El documento ofrece consejos para descubrir los propios talentos y virtudes. Enfatiza que todas las personas tienen alguna virtud u habilidad, aunque a veces no sean conscientes de ellas. Recomienda observar las cosas que se hacen bien y en las que se destaca, preguntar a otros sobre sus fortalezas, y repetirse a sí mismo cuáles son las propias virtudes para descubrirlas y desarrollarlas.
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Descubrir mis talentos y encontrar mis virtudes
¿Crees que no tienes ningún talento? Estás muy equivocado. Sin conocernos, puedo
asegurarte, insisto, que si piensas que no tienes ningún talento estás muy equivocado. No
hay nadie, escúchame bien, nadie en el mundo que no tenga alguna virtud. ¿Conoces a
alguien que no la tenga?
Cualquier persona que podamos imaginar, por muy desagradable que nos parezca, desde
el indigente más holgazán hasta el dirigente más engreído, desde el asesino más
perverso hasta el ermitaño más huraño, todos tienen alguna virtud. Quizás tenga
paciencia, quizás tenga don de palabra, quizás tenga inteligencia, quizás sea un
superviviente nato. Todos tienen su virtud. ¿Por qué ibas a ser tú diferente? ¿Crees que
lo eres?
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No, no eres diferente. Tú también tienes tus virtudes. Igual que yo. Igual que todos.
Todo el mundo tiene virtudes, todas las personas tienen talentos. Si tú crees que no los
tienes, entonces es que no has buscado lo suficiente. ¿Has mirado dentro de tí? ¿Has
mirado a tu alrededor? ¿Has preguntado a los que te rodean?
Debes analizar todas las cosas que haces a lo largo del día. ¿Qué haces bien? ¿En qué
eres bueno? ¿Qué se te da bien? No lo dudes, puedes encontrar tus virtudes en tu
interior. Aprende a sacar lo mejor de ti mismo, encuentra tus virtudes, se consciente de tu
talentos.
Cada persona es una fuente inagotable de ideas. Sólo tenemos que aprender a sacar
esas ideas. No digas que tú no las tienes. No digas qué no tienes ninguna virtud, te
estarías engañando. No digas que no tienes ninguna virtud, te estarías ocultando la
realidad. No dejes que el pesimismo te lleve.
Repítete a ti mismo: "Yo soy bueno esto", "Se me da bien aquello", "Soy el mejor en lo
otro". Repasa a menudo tus virtudes. Encuéntralas y repásalas.
A continuación te dejo una serie de consejos que puedes seguir para ser más consciente
de cuáles son tus talentos y tus virtudes
Durante el día observa qué cosas haces bien. Fíjate en que estabas haciendo
cada vez que alguien te diga "Gracias". Anota que cosas han tenido el resultado que
esperabas.
Durante la noche repasa mentalmente el día anterior. ¿Qué has hecho bien en
ese día? ¿De qué te sientes orgulloso?
Lleva siempre una agenda o libreta de bolsillo en la que apuntar tus logros.
Escribe todos tus éxitos de la semana, aunque ya estén repetidos (volver a escribirlos te
ayudará a fijarlos en tu mente). Al final de la semana pasa esas anotaciones a un libro, de
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forma ordenada y clasificada. Subraya o marca con X cada vez que se repita una idea, un
éxito.
Pregunta a las personas cercanas abiertamente. Consúltales las cosas que más
les gustan de tí, en qué eres bueno, que tipo de asuntos te confiarían. Diles que te digan
sincera y abiertamente que es lo que les gusta de ti y en que tipo de actividades creen
que podrías destacar.
Observa atentamente que tipo de favores te suele pedir la gente, que tipo
de tareas te suelen encargar. Eso te dará una idea de en que tipo de actividades te ven
más preparados los demás.
Fíate de tus gustos, céntrate en las actividades que más te gusten pues es en las
que más fácilmente podrás destacar. Todos tendemos a hacer mejor las cosas cuando
las hacemos a gusto.
Una vez que tengas claro en que eres bueno, escríbelo, repásalo, métetelo en la cabeza.
Deja notas por todas partes recordándotelo. No tengas miedo de repetírtelo. "Soy bueno
en tal cosa o en cual aspecto".
Y por supuesto CRÉETELO. CREE EN TI
Recuerda: todos tenemos virtudes, todos tenemos cosas que mostrar al mundo,
todos somos buenos en algo. DESCUBRE EN QUÉ TÚ ERES BUENO y desarróllalo.
¿Cómo? Practicando, practicando, practicando,… y así hasta el infinito.
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Tú, sí, sí tú.Si eres de los que piensa que el talento es sólo para unos pocos privilegiados
que nacen con él, quítate esa idea de la cabeza y sigue leyendo, porque el talento se
puede desarrollar. Hoy es el día en el que empezarás a creer más en ti. Hoy, te revelo
los tres vértices fundamentales que configuran el triángulo del talento. ¡No te lo
pierdas!:
1. El Saber: Hazte un experto de tu materia
Si quieres empezar a desarrollar tu talento, el primer requisito imprescindible es disponer
de un conocimiento amplio y específico sobre tu materia de interés.
Por ejemplo, un cantante con talento, ¡tiene que saber de música! De lo contrario, puede
ser un buen cantante, pero no será un cantante con talento, y es que un recorrido
histórico sobre la música, al menos en su estilo, le aportará un enfoque crítico y con
perspectiva. También tendrá que tener nociones específicas sobre música, y disponer de
una formación adquirida sobre ésta.
Si quieres explotar este punto del triángulo, no basta con saber lo que ya sabes, tienes
que saber todo lo que NO sabes, y como hay tantas cosas que no sabemos,
¡tendremos que estar aprendiendo toda la vida!
Hoy en día, podemos obtener conocimientos de manera autodidacta y sin necesidad
de gastar dinero en cursos y formación. Libros, revistas especializadas, vídeos en
internet, conversaciones con personas con experiencia, etc., son recursos que están al
alcance de la mayoría, y que nos permiten un acercamiento profundo sobre casi cualquier
temática.
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2- El Poder: Demuestra lo que sabes
Una vez que hemos decidido convertirnos en expertos de nuestra materia, el siguiente
paso será aprender a poner en práctica esos conocimientos. Debes preguntarte:
¿CÓMO puedo hacerlo? ¿Qué recursos necesito? ¿De qué herramientas dispongo?
Y es que, ¿de qué nos sirve conocer la receta de croquetas de nuestra abuela si luego no
sabemos cocinarla?
Si quieres ser cantante, ¡canta! Si quieres ser cocinero, ¡cocina! si quieres ser madre ¡ten
un hijo! Si quieres ser algo…¡¡demuestra que puedes hacerlo!
Para ello, tendremos que desarrollar ciertas habilidades y herramientas, así como
potenciar aspectos de nuestra personalidad que puedan sernos útiles. Por ejemplo, un
vendedor tendrá que desarrollar algunas habilidades sociales como la empatía, para crear
confianza en el cliente.
3- El Querer: Construye ganas y diferénciate
El querer representa la actitud. La acción, la constancia, el esfuerzo, la determinación
y el entusiasmo son los elementos que mantienen avivada la actitud. Y es que no basta
con ser un experto en gastronomía y cocinar muy bien, también hay que cocinar todos
los días, y hacerlo con entrega, gracia y carisma.
De la misma forma, el cantante con talento, el motivador exitoso, es el que trabaja duro
día a día y ama lo que hace, aunque no sea mundialmente famoso ni salga en programas
de televisión.
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Claves para el desarrollo del talento:
Todos tenemos talento, aunque no tengamos talento para todo. El talento es la
capacidad que nos hace alcanzar resultados extraordinarios en nuestro trabajo o en
nuestra vida privada. Y lo más importante, se puede desarrollar. Vamos a ver a
continuación algunas claves para ello:
o
Motivación. El talento requiere pasión, es decir, que la actividad que hacemos
realmente nos motive. Al principio, cuando somos pequeños la motivación puede ser
externa, cuando los padres se empeñan en que sus hijos hagan un determinado
deporte o eligen para ellos una afición. Sin embargo, por mucho reconocimiento
externo que tengan, si los niños no disfrutan con ello, pueden acabar aparcando las
raquetas, las zapatillas o la partitura. Del mismo modo todo lo dicho se puede trasladar
al mundo laboral. Richard Branson, creador del emporio Virgin, afirma que su principal
lema empresarial es “¡Venga, vamos a divertirnos!”
o
Saber cómo. Para poder perfeccionar nuestras habilidades necesitamos tener
conocimientos que nos permitan lograrlo. Disfrutar con una actividad nos lleva a
perfeccionar nuestros conocimientos sobre la misma. La biografía de Thomas
Edison relata cómo devoraba todos los libros de física de la librería dónde trabajaba.
Esas lecturas le dieron la formación suficiente (puesto que no tenía estudios
universitarios) para patentar, entre otros inventos, la lámpara de incandescencia. Si la
motivación impulsa a realizar la actividad, el conocimiento permite mejorarlo.
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o
Constancia. Por último, el talento se materializa en acciones. Necesitamos tiempo,
esfuerzo y mucha, mucha repetición para crear nuevos hábitos. Como lo resumen
magníficamente uno de los mejores jugadores de la historia de la NBA, Larry Bird: “Es
curioso, cuanto más entrenamos, más suerte tenemos”.
o
Recursos. Necesitamos recursos en tiempo y en medios para poder formarnos. Las
intenciones siempre son buenas, pero si no tenemos posibilidades para conseguirlo,
será difícil que alcancemos resultados extraordinarios. Así se ve en el deporte. Sin ir
más lejos, el gran salto en el número de medallas conseguidas por España en unas
Olimpiadas fue en Barcelona 92. En Seúl habíamos conseguido solo cuatro y ante el
fracaso que podía avecinarse, se creó el programa ADO (Ayuda al Deporte Olímpico)
que tenía como objetivo invertir en el desarrollo de los deportistas. El resultado fue
todo un éxito: 64 millones de euros recaudados entre las empresas y 22 medallas para
España. “La diferencia era enorme: de malvivir con una beca de 25´000 pesetas al
mes, a tener un salario de 150´000 pesetas”, recuerda Sandra Myers, récord de
España en 100, 200 y 400 metros lisos. Aunque en las siguientes Olimpiadas el
número de medallas descendió (y habrá que ver que sucede en las próximas
Olimpiadas de Brasil con los recortes que estamos viviendo), en cualquier caso se
puso de manifiesto algo crucial para el desarrollo de las capacidades: Si queremos
desarrollar talento necesitamos invertir recursos en ello. Y esto, por supuesto, es de
aplicación tanto para las empresas como para nosotros a la hora de mejorar alguna
habilidad.
Recetas
1. La primera clave para saber en qué tenemos talento es pensar en aquello que nos
apasiona. Reflexiona sobre si lo que quieres alcanzar es algo que realmente te
enamora.
2. Para mejorar en algo es recomendable invertir tiempo en estudiarlo, practicarlo o
mantener contacto con personas que ya sepan hacerlo. Ponte cerca de los mejores
para conseguir aquello que quieres alcanzar.
3. Repetición, repetición y repetición. No hay talento sin hábitos, no hay talento sin
esfuerzo. Por ello, una vez más, marca un plan de acción para que, al menos,
semanalmente te veas obligado a repetirlo.
Fórmula
Desarrollo de talento: Motivación + saber cómo +
constancia + recursos.
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Frases motivacionales para convertirte y ser un talento
actuante
Aprender, reflexionar, observar, practicar, son algunos aspectos básicos del crecimiento y
la evolución en el deporte. Todos los grandes campeones, además de una gran confianza
en sí mismos y sus condiciones innatas, han cumplido con estas premisas. Pero como
aprender es recorrer el camino que otros han utilizado para llegar al éxito, tal vez algunas
frases te den algún aporte para entender tu juego y mejoren tu manera de ver las cosas.
• No es tan importante quién comienza el juego, sino quién lo termina (John Wooden,
entrenador de básquetbol)
• La confianza viene de la preparación (John Wooden)
• Si no inviertes lo mejor de ti mismo, luego la derrota nos duele muchísimo y la victoria no
es muy apasionante (Dick Vermeil, entrenador de fútbol americano)
• Hay 86.400 segundos en un día: decide cómo los quieres emplear (Jim Valdano,
entrenador de básquetbol)
• La mayor parte de las batallas son ganadas antes de ser luchadas (Sun-Tzu, libro de la
guerra chino del s. V a.C.)
• El que no comete errores no logará ningún progreso (Theodor Roosvelt, presidente de
EE.UU.)
• La primera y mejor victoria debe conquistarme (Platón, filósofo griego)
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• Si piensas que serás golpeado, serás golpeado. Si piensas que no te atreves, no te
atreverás. Si te gusta ganar, pero piensas que no puedes ganar, no ganarás nunca. Si
piensas que puedes perder, has perdido. Tienes que pensar en grande. Antes de nada
tienes que estar seguro de ti mismo. Las batallas de la vida no son siempre para el más
fuerte o más rápido. Tarde o temprano, la persona que gana es la que piensa que puede
ganar. (Arnold Palmer, uno de los mejores jugadores de golf de la historia)
• Es imposible sobresalir en algo de lo que no se disfruta (Jack Nicklaus, un mito del golf)
• La diferencia entre ordinario y extraordinario, es el tiempo extra (John C. Maxwell,
especialista mundial en liderazgo)
• El secreto de nuestro éxito es encontrarlo en la agenda diaria (John C. Maxwell)
• Cuanto más duro trabajes, más duro será que te rindas (Vince Lombardi, capitán de
equipo de fútbol americano)
• Primero, aprende a hacer las cosas bien, después, hazlas siempre bien (Bobby Knight,
entrenador de básquetbol)
• Todos los que desafían a un gran fracaso, pueden obtener un gran éxito (Robert
Kennedy)
• Sin la autodisciplina, el éxito es imposible (Lou Holtz, entrenador, comentarista y
motivador)
• La oportunidad, a menudo, viene en forma de derrota temporal (Napoleón Hill, escritor
sobre superación considerado el mejor del mundo)
• Las cosas que duelen, instruyen (Ben Franklin, político, inventor y científico)
• La imaginación es más importante que el conocimiento (Albert Einstein, científico)
• Lo que puedes soñar, lo puedes hacer (Walt Disney, productor, director y guionista)
• Si no cambiamos la dirección hacia dónde vamos, probablemente terminaremos donde
nos proponemos (proverbio chino)
• La excelencia no es un acto, sino un hábito (Aristóteles, filósofo griego)
• Odié cada minuto de entrenamiento, pero dije: “No me voy. Sufro ahora y vivo el resto de
mi vida como un campeón (Muhammad Alí, campeón del mundo de boxeo).
Si no hay inquietud, ¿cómo vamos a demostrar lo que sabemos? Si no creemos en
nosotros, ¿qué nos queda entonces?
Empieza a construir ganas y marca un estilo propio en tu manera de trabajar para
diferenciarte. Establécete metas y objetivos bien definidos que guíen tu día a día y
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hagan brillar tu talento. La actitud es algo más que una disposición, es una
responsabilidad.
Como ves, el talento consiste en saber, poder y querer. Nada que no pueda conseguirse
con conocimientos, habilidades y una gran dosis de actitud y trabajo. Todos tenemos un
talento que explotar. Sólo hay que saber identificarlo, y empezar a desarrollarlo. Así que
te animo a que a partir de hoy empieces a sacar el tuyo a pasear más a menudo. A tener,
siempre, presente que “la teoría sin la práctica es ciega y que la práctica sin teoría
está vacía”.
Pensar como un genio
“Incluso si no es un genio, usted puede usar las mismas estrategias que Aristóteles y
Einstein utilizaron para controlar el poder creativo de su mente y manejar mejor su futuro”.
Las siguientes ocho estrategias le exhortan a pensar productivamente, antes que
“reproductivamente”, como método de resolución de problemas.
“A lo largo de la historia, éstas han sido las estrategias comunes a los estilos de
pensamiento de los genios creativos en las ciencias, el arte y la industria”.
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1. Mire a los problemas de muchos modos diferentes, y halle nuevas
perspectivas que nadie antes ha adoptado (¡o nadie ha hecho públicas!)
Leonardo da Vinci pensaba que para descubrir la estructura de un problema,
se tenía que comenzar por aprender a reestructurarlo de muchos modos
diferentes. Creía que el primer modo en que contemplaba un problema era
muy parcial. A menudo, el problema mismo se acaba reconstruyendo y se
convierte en uno nuevo.
2. ¡Visualice!
Cuando Einstein pensaba sobre un problema, siempre encontraba necesario
formular la cuestión de tantos modos diferentes como fuera posible, incluso con el
uso de diagramas.
Visualizaba soluciones y creía que las palabras y los números, en cuanto
tales, no jugaban un rol significativo en su proceso de pensamiento .
3. ¡Produzca! Una característica distintiva del genio es la productividad.
Thomas Edison registró 1.093 patentes. Para garantizar una gran
productividad, estableció cupos de ideas para sí y para sus ayudantes.. En un
estudio de 2.036 científicos a través de la historia, Dean Keith Simonton de la
Universidad de California, en Davis, halló que la mayoría de los más
respetados científicos habían producido no sólo grandes obras, sino también
muchas “malas” obras. No le temían al fracaso ni a producir obras mediocres
para llegar a la excelencia.
4. Haga nuevas combinaciones. Combine y recombine ideas, imágenes y
pensamientos en diferentes modos, no importa cuán incongruentes o
insólitos sean.
Las leyes de la herencia sobre las cuales está basada la moderna ciencia de
la genética, son obra del monje austriaco Gregorio Mendel, quien combinó las
matemáticas y la biología para crear una nueva ciencia.
5. Relacione; haga conexiones entre diferentes temas.
Da Vinci relacionó el sonido de una campana con una piedra cayendo al
agua. Esto le permitió establecer “la conexión” de que el sonido viaja a través
de ondas.
Samuel Morse inventó las estaciones de relevo para las señales telegráficas
cuando observó los puestos de relevo para los caballos.
6. Piense en los opuestos.
El físico Niels Bohr creyó que, si uno mantiene los opuestos juntos, y luego
suspende el pensamiento, nuestra mente se traslada a un nuevo nivel del
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conocimiento. Esto le permitió imaginar la luz a la vez como partícula y como
onda, llevándolo a su concepción del Principio de Complementariedad.
Suspender el pensamiento (lógico) puede permitir a su mente crear un nuevo
concepto.
7. Piense metafóricamente.
Aristóteles consideró que la metáfora era una manifestación de la genialidad
y creyó que el individuo que poseía la capacidad de percibir parecidos entre
dos áreas separadas de la realidad y relacionarlas conjuntamente, era una
persona dotada de un talento peculiar.
8. Prepárese para poder sacar ventaja de la oportunidad (cuando ésta se
presente).
Toda vez que intentamos hacer algo y fallamos, terminamos haciendo algo
más. Éste es el primer “principio del accidente creativo”. El fracaso puede ser
productivo siempre que no lo consideremos como un resultado improductivo.
En lugar de ello: analice el proceso, sus partes y cómo puede cambiarlas para
alcanzar otros resultados. No se pregunte “¿Por qué he fallado?” sino, más
bien “¿Qué he hecho?”.