fieles a aquella participación plena, conscien-
te y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la mis-
ma naturaleza de la liturgia, y a la cual tiene derecho y obli-
gación, en virtud del Bautismo, el pueblo cristiano» (SC,
14-1). Por eso, «al reformar y fomentar la sagrada liturgia
hay que tener muy en cuenta esta plena y activa participa-
ción de todo el pueblo, porque es la fuente primaria y nece-
saria en la que han de beber los fieles el espíritu verdadera-
mente cristiano» (SC, 12-2).
    En estas palabras los Padres Conciliares hicieron una
apretada síntesis y una declaración de principios sobre sus
futuros trabajos, y señalaron con nitidez el objetivo priori-
tario de la reforma litúrgica que pretendían llevar a cabo: re-
conducir al entero Pueblo de Dios a la participación activa
y fructuosa en la liturgia.
    La mayoría de los Padres del Concilio Vaticano II eran
pastores de almas, ya que regentaban —como titulares o
auxiliares— una diócesis. Muchos de ellos, además, habían
trabajado en una parroquia como párrocos y coadjutores o
a otros niveles pastorales, por ejemplo, como consiliarios de
algún movimiento apostólico, a nivel diocesano o nacional.
Eran conscientes, por ello, del papel decisivo que correspon-
día a los pastores de almas respecto a la puesta en práctica
de lo que ellos aprobasen en el aula conciliar. En última ins-
tancia, serían ellos los principales motores de la reforma o,
en caso negativo, el freno más eficaz de la misma.
    Por eso, sintieron la imperiosa necesidad de señalar so-
lemnemente este hecho en unas palabras llenas de gran rea-
lismo pastoral: «Y como eso no puede esperarse que ocurra

                                                             7
INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                                             PROLOGO
si antes los pastores de almas no se impregnan totalmente           esta triple sugerencia: que «los obispos expliquen claramen-
del espíritu y fuerza de la liturgia, y llegan a ser maestros de    te a su pueblo el fundamento teológico de la disciplina sa-
la misma, es indispensable que se provea, antes que nada, a         cramental y de la liturgia»; «las catequesis, como ya lo fue-
la educación litúrgica del clero» (SC, 14-3).                       ron en el comienzo de la Iglesia, deben ser de nuevo hoy el
    Los casi veinticinco años transcurridos desde la aproba-        camino que introduzca a la vida litúrgica»; «los futuros sa-
ción solemne de esta enseñanza, han ratificado su carácter          cerdotes aprendan la vida litúrgica por experiencia y conoz-
profético y su plena validez; puesto que si «la renovación li-      can bien la teología de la liturgia» (II, B, b, 2).
túrgica es el fruto más visible de la obra conciliar» —en pa-
labras del Sínodo Extraordinario de Obispos de 1985 (II, B,             El estudio que presentamos quiere ser una amorosa res-
b, 1)—, es claro que, en gran medida, se debe al esfuerzo si-       puesta a estas indicaciones sinodales y un humilde servicio
lencioso pero eficaz de los sacerdotes con cura de almas.           a los que trabajan ya en la viña del Señor en cualquiera de
    Estas evidencias exigen, con todo, alguna matización,           las formas de pastoral litúrgica eclesial, y también a aque-
puesto que lo realizado u omitido no siempre ha sido posi-          llos que, desde las aulas universitarias, del seminario o de
tivo, sobre todo en algunas partes. El mismo Sínodo parece          las casas de formación se preparan para el mismo menester.
reconocerlo cuando hace esta afirmación: «La innovación li-             Como el lector comprobará fácilmente, nuestro trabajo
túrgica no puede restringirse a las ceremonnias, ritos, tex-        comprende dos grandes bloques de materia. El primero
tos, etc., y la participación activa (...) no consiste sólo en la   aborda las grandes cuestiones de lo que llamaríamos litur-
actividad externa, sino, en primer lugar, en la participación       gia fundamental, en cuanto que es aplicable a todas las áreas
interna y espiritual, en la participación viva y fructuosa del      del saber y de la praxis litúrgicas: la naturaleza e importan-
misterio pascual de Jesucristo» (Ibidem). Da la impresión, en       cia de la liturgia, el signo litúrgico, la liturgia como educa-
efecto, que estas palabras apuntan dos deficiencias: la re-         dora de la fe, la asamblea, etc. El segundo —el más exten-
ducción de la reforma litúrgica al cambio de ritos y textos y       so— trata las cuatro cuestiones que constituyen lo que po-
la minusvaloración de la participación interna y espiritual         demos denominar liturgia especial: los sacramentos, los sa-
en la liturgia. De hecho, el análisis objetivo de la realidad       cramentales, el año litúrgico y el Oficio divino.
avala esta apreciación del Sínodo, puesto que, en no pocos
casos, ha primado la participación externa sobre la interna             La metodología empleada —sobre todo en la liturgia es-
y la renovación ritual sobre la espiritual.                         pecial— es de tipo genético; es decir, partiendo de los oríge-
    Es más que probable que estas deficiencias obedezcan a          nes de cada cuestión, hemos seguido su evolución a lo largo
muchas concausas. Sin embargo, no parece injusto afirmar            de los siglos, desembocando en la reforma llevada a cabo a
que una de ellas —y no la menos importante— ha sido la in-          instancias del Concilio Vaticano II. Con ello hemos preten-
troducción de la liturgia renovada sin el acompañamiento            dido dar una visión de conjunto unitaria y enriquecedora y
de la correlativa catcquesis litúrgica o —en los casos en que       facilitar la comprensión de la liturgia actual, la cual corre el
ésta ha existido— de una catequesis que ha primado lo ex-           peligro de la tergiversación si se la somete a una ruptura ra-
terno sobre lo interno y no ha tenido suficientemente en            dical con el pasado o se hace de ella campo de operaciones
cuenta la vertiente iniciática que le es inherente; y todo ello     subjetivistas.
debido a la insuficiente formación del clero en alguno de los           Es comprensible que el objetivo de ayudar a los pasto-
ámbitos de la liturgia: teológico, histórico, espiritual, jurídi-   res de almas y a quienes lo serán un día en su labor cate-
co, etc.                                                            quético-litúrgica, nos haya obligado a rehuir un lenguaje ter-
    Sea como fuere, el citado Sínodo Episcopal, a la hora de        minológico y conceptual demasiado erudito y que hayamos
orientar el próximo futuro de la pastoral litúrgica, ha hecho       subrayado mucho la explicación de los diversos elementos

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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA

y partes de los ritos actuales, especialmente en los sa-
cramentos.
    No quisiéramos terminar esta breve introducción sin ha-
cer una postrera aclaración. Hemos creído oportuno sacri-
ficar la erudición a las necesidades y urgencias de los desti-
natarios, resumiendo en un sólo volumen un material que
exigiría muchas más páginas; y limitar no poco el aparato bi-
bliográfico. Ambas limitaciones pueden quedar compensa-                                   PARTE PRIMERA
das con la visión unitaria y fundamental que proporciona             CUESTIONES FUNDAMENTALES Y GENERALES
un compendio y con la ayuda de algún profesor o experto                        SOBRE LA LITURGIA
en liturgia.
    ¡Quiera la Santísima Virgen bendecir con abundantes                            Capítulo I
frutos espirituales a quienes se acerquen a este trabajo para     NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
comprender un poco mejor sus contenidos y vivir —y ayu-
dar a los demás a vivir— el insondable misterio de Cristo, al
que Ella estuvo y está indisolublemente vinculada!               1. Historia del término «liturgia»1
                                           Burgos, 1987              Sentido etimológico. El término «liturgia», que hoy se
                                                                 emplea en sentido casi exclusivamente cultual, es una pala-
                                                                 bra griega compuesta de ergos (obra) y de leiton (adjetivo
                                                                 derivado de leos-laos = pueblo). Etimológicamente significa,
                                                                 por tanto, obra pública.
                                                                     En el uso civil griego. En los inicios de la cultura hele-
                                                                 nística se empleaba para designar los servicios que presta-
                                                                 ban los ciudadanos de clase acomodada en beneficio de la
                                                                 comunidad (servicio gratuito y oneroso). Después, con el de-
                                                                 bilitamiento del sentido democrático en Grecia, vino a em-
                                                                 plearse para todo aquello que tenía una relación con el bien
                                                                 común, aunque de suyo tuviera un sentido más restringido:
                                                                 el servicio militar, la agricultura, la prestación de los siervos,
                                                                 etc. (servicio incluso pagado). Desde el siglo II antes de Cris-
                                                                 to se aplicó también al servicio de los dioses (sentido cultual).
                                                                      En la versión de los LXX (traducción greco-alejandrina
                                                                 del Antiguo Testamento) leiturghía, y sus derivados, se re-
                                                                 fiere al culto levítico, es decir, al culto que realizan los sa-
                                                                 cerdotes y levitas en el tabernáculo en nombre del pueblo;
                                                                 por eso aparecen sobre todo en los libros y lugares que tra-
                                                                 tan del culto levítico (vg. Ex. 28, 21). Algunas veces designa
                                                                 el culto espiritual (vg. Is. 61,6). Para traducir el culto en ge-

                                                                                                                                11
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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA
                                                                             NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
  neral o el culto realizado por el pueblo se emplean los tér-
 minos latreia y douleia. Con esta distinción de sujetos (sa-             Según esto, el significado del término liturgia ha evolu-
 cerdotes = levitas = leiturghia = pueblo = latreia y douleia)        cionado en esta dirección: servicio en favor del pueblo, cul-
 se pone de manifiesto la distinción entre rito y culto, distin-      to pagano, culto ritual del pueblo hebreo, culto espiritual y
 ción que no existe en el texto hebreo.                               ritual cristiano, culto oficial de la Iglesia.
     En el Nuevo Testamento. Es poco frecuente el término li-
 turgia (sólo aparece 15 veces, cinco de ellas en Heb.) y su sig-     2. Historia del concepto «liturgia»2
 nificado es muy diverso: a) culto ritual del A.T. (Le. 1, 23;
 Heb. 8, 26; 9, 21; 10, 11); b) servicio oneroso en sentido pro-           Nuevo Testamento. Según el N.T. la liturgia cristiana tie-
 fano aplicado a la actividad caritativa (Rm. 15, 27; 2 Cor. 9,       ne un carácter absolutamente singular, puesto que lo más
 12; Fil. 2, 25-30); y al servicio de los ángeles (Heb. 1, 7-14);     importante y central no es lo que realiza el hombre, sino lo
 c) culto espiritual de los cristianos (Rm. 5, 16; Fil. 2, 17) y d)   que realiza Dios en Jesucristo a través de la presencia ince-
 culto ritual cristiano (Act. 13, 2).                                 sante del Espíritu Santo. Al tomar parte en la acción cultual
     La explicación del uso infrecuente del término liturgia          (en el N.T. hay muchos actos cultuales), el hombre recibe
 se debe a que la traducción cristiana primitiva lo encontra-         por la fe la salvación que realiza Dios y responde cultual-
ba poco adecuado para expresar la riqueza del culto cristia-          mente a ella uniéndose a la presencia mediadora de Cristo
no en «espíritu y verdad» (Jn. 4, 24).                                y del Espíritu.
     La literatura cristiana primitiva hizo poco uso del térmi-            Primeros escritores cristianos. El período siguiente insis-
no liturgia y le dio un significado muy variado: Eucaristía;          te en que la liturgia es la obra de Dios, que está presente y
el servicio de los ángeles al cantar el trisagio; el servicio con     actúa en Jesucristo y en su Espíritu.
que los santos honraron a Dios en su vida; el oficio y misión              Sin embargo, ni siquiera en la época patrística hay algo
de los Apóstoles en la comunidad cristiana; el servicio cul-          más que un intento de definir lo que se designa con muchos
tual en general y del obispo; un servicio sagrado; cualquier          nombres (S. Isidoro es una excepción).
servicio cultual de la Iglesia —incluida la predicación— rea-              La escolástica. Tampoco se preocupó seriamente de ex-
lizado por el obispo, el presbítero o cualquier otro orden cle-       plicar el concepto. Los elementos de la liturgia, en cuanto ac-
rical, y sobre todo, los oficios divinos: el bautismo, la salmo-      ción santificadora, los estudió en la teología de los sacramen-
dia, etc.                                                              tos y el aspecto cultual en la teología moral Esta separación
     El occidente cristiano introdujo el término liturgia con         escolástica ha estado presente hasta nuestros días, en ma-
los humanistas. Hasta entonces empleó una amplia termino-             yor o menor medida, en los tratados de liturgia y en la teo-
logía: mysterium, sacramentum, actio, officium, celebratio,           logía pastoral y catequética.
sacrum, solemnitas, etc. Desde el siglo XVI liturgia aparece               A partir del siglo XVI, en que se adopta el término litur-
con frecuencia en los títulos de libros, sobre todo de carác-          gia, ésta suele ser sinónimo de celebración eucarística —a
ter eucarístico. A partir del siglo XVHI se emplea cada vez           veces de los textos que se usan en ella— y no incluye los sa-
más como sinónimo de «culto divino». Desde el siglo XIX se             cramentos y sacramentales. Algunos autores defendieron el
usa con mayor frecuencia y aparece en los documentos ma-               concepto de liturgia que incluyera los sacramentos (Assema-
gisteriales en su sentido actual. El Código de Derecho Canó-          ni, Fornici, Amberger, Ruef, etc.), pero no intentaron una de-
nico de 1917 le dio carácter oficial al insertarlo en algunos          finición propiamente tal.
de sus cánones (vg. 447, 1257) y el Vaticano II lo consagró                 Muratori Muratori (siglo XVIII) fue el primero que in-
definitivamente en la Constitución Sacrosanctum Conci-                 cluyó el concepto «culto» en la definición de liturgia, logran-
lium.                                                                  do así que ésta abarcase la Misa y los sacramentos. Según

12                                                                                                                                 13
INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA
                                                                          NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
 él, la liturgia es «el modo de rendir culto al Dios verdadero
 por medio de los ritos externos legalmente determinados,           se incorpora a Cristo y se convierte en miembro de su cuer-
 con el fin de darle honor y comunicar sus beneficios a los         po (Bautismo, sacerdocio común), puede participar realmen-
hombres». Esta perspectiva teológica habría dado óptimos            te en el culto de la Iglesia.
 resultados si se hubiese seguido, pero evolucionó en la ma-            El aspecto cultual de la liturgia necesitaba un comple-
yoría de los casos hacia una concepción esteticista y jurídica      mento; pues si subrayaba justamente el aspecto ascendente
de la liturgia que, todavía en 1947, tuvo que ser condenada         de la liturgia: el que va del hombre a Dios, dejaba en la pe-
por la Encíclica Mediator Dei                                       numbra o minusvaloraba su vertiente descendente: el acer-
      Perspectiva esteticista. La tendencia esteticista considera   camiento de Dios al hombre para comunicarle su gracia y su
la liturgia como «la forma externa y sensible del culto». Su        salvación.
máximo representante, el P. Navatel, lo expresa en estos tér-
minos: «Todos saben que la liturgia es la parte sensible, ce-       B. La liturgia, realidad santificadora
remonial y decorativa del culto católico». La tendencia jurí-            Este segundo aspecto fue puesto de manifiesto por O.
dica afirma que lo específico del culto cristiano es su regla-      Casel. Después de un detenido examen de «las religiones de
mentación y ordenación por parte de la Jerarquía Eclesiás-          los misterios» y de las fuentes litúrgicas antiguas, donde la
tica. Según Calewaert, la liturgia puede definirse como «el         liturgia se llama mysterium-sacramentum, formuló así los
ordenamiento eclesiástico del culto público». El esteticismo        elementos esenciales del culto cristiano: a) un hecho salvífi-
y el juridicismo subrayan que el aspecto exterior de la litur-      co; b) que se hace presente en un rito; c) y comunica la sal-
gia es su rasgo más específico.                                     vación a quienes participan en él. El culto cristiano, realiza-
      Concepción teológica. Aunque estas perspectivas preva-        do en la forma cultual de «misterio», no es tanto una acción
lecieron durante los primeros decenios subsiguientes al mo-         del hombre que busca encontrarse con Dios (concepto na-
vimiento litúrgico iniciado por Dom Guéranguer en Francia           tural de la virtud de la «religión»), cuanto un momento de la
y ratificado oficialmente por S. Pío X, a principios del siglo      acción salvadora de Dios (concepto «revelado» de la reli-
XX aparecen dos tendencias de carácter teológico que, con           gión). Desde esta perspectiva O. Casel definiría la liturgia
el tiempo, terminaron imponiéndose: la liturgia como «culto         como «la acción ritual de la obra salvífica de Cristo»; es de-
de la Iglesia» y como «misterio de salvación».                      cir, «la presencia bajo el velo de los símbolos de la obra di-
                                                                    vina de la redención».
A. La liturgia como realidad cultual                                     El punto de partida de esta tendencia «mistérica» es la
                                                                     obra salvífica realizada por Cristo. Esa obra se actualiza en
    Los iniciadores de la primera tendencia son los benedic-         el rito; consecuentemente, la liturgia es una realidad en la
tinos M. Festugiére y L. Beauduin. Según ellos, la liturgia          que la obra de Cristo se hace presente y activa para los hom-
puede definirse como el «culto de la Iglesia». Son «liturgia»        bres de todos los tiempos, convirtiéndose así en una actua-
todos y sólo los actos que la Iglesia reconoce como propios,         lización ininterrumpida de la historia de la salvación.
comunicándoles determinadas notas que proceden de la                      La encíclica Mediator Dei En 1947 apareció la encíclica
misma naturaleza de la Iglesia, en cuanto que es «social, uni-       Mediator Dei, la cual no tardaría en ser calificada como «la
versal, y jerárquica, continuación de Cristo, santificadora y        carta magna de la liturgia». Aunque Pío XII parece que no
compuesta de hombres». Cristo resucitado es el único y uni-          pretendió explicitar todos los componentes esenciales de la
versal sujeto de ese culto de la Iglesia, puesto que es el Me-       liturgia ni dar una definición científica de la misma, sancio-
diador entre Dios y los hombres, y el Pontífice de la Nueva          nó oficialmente su carácter teológico y puso las bases sóli-
Alianza que realiza nuestro culto aquí en la tierra. Sólo quien      das de una definición científica.

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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                        NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA

     Según la MD, Cristo es el punto de partida para com-          Jesucristo. En ella los signos significan y cada uno a su ma-
prender la liturgia. Por su condición de Mediador tributa al       nera realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo
Padre un culto perf ectísimo. Este culto se inicia en la Encar-    Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y los miembros,
nación (de ahí el carácter cultual de la misma), continúa a        ejercen el culto público íntegro» (SC, 7).
lo largo de toda su vida y culmina con el sacrificio de la Cruz,
que tiene como consecuencia la santificación de los hom-           3. Noción de la liturgia 3
bres.
     La liturgia es la continuación ininterrumpida de ese cul-          Desde los comienzos del movimiento litúrgico hasta
to de Cristo en su doble vertiente: glorificación de Dios y sal-   nuestros días se han propuesto más de treinta definiciones
vación de los hombres. Esto es posible gracias a la natura-        de liturgia y todavía no existe una que sea admitida unáni-
leza cultual de la Iglesia y a la presencia de Cristo como Me-     memente. Sin embargo, todos los autores admiten que el
diador y como Sacerdote.                                           concepto de liturgia incluye, al menos, los siguientes elemen-
     Partiendo de estos presupuestos doctrinales de fondo, la      tos: la presencia de Cristo Sacerdote, la acción de la Iglesia
MD define la liturgia como «continuación del oficio sacer-         y del Espíritu Santo, la historia de la salvación continuada y
dotal de Cristo»; como «ejercicio del sacerdocio de Cristos-       actualizada a través de signos eficaces, y la santificación y
como «el culto público que nuestro Redentor, Cabeza de la          el culto. La liturgia no se puede definir por ser trascenden-
Iglesia, tributa al Padre Celestial y que la comunidad de los      tal.
fieles tributa a su Divino Fundador y por medio de Él al Pa-            Según esto se podría considerar la liturgia como la «ac-
dre»; y como «EL CULTO público íntegro del Cuerpo Místico          ción» sacerdotal de Jesucristo, continuada en y por la Igle-
de Cristo, Cabeza y miembros».                                     sia bajo la acción del Espíritu Santo, por medio de la cual
     La Constitución Sacrosanctum Concilium. Moviéndose            actualiza su obra salvífica a través de signos eficaces, dando
en posiciones doctrinales substancialmente idénticas a la          así culto perfectísimo a Dios y comunicando a los hombres
MD, aunque tomando como punto de partida no la noción              la salvación». Veamos brevemente cada una de estas afir-
general y abstracta del culto sino el designio salvífico de        maciones.
Dios, la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium se-
ñala los siguientes aspectos: a) la voluntad salvífica trinita-     A) La liturgia, acción de Cristo sacerdote
ria se realiza en el tiempo por Cristo, Mediador entre Dios y          La presencia de Cristo sacerdote es un aspecto tan cen-
los hombres, quien a través de todos los actos de su vida, y       tral en la liturgia, que su recta inteligencia condiciona todo
sobre todo, por el misterio pascual de su muerte y resurrec-       lo demás. Para entenderla correctamente se requiere situar-
ción, glorifica a Dios de modo perfectísimo y salva a los hom-     la en un contexto muy amplio, a saber: el estado cultual pri-
bres (SC, 5); b) la acción de Cristo continúa y se ejerce con-     mitivo del hombre, el pecado de origen, la necesidad de un
tinuamente en la Iglesia, sobre todo en el sacrificio y en los     Mediador, la Encarnación como realidad mediadora y sacer-
sacramentos, corazón de toda la liturgia (SC, 6); c) esto es po-   dotal, y el carácter cultual de toda la vida de Cristo.
sible porque Cristo está presente en todas y cada una de las
acciones litúrgicas, actualizando, a través de los signos sen-         a) Estado cultual primitivo del hombre. El acto creador
sibles y eficaces, su obra redentora y comunicándola a to-         fue el comienzo del diálogo de amor divino-humano: Dios
dos los hombres de todos los tiempos (SC, 7).                      creó al hombre a su imagen y lo constituyó señor de todas
    De esta argumentación extrae una definición de liturgia,       las cosas creadas, es decir: lo hizo partícipe, en alguna me-
si bien no pretendió que fuese científica: «Con razón, pues,       dida, de su naturaleza al elevarle al orden de la gracia y le
se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de       encomendó el cuidado y desarrollo de todas las realidades

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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                        NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA

naturales. Durante este estado originario, cuya duración ig-      5-7). La Encarnación fue, por tanto, una acción sacerdotal
noramos, Adán reconocía su condición de creatura y orde-          con la que Cristo entonó un cántico de infinita alabanza a
naba todos los actos de su existencia según la voluntad di-       la Trinidad y, como nueva Cabeza, reconcilió a los hombres
vina, dando lugar a una adecuación perfecta entre el que-         con Dios. En otras palabras: la Encarnación es un hecho cul-
rer de Dios y la actuación del hombre. La vida humana an-         tual perfectísimo, por el cual «Dios fue perfectamente glori-
terior a la caída era, por tanto, una realidad enteramente cul-   ficado y el hombre plenamente salvado». Por ello, Encarna-
tual, puesto que el nombre, reconociendo, teórica y prácti-       ción glorificación y santificación son realidades indisoluble-
camente, tanto la excelencia de Dios como su condición de         mente unidas e interrelacionadas.
creatura, actuaba como sacerdote de su propia existencia y
la convertía en ofrenda agradable a Dios.                              e) Carácter cultual de la vida de Cristo. La respuesta obe-
                                                                  diencial al Padre en la Encarnación fue prolongada por Cris-
                                                                  to a lo largo de toda su vida oculta y de su ministerio públi-
    b) El pecado de origen. Esta situación cultual fue radi-
                                                                  co, llegando a su culminación en el misterio pascual, reali-
calmente truncada por la desobediencia de Adán y la consi-
                                                                  dad y signo soberano de la veracidad y hondura con que pro-
guiente pérdida de los dones sobrenaturales. En efecto, la
                                                                  nunció el «heme aquí, ¡oh Padre!, para hacer tu voluntad»
caída de Adán introdujo una tal ruptura en su existencia, en
                                                                  (Hb. 10, 5-7). Toda la vida de Cristo fue, en consecuencia, un
la de toda la humanidad, y, en cierto sentido, en la misma
                                                                  ininterrumpido acto sacerdotal y cultual.
creación, que el hombre quedó radicalmente incapacitado
para tributar a Dios el culto debido y alcanzar su propia sal-         Este acto continúa en la liturgia, donde Cristo, actuali-
vación. Privado de los bienes sobrenaturales, el culto huma-      zando la fuerza salvífica de su vida, muerte y resurrección,
no perdió su originaria grandeza y universalidad, encerrán-       realiza ahora la plenitud del culto. La liturgia es, por tanto,
dose en las estrechas posibilidades de un culto meramente         un acto de Cristo Sacerdote. De estos presupuestos teológi-
natural, cuyos límites y degradaciones aparecerían en la his-     cos derivan el carácter cristocéntrico y la especial dignidad
toria posterior.                                                  y eficacia de la liturgia. El cristocentrismo litúrgico, señala-
                                                                  do ya en la Mediator Dei, está muy subrayado en la Sacro-
                                                                  sanctum Concilium, tanto en lo que se refiere a la liturgia
    c) Necesidad de un mediador. Dios podía haber anulado
                                                                  en general (SC, 5-7), como a los sacramentos (SC, 61), el Ofi-
esta situación por un perdón gratuito; sin embargo, eligió el     cio divino (SC, 83) y el año litúrgico (SC, 102). Respecto a la
camino de una justa reparación, haciendo así necesaria la         originalidad y eficacia de la liturgia, baste recordar la con-
existencia de un Hombre-Dios, el cual, desde su condición         clusión con la que la constitución conciliar cierra el discur-
mediadora, pudiese realizar un culto perfectísimo, dando a        so teológico de los números cinco al siete: «En consecuen-
Dios la debida alabanza y comunicando a los hombres la            cia, (...) por ser obra de Cristo sacerdote, (...) toda la liturgia
salvación.                                                        es una acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, por el
                                                                  mismo título y el mismo grado, no tiene parangón con nin-
    d) La Encarnación, realidad mediadora y sacerdotal Este       guna otra acción de la Iglesia» (SC 7). Como ha escrito Va-
Mediador es, de hecho, Jesucristo, que une en una misma           gaggnini, «en cualquier parte que se considere la liturgia es
Persona la naturaleza humana y divina. Esta unión, llamada        siempre y principalmente Cristo quien está presente en pri-
técnicamente hipostática, se realiza en la Encarnación del        mer plano: Cristo es quien ofrece el sacrificio de la Misa;
Verbo, por lo que ésta es una realidad constitutivamente me-      Cristo quien santifica y distribuye las gracias en los sacra-
diadora. Es también una realidad sacerdotal, puesto que, en       mentos; Cristo quien ruega y alaba al Padre en los sacra-
el momento de su entrada en el mundo, Jesucristo se ofre-         mentales y en la oración de la Iglesia, y en la alabanza divi-
ció a Sí mismo como Víctima agradable al Padre (Hb. 10,

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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                          NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA

na. La Iglesia, sus ministros, sus fíeles, son en la liturgia la          b) La Iglesia comunidad bautismal El término Iglesia
sombra que Él arrastra tras de Sí; a todos los cubre El con-         (ekklesía, ecclesia) no se refiere exclusiva o primariamente
sigo mismo; el Padre mira la liturgia como cosa de Cristo;           a la Jerarquía, sino al Cuerpo Místico, es decir, a quienes se
así la ve, así la escucha, así la ama. En la liturgia no ve Dios     han incorporado a Cristo por el Bautismo. Sin embargo, in-
a los hombres, sino sólo a Cristo, que obra por los hombres          cluye también la jerarquía ministerial, sin la cual sería im-
y los asocia a Sí mismo»4. Con todo, es indispensable la in-         posible, por ejemplo, la liturgia eucarística.
corporación a la obra de Cristo por parte de los que quieren              Por tanto, cuando se afirma que la liturgia es una reali-
beneficiarse de su eficacia, pues la salvación obrada por            dad eclesial, se indica que es una realidad esencialmente co-
Cristo sólo se aplica a quienes cooperan libremente con la           munitaria en el sentido teológico, es decir, derivada de la co-
gracia.                                                              munión existente entre Cristo-Cabeza y los bautizados. Con-
                                                                     viene advertir que el carácter comunitario de la liturgia bro-
B) La liturgia, acción de la Iglesia                                 ta de su eclesialidad, de tal modo, que todas las acciones li-
                                                                     túrgicas son, y no pueden no serlo, acciones comunitarias,
     a) La Iglesia, pueblo sacerdotal Cristo, Sacerdote y Pon-       aunque a veces no sean colectivas. La presencia o ausencia
tífice de la Nueva Alianza, continúa en la liturgia el culto per-    de la comunidad ni crea ni aumenta el carácter comunitario
fectísimo que realizó durante su vida terrena. Esto explica          de las acciones litúrgicas; es, únicamente, su signo, su mani-
que todas las acciones litúrgicas sean actos de Cristo, y que        festación, su epifanía. Haya o no signo epifánico: pueblo, co-
Cristo sea el sujeto primario del culto cristiano.                   munidad, asamblea, aquella acción es acción que realiza la
     Ahora bien, al igual que sucedió en la economía antigua,        Iglesia.
Cristo ha elegido al pueblo de la Nueva Alianza, destinándo-              Consecuentemente, se afirma también que la universa-
lo a realizar un culto nuevo en un templo también nuevo. A           lidades una nota esencial de la liturgia cristiana: cuando ésta
todos los miembros de ese pueblo los ha hecho partícipes de          se realiza, es toda la Iglesia, Cabeza y miembros, quien la rea-
su sacerdocio (1 Pd. 2, 9-10), convirtiéndole en una comuni-         liza. Más aún, entran en comunión la iglesia celeste y la
dad enteramente sacerdotal y cultual.                                terrestre, asociándose al culto realizado por Cristo-Cabeza.
     Sin embargo, no ha configurado esta comunidad como              Esta es la doctrina de la Sacrosanctum Conciliunv «las ac-
una realidad autónoma, sino solidaria y en comunión tan ín-          ciones litúrgicas no son acciones privadas sino celebracio-
tima con Él como la que rige entre la cabeza y los miembros          nes de la Iglesia, pueblo santo de Dios jerárquicamente or-
de un cuerpo.                                                        ganizado», al cual «pertenecen, manifiestan e implican» (SC,
     Este nuevo qahal de Dios no es, por tanto, una comuni-          26).
dad cultual como la del qahal de Yavé (Ex. 12, 3-6.19.47; Dt.
9, 10; 10, 4; 18, 16; Núm. 2, 1-34; 9, 15-23), sino una comuni-          c) Iglesias particulares y reuniones de grupos de fieles.
dad cultual que se une al culto que realiza la cabeza.               Ahora bien, «la Iglesia de Cristo está verdaderamente pre-
     Según esto, la liturgia es una acción cultual unitaria de       sente en todas las reuniones locales legítimas de fieles», en
Cristo y de la Iglesia. Cristo es el sujeto principal y la Iglesia   las cuales, «aunque sean frecuentemente pequeñas y pobres
 sujeto por apropiación; pero en una relación tan íntima, que        o vivan en la dispersión, está presente Cristo por cuya vir-
la Iglesia, en y por Cristo, y Cristo, en y por la Iglesia, reali-   tud se congrega la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica»
zan la glorificación de Dios y la salvación de los hombres.          (LG 26).
 Esta es la doctrina recogida por la Sacrosanctum Conciliunv             Según esto, la comunidad cultual universal se hace pre-
 «Cristo asocia siempre consigo a su amadísima Esposa, la            sente y actuante en las reuniones de fieles congregadas le-
Iglesia» (SC, 7), en las acciones litúrgicas.                        gítimamente en torno al Pastor y a los sacerdotes en comu-

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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA
                                                                          NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
nión jerárquica; en algunas circunstancias, vg. en el rezo del
Oficio divino, incluso en una persona singular.                    8, 15; Gal. 4, 6), dan testimonio esforzado de su fe (Act. 7,
     Esas «iglesias cultuales locales» son, de hecho, las cele-    54-60; 8-4; etc.) y celebran el culto en espíritu y verdad (Ef.
braciones litúrgicas del obispo en su iglesia catedral; las ce-    5, 18-19; Col. 3, 16; 1 Cor. 12 y 14).
lebraciones parroquiales; los grupos pequeños de fieles reu-            La presencia del Espíritu Santo es especialmente percep-
nidos en torno a un sacerdote autorizado por los obispos y         tible en las acciones litúrgicas. El Bautismo se realiza invo-
prelados; las comunidades monásticas u otras canónicamen-          cando al Espíritu Santo (Mt. 28, 28; Act. 1, 5; 11, 16), y con-
te instituidas que celebran el culto no eucarístico pero ecle-     vierte a quienes lo reciben en templos del Espíritu (1 Cor. 6,
sial; las comunidades que rezan el Oficio divino; o cualquier      15-19). La Confirmación confiere el don del Espíritu Santo
cristiano que, teniendo la deputación de la Iglesia, reza la Li-   (Act. 8, 15-20). Lo mismo sucede con el sacramento del Or-
turgia de las Horas.                                               den (1 Tim. 4, 14; 2 Tim. 1, 6; Act. 6, 3-6; 13, 1-4), si bien la
     La causa de la presencialidad de la Iglesia en estas «igle-   donación del mismo Espíritu tiene efectos y finalidades di-
sias» es la presencia de Cristo-Cabeza, el cual, actuando          versas. El Espíritu Santo se da a los Apóstoles para perdo-
como sujeto principal, asocia consigo a la Iglesia universal       nar los pecados (Jn 20, 22-23). Finalmente, la oblación sacri-
en la liturgia que celebra Él mismo en y por la Iglesia local.     ficial cruenta de Cristo aparece como realizada bajo la ac-
De ahí brota la interrelación entre Iglesia y liturgia, la cual    ción del Espíritu.
es tan importante que ambas se condicionan y posibilitan su             La tradición litúrgica de Oriente y Occidente ha explici-
existencia.                                                        tado esta presencia del Espíritu Santo en el organismo sa-
     Brevemente: Cristo se hace presente en la celebración li-     cramental y en el cuerpo oracional. Baste recordar, por
túrgica que realiza la comunidad local, entendida en senti-        ejemplo, la epíclesis eucarística, las oraciones epicléticas de
do amplio. Esa presencia de Cristo-Cabeza implica la presen-       los diversos sacramentos y las doxologías.
cia de la Iglesia como Cuerpo Místico y Pueblo de Dios. Am-             Conviene tener en cuenta que la presencia dinánica del
bas presencias hacen posible que, en Cristo y por Cristo, toda     Espíritu Santo no es exclusiva de ciertas acciones o perso-
la Iglesia terrestre glorifique al Padre y participe de los bie-   nas sino común a toda la liturgia, ya que ésta es el ámbito
nes salvíficos, y entre en comunión con la Iglesia celeste.        por excelencia donde Cristo realiza su misión salvífica. Sin
Consecuentemente, la liturgia es siempre una acción ecle-          embargo, no anula ni excluye la acción de Cristo.
sial, puesto que eclesiales son el ámbito donde acontece, el
sujeto que la realiza y los frutos que comunica. Esta eclesia-     D) La liturgia, realidad sacramental
lidad incluye la intercomunión tanto de los miembros entre              En un orden de cosas absolutamente hipotético, la sal-
sí y la Cabeza, como de la Iglesia peregrina y celeste.            vación podría haberse realizado a través de relaciones sub-
                                                                   jetivas de Dios con los hombres. Pero, en el orden salvífico
C) La Liturgia, acción del Espíritu Santo                          real la salvación se realiza por medio de realidades objeti-
                                                                   vas y simbólicas, es decir: en un régimen de signos sensibles
    Los escritos neotestamentarios subrayan fuertemente la         y eficaces, gracias a los cuales Dios entra en comunión con
inseparabilidad de la acción de Cristo y del Espíritu Santo y      los hombres y éstos tienen acceso a Dios.
presentan la acción de la tercera persona trinitaria como               La existencia, naturaleza y eficacia de estas realidades
continuación y remante de la obra realizada por Cristo. Gra-       sacramentales encuentran su último fundamento en la libre
cias a este influjo del Espíritu, los Apóstoles y los fieles ad-   y omnipotente voluntad divina. Sin embargo, se inscriben en
quieren la verdadera comprensión de la doctrina del Maes-          la línea de la Encarnación, continúan el modo de obrar de
tro, se transforman interiormente, oran como conviene (Rm.         Dios en la historia salvífica y responden al constitutivo de la
                                                                   persona humana.
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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                             NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA

     En primer término, se inscriben en la línea de la Encar-           de espíritu y materia; y a su estilo connatural de comportar-
nación. En efecto, el plan salvífico ha previsto la comunica-           se, puesto que el alma espiritual conoce y se perfecciona me-
ción de Dios con los hombres y el acceso de éstos a Dios a              diante el cuerpo y las cosas sensibles, y, a la vez, se mani-
través de otros hombres y de cosas materiales y sensibles.              fiesta en el cuerpo y en las realidades sensibles, imprimien-
Cristo, Dios y Hombre, camino único^ para ir al Padre, es el            do algo de sí misma.
prototipo de esta ley, puesto que en El lo divino salió al en-              Según esto, el carácter sacramental de la liturgia en-
cuentro de lo humano y lo humano se encontró totalmente                 cierra una profunda pedagogía divina y es un vehículo muy
con lo divino, aunque permaneciendo lo humano y lo divino               apto de comunicación entre Dios y los hombres.
como realidades distintas, inconfusas y sin mixtificación.
     La Iglesia, continuación, expresión e instrumento de               E) La liturgia, actualización del misterio pascual
Cristo, construida según el primer molde encarnado, es tam-
bién una realidad divino-humana, visible (como realidad so-                 Antes de subir al Cielo, Cristo encomendó a los Apósto-
cial) e invisible (como misterio), ámbito e instrumento del             les el anuncio y la realización de su obra salvadora. Esa sal-
que Cristo se sirve apra comunicar su vida divina a los hom-            vación, previamente anunciada y preparada en el AT e ini-
bres, y para que los hombres rindan culto a Dios desde Pen-             ciada en la Encarnación, tuvo su momento culminante en el
tecostés a la Parusía. La liturgia, instrumento de Cristo y de          misterio pascual. En ese misterio, en efecto, Cristo (y en El
la Iglesia —por el cual Dios santifica en Cristo a la Iglesia, y        y por El toda la humanidad) se entregó enteramente al Pa-
la Iglesia, también por medio de Cristo, rinde culto al Pa-             dre hasta la muerte, y el Padre aceptó esa oblación y comu-
dre—, ha sido construida según el mismo modelo encarna-                 nicó a la humanidad una nueva vida.
do, ya que en ella confluyen lo humano (realidades materia-
les) y lo divino (la gracia), lo visible (lo sensible) y lo que tras-       Por tanto, si la salvación obrada por Cristo —que ha de
ciende a los sentidos (lo invisible). Del protosacramento que           actualizarse en la liturgia— tuvo lugar sobre todo en el mis-
es Cristo, deriva el sacramento universal que es la Iglesia y           terio pascual, salvación-misterio pascual-liturgia son realida-
ésta se expresa fundamentalmente en los ritos sacramenta-               des inseparables. En otros términos: la liturgia actualiza el
les y de modo especial en los sacramentos propiamente ta-               misterio pascual y el misterio pascual comunica la salvación.
les, sobre todo en la Eucaristía.                                           Los hombres participan en esa actualización en diversos
     Además de inscribirse en la línea de la Encarnación, las           momentos: cuando renacen a una nueva vida en el Bautis-
realidades sacramentales continúan el modo de obrar de                  mo; cuando reciben el Espíritu Santo en la Confirmación; al
Dios en la historia salvífica. En efecto, en la economía anti-          tomar parte en el sacrificio de la Misa; al recibir el perdón
gua las personas y las cosas hacían referencia a otras reali-           en el sacramento de la Penitencia, etc. Aquí encuentra ex-
dades superiores y sagradas. Baste recordar, por ejemplo, el            plicación el hecho de que todos los sacramentos estén uni-
diluvio, el mar Rojo, el maná, la serpiente, el agua de la peña,        dos a la Eucaristía y que todo el año litúrgico, al desarrollar
que prefiguraban el Bautismo, la Eucaristía, etc. De alguna             los misterios de Cristo desde su nacimiento a Pentecostés y
manera, toda la economía veterotestamentaria era un gran                la Parusía, celebre y actualice el misterio pascual.
sacramentum de la nueva y definitiva alianza. Por otra par-                  Según esto, la celebración de la Pascua del Señor es el
te, el mismo Cristo realizó ciertos milagros sirviéndose del            centro del culto cristiano. Así lo entendieron las primeras ge-
lenguaje simbólico, como la unción con saliva y barro que               neraciones de cristianos, para quienes la celebración de la
realizó a un sordomudo.                                                 pascua anual era no sólo la fiesta por antonomasia sino la
     Este modo divino de obrar responde perfectamente a la              única fiesta, y la pascua hebdomadaria el eje sobre el cual
naturaleza humana, unidad substancial de cuerpo y alma,                 giraba la vida litúrgica.

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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA
                                                                           NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
F) La liturgia, momento culminante de la historia de la
salvación                                                           la economía veterotestamentaria y la neotestamentaria: el
                                                                    tiempo de la profecía (AT) es ininteligible sin el de Cristo,
     Rectamente entendida, la Revelación es un sucederse de         que lo explica y plenifica; por su parte, el tiempo de Cristo
etapas salvíficas, cuya totalidad constituye la historia de la      sólo se entiende perfectamente a la luz de la profecía, don-
salvación.                                                          de se inicia; y el tiempo de la Iglesia, a la vez que se encuen-
     La primera de estas etapas es la de la profecía o el anun-     tra en uno y en otro, prolonga a ambos en la historia.
 cio. Temporal y salvíficamente coincide con el Antiguo Tes-             Esta prolongación tiene lugar principalmente en la litur-
tamento. En ella, de forma imperfecta, gradual y progresiva         gia, pues aunque la liturgia no es la única realidad eclesial
se revela el misterio de Dios escondido desde la eternidad          portadora y comunicadora de la salvación, sí es la más im-
(Col. 1, 26), misterio que no es otro que el designio divino de     portante, ya que de ella derivan y hacia ella convergen to-
salvar en Cristo y por Cristo a todos los hombres.                  das las demás acciones eclesiales.
     Con la Encarnación del Verbo, el anuncio da paso a la               Según esto, la liturgia se presenta como una etapa de la
realidad y se inicia la etapa de la plenitud de los tiempos.        historia salvífica en el sentido de que continúa, en el tiempo
Cristo, convertido en Mediador y Pontífice gracias a su hu-         de la Iglesia, las acciones salvíficas realizadas por Dios en el
manidad a la que se ha unido el Verbo, y con todos los ac-          AT y consumadas por Cristo.
tos de su vida, especialmente los de su muerte y resurrec-               Precisamente en ella, Dios sigue realizando su voluntad
ción, reconcilia totalmente a los hombres con Dios y realiza        salvadora y posibilita el advenimiento de la consumación de
ía plenitud dei cuito divino. De este modo, del tiempo de ia        ía historia saivífíca, en ía que, en Cristo y por Cristo, ios eíe-
preparación se pasa al tiempo de la realización.                    gidos celebrarán eternamente la liturgia celeste.
     Esta segunda etapa, llamada también tiempo de Cristo,              Esta conexión entre liturgia e historia salvífica explica,
origina un nuevo momento salvífico: el tiempo de la Iglesia,        por ejemplo, el recurso frecuente de los Padres a la tipolo-
ya que en el mismo momento en que Cristo cumple la obra             gía veterotestamentaria a la hora de explicar los sacramen-
de la salvación, nace la Iglesia como prolongación suya, para       tos, sobre todo el del Bautismo (Mar Rojo, Diluvio, Nube) y
comunicar a todos los hombres de todos los tiempos la efi-          de la Eucaristía (Maná, Agua de la peña, Sacrificios, etc.).
cacia salvífica de esta salvación.                                  También usaron esa tipología Jesucristo y los Apóstoles se-
     Estas tres etapas no son realidades yuxtapuestas sino          gún aparece en los Evangelios y en las Cartas.
partes de un todo unitario e íntimamente relacionadas en-               Se puede, pues, decir que el Antiguo Testamento, el Nue-
tre sí. Así, el tiempo de la profecía prefigura y realiza de al-    vo y la liturgia son partes de una única, misteriosa e insepa-
gún modo el tiempo de Cristo y se orienta hacia Él, convir-         rable realidad: la historia de la salvación; la cual es anuncia-
tiendo todo el AT en un gran adviento. El tiempo de la Igle-        da en el AT, se plenifica en el Nuevo y se actualiza inin-
sia, por su parte, prolonga la fuerza salvífica del misterio pas-   terrumpidamente en la liturgia.
cual desde Pentecostés a la última venida de Cristo. El tiem-
po de Cristo hace de llave entre los dos.                           G) La liturgia, realidad cultual-santificadora
     De esta manera la economía salvífica aparece como la
realización temporal del plan trinitario salvador; es decir,             Aunque algunos autores sostienen que la liturgia, tal y
como un único proyecto que, iniciado en el eterno querer            como está descrita en el número siete de la constitución con-
de Dios, se realiza en la historia en tres tiempos sucesivos:       ciliar, es una realidad horizontal que mira a la salvación de
el de la profecía, el de Cristo y el de la Iglesia. Existe, pues,   los hombres y no tiene en cuenta la vertiente ascendente, no
una sola historia salvífica. Aquí radica la interrelación entre     hay razones objetivas para sostener tal supuesto, pues la en-
                                                                    señanza de SC, 5-7 muestra que la liturgia es inseparable-
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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                         NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA

mente culto y santificación. En este contexto, en efecto, cul-      agradecimiento, el temor, la súplica, etc. Es lo que conoce-
to tiene un sentido muy amplio y abarca la obra unitaria y          mos con el nombre de culto natural
global realizada por Cristo, la cual incluye ambos elementos.            Según esto, el culto natural tiene dos grandes compo-
Por eso, culto cristiano, en sentido amplio, es esa realidad to-    nentes: a) el reconocimiento, por una parte, de la dignidad
tal que glorifica a Dios y salva a los hombres. Para compren-       de Dios, de la propia dependencia y de la obligación de orien-
der mejor su naturaleza y originalidad vamos a situarlo en          tar toda la existencia hacia Él; y b) la orientación fáctica de
el contexto del culto natural y judío.                              la vida según esos postulados.
                                                                         En esta perspectiva el culto religioso natural aparece
a) El culto natural                                                 como el conjunto de actos por los cuales el hombre, indivi-
                                                                    dual y colectivamente, expresa sus relaciones* con Dios. En-
    El culto es una realidad temporal y espacialmente uni-          tre ellas destacan el honor y la sumisión, con las cuales glo-
versal, pues la historia de las religiones demuestra que to-        rifica a Dios por su excelencia y se somete a El. Esto origina
dos los pueblos, incluso los más arcaicos y apartados de la         una fuerte vinculación entre culto y glorificación.
civilización, han tenido conciencia de un Ser Supremo del                La virtud natural de la religión es, pues, el quicio sobre
que se sentían dependientes y con el cual entraban en co-           el cual gira el culto natural. De ella brotan las disposiciones
municación a través de ciertos ritos.                               interiores que evitan caer en un vano ritualismo y vivifican
    Las manifestaciones de este culto, variable según pue-          las manifestaciones externas que el culto ha de tener para
blos y épocas, han sido fundamentalmente las siguientes: el         ser verdaderamente tal.
culto doméstico o familiar, que se practicaba ante los dioses
domésticos, a los cuales se ofrecían ofrendas y se acudía           b) El culto judío
para orar; la oración pública y privada; las ofrendas de las
primicias privadas y colectivas; los sacrificios, cruentos o in-        Si la virtud natural de la religión origina y sustenta el cul-
cruentos, realizados por particulares o por alguno en nom-          to natural, el culto judío, en cambio, tiene como fundamen-
bre de la colectividad; las grandes festividades en las que         to los hechos salvíficos realizados en la economía antigua.
participaba todo el pueblo; los lugares específicamente cul-        Mediante el culto se conmemoraban los hechos del pasado
tuales destinados al culto público (aunque no se excluyese          y se actualizaba la fe del pueblo en el poder actuante de Dios,
el privado); las peregrinaciones a lugares especialmente ve-        a la vez que se estimulaba su esperanza respecto al cumpli-
nerados, sobre todo para agradecer favores recibidos o para         miento futuro de todas las promesas. El paradigma por an-
implorar ciertos beneficios o el perdón de las culpas; y la ve-     tonomasia era la Pascua.
neración de los muertos y antepasados.                                  El centro de ese culto era el Arca de la Alianza, símbolo
    Frecuentemente este culto cayó en deformaciones poli-           de la presencia de Dios entre su pueblo. Albergada en el ta-
teístas, panteístas, idolátricas, mágicas, etc.; sin embargo, es-   bernáculo, se convirtió en el santuario portátil de los hebreos
tas deformaciones e impurezas no invalidan el hecho ni la           en su peregrinación por el desierto. Después de haber esta-
universalidad del culto; más aún, manifiestan, aunque sea           do colocada en Silo, Nob y Gabaón, fue fijada en el Templo
imperfectamente, un sentimiento natural que brota espon-            construido en Jerusalén por Salomón, desapareciendo con
táneamente del corazón humano, a saber: el reconocimien-            él en el momento de la cautividad y siendo sustituida por el
to de la excelencia de Dios y de la propia indignidad y de-         «propiciatorio» del segundo Templo.
pendencia, con la consiguiente obligación de manifesetar                Con la fijación del Arca en el Templo, éste se convirtió
una y otra a través de todos los actos de la propia existencia      en el centro del culto de Israel, pues a él quedó vinculada la
y por medio de ciertas acciones, tales como la adoración, el        presencia de Yahvé. Por este motivo, los fieles de todo el país

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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                          NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA

venían al Templo para contemplar el rostro de Dios y tomar           to superficial, ritualista y meramente externo; sobre todo
parte en el culto oficial nacional que allí se celebraba.            cuando se tomaba como sustitutivo de las profundas infide-
     En el Templo tenían lugar a diario sacrificios, entre los       lidades contra Dios. Ciertamente Dios no rechazaba el cul-
que destacaba, por su belleza y significado, el que se ofrecía       to, pues le agradaba si procedía de un corazón recto y justo
cada mañana y cada tarde en nombre de la nación. Consis-             (Eccl. 35, 1-10). De hecho, el mismo Señor, sus Apóstoles y
tía en la ofrenda de un cordero sin mancha, una torta de ha-         su Madre participaron con asiduidad en el culto del Templo
rina y aceite y una libación de vino. La ceremonia de la in-         y en el sinagogal.
censación del altar de oro —situado en el «Santo» —prece-                 Esta dimensión de interioridad, donde se realiza la con-
día a esta ofrenda matutina y servía de conclusión a la ves-         versión del corazón y toma forma el amor y el temor de Dios,
pertina. Una vez al año, el día de la Expiación, el Sumo Sa-         sería llevado hasta las últimas consecuencias por el NT.
cerdote entraba en el «Sancta Sanctorum» para hacer una                   Dimensión escatológica. Recordando sin cesar las pro-
breve oración en favor de todo el pueblo. Las personas que           mesas de Dios, el culto judío alimentaba la esperanza futu-
formaron parte de la institución sacerdotal y levítica estu-         ra incluso en los momentos de mayor postración nacional.
vieron fuertemente vinculadas a este culto, en cuanto que                 La lectura de textos como los que recordaban la salida
eran ministros oficiales del mismo.                                  de Egipto —que invitaban a un nuevo éxodo— y los que evo-
    Más tarde, el culto del Templo se vio completado por la          caban la creación —que hacían esperar una nueva creación:
liturgia sinagogal. Propiamente hablando, las sinagogas no           la liberación y salvación definitivas— jugaron un papel de-
eran lugares destinados al culto (pues éste consistía sobre          cisivo. Era pues, un culto totalmente orientado hacia el fu-
todo en sacrificios, los cuales se ofrecían en el Templo). Sin       turo: Dios, por medio de sus promesas, se había comprome-
embargo, las lecturas, cantos, y oraciones del culto sinago-         tido a convertir en realidad lo que humanamente sería mera
gal pueden considerarse justamente como complemento del              utopía. El culto no agotaba, por tanto, su significación en el
culto sacrificial.                                                   momento presente, sino que, aguijoneado por la predicación
    El culto judío tuvo como dimensiones específicas la co-          profética, estaba volcado hacia el porvenir. Esta dimensión
munitariedad, la interioridad y la proyección escatológica.          escatológica sería consumada y llevada a plenitud en el cul-
    Dimensión comunitaria. En virtud de su elección como             to cristiano.
pueblo de Dios, Israel vino a ser, en cuanto comunidad na-
cional, el espacio donde Dios cumplía sus promesas y el tiem-        c) El culto cristiano
po donde Dios desarrollaba su designio salvífico. Cuando
este pueblo celebraba el culto, tenía conciencia de ser todo              Observaciones generales. Aunque superior al culto natu-
él «reino de sacerdotes y nación consagrada» (Ex. 19, 5-6),          ral, el culto judío era y seguía siendo imperfecto, transitorio
que entraba en comunión con Dios a través de ciertos actos           y figurativo. No obstante, los planes salvíficos de Dios con-
religiosos, que se consideraban propios de todo el pueblo y          templaban la existencia de un culto real, perfecto y definiti-
realizados por todos; es decir, como algo nacional y co-             vo. La llegada de éste y la abolición del culto judío fue anun-
munitario.                                                           ciada por Cristo a la samaritana, en respuesta a la pregunta
    Dimensión interior. Es un principio constante de la Ley,         sobre la legitimidad cultual del templo de Garizím o del de
de los libros prof éticos y de los sapienciales, la inutilidad del   Sión (Jerusalén): «Nuestros padres adoraron en este monte,
culto si se realiza sin las actitudes interiores que Dios espera     y vosotros decís que es Jerusalén el sitio donde hay que ado-
de su pueblo: «la obediencia es superior a los sacrificios y la      rar. Jesús le dijo: Créeme, mujer, que es llegada la hora en
docilidad más que la grasa de terneros» (1 Sam. 15, 22). De          que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vo-
ahí los ataques, a veces violentos en la forma, contra un cul-       sotros adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que

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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                         NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA

 conocemos; porque la salvación viene de los judíos; pero ya        nes litúrgicas, pues, al ser un culto en «espíritu y verdad»,
llega la hora, y es ésta, cuando los verdaderos adoradores          abarca toda la existencia, que ha de ser vivida como hostia
 adorarán al Padre en espíritu y en verdad» (Jn. 4, 20-23).         ofrecida a Dios (L G, 10). Sin embargo este culto de la pro-
     Pero Cristo no sólo anunció sino que instauró el nuevo         pia vida (culto espiritual) está en íntima dependencia del cul-
 culto. Asumiendo la naturaleza humana en actitud de abso-          to litúrgico, en cuanto necesita de la gracia que comunican
luta obediencia al Padre (Fil. 2, 5-10), fue constituido en nue-    de modo especial los sacramentos; y precisa, además, para
vo Pontífice de un nuevo culto en un nuevo templo. Este cul-        su desarrollo de diversos actos, momentos y lugares especí-
to fue inaugurado en la Encarnación y prolongado en todos           ficos. El culto cristiano no anula, por tanto, lo sagrado, lo ri-
los actos de su vida oculta y ministerio público, culminado         tual, lo simbólico, la conciencia de la necesidad de sacrificio,
en su pasión y muerte, con la cual ofreció al Padre un sacri-       etc., sino que lo eleva y purifica, superando, de una parte, la
ficio perfectísimo, de incomparable naturaleza y valor res-         exterioridad farisaica y, de otra, situando la religión en el ul-
pecto a los sacrificios del culto antiguo. «Cristo, constituido     terior de la respuesta a un Dios que llama a la unión con El,
Pontífice de los bienes futuros y penetrando en el taberná-         y que reclama en consecuencia la entrega de la entera exis-
culo mejor y más perfecto, no hecho por manos de hombre,            tencia del hombre.
esto es, no de esta creación; ni por la sangre de machos ca-
bríos ni becerros, sino por su propia sangre, entró de una               Características del culto cristiano. El culto cristiano tiene
vez para siempre en el santuario, realizando la salvación           como características fundamentales las siguientes: es espiri-
                                                                    tual y sensible, personal y comunitario, glorificador de Dios
eterna. Porque si la sangre de machos cabríos y toros y la
                                                                    y salvador de los hombres, terreno y escatológico.
aspersión de las cenizas de la vaca santifica a los inmundos
y les da limpieza de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cris-            Culto espiritual y sensible. El culto inaugurado por Cris-
to, que por el Espíritu Eterno se ofreció a Sí mismo inma-          to en la Encarnación y consumado en la Cruz consistió esen-
                                                                    cialmente en la oblación interna de su voluntad, con la que
culado a Dios, limpiará nuestra conciencia de las obras
                                                                    aceptó la voluntad del Padre con tal hondura y radicalidad,
muertas, para dar culto a Dios vivo! (Heb. 9, 11-14).               que para cumplirla asumió primero y entregó después la na-
     Este culto se prolonga en la historia por institución del      turaleza humana, que le situaba en la condición de siervo
mismo Cristo, que ha hecho posible la reactualización inin-         (Fil. 2, 7), y la disposición real de cumplir siempre y en todo
terrumpida de su sacrificio redentor y la trasmisión de su          momento la voluntad del Padre (Jn. 4, 34). Fue, pues, un cul-
contenido espiritual, al instituir el misterio eucarístico y los    to con esta doble dimensión: interna (oblación de la volun-
demás sacramentos. Gracias al carácter sensible y espiritual        tad) y sensible (asunción y entrega, incluso cruenta, de la na-
de los mismos, el sacrificio y los sacramentos posibilitan la       turaleza humana).
plena participación en el culto de Cristo.                               En cuanto prolongación del de Cristo, el culto cristiano
     Según esto, el culto cristiano, en sentido estricto, consis-   tiene también este carácter espiritual y sensible, tal y como
te en la actualización de las obras sacerdotales de Cristo y        manifiestan los signos sacramentales, en los que aquél se
en la adhesión interior y exterior a las mismas, mediante una       perpetúa. Se trata, en efecto, de realidades visibles (signo ex-
verdadera participación. A través de esas acciones sacerdo-         terno: agua, pan, aceite, palabra, etc.) que contienen y comu-
tales de Cristo-Cabeza, el cristiano se une a la adoración, ala-    nican realidades invisibles (la gracia).
banza, petición, oblación que Él tributó al Padre. Gracias a             Uniéndonos a estos ritos sagrados «en verdad y en espí-
nuestra condición de miembros del Cuerpo Místico, esos ac-          ritu», imitamos la vida de Cristo, nos hacemos oblación in-
tos se unen al culto que realiza el mismo Cristo, entrando          terna y externa con El, y recibimos la gracia, la cual posibi-
así en una esfera de absoluta dignidad y valor.                     lita convertir nuestra existencia en un acto de culto y en
     Ciertamente el culto cristiano no se agota en las accio-       cumplimiento amoroso y fiel de su voluntad.

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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                         NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA

     Personal y comunitario. El culto que Cristo realizó du-        modos de ejercer el culto cristiano. De otra parte, aunque el
 rante su vida, se actualiza ahora en las acciones litúrgicas,      uno se realiza en el tiempo (historia) y el otro más silla, del
 en las que El mismo está presente y actuante. Esta presen-         tiempo (metahistoria), entre ambos no existe ruptura sino ín-
 cia es tan radical, que las acciones litúrgicas son actos de       tima comunión, pues cuando la Iglesia peregrina realiza su
 Cristo. Se trata, por tanto, de un culto personal.                 liturgia, y en particular la eucaristía, se une al «culto de la
     Por otra parte, cada hombre, con el Bautismo, y cada           Iglesia celestial entrando en comunión y venerando en pri-
 cristiano, con los demás sacramentos y acciones sagradas,          mer lugar la memoria de la Bienaventurada y siempre Vir-
 es quien tiene que incorporarse al culto que realiza Cristo,       gen María, Madre de Dios, la de su esposo S. José, y la de los
 siendo intransferible la propia participación. También desde       santos Apóstoles, mártires y la de todos los santos» (Canon
 esta perspectiva es personal el culto cristiano.                   romano). Esta comunión entre el culto terreno y el celestial
     Pero, de otro lado, Cristo entregó a su Iglesia, Cuerpo        confiere al culto cristiano un carácter esencialmente esca-
 Místico y Pueblo de Dios, la realización de su culto; y la aso-    tológico; carácter que se pone también de manifiesto en la
 ció a sí mismo, como Esposa amadísima, para que así tribu-         transitoriedad del terreno frente a la situación definitiva que
te al Padre un culto perfectísimo.                                  caracteriza al celestial.
     Por tanto, el culto cristiano es una acción que pertenece
 a toda la Iglesia y que realiza la entera comunidad de los
bautizados; es decir, es una realidad comunitaria.                  4. La liturgia, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia5
     Glorificador y santificador. Según atestigua la carta a los
romanos, por la desobediencia del primer Adán entraron en               El sacerdocio de Cristo realiza su única misión —glorifi-
la tierra el pecado, la muerte y la condenación. La obra del        cación de Dios, salvación de los hombres— mediante un tri-
primer Adán fue, por tanto, desglorificadora (pecado contra         ple ministerio: el profético, el litúrgico y el pastoral. Sin em-
Dios) y condenadora (pérdida para el género humano). El             bargo, los ministerios profético y pastoral están subordina-
mismo texto añade, sin embargo, que el pecado, la muerte            dos al litúrgico; en él encuentran su máxima expresión y de
y la condenación fueron vencidos por la obediencia del nue-         él extraen su fuerza y eficacia.
vo Adán, Cristo, obediencia que le llevó a entregar su vida             Efectivamente, el punto culminante del ministerio litúr-
en rescate de todos, mediante una oblación amorosa al Pa-           gico de Cristo: su muerte en la Cruz es, de una parte, la máxi-
dre. De este modo, el nuevo Adán resituó el honor de Dios           ma revelación del amor del Padre a los hombres (ministerio
y la condición del hombre en un estado semejante al de la           profético) y la prueba más elocuente del «no hay mayor
creación-elevación.                                                 amor que dar la vida por las ovejas» (ministerio pastoral); y,
     Este doble movimiento continúa ahora en los actos litúr-       de otra, el punto focal hacia el que mira toda la actividad
gicos, pues, como hemos visto antes, actualizan y contienen         profética de Cristo y la fuente de donde brota la eficacia de
la obra realizada por Cristo. Una y otra son inseparables, si       su ministerio pastoral.
bien el aspecto glorificador es el aspecto principal del culto          La Iglesia, cuya misión y ministerios se identifican con
cristiano, en cuanto que la obra de Cristo tuvo como fin dar        los de su Fundador, encuentra en la liturgia «la cumbre ha-
gloria al Padre.                                                    cia la cual orienta toda su actividad y, al mismo tiempo, la
     Terreno y celestial El culto que Cristo realizó en la tierra   fuente de donde extrae toda su fuerza» (SC, 10).
lo continúa en la liturgia terrena y en la liturgia que realiza         Según esto, la evangelización y el pastoreo culminan en
en la Jerusalén celestial, donde actúa como ministro del san-       la sacramentalización (liturgia). La evangelización, porque el
tuario y del tabernáculo (SC, 8).                                   «id y enseñad a todas las gentes» (Mt. 28, 19a) está radical-
     El culto terreno y el celestial no son dos cultos sino dos     mente orientado y completado con el «bautizándolos en el

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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                          NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
 nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt. 28,          cilio Vaticano U en la misma constitución de liturgia, al re-
  196). El pastoreo, porque «los trabajos apostólicos se orde-       comendar «encarecidamente los ejercicios piadosos del pue-
 nan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el Bau-         blo cristiano», sobre todo «las prácticas de piedad de las igle-
 tismo, todos se reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia,       sias particulares que se celebran por mandato de los obis-
 participen en el sacrificio y coman la Cena del Señor» (SC,         pos» (SC, 12-13), con tal de que sean «conformes a las leyes
  10).                                                               y noimas de la Iglesia», «se organicen teniendo en cuenta los
       Por otra parte, la sacramentalización confiere eficacia, al   tiempos litúrgicos», «vayan de acuerdo con la sagrada litur-
 pastoreo y a la evangelización, puesto que la liturgia impul-       gia, en cierto modo deriven de ella y a ella conduzcan» (SC,
 sa «a los fieles a que, saciados con los sacramentos pascua-        13).
 les, sean concordes en la piedad» (SC, 10); y, más en concre-
 to, «la Eucaristía enciende y arrastra a los fieles a la apre-
 miante caridad de Cristo» (SC, 10).                                 Un punto concreto: piedad litúrgica y piedad popular
      Por este motivo puede afirmar el Concilio Vaticano II
 que ninguna vida cristiana ni ninguna comunidad local se                Frente a los errores doctrinales de algunos liturgistas
 construye al margen de la liturgia (PO, 6), sobre todo al mar-      —eminentes, a veces, en otros campos—, decía el Papa Pa-
gen de la Eucaristía; y, al contrario, una fuerte vida litúrgica     blo VI en la Evangelii nuntiandv «Tanto en las regiones don-
y eucarística es el medio más eficaz para potenciar la evan-         de está establecida desde hace siglos, como en aquellas don-
gelización y el apostolado, tanto a nivel personal como              de se está implantando, se descubren en el pueblo expresio-
comunitario.                                                         nes particulares de búsqueda de Dios y de fe. Consideradas
      Sin embargo, sería ilegítimo derivar de estas afirmacio-       durante largo tiempo como menos puras, y a veces despre-
nes hacia un panliturgismo teórico o práctico, pues la litur-        ciadas, estas expresiones constituyen hoy el objeto de un
gia no agota toda la actividad eclesial ni toda la vida              nuevo descubrimiento casi generalizado. Durante el Sínodo,
espiritual.                                                          los obispos estudiaron a fondo el significado de las mismas,
     No agota toda la actividad eclesial, porque «la Iglesia pro-    con un realismo pastoral y un celo admirables.
clama a los no creyentes el mensaje de la salvación, para que            »La religiosidad popular, hay que confesarlo, tiene cier-
todos ios hombres conozcan al Dios verdadero y a su envia-           tamente sus límites. Está expuesta frecuentemente a mu-
do Jesucristo y se conviertan de sus caminos haciendo pe-            chas deformaciones de la religión, es decir, a las supersticio-
nitencia» (SC, 9); y «a los creyentes les debe predicar conti-       nes. Se queda frecuentemente a un nivel de manifestacio-
nuamente la fe y la penitencia, y debe además prepararlos            nes culturales, sin llegar a una verdadera adhesión de la fe.
para los demás sacramentos, enseñarles a cumplir todo                Puede incluso conducir a la formación de sectas y poner en
cuanto mandó Cristo y estimularles a toda clase de obras de          peligro la verdadera comunidad eclesial.
caridad, piedad y apostolado» (Ibidem). El ministerio litúrgi-            »Pero cuando está bien orientada, sobre todo mediante
co, por tanto, presupone y exige el profético y el pastoral.         una pedagogía de la evangelización, contiene muchos valo-
     Tampoco agota toda la vida espiritual, porque «el cristia-      res. Refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sen-
no, llamado a orar en común, debe, no obstante, entrar en            cillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad y sacrifi-
su cuarto para orar al Padre en secreto» y «llevar siempre           cio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe.
la mortificación de Jesús» en su cuerpo (SC, 12). Por eso, la        Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de
piedad litúrgica y la piedad extralitúrgica ni se contraponen        Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y
ni se excluyen, sino que se integran y potencian, según la en-        constante. Engendra actitudes interiores que raramente
señanza de Pío XII en la Mediator Dei, ratificada por el Con-        pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen

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INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA
                                                                            NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
   esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida co-
  tidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción. Te-          5. La liturgia, realidad didascálica6
  niendo en cuenta esos aspectos, la llamamos gustosamente
  piedad popular, es decir, religión del pueblo, más bien que        A) Constatación
  religiosidad.                                                          Desde los orígenes la liturgia ha sido, de hecho, la prin-
      »La caridad pastoral debe dictar, a cuantos el Señor ha        cipal escuela eclesial para alimentar la fe y la formación del
                                                                     pueblo cristiano. Baste pensar, por ejemplo, en el influjo del
  colocado como jefes de las comunidades eclesiales, las nor-
                                                                     catecumenado y en las homilías dominicales de los Santos
  mas de conducta con respecto a esta realidad, a la vez tan
                                                                     Padres.
  rica y tan amenazada. Ante todo, hay que ser sensibles a ella,
                                                                         Esta afirmación sigue siendo válida en nuestros días. En
  saber percibir sus dimensiones interiores y sus valores inne-
                                                                     efecto, los diversos instrumentos de formación cristiana:
  gables, estar dispuesto a ayudarla a superar sus riesgos de
                                                                     charlas, círculos de estudio, cursos o cursillos, catequesis de
  desviación. Bien orientada, esta religiosidad popular puede
                                                                     adultos, revisión de vida, etcétera, llegan a sectores minori-
  ser cada vez más, para nuestras masas populares, un verda-         tarios. La formación religiosa de la comunidad cristiana
  dero encuentro con Dios en Jesucristo» (n. 48).                    como tal se realiza sobre todo a través de la participación en
      Juan Pablo U ha repetido la misma doctrina en todos sus        la misa dominical y en la liturgia bautismal, funeraria y
 viajes apostólicos a los más variados países del mundo. Así,        matrimonial.
 en su primer viaje a América, en 1979, decía en Guadalajara             La Iglesia, consciente de esta realidad, ha reiterado fre-
 (México): «Esta piedad popular no es necesariamente un sen-         cuentemente la importancia de la liturgia como educadora
 timiento vago, carente de sólida base doctrinal, como una           de la fe del pueblo de Dios. Baste recordar las enseñanzas
 forma inferior de manifestación religiosa. Cuántas veces es,        del Concilio de Trento, de Pío XI y del Vaticano II. Para el
 al contrario, como la expresión verdadera del alma de un            Concilio Tridentino «la Misa contiene una gran instrucción
 pueblo, en cuanto tocada por la gracia y forjada por el en-         para el pueblo cristiano» (Ses. XXII, cap. 8). Pío XI escribía
 cuentro feliz entre la obra de la evangelización y la cultura       así a Dom Bernard Capelle: «La liturgia es la gran didascalía
 local. Guiada y sostenida, y si es el caso, purificada por la ac-   de la Iglesia». El Vaticano II ha extendido a toda la liturgia
 ción permanente de los pastores, y ejercitada diariamente           lo que Trento decía de la Misa (SC, 33).
 en la vida del pueblo, la piedad popular es de veras la pie-
 dad de los «pobres y sencillos». Es la manera como estos pre-       B) Fundamentos del carácter didascálico de la liturgia
 dilectos del Señor viven y traducen en sus actitudes huma-              La importancia didascálica de la liturgia se apoya sobre
nas y en todas las dimensiones de su vida el ministerio de la        estos cuatro pilares: los contenidos, la estructura, el lengua-
fe que han recibido» (Santuario de N.S. de Zapopán, 30. XI.          je y el «clima».
 1979).
                                                                     a) Los contenidos
     Esta enseñanza del Concilio Vaticano II y de los últimos
Papas enlaza con la praxis eclesial más remota, como ates-               La liturgia no es un catecismo, un compendio del dog-
tiguan los grafitos de las tumbas de los mártires, la venera-        ma cristiano o una escuela que imparte conceptos religiosos
                                                                     llenos de claridad y vigor. Ni siquiera va dirigida, intencio-
ción de la Santa Cruz, el culto y veneración de las sagradas
                                                                     nal y específicamente, a suscitar la fe.
imágenes, etcétera. Además, hay que tener presente que mu-
                                                                         Sin embargo, la liturgia contiene, más o menos explici-
chas prácticas de piedad han brotado de una intensa vida li-
                                                                     tados, los grandes temas de la fe cristiana. En efecto, a lo lar-
túrgica y que la vida de los santos evidencia el influjo bené-
                                                                     go del año celebra el entero misterio de Cristo en sus distin-
fico que ejerce la piedad extralitúrgica en la piedad litúrgica.
                                                                     tas fases: encarnación, pasión, muerte, resurrección, retor-
38                                                                                                                                 39
INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                        NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA

no al Padre y envío del Espíritu Santo, ofreciendo así una             En este sentido hay que mencionar, en primer término,
 síntesis muy completa del misterio de Cristo. Por otro lado,      los ritos sacramentales de la liturgia reformada por Pablo
 a través del amplísimo leccionario de la Misa y de los sacra-     VI— sobre todo la de la Eucaristía—, en los cuales la litur-
mentos, presenta una visión de conjunto, substancialmente          gia propiamente sacramental va precedida siempre de una
íntegra, de la historia de la salvación y de la revelación. Ade-   «liturgia de la palabra», en que no faltan las lecturas y la ho-
más, los símbolos, especialmente los de la Misa, recogen los       milía, al objeto de suscitar y/o potenciar la fe de los asisten-
principales capítulos del dogma cristiano. Los ritos sacra-        tes y prepararlos así a una participación más activa y fruc-
mentales, por su parte, contienen los principales aspectos de      tuosa. Tienen también una estructura muy didascálica las
la teología sacramentaría Por último, en las oraciones euco-       profesiones de fe —bautismales, eucarísticas—, las homilías,
lógicas y anaforales aparecen los grandes temas trinitarios,       las moniciones, etc.
 cristológicos, eclesiológicos, mariológicos, etc.
     Pueden darnos una idea aproximada unas palabras de
Pablo VI referidas al contenido mariológico del Misal Roma-        c) El lenguaje
no actual:
                                                                        Dado que la instrucción no es su objetivo directo y pri-
     «Recorriendo los temas del Misal restaurado, vemos            mario, la liturgia, en su conjunto, no está redactada en un
cómo los grandes temas de la eucología romana —el tema             estilo destinado a expresar o comunicar conceptos y racio-
de la Inmaculada Concepción, y de la plenitud de gracia, de        cinios que enriquezcan la inteligencia.
la Maternidad Divina, de la integérrima y fecunda virgini-
dad, del «Templo del Espíritu Santo», de la cooperación a la            Sin embargo, sería un grave error concluir que el len-
obra de su Hijo, de la santidad ejemplar, de la intercesión mi-    guaje de la liturgia no es didáctico. El lenguaje litúrgico, en
sericordiosa, de la Asunción al Cielo, de la realeza maternal      efecto, no sólo se dirige a la inteligencia, sino también a la
y algunos más— han sido recogidos en perfecta continuidad          voluntad, a la afectividad y a la intuición. Supera, por tanto,
con el pasado, y cómo otros temas, nuevos en cierto senti-         el campo meramente conceptual y penetra en el de la vo-
do, han sido introducidos (...). Así, por ejemplo, el tema Ma-     luntad y de los sentimientos, insertándose así en un área mu-
ría-Iglesia ha sido introducido en los textos del Misal con va-    cho más rica y más humana.
riedad de aspectos (...). Dichos textos, en la Concepción sin           Por otra parte, es un «lenguaje» muy variado: lecturas,
mancha de la Virgen reconocen el exordio de la Iglesia, Es-        himnos, antífonas, oraciones de distinto tipo, etc., con un
posa sin mancilla de Cristo; en la Asunción reconocen el           fuerte equilibrio entre los diversos géneros literarios, según
principio ya cumplido y la imagen de aquello que, para toda        lo exige el misterio que se celebra y las personas que parti-
la Iglesia, debe todavía cumplirse; en el misterio de la Ma-       cipan en él.
ternidad la proclaman Madre de la Cabeza y de los miem-                 Por último, el «lenguaje» de la liturgia no es sólo o prin-
bros» (MC, 11).                                                    cipalmente la palabra hablada, cantada o meditada. Cierta-
                                                                   mente, la palabra ocupa un lugar muy destacado en la litur-
b) La estructura                                                   gia; pero siendo ésta una realidad de signos sensibles y efi-
                                                                   caces, su lenguaje es el de los signos, es decir, un lenguaje
    La liturgia no pretende directamente ilustrar la fe ni         donde «hablan» las cosas, los gestos, las posturas, el color, el
transmitir enseñanzas; por este motivo, no tiene Ja estructu-      movimiento, etcétera; elementos todos ellos fuertemente di-
ra de un tratado, de una clase o de una encíclica. Sin em-         dascálicos, tanto por la facilidad con que pueden ser capta-
bargo, algunas partes de la liturgia tienen una estructura          dos como por el rigor con que comunican lo que simbolizan.
muy didascálica.                                                   En este sentido, no deja de sorprender que las más avanza-

40                                                                                                                               41
INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA                        NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA

das técnicas de la didáctica moderna no hayan superado,            iure en las acciones litúrgicas. Sin embargo, además del sa-
sino confirmado, el lenguaje que la liturgia usó desde su mis-     cerdocio común existe el sacerdocio ministerial, que difiere
mo nacimiento.                                                     de él esencialmente. Por tanto, no todos los que participan
                                                                   en la liturgia están en idéntica situación ontológica y funcio-
d) El «clima»                                                      nal, sino que cada uno tiene un ministerio específico. Por
     La enseñanza que imparte la liturgia está en función di-      otra parte, dentro del sacerdocio ministerial hay distinción
recta e inmediata de la oración, puesto que pretende crear         de grados y dentro del sacerdocio común diversos ministe-
actitudes cultuales en quienes participan, para que vivan el       rios; por lo cual, los miembros de uno y otro sacerdocio par-
                                                                   ticipan en la liturgia cumpliendo una misión propia.
misterio de la salvación que allí se actualiza. Además, la en-
señanza se trasmite haciendo vivir los misterios de la fe que           El sacerdocio ministerial posee los poderes sacramenta-
se celebran. La oración y la participación activa son, pues,       les recibidos en el sacramento del Orden, gracias a los cua-
el «clima» en el que la liturgia ejerce su función didascálica.    les confecciona la Eucaristía, perdona los pecados, unge a
                                                                   los enfermos (obispo-presbítero), confiere el Espíritu Santo
    La calidad didáctica de ese «clima» es muy difícil de su-
                                                                   por medio de la Confirmación (el obispo como ministro ori-
perar; pues, de una parte, suscita, trasmite y educa la fe con-
                                                                   ginario y el presbítero como extraordinario) y asegura la su-
virtiendo en oración sus contenidos; y, de otra, comunica y
                                                                   cesión apostólica mediante el sacramento de la imposición
profundiza en las verdades divinas no sólo ni primariamen-         de manos (obispo). Asimismo, tiene la potestad de proclamar
te de un modo conceptual, sino experiencial e iniciático. De       la Palabra de Dios autoritativamente, es decir, con la autori-
ahí que incluso pueda presentarse como el paradigma de             dad misma de Cristo.
toda la catequesis, cuya meta no sólo es la trasmisión fiel de
                                                                        Por tanto, quienes poseen el sacerdocio ministerial par-
la doctrina sino el aprendizaje de su vivencia.                    ticipan en la liturgia desde una posición de capitalidad^ ejer-
    La liturgia aparece así como un medio de enseñanza uni-        cen un ministerio presidencial en sentido teológico, no so-
versal y eficacísimo, pues el hombre de cualquier cultura y        ciológico; es decir: actúan en la persona, en nombre y con la
situación puede captar con facilidad y hondura los misterios        autoridad de Cristo. Este es el fundamento que justifica, por
de la fe.                                                          ejemplo, que la anáfora o canon sea una oración privativa
                                                                    del sacerdote que celebra la S. Eucaristía y que excluye las
                                                                   llamadas «homilías dialogadas».
6. La liturgia, realidad jerárquica7
                                                                        Los simples fieles, en cambio, se sitúan en un plano esen-
    Entre ser y misión de la Iglesia y ser y misión de la litur-    cialmente diverso: reciben los sacramentos, escuchan la pa-
gia existen relaciones intrínsecas y vínculos indisolubles. Por     labra, comen el Cuerpo del Señor, ofrecen el sacrificio eu-
eso, la liturgia, al igual que la Iglesia, tiene carácter je-       carístico «no sólo por manos del sacerdote sino también en
rárquico.                                                           cierto modo juntamente con él» (MD), proclaman las lectu-
                                                                    ras de la Palabra de Dios (lectores), cantan salmos y cánti-
    El Concilio Vaticano II, al tratar de esta cuestión, ha des-    cos espirituales (schola y pueblo), se ayudan mutuamente a
tacado dos puntos: la diversidad de ministerios litúrgicos y        participar de modo más consciente y fructuoso (monitores),
la regulación de la liturgia por la competente autoridad.           etcétera.
A) Diversidad de ministerios litúrgicos                                 En la liturgia, por tanto, cada uno tiene su propio come-
                                                                    tido: ministro, lector, cantor, simple miembro. En consecuen-
    En virtud del Bautismo, todos los fieles son miembros           cia, «cada cual, ministro o fiel, al desempeñar su oficio, hará
del Pueblo de Dios y del Cuerpo Místico y participan pleno          todo y sólo lo que le corresponde» (SC, 28-1).

42                                                                                                                              43
Iniciacion a la liturgia de la iglesia [j. a. abad ibañez   m. garrido bonaño o.s.b.]
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Iniciacion a la liturgia de la iglesia [j. a. abad ibañez m. garrido bonaño o.s.b.]

  • 1. |. A. Abad Ibáñcz M. Garrido Bonaño O.S.B. niciacion a la liturgia le la Iglesia
  • 2. I a edición, octubre 1988 2a edición, septiembre 1997 J. A. Abad Ibáñez M. Garrido Bonaño O.S.B. Iniciación a la liturgia de la Iglesia Segunda edición COLECCIÓN PELÍCANO Coordinación: Juan Manuel Burgos © José Antonio Abad - Manuel Garrido O. S. B. 1988 © by Ediciones Palabra, S. A. 1988 P° de la Castellana, 210 - 28046 Madrid Producción: Francisco Fernández Printed in Spain ISBN: 84-7118-584-9 Depósito legal: M-20.660-1997 Pedidos a su librería habitual o a Ediciones Palabra, S. A. Anzos, S. L. - Fuenlabrada (Madrid) EDICIONES PALABRA Madrid
  • 3. NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN Hace tiempo que se agotó la primera edición de este li- bro, publicado en 1988. En un principio, por diversas cir- cunstancias, no se pensó en reeditarlo de nuevo, pero la demanda de ejemplares ha sido tan abundante que se ha determinado hacer esta segunda edición, a pesar de que existen muchos libros sobre liturgia en España. En reali- dad, las reseñas bibliográficas han sido muy elogiosas, tanto en España cuanto en el extranjero, como las apareci- das en «Religión y Cultura», «Nova et Vetera», «Revue d'- Histoire Ecclésiastique», «Biblioteca y Documentación» y, sobre todo, «Questions Liturgiques», de Bélgica, que es el Centro más elevado en cuestiones litúrgicas desde hace años, y subrayó en este libro los aspectos teológicos, escri- turísticos y propiamente litúrgicos o pastorales. Se ha revisado el texto, se ha añadido el Apéndice y se han realizado algunas modificaciones, pero en general la segunda edición sale como la primera, pues así lo han que- rido muchos lectores no sólo entre los alumnos de liturgia, sino también entre los sacerdotes y catequistas que lo utili- zan con gran provecho en sus explicaciones de los sacra- mentos y otras cuestiones. Manuel Garrido Bonaño O.S.B. Abadía Santa Cruz, Valle de los Caídos, 1997 5
  • 4. PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN «La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lle- ve a todos los fieles a aquella participación plena, conscien- te y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la mis- ma naturaleza de la liturgia, y a la cual tiene derecho y obli- gación, en virtud del Bautismo, el pueblo cristiano» (SC, 14-1). Por eso, «al reformar y fomentar la sagrada liturgia hay que tener muy en cuenta esta plena y activa participa- ción de todo el pueblo, porque es la fuente primaria y nece- saria en la que han de beber los fieles el espíritu verdadera- mente cristiano» (SC, 12-2). En estas palabras los Padres Conciliares hicieron una apretada síntesis y una declaración de principios sobre sus futuros trabajos, y señalaron con nitidez el objetivo priori- tario de la reforma litúrgica que pretendían llevar a cabo: re- conducir al entero Pueblo de Dios a la participación activa y fructuosa en la liturgia. La mayoría de los Padres del Concilio Vaticano II eran pastores de almas, ya que regentaban —como titulares o auxiliares— una diócesis. Muchos de ellos, además, habían trabajado en una parroquia como párrocos y coadjutores o a otros niveles pastorales, por ejemplo, como consiliarios de algún movimiento apostólico, a nivel diocesano o nacional. Eran conscientes, por ello, del papel decisivo que correspon- día a los pastores de almas respecto a la puesta en práctica de lo que ellos aprobasen en el aula conciliar. En última ins- tancia, serían ellos los principales motores de la reforma o, en caso negativo, el freno más eficaz de la misma. Por eso, sintieron la imperiosa necesidad de señalar so- lemnemente este hecho en unas palabras llenas de gran rea- lismo pastoral: «Y como eso no puede esperarse que ocurra 7
  • 5. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA PROLOGO si antes los pastores de almas no se impregnan totalmente esta triple sugerencia: que «los obispos expliquen claramen- del espíritu y fuerza de la liturgia, y llegan a ser maestros de te a su pueblo el fundamento teológico de la disciplina sa- la misma, es indispensable que se provea, antes que nada, a cramental y de la liturgia»; «las catequesis, como ya lo fue- la educación litúrgica del clero» (SC, 14-3). ron en el comienzo de la Iglesia, deben ser de nuevo hoy el Los casi veinticinco años transcurridos desde la aproba- camino que introduzca a la vida litúrgica»; «los futuros sa- ción solemne de esta enseñanza, han ratificado su carácter cerdotes aprendan la vida litúrgica por experiencia y conoz- profético y su plena validez; puesto que si «la renovación li- can bien la teología de la liturgia» (II, B, b, 2). túrgica es el fruto más visible de la obra conciliar» —en pa- labras del Sínodo Extraordinario de Obispos de 1985 (II, B, El estudio que presentamos quiere ser una amorosa res- b, 1)—, es claro que, en gran medida, se debe al esfuerzo si- puesta a estas indicaciones sinodales y un humilde servicio lencioso pero eficaz de los sacerdotes con cura de almas. a los que trabajan ya en la viña del Señor en cualquiera de Estas evidencias exigen, con todo, alguna matización, las formas de pastoral litúrgica eclesial, y también a aque- puesto que lo realizado u omitido no siempre ha sido posi- llos que, desde las aulas universitarias, del seminario o de tivo, sobre todo en algunas partes. El mismo Sínodo parece las casas de formación se preparan para el mismo menester. reconocerlo cuando hace esta afirmación: «La innovación li- Como el lector comprobará fácilmente, nuestro trabajo túrgica no puede restringirse a las ceremonnias, ritos, tex- comprende dos grandes bloques de materia. El primero tos, etc., y la participación activa (...) no consiste sólo en la aborda las grandes cuestiones de lo que llamaríamos litur- actividad externa, sino, en primer lugar, en la participación gia fundamental, en cuanto que es aplicable a todas las áreas interna y espiritual, en la participación viva y fructuosa del del saber y de la praxis litúrgicas: la naturaleza e importan- misterio pascual de Jesucristo» (Ibidem). Da la impresión, en cia de la liturgia, el signo litúrgico, la liturgia como educa- efecto, que estas palabras apuntan dos deficiencias: la re- dora de la fe, la asamblea, etc. El segundo —el más exten- ducción de la reforma litúrgica al cambio de ritos y textos y so— trata las cuatro cuestiones que constituyen lo que po- la minusvaloración de la participación interna y espiritual demos denominar liturgia especial: los sacramentos, los sa- en la liturgia. De hecho, el análisis objetivo de la realidad cramentales, el año litúrgico y el Oficio divino. avala esta apreciación del Sínodo, puesto que, en no pocos casos, ha primado la participación externa sobre la interna La metodología empleada —sobre todo en la liturgia es- y la renovación ritual sobre la espiritual. pecial— es de tipo genético; es decir, partiendo de los oríge- Es más que probable que estas deficiencias obedezcan a nes de cada cuestión, hemos seguido su evolución a lo largo muchas concausas. Sin embargo, no parece injusto afirmar de los siglos, desembocando en la reforma llevada a cabo a que una de ellas —y no la menos importante— ha sido la in- instancias del Concilio Vaticano II. Con ello hemos preten- troducción de la liturgia renovada sin el acompañamiento dido dar una visión de conjunto unitaria y enriquecedora y de la correlativa catcquesis litúrgica o —en los casos en que facilitar la comprensión de la liturgia actual, la cual corre el ésta ha existido— de una catequesis que ha primado lo ex- peligro de la tergiversación si se la somete a una ruptura ra- terno sobre lo interno y no ha tenido suficientemente en dical con el pasado o se hace de ella campo de operaciones cuenta la vertiente iniciática que le es inherente; y todo ello subjetivistas. debido a la insuficiente formación del clero en alguno de los Es comprensible que el objetivo de ayudar a los pasto- ámbitos de la liturgia: teológico, histórico, espiritual, jurídi- res de almas y a quienes lo serán un día en su labor cate- co, etc. quético-litúrgica, nos haya obligado a rehuir un lenguaje ter- Sea como fuere, el citado Sínodo Episcopal, a la hora de minológico y conceptual demasiado erudito y que hayamos orientar el próximo futuro de la pastoral litúrgica, ha hecho subrayado mucho la explicación de los diversos elementos 8 9
  • 6. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA y partes de los ritos actuales, especialmente en los sa- cramentos. No quisiéramos terminar esta breve introducción sin ha- cer una postrera aclaración. Hemos creído oportuno sacri- ficar la erudición a las necesidades y urgencias de los desti- natarios, resumiendo en un sólo volumen un material que exigiría muchas más páginas; y limitar no poco el aparato bi- bliográfico. Ambas limitaciones pueden quedar compensa- PARTE PRIMERA das con la visión unitaria y fundamental que proporciona CUESTIONES FUNDAMENTALES Y GENERALES un compendio y con la ayuda de algún profesor o experto SOBRE LA LITURGIA en liturgia. ¡Quiera la Santísima Virgen bendecir con abundantes Capítulo I frutos espirituales a quienes se acerquen a este trabajo para NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA comprender un poco mejor sus contenidos y vivir —y ayu- dar a los demás a vivir— el insondable misterio de Cristo, al que Ella estuvo y está indisolublemente vinculada! 1. Historia del término «liturgia»1 Burgos, 1987 Sentido etimológico. El término «liturgia», que hoy se emplea en sentido casi exclusivamente cultual, es una pala- bra griega compuesta de ergos (obra) y de leiton (adjetivo derivado de leos-laos = pueblo). Etimológicamente significa, por tanto, obra pública. En el uso civil griego. En los inicios de la cultura hele- nística se empleaba para designar los servicios que presta- ban los ciudadanos de clase acomodada en beneficio de la comunidad (servicio gratuito y oneroso). Después, con el de- bilitamiento del sentido democrático en Grecia, vino a em- plearse para todo aquello que tenía una relación con el bien común, aunque de suyo tuviera un sentido más restringido: el servicio militar, la agricultura, la prestación de los siervos, etc. (servicio incluso pagado). Desde el siglo II antes de Cris- to se aplicó también al servicio de los dioses (sentido cultual). En la versión de los LXX (traducción greco-alejandrina del Antiguo Testamento) leiturghía, y sus derivados, se re- fiere al culto levítico, es decir, al culto que realizan los sa- cerdotes y levitas en el tabernáculo en nombre del pueblo; por eso aparecen sobre todo en los libros y lugares que tra- tan del culto levítico (vg. Ex. 28, 21). Algunas veces designa el culto espiritual (vg. Is. 61,6). Para traducir el culto en ge- 11 10
  • 7. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA neral o el culto realizado por el pueblo se emplean los tér- minos latreia y douleia. Con esta distinción de sujetos (sa- Según esto, el significado del término liturgia ha evolu- cerdotes = levitas = leiturghia = pueblo = latreia y douleia) cionado en esta dirección: servicio en favor del pueblo, cul- se pone de manifiesto la distinción entre rito y culto, distin- to pagano, culto ritual del pueblo hebreo, culto espiritual y ción que no existe en el texto hebreo. ritual cristiano, culto oficial de la Iglesia. En el Nuevo Testamento. Es poco frecuente el término li- turgia (sólo aparece 15 veces, cinco de ellas en Heb.) y su sig- 2. Historia del concepto «liturgia»2 nificado es muy diverso: a) culto ritual del A.T. (Le. 1, 23; Heb. 8, 26; 9, 21; 10, 11); b) servicio oneroso en sentido pro- Nuevo Testamento. Según el N.T. la liturgia cristiana tie- fano aplicado a la actividad caritativa (Rm. 15, 27; 2 Cor. 9, ne un carácter absolutamente singular, puesto que lo más 12; Fil. 2, 25-30); y al servicio de los ángeles (Heb. 1, 7-14); importante y central no es lo que realiza el hombre, sino lo c) culto espiritual de los cristianos (Rm. 5, 16; Fil. 2, 17) y d) que realiza Dios en Jesucristo a través de la presencia ince- culto ritual cristiano (Act. 13, 2). sante del Espíritu Santo. Al tomar parte en la acción cultual La explicación del uso infrecuente del término liturgia (en el N.T. hay muchos actos cultuales), el hombre recibe se debe a que la traducción cristiana primitiva lo encontra- por la fe la salvación que realiza Dios y responde cultual- ba poco adecuado para expresar la riqueza del culto cristia- mente a ella uniéndose a la presencia mediadora de Cristo no en «espíritu y verdad» (Jn. 4, 24). y del Espíritu. La literatura cristiana primitiva hizo poco uso del térmi- Primeros escritores cristianos. El período siguiente insis- no liturgia y le dio un significado muy variado: Eucaristía; te en que la liturgia es la obra de Dios, que está presente y el servicio de los ángeles al cantar el trisagio; el servicio con actúa en Jesucristo y en su Espíritu. que los santos honraron a Dios en su vida; el oficio y misión Sin embargo, ni siquiera en la época patrística hay algo de los Apóstoles en la comunidad cristiana; el servicio cul- más que un intento de definir lo que se designa con muchos tual en general y del obispo; un servicio sagrado; cualquier nombres (S. Isidoro es una excepción). servicio cultual de la Iglesia —incluida la predicación— rea- La escolástica. Tampoco se preocupó seriamente de ex- lizado por el obispo, el presbítero o cualquier otro orden cle- plicar el concepto. Los elementos de la liturgia, en cuanto ac- rical, y sobre todo, los oficios divinos: el bautismo, la salmo- ción santificadora, los estudió en la teología de los sacramen- dia, etc. tos y el aspecto cultual en la teología moral Esta separación El occidente cristiano introdujo el término liturgia con escolástica ha estado presente hasta nuestros días, en ma- los humanistas. Hasta entonces empleó una amplia termino- yor o menor medida, en los tratados de liturgia y en la teo- logía: mysterium, sacramentum, actio, officium, celebratio, logía pastoral y catequética. sacrum, solemnitas, etc. Desde el siglo XVI liturgia aparece A partir del siglo XVI, en que se adopta el término litur- con frecuencia en los títulos de libros, sobre todo de carác- gia, ésta suele ser sinónimo de celebración eucarística —a ter eucarístico. A partir del siglo XVHI se emplea cada vez veces de los textos que se usan en ella— y no incluye los sa- más como sinónimo de «culto divino». Desde el siglo XIX se cramentos y sacramentales. Algunos autores defendieron el usa con mayor frecuencia y aparece en los documentos ma- concepto de liturgia que incluyera los sacramentos (Assema- gisteriales en su sentido actual. El Código de Derecho Canó- ni, Fornici, Amberger, Ruef, etc.), pero no intentaron una de- nico de 1917 le dio carácter oficial al insertarlo en algunos finición propiamente tal. de sus cánones (vg. 447, 1257) y el Vaticano II lo consagró Muratori Muratori (siglo XVIII) fue el primero que in- definitivamente en la Constitución Sacrosanctum Conci- cluyó el concepto «culto» en la definición de liturgia, logran- lium. do así que ésta abarcase la Misa y los sacramentos. Según 12 13
  • 8. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA él, la liturgia es «el modo de rendir culto al Dios verdadero por medio de los ritos externos legalmente determinados, se incorpora a Cristo y se convierte en miembro de su cuer- con el fin de darle honor y comunicar sus beneficios a los po (Bautismo, sacerdocio común), puede participar realmen- hombres». Esta perspectiva teológica habría dado óptimos te en el culto de la Iglesia. resultados si se hubiese seguido, pero evolucionó en la ma- El aspecto cultual de la liturgia necesitaba un comple- yoría de los casos hacia una concepción esteticista y jurídica mento; pues si subrayaba justamente el aspecto ascendente de la liturgia que, todavía en 1947, tuvo que ser condenada de la liturgia: el que va del hombre a Dios, dejaba en la pe- por la Encíclica Mediator Dei numbra o minusvaloraba su vertiente descendente: el acer- Perspectiva esteticista. La tendencia esteticista considera camiento de Dios al hombre para comunicarle su gracia y su la liturgia como «la forma externa y sensible del culto». Su salvación. máximo representante, el P. Navatel, lo expresa en estos tér- minos: «Todos saben que la liturgia es la parte sensible, ce- B. La liturgia, realidad santificadora remonial y decorativa del culto católico». La tendencia jurí- Este segundo aspecto fue puesto de manifiesto por O. dica afirma que lo específico del culto cristiano es su regla- Casel. Después de un detenido examen de «las religiones de mentación y ordenación por parte de la Jerarquía Eclesiás- los misterios» y de las fuentes litúrgicas antiguas, donde la tica. Según Calewaert, la liturgia puede definirse como «el liturgia se llama mysterium-sacramentum, formuló así los ordenamiento eclesiástico del culto público». El esteticismo elementos esenciales del culto cristiano: a) un hecho salvífi- y el juridicismo subrayan que el aspecto exterior de la litur- co; b) que se hace presente en un rito; c) y comunica la sal- gia es su rasgo más específico. vación a quienes participan en él. El culto cristiano, realiza- Concepción teológica. Aunque estas perspectivas preva- do en la forma cultual de «misterio», no es tanto una acción lecieron durante los primeros decenios subsiguientes al mo- del hombre que busca encontrarse con Dios (concepto na- vimiento litúrgico iniciado por Dom Guéranguer en Francia tural de la virtud de la «religión»), cuanto un momento de la y ratificado oficialmente por S. Pío X, a principios del siglo acción salvadora de Dios (concepto «revelado» de la reli- XX aparecen dos tendencias de carácter teológico que, con gión). Desde esta perspectiva O. Casel definiría la liturgia el tiempo, terminaron imponiéndose: la liturgia como «culto como «la acción ritual de la obra salvífica de Cristo»; es de- de la Iglesia» y como «misterio de salvación». cir, «la presencia bajo el velo de los símbolos de la obra di- vina de la redención». A. La liturgia como realidad cultual El punto de partida de esta tendencia «mistérica» es la obra salvífica realizada por Cristo. Esa obra se actualiza en Los iniciadores de la primera tendencia son los benedic- el rito; consecuentemente, la liturgia es una realidad en la tinos M. Festugiére y L. Beauduin. Según ellos, la liturgia que la obra de Cristo se hace presente y activa para los hom- puede definirse como el «culto de la Iglesia». Son «liturgia» bres de todos los tiempos, convirtiéndose así en una actua- todos y sólo los actos que la Iglesia reconoce como propios, lización ininterrumpida de la historia de la salvación. comunicándoles determinadas notas que proceden de la La encíclica Mediator Dei En 1947 apareció la encíclica misma naturaleza de la Iglesia, en cuanto que es «social, uni- Mediator Dei, la cual no tardaría en ser calificada como «la versal, y jerárquica, continuación de Cristo, santificadora y carta magna de la liturgia». Aunque Pío XII parece que no compuesta de hombres». Cristo resucitado es el único y uni- pretendió explicitar todos los componentes esenciales de la versal sujeto de ese culto de la Iglesia, puesto que es el Me- liturgia ni dar una definición científica de la misma, sancio- diador entre Dios y los hombres, y el Pontífice de la Nueva nó oficialmente su carácter teológico y puso las bases sóli- Alianza que realiza nuestro culto aquí en la tierra. Sólo quien das de una definición científica. 14 15
  • 9. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA Según la MD, Cristo es el punto de partida para com- Jesucristo. En ella los signos significan y cada uno a su ma- prender la liturgia. Por su condición de Mediador tributa al nera realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Padre un culto perf ectísimo. Este culto se inicia en la Encar- Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y los miembros, nación (de ahí el carácter cultual de la misma), continúa a ejercen el culto público íntegro» (SC, 7). lo largo de toda su vida y culmina con el sacrificio de la Cruz, que tiene como consecuencia la santificación de los hom- 3. Noción de la liturgia 3 bres. La liturgia es la continuación ininterrumpida de ese cul- Desde los comienzos del movimiento litúrgico hasta to de Cristo en su doble vertiente: glorificación de Dios y sal- nuestros días se han propuesto más de treinta definiciones vación de los hombres. Esto es posible gracias a la natura- de liturgia y todavía no existe una que sea admitida unáni- leza cultual de la Iglesia y a la presencia de Cristo como Me- memente. Sin embargo, todos los autores admiten que el diador y como Sacerdote. concepto de liturgia incluye, al menos, los siguientes elemen- Partiendo de estos presupuestos doctrinales de fondo, la tos: la presencia de Cristo Sacerdote, la acción de la Iglesia MD define la liturgia como «continuación del oficio sacer- y del Espíritu Santo, la historia de la salvación continuada y dotal de Cristo»; como «ejercicio del sacerdocio de Cristos- actualizada a través de signos eficaces, y la santificación y como «el culto público que nuestro Redentor, Cabeza de la el culto. La liturgia no se puede definir por ser trascenden- Iglesia, tributa al Padre Celestial y que la comunidad de los tal. fieles tributa a su Divino Fundador y por medio de Él al Pa- Según esto se podría considerar la liturgia como la «ac- dre»; y como «EL CULTO público íntegro del Cuerpo Místico ción» sacerdotal de Jesucristo, continuada en y por la Igle- de Cristo, Cabeza y miembros». sia bajo la acción del Espíritu Santo, por medio de la cual La Constitución Sacrosanctum Concilium. Moviéndose actualiza su obra salvífica a través de signos eficaces, dando en posiciones doctrinales substancialmente idénticas a la así culto perfectísimo a Dios y comunicando a los hombres MD, aunque tomando como punto de partida no la noción la salvación». Veamos brevemente cada una de estas afir- general y abstracta del culto sino el designio salvífico de maciones. Dios, la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium se- ñala los siguientes aspectos: a) la voluntad salvífica trinita- A) La liturgia, acción de Cristo sacerdote ria se realiza en el tiempo por Cristo, Mediador entre Dios y La presencia de Cristo sacerdote es un aspecto tan cen- los hombres, quien a través de todos los actos de su vida, y tral en la liturgia, que su recta inteligencia condiciona todo sobre todo, por el misterio pascual de su muerte y resurrec- lo demás. Para entenderla correctamente se requiere situar- ción, glorifica a Dios de modo perfectísimo y salva a los hom- la en un contexto muy amplio, a saber: el estado cultual pri- bres (SC, 5); b) la acción de Cristo continúa y se ejerce con- mitivo del hombre, el pecado de origen, la necesidad de un tinuamente en la Iglesia, sobre todo en el sacrificio y en los Mediador, la Encarnación como realidad mediadora y sacer- sacramentos, corazón de toda la liturgia (SC, 6); c) esto es po- dotal, y el carácter cultual de toda la vida de Cristo. sible porque Cristo está presente en todas y cada una de las acciones litúrgicas, actualizando, a través de los signos sen- a) Estado cultual primitivo del hombre. El acto creador sibles y eficaces, su obra redentora y comunicándola a to- fue el comienzo del diálogo de amor divino-humano: Dios dos los hombres de todos los tiempos (SC, 7). creó al hombre a su imagen y lo constituyó señor de todas De esta argumentación extrae una definición de liturgia, las cosas creadas, es decir: lo hizo partícipe, en alguna me- si bien no pretendió que fuese científica: «Con razón, pues, dida, de su naturaleza al elevarle al orden de la gracia y le se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de encomendó el cuidado y desarrollo de todas las realidades 16 17
  • 10. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA naturales. Durante este estado originario, cuya duración ig- 5-7). La Encarnación fue, por tanto, una acción sacerdotal noramos, Adán reconocía su condición de creatura y orde- con la que Cristo entonó un cántico de infinita alabanza a naba todos los actos de su existencia según la voluntad di- la Trinidad y, como nueva Cabeza, reconcilió a los hombres vina, dando lugar a una adecuación perfecta entre el que- con Dios. En otras palabras: la Encarnación es un hecho cul- rer de Dios y la actuación del hombre. La vida humana an- tual perfectísimo, por el cual «Dios fue perfectamente glori- terior a la caída era, por tanto, una realidad enteramente cul- ficado y el hombre plenamente salvado». Por ello, Encarna- tual, puesto que el nombre, reconociendo, teórica y prácti- ción glorificación y santificación son realidades indisoluble- camente, tanto la excelencia de Dios como su condición de mente unidas e interrelacionadas. creatura, actuaba como sacerdote de su propia existencia y la convertía en ofrenda agradable a Dios. e) Carácter cultual de la vida de Cristo. La respuesta obe- diencial al Padre en la Encarnación fue prolongada por Cris- to a lo largo de toda su vida oculta y de su ministerio públi- b) El pecado de origen. Esta situación cultual fue radi- co, llegando a su culminación en el misterio pascual, reali- calmente truncada por la desobediencia de Adán y la consi- dad y signo soberano de la veracidad y hondura con que pro- guiente pérdida de los dones sobrenaturales. En efecto, la nunció el «heme aquí, ¡oh Padre!, para hacer tu voluntad» caída de Adán introdujo una tal ruptura en su existencia, en (Hb. 10, 5-7). Toda la vida de Cristo fue, en consecuencia, un la de toda la humanidad, y, en cierto sentido, en la misma ininterrumpido acto sacerdotal y cultual. creación, que el hombre quedó radicalmente incapacitado para tributar a Dios el culto debido y alcanzar su propia sal- Este acto continúa en la liturgia, donde Cristo, actuali- vación. Privado de los bienes sobrenaturales, el culto huma- zando la fuerza salvífica de su vida, muerte y resurrección, no perdió su originaria grandeza y universalidad, encerrán- realiza ahora la plenitud del culto. La liturgia es, por tanto, dose en las estrechas posibilidades de un culto meramente un acto de Cristo Sacerdote. De estos presupuestos teológi- natural, cuyos límites y degradaciones aparecerían en la his- cos derivan el carácter cristocéntrico y la especial dignidad toria posterior. y eficacia de la liturgia. El cristocentrismo litúrgico, señala- do ya en la Mediator Dei, está muy subrayado en la Sacro- sanctum Concilium, tanto en lo que se refiere a la liturgia c) Necesidad de un mediador. Dios podía haber anulado en general (SC, 5-7), como a los sacramentos (SC, 61), el Ofi- esta situación por un perdón gratuito; sin embargo, eligió el cio divino (SC, 83) y el año litúrgico (SC, 102). Respecto a la camino de una justa reparación, haciendo así necesaria la originalidad y eficacia de la liturgia, baste recordar la con- existencia de un Hombre-Dios, el cual, desde su condición clusión con la que la constitución conciliar cierra el discur- mediadora, pudiese realizar un culto perfectísimo, dando a so teológico de los números cinco al siete: «En consecuen- Dios la debida alabanza y comunicando a los hombres la cia, (...) por ser obra de Cristo sacerdote, (...) toda la liturgia salvación. es una acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, por el mismo título y el mismo grado, no tiene parangón con nin- d) La Encarnación, realidad mediadora y sacerdotal Este guna otra acción de la Iglesia» (SC 7). Como ha escrito Va- Mediador es, de hecho, Jesucristo, que une en una misma gaggnini, «en cualquier parte que se considere la liturgia es Persona la naturaleza humana y divina. Esta unión, llamada siempre y principalmente Cristo quien está presente en pri- técnicamente hipostática, se realiza en la Encarnación del mer plano: Cristo es quien ofrece el sacrificio de la Misa; Verbo, por lo que ésta es una realidad constitutivamente me- Cristo quien santifica y distribuye las gracias en los sacra- diadora. Es también una realidad sacerdotal, puesto que, en mentos; Cristo quien ruega y alaba al Padre en los sacra- el momento de su entrada en el mundo, Jesucristo se ofre- mentales y en la oración de la Iglesia, y en la alabanza divi- ció a Sí mismo como Víctima agradable al Padre (Hb. 10, 18 19
  • 11. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA na. La Iglesia, sus ministros, sus fíeles, son en la liturgia la b) La Iglesia comunidad bautismal El término Iglesia sombra que Él arrastra tras de Sí; a todos los cubre El con- (ekklesía, ecclesia) no se refiere exclusiva o primariamente sigo mismo; el Padre mira la liturgia como cosa de Cristo; a la Jerarquía, sino al Cuerpo Místico, es decir, a quienes se así la ve, así la escucha, así la ama. En la liturgia no ve Dios han incorporado a Cristo por el Bautismo. Sin embargo, in- a los hombres, sino sólo a Cristo, que obra por los hombres cluye también la jerarquía ministerial, sin la cual sería im- y los asocia a Sí mismo»4. Con todo, es indispensable la in- posible, por ejemplo, la liturgia eucarística. corporación a la obra de Cristo por parte de los que quieren Por tanto, cuando se afirma que la liturgia es una reali- beneficiarse de su eficacia, pues la salvación obrada por dad eclesial, se indica que es una realidad esencialmente co- Cristo sólo se aplica a quienes cooperan libremente con la munitaria en el sentido teológico, es decir, derivada de la co- gracia. munión existente entre Cristo-Cabeza y los bautizados. Con- viene advertir que el carácter comunitario de la liturgia bro- B) La liturgia, acción de la Iglesia ta de su eclesialidad, de tal modo, que todas las acciones li- túrgicas son, y no pueden no serlo, acciones comunitarias, a) La Iglesia, pueblo sacerdotal Cristo, Sacerdote y Pon- aunque a veces no sean colectivas. La presencia o ausencia tífice de la Nueva Alianza, continúa en la liturgia el culto per- de la comunidad ni crea ni aumenta el carácter comunitario fectísimo que realizó durante su vida terrena. Esto explica de las acciones litúrgicas; es, únicamente, su signo, su mani- que todas las acciones litúrgicas sean actos de Cristo, y que festación, su epifanía. Haya o no signo epifánico: pueblo, co- Cristo sea el sujeto primario del culto cristiano. munidad, asamblea, aquella acción es acción que realiza la Ahora bien, al igual que sucedió en la economía antigua, Iglesia. Cristo ha elegido al pueblo de la Nueva Alianza, destinándo- Consecuentemente, se afirma también que la universa- lo a realizar un culto nuevo en un templo también nuevo. A lidades una nota esencial de la liturgia cristiana: cuando ésta todos los miembros de ese pueblo los ha hecho partícipes de se realiza, es toda la Iglesia, Cabeza y miembros, quien la rea- su sacerdocio (1 Pd. 2, 9-10), convirtiéndole en una comuni- liza. Más aún, entran en comunión la iglesia celeste y la dad enteramente sacerdotal y cultual. terrestre, asociándose al culto realizado por Cristo-Cabeza. Sin embargo, no ha configurado esta comunidad como Esta es la doctrina de la Sacrosanctum Conciliunv «las ac- una realidad autónoma, sino solidaria y en comunión tan ín- ciones litúrgicas no son acciones privadas sino celebracio- tima con Él como la que rige entre la cabeza y los miembros nes de la Iglesia, pueblo santo de Dios jerárquicamente or- de un cuerpo. ganizado», al cual «pertenecen, manifiestan e implican» (SC, Este nuevo qahal de Dios no es, por tanto, una comuni- 26). dad cultual como la del qahal de Yavé (Ex. 12, 3-6.19.47; Dt. 9, 10; 10, 4; 18, 16; Núm. 2, 1-34; 9, 15-23), sino una comuni- c) Iglesias particulares y reuniones de grupos de fieles. dad cultual que se une al culto que realiza la cabeza. Ahora bien, «la Iglesia de Cristo está verdaderamente pre- Según esto, la liturgia es una acción cultual unitaria de sente en todas las reuniones locales legítimas de fieles», en Cristo y de la Iglesia. Cristo es el sujeto principal y la Iglesia las cuales, «aunque sean frecuentemente pequeñas y pobres sujeto por apropiación; pero en una relación tan íntima, que o vivan en la dispersión, está presente Cristo por cuya vir- la Iglesia, en y por Cristo, y Cristo, en y por la Iglesia, reali- tud se congrega la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica» zan la glorificación de Dios y la salvación de los hombres. (LG 26). Esta es la doctrina recogida por la Sacrosanctum Conciliunv Según esto, la comunidad cultual universal se hace pre- «Cristo asocia siempre consigo a su amadísima Esposa, la sente y actuante en las reuniones de fieles congregadas le- Iglesia» (SC, 7), en las acciones litúrgicas. gítimamente en torno al Pastor y a los sacerdotes en comu- 20 21
  • 12. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA nión jerárquica; en algunas circunstancias, vg. en el rezo del Oficio divino, incluso en una persona singular. 8, 15; Gal. 4, 6), dan testimonio esforzado de su fe (Act. 7, Esas «iglesias cultuales locales» son, de hecho, las cele- 54-60; 8-4; etc.) y celebran el culto en espíritu y verdad (Ef. braciones litúrgicas del obispo en su iglesia catedral; las ce- 5, 18-19; Col. 3, 16; 1 Cor. 12 y 14). lebraciones parroquiales; los grupos pequeños de fieles reu- La presencia del Espíritu Santo es especialmente percep- nidos en torno a un sacerdote autorizado por los obispos y tible en las acciones litúrgicas. El Bautismo se realiza invo- prelados; las comunidades monásticas u otras canónicamen- cando al Espíritu Santo (Mt. 28, 28; Act. 1, 5; 11, 16), y con- te instituidas que celebran el culto no eucarístico pero ecle- vierte a quienes lo reciben en templos del Espíritu (1 Cor. 6, sial; las comunidades que rezan el Oficio divino; o cualquier 15-19). La Confirmación confiere el don del Espíritu Santo cristiano que, teniendo la deputación de la Iglesia, reza la Li- (Act. 8, 15-20). Lo mismo sucede con el sacramento del Or- turgia de las Horas. den (1 Tim. 4, 14; 2 Tim. 1, 6; Act. 6, 3-6; 13, 1-4), si bien la La causa de la presencialidad de la Iglesia en estas «igle- donación del mismo Espíritu tiene efectos y finalidades di- sias» es la presencia de Cristo-Cabeza, el cual, actuando versas. El Espíritu Santo se da a los Apóstoles para perdo- como sujeto principal, asocia consigo a la Iglesia universal nar los pecados (Jn 20, 22-23). Finalmente, la oblación sacri- en la liturgia que celebra Él mismo en y por la Iglesia local. ficial cruenta de Cristo aparece como realizada bajo la ac- De ahí brota la interrelación entre Iglesia y liturgia, la cual ción del Espíritu. es tan importante que ambas se condicionan y posibilitan su La tradición litúrgica de Oriente y Occidente ha explici- existencia. tado esta presencia del Espíritu Santo en el organismo sa- Brevemente: Cristo se hace presente en la celebración li- cramental y en el cuerpo oracional. Baste recordar, por túrgica que realiza la comunidad local, entendida en senti- ejemplo, la epíclesis eucarística, las oraciones epicléticas de do amplio. Esa presencia de Cristo-Cabeza implica la presen- los diversos sacramentos y las doxologías. cia de la Iglesia como Cuerpo Místico y Pueblo de Dios. Am- Conviene tener en cuenta que la presencia dinánica del bas presencias hacen posible que, en Cristo y por Cristo, toda Espíritu Santo no es exclusiva de ciertas acciones o perso- la Iglesia terrestre glorifique al Padre y participe de los bie- nas sino común a toda la liturgia, ya que ésta es el ámbito nes salvíficos, y entre en comunión con la Iglesia celeste. por excelencia donde Cristo realiza su misión salvífica. Sin Consecuentemente, la liturgia es siempre una acción ecle- embargo, no anula ni excluye la acción de Cristo. sial, puesto que eclesiales son el ámbito donde acontece, el sujeto que la realiza y los frutos que comunica. Esta eclesia- D) La liturgia, realidad sacramental lidad incluye la intercomunión tanto de los miembros entre En un orden de cosas absolutamente hipotético, la sal- sí y la Cabeza, como de la Iglesia peregrina y celeste. vación podría haberse realizado a través de relaciones sub- jetivas de Dios con los hombres. Pero, en el orden salvífico C) La Liturgia, acción del Espíritu Santo real la salvación se realiza por medio de realidades objeti- vas y simbólicas, es decir: en un régimen de signos sensibles Los escritos neotestamentarios subrayan fuertemente la y eficaces, gracias a los cuales Dios entra en comunión con inseparabilidad de la acción de Cristo y del Espíritu Santo y los hombres y éstos tienen acceso a Dios. presentan la acción de la tercera persona trinitaria como La existencia, naturaleza y eficacia de estas realidades continuación y remante de la obra realizada por Cristo. Gra- sacramentales encuentran su último fundamento en la libre cias a este influjo del Espíritu, los Apóstoles y los fieles ad- y omnipotente voluntad divina. Sin embargo, se inscriben en quieren la verdadera comprensión de la doctrina del Maes- la línea de la Encarnación, continúan el modo de obrar de tro, se transforman interiormente, oran como conviene (Rm. Dios en la historia salvífica y responden al constitutivo de la persona humana. 22 23
  • 13. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA En primer término, se inscriben en la línea de la Encar- de espíritu y materia; y a su estilo connatural de comportar- nación. En efecto, el plan salvífico ha previsto la comunica- se, puesto que el alma espiritual conoce y se perfecciona me- ción de Dios con los hombres y el acceso de éstos a Dios a diante el cuerpo y las cosas sensibles, y, a la vez, se mani- través de otros hombres y de cosas materiales y sensibles. fiesta en el cuerpo y en las realidades sensibles, imprimien- Cristo, Dios y Hombre, camino único^ para ir al Padre, es el do algo de sí misma. prototipo de esta ley, puesto que en El lo divino salió al en- Según esto, el carácter sacramental de la liturgia en- cuentro de lo humano y lo humano se encontró totalmente cierra una profunda pedagogía divina y es un vehículo muy con lo divino, aunque permaneciendo lo humano y lo divino apto de comunicación entre Dios y los hombres. como realidades distintas, inconfusas y sin mixtificación. La Iglesia, continuación, expresión e instrumento de E) La liturgia, actualización del misterio pascual Cristo, construida según el primer molde encarnado, es tam- bién una realidad divino-humana, visible (como realidad so- Antes de subir al Cielo, Cristo encomendó a los Apósto- cial) e invisible (como misterio), ámbito e instrumento del les el anuncio y la realización de su obra salvadora. Esa sal- que Cristo se sirve apra comunicar su vida divina a los hom- vación, previamente anunciada y preparada en el AT e ini- bres, y para que los hombres rindan culto a Dios desde Pen- ciada en la Encarnación, tuvo su momento culminante en el tecostés a la Parusía. La liturgia, instrumento de Cristo y de misterio pascual. En ese misterio, en efecto, Cristo (y en El la Iglesia —por el cual Dios santifica en Cristo a la Iglesia, y y por El toda la humanidad) se entregó enteramente al Pa- la Iglesia, también por medio de Cristo, rinde culto al Pa- dre hasta la muerte, y el Padre aceptó esa oblación y comu- dre—, ha sido construida según el mismo modelo encarna- nicó a la humanidad una nueva vida. do, ya que en ella confluyen lo humano (realidades materia- les) y lo divino (la gracia), lo visible (lo sensible) y lo que tras- Por tanto, si la salvación obrada por Cristo —que ha de ciende a los sentidos (lo invisible). Del protosacramento que actualizarse en la liturgia— tuvo lugar sobre todo en el mis- es Cristo, deriva el sacramento universal que es la Iglesia y terio pascual, salvación-misterio pascual-liturgia son realida- ésta se expresa fundamentalmente en los ritos sacramenta- des inseparables. En otros términos: la liturgia actualiza el les y de modo especial en los sacramentos propiamente ta- misterio pascual y el misterio pascual comunica la salvación. les, sobre todo en la Eucaristía. Los hombres participan en esa actualización en diversos Además de inscribirse en la línea de la Encarnación, las momentos: cuando renacen a una nueva vida en el Bautis- realidades sacramentales continúan el modo de obrar de mo; cuando reciben el Espíritu Santo en la Confirmación; al Dios en la historia salvífica. En efecto, en la economía anti- tomar parte en el sacrificio de la Misa; al recibir el perdón gua las personas y las cosas hacían referencia a otras reali- en el sacramento de la Penitencia, etc. Aquí encuentra ex- dades superiores y sagradas. Baste recordar, por ejemplo, el plicación el hecho de que todos los sacramentos estén uni- diluvio, el mar Rojo, el maná, la serpiente, el agua de la peña, dos a la Eucaristía y que todo el año litúrgico, al desarrollar que prefiguraban el Bautismo, la Eucaristía, etc. De alguna los misterios de Cristo desde su nacimiento a Pentecostés y manera, toda la economía veterotestamentaria era un gran la Parusía, celebre y actualice el misterio pascual. sacramentum de la nueva y definitiva alianza. Por otra par- Según esto, la celebración de la Pascua del Señor es el te, el mismo Cristo realizó ciertos milagros sirviéndose del centro del culto cristiano. Así lo entendieron las primeras ge- lenguaje simbólico, como la unción con saliva y barro que neraciones de cristianos, para quienes la celebración de la realizó a un sordomudo. pascua anual era no sólo la fiesta por antonomasia sino la Este modo divino de obrar responde perfectamente a la única fiesta, y la pascua hebdomadaria el eje sobre el cual naturaleza humana, unidad substancial de cuerpo y alma, giraba la vida litúrgica. 24 25
  • 14. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA F) La liturgia, momento culminante de la historia de la salvación la economía veterotestamentaria y la neotestamentaria: el tiempo de la profecía (AT) es ininteligible sin el de Cristo, Rectamente entendida, la Revelación es un sucederse de que lo explica y plenifica; por su parte, el tiempo de Cristo etapas salvíficas, cuya totalidad constituye la historia de la sólo se entiende perfectamente a la luz de la profecía, don- salvación. de se inicia; y el tiempo de la Iglesia, a la vez que se encuen- La primera de estas etapas es la de la profecía o el anun- tra en uno y en otro, prolonga a ambos en la historia. cio. Temporal y salvíficamente coincide con el Antiguo Tes- Esta prolongación tiene lugar principalmente en la litur- tamento. En ella, de forma imperfecta, gradual y progresiva gia, pues aunque la liturgia no es la única realidad eclesial se revela el misterio de Dios escondido desde la eternidad portadora y comunicadora de la salvación, sí es la más im- (Col. 1, 26), misterio que no es otro que el designio divino de portante, ya que de ella derivan y hacia ella convergen to- salvar en Cristo y por Cristo a todos los hombres. das las demás acciones eclesiales. Con la Encarnación del Verbo, el anuncio da paso a la Según esto, la liturgia se presenta como una etapa de la realidad y se inicia la etapa de la plenitud de los tiempos. historia salvífica en el sentido de que continúa, en el tiempo Cristo, convertido en Mediador y Pontífice gracias a su hu- de la Iglesia, las acciones salvíficas realizadas por Dios en el manidad a la que se ha unido el Verbo, y con todos los ac- AT y consumadas por Cristo. tos de su vida, especialmente los de su muerte y resurrec- Precisamente en ella, Dios sigue realizando su voluntad ción, reconcilia totalmente a los hombres con Dios y realiza salvadora y posibilita el advenimiento de la consumación de ía plenitud dei cuito divino. De este modo, del tiempo de ia ía historia saivífíca, en ía que, en Cristo y por Cristo, ios eíe- preparación se pasa al tiempo de la realización. gidos celebrarán eternamente la liturgia celeste. Esta segunda etapa, llamada también tiempo de Cristo, Esta conexión entre liturgia e historia salvífica explica, origina un nuevo momento salvífico: el tiempo de la Iglesia, por ejemplo, el recurso frecuente de los Padres a la tipolo- ya que en el mismo momento en que Cristo cumple la obra gía veterotestamentaria a la hora de explicar los sacramen- de la salvación, nace la Iglesia como prolongación suya, para tos, sobre todo el del Bautismo (Mar Rojo, Diluvio, Nube) y comunicar a todos los hombres de todos los tiempos la efi- de la Eucaristía (Maná, Agua de la peña, Sacrificios, etc.). cacia salvífica de esta salvación. También usaron esa tipología Jesucristo y los Apóstoles se- Estas tres etapas no son realidades yuxtapuestas sino gún aparece en los Evangelios y en las Cartas. partes de un todo unitario e íntimamente relacionadas en- Se puede, pues, decir que el Antiguo Testamento, el Nue- tre sí. Así, el tiempo de la profecía prefigura y realiza de al- vo y la liturgia son partes de una única, misteriosa e insepa- gún modo el tiempo de Cristo y se orienta hacia Él, convir- rable realidad: la historia de la salvación; la cual es anuncia- tiendo todo el AT en un gran adviento. El tiempo de la Igle- da en el AT, se plenifica en el Nuevo y se actualiza inin- sia, por su parte, prolonga la fuerza salvífica del misterio pas- terrumpidamente en la liturgia. cual desde Pentecostés a la última venida de Cristo. El tiem- po de Cristo hace de llave entre los dos. G) La liturgia, realidad cultual-santificadora De esta manera la economía salvífica aparece como la realización temporal del plan trinitario salvador; es decir, Aunque algunos autores sostienen que la liturgia, tal y como un único proyecto que, iniciado en el eterno querer como está descrita en el número siete de la constitución con- de Dios, se realiza en la historia en tres tiempos sucesivos: ciliar, es una realidad horizontal que mira a la salvación de el de la profecía, el de Cristo y el de la Iglesia. Existe, pues, los hombres y no tiene en cuenta la vertiente ascendente, no una sola historia salvífica. Aquí radica la interrelación entre hay razones objetivas para sostener tal supuesto, pues la en- señanza de SC, 5-7 muestra que la liturgia es inseparable- 26 27
  • 15. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA mente culto y santificación. En este contexto, en efecto, cul- agradecimiento, el temor, la súplica, etc. Es lo que conoce- to tiene un sentido muy amplio y abarca la obra unitaria y mos con el nombre de culto natural global realizada por Cristo, la cual incluye ambos elementos. Según esto, el culto natural tiene dos grandes compo- Por eso, culto cristiano, en sentido amplio, es esa realidad to- nentes: a) el reconocimiento, por una parte, de la dignidad tal que glorifica a Dios y salva a los hombres. Para compren- de Dios, de la propia dependencia y de la obligación de orien- der mejor su naturaleza y originalidad vamos a situarlo en tar toda la existencia hacia Él; y b) la orientación fáctica de el contexto del culto natural y judío. la vida según esos postulados. En esta perspectiva el culto religioso natural aparece a) El culto natural como el conjunto de actos por los cuales el hombre, indivi- dual y colectivamente, expresa sus relaciones* con Dios. En- El culto es una realidad temporal y espacialmente uni- tre ellas destacan el honor y la sumisión, con las cuales glo- versal, pues la historia de las religiones demuestra que to- rifica a Dios por su excelencia y se somete a El. Esto origina dos los pueblos, incluso los más arcaicos y apartados de la una fuerte vinculación entre culto y glorificación. civilización, han tenido conciencia de un Ser Supremo del La virtud natural de la religión es, pues, el quicio sobre que se sentían dependientes y con el cual entraban en co- el cual gira el culto natural. De ella brotan las disposiciones municación a través de ciertos ritos. interiores que evitan caer en un vano ritualismo y vivifican Las manifestaciones de este culto, variable según pue- las manifestaciones externas que el culto ha de tener para blos y épocas, han sido fundamentalmente las siguientes: el ser verdaderamente tal. culto doméstico o familiar, que se practicaba ante los dioses domésticos, a los cuales se ofrecían ofrendas y se acudía b) El culto judío para orar; la oración pública y privada; las ofrendas de las primicias privadas y colectivas; los sacrificios, cruentos o in- Si la virtud natural de la religión origina y sustenta el cul- cruentos, realizados por particulares o por alguno en nom- to natural, el culto judío, en cambio, tiene como fundamen- bre de la colectividad; las grandes festividades en las que to los hechos salvíficos realizados en la economía antigua. participaba todo el pueblo; los lugares específicamente cul- Mediante el culto se conmemoraban los hechos del pasado tuales destinados al culto público (aunque no se excluyese y se actualizaba la fe del pueblo en el poder actuante de Dios, el privado); las peregrinaciones a lugares especialmente ve- a la vez que se estimulaba su esperanza respecto al cumpli- nerados, sobre todo para agradecer favores recibidos o para miento futuro de todas las promesas. El paradigma por an- implorar ciertos beneficios o el perdón de las culpas; y la ve- tonomasia era la Pascua. neración de los muertos y antepasados. El centro de ese culto era el Arca de la Alianza, símbolo Frecuentemente este culto cayó en deformaciones poli- de la presencia de Dios entre su pueblo. Albergada en el ta- teístas, panteístas, idolátricas, mágicas, etc.; sin embargo, es- bernáculo, se convirtió en el santuario portátil de los hebreos tas deformaciones e impurezas no invalidan el hecho ni la en su peregrinación por el desierto. Después de haber esta- universalidad del culto; más aún, manifiestan, aunque sea do colocada en Silo, Nob y Gabaón, fue fijada en el Templo imperfectamente, un sentimiento natural que brota espon- construido en Jerusalén por Salomón, desapareciendo con táneamente del corazón humano, a saber: el reconocimien- él en el momento de la cautividad y siendo sustituida por el to de la excelencia de Dios y de la propia indignidad y de- «propiciatorio» del segundo Templo. pendencia, con la consiguiente obligación de manifesetar Con la fijación del Arca en el Templo, éste se convirtió una y otra a través de todos los actos de la propia existencia en el centro del culto de Israel, pues a él quedó vinculada la y por medio de ciertas acciones, tales como la adoración, el presencia de Yahvé. Por este motivo, los fieles de todo el país 28 29
  • 16. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA venían al Templo para contemplar el rostro de Dios y tomar to superficial, ritualista y meramente externo; sobre todo parte en el culto oficial nacional que allí se celebraba. cuando se tomaba como sustitutivo de las profundas infide- En el Templo tenían lugar a diario sacrificios, entre los lidades contra Dios. Ciertamente Dios no rechazaba el cul- que destacaba, por su belleza y significado, el que se ofrecía to, pues le agradaba si procedía de un corazón recto y justo cada mañana y cada tarde en nombre de la nación. Consis- (Eccl. 35, 1-10). De hecho, el mismo Señor, sus Apóstoles y tía en la ofrenda de un cordero sin mancha, una torta de ha- su Madre participaron con asiduidad en el culto del Templo rina y aceite y una libación de vino. La ceremonia de la in- y en el sinagogal. censación del altar de oro —situado en el «Santo» —prece- Esta dimensión de interioridad, donde se realiza la con- día a esta ofrenda matutina y servía de conclusión a la ves- versión del corazón y toma forma el amor y el temor de Dios, pertina. Una vez al año, el día de la Expiación, el Sumo Sa- sería llevado hasta las últimas consecuencias por el NT. cerdote entraba en el «Sancta Sanctorum» para hacer una Dimensión escatológica. Recordando sin cesar las pro- breve oración en favor de todo el pueblo. Las personas que mesas de Dios, el culto judío alimentaba la esperanza futu- formaron parte de la institución sacerdotal y levítica estu- ra incluso en los momentos de mayor postración nacional. vieron fuertemente vinculadas a este culto, en cuanto que La lectura de textos como los que recordaban la salida eran ministros oficiales del mismo. de Egipto —que invitaban a un nuevo éxodo— y los que evo- Más tarde, el culto del Templo se vio completado por la caban la creación —que hacían esperar una nueva creación: liturgia sinagogal. Propiamente hablando, las sinagogas no la liberación y salvación definitivas— jugaron un papel de- eran lugares destinados al culto (pues éste consistía sobre cisivo. Era pues, un culto totalmente orientado hacia el fu- todo en sacrificios, los cuales se ofrecían en el Templo). Sin turo: Dios, por medio de sus promesas, se había comprome- embargo, las lecturas, cantos, y oraciones del culto sinago- tido a convertir en realidad lo que humanamente sería mera gal pueden considerarse justamente como complemento del utopía. El culto no agotaba, por tanto, su significación en el culto sacrificial. momento presente, sino que, aguijoneado por la predicación El culto judío tuvo como dimensiones específicas la co- profética, estaba volcado hacia el porvenir. Esta dimensión munitariedad, la interioridad y la proyección escatológica. escatológica sería consumada y llevada a plenitud en el cul- Dimensión comunitaria. En virtud de su elección como to cristiano. pueblo de Dios, Israel vino a ser, en cuanto comunidad na- cional, el espacio donde Dios cumplía sus promesas y el tiem- c) El culto cristiano po donde Dios desarrollaba su designio salvífico. Cuando este pueblo celebraba el culto, tenía conciencia de ser todo Observaciones generales. Aunque superior al culto natu- él «reino de sacerdotes y nación consagrada» (Ex. 19, 5-6), ral, el culto judío era y seguía siendo imperfecto, transitorio que entraba en comunión con Dios a través de ciertos actos y figurativo. No obstante, los planes salvíficos de Dios con- religiosos, que se consideraban propios de todo el pueblo y templaban la existencia de un culto real, perfecto y definiti- realizados por todos; es decir, como algo nacional y co- vo. La llegada de éste y la abolición del culto judío fue anun- munitario. ciada por Cristo a la samaritana, en respuesta a la pregunta Dimensión interior. Es un principio constante de la Ley, sobre la legitimidad cultual del templo de Garizím o del de de los libros prof éticos y de los sapienciales, la inutilidad del Sión (Jerusalén): «Nuestros padres adoraron en este monte, culto si se realiza sin las actitudes interiores que Dios espera y vosotros decís que es Jerusalén el sitio donde hay que ado- de su pueblo: «la obediencia es superior a los sacrificios y la rar. Jesús le dijo: Créeme, mujer, que es llegada la hora en docilidad más que la grasa de terneros» (1 Sam. 15, 22). De que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vo- ahí los ataques, a veces violentos en la forma, contra un cul- sotros adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que 30 31
  • 17. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA conocemos; porque la salvación viene de los judíos; pero ya nes litúrgicas, pues, al ser un culto en «espíritu y verdad», llega la hora, y es ésta, cuando los verdaderos adoradores abarca toda la existencia, que ha de ser vivida como hostia adorarán al Padre en espíritu y en verdad» (Jn. 4, 20-23). ofrecida a Dios (L G, 10). Sin embargo este culto de la pro- Pero Cristo no sólo anunció sino que instauró el nuevo pia vida (culto espiritual) está en íntima dependencia del cul- culto. Asumiendo la naturaleza humana en actitud de abso- to litúrgico, en cuanto necesita de la gracia que comunican luta obediencia al Padre (Fil. 2, 5-10), fue constituido en nue- de modo especial los sacramentos; y precisa, además, para vo Pontífice de un nuevo culto en un nuevo templo. Este cul- su desarrollo de diversos actos, momentos y lugares especí- to fue inaugurado en la Encarnación y prolongado en todos ficos. El culto cristiano no anula, por tanto, lo sagrado, lo ri- los actos de su vida oculta y ministerio público, culminado tual, lo simbólico, la conciencia de la necesidad de sacrificio, en su pasión y muerte, con la cual ofreció al Padre un sacri- etc., sino que lo eleva y purifica, superando, de una parte, la ficio perfectísimo, de incomparable naturaleza y valor res- exterioridad farisaica y, de otra, situando la religión en el ul- pecto a los sacrificios del culto antiguo. «Cristo, constituido terior de la respuesta a un Dios que llama a la unión con El, Pontífice de los bienes futuros y penetrando en el taberná- y que reclama en consecuencia la entrega de la entera exis- culo mejor y más perfecto, no hecho por manos de hombre, tencia del hombre. esto es, no de esta creación; ni por la sangre de machos ca- bríos ni becerros, sino por su propia sangre, entró de una Características del culto cristiano. El culto cristiano tiene vez para siempre en el santuario, realizando la salvación como características fundamentales las siguientes: es espiri- tual y sensible, personal y comunitario, glorificador de Dios eterna. Porque si la sangre de machos cabríos y toros y la y salvador de los hombres, terreno y escatológico. aspersión de las cenizas de la vaca santifica a los inmundos y les da limpieza de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cris- Culto espiritual y sensible. El culto inaugurado por Cris- to, que por el Espíritu Eterno se ofreció a Sí mismo inma- to en la Encarnación y consumado en la Cruz consistió esen- cialmente en la oblación interna de su voluntad, con la que culado a Dios, limpiará nuestra conciencia de las obras aceptó la voluntad del Padre con tal hondura y radicalidad, muertas, para dar culto a Dios vivo! (Heb. 9, 11-14). que para cumplirla asumió primero y entregó después la na- Este culto se prolonga en la historia por institución del turaleza humana, que le situaba en la condición de siervo mismo Cristo, que ha hecho posible la reactualización inin- (Fil. 2, 7), y la disposición real de cumplir siempre y en todo terrumpida de su sacrificio redentor y la trasmisión de su momento la voluntad del Padre (Jn. 4, 34). Fue, pues, un cul- contenido espiritual, al instituir el misterio eucarístico y los to con esta doble dimensión: interna (oblación de la volun- demás sacramentos. Gracias al carácter sensible y espiritual tad) y sensible (asunción y entrega, incluso cruenta, de la na- de los mismos, el sacrificio y los sacramentos posibilitan la turaleza humana). plena participación en el culto de Cristo. En cuanto prolongación del de Cristo, el culto cristiano Según esto, el culto cristiano, en sentido estricto, consis- tiene también este carácter espiritual y sensible, tal y como te en la actualización de las obras sacerdotales de Cristo y manifiestan los signos sacramentales, en los que aquél se en la adhesión interior y exterior a las mismas, mediante una perpetúa. Se trata, en efecto, de realidades visibles (signo ex- verdadera participación. A través de esas acciones sacerdo- terno: agua, pan, aceite, palabra, etc.) que contienen y comu- tales de Cristo-Cabeza, el cristiano se une a la adoración, ala- nican realidades invisibles (la gracia). banza, petición, oblación que Él tributó al Padre. Gracias a Uniéndonos a estos ritos sagrados «en verdad y en espí- nuestra condición de miembros del Cuerpo Místico, esos ac- ritu», imitamos la vida de Cristo, nos hacemos oblación in- tos se unen al culto que realiza el mismo Cristo, entrando terna y externa con El, y recibimos la gracia, la cual posibi- así en una esfera de absoluta dignidad y valor. lita convertir nuestra existencia en un acto de culto y en Ciertamente el culto cristiano no se agota en las accio- cumplimiento amoroso y fiel de su voluntad. 32 33
  • 18. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA Personal y comunitario. El culto que Cristo realizó du- modos de ejercer el culto cristiano. De otra parte, aunque el rante su vida, se actualiza ahora en las acciones litúrgicas, uno se realiza en el tiempo (historia) y el otro más silla, del en las que El mismo está presente y actuante. Esta presen- tiempo (metahistoria), entre ambos no existe ruptura sino ín- cia es tan radical, que las acciones litúrgicas son actos de tima comunión, pues cuando la Iglesia peregrina realiza su Cristo. Se trata, por tanto, de un culto personal. liturgia, y en particular la eucaristía, se une al «culto de la Por otra parte, cada hombre, con el Bautismo, y cada Iglesia celestial entrando en comunión y venerando en pri- cristiano, con los demás sacramentos y acciones sagradas, mer lugar la memoria de la Bienaventurada y siempre Vir- es quien tiene que incorporarse al culto que realiza Cristo, gen María, Madre de Dios, la de su esposo S. José, y la de los siendo intransferible la propia participación. También desde santos Apóstoles, mártires y la de todos los santos» (Canon esta perspectiva es personal el culto cristiano. romano). Esta comunión entre el culto terreno y el celestial Pero, de otro lado, Cristo entregó a su Iglesia, Cuerpo confiere al culto cristiano un carácter esencialmente esca- Místico y Pueblo de Dios, la realización de su culto; y la aso- tológico; carácter que se pone también de manifiesto en la ció a sí mismo, como Esposa amadísima, para que así tribu- transitoriedad del terreno frente a la situación definitiva que te al Padre un culto perfectísimo. caracteriza al celestial. Por tanto, el culto cristiano es una acción que pertenece a toda la Iglesia y que realiza la entera comunidad de los bautizados; es decir, es una realidad comunitaria. 4. La liturgia, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia5 Glorificador y santificador. Según atestigua la carta a los romanos, por la desobediencia del primer Adán entraron en El sacerdocio de Cristo realiza su única misión —glorifi- la tierra el pecado, la muerte y la condenación. La obra del cación de Dios, salvación de los hombres— mediante un tri- primer Adán fue, por tanto, desglorificadora (pecado contra ple ministerio: el profético, el litúrgico y el pastoral. Sin em- Dios) y condenadora (pérdida para el género humano). El bargo, los ministerios profético y pastoral están subordina- mismo texto añade, sin embargo, que el pecado, la muerte dos al litúrgico; en él encuentran su máxima expresión y de y la condenación fueron vencidos por la obediencia del nue- él extraen su fuerza y eficacia. vo Adán, Cristo, obediencia que le llevó a entregar su vida Efectivamente, el punto culminante del ministerio litúr- en rescate de todos, mediante una oblación amorosa al Pa- gico de Cristo: su muerte en la Cruz es, de una parte, la máxi- dre. De este modo, el nuevo Adán resituó el honor de Dios ma revelación del amor del Padre a los hombres (ministerio y la condición del hombre en un estado semejante al de la profético) y la prueba más elocuente del «no hay mayor creación-elevación. amor que dar la vida por las ovejas» (ministerio pastoral); y, Este doble movimiento continúa ahora en los actos litúr- de otra, el punto focal hacia el que mira toda la actividad gicos, pues, como hemos visto antes, actualizan y contienen profética de Cristo y la fuente de donde brota la eficacia de la obra realizada por Cristo. Una y otra son inseparables, si su ministerio pastoral. bien el aspecto glorificador es el aspecto principal del culto La Iglesia, cuya misión y ministerios se identifican con cristiano, en cuanto que la obra de Cristo tuvo como fin dar los de su Fundador, encuentra en la liturgia «la cumbre ha- gloria al Padre. cia la cual orienta toda su actividad y, al mismo tiempo, la Terreno y celestial El culto que Cristo realizó en la tierra fuente de donde extrae toda su fuerza» (SC, 10). lo continúa en la liturgia terrena y en la liturgia que realiza Según esto, la evangelización y el pastoreo culminan en en la Jerusalén celestial, donde actúa como ministro del san- la sacramentalización (liturgia). La evangelización, porque el tuario y del tabernáculo (SC, 8). «id y enseñad a todas las gentes» (Mt. 28, 19a) está radical- El culto terreno y el celestial no son dos cultos sino dos mente orientado y completado con el «bautizándolos en el 34 35
  • 19. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt. 28, cilio Vaticano U en la misma constitución de liturgia, al re- 196). El pastoreo, porque «los trabajos apostólicos se orde- comendar «encarecidamente los ejercicios piadosos del pue- nan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el Bau- blo cristiano», sobre todo «las prácticas de piedad de las igle- tismo, todos se reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, sias particulares que se celebran por mandato de los obis- participen en el sacrificio y coman la Cena del Señor» (SC, pos» (SC, 12-13), con tal de que sean «conformes a las leyes 10). y noimas de la Iglesia», «se organicen teniendo en cuenta los Por otra parte, la sacramentalización confiere eficacia, al tiempos litúrgicos», «vayan de acuerdo con la sagrada litur- pastoreo y a la evangelización, puesto que la liturgia impul- gia, en cierto modo deriven de ella y a ella conduzcan» (SC, sa «a los fieles a que, saciados con los sacramentos pascua- 13). les, sean concordes en la piedad» (SC, 10); y, más en concre- to, «la Eucaristía enciende y arrastra a los fieles a la apre- miante caridad de Cristo» (SC, 10). Un punto concreto: piedad litúrgica y piedad popular Por este motivo puede afirmar el Concilio Vaticano II que ninguna vida cristiana ni ninguna comunidad local se Frente a los errores doctrinales de algunos liturgistas construye al margen de la liturgia (PO, 6), sobre todo al mar- —eminentes, a veces, en otros campos—, decía el Papa Pa- gen de la Eucaristía; y, al contrario, una fuerte vida litúrgica blo VI en la Evangelii nuntiandv «Tanto en las regiones don- y eucarística es el medio más eficaz para potenciar la evan- de está establecida desde hace siglos, como en aquellas don- gelización y el apostolado, tanto a nivel personal como de se está implantando, se descubren en el pueblo expresio- comunitario. nes particulares de búsqueda de Dios y de fe. Consideradas Sin embargo, sería ilegítimo derivar de estas afirmacio- durante largo tiempo como menos puras, y a veces despre- nes hacia un panliturgismo teórico o práctico, pues la litur- ciadas, estas expresiones constituyen hoy el objeto de un gia no agota toda la actividad eclesial ni toda la vida nuevo descubrimiento casi generalizado. Durante el Sínodo, espiritual. los obispos estudiaron a fondo el significado de las mismas, No agota toda la actividad eclesial, porque «la Iglesia pro- con un realismo pastoral y un celo admirables. clama a los no creyentes el mensaje de la salvación, para que »La religiosidad popular, hay que confesarlo, tiene cier- todos ios hombres conozcan al Dios verdadero y a su envia- tamente sus límites. Está expuesta frecuentemente a mu- do Jesucristo y se conviertan de sus caminos haciendo pe- chas deformaciones de la religión, es decir, a las supersticio- nitencia» (SC, 9); y «a los creyentes les debe predicar conti- nes. Se queda frecuentemente a un nivel de manifestacio- nuamente la fe y la penitencia, y debe además prepararlos nes culturales, sin llegar a una verdadera adhesión de la fe. para los demás sacramentos, enseñarles a cumplir todo Puede incluso conducir a la formación de sectas y poner en cuanto mandó Cristo y estimularles a toda clase de obras de peligro la verdadera comunidad eclesial. caridad, piedad y apostolado» (Ibidem). El ministerio litúrgi- »Pero cuando está bien orientada, sobre todo mediante co, por tanto, presupone y exige el profético y el pastoral. una pedagogía de la evangelización, contiene muchos valo- Tampoco agota toda la vida espiritual, porque «el cristia- res. Refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sen- no, llamado a orar en común, debe, no obstante, entrar en cillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad y sacrifi- su cuarto para orar al Padre en secreto» y «llevar siempre cio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe. la mortificación de Jesús» en su cuerpo (SC, 12). Por eso, la Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de piedad litúrgica y la piedad extralitúrgica ni se contraponen Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y ni se excluyen, sino que se integran y potencian, según la en- constante. Engendra actitudes interiores que raramente señanza de Pío XII en la Mediator Dei, ratificada por el Con- pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen 36 37
  • 20. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida co- tidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción. Te- 5. La liturgia, realidad didascálica6 niendo en cuenta esos aspectos, la llamamos gustosamente piedad popular, es decir, religión del pueblo, más bien que A) Constatación religiosidad. Desde los orígenes la liturgia ha sido, de hecho, la prin- »La caridad pastoral debe dictar, a cuantos el Señor ha cipal escuela eclesial para alimentar la fe y la formación del pueblo cristiano. Baste pensar, por ejemplo, en el influjo del colocado como jefes de las comunidades eclesiales, las nor- catecumenado y en las homilías dominicales de los Santos mas de conducta con respecto a esta realidad, a la vez tan Padres. rica y tan amenazada. Ante todo, hay que ser sensibles a ella, Esta afirmación sigue siendo válida en nuestros días. En saber percibir sus dimensiones interiores y sus valores inne- efecto, los diversos instrumentos de formación cristiana: gables, estar dispuesto a ayudarla a superar sus riesgos de charlas, círculos de estudio, cursos o cursillos, catequesis de desviación. Bien orientada, esta religiosidad popular puede adultos, revisión de vida, etcétera, llegan a sectores minori- ser cada vez más, para nuestras masas populares, un verda- tarios. La formación religiosa de la comunidad cristiana dero encuentro con Dios en Jesucristo» (n. 48). como tal se realiza sobre todo a través de la participación en Juan Pablo U ha repetido la misma doctrina en todos sus la misa dominical y en la liturgia bautismal, funeraria y viajes apostólicos a los más variados países del mundo. Así, matrimonial. en su primer viaje a América, en 1979, decía en Guadalajara La Iglesia, consciente de esta realidad, ha reiterado fre- (México): «Esta piedad popular no es necesariamente un sen- cuentemente la importancia de la liturgia como educadora timiento vago, carente de sólida base doctrinal, como una de la fe del pueblo de Dios. Baste recordar las enseñanzas forma inferior de manifestación religiosa. Cuántas veces es, del Concilio de Trento, de Pío XI y del Vaticano II. Para el al contrario, como la expresión verdadera del alma de un Concilio Tridentino «la Misa contiene una gran instrucción pueblo, en cuanto tocada por la gracia y forjada por el en- para el pueblo cristiano» (Ses. XXII, cap. 8). Pío XI escribía cuentro feliz entre la obra de la evangelización y la cultura así a Dom Bernard Capelle: «La liturgia es la gran didascalía local. Guiada y sostenida, y si es el caso, purificada por la ac- de la Iglesia». El Vaticano II ha extendido a toda la liturgia ción permanente de los pastores, y ejercitada diariamente lo que Trento decía de la Misa (SC, 33). en la vida del pueblo, la piedad popular es de veras la pie- dad de los «pobres y sencillos». Es la manera como estos pre- B) Fundamentos del carácter didascálico de la liturgia dilectos del Señor viven y traducen en sus actitudes huma- La importancia didascálica de la liturgia se apoya sobre nas y en todas las dimensiones de su vida el ministerio de la estos cuatro pilares: los contenidos, la estructura, el lengua- fe que han recibido» (Santuario de N.S. de Zapopán, 30. XI. je y el «clima». 1979). a) Los contenidos Esta enseñanza del Concilio Vaticano II y de los últimos Papas enlaza con la praxis eclesial más remota, como ates- La liturgia no es un catecismo, un compendio del dog- tiguan los grafitos de las tumbas de los mártires, la venera- ma cristiano o una escuela que imparte conceptos religiosos llenos de claridad y vigor. Ni siquiera va dirigida, intencio- ción de la Santa Cruz, el culto y veneración de las sagradas nal y específicamente, a suscitar la fe. imágenes, etcétera. Además, hay que tener presente que mu- Sin embargo, la liturgia contiene, más o menos explici- chas prácticas de piedad han brotado de una intensa vida li- tados, los grandes temas de la fe cristiana. En efecto, a lo lar- túrgica y que la vida de los santos evidencia el influjo bené- go del año celebra el entero misterio de Cristo en sus distin- fico que ejerce la piedad extralitúrgica en la piedad litúrgica. tas fases: encarnación, pasión, muerte, resurrección, retor- 38 39
  • 21. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA no al Padre y envío del Espíritu Santo, ofreciendo así una En este sentido hay que mencionar, en primer término, síntesis muy completa del misterio de Cristo. Por otro lado, los ritos sacramentales de la liturgia reformada por Pablo a través del amplísimo leccionario de la Misa y de los sacra- VI— sobre todo la de la Eucaristía—, en los cuales la litur- mentos, presenta una visión de conjunto, substancialmente gia propiamente sacramental va precedida siempre de una íntegra, de la historia de la salvación y de la revelación. Ade- «liturgia de la palabra», en que no faltan las lecturas y la ho- más, los símbolos, especialmente los de la Misa, recogen los milía, al objeto de suscitar y/o potenciar la fe de los asisten- principales capítulos del dogma cristiano. Los ritos sacra- tes y prepararlos así a una participación más activa y fruc- mentales, por su parte, contienen los principales aspectos de tuosa. Tienen también una estructura muy didascálica las la teología sacramentaría Por último, en las oraciones euco- profesiones de fe —bautismales, eucarísticas—, las homilías, lógicas y anaforales aparecen los grandes temas trinitarios, las moniciones, etc. cristológicos, eclesiológicos, mariológicos, etc. Pueden darnos una idea aproximada unas palabras de Pablo VI referidas al contenido mariológico del Misal Roma- c) El lenguaje no actual: Dado que la instrucción no es su objetivo directo y pri- «Recorriendo los temas del Misal restaurado, vemos mario, la liturgia, en su conjunto, no está redactada en un cómo los grandes temas de la eucología romana —el tema estilo destinado a expresar o comunicar conceptos y racio- de la Inmaculada Concepción, y de la plenitud de gracia, de cinios que enriquezcan la inteligencia. la Maternidad Divina, de la integérrima y fecunda virgini- dad, del «Templo del Espíritu Santo», de la cooperación a la Sin embargo, sería un grave error concluir que el len- obra de su Hijo, de la santidad ejemplar, de la intercesión mi- guaje de la liturgia no es didáctico. El lenguaje litúrgico, en sericordiosa, de la Asunción al Cielo, de la realeza maternal efecto, no sólo se dirige a la inteligencia, sino también a la y algunos más— han sido recogidos en perfecta continuidad voluntad, a la afectividad y a la intuición. Supera, por tanto, con el pasado, y cómo otros temas, nuevos en cierto senti- el campo meramente conceptual y penetra en el de la vo- do, han sido introducidos (...). Así, por ejemplo, el tema Ma- luntad y de los sentimientos, insertándose así en un área mu- ría-Iglesia ha sido introducido en los textos del Misal con va- cho más rica y más humana. riedad de aspectos (...). Dichos textos, en la Concepción sin Por otra parte, es un «lenguaje» muy variado: lecturas, mancha de la Virgen reconocen el exordio de la Iglesia, Es- himnos, antífonas, oraciones de distinto tipo, etc., con un posa sin mancilla de Cristo; en la Asunción reconocen el fuerte equilibrio entre los diversos géneros literarios, según principio ya cumplido y la imagen de aquello que, para toda lo exige el misterio que se celebra y las personas que parti- la Iglesia, debe todavía cumplirse; en el misterio de la Ma- cipan en él. ternidad la proclaman Madre de la Cabeza y de los miem- Por último, el «lenguaje» de la liturgia no es sólo o prin- bros» (MC, 11). cipalmente la palabra hablada, cantada o meditada. Cierta- mente, la palabra ocupa un lugar muy destacado en la litur- b) La estructura gia; pero siendo ésta una realidad de signos sensibles y efi- caces, su lenguaje es el de los signos, es decir, un lenguaje La liturgia no pretende directamente ilustrar la fe ni donde «hablan» las cosas, los gestos, las posturas, el color, el transmitir enseñanzas; por este motivo, no tiene Ja estructu- movimiento, etcétera; elementos todos ellos fuertemente di- ra de un tratado, de una clase o de una encíclica. Sin em- dascálicos, tanto por la facilidad con que pueden ser capta- bargo, algunas partes de la liturgia tienen una estructura dos como por el rigor con que comunican lo que simbolizan. muy didascálica. En este sentido, no deja de sorprender que las más avanza- 40 41
  • 22. INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA das técnicas de la didáctica moderna no hayan superado, iure en las acciones litúrgicas. Sin embargo, además del sa- sino confirmado, el lenguaje que la liturgia usó desde su mis- cerdocio común existe el sacerdocio ministerial, que difiere mo nacimiento. de él esencialmente. Por tanto, no todos los que participan en la liturgia están en idéntica situación ontológica y funcio- d) El «clima» nal, sino que cada uno tiene un ministerio específico. Por La enseñanza que imparte la liturgia está en función di- otra parte, dentro del sacerdocio ministerial hay distinción recta e inmediata de la oración, puesto que pretende crear de grados y dentro del sacerdocio común diversos ministe- actitudes cultuales en quienes participan, para que vivan el rios; por lo cual, los miembros de uno y otro sacerdocio par- ticipan en la liturgia cumpliendo una misión propia. misterio de la salvación que allí se actualiza. Además, la en- señanza se trasmite haciendo vivir los misterios de la fe que El sacerdocio ministerial posee los poderes sacramenta- se celebran. La oración y la participación activa son, pues, les recibidos en el sacramento del Orden, gracias a los cua- el «clima» en el que la liturgia ejerce su función didascálica. les confecciona la Eucaristía, perdona los pecados, unge a los enfermos (obispo-presbítero), confiere el Espíritu Santo La calidad didáctica de ese «clima» es muy difícil de su- por medio de la Confirmación (el obispo como ministro ori- perar; pues, de una parte, suscita, trasmite y educa la fe con- ginario y el presbítero como extraordinario) y asegura la su- virtiendo en oración sus contenidos; y, de otra, comunica y cesión apostólica mediante el sacramento de la imposición profundiza en las verdades divinas no sólo ni primariamen- de manos (obispo). Asimismo, tiene la potestad de proclamar te de un modo conceptual, sino experiencial e iniciático. De la Palabra de Dios autoritativamente, es decir, con la autori- ahí que incluso pueda presentarse como el paradigma de dad misma de Cristo. toda la catequesis, cuya meta no sólo es la trasmisión fiel de Por tanto, quienes poseen el sacerdocio ministerial par- la doctrina sino el aprendizaje de su vivencia. ticipan en la liturgia desde una posición de capitalidad^ ejer- La liturgia aparece así como un medio de enseñanza uni- cen un ministerio presidencial en sentido teológico, no so- versal y eficacísimo, pues el hombre de cualquier cultura y ciológico; es decir: actúan en la persona, en nombre y con la situación puede captar con facilidad y hondura los misterios autoridad de Cristo. Este es el fundamento que justifica, por de la fe. ejemplo, que la anáfora o canon sea una oración privativa del sacerdote que celebra la S. Eucaristía y que excluye las llamadas «homilías dialogadas». 6. La liturgia, realidad jerárquica7 Los simples fieles, en cambio, se sitúan en un plano esen- Entre ser y misión de la Iglesia y ser y misión de la litur- cialmente diverso: reciben los sacramentos, escuchan la pa- gia existen relaciones intrínsecas y vínculos indisolubles. Por labra, comen el Cuerpo del Señor, ofrecen el sacrificio eu- eso, la liturgia, al igual que la Iglesia, tiene carácter je- carístico «no sólo por manos del sacerdote sino también en rárquico. cierto modo juntamente con él» (MD), proclaman las lectu- ras de la Palabra de Dios (lectores), cantan salmos y cánti- El Concilio Vaticano II, al tratar de esta cuestión, ha des- cos espirituales (schola y pueblo), se ayudan mutuamente a tacado dos puntos: la diversidad de ministerios litúrgicos y participar de modo más consciente y fructuoso (monitores), la regulación de la liturgia por la competente autoridad. etcétera. A) Diversidad de ministerios litúrgicos En la liturgia, por tanto, cada uno tiene su propio come- tido: ministro, lector, cantor, simple miembro. En consecuen- En virtud del Bautismo, todos los fieles son miembros cia, «cada cual, ministro o fiel, al desempeñar su oficio, hará del Pueblo de Dios y del Cuerpo Místico y participan pleno todo y sólo lo que le corresponde» (SC, 28-1). 42 43