3. «Los Evangelios muestran cómo con frecuencia
Jesús, sobre todo en las decisiones decisivas, se
retiraba completamente solo a un lugar apartado
de la multitud, e incluso de los discípulos, para orar
en el silencio y vivir su relación filial con Dios. El
silencio es capaz de abrir un espacio
interior en lo más íntimo de nosotros
mismos, para hacer que allí habite Dios,
para que su Palabra permanezca en nosotros, para
que el amor a Él arraigue en nuestra mente y en
nuestro corazón, y anime nuestra vida. Por lo
tanto, la primera dirección es: volver a aprender
el silencio, la apertura a la escucha, que nos abre
al otro, a la Palabra de Dios».
BENEDICTO XVI, Audiencia general (7.III.2012)
4. «Un aspecto que es preciso cultivar con más esmero en
nuestras comunidades es la experiencia del silencio.
Resulta necesario "para lograr la plena resonancia de
la voz del Espíritu Santo en los corazones y para unir
más estrechamente la oración personal con la palabra
de Dios y la voz pública de la Iglesia”. En una sociedad
que vive de manera cada vez más frenética, a menudo
aturdida por ruidos y dispersa en lo efímero, es vital
redescubrir el valor del silencio(…) ¿Por qué no
emprender, con audacia pedagógica, una educación
específica en el silencio dentro de las coordenadas
propias de la experiencia cristiana? Debemos tener ante
nuestros ojos el ejemplo de Jesús, el cual "salió de casa y
se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. La liturgia,
entre sus diversos momentos y signos, no puede
descuidar el del silencio»
BEATO JUAN PABLO II, Carta apostólica “Spiritus et sponsa” en el XL
aniversario de la “Sacrosanctum Concilium”, 4.XII.2003, n. 13
5. «Nos damos cuenta, cada vez con mayor claridad, de que
también el silencio forma parte de la liturgia. Al
Dios que habla, le respondemos cantando y
orando, pero el misterio más grande, que va más allá
de cualquier palabra, nos invita también al silencio.
Debe ser, naturalmente, más que una ausencia
de palabras y acciones, un silencio lleno de
contenido. De la liturgia esperamos precisamente
esto, que nos ofrezca el silencio positivo en el que nos
encontremos a nosotros mismos –el silencio que no es
una simple pausa, en la que vienen a nosotros mil
pensamientos y deseos, sino ese recogimiento que nos
da la paz interior, que nos permite tomar aliento, que
descubre lo que es verdaderamente importante».
CARD. JOSEPH RATZINGER, El espíritu de la Liturgia: Una introducción (2001)
6.
7. «Debe guardarse también, en el momento en que
corresponde, como parte de la celebración,
un sagrado silencio. Sin embargo, su naturaleza
depende del momento en que se observa en cada
celebración» (OGMR 45)
8. Preparación para la Misa
• «No se puede esperar una participación activa en la
liturgia eucarística cuando se asiste superficialmen_
te, sin antes examinar la propia vida. Favorece dicha
disposición interior, por ejemplo, el recogimiento y
el silencio, al menos unos instantes antes de
comenzar la liturgia» (SCar 55)
• «Ya desde antes de la celebración misma, es
laudable que se guarde silencio en la iglesia, en
la sacristía, en el “secretarium” y en los lugares más
cercanos para que todos se dispongan devota y
debidamente para la acción sagrada» (OGMR
45)
9. I. Ritos iniciales
• «Los ritos que preceden a la Liturgia de la
Palabra (…) tienen el carácter de exordio, de
introducción y de preparación. La finalidad de
ellos es hacer que los fieles reunidos en la
unidad construyan la comunión y se dispongan
debidamente a escuchar la Palabra de Dios y a
celebrar dignamente la Eucaristía» (OGMR 46)
• En los silencios del «acto penitencial y después
de la invitación a orar, cada uno se recoge en
sí mismo» (OGMR 45)
10. 1. Acto Penitencial
• Invitación a reconocer los
propios pecados
• Breve pausa de silencio
(OM 4)
• Confesión de las culpas (3
formas)
• Plegaria “Dios Todopoderoso”
11. 2. Oración Colecta
• “Oremos”
• «Todos, juntamente con el
sacerdote, guardan un
momento de silencio para
hacerse conscientes de que
están en la presencia de Dios y
puedan formular en su espíritu
sus deseos» (OGMR 54; OM 9)
• Oración Colecta
• “Amén” del pueblo
12. II. Liturgia de la Palabra
• «Cuando se leen las sagradas Escrituras en la Iglesia,
Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo, presente en su
palabra, anuncia el Evangelio. Por eso las lecturas de la
Palabra de Dios, que proporcionan a la Liturgia un
elemento de máxima importancia, deben ser escuchadas
por todos con veneración» (OGMR 29)
• «La Liturgia de la Palabra se debe celebrar de tal manera
que favorezca la meditación (…) Conviene que durante
la misma haya breves momentos de silencio (…) gracias a
los cuales, con la ayuda del Espíritu Santo, se
saboree la Palabra de Dios en los corazones y,
por la oración, se prepare la respuesta» (OGMR
56)
• «El pueblo hace suya esta palabra divina por el
silencio y por los cantos» (OGMR 55).
13. «En la ya mencionada exhortación Verbum Domini
recordé la necesidad de educarnos en el valor del
silencio: "Redescubrir el puesto central de la Palabra de
Dios en la vida de la Iglesia quiere decir también
redescubrir el sentido del recogimiento y del sosiego
interior. La gran tradición patrística nos enseña que los
misterios de Cristo están unidos al silencio, y sólo en él
la Palabra puede encontrar morada en nosotros, como
ocurrió en María, mujer de la Palabra y del silencio
inseparablemente" (n. 66). Este principio –que sin
silencio no se oye, no se escucha, no se recibe
una palabra– es válido sobre todo para la oración
personal, pero también para nuestras liturgias: para
facilitar una escucha auténtica, las liturgias
deben tener también momentos de silencio y de
acogida no verbal».
BENEDICTO XVI, Audiencia general (7.III.2012)
14. «Las oraciones que el sacerdote hace en silencio le invitan a
personalizar su tarea, a entregarse al Señor, también con su
mismo yo. Son, al mismo tiempo, un modo excelente de
encaminarse como los demás al encuentro del Señor, de
manera enteramente personal, pero a la vez yendo junto con
los otros (…) La primera con la que nos encontramos es una
breve oración de preparación antes de la
proclamación del Evangelio. El sacerdote debería
rezarla de forma verdaderamente silenciosa y recogida,
consciente de la responsabilidad que entraña el proclamar el
Evangelio como es debido; consciente de que tenemos
necesidad de purificar los labios y el corazón. Cuando el
sacerdote lo hace de esta manera, sabrá también
introducir a la comunidad a la dignidad y grandeza
del Evangelio, ayudándole a reconocer ese hecho
extraordinario de que la palabra de Dios venga a
quedarse entre nosotros; así se creará un profundo
clima de respeto y de escucha».
CARD. JOSEPH RATZINGER, El espíritu de la Liturgia: Una introducción (2001)
15. 3. Antes de la Liturgia de la Palabra
• Opcional (OGMR 56)
4. Después de cada lectura
• Proclamación de la lectura
• Aclamación del pueblo (Palabra de Dios – Te alabamos,
Señor)
• «Entonces, según las circunstancias, se pueden
guardar unos momentos de silencio, para que
todos mediten brevemente lo que escucharon»
(OGMR 128; 56, 130)
5. Después de la homilía
• «Es conveniente que se guarde un breve espacio de
silencio después de la homilía» (OGMR 66)
16. III. Liturgia eucarística: Ofertorio
• «Aunque los fieles ya no traigan, de los suyos, el pan y el
vino destinados para la liturgia, como se hacía
antiguamente, sin embargo el rito de presentarlos
conserva su fuerza y su significado espiritual»
(OGMR 73)
• «No es sólo como un "intervalo" entre la liturgia
de la Palabra y la eucarística (…) Este gesto, para ser
vivido en su auténtico significado, no necesita ser
enfatizado con añadiduras superfluas. Permite valorar
la colaboración originaria que Dios pide al hombre
para realizar en él la obra divina y dar así pleno sentido
al trabajo humano, que mediante la celebración
eucarística se une al sacrificio redentor de Cristo»
(SCar 47)
17. «También la preparación de las ofrendas se presenta, a veces,
como un momento de silencio. Es algo muy sensato y fecundo
cuando la preparación no se concibe como una acción
exterior necesaria, sino como un proceso esencialmente
interior, cuando se hace patente que el verdadero don del
“sacrificio conforme a la Palabra” somos nosotros,
precisamente, nosotros mismos, o hemos de llegar a serlo
con nuestra participación en el acto con el que Jesucristo se
ofrece a sí mismo al Padre (…). De este modo, este
silencio no es una simple espera hasta que se lleve a
cabo un acto exterior, sino que el proceso exterior se
corresponde con un proceso interior: la preparación
de nosotros mismos; nos ponemos en camino, nos
presentamos al Señor; le pedimos que nos prepare para la
transformación. El silencio común es, por tanto,
oración común, incluso acción común; es ponerse en
camino desde el lugar de nuestra vida cotidiana hacia el
Señor, para hacernos contemporáneos con Él».
CARD. JOSEPH RATZINGER, El espíritu de la Liturgia: Una introducción (2001)
18. IV. Liturgia eucarística: Anáfora
• «El sacerdote invita al pueblo a elevar los corazones
hacia el Señor, en oración y en acción de gracias, y lo
asocia a sí mismo en la oración que él dirige en nombre
de toda la comunidad a Dios Padre, por Jesucristo, en el
Espíritu Santo. El sentido de esta oración es que toda la
asamblea de los fieles se una con Cristo en la confesión
de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.
La Plegaria Eucarística exige que todos la
escuchen con reverencia y con silencio»
(OGMR 78)
• «El pueblo se asocia al sacerdote en la fe y por
medio del silencio, y con las intervenciones
determinadas en el curso de la Plegaria Eucarística»
(OGMR 147)
19. «Quien personalmente haya sido testigo de esa
unidad de la Iglesia en el silencio de la plegaria
eucarística, ha experimentado lo que es el
silencio lleno de contenido: un silencio que
muestra, al mismo tiempo, un grito fuerte y
penetrante que se dirige a Dios, una oración llena
de espíritu. Aquí verdaderamente todos rezan
juntos el canon, si bien mediante esa unión con el
cometido particular del oficio sacerdotal. Aquí
todos estamos unidos, asumidos por Cristo,
guiados por el Espíritu Santo en la oración común
ante el Padre, que es el sacrificio verdadero: el
amor que reconcilia y une el mundo con Dios».
CARD. JOSEPH RATZINGER, El espíritu de la Liturgia: Una introducción
(2001)
20. «Este silencio [después de la consagración, durante la elevación
de las especies consagradas] nos invita a dirigir la mirada a
Cristo, a mirarlo desde dentro, en una contemplación que es,
a la vez, agradecimiento, adoración y petición para nuestra
transformación interior (…) Quien participe en la Eucaristía,
orando con fe, tiene que sentirse profundamente conmovido
en el instante en el que el Señor desciende y transforma el
pan y el vino, de tal manera que se convierten en su cuerpo y
en su sangre. Ante este acontecimiento, no cabe otra reacción
posible que la de caer de rodillas y saludarlo. La
consagración es el momento de la gran “actio” de Dios en el
mundo, por nosotros. Levanta nuestra mirada y nuestro
corazón. Por un instante el mundo enmudece, todo guarda
silencio, y en ese silencio tiene lugar el contacto con el
Eterno; en lo que es un latido del corazón, salimos del
tiempo para entrar en la presencia de Dios con nosotros».
CARD. JOSEPH RATZINGER, El espíritu de la Liturgia: Una introducción (2001)
21. 6. Plegaria Eucarística
• Canon Romano:
• Memento de vivos (OM 85)
• Memento de difuntos (OM
95)
• Pueblo escucha y acompaña en
silencio (OGMR 78, 147)
• Sin moniciones, ni cantos, ni
música (OGMR 31,32)
22. V. Liturgia eucarística: Comunión
• «El sacerdote se prepara para recibir
fructuosamente el Cuerpo y la Sangre de
Cristo con una oración en secreto. Los fieles
hacen lo mismo orando en silencio»
(OGMR 84)
• «Después de la Comunión, alaban a Dios
en su corazón y oran»
(OGMR 45).
23. «A la comunión le preceden dos oraciones muy bellas
y profundas (…) Aun cuando ahora sólo se rece una
de las dos, el sacerdote debería hacerlo en un
silencioso recogimiento, como una preparación
personal para el Señor, silencio que conduce
también, a todos los demás, al silencio ante
la sagrada presencia, para que ir a
comulgar no degenere en una mera
exterioridad (…) Si, en un instante de silencio,
realmente todos dirigen los ojos del corazón hacia
el Cordero, este tiempo puede convertirse en tiempo
de un bendito silencio».
CARD. JOSEPH RATZINGER, El espíritu de la Liturgia: Una introducción
(2001)
24. «(…) el silencio después de la Comunión: es, de
hecho, el momento para un diálogo íntimo
con el Señor, que se nos ha dado –para el
necesario “comunicarse”, para entrar en el
proceso de comunicación sin el cual la
comunión exterior se convierte en un puro rito
y se convierte en algo estéril (…) En la medida
de lo posible habría que aprovechar, sin duda
alguna, este silencio tras la Comunión, y dar a
los fieles unos instantes para la oración
interior».
CARD. JOSEPH RATZINGER, El espíritu de la Liturgia: Una
introducción (2001)
25. 7. Preparación para la Comunión
• Pueblo se prepara orando en silencio (OGMR 84)
• El sacerdote reza oraciones en secreto (OM 131)
8. Después de la Comunión
• El sacerdote reza oración en secreto (OM 137)
• «Terminada la distribución de la Comunión, si
resulta oportuno, el sacerdote y los fieles oran
en silencio por algún intervalo de tiempo»
(OGMR 88)
• Dice el Oremos de la Post-Comunión, y puede hacer
«un breve intervalo de silencio, a no ser que ya
lo haya precedido inmediatamente después de
la Comunión» (OGMR 165; OM 138)
26. De la forma extraordinaria:
• El rito de comunión del Missale Romanum de
1962 dice que cuando el sacerdote comulga con
el Cuerpo del Señor, además de hacerlo
“reverentemente”, quiescit aliquantulum in
meditatione sanctissimi Sacramenti… (se recoge
brevemente para meditar en el Santísimo
Sacramento).
27. Después de la celebración
• «El amor a Cristo, que se ofrece por nosotros, nos impulsa a
saber encontrar, acabada la Misa, unos minutos para una
acción de gracias personal, íntima, que prolongue en
el silencio del corazón esa otra acción de gracias que
es la Eucaristía»
(S. JOSEMARÍA, Es Cristo que pasa, 92)
• «Estos momentos de silencio, se prolongan, en cierto
modo, fuera de la celebración, en recogida adoración,
oración y contemplación delante del Santísimo Sacramento
(…) Es por tanto necesario pasar de la experiencia
litúrgica del silencio a la espiritualidad del silencio, a
la dimensión contemplativa de la vida. Si no está
anclada en el silencio, la palabra puede desgastarse,
transformarse en ruido, incluso en aturdimiento»
(Sugerencias y propuestas para el Año de la Eucaristía, 28).
28.
29. 1. Acto penitencial [obligatorio]
2. Oración Colecta [obligatorio]
3. Antes de la Liturgia de la Palabra [opcional]
4. Después de la 1ª Lectura (y 2ª si hubiera) [opcional]
5. Terminada la Homilía [conveniente] (o el Evangelio, si no hay homilía)
6. Canon Romano (mementos de vivos y difuntos) [obligatorio] (los fieles oran en
silencio, no hay moniciones ni música)
7. Preparación para la Comunión (mientras reza en secreto) [obligatorio]
8.Después de la Comunión (antes o después de la Post-Comunión) [opcional]
30. Abreviaturas
• OGMR = “Ordenación General del Misal
Romano” (2002)
• OM = “Ordo Missae” (2002)
• SCar = “Exhortación apostólica Sacramentum
Caritatis” (2007)