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Agresividad El término agresividad (del latín gradior, gradi + ad = marchar contra) hace referencia a un conjunto
de patrones de actividad que pueden manifestarse con intensidad variable, incluyendo desde la pelea física hasta los
gestos o expansiones verbales que aparecen en el curso de cualquier negociación. La palabra agresividad procede del
latín, en el cual es sinónimo de acometivididad. Implica provocación y ataque.

Es un concepto originario de la biología, que ha dado relevancia a su vínculo con el instinto sexual y el sentido de
territorialidad, que también es asumido por la psicología.

Como adjetivo, y en sentido vulgar, hace referencia a quien es propenso a faltar al respeto, a ofender o a provocar a
los demás. Se presenta como una mezcla secuenciada de movimientos con diferentes patrones, orientados a conseguir
distintos propósitos. La conducta agresiva es una manifestación básica en la actividad de los seres vivos. Su presencia
en la totalidad del reino animal y los resultados de las investigaciones sobre la misma le dan el carácter de fenómeno
"multidimensional" (Huntington y Turner, 1987; Mos y Oliver, 1988).

cuencias negativas de la agresividad La agresividad tiene su origen en multitud de factores, tanto internos como
externos, tanto individuales como familiares y sociales (económicos y políticos, en este último caso). La adicción a
sustancias (las popularmente denominadas "drogas") y los cambios emocionales del individuo, tanto a un nivel
considerado no patológico por los especialistas en salud mental como a un nivel considerado patológico (neurosis,
depresión, trastorno maníaco-depresivo o trastorno bipolar) pueden generar también comportamientos agresivos y
violentos. La agresividad puede presentarse en niveles tan graves que puede generar comportamientos delictivos, o
por lo menos obligar a que se remita a quien padece este tipo de conductas a un centro psiquiatrico. La agresividad
patológica puede ser autodestructiva, no resuelve problemas, no es realista y es consecuencia de problemas
emocionales no resueltos y también de problemas sociales diversos. La agresividad es, como la ansiedad, un
comportamiento o conducta que, a cierto nivel, se considera normal, funcional y necesaria para la supervivencia y la
vida cotidiana pero que, a ciertos otros niveles, se considera anormal, disfuncional y generadora de muchos otros
problemas de salud. La agresividad puede llegar a ser devastadora contra los que nos rodean o contra nosotros
mismos. Cuando no somos capaces de resolver un problema, nos desesperamos y, para salir de la desesperación,
generamos una rabia terrible, que, si no es canalizada, puede ser destructiva.

Aparte de causar daño físico a las víctimas, puede servir para coaccionar e influir en la conducta de otras personas,
para demostrar el poder que se tiene entre los subordinados y para conseguir una reputación e imagen de líder. Una de
las formas de manejar nuestra ansiedad es por medio del poder, y la agresividad genera miedo en los demás. Y el
miedo genera una sensación de poder.

Las personas que suelen ser muy agresivas necesitan ayuda por parte de profesionales de la salud mental (psicólogos,
psiquiatras, trabajadores sociales, neurólogos, incluso etólogos). Entre otras muchas consideraciones, las
frustraciones generan agresividad porque no es posible conseguir aquello que se desea. La agresividad se puede
dirigir hacia lo que genera la frustración, ya sea mediante agresión física o verbal o indirecta, desplazando la agresión
hacia una tercera persona o hacia un objeto.

Una persona agresiva impone su punto de vista, su definición del problema, sus derechos o la satisfacción de sus
necesidades, empleando estrategias que generan miedo, culpa o vergüenza. Esto lo hace mediante violencia física o
violencia verbal. Es una estrategia muy efectiva, pero si es demasiado explícita puede verse seriamente castigada por
la sociedad.

Tipos de agresividad

     •    Agresividad física (golpes, patadas, etc).
     •    Agresividad verbal (insultos).
     •    Agresividad facial (gestos).
     •    Agresividad indirecta (hacia objetos de la persona afectada).

Manifestaciones de la agresividad La agresividad puede manifestarse en cada uno de los niveles que integran al
individuo: físico, emocional, cognitivo y social. Su carácter es polimorfo.

Se puede presentar en el nivel físico, como lucha con manifestaciones corporales explícitas. En el nivel emocional
puede presentarse como rabia o cólera, manifestándose a través de la expresión facial y los gestos o a través del
cambio del tono y volumen en el lenguaje, en la voz. Desde un nivel cognitivo puede estar presente como fantasías
destructivas, elaboración de planes agresivos o ideas de persecución propia o ajena. El nivel social es el marco en el
cual, de una manera o de otra, toma forma concreta la agresividad.

.
¿Qué causa la agresividad? El análisis de la agresividad en los animales revela una serie de condiciones
básicas por las que más o menos todas las especies, pero especialmente las situadas hacia el extremo
más elevado de la escala evolutiva, recurren a infligir heridas y muerte a otras especies o incluso a
miembros de la propia especie. La conducta de depredación para el propio sustento es la causa más
obvia de la conducta destructivo hacia otras especies. También instiga violencia la obtención de un
territorio que proporcione las condiciones necesarias para la subsistencia. En términos generales, estas
situaciones se traducen en agresión por alimento y abrigo en beneficio de la supervivencia. La
agresividad dentro de una misma especie sirve para los mismos fines en situaciones de escasez de
recursos. Adicionalmente, la agresión dentro de la especie persigue fines reproductivos, como en las
luchas entre machos por el acceso a hembras sexualmente receptivas. Este tipo de agresión puede
considerarse dirigido a la preservación de la especie. Generalmente se acepta, no obstante, que a
diferencia de la agresión de la depredación, el objeto de la agresividad dentro de una especie no es
provocar heridas o muerte, sino inducir a los rivales a ceder en la competencia por los recursos.

¿Y en el caso de los humanos? ¿Se producen agresiones en las mismas circunstancias? Algunos
estudiosos sugieren que las condiciones que provocan la agresividad son esencialmente las mismas para
todas las especies y que no hay nada especial en la agresividad de los humanos. Al fin y al cabo, los
humanos comúnmente matan a otras especies para ali mentarse, entablan guerras por el control del
territorio, infligen heridas y muerte a otras personas para hacerse con sus objetos de valor y recurren a
la violencia para defender lo que estiman y quieren. A menudo, la rivalidad sexual también conduce a la
brutalidad. Los humanos, como tantas otras especies, están dispuestos a utilizar la fuerza para
conseguir lo que desean.
Otros estudiosos creen que estas analogías son insuficientes, y llaman la atención sobre la evolución del
neocórtex humano y sobre el hecho de que nuestra capacidad mental supera ampliamente la de
cualquier otra especie. La reflexión moral -la capacidad de juzgar lo que es bueno y justo en cada
circunstancia- y el control volitivo en este caso la capacidad de controlar las acciones propias de acuerdo
con nuestra evaluación moral- son los protagonistas de estas teorías. Quienes las defienden aceptan la
existencia de impulsos agresivos arcaicos, pero creen que, por regla general, la racionalidad es capaz de
controlarlos. Por consiguiente, sostienen que es poco o nada lo que podemos aprender indagando en la
división entre lo humano y lo animal.
Personalmente, nú posición es integradora: reconozco tanto nuestra antigua herencia evolutiva como la
comparativamente reciente expansión de nuestras facultades cognitivas.
Se acepta generalmente que el cerebro evolucionó a partir de un núcleo reptiliano, envuelto después por
el sistema límbico, una serie de estructuras que apareció con los paleomamíferos y que fueron, a su vez,
encapsuladas por el neocórtex, una estructura originada en los neomamíferos. A pesar del desarrollo de
un neocórtex especialmente grande, nuestro cerebro ha conservado la estructura tripartita que integra
las estructuras aparecidas con anterioridad durante la evolución. Lo que es más importante, estas
estructuras continúan ejerciendo su influencia sobre todas las conductas vitales de los humanos tal como
lo han hecho durante miles de años.
El sistema límbico controla todas las emociones humanas, y la amígdala, una de las partes de este
sistema, se ha revelado como la más importante de las estructuras en el control de la agresividad. Esta
estructura participa en la inspección del entorno en busca de indicaciones de peligro y, cuando éste se
presenta, se encarga de iniciar los procesos endocrinos que nos ayudan a enfrentamos físicamente al
peligro con eficacia.
 Para enfrentarse a un amenaza inmediata de peligro, un individuo precisa un aporte instantáneo de
energía que le permita realizar acciones vigorosas, principalmente evitar la amenaza atacando o eludirla
retirándose velozmente. La energía necesaria se hace disponible por mediación de la liberación
sistémica de, sobre todo, hormonas adrenales que estimulan el sistema nervioso simpático gracias sobre
todo al aporte de glucosa a los músculos esqueléticos.
Esta serie de respuestas define la conocida reacción de ataque/huida, ideal para las emergencias que
pueden ser resueltas con un episodio de acción enérgica. En términos evolutivos, el mecanismo para
este tipo de acción ha hecho un buen servicio a la especie, pues ha ayudado a los humanos a sobrevivir
en confrontaciones inesperadas con depredadores o con otros humanos hostiles. La capacidad de
alzarse con energía y nervio, con un sentimiento de fuerza y seguridad para enfrentarse a un reto, de
concentrarse únicamente en el aquí y ahora para enfrentarse a un peligro ha demostrado ser muy
adaptativa.
Pero este valor adaptativo ha quedado comprometido en la sociedad moderna. Por regla general, las
amenazas de peligro ya no pueden resolverse mediante el asalto directo o la huida espontánea. Las
consecuencias adversas del gas radón en la vivienda, por ejemplo, no pueden eliminarse mediante la
acción física instantánea, por mucha energía que el cuerpo acapare para enfrentarse a una aparente
emergencia. Tampoco nos sirven de mucho las estrategias de ataque y huida a la hora de enfrentamos
a problemas como los impuestos o el calentamiento global. Pero probablemente lo más importante es
que la sociedad impone sanciones para restringir, con penalizaciones, la resolución de los conflictos
comunes por medio de acciones violentas o evasivas. No es aconsejable que cuando un conductor
negligente nos abolla el coche, lo golpeemos en un ataque de rabia; del mismo modo, cuando alguien
debe a su excónyuge la manutención para los hijos, escapar impulsivamente del país no suele ser una
solución factible. Todos estos casos de provocación y frustración activan, no obstante, las estructuras
arcaicas del cerebro para iniciar reacciones enérgicas, por mucho que estas reacciones hayan perdido su
utilidad en la mayoría de las situaciones. Esto a menudo promueve una cólera irresistible y desencadena
una acción violenta que, sin embargo, no sirve para eliminar la causa de la emoción.
Para comprender las emociones de miedo y cólera conviene reconocer su función inicial tanto como su
más reciente disyunción. La función inicial era doble: abastecer la energía necesaria para una acción
rápida y enfocar la atención en el aquí y ahora de la acción. Estas dos respuestas, denominadas
impulsividad de acción y déficit cognitivo, todavía caracterizan nuestros ataques de cólera y rabia. La
primera insta a la acción agresiva con independencia de la eventual utilidad de la acción; la segunda, a
causa de la ocupación cognitiva en la situación inmediata, hace que el individuo descuide las
¡aplicaciones no inmediatas de su acción. Este deterioro del control cognitivo, que deja a las personas
ciegas a las consecuencias de sus acciones violentas, incapacita a la persona lo bastante como para que
se considere una forma de demencia temporal mitigante de la responsabilidad.
La propensión a cometer actos de violencia destructivo sin duda reside en todos nosotros. Las amenazas
de perjuicios y envilecimiento incitan reacciones que, a niveles extremos, conducen irremisiblemente a
conductas incontroladas, ¡repulsivas y agresivas. Los residuos de frustraciones inconexas y los desafíos
de la vida diaria a menudo entran en nuestra reacción ante circunstancias específicas. Puesto que la
cólera puede ser alimentada por distintas fuentes de estimulación, a menudo ocurre que desacuerdos
aparentemente sin importancia acaban degenerando en furia y conflictos violentos.
Hasta el momento hemos considerado la influencia -en ocasiones disfuncional- de las estructuras
arcaicas del cerebro. Ahora nos ocuparemos de la influencia de las nuevas estructuras que nos separan
de las otras especies: el neocórtex, con sus poderes de asociación, anticipación e inferencia.
 La mayoría de los investigadores de la agresión abraza la teoría de que la racionalidad superior que nos
proporciona el neocórtex es el antídoto contra la violencia y ve en la racionalidad la panacea para todas
las bajas compulsiones humanas. Sin duda la racionalidad puede impedir las explosiones de cólera, y a
menudo lo hace. Pero incluso un somero aso de los registros de violencia impulsivo y destructivo
muestra que, cuando se trata de prevenir la violencia, a menudo nos falla la razón.
Lo que es más importante, la racionalidad no sólo no nos ofrece un antídoto efectivo contra la violencia,
sino que es la causa directa de una nonne proporción de la violencia perpetrada por unos humanos
contra otros. Es nuestra capacidad de razonar la que nos dice que apoderarse de las posesiones ajenas
por la fuerza y de modo que se minimicen o eviten enteramente las repercusiones es una fórmula para el
éxito. Es así que nos aprovechamos de nuestra capacidad de anticipación para tramar estrategias que
saquen beneficio de la violencia. Y esto no sólo pone a cada individuo en riesgo de coaccionar a otros
por medio de la violencia, sino que también inspira la violencia organizada y la guerra.
La agresividad humana no recibe únicamente la ayuda de nuestra superior capacidad de anticipación y
de las estrategias que ésta nos permite urdir, sino que se ve impulsada por lo que algunos consideran la
forma más elevada de racionalidad: el razonamiento moral. Los conceptos morales de equidad y castigo
justo constituyen importantes fuentes de agresión. Los agravios comparativos en materia de justicia
social que nos sitúan en el extremo más pobre en recompensas pese a haber invertido esfuerzos
comparables son exasperantes e instigan a la agresión. La violación de nuestro sentido de la justicia
exige represalias. Si se nos agravia, clamamos venganza. El deseo de tomar represalias para enmendar
entuertos conduce frecuentemente a conflictos interpersonales. Las guerras suelen entablarse cuando
alguien convence a la población de que las humillaciones pasadas no pueden dejarse impunes. En
ocasiones, incluso la consumación de la más vil de las atrocidades se interpreta y defiende como un
mandato moral, generalmente por referencia a una autoridad divina.
Así pues, el mismo neocórtex que nos permite reconocer las lacras sociales y los peligros globales de la
violencia nos proporciona razones y vías de agresión nuevas y exclusivamente humanas. Tanto la
meticulosamente razonada concepción de estrategias de agresión eficaz como la justificación moral de
la agresión son aspectos que no se encuentran en ninguna otra especie. Estos motivos para la agresión
nos separan del resto de los animales. Al mismo tiempo, no obstante, compartimos todavía con los
primates y otras especies los motivos para la agresión que residen en las estructuras arcaicas de nuestro
cerebro trino.
       Hablamos de AGRESIVIDAD cuando el niño muestra tendencia a atacar a otro individuo o
individuos, con la intención de causar un daño físico o psicológico. La fuerza física declarada en un clara
agresión; pero también la burla, el abuso verbal y el sarcasmo, son formas de agresividad.
     El instinto agresivo se halla en todas las especies, Por lo general tiene una función (conseguir
alimento, defender el territorio, etc.)
     Es frecuente, decir que el hombre es el único animal que mata por placer.
      De todas formas, es necesario evaluar que, en muchas de las conductas agresivas humanas,
aparentemente gratuitas, hallaríamos una base de instintos territoriales (afirmar el poder, demostrar la
supremacía, afirmar la imagen de sujeto dominante, etc.)
     Las normas imbuidas por la socialización entran fácilmente en conflicto en el caso de la agresividad.
     El mandato bíblico de "poner la otra mejilla" resulta poco útil en la mayor parte de nuestras
sociedades, donde resulta más prudente escapar o defenderse, que ofrecer mejillas.
     Durante el proceso de socialización, el niño adquiere conceptos básicos acerca de la agresividad y de
sus usos. Estudios efectuados por Sears, Mccoy y Levin (1957) demostraron que la aplicación de los
castigos severos por conductas agresivas en niños genera, en éstos, grados muy altos de agresividad. Es
decir, que el castigo contribuye a reforzar algo que quienes lo aplicaban, querían erradicar. De todas
formas, en aquellos casos en que los castigos por agresividad eran particularmente severos, conducían a
una disminución de la agresividad, expresada también en forma de conductas inconvenientes: apatía y
pasividad.
     En la mayor parte de los casos, el niño es instruido acerca de cuando es correcto y cuando no
expresar conductas agresivas, o hasta que grado es correcto hacerlo.
     Las perturbaciones en este proceso, ya sea porque en el ambiente "flota" una excesiva agresividad,
o porque el niño tiene ocasión de visualizar escenas de agresividad, pueden hacer que el niño interiorice
unas creencias acerca de la conducta agresiva, las cuales le harán entrar en conflicto con el medio que le
rodea.

     ¿Cuáles son los métodos adecuados para evitar o medrar la conducta agresiva en niños?
Las expondremos a continuación.

TRATAMIENTO:
NO ESTIMULAR LA AGRESIVIDAD

     No agredir a los niños ni física, ni verbalmente.
     La agresividad de los niños no es ni no un reflejo de la que reciben o de la que visualizan. debemos
evitar los castigos físicos y las actitudes agresivas y culpantes a la hora de reconvenirles por sus
actuaciones.
    Tengamos en cuenta que al hablar de "no agredirles" nos referimos a gran cantidad de
comportamientos, no solamente agresiones físicas.
     Si muchos nos apuran, las agresiones de tipo físico serían un mínimo porcentaje de las que reciben
los niños.
     Pero, hay muchas actitudes de enfado, exigencia, inculpación, etc., que deben ser consideradas
verdaderas situaciones de agresividad.

Por ejemplo:
mantener en casa un clima de discusiones
establecer situaciones de competitividad
buscar culpables en lugar de buscar soluciones
insistir en que es necesario saber "quien tiene la culpa"
reñir o chillar por que ya está hecho
usar la disciplina como un castigo (cuando lo ideal es que los niños aprendan a respetar la disciplina, no
a odiarla, que es lo que pasará si se les amenaza con ella
emplear cualquier tipo de amenaza o admonición para hacerles obedecer
demostrarles que cuando nos enfadamos conseguimos lo que queremos (en tiendas, restaurantes,
ventanillas, etc.)
negarnos a hacer las paces, si hemos caído en el error de enfadarnos con ellos


EL CASTIGO FISICO DEBE QUEDAR TOTALMENTE PROSCRITO

Si castigamos físicamente a un niño le estamos enseñando que es lícito pegar cuando estamos
enfadados con alguien
Al menos, corremos el riesgo de que ellos lo interpreten así, con lo que no deberá extrañarnos sus
respuestas de agresividad
Los padres que pegan a sus hijos pequeños, muchas veces lo hacen para descargar su propia agresividad
y/o para afirmar su poder que no saben como demostrar, imponer)
Cuantas veces se trata de padres o madres que, a su vez, fueron también pegados de pequeños
Desgraciadamente las imágenes perduran, y los habitos de conducta aprendidos en la infancia tienden a
perpetuarse.
Los niños al nacer no están enfadados
El enfado y la agresividad se aprenden al convivir con el enfdo y la agresividad en el ambiente más
próximo
Es cierto que tales tácticas han sido empleadas por generaciones... pero bueno es que empecemos a
abolir estos malos hábitos.

    Con tácticas de amenaza o de agrsión, los hijos aprenden que es necesario portarse bien... cuando
nosotros estamos cerca, pero no crean la necesaria disciplina interna para desenvolverse con
autosuficiencia.

Niños agresivos

Les voy a hacer una consulta que quisiera que fuese contestada muy ampliamente.
Quisiera que me brindara ideas y técnicas para ayudar a los ninos muy agresivos!!
Le estaré eternamente agradecida si me da muchas ideas y técnicas. Su fiel admiradora!
Soledad                                                                              E.

Existen distintas técnicas para controlar y ayudar a los niños agresivos, pero antes de
nada, habría que plantearse porqué un niño es agresivo, dependiendo de la respuesta la eficacia de una
técnica u otra variará. Te mencionaré dos que han demostrado su eficacia en el tratamiento de la
conducta       agresiva,    “el    tiempo      fuera”     y    “la     economía        de     fichas”.
La primera consiste en retirar las condiciones del medio que permiten al niño obtener un beneficio al
realizar la conducta agresiva, o bien sacarle de esta situación durante un determinado período de
tiempo. Si optamos por sacarle de la situación,el lugar al que se lleve al niño ha de ser un sitio sin
posibilidad de entretenerse, aburrido, pero no un lugar que lo aterrorice. Puede utilizarse con niños que
pegan a otros en un aula, porque los demás se ríen y le atienden. En este caso la solución sería sacarle
temporalmente del aula. Hay que tener en cuenta que habrá que aplicar la técnica inmediatamente
después de que el niño realice la conducta indeseable y que también habrá que alabarle cuando utilice
conductas apropiadas. Si se pone en práctica habrá que ser consistente aunque el niño se queje o
prometa no volver a hacerlo. Cuando esta técnica se utiliza con niños, el tiempo fuera debe de ser de
duración moderada (no más de un minuto por cada año de edad del niño). La otra técnica recibe el
nombre de "Economía de Fichas". Esta, permite ir eliminando las conductas desadaptativas a costa de
incrementar las adaptativas. Consiste en entregarle al niño una ficha cada vez que realice la conducta
que queremos instaurar, y que sustituirá a la conducta agresiva. Un número “x” de estas fichas podrá ser
intercambiado, cada cierto tiempo, por premios. Es importante que al principio la conducta a instaurar
sea seguida de una ficha, que la entrega de fichas sea abundante (aunque para ello haya que facilitar un
ambiente adecuado) y que las fichas tengan un alto valor, es decir, pocas fichas serán suficientes para
obtener el premio. Con todo esto se pretende que el niño se motive a participar. A la larga obtener una
ficha y un regalo se irá haciendo cada vez más complejo. Si te interesa hay un libro sobre esta técnica
titulado “Economía de fichas”, Autor: Ayllón,T y Azrín, N (1974) Ed. México-Trillas, explica la técnica de
forma             sencilla           y           con             muchos             ejemplos.
Existen otras muchas técnicas (control del diálogo interno, técnicas de auto control...) pero lo importante
es saber aplicarlas y ser constantes
¿qué podemos entender por agresividad en los niños?
Cuando se habla de agresividad, se está hablando de hacer daño, físico o psíquico, a una otra persona.
De una acción intencionada manifestada a través de patadas, arañazos, gritos, empujones, palabrotas,
mordidas,         corrida        del        pelo,       etc.,        a        otra         persona.

Este comportamiento es relativamente común y a menudo aparece cuando el niño cumple un año.
Cuando el bebé nace, trae impulsos amorosos y agresivos que, con el tiempo y con el cuidado de los
padres, empezará a construir vínculos afectivos y a desarrollar sus relaciones personales. Esta es una
fase muy importante. Su personalidad será construida a partir de su conocimiento del mundo a su
alrededor. Para eso, es necesario que el bebé se sienta protegido y cuidado en su entorno familiar.
La influencia de la familia
La familia es uno de los elementos más relevantes dentro del factor sociocultural del niño. La familia lo
es todo para él. La familia es su modelo de actitud, de disciplina, de conducta y de comportamiento. Es
uno de los factores que más influyen en la emisión de la conducta agresiva. Está demostrado que el tipo
de disciplina que una familia aplica al niño, será el responsable por su conducta agresiva o no. Un padre
poco exigente, por ejemplo, y que tenga actitudes hostiles, y que esta siempre desaprobando y
castigando con agresión física o amenazante constantemente a su hijo, estará fomentando la
agresividad en el niño. Otro factor que induce al niño a la agresividad es cuando la relación entre sus
padres es tensa y conturbada. Dentro del factor sociocultural influirían tanto el tipo de barrio donde se
viva como expresiones que fomenten la agresividad, como "no seas un cobarde".

Los factores orgánicos tipo hormonal, mecanismos cerebrales, estados de mala nutrición, problemas de
salud, etc., también influyen en el comportamiento agresivo. Y dentro del factor social, el niño que no
tiene estrategias verbales para afrontar las situaciones difíciles, será fácilmente conducido a la agresión.
TEMAS controlar la agresividad bebé llorón caracter de los niños que castigo cuidados especiales niños violentos
violencia educación castigados fuerte genio

INTRODUCCION
La agresividad infantil constituye una de las principales quejas de padres y educadores respecto de los niños,
dándose con frecuencia. A menudo nos enfrentamos a niños agresivos, manipuladores o rebeldes pero no sabemos
muy bien como debemos actuar con ellos o cómo podemos incidir en su conducta para llegar a cambiarla.
Pero sin duda, uno de los principales problemas presentados por la agresividad infantil es el de su elevada
correlación con trastornos equivalentes a adultos, especialmente relacionados con la conducta antisocial. Un
comportamiento excesivamente agresivo en la infancia predice no solo la manifestación de agresividad durante la
adolescencia y la edad adulta, sino la existencia de una mayor probabilidad de fracaso académico y de la existencia
de otras patologías psicológicas durante la edad adulta, debido fundamentalmente alas dificultades que estos niños
encuentran en socializarse y adaptarse a su propio ambiente.
Estas razones justifican sobradamente la importancia de realizar esta monografía, la cual consta de seis capítulos. El
primero abarca la definición de la agresividad infantil como también de la conducta agresiva. En segundo capitulo
se refiere sobre la clasificación del comportamiento agresivo. El tercer capitulo se mencionan las teorías sobre el
comportamiento agresivo y en el cuarto capitulo sobre factores influyentes en la conducta agresiva.
El quinto capitulo trata sobre el tratamiento del comportamiento agresivo, el sexto capitulo abarca la prevención de
comportamientos agresivos en los niños y por ultimo el séptimo capitulo sobre las investigaciones sobre agresividad
infantil.
AGRESIVIDAD INFANTIL

1.1 DEFINICION
La palabra agresividad viene del latín "agredí" que significa "atacar". Implica que alguien esta decidido a imponer su
voluntad a otra persona u objeto incluso si ello significa que las consecuencias podrían causar daños físico o psíquico
(Pearce, 1995).
Buss (1961), define a la agresividad como una respuesta consistente en proporcionar un estimulo nocivo a otro
organismo.
Bandura (1973) dice que es una conducta perjudicial y destructiva que socialmente es definida como agresiva.
Patterson (1977) dice que la agresión es "un evento aversivo dispensando a las conductas de otra persona". Utiliza
el termino "coerción" para referirse al proceso por el que estos eventos aversivos controlan los intercambios
diádicos.
Para Dollar, Miller, Mowrer y Sear (1939) es una conducta cuyo objetivo es dañar a una persona o aun objeto.
Revisando las diferentes definiciones podemos concluir que la agresividad es cualquier forma de conducta que
pretende causar daño físico o psicológico a alguien u objeto, ya sea este animado o inanimado.
1.2 CONDUCTA AGRESIVA
Las conductas agresivas son conductas intencionadas, que pueden causar daño ya sea físico o psíquico. Conductas
como pegar a otros, burlarse de ellos, ofenderlos tener rabietas o utilizar palabras inadecuadas para llamar a los
demás.
II. CLASIFICACION DEL COMPORTAMIENTO AGRESIVO
2.1 Según la modalidad
Puede tratarse de una agresión física (por ejemplo un a taque a un organismo mediante armas o elementos
corporales) o verbal (como una respuesta vocal que resulta nocivo para el otro organismo, como, por ejemplo,
amenazar o rechazar).
2.2 Según la relación interpersonal
La agresión puede ser directa (por ejemplo, en forma de amenaza, ataque o rechazo) o indirecta (que pude ser
verbal como divulgar un cotilleo, o física, como destruir la propiedad de alguien).
Según el grado de actividad implicada
La agresión puede ser activa (que incluye todas las mencionadas) o pasivas (como impedir que el otro puedas
alcanzar su objetivo, o como negativismo). La agresión pasiva suele ser directa, pero a veces puede manifestarse
indirectamente.
En el caso de los niños, generalmente suele presentarse la agresión en forma directa, como un acto violento contra
una persona. Este acto violento puede ser físico, como patadas, pellizcos, empujones, golpes, etc.; o verbal, como
insultos, palabrotas, amenazas. También puede manifestar la agresión de forma indirecta o desplazada, según el
cual el niño arremete contra los objetos de las personas que ha sido el origen del conflicto.
III. TEORIAS SOBRE EL COMPORTAMIENTO AGRESIVO
De acuerdo a Ballesteros (1983), las teorías que se han formulado para explicar la agresión, pueden dividirse en:
Teorías Activas
Son aquellas que ponen el origen de la agresión en los impulsos internos, lo cual vendría a significar que la
agresividad es innata, por cuanto viene con el individuo en el momento del nacimiento y es consustancial con la
especie humana. Estas teorías son las llamadas teorías biológicas. Pertenecen a este grupo las Psicoanalíticas
(Freud) y las Etológicas (Lorenz, store, Tinbergen, Hinde) principalmente.
La teoría Psicoanalítica postula que la agresión se produce como un resultado del "instinto de muerte", y en ese
sentido la agresividad es una manera de dirigir el instinto hacia afuera, hacia los demás, en lugar de dirigirlo hacia
uno mismo. La expresión de la agresión se llama catarsis, y la disminución a la tendencia a agredir, como
consecuencia de la expresión de la agresión, efecto catártico.
Por su parte lo Etólogos han utilizado sus observaciones y conocimientos sobre la conducta animal y han intentado
generalizar sus conclusiones al hombre. Con el conocimiento de que, en los animales, la agresividad es un instinto
indispensable para la supervivencia, apoyan la idea de que la agresividad en el hombre es innata y pude darse sin
que exista provocación previa, ya que la energía se acumula y suele descargarse de forma regular.
Teorías Reactivas
Son teorías que ponen el origen de la agresión en el medio ambiente que rodea al individuo, y percibe dicha agresión
como una reacción de emergencia frente a los sucesos ambientales. A su vez las teorías reactivas podemos
clasificarlas en teorías del Impulso y teoría del Aprendizaje Social.
Las teorías del Impulso comenzaron con la hipótesis de la frustración-agresión de Dollar y Millar (1939) y
posteriormente han sido desarrolladas por Berkoviitz (1962) y Feshbach (1970) entre otros. Según esta hipótesis, la
agresión es una respuesta muy probable a una situación frustrante, es la respuesta natural predominante a la
frustración.
La hipótesis afirma que la frustración activa un impulso agresivo que solo se reduce mediante alguna forma de
respuesta agresiva. Sin embargo, cada vez se ha hecho más evidente que la hipótesis de la frustración-agresión no
puede explicar todas las conductas agresivas. De modo que parece ser que la que la frustración facilita la agresión,
pero no es una condición necesaria para ella. La frustración es solo un factor; y no necesariamente el mas
importante que afecta la a la expresión de la agresión (Bandura, 1973).
La teoría del aprendizaje social afirma que las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación u observación
de la conducta de modelos agresivos. Enfatiza aspectos tales como aprendizaje observacional, reforzamiento de la
agresión y generalización de la agresión.
El Aprendizaje Social considera la frustración como una condición facilitadota, no necesaria, de la agresión. Es decir
la frustración produce un estado general de de activación emocional que puede conducir a una variedad de
respuestas, según los tipos de reacciones ante la frustración que se hayan aprendido previamente, y según las
consecuencias reforzantes típicamente asociadas a diferentes tipos de acción.
Para explicar el proceso de aprendizaje del comportamiento agresivo se recurre a las siguientes variables:
Modelado: La imitación tiene un papel fundamental en la adquisición y el mantenimiento de las conductas agresivas
en los niños. Según la teoría del Aprendizaje social, la expocision a modelos agresivos debe conducir a
comportamientos agresivos por parte de los niños. Esta opinión esta respaldada por diversos estudios que muestran
que se producen aumentos de la agresión después de la expocision a modelos agresivos, aun cuando el individuo
puede o no sufrir frustraciones. Congruentemente con esta teoría, los niño de clases inferiores manifiestan mas
agresiones físicas manifiestas que los niños de clase media, debido probablemente, a que el modelo de las clases
inferiores típicamente mas agresivo directa y manifiestamente.
Reforzamiento: El reforzamiento desempeña también un papel muy importante en la expresión de la agresión. SI u
niño descubre que puede ponerse en primer lugar de la fila, mediante su comportamiento agresivo, o que l e agrada
herir los sentimientos de los demás, es muy probable que siga utilizando los métodos agresivos, si no lo controlan
otras personas.
Los Factores situacionales: También pueden controlar la expresión de los actos agresivos. La conducta agresiva varia
con el ambiente social, los objetivos y el papel desempeñado por el agresor en potencia.
Los factores cognoscitivos: Desempeñan también un papel importante en la adquisición y mantenimiento de al
conducta agresiva. Estos factores cognoscitivos pueden ayudar al niño a autorregularse. Por ejemplo, puede
anticipar las consecuencias de alternativas a la agresión ante la situación problemática, o puede reinterpretar la
conducta o las intenciones de los demás, o puede estar conciente de lo que se refuerza en otros ambientes o puede
aprender a observar, recordar o ensayar mentalmente el modo en que otras personas se enfrentan a las situaciones
difíciles.
IV. FACTORES INFLUYENTES EN LA CONDUCTA AGRESIVA
Uno de los factores que influyen en la emisión de la conducta agresiva es el factor sociocultural del individuo, ya que
es el responsable de los modelos a que haya sido expuesto, así como de los procesos de reforzamientos que haya
sido sometido. Si en el abundan modelos agresivos, la adquisición de estos modelos desadaptados será muy fácil.
La familia es, durante la infancia, uno de los elementos más importantes del ámbito sociocultural del niño. Las
interacciones entre padres e hijos van moldeando la conducta agresiva mediante las consecuencias reforzantes
inherentes a su conducta.
El niño probablemente, generalice lo que aprende acerca de la utilidad y beneficios de la agresión a otras
situaciones,. En estas circunstancias, el pone a prueba las consecuencias de su conducta agresiva. Las familias que
permiten el control de las conductas mediante el dolor, tienen una alta probabilidad de producir niños que muestren
altas tasas de respuestas nocivas. La conducta agresiva del niño acaba con gran parte de la estimulación aversiva
que recibe.
Dentro de la familia, además de los modelos y refuerzos, son responsables de la conducta agresiva el tipo de
disciplina a que se le someta.
Se ha demostrado que una combinación de disciplinas relajadas y pocos exigentes con actitudes hostiles por parte
de ambos padres fomenta el comportamiento agresivo en los hijos. El padre poco exigente es aquel que hace
siempre lo que el niño quiere, accede a sus demandas, le permite una gran cantidad de libertad, y en casos extremos
le descuidad y le abandona.
El padre que tiene actitudes hostiles, principalmente no acepta al niño y lo desaprueba, no suele darle afecto,
comprensión o explicación y tiende a utilizar con frecuencia el castigo físico, al tiempo que no da razones cuando
ejerce su autoridad. Incluso puede utilizar otras modalidades de agresión como la que ocurre cuando insultamos al
niño por no hacer adecuadamente las cosas, o cuando lo comparamos con el amigo o con el hermano, etc. Tras un
largo periodo de tiempo, esta combinación produce nuños rebeldes, irresponsables y agresivos.
Otro factor familiar influyente es la incongruencia en el comportamiento de los padres. Incongruencia en el
comportamiento de los padres se da cuando los padres desaprueban la agresión y, cuando esta ocurre, la castigan
con su propia agresión física o amenaza al niño. Los padres que desaprueban la agresión y que la detienen, pero con
medios diferentes al castigo físico, tienen menos probabilidad de fomentar acciones agresivas posteriores.
Es decir una atmósfera tolerante en la que el niño sabe que la agresión es una estrategiapoco apropiada para salirse
con la suya, en la que ese le reprime con mano firme pero suave y es capas de establecer imites que no se puede en
absoluto traspasar, proporción el mejor antídoto a largo plazo para un estilo agresivo de vida. Enseñarle al niño
medios alternativos acabara también con la necesidad de recurrir a peleas.
La inconsistencia en el comportamiento de los padres no solo puede darse a nivel de comportamientos e
instrucciones, sino también a nivel del mismo comportamiento. En este sentido puede ocurrir, que respecto del
comportamiento agresivo del niño, los padres unas veces los castiguen por pegar a otro y otras veces le ignoren, por
lo que no le dan pautas consistentes. Incluso a veces pude ocurrir que los padres entre si no sean consistentes, lo que
ocurre cuando el padre regaña al niño pero no lo hace la madre.
De este modo, el niño experimenta una sensación de incoherencia acerca de lo que debe hacer y de lo que no debe
hacer. Se ofrece incoherencia al niño, también cuando se le entrena en un proceso de discriminación en el sentido de
que los padres castiguen consistentemente la agresión dirigida hacia ellos pero a la ves refuercen positivamente la
conducta agresiva de sus hijos hacia personas ajenas a su hogar.
Las relaciones deterioradas entre los propios padres provocan tensiones que pueden inducir al niño a comportase
agresivamente.
Otro factor reside en las restricciones inmediatas que los padres imponen a su hijo. Restricciones no razonables y
excesivos "haz y no hagas" provocan una atmósfera opresiva que induce al niño a comportarse agresivamente. Por
ultimo, en el ámbito familiar, puede fomentarse la agresividad con expresiones que la fomenten. Estas son
expresiones del tipo "pero ¿pero no puede ser mas hombre?".
El ambiente mas amplio en que el niño vive también puede actuar como un poderoso reforzador de la conducta
agresiva. El niño puede residir en un barrio donde la agresividad es vista como un atributo muy preciado. En tal
ambiente el niño es apreciado cuando se le conoce como un luchador conocido y muy afortunado. Los agresores
afortunados son modelos a quienes imitaran los compañeros.
Además de los factores socioculturales también influyen factores orgánicos en el comportamiento agresivo. En este
sentido factores hormonales y mecanismos cerebrales influyen en la conducta agresiva. Estos mecanismos son
activados y producen los cambios corporales cuando el individuo experimenta emociones como rabia, excitación
miedo. Por tanto, factores físicos tales como una lesión cerebral o una disfunción también pueden provocar
comportamientos agresivos.
También estados de mala nutrición o problemas de salud específicos pueden originar en el niño una menor
tolerancia a la frustración por no conseguir pequeñas metas, y por tanto pueden incrementarse las conductas
agresivas.
Otro factor del comportamiento agresivo es el déficit de habilidades necesarias para afrontar situaciones
frustrantes. Bandura (1973) indico que la ausencia de estrategias verbales para afrontar el estrés a menudo conduce
a la agresión. Hay datos experimentales que muestran que las mediaciones cognitivas insuficientes pueden conducir
a la agresión. Camp (1977) encontró que los chicos agresivos mostraban deficiencias en el empleo de de habilidades
lingüísticas para controlar su conducta; responden impulsivamente en lugar de responder tras la reflexión.
No solo el déficit en habilidades de mediación verbal se relaciona con la emisión de comportamientos
agresivos. Es responsable también el déficit en habilidades sociales (HHSS) para resolver conflictos. Las
HHSS se aprenden a lo largo de las relaciones que se establecen entre niños y adultos u otros niños. Se
adquieren gracias a las experiencias de aprendizaje. Por lo que es necesario mezclarse con niños de la
misma edad para aprender sobre la agresión, el desarrollo de la sociabilidad, etc.
V. TRATAMIENTO DEL COMPORTAMIENTO AGRESIVO
Tratar la conducta agresiva no implica simplemente su reducción o eliminación, sino que también es necesario
fortalecer comportamientos alternativos a la agresión. Por lo tanto hablar de cómo tratar la agresión, resulta
imprescindible hablar también de cómo incrementar comportamientos alternativos. Son varios los procedimientos
con que se cuenta para ambos objetivos, entre ellos tenemos a:
5.1 Procedimientos para controlar antecedentes
Los antecedentes se refieren a factores de la situación inmediata que se produce antes de que el niño emita la
conducta agresiva. Controlamos los antecedentes manipulando los estímulos ambientales que elicitan la conducta
agresiva, así como aquellos que elicitan conductas alternativas. Algunas formas de manipulación de antecedentes
son las siguientes:
5.1.1 Reducción de estímulos discriminativos
Se puede controlar los antecedentes eliminando la presencia de estímulos discriminativos. Por ejemplo en casa, no
dejando por mucho tiempo solos a dos hermanos cuando suele ocurrir que uno de ellos suele agredir al otro.
5.1.2 Modelamiento de comportamiento no agresivo
Se puede facilitar la emisión de comportamientos alternativos a la agresión exponiendo al niño a modelos que
tengan prestigio para el, manifestando conductas alternativas a la agresión. Y no solo mostrando esas conductas
alternativas sino mostrando también como dicho comportamiento es recompensado.
5.1.3 Reducir la expocision a modelos agresivos
Un procedimiento útil para reducir la frecuencia de emisiones agresivas consiste en que, especialmente, los padres y
maestros no modelen este tipo de comportamiento. Así pues cunado intentamos regañar al niño por algo que ha
hecho, intentaremos no modelar conductas agresivas.
5.1.4 Reducción se estimulación aversiva
Puesto que el comportamiento agresivo puede ser instigado por la presencia de diversos estímulos aversivos como
conflictos, expresiones humillantes o carencia de cuidados necesarios durante la infancia, un modo de reducir el
comportamiento agresivo consiste en reducir la presencia de este tipo de estimulación.
5.2 Procedimientos para controlar las consecuencias
Las consecuencias se refieren a lo que ocurre inmediatamente después de que el niño emita la conducta agresiva.
Para eliminar el comportamiento agresivo controlando las consecuencias que le siguen contamos con una serie de
procedimientos que podríamos agrupar en: a) procedimientos de extinción; b) procedimiento de castigo, y c)
procedimiento de conductas alternativas.
Los dos primeros tienen como objetivo reducir el comportamiento agresivo. El último tiene como objetivo
incrementar comportamientos alternativos a la agresión. Los procedimientos de castigo pueden ser positivos o
negativos.
Hablamos de castigo negativo cuando el individuo deja de estar en contacto con un evento positivo, tras haber
emitido la conducta inadaptada. Puede tratarse del procedimiento de "Costo de respuesta" o del procedimiento de
"Tiempo Fuera". Hablamos de castigo positivo cuando aplicamos una consecuencia aversiva tras emitir la conducta
agresiva. Son muchas las formas que puede tomar dicha consecuencia. Por ejemplo, puede tratarse de un azote o
cualquier otro estimulo físico, o de una reprimenda o un grito, o de un gesto de desaprobación, etc.
Para eliminar el comportamiento agresivo controlando las consecuencias que le siguen se cuenta con los siguientes
procedimientos:
5.2.1 Extinción
Se basa en la idea de que una conducta que se mantiene gracias a las recompensas que recibe, puede
desaprenderse si deja de ser recompensada. Es decir, si una conducta dada ya no produce los efectos esperados, su
influencia tiende a disminuir. Si el niño emite una conducta agresiva y no sucede nada, se dará cuenta de ello y
abandonara ese modo de comportarse. Por tanto el procedimiento de extinción consiste simplemente en suprimir
los reforzadores que mantienen la conducta agresiva.
5.2.2 Procedimientos de castigo
Castigamos una conducta aplicando consecuencias aversivas o eliminando eventos positivos una vez que el niño ha
agredido. En el primer caso se trata de castigo positivo. En el segundo de castigo negativo. Son procedimiento de
castigo negativo el procedimiento de Tiempo Fuera y el procedimiento de Costo de Respuesta.
5.2.2.1 Tiempo Fuera
Es un procedimiento mediante el cual el niño que se comporta de modo agresivo es apartado físicamente de todas o
muchas de las fuentes de reforzamiento durante un periodo de tiempo. Igual que con la extinción, el propósito es
reducir la conducta agresiva. Pero se diferencia en que la extinción supone la supresión del refuerzo, mientras que
en el tiempo Fuera el niño es apartado de la situación reforzante.
5.2.2.2 Costo de respuesta
Consiste en retirar algún reforzador positivo contingentemente a la emisión de la conducta agresiva. Es
especialmente eficaz cuando se combina con reforzamiento de conducta apropiada. De tal modo que lo que el niño
pierde por omitir la conducta inapropiada es parte de lo conseguido por emitir la conducta apropiada. Por lo general
se utiliza dentro de un contexto de economía de fichas, en el que se ganan puntos por emitir la conducta adecuada.
También puede consistir el Coste de respuesta en perdida de privilegios como no ver televisión o no salir a recreo.
5.2.2.3 Castigo físico
Al aplicar el castigo físico tendríamos que dar, por ejemplo, un azote una vez que el niño se ha comportado
agresivamente. Concretamente en el caso del comportamiento agresivo, es al técnica menos indicada por lo
contraproducente que puede llegar a ser. Y es que ocurre que el castigo físico puede tener una serie de efectos
colaterales que lo contraindican. De hecho, es el método menos afectivo para cambiar la conducta del niño.
Presentamos algunas de las razones por la no se aconseja el castigo físico para este trastorno:
En primer lugar, imagínese la contradicción que representa el padre que da un azote a su hijo para decirle que deje
de pegar al hermano. ¡Esta modelando la precisamente la conducta que desea eliminar! Posiblemente el niño
aprenda que el ataque físico es un medio legitimo de conseguir lo que se quiere y de controlar a los otros igual que
lo hace su padre.
Los métodos físicos de castigo suelen conducir a la hostilidad a muchos de los niños a quienes se les aplica.
Si son los padres quienes aplican castigo físico constantemente puede ocurrir que estén enseñando al niño a que les
tema y le desagraden, ya que cualquier estimulo asociado con el castigo tiende a convertirse en algo desagradable.
El castigo puede suprimir momentáneamente la conducta agresiva, pero los efectos a largo plazo son menos
atractivos. Se ha demostrado que los delincuentes han sido normalmente victimas de más ataques de adultos que
los no delincuentes.
En definitiva, no es aconsejable la aplicación sistemática de castigo porque sus efectos son generalmente negativos;
se imita la agresividad, aumenta la ansiedad del niño, y se incrementan las conductas de evitación, como minino.
Reprimendas
Otra forma menos contraproducente de aplicar castigo positivo es mediante estímulos verbales como reprimendas o
gritos. Puesto que las reprimendas no causan daños físicos es un tipo castigo menos censurable que el castigo físico.
Si se utiliza sistemáticamente puede resultar una técnica eficaz para reducir la conducta agresiva. Las reprimendas
pueden consistir en un simple ¡No!. Para que resulte eficaz:
Debe darse cada vez que se emita la conducta agresiva.
La persona que suministra la reprimenda debe estar cerca físicamente del niño, y especificarle claramente cual es la
conducta por la que se le reprende.
Debe mirar al niño a los ojos, emplear una voz firme y sujetarle firmemente mientras le reprende.
Debe ser seguida de elogios por comportarse adecuadamente después de la reprimenda.
Sobrecorrección
Esta técnica tiene como fin corregir las consecuencias de la conducta agresiva y facilitar que el agresor asuma al
responsabilidad de tal conducta, Resulta útil en los casos en que ni la extinción, ni el costo de respuestas, ni el
tiempo fuera, ni el reforzamiento de conductas incompatibles ha tenido afecto, La sobrecorrecion puede aplicarse en
forma de sobrecorreccion restitutiva o en forma de practica positiva o en ambas juntas. Normalmente antes de
aplicar la sobrecorreccion se da una reprimenda ("No pegues"), una descripción de la conducta inadaptada ("Estas
insultando a tu hermana") o la manifestación de una regla ("No insultes a la gente").
Sobrecorrección restitutiva: Aquí se requiere que el niño restituya el daño que ha originado y sobrecorrija o mejore el
estado original de las cosas. Por ejemplo, por pegar a alguien, se le puede exigir al niño que acaricie el área
lastimada durante treinta segundos y que después pida disculpas diez veces después de cada incidente. Este modo
de actuar ante la conducta agresiva se conoce también como entrenamiento en el respeto a otros.
Práctica positiva: Consiste en la repetición de una conducta deseable. Por ejemplo, si el niño ha dado patadas a los
juguetes tendrá que colocar al juguete tirado en su lugar y, además, ordenar todos los juguetes presentes aunque
no los haya tirado.
Reforzamiento diferencial
Consiste en reforzar otras conductas emitidas por el niño excepto la que deseamos eliminar, en este caso la
conducta agresiva.
Son dos las modalidades de reforzamiento diferencial que resultan útiles para el tratamiento de la conducta
agresiva:
Reforzamiento de omisión: Se refuerza al niño cuando lleva un tiempo sin emitir la conducta agresiva.
Reforzamiento de conductas alternativas o incompatibles: Se refuerza al niño por emitir precisamente una conducta
incompatible con la agresión. Incompatible quiere decir que no puede darse al mismo tiempo que la conducta
agresiva. Una conducta incompatible a la agresión ante una situación conflictiva seria una conducta de cooperación,
o asertiva, o cualquier otro tipo de interacción no agresiva.
Ambos procedimientos permiten superar algunas de las consecuencias negativas que podría tener el uso de la
extinción. Puesto que con la extinción el niño deja de recibir la atención que hasta entonces recibía por la conducta
agresiva, al aplicar el reforzamiento diferencial continuamos atendiendo al niño, solo que ahora lo hacemos por
comportarse adecuadamente.
Además si combatimos el reforzamiento de conductas incompatibles con algunas de las técnicas anteriormente
vistas, no solo el indicamos al niño lo que esta mal, sino que también el decimos que es lo que debe hacer, al tiempo
que nos encargamos de incrementar la probabilidad de ocurrencia de la conducta adecuada.
VI. PREVENCIÓN DE COMPORTAMIENTOS AGRESIVOS EN LOS NIÑOS
Para prevenir el comportamiento agresivo la mejor estrategia consiste en disponer el ambiente de modo que el niño
no aprenda a comportarse agresivamente, y por el contrario, si lo dispongamos de modo que le resulte asequible el
aprendizaje de conductas alternativas a la agresión. Usted puede disponer el ambiente modelando, instruyendo y
reforzando conductas adaptativas al tiempo que no refuerza las conductas agresivas.
Siempre que se encuentre ante una situación conflictiva ya sea ante su pareja o con su propio hijo o con cualquier
otra persona, modele la calma por medio de la expresión facial, la postura, los gestos, lo que dice y el tono, la
velocidad y el volumen con que dice las cosas. Modele también comportamientos asertivos para defender sus
propios derechos.
En ningún caso y bajo ningún pretexto, deje que desde pequeño el niño consiga lo que desea cuando patalea, grita o
empuja a alguien. Espere a dárselo cuando lo pida de forma calmada. Si aun el niño no ha tenido la oportunidad de
aprender como se pide calmadamente las cosas, déle instrucciones acerca de cómo debe hacerlo, y refuércele con
una sonrisa, o un "así me gusta". Refuerce siempre cualquier intento que el niño, aunque muy pequeño, muestre de
comportarse adaptativamente en situaciones conflictivas.
VII. INVESTIGACIONES
7.1 Investigaciones a Nivel Nacional
Espinosa (1996) investigo la relación entre conducta agresiva y ambiente familiar en niños de educación primaria,
constatando que la presencia de un ambiente familiar adverso (problemas de pareja, familia extensa, maltrato
infantil, indigencia) esta asociada a conductas agresivas en los niños, y que a mayores problemas familiares se
correlaciona con una mayor dificultad infantil.
Castro (1996) investigo acerca de las características familiares y psicosociales que influyen en la conducta agresiva
de los niños preescolares del cono norte de Lima, hizo un estudio descriptivo analítico de corte transversal de treinta
niños entre 3 y 6 años de edad con sus respectivos parientes (82 adultos), los instrumentos que empleo fueron: ficha
de recolección de datos de la familia, un cuestionario de agresividad para niños (preferencias televisivas) y otra para
adultos de Buss Durkee, los resultados a los que llego le permitieron establecer que existe relación entre los modelos
de la conducta; padres familiares , la televisión y la conducta del niño. Por lo tanto concluyo que le puntaje de
agresividad del niño tiene que ver con una mala relación con sus familiares (agresiva-autoritaria) encontró además
una relación estadísticamente significativa (p<0,01) entre la agresividad del niño sus preferencias por programas
infantiles de televisión (programas infantiles agresivos), además hallo que en las familias conformadas por mas de 5
miembros presentaba un agresividad alta.
7.2 Investigaciones a Nivel Internacional
Frías, Ríos, Martínez y Palacios (1992) investigaron la relación entre el aprovechamiento escolar y la conducta
agresiva, a cien niños de 1er grado de primaria, hallando una correlación negativa entre ambos, así a mayor nivel de
agresión existía menor aprovechamiento escolar.
Henenkohl, Egolf y Henenkohl (1997) evaluaron antecedentes preescolares para la conducta antisocial adolescente
en un seguimiento de 16 años a 457 niños preescolares con y sin maltrato. Los sujetos fueron detectados entre los
18 meses y 6 años de edad en una evaluación preescolar (referida ala dinámica familiar y a la estrategia de afronte
en familias abusadoras y no abusadoras) evidenciándose que la disciplina física severa, una negativa calida en la
interacciones madre-hijo, y la experiencia de abuso sexual, están relacionados con una mayor conducta antisocial
adolescente en niños que provienen de familias abusadoras comparado con niños que provienen de famillas no
abusadoras.
CONCLUSIONES
La agresividad es cualquier forma de conducta que pretende causar daño físico o psicológico a alguien u objeto, ya
sea este animado o inanimado.
Las conductas agresivas son conductas intencionadas, que pueden causar daño ya sea físico o psíquico. Conductas
como pegar a otros, burlarse de ellos, ofenderlos tener rabietas o utilizar palabras inadecuadas para llamar a los
demás.
La conducta agresiva es un comportamiento dependiente de factores situacionales y organismicos. Se acepta
factores hereditarios, pero se da primordial importancia a factores ambientales.
Tratar la conducta agresiva no implica simplemente su reducción o eliminación, sino que también es necesario
fortalecer comportamientos alternativos a la agresión. Por lo tanto hablar de cómo tratar la agresión, resulta
imprescindible hablar también de cómo incrementar comportamientos alternativos.
Para prevenir el comportamiento agresivo la mejor estrategia consiste en disponer el ambiente de modo que el niño
no aprenda a comportarse agresivamente, y por el contrario, si lo dispongamos de modo que le resulte asequible el
aprendizaje de conductas alternativas a la agresión.

¿Cómo los niños pueden volverse agresivo? El experimento Bobo Doll
Posted by Cecilia
June 16, 2008

¿De dónde proviene la agresividad de las personas? Una posibilidad es que provenga de la imitación de patrones
agresivos en la infancia. En 1961, el psicólogo Albert Bandura llevo a cabo el experimento más importante al
                                     respecto, conocido como el experimento del muñeco Bobo o Bobo Doll
                                     experiment.
                                     Bobo resulta ser un muñeco inflable del tamaño de un niño pre-puber y fue
                                     utilizado por Bandura para estudiar el aprendizaje social en los niños, es decir
                                     la forma en que estos aprenden por imitación.
                                     Bandura se propuso exponer a un grupo de niños a diferentes patrones de
                                     conducta de los adultos, algunas altamente agresivas y otras sin agresividad.
                                     Luego buscó estudiar si los niños repetían la conducta vista en el adulto cuando
                                     éste no se hallaba presente. Bandura pensó cuatro hipótesis respecto de los
                                     resultados del experimento:
                                     1- Que los niños que habían visto la conducta agresiva del adulto iban a imitarla
2-Que los niños que habían visto al adulto no agresivo iban a ser menos agresivos incluso que el grupo control (aquel
que no vio ningún modelo de adulto).
3-Que los niños eran más proclives a imitar la conducta del adulto si éste era de su mismo género
4-Que los varones eran más proclives que las mujeres a exhibir conducta agresiva, en tanto la agresión tiende a
estar mayormente presente en hombres.
Para el experimento, Bandura utilizó un conjunto de 36 niños varones y 36 mujeres. 24 niños fueron expuestos a
conductas agresivas, 24 a no agresivas y 24 formaron el grupo control
La exposición a la conducta del adulto se hizo de la siguiente forma: Cada niño entraba en una sala y se sentaba en
un rincón rodeado de atractivos juguetes. Del otro lado de la sala se situaba el adulto con el muñeco Bobo. Allí los
encargados de mostrar conductas agresivas dañaban verbalmente a Bobo a la vez que lo agredían físicamente. El
modelo no agresivo jugaba con otros juegos e ignoraba completamente a Bobo.
Pasado el momento de exposición al modelo adulto, los niños volvían a entrar en la salita rodeados de juguetes,
entre ellos Bobo. Los investigadores estudiaban la conducta de los niños midiendo la agresión que ahora ellos
presentaban a Bobo.
Bandura encontró que los chicos que habían visto al modelo agresivo tendían en mayor medida también a agredir a
Bobo, los porcentajes fueron del 38,2 % de agresión para los varones y del 12,7 % para las niñas, las agresiones
verbales fueron las más imitadas. Por el contrario fue escasa o nula la actividad agresiva mostrada por el grupo
expuesto a modelos no agresivos, pero no fue mayor que la del grupo sin modelo, con lo cual queda indeterminada
la hipótesis de que los modelos no agresivos inhiben la agresividad más que la ausencia de modelo.
En relación a los géneros, los resultados apoyaron la tercer hipótesis de Bandura. Los niños copiaban más las
conductas agresivas cuando las realizaba alguien se su mismo género.
Por ultimo el experimento también corroboró la cuarta hipótesis, la frecuencia de la repetición de conductas
agresivas en los niños varones fue muy superior a la de las mujeres.
Este experimento ha sido pionero en el estudio de la agresividad, y a aportado sustento a la teoría del aprendizaje
social, basado en la imitación por parte de los niños de aquello que ven en los adultos.
Esto refuerza la idea de la importancia que tiene la conducta de los adultos en el ambiente familiar y el modo en que
sus comportamientos marcan la conducta futura de los niños.
Educación especial
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Educación especial es aquella destinada a alumnos con necesidades educativas especiales debidas a sobredotación
intelectual o discapacidades psíquicas, físicas o sensoriales. La educación especial en sentido amplio comprende
todas aquellas actuaciones encaminadas a compensar dichas necesidades, ya sea en centros ordinarios o
específicos.
Aunque la atención educativa a deficientes sensoriales (generalmente auditivos y visuales) se viene prestando en
España desde el s. XVI la adopción legal del término educación especial es reciente viniendo a sustituir a otros aun
vigentes en ciertos países de Hispanoamérica como defectología que tienen evidentes connotaciones negativas.
En los últimos años del siglo XX se ha propuesto en España y otros países la sustitución del término educación
especial por el de necesidades educativas especiales siguiendo las recomendaciones del informe Warnock, publicado
en 1978 y difundido a lo largo de la década siguiente. Esta nueva definición supone hacer énfasis en la concepción
de la educación básica como un servicio que se presta a la ciudadanía para que alcance sus máximas
potencialidades y por tanto en la obligación del sistema de proporcionar apoyos y medios técnicos y humanos para
compensar los déficits del alumnado en el acceso a los aprendizajes básicos imprescindibles para afrontar la vida
adulta.
                                               La agresividad infantil




Junto a la desobediencia, la agresividad infantil es uno de los problemas de los que más se quejan los
padres y educadores; muchas veces aparecen unidos ambos tipos de problemas.

El comportamiento agresivo es muy común en los niños. Es mucho más frecuente en los primeros años, y
luego va bajando. El nivel máximo se da sobre los 2 años, a partir de los cuales disminuye hasta alcanzar
niveles más moderados en la edad escolar. Así, cuando decimos que un niño mayor es agresivo, decimos
que tiene la misma frecuencia de conductas que el de 2 o 3 años.

Se puede decir que la agresividad es relativamente deseable en el proceso de socialización, entendida
como cierta dosis de combatividad, gracias a la cual se pueden ir consiguiendo pequeños logros. Pero
esa dosis no debe pasar los límites aceptables para que se considere como adaptativa. No es bueno que
el niño tenga miedo a ejercer sus derechos, pero tampoco lo es dejar rienda suelta a la agresividad. El
niño agresivo no se encuentra a gusto ni con los demás ni consigo mismo. Los ataques agresivos
fomentan respuestas agresivas por lo que es normal descubrir que estos niños no son populares. El
comportamiento agresivo dificulta las relaciones sociales y la correcta integración en cualquier
ambiente.

Igualmente hay que tener en cuenta que algunas manifestaciones de agresividad son admisibles en una
etapa de la vida pero no lo son en otras. Es normal que un niño en sus primeros años de desarrollo llore,
patalee, golpee..., pero en etapas posteriores estas conductas no son aceptables. Después de los 6 años
estas conductas suelen convertirse en insultos verbales, acusaciones... Si estas conductas llegan a
consolidarse, independientemente de la edad que tenga el niño, es muy probable que tenga problemas
en                                el                              futuro.

Muchos padres piensan que estos problemas de los niños son hereditarios y por ello no se les puede
ayudar.... bueno, toda conducta humana es afectada por la herencia pero en mayor medida por el
ambiente. La herencia no se puede cambiar, pero el entorno sí. Así, hay que saber que el problema
puede resolverse. Entre los niños hay diferencias a la hora de aprender, pero todos pueden cambiar su
comportamiento. La mayoría de fracasos a la hora de resolver problemas de conducta en los niños no se
deben a que el niño no sea capaz de aprender, sino a la ignorancia de los adultos sobre cómo puede
modificarse                 el                comportamiento                   humano.

Las conductas agresivas se suelen aprender por imitación u observación de la conducta de modelos agresivos, es
decir, el niño tiende a imitar los modelos de conducta que se le presentan La reacción de cada niño depende de
cómo haya aprendido a reaccionar ante las situaciones conflictivas. Si vive rodeado de modelos agresivos, irá
adquiriendo un repertorio conductual caracterizado por una tendencia a responder agresivamente a las situaciones
conflictivas. El niño no es adivino, no nace sabiendo, ni aprende solo; no puede saber cómo debe comportarse si no
es viendo cómo lo hacen los demás. Los niños aprenderán a comportarse de acuerdo a los patrones de conducta que
les presentemos, según los modelos que tengan oportunidad de observar y según las consecuencias de las conductas
que observan.
3.10.1. Integración educativa
Concepto
Birch (1974) define la integración educativa como un proceso que pretende unificar las educaciones ordinaria y
especial con el objetivo de ofrecer un conjunto de servicios a todos los niños, en base a sus necesidades de
aprendizaje.
Kaufman (1985), define la integración en el marco educativo "mainstreaming" como: " referida a la integración
temporal, instructiva y social de un grupo de seleccionado de niños excepcionales, con sus compañeros normales,
basada en una planificación educativa y un proceso `programador evolutivo e individualmente determinado. Esta
integración requería una clasificación de responsabilidades entre el personal educativo regular y especial y el
personal administrativo, instructor y auxiliar".
La NARC (National association of Retarded Citizens, USA) la define como: "la integración es una filosofía o principio
de ofrecimiento de servicios educativos que se pone en práctica mediante la provisión de una variedad de
alternativas instructivas y de clases, que son apropiadas al plan educativo, para cada alumno, permitiendo la
máxima integración instructiva, temporal y social entre alumnos deficientes y no deficientes durante la jornada
escolar normal".
La integración educativa supone que:
a) Un niño que se escolariza por primera vez y que por sus características podría haber sido dirigido al centro
especial,               es               acogido            en               el            centro              ordinario.
b) Niños que están en centros especiales pasan a centros ordinarios en alguna de las modalidades de integración.
c) Niños que están a tiempo total en una unidad de educación especial de un centro ordinario lo vamos
incorporando                   paulatinamente                al               aula              ordinaria.
d) Niños y niñas que se encuentran en el aula ordinaria que en otras circunstancias pasarían a un lugar más
restrictivo -aula especial o centro específico- ahora van a continuar en esa aula ordinaria.
Todo esto teniendo en cuenta una serie de premisas como por ejemplo:
1. - Éste es un proceso difícil y complejo y depende de muchas circunstancias: del propio niño o niño, del centro y de
la      familia,      Cada       caso      requiere    un       estudio     y      un    tratamiento       determinado.
2. - Existen, distintas situaciones o modalidades de integración. No siempre será posible que el alumno se integre en
el aula ordinaria de un colegio ordinario; esto es lo ideal hacia lo que se debe tender, pero habrá casos en que, por
diversas       circunstancias,        su     modalidad       de       integración     tenga       que      ser      otra.
3. - La ubicación de un niño en un lugar o ambiente determinado no será para siempre, son que, mediante revisiones
periódicas, se intentará proporcionarle situaciones que supongan un mayor nivel de integración.
4. - Este proceso de integración se inicia con la valoración e identificación de las necesidades educativas especiales
del alumno y lleva aparejado el proporcionarle las ayudas personales, materiales, adaptaciones curriculares, etc.,
que                         posibiliten                   un                       mayor                      desarrollo.
5. - No supone la integración una simple ubicación física en el ambiente menos restrictivo posible, sino que significa
una participación efectiva en las tareas escolares, que le proporcione la educación diferenciada que precise,
apoyándose en las adaptaciones y medios que sean pertinentes en cada caso.
Ideas esenciales de la Educación Inclusiva

La inclusión es un concepto teórico de la pedagogía que hace referencia al modo en que se debe dar respuesta en la
escuela a la diversidad. Es un término que surge en los años 90 y pretende sustituir al de integración, hasta ese
momento el dominante en la práctica educativa. Su supuesto básico es que hay que modificar el sistema para
responder a todos los alumnos, en vez de entender que son los alumnos quienes se tienen que adaptar al sistema,
integrándose                                                  en                                                   él.
Tabla                                            de                                               contenidos[ocultar]
1              Ideas            esenciales            de             la              Educación              Inclusiva
2                                                                                                    Implementación
3            Delimitación           conceptual           entre           integración            e           inclusión
4             Desarrollo            del           concepto             de             Inclusión            Educativa
5                                                 Enlaces                                                   externos

Ideas                  esenciales               de                la                Educación                  Inclusiva
La educación inclusiva se presenta como un derecho de todos los niños, y no sólo de aquellos calificados como con
Necesidades Educativas Especiales (NEE). Pretende pensar las diferencias en términos de normalidad (lo normal es
que seamos diferentes) y de equidad en el acceso a una educación de calidad para todos. La educación inclusiva no
sólo respeta el derecho a ser diferente como algo legítimo, sino que valora explícitamente la existencia de esa
diversidad. Se asume así que cada persona difiere de otra en una gran variedad de formas y que por eso las
diferencias individuales deben ser vistas como una de las múltiples características de las personas. Por lo tanto,
inclusión total significaría la apuesta por una escuela que acoge la diversidad general, sin exclusión alguna, ni por
motivos relativos a la discriminación entre distintos tipos de necesidades, ni por motivos relativos a las posibilidades
que ofrece la escuela. Desde esta postura, el uso de espacios y tiempos separados para cualquier alumno en
determinados momentos se niega por su carácter excluyente. Los principios de la escuela inclusiva están
ideológicamente       vinvulados       con       las      metas       de       la      educación       multicultural.

Implementación
Las escuelas inclusivas suponen un modelo de escuela en la que los profesores, los alumnos y los padres participan y
desarrollan un sentido de comunidad entre todos los participantes, tengan o no discapacidades o pertenezcan a una
cultura, raza o religión diferente. Pretenden una reconstrucción funcional y organizativa de la escuela integradora:
adaptar la instrucción y proporcionarles apoyo a todos los estudiantes de modo que profesores ordinarios y
profesores de apoyo trabajan conjuntamente y coordinadamente dentro del contexto natural del aula ordinaria,
favoreciendo el sentido de pertenencia a la comunidad y la necesidad de aceptación, sean cuales fuesen las
caracaterísticas                             de                             los                             alumnos.
La escuela inclusiva forma parte de un proceso de inclusión más amplio; supone la aceptación de todos los alumnos,
valorando sus diferencias; exige nuevos valores en la escuela; implica incrementar la participación activa (social y
académica) de los alumnos y disminuir los procesos de exclusión; supone crear un contexto de aprendizaje inclusivo
desarrollado desde el marco de un currículo común; exige la reestructuración escolar y el abordar a esta desde una
perspectiva         institucional;      es      un       proceso        inacabado,        no       un         estado.

Delimitación               conceptual             entre              integración             e             inclusión
Las      principales      diferencias    entre      integración     e      inclusión     son     las     siguientes:
- La integración se basa en la normalización de la vida de los alumnos con necesidades educativas especiales; sin
embargo, la inclusión se presenta como un derecho humano, por lo que se trata de un objetivo prioritario a todos los
niveles y que, además, se dirige a todos los alumnos y a todas las personas, pues la heterogeneidad es entendida
como                                                                                                         normal.
- La integración se centra en los alumnos con necesidades educativas especiales, para los que se habilitan
determinados apoyos, recursos y profesionales, mientras que la inclusión se basa en un modelo sociocomunitario en
el que el centro educativo y la comunidad escolar están fuertemente implicados, conduciendo al mejoramiento de la
calidadeducativa en su conjunto y para todos los alumnos. Se trata de una organización en sí misma inclusiva, en la
que       todos       sus      miembros      están       capacitados      para       atender      la     diversidad.
- La integración propone la adaptación curricular como medida de superación de las diferencias de los alumnos
especiales; la inclusión propone un currículo común para todos en el que implícitamente vayan incorporadas esas
adaptaciones. El currículo no debe entenderse como la posibilidad de que cada alumno aprenda cosas diferentes,
sino         más           bien        que         las        aprenda           de        diferente         manera.
- La integración supone, conceptualmente, la existencia de una anterior separación o segregación. Una parte de la
población escolar que se encuentra fuera del sistema educacional regular se plantea que debe ser integrada a éste.
En este proceso el sistema permanece más o menos intacto, mientras que quienes deben integrarse tienen la tarea
de adaptarse a él. La inclusión supone un sistema único para todos, lo que implica diseñar el currículo, las
metodologías empleadas, los sistemas de ensenanza, la infraestructura y las estructuras organizacionales del
sistema educacional de modo tal que se adapten a la diversidad de la totalidad de la población escolar.

Desarrollo                del                concepto                de              Inclusión             Educativa
El origen de la idea de inclusión se sitúa en la Conferencia de 1990 de la UNESCO en Tailandia, donde se promovió la
idea de una Educación para todos. A raíz de esta conferencia, en la llamada Conferencia de Salamanca en 1994, se
da una adscripción a esa idea de modo casi generalizado como principio y política educativa, proclamándose
principios que han de guiar la política y práctica en la construcción de una educación para todos.

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Agresividad El TéRmino Agresividad

  • 1. Agresividad El término agresividad (del latín gradior, gradi + ad = marchar contra) hace referencia a un conjunto de patrones de actividad que pueden manifestarse con intensidad variable, incluyendo desde la pelea física hasta los gestos o expansiones verbales que aparecen en el curso de cualquier negociación. La palabra agresividad procede del latín, en el cual es sinónimo de acometivididad. Implica provocación y ataque. Es un concepto originario de la biología, que ha dado relevancia a su vínculo con el instinto sexual y el sentido de territorialidad, que también es asumido por la psicología. Como adjetivo, y en sentido vulgar, hace referencia a quien es propenso a faltar al respeto, a ofender o a provocar a los demás. Se presenta como una mezcla secuenciada de movimientos con diferentes patrones, orientados a conseguir distintos propósitos. La conducta agresiva es una manifestación básica en la actividad de los seres vivos. Su presencia en la totalidad del reino animal y los resultados de las investigaciones sobre la misma le dan el carácter de fenómeno "multidimensional" (Huntington y Turner, 1987; Mos y Oliver, 1988). cuencias negativas de la agresividad La agresividad tiene su origen en multitud de factores, tanto internos como externos, tanto individuales como familiares y sociales (económicos y políticos, en este último caso). La adicción a sustancias (las popularmente denominadas "drogas") y los cambios emocionales del individuo, tanto a un nivel considerado no patológico por los especialistas en salud mental como a un nivel considerado patológico (neurosis, depresión, trastorno maníaco-depresivo o trastorno bipolar) pueden generar también comportamientos agresivos y violentos. La agresividad puede presentarse en niveles tan graves que puede generar comportamientos delictivos, o por lo menos obligar a que se remita a quien padece este tipo de conductas a un centro psiquiatrico. La agresividad patológica puede ser autodestructiva, no resuelve problemas, no es realista y es consecuencia de problemas emocionales no resueltos y también de problemas sociales diversos. La agresividad es, como la ansiedad, un comportamiento o conducta que, a cierto nivel, se considera normal, funcional y necesaria para la supervivencia y la vida cotidiana pero que, a ciertos otros niveles, se considera anormal, disfuncional y generadora de muchos otros problemas de salud. La agresividad puede llegar a ser devastadora contra los que nos rodean o contra nosotros mismos. Cuando no somos capaces de resolver un problema, nos desesperamos y, para salir de la desesperación, generamos una rabia terrible, que, si no es canalizada, puede ser destructiva. Aparte de causar daño físico a las víctimas, puede servir para coaccionar e influir en la conducta de otras personas, para demostrar el poder que se tiene entre los subordinados y para conseguir una reputación e imagen de líder. Una de las formas de manejar nuestra ansiedad es por medio del poder, y la agresividad genera miedo en los demás. Y el miedo genera una sensación de poder. Las personas que suelen ser muy agresivas necesitan ayuda por parte de profesionales de la salud mental (psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, neurólogos, incluso etólogos). Entre otras muchas consideraciones, las frustraciones generan agresividad porque no es posible conseguir aquello que se desea. La agresividad se puede dirigir hacia lo que genera la frustración, ya sea mediante agresión física o verbal o indirecta, desplazando la agresión hacia una tercera persona o hacia un objeto. Una persona agresiva impone su punto de vista, su definición del problema, sus derechos o la satisfacción de sus necesidades, empleando estrategias que generan miedo, culpa o vergüenza. Esto lo hace mediante violencia física o violencia verbal. Es una estrategia muy efectiva, pero si es demasiado explícita puede verse seriamente castigada por la sociedad. Tipos de agresividad • Agresividad física (golpes, patadas, etc). • Agresividad verbal (insultos). • Agresividad facial (gestos). • Agresividad indirecta (hacia objetos de la persona afectada). Manifestaciones de la agresividad La agresividad puede manifestarse en cada uno de los niveles que integran al individuo: físico, emocional, cognitivo y social. Su carácter es polimorfo. Se puede presentar en el nivel físico, como lucha con manifestaciones corporales explícitas. En el nivel emocional puede presentarse como rabia o cólera, manifestándose a través de la expresión facial y los gestos o a través del cambio del tono y volumen en el lenguaje, en la voz. Desde un nivel cognitivo puede estar presente como fantasías destructivas, elaboración de planes agresivos o ideas de persecución propia o ajena. El nivel social es el marco en el cual, de una manera o de otra, toma forma concreta la agresividad. .
  • 2. ¿Qué causa la agresividad? El análisis de la agresividad en los animales revela una serie de condiciones básicas por las que más o menos todas las especies, pero especialmente las situadas hacia el extremo más elevado de la escala evolutiva, recurren a infligir heridas y muerte a otras especies o incluso a miembros de la propia especie. La conducta de depredación para el propio sustento es la causa más obvia de la conducta destructivo hacia otras especies. También instiga violencia la obtención de un territorio que proporcione las condiciones necesarias para la subsistencia. En términos generales, estas situaciones se traducen en agresión por alimento y abrigo en beneficio de la supervivencia. La agresividad dentro de una misma especie sirve para los mismos fines en situaciones de escasez de recursos. Adicionalmente, la agresión dentro de la especie persigue fines reproductivos, como en las luchas entre machos por el acceso a hembras sexualmente receptivas. Este tipo de agresión puede considerarse dirigido a la preservación de la especie. Generalmente se acepta, no obstante, que a diferencia de la agresión de la depredación, el objeto de la agresividad dentro de una especie no es provocar heridas o muerte, sino inducir a los rivales a ceder en la competencia por los recursos. ¿Y en el caso de los humanos? ¿Se producen agresiones en las mismas circunstancias? Algunos estudiosos sugieren que las condiciones que provocan la agresividad son esencialmente las mismas para todas las especies y que no hay nada especial en la agresividad de los humanos. Al fin y al cabo, los humanos comúnmente matan a otras especies para ali mentarse, entablan guerras por el control del territorio, infligen heridas y muerte a otras personas para hacerse con sus objetos de valor y recurren a la violencia para defender lo que estiman y quieren. A menudo, la rivalidad sexual también conduce a la brutalidad. Los humanos, como tantas otras especies, están dispuestos a utilizar la fuerza para conseguir lo que desean. Otros estudiosos creen que estas analogías son insuficientes, y llaman la atención sobre la evolución del neocórtex humano y sobre el hecho de que nuestra capacidad mental supera ampliamente la de cualquier otra especie. La reflexión moral -la capacidad de juzgar lo que es bueno y justo en cada circunstancia- y el control volitivo en este caso la capacidad de controlar las acciones propias de acuerdo con nuestra evaluación moral- son los protagonistas de estas teorías. Quienes las defienden aceptan la existencia de impulsos agresivos arcaicos, pero creen que, por regla general, la racionalidad es capaz de controlarlos. Por consiguiente, sostienen que es poco o nada lo que podemos aprender indagando en la división entre lo humano y lo animal. Personalmente, nú posición es integradora: reconozco tanto nuestra antigua herencia evolutiva como la comparativamente reciente expansión de nuestras facultades cognitivas. Se acepta generalmente que el cerebro evolucionó a partir de un núcleo reptiliano, envuelto después por el sistema límbico, una serie de estructuras que apareció con los paleomamíferos y que fueron, a su vez, encapsuladas por el neocórtex, una estructura originada en los neomamíferos. A pesar del desarrollo de un neocórtex especialmente grande, nuestro cerebro ha conservado la estructura tripartita que integra las estructuras aparecidas con anterioridad durante la evolución. Lo que es más importante, estas estructuras continúan ejerciendo su influencia sobre todas las conductas vitales de los humanos tal como lo han hecho durante miles de años. El sistema límbico controla todas las emociones humanas, y la amígdala, una de las partes de este sistema, se ha revelado como la más importante de las estructuras en el control de la agresividad. Esta estructura participa en la inspección del entorno en busca de indicaciones de peligro y, cuando éste se presenta, se encarga de iniciar los procesos endocrinos que nos ayudan a enfrentamos físicamente al peligro con eficacia. Para enfrentarse a un amenaza inmediata de peligro, un individuo precisa un aporte instantáneo de energía que le permita realizar acciones vigorosas, principalmente evitar la amenaza atacando o eludirla retirándose velozmente. La energía necesaria se hace disponible por mediación de la liberación sistémica de, sobre todo, hormonas adrenales que estimulan el sistema nervioso simpático gracias sobre todo al aporte de glucosa a los músculos esqueléticos. Esta serie de respuestas define la conocida reacción de ataque/huida, ideal para las emergencias que pueden ser resueltas con un episodio de acción enérgica. En términos evolutivos, el mecanismo para este tipo de acción ha hecho un buen servicio a la especie, pues ha ayudado a los humanos a sobrevivir en confrontaciones inesperadas con depredadores o con otros humanos hostiles. La capacidad de alzarse con energía y nervio, con un sentimiento de fuerza y seguridad para enfrentarse a un reto, de concentrarse únicamente en el aquí y ahora para enfrentarse a un peligro ha demostrado ser muy adaptativa.
  • 3. Pero este valor adaptativo ha quedado comprometido en la sociedad moderna. Por regla general, las amenazas de peligro ya no pueden resolverse mediante el asalto directo o la huida espontánea. Las consecuencias adversas del gas radón en la vivienda, por ejemplo, no pueden eliminarse mediante la acción física instantánea, por mucha energía que el cuerpo acapare para enfrentarse a una aparente emergencia. Tampoco nos sirven de mucho las estrategias de ataque y huida a la hora de enfrentamos a problemas como los impuestos o el calentamiento global. Pero probablemente lo más importante es que la sociedad impone sanciones para restringir, con penalizaciones, la resolución de los conflictos comunes por medio de acciones violentas o evasivas. No es aconsejable que cuando un conductor negligente nos abolla el coche, lo golpeemos en un ataque de rabia; del mismo modo, cuando alguien debe a su excónyuge la manutención para los hijos, escapar impulsivamente del país no suele ser una solución factible. Todos estos casos de provocación y frustración activan, no obstante, las estructuras arcaicas del cerebro para iniciar reacciones enérgicas, por mucho que estas reacciones hayan perdido su utilidad en la mayoría de las situaciones. Esto a menudo promueve una cólera irresistible y desencadena una acción violenta que, sin embargo, no sirve para eliminar la causa de la emoción. Para comprender las emociones de miedo y cólera conviene reconocer su función inicial tanto como su más reciente disyunción. La función inicial era doble: abastecer la energía necesaria para una acción rápida y enfocar la atención en el aquí y ahora de la acción. Estas dos respuestas, denominadas impulsividad de acción y déficit cognitivo, todavía caracterizan nuestros ataques de cólera y rabia. La primera insta a la acción agresiva con independencia de la eventual utilidad de la acción; la segunda, a causa de la ocupación cognitiva en la situación inmediata, hace que el individuo descuide las ¡aplicaciones no inmediatas de su acción. Este deterioro del control cognitivo, que deja a las personas ciegas a las consecuencias de sus acciones violentas, incapacita a la persona lo bastante como para que se considere una forma de demencia temporal mitigante de la responsabilidad. La propensión a cometer actos de violencia destructivo sin duda reside en todos nosotros. Las amenazas de perjuicios y envilecimiento incitan reacciones que, a niveles extremos, conducen irremisiblemente a conductas incontroladas, ¡repulsivas y agresivas. Los residuos de frustraciones inconexas y los desafíos de la vida diaria a menudo entran en nuestra reacción ante circunstancias específicas. Puesto que la cólera puede ser alimentada por distintas fuentes de estimulación, a menudo ocurre que desacuerdos aparentemente sin importancia acaban degenerando en furia y conflictos violentos. Hasta el momento hemos considerado la influencia -en ocasiones disfuncional- de las estructuras arcaicas del cerebro. Ahora nos ocuparemos de la influencia de las nuevas estructuras que nos separan de las otras especies: el neocórtex, con sus poderes de asociación, anticipación e inferencia. La mayoría de los investigadores de la agresión abraza la teoría de que la racionalidad superior que nos proporciona el neocórtex es el antídoto contra la violencia y ve en la racionalidad la panacea para todas las bajas compulsiones humanas. Sin duda la racionalidad puede impedir las explosiones de cólera, y a menudo lo hace. Pero incluso un somero aso de los registros de violencia impulsivo y destructivo muestra que, cuando se trata de prevenir la violencia, a menudo nos falla la razón. Lo que es más importante, la racionalidad no sólo no nos ofrece un antídoto efectivo contra la violencia, sino que es la causa directa de una nonne proporción de la violencia perpetrada por unos humanos contra otros. Es nuestra capacidad de razonar la que nos dice que apoderarse de las posesiones ajenas por la fuerza y de modo que se minimicen o eviten enteramente las repercusiones es una fórmula para el éxito. Es así que nos aprovechamos de nuestra capacidad de anticipación para tramar estrategias que saquen beneficio de la violencia. Y esto no sólo pone a cada individuo en riesgo de coaccionar a otros por medio de la violencia, sino que también inspira la violencia organizada y la guerra. La agresividad humana no recibe únicamente la ayuda de nuestra superior capacidad de anticipación y de las estrategias que ésta nos permite urdir, sino que se ve impulsada por lo que algunos consideran la forma más elevada de racionalidad: el razonamiento moral. Los conceptos morales de equidad y castigo justo constituyen importantes fuentes de agresión. Los agravios comparativos en materia de justicia social que nos sitúan en el extremo más pobre en recompensas pese a haber invertido esfuerzos comparables son exasperantes e instigan a la agresión. La violación de nuestro sentido de la justicia exige represalias. Si se nos agravia, clamamos venganza. El deseo de tomar represalias para enmendar entuertos conduce frecuentemente a conflictos interpersonales. Las guerras suelen entablarse cuando alguien convence a la población de que las humillaciones pasadas no pueden dejarse impunes. En ocasiones, incluso la consumación de la más vil de las atrocidades se interpreta y defiende como un mandato moral, generalmente por referencia a una autoridad divina. Así pues, el mismo neocórtex que nos permite reconocer las lacras sociales y los peligros globales de la violencia nos proporciona razones y vías de agresión nuevas y exclusivamente humanas. Tanto la
  • 4. meticulosamente razonada concepción de estrategias de agresión eficaz como la justificación moral de la agresión son aspectos que no se encuentran en ninguna otra especie. Estos motivos para la agresión nos separan del resto de los animales. Al mismo tiempo, no obstante, compartimos todavía con los primates y otras especies los motivos para la agresión que residen en las estructuras arcaicas de nuestro cerebro trino. Hablamos de AGRESIVIDAD cuando el niño muestra tendencia a atacar a otro individuo o individuos, con la intención de causar un daño físico o psicológico. La fuerza física declarada en un clara agresión; pero también la burla, el abuso verbal y el sarcasmo, son formas de agresividad. El instinto agresivo se halla en todas las especies, Por lo general tiene una función (conseguir alimento, defender el territorio, etc.) Es frecuente, decir que el hombre es el único animal que mata por placer. De todas formas, es necesario evaluar que, en muchas de las conductas agresivas humanas, aparentemente gratuitas, hallaríamos una base de instintos territoriales (afirmar el poder, demostrar la supremacía, afirmar la imagen de sujeto dominante, etc.) Las normas imbuidas por la socialización entran fácilmente en conflicto en el caso de la agresividad. El mandato bíblico de "poner la otra mejilla" resulta poco útil en la mayor parte de nuestras sociedades, donde resulta más prudente escapar o defenderse, que ofrecer mejillas. Durante el proceso de socialización, el niño adquiere conceptos básicos acerca de la agresividad y de sus usos. Estudios efectuados por Sears, Mccoy y Levin (1957) demostraron que la aplicación de los castigos severos por conductas agresivas en niños genera, en éstos, grados muy altos de agresividad. Es decir, que el castigo contribuye a reforzar algo que quienes lo aplicaban, querían erradicar. De todas formas, en aquellos casos en que los castigos por agresividad eran particularmente severos, conducían a una disminución de la agresividad, expresada también en forma de conductas inconvenientes: apatía y pasividad. En la mayor parte de los casos, el niño es instruido acerca de cuando es correcto y cuando no expresar conductas agresivas, o hasta que grado es correcto hacerlo. Las perturbaciones en este proceso, ya sea porque en el ambiente "flota" una excesiva agresividad, o porque el niño tiene ocasión de visualizar escenas de agresividad, pueden hacer que el niño interiorice unas creencias acerca de la conducta agresiva, las cuales le harán entrar en conflicto con el medio que le rodea. ¿Cuáles son los métodos adecuados para evitar o medrar la conducta agresiva en niños? Las expondremos a continuación. TRATAMIENTO: NO ESTIMULAR LA AGRESIVIDAD No agredir a los niños ni física, ni verbalmente. La agresividad de los niños no es ni no un reflejo de la que reciben o de la que visualizan. debemos evitar los castigos físicos y las actitudes agresivas y culpantes a la hora de reconvenirles por sus actuaciones. Tengamos en cuenta que al hablar de "no agredirles" nos referimos a gran cantidad de comportamientos, no solamente agresiones físicas. Si muchos nos apuran, las agresiones de tipo físico serían un mínimo porcentaje de las que reciben los niños. Pero, hay muchas actitudes de enfado, exigencia, inculpación, etc., que deben ser consideradas verdaderas situaciones de agresividad. Por ejemplo: mantener en casa un clima de discusiones establecer situaciones de competitividad buscar culpables en lugar de buscar soluciones insistir en que es necesario saber "quien tiene la culpa" reñir o chillar por que ya está hecho usar la disciplina como un castigo (cuando lo ideal es que los niños aprendan a respetar la disciplina, no a odiarla, que es lo que pasará si se les amenaza con ella emplear cualquier tipo de amenaza o admonición para hacerles obedecer
  • 5. demostrarles que cuando nos enfadamos conseguimos lo que queremos (en tiendas, restaurantes, ventanillas, etc.) negarnos a hacer las paces, si hemos caído en el error de enfadarnos con ellos EL CASTIGO FISICO DEBE QUEDAR TOTALMENTE PROSCRITO Si castigamos físicamente a un niño le estamos enseñando que es lícito pegar cuando estamos enfadados con alguien Al menos, corremos el riesgo de que ellos lo interpreten así, con lo que no deberá extrañarnos sus respuestas de agresividad Los padres que pegan a sus hijos pequeños, muchas veces lo hacen para descargar su propia agresividad y/o para afirmar su poder que no saben como demostrar, imponer) Cuantas veces se trata de padres o madres que, a su vez, fueron también pegados de pequeños Desgraciadamente las imágenes perduran, y los habitos de conducta aprendidos en la infancia tienden a perpetuarse. Los niños al nacer no están enfadados El enfado y la agresividad se aprenden al convivir con el enfdo y la agresividad en el ambiente más próximo Es cierto que tales tácticas han sido empleadas por generaciones... pero bueno es que empecemos a abolir estos malos hábitos. Con tácticas de amenaza o de agrsión, los hijos aprenden que es necesario portarse bien... cuando nosotros estamos cerca, pero no crean la necesaria disciplina interna para desenvolverse con autosuficiencia. Niños agresivos Les voy a hacer una consulta que quisiera que fuese contestada muy ampliamente. Quisiera que me brindara ideas y técnicas para ayudar a los ninos muy agresivos!! Le estaré eternamente agradecida si me da muchas ideas y técnicas. Su fiel admiradora! Soledad E. Existen distintas técnicas para controlar y ayudar a los niños agresivos, pero antes de nada, habría que plantearse porqué un niño es agresivo, dependiendo de la respuesta la eficacia de una técnica u otra variará. Te mencionaré dos que han demostrado su eficacia en el tratamiento de la conducta agresiva, “el tiempo fuera” y “la economía de fichas”. La primera consiste en retirar las condiciones del medio que permiten al niño obtener un beneficio al realizar la conducta agresiva, o bien sacarle de esta situación durante un determinado período de tiempo. Si optamos por sacarle de la situación,el lugar al que se lleve al niño ha de ser un sitio sin posibilidad de entretenerse, aburrido, pero no un lugar que lo aterrorice. Puede utilizarse con niños que pegan a otros en un aula, porque los demás se ríen y le atienden. En este caso la solución sería sacarle temporalmente del aula. Hay que tener en cuenta que habrá que aplicar la técnica inmediatamente después de que el niño realice la conducta indeseable y que también habrá que alabarle cuando utilice conductas apropiadas. Si se pone en práctica habrá que ser consistente aunque el niño se queje o prometa no volver a hacerlo. Cuando esta técnica se utiliza con niños, el tiempo fuera debe de ser de duración moderada (no más de un minuto por cada año de edad del niño). La otra técnica recibe el nombre de "Economía de Fichas". Esta, permite ir eliminando las conductas desadaptativas a costa de incrementar las adaptativas. Consiste en entregarle al niño una ficha cada vez que realice la conducta que queremos instaurar, y que sustituirá a la conducta agresiva. Un número “x” de estas fichas podrá ser intercambiado, cada cierto tiempo, por premios. Es importante que al principio la conducta a instaurar sea seguida de una ficha, que la entrega de fichas sea abundante (aunque para ello haya que facilitar un ambiente adecuado) y que las fichas tengan un alto valor, es decir, pocas fichas serán suficientes para obtener el premio. Con todo esto se pretende que el niño se motive a participar. A la larga obtener una ficha y un regalo se irá haciendo cada vez más complejo. Si te interesa hay un libro sobre esta técnica titulado “Economía de fichas”, Autor: Ayllón,T y Azrín, N (1974) Ed. México-Trillas, explica la técnica de forma sencilla y con muchos ejemplos.
  • 6. Existen otras muchas técnicas (control del diálogo interno, técnicas de auto control...) pero lo importante es saber aplicarlas y ser constantes ¿qué podemos entender por agresividad en los niños? Cuando se habla de agresividad, se está hablando de hacer daño, físico o psíquico, a una otra persona. De una acción intencionada manifestada a través de patadas, arañazos, gritos, empujones, palabrotas, mordidas, corrida del pelo, etc., a otra persona. Este comportamiento es relativamente común y a menudo aparece cuando el niño cumple un año. Cuando el bebé nace, trae impulsos amorosos y agresivos que, con el tiempo y con el cuidado de los padres, empezará a construir vínculos afectivos y a desarrollar sus relaciones personales. Esta es una fase muy importante. Su personalidad será construida a partir de su conocimiento del mundo a su alrededor. Para eso, es necesario que el bebé se sienta protegido y cuidado en su entorno familiar. La influencia de la familia La familia es uno de los elementos más relevantes dentro del factor sociocultural del niño. La familia lo es todo para él. La familia es su modelo de actitud, de disciplina, de conducta y de comportamiento. Es uno de los factores que más influyen en la emisión de la conducta agresiva. Está demostrado que el tipo de disciplina que una familia aplica al niño, será el responsable por su conducta agresiva o no. Un padre poco exigente, por ejemplo, y que tenga actitudes hostiles, y que esta siempre desaprobando y castigando con agresión física o amenazante constantemente a su hijo, estará fomentando la agresividad en el niño. Otro factor que induce al niño a la agresividad es cuando la relación entre sus padres es tensa y conturbada. Dentro del factor sociocultural influirían tanto el tipo de barrio donde se viva como expresiones que fomenten la agresividad, como "no seas un cobarde". Los factores orgánicos tipo hormonal, mecanismos cerebrales, estados de mala nutrición, problemas de salud, etc., también influyen en el comportamiento agresivo. Y dentro del factor social, el niño que no tiene estrategias verbales para afrontar las situaciones difíciles, será fácilmente conducido a la agresión. TEMAS controlar la agresividad bebé llorón caracter de los niños que castigo cuidados especiales niños violentos violencia educación castigados fuerte genio INTRODUCCION La agresividad infantil constituye una de las principales quejas de padres y educadores respecto de los niños, dándose con frecuencia. A menudo nos enfrentamos a niños agresivos, manipuladores o rebeldes pero no sabemos muy bien como debemos actuar con ellos o cómo podemos incidir en su conducta para llegar a cambiarla. Pero sin duda, uno de los principales problemas presentados por la agresividad infantil es el de su elevada correlación con trastornos equivalentes a adultos, especialmente relacionados con la conducta antisocial. Un comportamiento excesivamente agresivo en la infancia predice no solo la manifestación de agresividad durante la adolescencia y la edad adulta, sino la existencia de una mayor probabilidad de fracaso académico y de la existencia de otras patologías psicológicas durante la edad adulta, debido fundamentalmente alas dificultades que estos niños encuentran en socializarse y adaptarse a su propio ambiente. Estas razones justifican sobradamente la importancia de realizar esta monografía, la cual consta de seis capítulos. El primero abarca la definición de la agresividad infantil como también de la conducta agresiva. En segundo capitulo se refiere sobre la clasificación del comportamiento agresivo. El tercer capitulo se mencionan las teorías sobre el comportamiento agresivo y en el cuarto capitulo sobre factores influyentes en la conducta agresiva. El quinto capitulo trata sobre el tratamiento del comportamiento agresivo, el sexto capitulo abarca la prevención de comportamientos agresivos en los niños y por ultimo el séptimo capitulo sobre las investigaciones sobre agresividad infantil. AGRESIVIDAD INFANTIL 1.1 DEFINICION La palabra agresividad viene del latín "agredí" que significa "atacar". Implica que alguien esta decidido a imponer su voluntad a otra persona u objeto incluso si ello significa que las consecuencias podrían causar daños físico o psíquico (Pearce, 1995). Buss (1961), define a la agresividad como una respuesta consistente en proporcionar un estimulo nocivo a otro organismo. Bandura (1973) dice que es una conducta perjudicial y destructiva que socialmente es definida como agresiva. Patterson (1977) dice que la agresión es "un evento aversivo dispensando a las conductas de otra persona". Utiliza el termino "coerción" para referirse al proceso por el que estos eventos aversivos controlan los intercambios diádicos. Para Dollar, Miller, Mowrer y Sear (1939) es una conducta cuyo objetivo es dañar a una persona o aun objeto.
  • 7. Revisando las diferentes definiciones podemos concluir que la agresividad es cualquier forma de conducta que pretende causar daño físico o psicológico a alguien u objeto, ya sea este animado o inanimado. 1.2 CONDUCTA AGRESIVA Las conductas agresivas son conductas intencionadas, que pueden causar daño ya sea físico o psíquico. Conductas como pegar a otros, burlarse de ellos, ofenderlos tener rabietas o utilizar palabras inadecuadas para llamar a los demás. II. CLASIFICACION DEL COMPORTAMIENTO AGRESIVO 2.1 Según la modalidad Puede tratarse de una agresión física (por ejemplo un a taque a un organismo mediante armas o elementos corporales) o verbal (como una respuesta vocal que resulta nocivo para el otro organismo, como, por ejemplo, amenazar o rechazar). 2.2 Según la relación interpersonal La agresión puede ser directa (por ejemplo, en forma de amenaza, ataque o rechazo) o indirecta (que pude ser verbal como divulgar un cotilleo, o física, como destruir la propiedad de alguien). Según el grado de actividad implicada La agresión puede ser activa (que incluye todas las mencionadas) o pasivas (como impedir que el otro puedas alcanzar su objetivo, o como negativismo). La agresión pasiva suele ser directa, pero a veces puede manifestarse indirectamente. En el caso de los niños, generalmente suele presentarse la agresión en forma directa, como un acto violento contra una persona. Este acto violento puede ser físico, como patadas, pellizcos, empujones, golpes, etc.; o verbal, como insultos, palabrotas, amenazas. También puede manifestar la agresión de forma indirecta o desplazada, según el cual el niño arremete contra los objetos de las personas que ha sido el origen del conflicto. III. TEORIAS SOBRE EL COMPORTAMIENTO AGRESIVO De acuerdo a Ballesteros (1983), las teorías que se han formulado para explicar la agresión, pueden dividirse en: Teorías Activas Son aquellas que ponen el origen de la agresión en los impulsos internos, lo cual vendría a significar que la agresividad es innata, por cuanto viene con el individuo en el momento del nacimiento y es consustancial con la especie humana. Estas teorías son las llamadas teorías biológicas. Pertenecen a este grupo las Psicoanalíticas (Freud) y las Etológicas (Lorenz, store, Tinbergen, Hinde) principalmente. La teoría Psicoanalítica postula que la agresión se produce como un resultado del "instinto de muerte", y en ese sentido la agresividad es una manera de dirigir el instinto hacia afuera, hacia los demás, en lugar de dirigirlo hacia uno mismo. La expresión de la agresión se llama catarsis, y la disminución a la tendencia a agredir, como consecuencia de la expresión de la agresión, efecto catártico. Por su parte lo Etólogos han utilizado sus observaciones y conocimientos sobre la conducta animal y han intentado generalizar sus conclusiones al hombre. Con el conocimiento de que, en los animales, la agresividad es un instinto indispensable para la supervivencia, apoyan la idea de que la agresividad en el hombre es innata y pude darse sin que exista provocación previa, ya que la energía se acumula y suele descargarse de forma regular. Teorías Reactivas Son teorías que ponen el origen de la agresión en el medio ambiente que rodea al individuo, y percibe dicha agresión como una reacción de emergencia frente a los sucesos ambientales. A su vez las teorías reactivas podemos clasificarlas en teorías del Impulso y teoría del Aprendizaje Social. Las teorías del Impulso comenzaron con la hipótesis de la frustración-agresión de Dollar y Millar (1939) y posteriormente han sido desarrolladas por Berkoviitz (1962) y Feshbach (1970) entre otros. Según esta hipótesis, la agresión es una respuesta muy probable a una situación frustrante, es la respuesta natural predominante a la frustración. La hipótesis afirma que la frustración activa un impulso agresivo que solo se reduce mediante alguna forma de respuesta agresiva. Sin embargo, cada vez se ha hecho más evidente que la hipótesis de la frustración-agresión no puede explicar todas las conductas agresivas. De modo que parece ser que la que la frustración facilita la agresión, pero no es una condición necesaria para ella. La frustración es solo un factor; y no necesariamente el mas importante que afecta la a la expresión de la agresión (Bandura, 1973). La teoría del aprendizaje social afirma que las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación u observación de la conducta de modelos agresivos. Enfatiza aspectos tales como aprendizaje observacional, reforzamiento de la agresión y generalización de la agresión. El Aprendizaje Social considera la frustración como una condición facilitadota, no necesaria, de la agresión. Es decir la frustración produce un estado general de de activación emocional que puede conducir a una variedad de respuestas, según los tipos de reacciones ante la frustración que se hayan aprendido previamente, y según las consecuencias reforzantes típicamente asociadas a diferentes tipos de acción. Para explicar el proceso de aprendizaje del comportamiento agresivo se recurre a las siguientes variables: Modelado: La imitación tiene un papel fundamental en la adquisición y el mantenimiento de las conductas agresivas en los niños. Según la teoría del Aprendizaje social, la expocision a modelos agresivos debe conducir a comportamientos agresivos por parte de los niños. Esta opinión esta respaldada por diversos estudios que muestran que se producen aumentos de la agresión después de la expocision a modelos agresivos, aun cuando el individuo puede o no sufrir frustraciones. Congruentemente con esta teoría, los niño de clases inferiores manifiestan mas
  • 8. agresiones físicas manifiestas que los niños de clase media, debido probablemente, a que el modelo de las clases inferiores típicamente mas agresivo directa y manifiestamente. Reforzamiento: El reforzamiento desempeña también un papel muy importante en la expresión de la agresión. SI u niño descubre que puede ponerse en primer lugar de la fila, mediante su comportamiento agresivo, o que l e agrada herir los sentimientos de los demás, es muy probable que siga utilizando los métodos agresivos, si no lo controlan otras personas. Los Factores situacionales: También pueden controlar la expresión de los actos agresivos. La conducta agresiva varia con el ambiente social, los objetivos y el papel desempeñado por el agresor en potencia. Los factores cognoscitivos: Desempeñan también un papel importante en la adquisición y mantenimiento de al conducta agresiva. Estos factores cognoscitivos pueden ayudar al niño a autorregularse. Por ejemplo, puede anticipar las consecuencias de alternativas a la agresión ante la situación problemática, o puede reinterpretar la conducta o las intenciones de los demás, o puede estar conciente de lo que se refuerza en otros ambientes o puede aprender a observar, recordar o ensayar mentalmente el modo en que otras personas se enfrentan a las situaciones difíciles. IV. FACTORES INFLUYENTES EN LA CONDUCTA AGRESIVA Uno de los factores que influyen en la emisión de la conducta agresiva es el factor sociocultural del individuo, ya que es el responsable de los modelos a que haya sido expuesto, así como de los procesos de reforzamientos que haya sido sometido. Si en el abundan modelos agresivos, la adquisición de estos modelos desadaptados será muy fácil. La familia es, durante la infancia, uno de los elementos más importantes del ámbito sociocultural del niño. Las interacciones entre padres e hijos van moldeando la conducta agresiva mediante las consecuencias reforzantes inherentes a su conducta. El niño probablemente, generalice lo que aprende acerca de la utilidad y beneficios de la agresión a otras situaciones,. En estas circunstancias, el pone a prueba las consecuencias de su conducta agresiva. Las familias que permiten el control de las conductas mediante el dolor, tienen una alta probabilidad de producir niños que muestren altas tasas de respuestas nocivas. La conducta agresiva del niño acaba con gran parte de la estimulación aversiva que recibe. Dentro de la familia, además de los modelos y refuerzos, son responsables de la conducta agresiva el tipo de disciplina a que se le someta. Se ha demostrado que una combinación de disciplinas relajadas y pocos exigentes con actitudes hostiles por parte de ambos padres fomenta el comportamiento agresivo en los hijos. El padre poco exigente es aquel que hace siempre lo que el niño quiere, accede a sus demandas, le permite una gran cantidad de libertad, y en casos extremos le descuidad y le abandona. El padre que tiene actitudes hostiles, principalmente no acepta al niño y lo desaprueba, no suele darle afecto, comprensión o explicación y tiende a utilizar con frecuencia el castigo físico, al tiempo que no da razones cuando ejerce su autoridad. Incluso puede utilizar otras modalidades de agresión como la que ocurre cuando insultamos al niño por no hacer adecuadamente las cosas, o cuando lo comparamos con el amigo o con el hermano, etc. Tras un largo periodo de tiempo, esta combinación produce nuños rebeldes, irresponsables y agresivos. Otro factor familiar influyente es la incongruencia en el comportamiento de los padres. Incongruencia en el comportamiento de los padres se da cuando los padres desaprueban la agresión y, cuando esta ocurre, la castigan con su propia agresión física o amenaza al niño. Los padres que desaprueban la agresión y que la detienen, pero con medios diferentes al castigo físico, tienen menos probabilidad de fomentar acciones agresivas posteriores. Es decir una atmósfera tolerante en la que el niño sabe que la agresión es una estrategiapoco apropiada para salirse con la suya, en la que ese le reprime con mano firme pero suave y es capas de establecer imites que no se puede en absoluto traspasar, proporción el mejor antídoto a largo plazo para un estilo agresivo de vida. Enseñarle al niño medios alternativos acabara también con la necesidad de recurrir a peleas. La inconsistencia en el comportamiento de los padres no solo puede darse a nivel de comportamientos e instrucciones, sino también a nivel del mismo comportamiento. En este sentido puede ocurrir, que respecto del comportamiento agresivo del niño, los padres unas veces los castiguen por pegar a otro y otras veces le ignoren, por lo que no le dan pautas consistentes. Incluso a veces pude ocurrir que los padres entre si no sean consistentes, lo que ocurre cuando el padre regaña al niño pero no lo hace la madre. De este modo, el niño experimenta una sensación de incoherencia acerca de lo que debe hacer y de lo que no debe hacer. Se ofrece incoherencia al niño, también cuando se le entrena en un proceso de discriminación en el sentido de que los padres castiguen consistentemente la agresión dirigida hacia ellos pero a la ves refuercen positivamente la conducta agresiva de sus hijos hacia personas ajenas a su hogar. Las relaciones deterioradas entre los propios padres provocan tensiones que pueden inducir al niño a comportase agresivamente. Otro factor reside en las restricciones inmediatas que los padres imponen a su hijo. Restricciones no razonables y excesivos "haz y no hagas" provocan una atmósfera opresiva que induce al niño a comportarse agresivamente. Por ultimo, en el ámbito familiar, puede fomentarse la agresividad con expresiones que la fomenten. Estas son expresiones del tipo "pero ¿pero no puede ser mas hombre?". El ambiente mas amplio en que el niño vive también puede actuar como un poderoso reforzador de la conducta agresiva. El niño puede residir en un barrio donde la agresividad es vista como un atributo muy preciado. En tal
  • 9. ambiente el niño es apreciado cuando se le conoce como un luchador conocido y muy afortunado. Los agresores afortunados son modelos a quienes imitaran los compañeros. Además de los factores socioculturales también influyen factores orgánicos en el comportamiento agresivo. En este sentido factores hormonales y mecanismos cerebrales influyen en la conducta agresiva. Estos mecanismos son activados y producen los cambios corporales cuando el individuo experimenta emociones como rabia, excitación miedo. Por tanto, factores físicos tales como una lesión cerebral o una disfunción también pueden provocar comportamientos agresivos. También estados de mala nutrición o problemas de salud específicos pueden originar en el niño una menor tolerancia a la frustración por no conseguir pequeñas metas, y por tanto pueden incrementarse las conductas agresivas. Otro factor del comportamiento agresivo es el déficit de habilidades necesarias para afrontar situaciones frustrantes. Bandura (1973) indico que la ausencia de estrategias verbales para afrontar el estrés a menudo conduce a la agresión. Hay datos experimentales que muestran que las mediaciones cognitivas insuficientes pueden conducir a la agresión. Camp (1977) encontró que los chicos agresivos mostraban deficiencias en el empleo de de habilidades lingüísticas para controlar su conducta; responden impulsivamente en lugar de responder tras la reflexión. No solo el déficit en habilidades de mediación verbal se relaciona con la emisión de comportamientos agresivos. Es responsable también el déficit en habilidades sociales (HHSS) para resolver conflictos. Las HHSS se aprenden a lo largo de las relaciones que se establecen entre niños y adultos u otros niños. Se adquieren gracias a las experiencias de aprendizaje. Por lo que es necesario mezclarse con niños de la misma edad para aprender sobre la agresión, el desarrollo de la sociabilidad, etc. V. TRATAMIENTO DEL COMPORTAMIENTO AGRESIVO Tratar la conducta agresiva no implica simplemente su reducción o eliminación, sino que también es necesario fortalecer comportamientos alternativos a la agresión. Por lo tanto hablar de cómo tratar la agresión, resulta imprescindible hablar también de cómo incrementar comportamientos alternativos. Son varios los procedimientos con que se cuenta para ambos objetivos, entre ellos tenemos a: 5.1 Procedimientos para controlar antecedentes Los antecedentes se refieren a factores de la situación inmediata que se produce antes de que el niño emita la conducta agresiva. Controlamos los antecedentes manipulando los estímulos ambientales que elicitan la conducta agresiva, así como aquellos que elicitan conductas alternativas. Algunas formas de manipulación de antecedentes son las siguientes: 5.1.1 Reducción de estímulos discriminativos Se puede controlar los antecedentes eliminando la presencia de estímulos discriminativos. Por ejemplo en casa, no dejando por mucho tiempo solos a dos hermanos cuando suele ocurrir que uno de ellos suele agredir al otro. 5.1.2 Modelamiento de comportamiento no agresivo Se puede facilitar la emisión de comportamientos alternativos a la agresión exponiendo al niño a modelos que tengan prestigio para el, manifestando conductas alternativas a la agresión. Y no solo mostrando esas conductas alternativas sino mostrando también como dicho comportamiento es recompensado. 5.1.3 Reducir la expocision a modelos agresivos Un procedimiento útil para reducir la frecuencia de emisiones agresivas consiste en que, especialmente, los padres y maestros no modelen este tipo de comportamiento. Así pues cunado intentamos regañar al niño por algo que ha hecho, intentaremos no modelar conductas agresivas. 5.1.4 Reducción se estimulación aversiva Puesto que el comportamiento agresivo puede ser instigado por la presencia de diversos estímulos aversivos como conflictos, expresiones humillantes o carencia de cuidados necesarios durante la infancia, un modo de reducir el comportamiento agresivo consiste en reducir la presencia de este tipo de estimulación. 5.2 Procedimientos para controlar las consecuencias Las consecuencias se refieren a lo que ocurre inmediatamente después de que el niño emita la conducta agresiva. Para eliminar el comportamiento agresivo controlando las consecuencias que le siguen contamos con una serie de procedimientos que podríamos agrupar en: a) procedimientos de extinción; b) procedimiento de castigo, y c) procedimiento de conductas alternativas. Los dos primeros tienen como objetivo reducir el comportamiento agresivo. El último tiene como objetivo incrementar comportamientos alternativos a la agresión. Los procedimientos de castigo pueden ser positivos o negativos. Hablamos de castigo negativo cuando el individuo deja de estar en contacto con un evento positivo, tras haber emitido la conducta inadaptada. Puede tratarse del procedimiento de "Costo de respuesta" o del procedimiento de "Tiempo Fuera". Hablamos de castigo positivo cuando aplicamos una consecuencia aversiva tras emitir la conducta agresiva. Son muchas las formas que puede tomar dicha consecuencia. Por ejemplo, puede tratarse de un azote o cualquier otro estimulo físico, o de una reprimenda o un grito, o de un gesto de desaprobación, etc. Para eliminar el comportamiento agresivo controlando las consecuencias que le siguen se cuenta con los siguientes procedimientos: 5.2.1 Extinción Se basa en la idea de que una conducta que se mantiene gracias a las recompensas que recibe, puede desaprenderse si deja de ser recompensada. Es decir, si una conducta dada ya no produce los efectos esperados, su
  • 10. influencia tiende a disminuir. Si el niño emite una conducta agresiva y no sucede nada, se dará cuenta de ello y abandonara ese modo de comportarse. Por tanto el procedimiento de extinción consiste simplemente en suprimir los reforzadores que mantienen la conducta agresiva. 5.2.2 Procedimientos de castigo Castigamos una conducta aplicando consecuencias aversivas o eliminando eventos positivos una vez que el niño ha agredido. En el primer caso se trata de castigo positivo. En el segundo de castigo negativo. Son procedimiento de castigo negativo el procedimiento de Tiempo Fuera y el procedimiento de Costo de Respuesta. 5.2.2.1 Tiempo Fuera Es un procedimiento mediante el cual el niño que se comporta de modo agresivo es apartado físicamente de todas o muchas de las fuentes de reforzamiento durante un periodo de tiempo. Igual que con la extinción, el propósito es reducir la conducta agresiva. Pero se diferencia en que la extinción supone la supresión del refuerzo, mientras que en el tiempo Fuera el niño es apartado de la situación reforzante. 5.2.2.2 Costo de respuesta Consiste en retirar algún reforzador positivo contingentemente a la emisión de la conducta agresiva. Es especialmente eficaz cuando se combina con reforzamiento de conducta apropiada. De tal modo que lo que el niño pierde por omitir la conducta inapropiada es parte de lo conseguido por emitir la conducta apropiada. Por lo general se utiliza dentro de un contexto de economía de fichas, en el que se ganan puntos por emitir la conducta adecuada. También puede consistir el Coste de respuesta en perdida de privilegios como no ver televisión o no salir a recreo. 5.2.2.3 Castigo físico Al aplicar el castigo físico tendríamos que dar, por ejemplo, un azote una vez que el niño se ha comportado agresivamente. Concretamente en el caso del comportamiento agresivo, es al técnica menos indicada por lo contraproducente que puede llegar a ser. Y es que ocurre que el castigo físico puede tener una serie de efectos colaterales que lo contraindican. De hecho, es el método menos afectivo para cambiar la conducta del niño. Presentamos algunas de las razones por la no se aconseja el castigo físico para este trastorno: En primer lugar, imagínese la contradicción que representa el padre que da un azote a su hijo para decirle que deje de pegar al hermano. ¡Esta modelando la precisamente la conducta que desea eliminar! Posiblemente el niño aprenda que el ataque físico es un medio legitimo de conseguir lo que se quiere y de controlar a los otros igual que lo hace su padre. Los métodos físicos de castigo suelen conducir a la hostilidad a muchos de los niños a quienes se les aplica. Si son los padres quienes aplican castigo físico constantemente puede ocurrir que estén enseñando al niño a que les tema y le desagraden, ya que cualquier estimulo asociado con el castigo tiende a convertirse en algo desagradable. El castigo puede suprimir momentáneamente la conducta agresiva, pero los efectos a largo plazo son menos atractivos. Se ha demostrado que los delincuentes han sido normalmente victimas de más ataques de adultos que los no delincuentes. En definitiva, no es aconsejable la aplicación sistemática de castigo porque sus efectos son generalmente negativos; se imita la agresividad, aumenta la ansiedad del niño, y se incrementan las conductas de evitación, como minino. Reprimendas Otra forma menos contraproducente de aplicar castigo positivo es mediante estímulos verbales como reprimendas o gritos. Puesto que las reprimendas no causan daños físicos es un tipo castigo menos censurable que el castigo físico. Si se utiliza sistemáticamente puede resultar una técnica eficaz para reducir la conducta agresiva. Las reprimendas pueden consistir en un simple ¡No!. Para que resulte eficaz: Debe darse cada vez que se emita la conducta agresiva. La persona que suministra la reprimenda debe estar cerca físicamente del niño, y especificarle claramente cual es la conducta por la que se le reprende. Debe mirar al niño a los ojos, emplear una voz firme y sujetarle firmemente mientras le reprende. Debe ser seguida de elogios por comportarse adecuadamente después de la reprimenda. Sobrecorrección Esta técnica tiene como fin corregir las consecuencias de la conducta agresiva y facilitar que el agresor asuma al responsabilidad de tal conducta, Resulta útil en los casos en que ni la extinción, ni el costo de respuestas, ni el tiempo fuera, ni el reforzamiento de conductas incompatibles ha tenido afecto, La sobrecorrecion puede aplicarse en forma de sobrecorreccion restitutiva o en forma de practica positiva o en ambas juntas. Normalmente antes de aplicar la sobrecorreccion se da una reprimenda ("No pegues"), una descripción de la conducta inadaptada ("Estas insultando a tu hermana") o la manifestación de una regla ("No insultes a la gente"). Sobrecorrección restitutiva: Aquí se requiere que el niño restituya el daño que ha originado y sobrecorrija o mejore el estado original de las cosas. Por ejemplo, por pegar a alguien, se le puede exigir al niño que acaricie el área lastimada durante treinta segundos y que después pida disculpas diez veces después de cada incidente. Este modo de actuar ante la conducta agresiva se conoce también como entrenamiento en el respeto a otros. Práctica positiva: Consiste en la repetición de una conducta deseable. Por ejemplo, si el niño ha dado patadas a los juguetes tendrá que colocar al juguete tirado en su lugar y, además, ordenar todos los juguetes presentes aunque no los haya tirado. Reforzamiento diferencial Consiste en reforzar otras conductas emitidas por el niño excepto la que deseamos eliminar, en este caso la conducta agresiva.
  • 11. Son dos las modalidades de reforzamiento diferencial que resultan útiles para el tratamiento de la conducta agresiva: Reforzamiento de omisión: Se refuerza al niño cuando lleva un tiempo sin emitir la conducta agresiva. Reforzamiento de conductas alternativas o incompatibles: Se refuerza al niño por emitir precisamente una conducta incompatible con la agresión. Incompatible quiere decir que no puede darse al mismo tiempo que la conducta agresiva. Una conducta incompatible a la agresión ante una situación conflictiva seria una conducta de cooperación, o asertiva, o cualquier otro tipo de interacción no agresiva. Ambos procedimientos permiten superar algunas de las consecuencias negativas que podría tener el uso de la extinción. Puesto que con la extinción el niño deja de recibir la atención que hasta entonces recibía por la conducta agresiva, al aplicar el reforzamiento diferencial continuamos atendiendo al niño, solo que ahora lo hacemos por comportarse adecuadamente. Además si combatimos el reforzamiento de conductas incompatibles con algunas de las técnicas anteriormente vistas, no solo el indicamos al niño lo que esta mal, sino que también el decimos que es lo que debe hacer, al tiempo que nos encargamos de incrementar la probabilidad de ocurrencia de la conducta adecuada. VI. PREVENCIÓN DE COMPORTAMIENTOS AGRESIVOS EN LOS NIÑOS Para prevenir el comportamiento agresivo la mejor estrategia consiste en disponer el ambiente de modo que el niño no aprenda a comportarse agresivamente, y por el contrario, si lo dispongamos de modo que le resulte asequible el aprendizaje de conductas alternativas a la agresión. Usted puede disponer el ambiente modelando, instruyendo y reforzando conductas adaptativas al tiempo que no refuerza las conductas agresivas. Siempre que se encuentre ante una situación conflictiva ya sea ante su pareja o con su propio hijo o con cualquier otra persona, modele la calma por medio de la expresión facial, la postura, los gestos, lo que dice y el tono, la velocidad y el volumen con que dice las cosas. Modele también comportamientos asertivos para defender sus propios derechos. En ningún caso y bajo ningún pretexto, deje que desde pequeño el niño consiga lo que desea cuando patalea, grita o empuja a alguien. Espere a dárselo cuando lo pida de forma calmada. Si aun el niño no ha tenido la oportunidad de aprender como se pide calmadamente las cosas, déle instrucciones acerca de cómo debe hacerlo, y refuércele con una sonrisa, o un "así me gusta". Refuerce siempre cualquier intento que el niño, aunque muy pequeño, muestre de comportarse adaptativamente en situaciones conflictivas. VII. INVESTIGACIONES 7.1 Investigaciones a Nivel Nacional Espinosa (1996) investigo la relación entre conducta agresiva y ambiente familiar en niños de educación primaria, constatando que la presencia de un ambiente familiar adverso (problemas de pareja, familia extensa, maltrato infantil, indigencia) esta asociada a conductas agresivas en los niños, y que a mayores problemas familiares se correlaciona con una mayor dificultad infantil. Castro (1996) investigo acerca de las características familiares y psicosociales que influyen en la conducta agresiva de los niños preescolares del cono norte de Lima, hizo un estudio descriptivo analítico de corte transversal de treinta niños entre 3 y 6 años de edad con sus respectivos parientes (82 adultos), los instrumentos que empleo fueron: ficha de recolección de datos de la familia, un cuestionario de agresividad para niños (preferencias televisivas) y otra para adultos de Buss Durkee, los resultados a los que llego le permitieron establecer que existe relación entre los modelos de la conducta; padres familiares , la televisión y la conducta del niño. Por lo tanto concluyo que le puntaje de agresividad del niño tiene que ver con una mala relación con sus familiares (agresiva-autoritaria) encontró además una relación estadísticamente significativa (p<0,01) entre la agresividad del niño sus preferencias por programas infantiles de televisión (programas infantiles agresivos), además hallo que en las familias conformadas por mas de 5 miembros presentaba un agresividad alta. 7.2 Investigaciones a Nivel Internacional Frías, Ríos, Martínez y Palacios (1992) investigaron la relación entre el aprovechamiento escolar y la conducta agresiva, a cien niños de 1er grado de primaria, hallando una correlación negativa entre ambos, así a mayor nivel de agresión existía menor aprovechamiento escolar. Henenkohl, Egolf y Henenkohl (1997) evaluaron antecedentes preescolares para la conducta antisocial adolescente en un seguimiento de 16 años a 457 niños preescolares con y sin maltrato. Los sujetos fueron detectados entre los 18 meses y 6 años de edad en una evaluación preescolar (referida ala dinámica familiar y a la estrategia de afronte en familias abusadoras y no abusadoras) evidenciándose que la disciplina física severa, una negativa calida en la interacciones madre-hijo, y la experiencia de abuso sexual, están relacionados con una mayor conducta antisocial adolescente en niños que provienen de familias abusadoras comparado con niños que provienen de famillas no abusadoras. CONCLUSIONES La agresividad es cualquier forma de conducta que pretende causar daño físico o psicológico a alguien u objeto, ya sea este animado o inanimado. Las conductas agresivas son conductas intencionadas, que pueden causar daño ya sea físico o psíquico. Conductas como pegar a otros, burlarse de ellos, ofenderlos tener rabietas o utilizar palabras inadecuadas para llamar a los demás. La conducta agresiva es un comportamiento dependiente de factores situacionales y organismicos. Se acepta factores hereditarios, pero se da primordial importancia a factores ambientales.
  • 12. Tratar la conducta agresiva no implica simplemente su reducción o eliminación, sino que también es necesario fortalecer comportamientos alternativos a la agresión. Por lo tanto hablar de cómo tratar la agresión, resulta imprescindible hablar también de cómo incrementar comportamientos alternativos. Para prevenir el comportamiento agresivo la mejor estrategia consiste en disponer el ambiente de modo que el niño no aprenda a comportarse agresivamente, y por el contrario, si lo dispongamos de modo que le resulte asequible el aprendizaje de conductas alternativas a la agresión. ¿Cómo los niños pueden volverse agresivo? El experimento Bobo Doll Posted by Cecilia June 16, 2008 ¿De dónde proviene la agresividad de las personas? Una posibilidad es que provenga de la imitación de patrones agresivos en la infancia. En 1961, el psicólogo Albert Bandura llevo a cabo el experimento más importante al respecto, conocido como el experimento del muñeco Bobo o Bobo Doll experiment. Bobo resulta ser un muñeco inflable del tamaño de un niño pre-puber y fue utilizado por Bandura para estudiar el aprendizaje social en los niños, es decir la forma en que estos aprenden por imitación. Bandura se propuso exponer a un grupo de niños a diferentes patrones de conducta de los adultos, algunas altamente agresivas y otras sin agresividad. Luego buscó estudiar si los niños repetían la conducta vista en el adulto cuando éste no se hallaba presente. Bandura pensó cuatro hipótesis respecto de los resultados del experimento: 1- Que los niños que habían visto la conducta agresiva del adulto iban a imitarla 2-Que los niños que habían visto al adulto no agresivo iban a ser menos agresivos incluso que el grupo control (aquel que no vio ningún modelo de adulto). 3-Que los niños eran más proclives a imitar la conducta del adulto si éste era de su mismo género 4-Que los varones eran más proclives que las mujeres a exhibir conducta agresiva, en tanto la agresión tiende a estar mayormente presente en hombres. Para el experimento, Bandura utilizó un conjunto de 36 niños varones y 36 mujeres. 24 niños fueron expuestos a conductas agresivas, 24 a no agresivas y 24 formaron el grupo control La exposición a la conducta del adulto se hizo de la siguiente forma: Cada niño entraba en una sala y se sentaba en un rincón rodeado de atractivos juguetes. Del otro lado de la sala se situaba el adulto con el muñeco Bobo. Allí los encargados de mostrar conductas agresivas dañaban verbalmente a Bobo a la vez que lo agredían físicamente. El modelo no agresivo jugaba con otros juegos e ignoraba completamente a Bobo. Pasado el momento de exposición al modelo adulto, los niños volvían a entrar en la salita rodeados de juguetes, entre ellos Bobo. Los investigadores estudiaban la conducta de los niños midiendo la agresión que ahora ellos presentaban a Bobo. Bandura encontró que los chicos que habían visto al modelo agresivo tendían en mayor medida también a agredir a Bobo, los porcentajes fueron del 38,2 % de agresión para los varones y del 12,7 % para las niñas, las agresiones verbales fueron las más imitadas. Por el contrario fue escasa o nula la actividad agresiva mostrada por el grupo expuesto a modelos no agresivos, pero no fue mayor que la del grupo sin modelo, con lo cual queda indeterminada la hipótesis de que los modelos no agresivos inhiben la agresividad más que la ausencia de modelo. En relación a los géneros, los resultados apoyaron la tercer hipótesis de Bandura. Los niños copiaban más las conductas agresivas cuando las realizaba alguien se su mismo género. Por ultimo el experimento también corroboró la cuarta hipótesis, la frecuencia de la repetición de conductas agresivas en los niños varones fue muy superior a la de las mujeres. Este experimento ha sido pionero en el estudio de la agresividad, y a aportado sustento a la teoría del aprendizaje social, basado en la imitación por parte de los niños de aquello que ven en los adultos. Esto refuerza la idea de la importancia que tiene la conducta de los adultos en el ambiente familiar y el modo en que sus comportamientos marcan la conducta futura de los niños. Educación especial Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación acreditada, como revistas especializadas, monografías, prensa diaria o páginas de Internet fidedignas. Puedes añadirlas así o avisar al autor principal del artículo en su página de discusión pegando: {{subst:Aviso referencias|Educación especial}} ~~~~ Educación especial es aquella destinada a alumnos con necesidades educativas especiales debidas a sobredotación intelectual o discapacidades psíquicas, físicas o sensoriales. La educación especial en sentido amplio comprende todas aquellas actuaciones encaminadas a compensar dichas necesidades, ya sea en centros ordinarios o específicos.
  • 13. Aunque la atención educativa a deficientes sensoriales (generalmente auditivos y visuales) se viene prestando en España desde el s. XVI la adopción legal del término educación especial es reciente viniendo a sustituir a otros aun vigentes en ciertos países de Hispanoamérica como defectología que tienen evidentes connotaciones negativas. En los últimos años del siglo XX se ha propuesto en España y otros países la sustitución del término educación especial por el de necesidades educativas especiales siguiendo las recomendaciones del informe Warnock, publicado en 1978 y difundido a lo largo de la década siguiente. Esta nueva definición supone hacer énfasis en la concepción de la educación básica como un servicio que se presta a la ciudadanía para que alcance sus máximas potencialidades y por tanto en la obligación del sistema de proporcionar apoyos y medios técnicos y humanos para compensar los déficits del alumnado en el acceso a los aprendizajes básicos imprescindibles para afrontar la vida adulta. La agresividad infantil Junto a la desobediencia, la agresividad infantil es uno de los problemas de los que más se quejan los padres y educadores; muchas veces aparecen unidos ambos tipos de problemas. El comportamiento agresivo es muy común en los niños. Es mucho más frecuente en los primeros años, y luego va bajando. El nivel máximo se da sobre los 2 años, a partir de los cuales disminuye hasta alcanzar niveles más moderados en la edad escolar. Así, cuando decimos que un niño mayor es agresivo, decimos que tiene la misma frecuencia de conductas que el de 2 o 3 años. Se puede decir que la agresividad es relativamente deseable en el proceso de socialización, entendida como cierta dosis de combatividad, gracias a la cual se pueden ir consiguiendo pequeños logros. Pero esa dosis no debe pasar los límites aceptables para que se considere como adaptativa. No es bueno que el niño tenga miedo a ejercer sus derechos, pero tampoco lo es dejar rienda suelta a la agresividad. El niño agresivo no se encuentra a gusto ni con los demás ni consigo mismo. Los ataques agresivos fomentan respuestas agresivas por lo que es normal descubrir que estos niños no son populares. El comportamiento agresivo dificulta las relaciones sociales y la correcta integración en cualquier ambiente. Igualmente hay que tener en cuenta que algunas manifestaciones de agresividad son admisibles en una etapa de la vida pero no lo son en otras. Es normal que un niño en sus primeros años de desarrollo llore, patalee, golpee..., pero en etapas posteriores estas conductas no son aceptables. Después de los 6 años estas conductas suelen convertirse en insultos verbales, acusaciones... Si estas conductas llegan a consolidarse, independientemente de la edad que tenga el niño, es muy probable que tenga problemas en el futuro. Muchos padres piensan que estos problemas de los niños son hereditarios y por ello no se les puede ayudar.... bueno, toda conducta humana es afectada por la herencia pero en mayor medida por el ambiente. La herencia no se puede cambiar, pero el entorno sí. Así, hay que saber que el problema puede resolverse. Entre los niños hay diferencias a la hora de aprender, pero todos pueden cambiar su comportamiento. La mayoría de fracasos a la hora de resolver problemas de conducta en los niños no se deben a que el niño no sea capaz de aprender, sino a la ignorancia de los adultos sobre cómo puede modificarse el comportamiento humano. Las conductas agresivas se suelen aprender por imitación u observación de la conducta de modelos agresivos, es decir, el niño tiende a imitar los modelos de conducta que se le presentan La reacción de cada niño depende de cómo haya aprendido a reaccionar ante las situaciones conflictivas. Si vive rodeado de modelos agresivos, irá adquiriendo un repertorio conductual caracterizado por una tendencia a responder agresivamente a las situaciones conflictivas. El niño no es adivino, no nace sabiendo, ni aprende solo; no puede saber cómo debe comportarse si no es viendo cómo lo hacen los demás. Los niños aprenderán a comportarse de acuerdo a los patrones de conducta que les presentemos, según los modelos que tengan oportunidad de observar y según las consecuencias de las conductas que observan.
  • 14. 3.10.1. Integración educativa Concepto Birch (1974) define la integración educativa como un proceso que pretende unificar las educaciones ordinaria y especial con el objetivo de ofrecer un conjunto de servicios a todos los niños, en base a sus necesidades de aprendizaje. Kaufman (1985), define la integración en el marco educativo "mainstreaming" como: " referida a la integración temporal, instructiva y social de un grupo de seleccionado de niños excepcionales, con sus compañeros normales, basada en una planificación educativa y un proceso `programador evolutivo e individualmente determinado. Esta integración requería una clasificación de responsabilidades entre el personal educativo regular y especial y el personal administrativo, instructor y auxiliar". La NARC (National association of Retarded Citizens, USA) la define como: "la integración es una filosofía o principio de ofrecimiento de servicios educativos que se pone en práctica mediante la provisión de una variedad de alternativas instructivas y de clases, que son apropiadas al plan educativo, para cada alumno, permitiendo la máxima integración instructiva, temporal y social entre alumnos deficientes y no deficientes durante la jornada escolar normal". La integración educativa supone que: a) Un niño que se escolariza por primera vez y que por sus características podría haber sido dirigido al centro especial, es acogido en el centro ordinario. b) Niños que están en centros especiales pasan a centros ordinarios en alguna de las modalidades de integración. c) Niños que están a tiempo total en una unidad de educación especial de un centro ordinario lo vamos incorporando paulatinamente al aula ordinaria. d) Niños y niñas que se encuentran en el aula ordinaria que en otras circunstancias pasarían a un lugar más restrictivo -aula especial o centro específico- ahora van a continuar en esa aula ordinaria. Todo esto teniendo en cuenta una serie de premisas como por ejemplo: 1. - Éste es un proceso difícil y complejo y depende de muchas circunstancias: del propio niño o niño, del centro y de la familia, Cada caso requiere un estudio y un tratamiento determinado. 2. - Existen, distintas situaciones o modalidades de integración. No siempre será posible que el alumno se integre en el aula ordinaria de un colegio ordinario; esto es lo ideal hacia lo que se debe tender, pero habrá casos en que, por diversas circunstancias, su modalidad de integración tenga que ser otra. 3. - La ubicación de un niño en un lugar o ambiente determinado no será para siempre, son que, mediante revisiones periódicas, se intentará proporcionarle situaciones que supongan un mayor nivel de integración. 4. - Este proceso de integración se inicia con la valoración e identificación de las necesidades educativas especiales del alumno y lleva aparejado el proporcionarle las ayudas personales, materiales, adaptaciones curriculares, etc., que posibiliten un mayor desarrollo. 5. - No supone la integración una simple ubicación física en el ambiente menos restrictivo posible, sino que significa una participación efectiva en las tareas escolares, que le proporcione la educación diferenciada que precise, apoyándose en las adaptaciones y medios que sean pertinentes en cada caso. Ideas esenciales de la Educación Inclusiva La inclusión es un concepto teórico de la pedagogía que hace referencia al modo en que se debe dar respuesta en la escuela a la diversidad. Es un término que surge en los años 90 y pretende sustituir al de integración, hasta ese momento el dominante en la práctica educativa. Su supuesto básico es que hay que modificar el sistema para responder a todos los alumnos, en vez de entender que son los alumnos quienes se tienen que adaptar al sistema, integrándose en él. Tabla de contenidos[ocultar] 1 Ideas esenciales de la Educación Inclusiva 2 Implementación 3 Delimitación conceptual entre integración e inclusión 4 Desarrollo del concepto de Inclusión Educativa 5 Enlaces externos Ideas esenciales de la Educación Inclusiva La educación inclusiva se presenta como un derecho de todos los niños, y no sólo de aquellos calificados como con Necesidades Educativas Especiales (NEE). Pretende pensar las diferencias en términos de normalidad (lo normal es que seamos diferentes) y de equidad en el acceso a una educación de calidad para todos. La educación inclusiva no sólo respeta el derecho a ser diferente como algo legítimo, sino que valora explícitamente la existencia de esa diversidad. Se asume así que cada persona difiere de otra en una gran variedad de formas y que por eso las diferencias individuales deben ser vistas como una de las múltiples características de las personas. Por lo tanto, inclusión total significaría la apuesta por una escuela que acoge la diversidad general, sin exclusión alguna, ni por motivos relativos a la discriminación entre distintos tipos de necesidades, ni por motivos relativos a las posibilidades que ofrece la escuela. Desde esta postura, el uso de espacios y tiempos separados para cualquier alumno en determinados momentos se niega por su carácter excluyente. Los principios de la escuela inclusiva están
  • 15. ideológicamente vinvulados con las metas de la educación multicultural. Implementación Las escuelas inclusivas suponen un modelo de escuela en la que los profesores, los alumnos y los padres participan y desarrollan un sentido de comunidad entre todos los participantes, tengan o no discapacidades o pertenezcan a una cultura, raza o religión diferente. Pretenden una reconstrucción funcional y organizativa de la escuela integradora: adaptar la instrucción y proporcionarles apoyo a todos los estudiantes de modo que profesores ordinarios y profesores de apoyo trabajan conjuntamente y coordinadamente dentro del contexto natural del aula ordinaria, favoreciendo el sentido de pertenencia a la comunidad y la necesidad de aceptación, sean cuales fuesen las caracaterísticas de los alumnos. La escuela inclusiva forma parte de un proceso de inclusión más amplio; supone la aceptación de todos los alumnos, valorando sus diferencias; exige nuevos valores en la escuela; implica incrementar la participación activa (social y académica) de los alumnos y disminuir los procesos de exclusión; supone crear un contexto de aprendizaje inclusivo desarrollado desde el marco de un currículo común; exige la reestructuración escolar y el abordar a esta desde una perspectiva institucional; es un proceso inacabado, no un estado. Delimitación conceptual entre integración e inclusión Las principales diferencias entre integración e inclusión son las siguientes: - La integración se basa en la normalización de la vida de los alumnos con necesidades educativas especiales; sin embargo, la inclusión se presenta como un derecho humano, por lo que se trata de un objetivo prioritario a todos los niveles y que, además, se dirige a todos los alumnos y a todas las personas, pues la heterogeneidad es entendida como normal. - La integración se centra en los alumnos con necesidades educativas especiales, para los que se habilitan determinados apoyos, recursos y profesionales, mientras que la inclusión se basa en un modelo sociocomunitario en el que el centro educativo y la comunidad escolar están fuertemente implicados, conduciendo al mejoramiento de la calidadeducativa en su conjunto y para todos los alumnos. Se trata de una organización en sí misma inclusiva, en la que todos sus miembros están capacitados para atender la diversidad. - La integración propone la adaptación curricular como medida de superación de las diferencias de los alumnos especiales; la inclusión propone un currículo común para todos en el que implícitamente vayan incorporadas esas adaptaciones. El currículo no debe entenderse como la posibilidad de que cada alumno aprenda cosas diferentes, sino más bien que las aprenda de diferente manera. - La integración supone, conceptualmente, la existencia de una anterior separación o segregación. Una parte de la población escolar que se encuentra fuera del sistema educacional regular se plantea que debe ser integrada a éste. En este proceso el sistema permanece más o menos intacto, mientras que quienes deben integrarse tienen la tarea de adaptarse a él. La inclusión supone un sistema único para todos, lo que implica diseñar el currículo, las metodologías empleadas, los sistemas de ensenanza, la infraestructura y las estructuras organizacionales del sistema educacional de modo tal que se adapten a la diversidad de la totalidad de la población escolar. Desarrollo del concepto de Inclusión Educativa El origen de la idea de inclusión se sitúa en la Conferencia de 1990 de la UNESCO en Tailandia, donde se promovió la idea de una Educación para todos. A raíz de esta conferencia, en la llamada Conferencia de Salamanca en 1994, se da una adscripción a esa idea de modo casi generalizado como principio y política educativa, proclamándose principios que han de guiar la política y práctica en la construcción de una educación para todos.